Fantasía: cambio de rol con mi novia

Ya narré cómo probé a experimentar por mi cuenta los placeres del sexo anal. Fue un verdadero gusto, y satisfizo mi curiosidad por un tiempo. Sin embargo, me quedó una espinita clavada: mi novia nunca cedería a que hiciéramos un cambio de roles por un día, en el que ella me follara a mi.

Lo sé porque ella, cuando se me ocurrió dejar caer la idea en plan broma, se mostró bastante en desacuerdo. Era un poco tradicional con ese aspecto, algo que yo lamentaba (por otro lado, nuestra vida sexual era bastante buena, pero siempre quedaba el punto de "No pasar" que me cortaba el rollo muchas veces).

Así que decidí fantasear en mi mente con ello, pues al fin y al cabo, la imaginación es bien libre. Nuevamente me aseguré de que me hallaba sólo (y maldigo los estándares de la sociedad que te impide darte placer de la forma que prefieras sin que te juzgen), con la luz tenue, y me desnudé por completo. Acaricié mi polla hasta que estuvo perfectamente erecta, y me pajeé mientras buscaba mi juguete y la caja de condones.

Me estiré en la cama y dejé mi mente volar mientras jugueteaba con mis testículos.

Llegué a casa después de trabajar. Fui directamente al dormitorio, con la intención de descansar. Pero allí me esperaba ella. Mi chica había llegado, y apenas llevaba un picardías puesto. Me rodeó con sus brazos, me besó, y caímos en la cama.

Estaba ocupado con sus labios, así que no me fijé en que a mi derecha, reposaba algo. Algo que yo quería. Fue ella quien me lo dijo, cuando nos detuvimos a retomar el aliento. Alargó la mano y me lo enseñó.

"Pensé que querías que usáramos esto", me dijo, mostrándome un bonito consolador con arnés. Sonreí. Tenía muchas ganas. Me despojó de la ropa, y tiró de mi boxer hacia abajo, liberando mi endurecida polla. Estaba cachondo.


Empecé a masturbarme mientras...

Empezó a masturbarme despacio mientras besuqueaba mi cuello. Fue bajando poco a poco por mi torso, enloqueciéndome, y terminó llegando a la punta de mi pene, que lamió con unos ligeros toques de lengua, antes de introducírselo entero en la boca. Me la chupó durante varios minutos, mientras sus dedos se ocupaban de buscar mi ano y empezaron a dilatarlo.

En ese momento, usé el juguete para apoyarlo en la entrada a mi culo y dilatarlo con cuidado. A continuación me puse bocabajo, pues...

Considerando que ya había esperado bastante, ella me indicó que me pusiera en cuatro. Separé bien las piernas mientras ella continuaba jugando con mi anito. Aguardé, y sentí como, lenta pero sin descanso, me follaba con toda la longitud del consolador hasta que entró por completo.

Empujé mi juguete dentro de mi culo. Suspiré de lo bien que se sentía. Lo mantuve dentro...

Ella pasó a acariciarme por la espalda y besarme el cuello mientras mi ano se acostumbraba a aquella bonita sensación. Me gustaba, oh, si me gustaba. Me sujetó por la cadera, y me acometió. Gemí. Muy despacio, empezó a follarme. Sentía aquel rabo de plástico hundiéndose en mi culo, y entregándome placeres que no había conocido hasta entonces. Estaba en la gloria, era lo mejor que había probado. Mi pene palpitaba, y lo sentía rebotar contra mi tripa con cada embestida.

"Quizá prefieras llevar tu el ritmo..." me sugirió ella, cuando ya llevaba un buen rato follándome.

Asentí. Sí, quería saber qué se sentía estando encima. Retiró el juguete y se tumbó, esperando a que la montara.


Me tumbé bocarriba sin sacarme el juguete, y empecé a masturbarme y encularme con la falsa polla mientras me seguía recreando en mi imaginación.

Sentarme encima de aquello casi provocó que me corriera. Juraría que lo noté llegar más profundo incluso que cuando ella me lo metía. Despacio, empecé a mover mi cuerpo, metiéndome y sacándome con placer aquel falo que me estaba llevando al séptimo cielo. Mi novia me agarró la polla con cuidado, y empezó a masturbarme a gran velocidad. Suspiré. Sabía que no iba a aguantar mucho en aquella posición. Ella sonrió y me lanzó una mirada de perversión y complicidad. Quería que acabase. De forma que liberé todo mi esperma mientras seguía rebotando en aquel consolador hasta que me cansé.

Cuando abrí los ojos, seguía tumbado en la cama, con mi juguete dentro de mi culo. Sentí calor sobre mi pecho: me había corrido sobre mi propio cuerpo. Maldije. Aquello no era lo que buscaba (no tenía, ni tengo, interés en meterme un pene en la boca, o que culminen sobre mi cuerpo). Pero al final sonreí. Había sido fantástico.

Probé a jugar un poco más con mi juguete en mi culo. Me alegró comprobar que seguía lubricado por el condón que lo cubría. Respiré calmadamente, tomándomelo como un ejercicio de relajación con placer, y luego me fui a dar una ducha. Y mientras el agua caía sobre mi cuerpo y me dedicaba a limpiar los restos de semen de mi pecho, tuve que pensarlo. ¿Habría alguna forma de convencer a mi novia de que me diera ese placer?

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