Dos nuevas vecinas (6 y final)

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“¿Qué has dicho?”

“Que me gustas, pedazo de imbécil”, dijo Carol. “¿O qué piensas? ¿Que te iba a meter por las buenas en mi cama?”

“No, claro que no. Pero una cosa es que te guste en plan ponerte cachonda, y otra que te refieras a algo más”

“Pues sí. Me encantaría poder tener algo más. Porque me gustas mucho. Pero tienes un defecto muy grande.”

“¿Cual?”

“Que te tiras a mi compañera de piso”

“¿No decías que no querías nada serio y que me podía ver con otras si me apetecía?”

“Ahora tienes dos defectos. ¿No serás autista?”

Le dije que no con la cabeza y le pedí que volviera a la cama conmigo, pero ella se negó.

“Te recuerdo que esa noche te fuiste”, me dijo Carol. “¿Tú sabes lo que me dolió eso?”

“Y a mi me jodió mucho que me hicieras elegir. Y más cuando se supone que solo somos amigos”

“¿Ahora dices que somos amigos? ¿Qué es lo que quieres conmigo?”

“¿Qué es lo que quieres TÚ conmigo?”, le pregunté. “No me quieres de novio, pero te enfadas si me acuesto con otra. Y no puede ser por el COVID, porque si cualquiera de los tres lo pilla, los otros estamos condenados”

“Vale. Sí, tienes razón. Dije que no te quería de novio. Precisamente para evitar esto”

“¿Evitar qué? ¿Que te piensas, que si hubiera empezado a salir contigo me hubiera tirado a Marta?”

“¡Pues sí! ¡Y veo que tenía razón!”

“No la tienes. Porque si estuviéramos juntos, no creo que Marta se hubiera acercado a mi. Y si lo hubiera hecho, yo no la habría hecho caso”

“Pero ahora me ofreces hacerlo entre los tres”

“Soy un tío. Claro que me gustaría hacerlo con las dos”, le dije. “Pero también es cierto que no quiero que lo pases mal por esta situación. Mira, al margen de lo que quieras decidir, no quiero perderte. Me importas mucho”

“Tengo que pensar”

“Lo entiendo”

“¿Te importa si pienso durmiendo aquí?”

“Adelante”, le dije.

Carol se metió de nuevo en mi cama y permitió que la arropase con mi cuerpo. Prometo que no tenía la intención de aprovecharme de ella, pero si ella misma me toma de la mano y me la ponía sobre su teta, pues la dejo, claro que sí. Besé su cuello y no se negó, pero me pidió.

No me pongas cachonda

Simplemente le acaricié el pelo mientras nos dormíamos. Sentí que se acurrucaba un poco más y la dejé hacerlo. No tardamos mucho en quedarnos dormidos.

Por la mañana ella seguía así. Bueno, era un punto a favor. Marta era la Houdini, esa si me descuidaba cualquier día podría marcharse sin avisar en medio del polvo. Estiré el brazo hacia atrás y encontré mi teléfono. Lo desbloqueé y le mandé un mensaje.

“estas despierta?”

“si”

“baja”

“y Carol?”

“esta aqui conmigo”

No puse nada más. Esperé y en cosa de cinco minutos, Marta estaba entrando en mi habitación. Carol seguía dormida. Pude ver a Marta desnudarse por completo y suavemente, tiré de Carol hacia atrás para dejar un hueco a nuestra nueva invitada en la cama. Y en ese momento la oí.

“Mmmm cinco minutos más”, pidió.

“Ya es de día, dormilona”, le dije.

“¿Me vas a echar de tu cama?”, preguntó.

“No. Tenemos compañía”

Seguro que lo que menos esperaba ver Marta al abrir los ojos era a su compañera de piso desnuda frente a ella. Intentó retroceder, pero yo estaba en la misma posición y no podía moverse.

“¿Qué hacéis?”

“La he invitado a bajar”

“Ah. ¿Y por qué está desnuda?”

“Para no desentonar”, dijo Marta. “¿Te desagrada verme?”

“No, es que no me lo esperaba. Marta. ¿A ti no te molesta esto?”

“¿El qué?”

“Verme así con él”.

“No, no me molesta. En realidad me gustaría que me dejaras entrar”

“Tu también. ¿Por qué?”

“Porque me gusta él. Y me gustas tú”

Y Marta besó a Carol. Se había abalanzado a por ella, pero el beso era lento. Le sujetaba las mejillas. Tuve la decencia de apartar las manos para dejarla disfrutar de su cuerpo, pero lo más sorprendente fue que Carol no hizo el intento de apartarse. Ni siquiera cuando Marta le puso las manos sobre las tetas.

“¿Sabes? No me importa si follas con él”, dijo Marta. “Es más, quiero que folles con él. Solo te pido que no me lo prohíbas a mi”.

“Creo que Carol está aceptándolo”, le dije. “Porque sabe que la queremos mucho”

“Sois un par de tontos”, dijo Carol. “¿De verdad podríamos ser felices los tres?”


“Claro que sí”

“Lo podemos intentar”, dijo Marta. “Si quieres”

“Pero Carol. No tengo intención de competir contigo. No voy a pelear por ser quien más placer le de. Porque también me gustaría dártelo a ti. Podemos pasarlo mejor juntas que enfrentadas”

“Estoy de acuerdo”, dije. Y me incorporé, tirando suavemente de Carol. Ella seguía pegadita a mi cuerpo. “Y creo que deberías dejarte hacer”

Separé las piernas de Carol. Me costó un poco, pues parecía resistirse. Le daba miedo. Y sentí que me apretaba la mano.

“Nunca lo he hecho con una chica”

“Yo si. Deberías probarlo”, bromeé.

“Tonto”

“Marta, Carol está lista”

“Quédate ahí”, me dijo. “Igual necesito tu ayuda”.

Pero Carol estaba abierta de piernas para Marta, y ella se le acercó y la besó. Le acarició las tetas y vi que Carol intentaba hacer lo mismo por ella. Joder, pues yo también. Entre Carol y yo sobamos las tetas de la otra y de pronto la vimos tumbarse bocabajo, acercándose a Carol. A su rajita. Sujeté a Carol por las tetas justo antes de que gritase por el placer que le causó la lengua de Marta en su coñito.

“¿Qué tal, nena?”

“Mmmuy bien” dijo Carol. “Dios, Marta.”

La acarició la cabeza mientras se dejaba dar placer. Admito que por un momento me dio miedo que aquello le gustase más que yo y decidieran dejarme para estar juntas, pero se me pasó cuando Carol miró hacia atrás, reclamando mis besos. Así que le comí la boca mientras seguía acariciando sus tetas. Apreté uno de sus pezones.

“Sois malos”, protestó pero su cuerpo no me engañaba. Marta la iba a hacer correrse. “Me gusta mucho”

“Entonces ¿aceptas que seamos los tres?”

“Siiiiiiiiiiih” gimió mientras se corríamos
Pude ver sus chorritos saltando y manchando la cara de Marta pero a ella no parecía importarle. Miró a Carol y sonrió.

“Te dije que lo conseguiríamos”, le dije a Marta

“Lo se. Y ahora me gustaría probar algo diferente”

Marta y Carol se miraron y parecían ponerse de acuerdo. De pronto las tenía a las dos a gatas frente a mi.

“Ahora eres nuestro”, dijo Carol y me la empezó a chupar.

“Desde hoy no puedes follar con otras”, añadió Marta. Carol le dejó que me la siguiera mamando.

“Tú mismo decías que podemos ser felices los tres. Esto es nuestro acuerdo”, dijo Carol, y volvió a chupármela ella.

“No puedo rechazar algo así” les dije, disfrutando de sus bocas. De pronto Marta me la chupó mientras Carol me lamía los huevos. Eso estaba bien, sí. Se turnaban para disfrutar de mi rabo sin intentar competir. Cuando les dije que me iba a correr empezaron a lamerme el glande al mismo tiempo hasta que solté mi lefa sobre sus lenguas.

“Le gustaba más cómo se la chupaba yo”, dijo Carol, y se echó a reír.

“Seguro que sí. Pero creo que le va a gustar más que yo le monte”

“Hazlo. Tú me has hecho correrme, mereces que te lo haga primero”

Carol me tiró hacia atrás, inmovilizándome y me empezó a dar besos por la mejilla y el cuello mientras Marta subía sobre mi. Sentí que frotaba su coñito contra mi polla hasta que la tuve bien dura y se la introdujo por completo. Adoraba la sensación. Carol había dejado de besarme, y es que estaba mirando cómo su compañera rebotaba lentamente en mi falo.

¿A ti te gusta así?”, me preguntó, intentando que Marta no nos oyera.

, le dije

Oh… conmigo… me follas más duro”, balbuceó. “Si prefieres así...

No te compares con ella. Me gusta cómo follamos. Me gusta de todas las formas

Me dio un beso y siguió mientras Marta seguía sobre mi. Ella lo hacía a su ritmo, lento y pausado. Me encantaba cómo mi polla se abría paso dentro de ella. Era muy apretada, y probablemente aquel ritmo ayudaba a que así fuera. De pronto vi a Carol moverse y se puso sobre mi, yo podía ver su culo y su espalda. Pero obviamente se estaba besando con Marta.

“Dios, Carol”, la escuché gimotear. Carol había agachado la cabeza, así que le debía estar comiendo las tetas. “Cómo me gusta”

“¿De verdad te gusta cómo lo hago?”

“Mucho”

“¡Aaaah, chica mala!”, dijo. Se estaba vengando y jugaba con sus tetas también. Prácticamente competían pero no para sentirse superiores, solo se dejaban llevar por el momento.

Marta siguió cabalgándome y aceleró un poco el ritmo al final, cuando me corrí dentro de ella. Llené su interior con mi lefa, y cuando se levantó pude ver como escurría entre sus piernas.

“Espero que no estés muy cansado”, me dijo Carol. “Porque yo también te quiero dentro”

“Vamos, cariño”, me dijo Marta mientras me hacía levantar. Carol se había abierto de piernas para mi. “Fóllala. Hazlo como le gusta”

Me acerqué con Marta pegada a mi espalda, quería verlo en “primera fila” y le dejé hacerlo. Sonrió cuando me vio hundir el rabo dentro de Carol de un movimiento. La sujeté de la cintura y empecé a metérsela rápidamente. Como le gustaba. Sonrió satisfecha. Sí, los dos echábamos eso de menos.

De pronto sentí a Marta bajándose de mi espalda para ponerse en cuatro delante de mi y le preguntó algo a Carol. Yo aproveché para darle un par de azotes, y luego volvió a su posición anterior. Según me dijo, le había preguntado a Carol

“¿Qué se siente follando así?”

Y ella respondió

“Que me va a romper y eso me pone mucho”

De pronto sentí que Marta estaba jugando consigo misma. Bueno, no pasaba nada porque se metiera los dedos mientras me veía follar con Carol. No era la primera vez. Yo seguía follándomela, y de vez en cuando nuestras lenguas se enredaban para aumentar la excitación. Y no tardamos mucho en corrernos. Dejé su interior bien lleno de mi semen antes de apartarme de ella.

“¿Sigues con energía?”, preguntó viendo que mi erección no bajaba.

“Sí”

“Mejor”, dijo Marta. “Por que te estoy esperando”

Y sí, me esperaba a cuatro patas. No se había metido los dedos, no en su rajita. Había estado jugando con su culo y ahora esperaba a que yo se la metiera por ahí. Sonriendo, me acerqué a ella y dejé que mi saliva cayera a su culo abierto. Así fue más fácil empujar mi polla dentro de ella.

Carol nos miraba con cierta envidia. Se acercó.

“Espera un momento”

Me detuve, y Carol aprovechó para ponerse bajo el cuerpo de Marta. Se abrazaron y se dieron un beso, y Carol volvió a abrir el culo de Marta para mi. Volví a metersela, tras echar un poco más de saliva. Sin duda era mejor que participaramos los tres a la vez. A mi desde luego me encantaba verlas así. La mejor compañía que se podía tener.

“Dámelo todo, amor”, pidió Marta. “No te reprimas, sabes dónde lo quiero”

Por supuesto yo iba a correrme en su culo, y así lo hice. Dejé bien marcado su culito con mi leche, que se escurría entre sus cachetes.

“Carol… he dejado una bolsa en la puerta”, dijo Marta. “Por favor, tráela”

Obviamente el anal le había superado y no podía moverse muy bien. Con cuidado la ayudé a volver a levantarse mientras nuestra novia iba a por la bolsa.

“¡Pero bueno!”

Vino corriendo.

“Serás puta!”, dijo riéndose.

Tiró sobre la cama un consolador doble y un arnés con dildo.

“Un poco. Solo quería que pudiéramos jugar todos”

Y Carol y Marta empezaron a chupar el consolador doble. Luego les ayudé: primero dejé que Marta se lo metiera y cuando aseguró que había llegado a su máximo, lo sujeté para que Carol se pudiera meter su parte. Sus coñitos se encontraban en el medio cada vez que movían sus caderas, follándose mutuamente con aquel jueguete.

Pero claro, a mi no me iban a dejar a mi aire y Marta me la chupó mientras seguía con el sexo lésbico con Carol. A ella no parecía importarle, estaba pasando a unos niveles de placer, según me dijo, que la tenían idiotizada. Me corrí en la boca de Marta pero ellas tardaron un poco más en chorrear. Madre miá, no os digo cómo estaban ya las sábanas en ese momento.

“¿Seguro que no me va a doler?”

Marta se había puesto el arnés. Por dentro también estaba equipado, así que sentía una polla de plástico dentro de su coño. Y Carol había cedido en montar encima. El sueño de Marta: follarse a Carol. Y yo ahora estaba a la espalda de Carol, dilatándole el culo.

“Puedo parar si lo hace, pero de momento te gusta, no?”, le dije mientras le abría el ano.

“Sí. Solo quiero… que seas gentil. No lo hagas como cuando me follas normal”

“Tranquila, cielo. Vamos a hacer que te corras juntos”, dijo Marta, mientras se balanceaba suavemente. El dildo entraba y salía del coñito de Carol.

“Folladme… sí, folladme” pidió.

Con cuidado, se la metí por el culo. Entre Marta y yo empezamos a hacerle la doble penetración. Carol no podía controlar su cuerpo. Estaba completamente a nuestra merced, pero no nos aprovechábamos de ella. Sabíamos que le gustaba, y cuando dijo que le dolía, bajé un poco el ritmo y volvió a gemir.

“Os quiero”, dijo mientras nos hundíamos dentro de ella. “No paréis… más… quiero más…”

Marta terminó chorreando por el placer que le daba poder follar con Carol, y yo me corrí dentro del culo de Carol. Según me dijo, eso le había provocado el orgasmo a ella: la sensación de su culo siendo llenado por mi lefa.

“Tengo a los mejores novios del mundo” dijo mientras se acurrucaba entre Marta y yo. Carol era nuestra “protegida” en ese momento. “Lamento lo mal que me he portado con los dos”

“Eso ya es agua pasada. Ahora sí podemos ser felices”, dijo Marta.

“Y ¿quién sabe? Si lo nuestro funciona algún día podríamos formar una familia”

No debí decirlo. En ese momento, Carol se echó a llorar y salió corriendo. La seguimos hasta mi cuarto de baño y conseguimos evitar que echase el pestillo.

“¡NO! ¡DEJARME!”, gritó.

“Carol, Carol, mírame. ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?”

“¡No! ¡fuera!”

“Oye. Ahora somos novios los tres. Si te preocupa algo puedes decirlo. ¿Es que no quieres formar una familia?”

Admito que eso no entraba mucho en mis planes a futuro. Joder, soy joven, pero algún día me gustaría reproducirme. Pero Carol negó con la cabeza.

“Cla-Claro que quiero. Pero es imposible”

“¿Por qué es imposible?”

Lo más cercano que tenía en ese momento era el papel higiénico y se lo acerqué para que se limpiara las lágrimas.

“No os lo he dicho, pero… ¿sabes por qué puedo follar sin condón? Porque soy estéril”

“¿Qué?”

“No puedo tener hijos. Podrías follarme un día entero y no podría darte un hijo si quisiéramos”

“Pero… te baja la regla”

“He oído que es posible, sí”, dijo Marta. “Se puede menstruar pero aún así no poder… Joder, Carol, lo siento”

“No es tu culpa. Es solo que no podemos ser felices si en vuestros planes entra eso”

“¿Por qué no?” dijo Marta. “Yo podría tener a nuestro dijo. De los tres”, aclaró. Me dio la mano y le dio la otra a Carol. “Porque ahora somos los tres. No me importa. Si lo nuestro funciona, y quiero que funcione, formaremos una familia. Tú también serás la madre de nuestros hijos”

Y Carol volvió a llorar. No era tanto por la pena, sino por la emoción de las palabras.

Bueno, y poco más que contar de momento. Hemos llegado los tres vivos a las navidades. El mes pasado, a Carol y a Marta las echaron del piso, así que se bajaron a vivir conmigo. Sí, hacemos vida de pareja los tres. Y sí, siendo novios formales, follamos un poco menos. Bueno, “menos”. A lo mejor por las mañanas nos lo saltamos. Pero todas las noches nos seguimos demostrando que nos compenetramos a las mil maravillas en la cama.

FIN

PERDONAD. SÉ QUE HA SIDO CORTO PERO SE ME ROMPIÓ EL ORDENADOR Y TUVE QUE ESCRIBIRLO DOS VECES Y NO ME ACORDABA DE MUCHAS COSAS. LO LAMENTO MUCHO 😞

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1 comentario - Dos nuevas vecinas (6 y final)

Eliezer30_ +1
Solo quiero decir que, puta que escribes bien ctm
PepeluRui
Gracias 😍