Polvo con mi ex... y mi novia

Capítulos anteriores:
Autoexperimentando
Fantasía: cambio de rol con mi novia
Recibí ayuda de mi amiga especial
Trío con pareja amiga
Masaje con final más que feliz
A las órdenes de mi amiga trans

(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)

Sara tenía tomada la decisión de operarse: quitarse el pene y tener una vagina. Antes o después pasaría por quirófano, y para debía pasar por un largo proceso de homonarse. Antes incluso de que empezase con eso, yo había decidido formalizar una relación entre nosotros, y pasamos los días siguientes empezando a hacer cosas de pareja, terminando todas las noches con una sesión de fogoso sexo en la que nos turnábamos para follarnos al otro.

Un día, cuando quedaba poco para que empezara a hormonarse, estaba yo en mi piso. Últimamente pasaba poco tiempo en él, e incluso había comentado con Sara la posibilidad de que nos mudáramos juntos. Me lo habían desaconsejado. "Es muy pronto, la convivencia mata". "Nos entendemos muy bien", respondía yo. "Eso es porque ella es un hombre", me dijo uno, al que le respondí con un puñetazo en la boca.

El caso es que mientras estaba allí, pensando si debería ir llevando alguna caja para mover mis trastos, llamaron a la puerta. Me pregunté quién era, pues era raro recibir visitas, solía ir yo a la casa de la gente. Y no me podía creer quien era. Paula, mi exnovia. Como siempre, con su expresión de seriedad, su coleta morena, y su ropa ajustada.

"¡Hola!", me saludó. "¿Puedo entrar?"

"Hola... sí, claro, adelante", respondí, y me aparté para dejarla entrar. No se si era mi impresión, pero al verla pasar, me fijé en que tenía mejor culo que cuando salíamos.

"¿Qué tal te va? Ya me he enterado de que... eres muy cercano de Sara ahora", comentó, lo cual me cabreó un poco.

"Si has venido a burlarte, ya te puedes ir por donde has venido", le advertí.

"Nada de eso, te felicito. Me alegra saber que te va bien. En cambio yo, llevo un tiempo sola. Y eso no me gusta nada."

"¿Y a qué has venido?"

"¿No te lo imaginas?", preguntó, y empezó a acercarse a mi. "Vengo buscando un poco de esto...", dijo, poniendo la mano sobre mi entrepierna. "Echo de menos al sexo contigo".

"¿Pero tú no... tenías novio ya?", pregunté. Era un poco incómodo, porque su mano no hacía más que jugar mi pene, e incluso por encima del pantalón, lo notaba, y se me estaba endureciendo.

"Rompimos. Así que, ¿qué me dices?", dijo en un tono pícaro que yo no le conocía. "¿Te apetece pasar un buen rato por los viejos tiempos?"

Quería negarme. De verdad que quería. Pero soy demasiado débil. Juntó sus labios con los míos mientras sus manos se iban deshaciendo de mis pantalones. Sentí un hormigueo de placer al sentir cómo me liberaba del bóxer, y manoseó mi miembro hasta que estuvo totalmente erecto. Luego me quitó la sudadera, y se me quedó mirando con deseo.

Empezó a besarme el cuello, y bajó con cierta prisa por todo mi cuerpo hasta que llegó a mi polla. Sonrió y se la introdujo en la boca. No sabéis lo excitante que resulta ese ataque tan repentino. Paula parecía fuera de sí, y me la estaba chupando como nunca. Era muy placentero. Miré hacia abajo, y pude ver sus ojos abiertos contemplándome y me puse aún más cachondo.

Me excité al ver cómo, con calma, hacía por introducirse toda mi polla en la boca. Poco a poco, lo consiguió. Podía verla perfectamente, con sus labios pegados a mi pubis. Sonrió y retrocedió un poco, tomó aire, y volvió a hacerme una garganta profunda. Aquello era demasiado caliente. Si seguía así me iba a correr en pocos minutos.

Tanto placer sentía que no me di cuenta. Le había puesto las manos sobre la cabeza, sujetándola, y movía mis caderas a un rápido ritmo. Le estaba follando la boca, mientras ella se limitaba a aguardar mi eyaculación, la cual liberé por completo entre sus labios. Pensé que me iba a querer asesinar, pero lejos de hacerlo, me sonrió y siguió mirándome traviesa.

"Vaya lo que tenemos aquí".

Horrorizado, me giré. Sara estaba allí y no nos habíamos dado cuenta. Se esforzaba en disimularlo, pero estaba enfadada. Supuse que había visto bastante de aquella escena, pero ambos nos habíamos ensimismado con el sexo y no nos habíamos fijado. Me dio miedo, pero no tanto como a Paula, que había empalidecido al verla.

"Ho-hola, Sara", saludó tímidamente.

"Hola. Yo que venía a ver si necesitabas ayuda con algo... ¿No necesitarás otra compañera de juegos?", me preguntó Sara. Yo no sabía que decir. "Bueno, puedo enfadarme... o podemos jugar los tres", declaró.

No se si quería que me confiase, pero estaba claro que enfadada ya lo estaba. Sin embargo, Paula debía tener miedo, pues aceptó inmediatamente aquel extraño acuerdo. Sonriendo, Sara aprovechó entonces para empezar a despojarla de la ropa. Sorprendentemente, lo hacía con cierto mimo. Me dijo que me quitase la camiseta en lo que ella terminaba de desnudar a Paula. De esa forma, los dos estuvimos sin ropa, y luego Sara se quitó la suya.

Con los tres perfectamente desnudos, caminamos al sofá. Sara tenía curiosidad por los labios de Paula, así que la invitó a que le chupara la polla. Paula no se hizo de rogar, y empezó a mamársela como si se jugara la vida con ello. Luego, Sara me miró, como si me dijera "No te reprimas ahora", de forma que separé las piernas de Paula, y empecé a penetrar su coñito.

Estaba tan apretado y delicioso como lo recordaba. Me la follé con ganas, dejando que mi cuerpo se moviera libremente, en lo que ella degustaba de la polla de Sara. Debía de gustarle mucho, pues estaba jadeando. Igual que había hecho yo, Sara empezó a follarle la boca a Paula, al tiempo que yo me deslizaba dentro de su sexo. Nos corrimos ambos dentro de ella, quien parecía agotada por aquella sesión de sexo.

"Algo me dice que aún no estás satisfecha", comentó Sara. Se había movido y ahora estaba a mi altura, contemplando el sexo manchado de semen de Paula. Me apartó y empezó a devorarle el coño con ganas. A mi ver aquello me ponía muy cachondo, y me sorprendió ver la habilidad de Sara para practicarle sexo oral a una mujer. Era realmente buena, joder.

Yo aún estaba empalmado, así que opté por hacer algo que llevaba tiempo sin practicar. Me acomodé sobre el cuerpo de Paula, y envolví mi pene con sus pechos. Empecé a usarlos para masturbarme, mientras con mis manos estimulaba y pellizcaba cuidadosamente sus pezones. Entre aquella excitación y tener a Sara jugando con su lengua en su vagina, Paula alcanzó su clímax.

Pero aún no habíamos acabado. Sara conocía una fantasía que yo tenía, de forma que puso a Paula bocabajo, con su culo ofrecido hacia mi, y le metí mi polla. Aguardé, porque sabía lo que venía a continuación: Sara follándome a mi. Y así fue, noté como toda su longitud se abría paso dentro de mi culo. Lo tenía cerrado, pero no pareció tomarse muchas molestias lubricándolo. Me dolía un poco, pero aún así, aguanté y empecé a follarme a Paula mientras Sara me lo hacía a mi. Aquello era más delicioso que ninguna otra experiencia.

Yo no iba a poder aguantar mucho más en aquella posición. Iba a eyacular mu pronto, pero Sara parecía tenerlo todo previsto. En cuando se dio cuenta de que estaba llenando de esperma el culo de Paula, me la sacó, se acercó a ella, le dio la vuelta, y empezó a follar su húmeda cavidad. Estábamos improvisando, pero me dio la impresión de que el cerebro de Sara iba varios pasos por delante del trío que nos estábamos montando.

Finalmente ella también se corrió, y volvió a dedicar su lengua a comerle el coño a Paula hasta que esta también terminó.

"Vístete y vete..." dijo Sara. "Él y yo tenemos que hablar".

Paula no dijo nada más. Volvió vestirse con cierta prisa, y nos dejó allí, en el sofá, en silencio. Yo sabía que algo malo se avecinaba. Y así fue. Apenas se cerró la puerta, Sara tiró de mis piernas hacia ella, con fuerza, y sin lubricarme previamente, me la metió.

Me estaba follando duro. Intenté no quejarme, pero era imposible aguantarlo mucho tiempo. Me dolía.

"Sara, Sara... por favor, duele..."

Eso bastó para que ella se contuviera de pronto. Me la sacó, y me la volvió a meter, esta vez con exquisita delicadeza.

"A mi también me ha dolido verte follando con esa", me dijo. "Mira, sé que llevamos poco, que cuando empiece a hormonarme te va a costar mucho contener tus impulsos sexuales... pero no me importa. He hablado con Ana, Fernando, Lucía y Raquel. Puedes seguir viéndolos para desahogarte si quieres, me da igual. Con ellos."

"¿Sólo con ellos?"

"Sí. Creo que Paula representa tu época sexual más prohibitiva. No quiero que vuelvas a eso. Quiero que sigas disfrutando con nuestros juegos. Te lo dije, seguiríamos como estamos ahora cuando me opere, hay juguetes. Así que por favor... nunca más con ella."

"Prometido..."

"Te amo", me dijo.

Me besó y volvió a acometerme, esta vez al ritmo pausado que me gustaba. Me dejé hacer por ella hasta que se corrió de nuevo. Desde luego, me sentía afortunado. Estábamos en una pareja en la que no había "un hombre y una mujer". Estábamos por encima de eso, disfrutando de nuestra sexualidad. Y mientras me seguía follando, pensé que debía prepararle algo especial para antes de que se operase.

1 comentario - Polvo con mi ex... y mi novia

Erstdur94
Que relato!! los anteriores también son buenos, pero este me voló la cabeza, saludos amigo!!