Vacaciones con mis primos (8)

En capítulos anteriores
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7

(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)

Mis primos me han amenazado con retirarme la palabra si me retrasaba más con la publicación de el siguiente capítulo. Sí, me consta que ellos también están pendientes a ver si actualizo, así que aquí voy a contaros lo que pasó al día siguiente.

De alguna forma, yo había conseguido dormir junto a Rocío. Habíamos acabado agotados de la sesión de sexo en la noche anterior, pero al despertarnos, sin necesidad de decirnos nada, ambos teníamos el mismo pensamiento en mente: ¿cómo se despertarían Yolanda y Enrique? Eran hermanos, y bueno, aquella noche, de alguna forma, habían terminado en la misma cama, follando como si les fuera la vida en ello.

Efectivamente, por la mañana en la mesa al desayunar la tensión se habría podido cortar con un cuchillo. Rocío y yo estábamos calmados, por supuesto, pero nuestros primos… bueno, ni podían mirarse a la cara. Cuando coincidieron sus manos para alcanzar la mantequilla, ambos la apartaron, como si temieran quemarse. Ma parecía ridículo, y sin embargo no se me ocurría cómo decírselo sin que me quisieran asesinar.

Pero Rocío, que siempre había sido (y sigue siendo) más lanzada que yo, me propuso que me fuera a la playa con Enrique, que ella tenía que hablar tranquilamente con Yolanda Él aceptó, pero en lugar de irnos a la arena, caminamos por la ciudad. No dijimos nada durante un buen rato, hasta que mi primo estalló:

“Estoy loco… soy un enfermo, y la culpa es vuestra…”

“¿Nuestra?”

“De Rocío y tuya. Si os hubierais tomado más cervezas, Yolanda y yo no habríamos bebido tanto… y entonces no nos habríamos acostado y ahora no estaríamos así… soy un monstruo”.

“Si te hubiera dado igual la cerveza tampoco te os habríais acostado”, le recordé. Me lanzó una mirada asesina. “Pero vamos… ¿dónde está lo malo?”

Me sorprendí a mí mismo diciendo aquello, pero era cierto. Tal vez porque el hecho de verles me había excitado, o que después de haberme acostado con Yolanda y Rocío, lo que hubieran hecho ellos siendo hermanos tampoco me parecía para tanto.

“En que es mi hermana, obviamente”

“Ya, y mi prima. Y eso no te pareció importar cuando yo me acosté con ella”

“No es lo mismo”.

“Pues tienes un problema. Creo que si realmente quieres a tu hermanita tienes que hablar con calma con ella y hacer como si no hubiera ocurrido”.

“Pero…”

Creo que fue la primera vez en mi vida que vi a mi primo roto por la vergüenza. Estaba rojo, y lo peor, triste. Iba a llorar. Me alarmé.

“Es que lo disfruté mucho… no me extraña que repitieras con Yoli. Soy un cerdo, no pudo gustarme y sin embargo, mírame. No puedo pasar página. Necesito que me odie, que me insulte, que me humille”.

“Chico, chico, para. ¿Acaso lo has hablado con ella? ¿Sabes cómo se siente?”

“Claro que si. Humillada, avergonzada, asqueada de tener por hermano a este monstruo sátiro que soy…”

“Eso está muy bien en los pajaritos de tu cabeza. Pero no has hablado con ella. Así que por favor…”

A Enrique le costó un rato tranquilizarse. Pero conseguí que me hiciera caso, y cuando estuvo repuesto, nos fuimos para casa de nuevo. Entramos, y allí estaban ellas. Las dos diosas que tenía por primas, tranquilamente en el sofá hablando.

Cuando las vio, Enroque volvió a perder la compostura. Se lanzó a por los pies de su hermana y empezó a suplicar su perdón.

“Lo siento… lo siento, Yoli, no debí hacerlo… por favor, no quiero que me odies… aunque soy lo peor…”

No pudo acabar la frase sin que Yolanda se dejase resbalar por el sofá y acabase en el suelo, abrazando a su hermano.

“No hay nada que perdonar… Simplemente ocurrió pero no pasa nada”.

Aunque no pasara nada, ambos tuvieron que llorar. Rocío me sugirió irme con ella a la piscina para dejarles solos un rato. Me metí en la piscina, y mi prima me siguió. Nadó detrás de mí y sentí que me bajaba el bañador. Buceó entre mis piernas y quedó enfrente de mi.

“Has hecho bien hablando con Enrique”, me dijo. “Yoli también pensaba que había actuado mal y todo eso. Por suerte, la he podido convencer de que no sufra por lo que ha hecho. Aquí lo de los lazos familiares ya no son una excusa para no tener sexo”.

“¿Eso quiere decir que van a hacerlo de nuevo?”

“No, creo que no. Simplemente van a normalizar lo que ha pasado para que no les afecte. Y esta noche me ha pedido volver a dormir contigo”.

“Bueno, y… ¿Estás bien con eso?”

“Sí, sabes que no me importa compartirte con ella. Bueno, y con quién proceda”.

“No quiero que te hagas daño”.

Sentí su boca presionando contra la mía. Se pegó a mi, y mi miembro fue creciendo, resbalando por el sexo tapado de mi prima. Peligrosamente, se metió por debajo de la tela de su bikini, y pude sentir en mi glande su suave exterior.

“En realidad yo quiero que me hagas daño… de otra forma”

Me agarró el pene, y me fui imaginando a qué se refería. Volví a tener en mis labios su apasionado beso. Desde luego sí que tenía que quererme. Empezaba a creermelo. Y os lo reconozco, yo sentía algo diferente en mí. Empezaba a sentir cosas, y si no hubiera tenido tanta sangre en la polla en ese momento, habría reflexionado.

Pero todo lo que existía en ese momento era Rocío dejando caer la parte superior de su bikini, y metiendo mi erección entre sus tetas. Empezó a masajearme la polla, y qué rico se sentía. Sobre todo por la proximidad de mi glande hacia su boca… y ella también se había dado cuenta, y dejó que un poco de su saliva cayera en mi pene para lubricarlo.

“¿Se siente bien, primo? ¿Te gusta tener el pene entre mis tetitas?”

“Mucho. Es muy excitante”, respondí.

“Pues espero que esto te guste más… si viene Enrique, avísame para que pare. Y si viene Yoli, que se muera de envidia”.

Liberó mi pene por unos momentos, sólo para aprisionarlo con la boca. Chupó y lamió con ganas. Lo más excitante fue sentir cómo succionaba. Mi prima era una experta en el sexo oral, indudablemente. Estaba cachonda y me lo estaba demostrando ahí, en medio del jardín. Si cualquiera se hubiera asomado por sobre la valla, se habría quedado de piedra.

“Rocío, me corro… me voy a correr…”

La avisé por costumbre, pero mi prima no se detuvo cuando eyaculé. Tragó cada gota que brotó de mi pene, rápidamente, pues mi carga fue bastante generosa (y eso que la noche anterior habíamos follado bastante). Se limpió una gota de la comisura de los labios, y me sonrió.

“Gracias por avisarme”.

“Y aún así has…”

“Bueno, si estoy preparada, no me enfado”. En aquel momento no supe que me estaba mintiendo. “¿Quieres hacer algoritmo más?”

Podría haber aparecido la policía, ya que cambiamos lugares. Ella se sentó en el borde, y me ofreció su delicioso culito para que me divirtiese. Pero no caí en la tentación fácil, y en lugar de metérsela, cuando le quité el tanga del bikini, empecé a lamer su rosado coñito. Un sabor realmente delicioso. Sus gemidos llenaron el aire. Gritaba como si de una actriz porno se tratase.

Sus gimoteos me excitaron mucho. Detuve un momento el ejercicio de mi lengua, y dejé caer un buen chorro de mi baba en su ano. Volví a dedicarme a su chochito, mientras que mis dedos empezaban a dilatar su culo. Porque desde su posición iba a ser lo siguiente que hiciéramos.

Me alertó de que iba a tener su orgasmo, y no me detuve. Lo que sí hice fue empezar a masturbarme, para asegurarme de que iba a estar a punto en cuando ella acabase. Un gemido mucho más agudo y la tensión en su cuerpo me anunciaron su clímax.

“No te contengas… sigue”, me imploró.

De forma que penetré su culo con ganas. Quizá fui un poco brusco, pero a Rocío no le importó. No quería que me detuviera, y me puse a follarme su culito. Tan apretado… Y modestia aparte, tan bien lubricado gracias a mi. Rocío continuaba gimoteando, y estaba dando un verdadero espectáculo con esos sonidos tan eróticos.

“Hazme callar, primo… tápame la boca…”

Me dio un poco de miedo acceder a una petición que me dejaría en una posición de prácticamente total poder, pero aún así, llevé una mano a su boca, y pude contener un poco sus ruidos. Lo peor es que mi juguetona prima me encendió un poco más cuando decidió lamer los dedos de la mano con que le cerraba la boca.

“Traviesa”, dije, y sin ser consciente de lo que hacía, le di un azote en la nalga. Aquello me aterró, pero Rocío dejó escapar un gritito de placer. Intentando comprobar si realmente le había gustado, le destapé un poco la boca, y volví a probar a azotarla. Indudablemente, gemía de gusto. Así que continué metiéndosela por detrás, y de vez en cuando, mi mano azotaba su glúteo. No tardé mucho tiempo más después de eso en correrme, dejando su culo lleno de mi esperma.

“Podría acostumbrarme a esto, primo”, dijo al cabo de un rato. Yo estaba sentado en el borde de la piscina con los pies en el agua, y ella apoyaba su cabeza sobre mi pene. “Me encanta hacerlo contigo. Debí proponértelo mucho antes”.

“¿Incluso… si es sólo algo físico?”, le pregunté, aunque las voces en mi cabeza me dijeron que eso era mentira.

“Si me lo recuerdas esperando que me aleje para que no me haga daño, no lo vas a conseguir así… daño me lo he hecho estos meses sin decirte lo que verdaderamente siento. Ahora me encuentro genial”.

Se puso a besuquearme por las piernas, y pensé que aquello podría derivar en más sexo. Me hubiera gustado, pero alcancé a pensar que no me apetecía que nuestra relación se basara únicamente en lo carnal. Quería mucho a Rocío, así que simplificar tanto nuestro trato me parecía obsceno.

“¿Puedo abusar de tu confianza pidiéndote otro favor?”

“Dime”

En lugar de decírmelo, actuó. Se subió sobre mi, y me besó. Uno de esos besos limpios, sin un ápice de lujuria. Me rodeó con los brazos. Tuve que hacer lo mismo. Mis labios bailaron con los suyos.

“Te amo…”

Por un momento estuve tentado de responder. Pero…

“No entiendo por qué no podéis salir juntos y ser felices”, dijo Yolanda.
Había aparecido sin que nos diéramos cuenta, y estaba sentada, mirándonos con ternura. Rocío sonrió, y se levantó… de forma que me ofreció un precioso primer plano de su chochito.

“Sabes perfectamente por qué. ¿Ya podemos entrar?”

“Si. Todo está bien con Enrique”.

Se levantó también, y se dio la vuelta. Me puse en pie, y mientras lo hacía, me di cuenta de un detalle. Algo[/i] blanquecino resbalaba entre las piernas de Yolanda. Y no fui el único en darse cuenta, pues Rocío hizo gala de una total falta de discreción.

“¿Habéis vuelto a follar?”

“Bueno, no teníamos la intención, pero… escuchando a alguien gimiendo como si estuviera teniendo varios orgasmos a la vez, nos pusimos cachondos y acordamos hacerlo por segunda y última vez.”

“Pero ¿tomando precauciones?”, pregunté alarmado.

“Sí, tranquilo. Pero no ha terminado en el condón, sino sobre mi… Y veo que no me he limpiado bien, lo siento”.

Se metió en el baño para terminar de acicalarse correctamente. Ni Rocío ni yo parecíamos por la labor de juzgar. Enrique, quien estaba en la cocina, ya se había puesto el bañador, y estaba cocinando con el delantal puesto.

“Hola, primito”, saludó mi prima como si tal cosa.

“Hola, chicos”. Dejó las albóndigas en el perolo y nos miró. “Os quiero dar las gracias. Sin vosotros, no habría arreglado esto con ella nunca”.

“Para eso estamos. ¿Así que todo bien?”, le pregunté.

“Sí. Después de lo que hemos hecho, hemos acordado que no se volverá a repetir. Así que vosotros haced lo que os de la gana sin que yo me entere u os vea, y no volveré a hacer nada con ella”.

Asentí. Era lo mejor, egoísta, sobre todo para mi. Mantenía una especie de exclusividad sobre Yolanda, y podía seguir con Rocío cuando esta no estuviera con él. Y si de esa forma todo quedaba en paz, mejor.

Yolanda volvió con un bonito bikini, y dejamos a Enrique terminando de preparar la comida. Mis dos primas se sentaron en el sofá, y aproveché para escaparme un momento para ir a por el pan… Y reflexionar un rato.

¿Qué me estaba pasando? Era indudable que me lo estaba pasando bien con mis primas, pero había algo incorrecto. Y no me refería a lo mal visto que estaba el incesto, ni a nada de eso. Era que la confesión de mi prima había despertado mi corazón.

Cuando te ha dicho que te quiere has estado a punto de decirle que tú también a ella, me reprendí. Y era cierto. No quería que lo nuestro se redujese al sexo, pero si realmente empezaba a sentir algo más profundo, eso tampoco me hacía gracia. Porque no es la única.

Y era cierto. Y por supuesto no me refería a Alicia. Sino a Yolanda. Mi tierna primita estaba también despertando algo en mi corazón. Y aquello sí que iba a ser complejo.

Cuando llegué con el pan nos dispusimos a comer. Enrique se había esmerado, y logré por un rato centrarme en el sabor de la comida… y en la mano de mi prima Yolanda jugando conmigo por debajo de la mesa. La verdad, lo agradecí. Con ese ambiente por casa, me la pasaba cachondo y que me estimulara un poco aliviaba mi tensión.

“Yo voy a echarme una siestecita”, anunció Enrique cuando acabamos de comer. “Sed buenos en mi ausencia”.

Pensé que Rocío iba a quedarse, pero me pidió permiso para echarse la siesta también.

“Es que tú eres el que más duerme en ese cuarto. Quizá no querías que…”

“¿Estás boba? Duerme donde quieras”

Cuando se dio la vuelta para retirarse, creo que dijo algo como “si pudiera dormir donde quisiera realmente”, pero mi oído se vio interrumpido por mi prima Yolanda, que se me subió encima y me dio un ligero beso. Un “pico”.

“¿Podemos jugar?”

“¿No estás satisfecha? Esta mañana…”

“No. No lo estoy. Porque Enrique no es tú”, me dijo muy seria. “Y me he arreglado con él, pero con quien me gusta hacerlo no es con él”.

“Yoli…”

“Vamos, primito… Rocío te ha tenido dos noches y esta mañana. No es justo”

Cuando me dijo que no era justo quise preguntar a qué se refería. Aún así, negarme me parecía una absurdez. Con lo rica que estaba… Pero no quería ir al grano directamente. Le apetecía jugar en modo suave primero. De hecho se bajó de encima mía y se tumbó en el sofá. Se quitó la ropa para mi, y se acarició un pecho mientras con la otra mano jugaba con su coñito.

“Vamos a masturbarnos. Deja que te vea mientras me miras”, dijo, guiñándome un ojo.

No podía negarme a tan excitante petición… aunque no sé cuánto tardaría en lanzarme entre sus piernas, porque verla así me estaba volviendo realmente loco. Me quité el bañador, me senté frente a ella, y empecé a masturbarme para ella. La verdad, era realmente excitante verla así. Mi prima tenía un aura inocente incluso cuando jugaba con su chochito. Qué imagen más erótica.

A día de hoy, no sepáis lo que lamento que en aquellos años no se llevase tanto lo del “selfie”, u hoy en día tendría una buena colección de imagenes guarras de mis primas. Pero nunca se me olvidará su delicado cuerpecito siendo sometido a mucho placer por un simple dedo.

Yo seguía masturbándome, y si seguía así, iba a terminar corriéndome sobre su cuerpo. Se lo advertí pero ella no parecía querer dejar de jugar. En lugar de eso, se puso a excitarme más todavía con frases guarras.

“Me siento genial cuando estás por aquí… es delicioso sentir tu pene cuando se me mete… tan rico… me hace gemir…”, y gimió de verdad. “¿Vas a aguantar mucho más?”

“No…”

“Pues adelante… córrete.”

Y así lo hice. Aceleré un poco más la paja que me estaba haciendo y me corrí, empapando el cuerpo de mi prima con mi semen. Un verdadero baño el que le di en ese momento, ante el cual ella se limitó a sonreír. Sacó un condón de debajo del sofá y me lo tendió.

“Como ves lo he preparado todo para nosotros esta tarde, primo… así que póntelo y dame lo mio”

No me podía creer lo juguetona que estaba Yolanda, aunque estaba seguro de que en parte se debía a la influencia de Rocío. Me volví a masturbar un poco, pero no tardó mucho en ponérseme dura de nuevo. Me puse la gomita, me acerqué a ella, y sin esperar mucho, se la metí.

Ella soltó un “mmmm” de placer mientras yo empezaba a follármela. Puse las manos en su culo para agarrarme bien y se la metí una y otra vez, sin descanso. No recordaba lo apretadito que estaba su coño hasta ese momento. Ella intentaba contener los gemidos, ya que al fin y al cabo nuestros primos estaban echando la siesta, pero le costaba.

“Sigue así, primito… voy a acabar pronto”

No quería confesarle que yo también, y me limité a seguir disfrutando de aquel momento. Por algún raro impulso, la besé y mis besos no se despegaron de ella hasta unos momentos antes de culminar.

“Yoli… me corro”

Y en ese momento mi semen empezó a llenar el condón.

Te quiero…” me susurró de pronto.

Perdón por la tardanza en publicar este capítulo 😞 Y si queréis más...

Sara, novia trans (continuando)
Autoexperimentando, Fantasía: cambio de rol con mi novia, Recibí ayuda de mi amiga especial, Trío con pareja amiga, Masaje con final más que feliz, A las órdenes de mi amiga trans, Polvo con mi ex… y mi novia, Vestido para mi novia (trans), Adicto a la polla trans, Cuarteto bixsexual (o parecido), Fin de semana con amigos (I), Fin de semana con amigos (II), Ayudando a una amiga

La amiga de mi hija (continuando)
Se me declaró la amiga de mi hija, La elección de la amiga de mi hija, Trío prohibido, Reconciliación tabú

8 comentarios - Vacaciones con mis primos (8)

Aguss269911 +1
Cada capitulo es mejor que el otro
PepeluRui
Muchas gracias 😃
pedritohistorico +1
En tus relatos te follas a tus primas, en otra serie a tu hija. Espero que no seas padre en la vida real, porque seria horrendo. Por eso prefiero esta serie incluso pese al tema de los hermanos.
PepeluRui
Bueno, como bien dices, son relatos... de cada uno depende creer si son ficción... o realidad 😉
hacktodo +1
Fue el capítulo más corto ,pero igual estuvo bueno.ya quiero que regrese Alicia para que salgan más de su casa como al principio
PepeluRui
Por cómo lo voy a narrar, la tendremos de vuelta en el capítulo 10... Pero antes de eso saldremos de casa 🙂
rafaelino69 +1
espero el proximo con ansias
PepeluRui
espero no tardar tanto como esta vez en publicarlo 🙂
die6084 +1
Muy pero muy excitantes relatos, Ojalá pudiese ver a esas primas diosas
JoacoLopez233 +1
muy bueno, deseoso de que publiques el siguiente!!