Vacaciones con mis primos (7)

En capítulos anteriores
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6

(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)

“¿A qué te refieres con “todo”?

“Por tu pregunta entiendo que no”.

Rocío me miró fijamente.

“Yo te quiero. Y antes de que me digas que tú también, me refiero a algo más complejo que lo que se supone que debería sentir por mi primo”.

Se me quitó el calor de pronto. Estaba frío.

“Hace mucho tiempo que me di cuenta”, dijo Rocío, girando hacia mi. Acarició mi torso, y no supe por qué me puse nervioso. “Pero obviamente, nunca te lo podría haber dicho. Era algo prohibido, así que tuve paciencia por ver si era algo temporal… aunque de momento no lo es.”

“¿Me estás diciendo lo que creo que me estás diciendo?”

“Depende. Si crees que te estoy diciendo que estoy enamorada de ti, así es”.

Eso sí que no me lo podía creer. Ya rozaba el surrealismo. Podía entender el deseo sexual, pero… ¿Amor? No, por favor. Quería evitar precisamente eso. Noté sus labios besándome, y me costaba pensar que no hablaba en serio. Era un beso lento y sentimental. Sin nada de lujuria. Un beso sentido. Y aquello me preocupó mucho.

“Rocío… dime que estás de coña”

“Ya me gustaría, pero no. Te quiero mucho”, dijo, apoyándose en mi pecho.

“Pero entonces… ¿Por qué hacer todo esto? ¿Por qué implicar a Yolanda? ¿Por qué me has lanzado a sus brazos?

“Porque lo nuestro no puede ser. De ninguna de las maneras. Somos familia. Y hay mucha diferencia entre que dos adolescentes decidan tener relaciones para desahogarse, y otra pretender ser pareja”.

“Pero habrás sufrido todo este tiempo…”

“Un poco. Pero ha merecido la pena si al final estamos aquí y te lo he podido contar. Yolanda fue bastante comprensiva cuando nos confesamos mutuamente. Aunque no entiendo por qué te ocultaría lo que te estoy contando. Seguro que de todas formas ya estabas sorprendido”.

Por supuesto que lo estaba, y ahora no mejoraba mucho la situación si me confesaba aquello. Me dio pena.

“¿Y por qué de mi?”

“Pues no lo sé. Te aseguro que si pudiera elegir, no te habría elegido. Simplemente porque eres mi primo. Pero si he caído… es porque tienes algo que merece mucho la pena”.

“¿Y qué es?”

En lugar de responderme, Rocío se limitó a sonreír.

“No te preocupes, en serio. Estoy bien. No quiero que dejes desatendida a Yolanda. Y si cuando vuelva Alicia de sacarse el carné, te apetece tener algo con ella, adelante. Podré aguantarlo. Sólo asegúrate de recordar que yo aún así esperaré a que te apetezca repetir lo de hoy, ¿vale?”

“Joder… no puedes decirme eso sin que me sienta mal”.

“Lo siento. Pero te lo digo de verdad. Tú no te preocupes. Pero que sepas que tienes una primita ardiente aguardando a que vengas a pasar un buen rato.”

Me abracé a ella. Realmente no podía sentirme peor por ella. Que se resignase simplemente a que tuviéramos relaciones únicamente cuando a mi me apeteciera… Eso no estaba bien, no estaba bien, yo tenía un corazón completamente funcional y me dolía oírla decir eso.

“Insisto. Quédate tranquilo. No pasa nada por limitarnos a tener sexo. Yo sigo saliendo por ahí con chicos, ¿vale? No me reservo, y no quiero que lo hagas tú. Sólo que nos divirtamos”.

“¿Seguro?”

“Por supuesto. Pero sí que te voy a pedir un favorcito… ¿podemos repetir mañana? Que Yoli te ha tenido para ella sola dos noches, jo”, dijo, como si fuera una niña pequeña.

Acepté, por supuesto. No podía negarme a su petición. Dormimos juntos, pegados el uno al otro, como si fuéramos pareja. Me seguía doliendo por ella, pero parecía que con aquello se conformaba. Yo no sabía cómo era capaz de hacerlo, pero en mi fuero interno, deseé que no me hubiera mentido. Es decir, aunque me gustaría que su enamoramiento fuera ficticio, por los problemas que eso acarrearía, sí deseaba que no mintiera con que lo podía llevar bien.

Al día siguiente amanecí y al abrir los ojos me topé a mi prima mirándome.

“Qué guapo eres”, me dijo, en lugar del “buenos días” que sería habitual. “¿Café?”

Nos levantamos a hacer el café, y nos topamos con que Enrique y Yolanda ya estaban allí. Se habían molestado en preparar el café y unas tostadas para el desayuno. Enrique, por supuesto, quería permanecer ajeno a todo lo que hubiera ocurrido durante la noche anterior (la actitud más inteligente, en mi opinión, si queréis saberla), así que en el momento en que salió del comedor para hablar por teléfono con su madre, Yolanda aprovechó para preguntar.

“¿Qué tal anoche?”

“Muy bien. Hemos tenido suerte de tener un primo como él”, dijo Rocío, logrando que me avergonzara. “Lo que no entiendo es por qué no le contaste lo que siento por él”.

“Porque vi que ya tenía bastante con lo que le había confesado…”

“La verdad, sí lo fue… esto me resulta muy difícil de creer”.

“Yoli… ¿te molesta mucho si esta noche me quedo otra vez con él?”

“No te preocupes. Creo que hacemos mal en turnárnoslo de todas formas…”

Casi escupí mi café, ya que con esa frase, Yolanda estaba dejando caer libremente que debíamos montarnos un trío.

“Ya llegará, tranquila”, dijo Rocío, y me miró suspicaz. “Dejemos que se acostumbre poco a poco a esta situación el primo, y ya nos lo pasaremos mejor”.

Enrique volvió a entrar y en ese momento la conversación cambió abruptamente a lo buena que nos había parecido Kill Bill. Y por lo que habíamos estado comentando unos momentos antes de empezar a hablar de la película, no me atreví a comentar lo sexy que había estado Uma Thurman vestida de cuero amarillo.

Rocío salió a tomar el sol, y Enrique quiso hacer unos largos. Yo opté por limpiar y recoger un poco la cocina, antes de que nos quedáramos sin vasos ni platos. Sentí que alguien se me acercaba por detrás. Reconocí el suave aroma de mi prima Yolanda, quien me rodeó con los brazos.

“Así que otra noche me vas a dejar solita…”, dijo.

“No me digas eso, me siento culpable”.

“No te sientas. Al fin y al cabo, somos nosotras las que te estamos utilizando prácticamente y no nos quejamos. No puedes ser tan buen amante”.

“Gracias”.

“Pero anoche tuve que esperar a que se durmiera mi hermano para poder satisfacerme… es más incómodo, desde luego, y…”

No pudo continuar hablando. Yo me había limpiado y secado bien las manos, y ahora estaba tocando su coñito por encima de su bikini. Se apoyó contra mi, y me dejó hacer libremente. me lamí los dedos, y aparté la tela que estorbaba para poder alcanzar su vagina, y los introduje.

“Así que anoche tuviste que tocarte por aquí…”, le dije. No sé qué me pasó, pero estaba en plan master of sex.

“Sí… tuve que hacerlo…”

“¿Y cómo lo hiciste?”

“Despacio…”

“¿Así?”, pregunté, y deslicé muy lentamente mis dedos en su sexo, hacia dentro y hacia fuera.

“Sí…”

“¿Y te tocaste por aquí también?”, pregunté, alcanzando su clítoris con mi pulgar.

“Poco… porque no quería despertar a Enrique… y me gusta mucho”

“¿Ah, sí? ¿Y quieres que te lo toque yo ahora?”

“Sí… por favor, tócame ahí…”

No fue capaz de responder a muchas más preguntas. Jadeaba, gemía, gimoteaba, me pedía que no parase. Yo sentía mis dedos empapados en sus jugos pero eso no me preocupaba. La estaba haciendo gozar y me gustaba por primera vez llevar yo la iniciativa. Yolanda siguió disfrutándolo hasta que terminó. Lu supe porque tuve que sujetarla con mi mano libre para que no se cayera. La conduje hasta el comedor, y la hice sentar en el sillón.

“Gracias, de verdad. Me venía bien esto”.

“No vuelvas a darme las gracias por tener sexo, Yoli. Aquí estamos cumpliendo todos, así que…”

“Ya, pero me apetecía decirlo. Me siento muy bien cuando tengo sexo contigo.”

Sonreí. Y Yolanda no tardó en recuperar su tono maquiavélico para tener relaciones. Tiró de pronto de mi bañador hacia abajo, liberando mi polla. No me había dado cuenta de lo cachondo que me había puesto masturbarla, pero ella sí, y ahora me iba a devolver el favor. Empezó a chupármelo, con su habitual cuidado. Me dio la impresión de que había mejorado un poco, y me dejé hacer, apoyándome en la mesa para no caerme.

“Si relajas un poco la garganta te entra mejor”

El comentario lo había hecho Rocío, que había entrado a por una lata de naranjada. Yolanda se puso colorada al oírlo, pero intentó continuar como si no la hubiera oído. Rocío se alejó sin decir nada más, pero sonrió al vernos. ¿Realmente podía estar enamorada de mi y ver aquella escena sin querer matarnos? No me cuadraba, pero parecía verdad.

El caso es que me corrí en cantidad en la boca de mi prima, que parecía no querer que le manchase la cara, por lo que se aseguró de beberlo todo.

“En serio, ¿no os da asco el semen?”

“Tranquilo. No es un sabor muy desagradable. Se nota que te alimentas bien”.

Era cierto que habíamos oído que el sabor del semen mejoraba (o al menos era menos amargo) si tomabas frutas y verduras, y también era cierto que siempre que podía me echaba un poco de ensalada con la cena. Pero aún así me costaba creer que se lo pudiera beber sin problemas.

El resto del día avanzó de la forma habitual, pero a la hora de la cena, Enrique nos dijo algo:

“Chicos, tenemos un problema”.

“¿Qué pasa?”

“La cerveza. Caduca hoy. Y no estamos como para tirar el dinero”.

“¿Y pretendes que nos la bebamos hoy?”

Efectivamente, eso pretendía. Había un total de diez latas, así que sacó cuatro de ellas y nos las fuimos bebiendo durante la cena, mientras de fondo sonaba una película del oeste. Pero cuando acabamos la cena, aún había sobre la mesa seis latas que había que consumir.

“Yo quiero irme a descansar”, dijo Rocío. Yo entendía que por descansar se refería a sexo.

“Pues te tienes que tomar una más por lo menos”, dijo Enrique. “No vamos a emborracharnos los demás.”

Y de pronto, como si de agua se tratara, Rocío abrió un par de latas. Se bebió una rápidamente, como si no le afectase el alcohol, y luego la mitad de otra, la cual me ofreció.

“Termínatela y nos vamos”.

Sí que debía tener prisa. Yo me tomé la cerveza, y apenas acabé Rocío me llevó al dormitorio. Quedaban cuatro latas, y Enrique gruñó. “Bueno, tranquilos, ya nos las acabamos nosotros, no sufráis”.

“Qué pesado… si hubiera organizado la fiesta que planeaba esto no habría pasado”, dijo Rocío.

“Pero ha sido algo descortés irnos así de la mesa…”

“Voy a tener muy poco tiempo contigo este verano, primo. No quiero desperdiciarlo por un puñado de alcohol.”

Sentí su beso, uno desesperado y perdido en la lujuria. Me desnudó rápidamente y luego se deshizo de su bikini. Estimuló mi polla con la mano hasta que estuvo completamente dura.

“¿No te ha afectado la bebida?”, le pregunté, preocupado.

“... Cómo no voy a quererte si te preocupas aśi por mi. Tranquilo, dos latas de cerveza no me van a tumbar. Soy completamente consciente de lo que deseo. Y esto”, su mano fue a mi rabo “es lo que deseo”.

Pensé que iba a tumbarse para que me la follase, pero no fue exactamente así. Se tumbó con la cabeza sobresaliendo del colchón, y abrió la boca.

“¿Sabes qué tienes que hacer ahora?”, preguntó en tono inocente.

“Un… un 69… ¿no?”

“Casi… simplemente, fóllame la boquita” respondió, y aguardó con los labios separados.

Yo me sentí incómodo. Pero mi prima tumbada, con las tetas al aire, abriendo y cerrando la boca, y sacando la lengua haciendo círculos era demasiado. Me acerqué a ella, y me arrodillé. Estaba muy cerca de metérsela. Me lo pensé. ¿Debía hacerlo? Pero mi prima se agarró a mis glúteos, de forma que no podía escaparme. Así que avancé un poco más, y mi glande fue rozado por su lengua.

Muy despacio se la fui introduciendo. Me detuve cuando sentí que me apretaba una nalga, y retrocedí. “Gracias”, me dijo, y se dispuso a dejarme intentarlo de nuevo. Volví a hacerlo, esta vez llegó a tragarse la mitad antes de volver a hacer aquella señal con la cual yo retrocedía. “Bien, bien”, me dijo, y volví a metérsela. Esta vez conseguí metérsela entera, y estuve ahí un par de segundos antes de que ella me pidiera que la sacara.

Así poco a poco estuvimos un rato probando ritmos y profundidades hasta que encontramos la forma en la que más cómodamente podía follarle la boca sin que se ahogara y que a mi mismo me daba mucho placer. Casi se la clavé en la garganta cuando decidió meterme un dedo por el ano, muy suavemente. No entendí por qué, pero intenté relajarme y seguir tratandola con cuidado hasta el momento en que me corrí. Como me daba miedo ahogarla, decidí sacársela antes de eyacular… para lo que sirvió, terminé empapando su cara con mi semen.

“Ni se te ocurra comerme el coño, primo… te quiero dentro de mi”, pidió Rocío, y separó las piernas para recibirme dentro de ella. Qué maravillosamente genial e increíble se sentía el poder hacerlo sin condón. Podía sentir sus paredes vaginales juntándose y separándose al paso de mi polla dentro de ella.

Cerró sus piernas a mi espalda. “Bésame… y córrete dentro”, me pidió, mientras recibía mis acometidas. No me podía negar. Empezamos a besarnos, acaricié su pelo y sus mejillas mientras la penetraba, y cuando sentí que iba a acabar no me detuve y acabé dentro de ella.

“¿Te parece bonito dejar así a tu prima, con la cara manchada y mi chochito chorreando?”, bromeó. “Vamos a arreglar eso”.

Salimos al pasillo, la casa estaba ya en silencio. Yoli y Enrique debían estar ya en la cama. Nos fuimos a la bañera y la llenamos mientras ya estábamos dentro. Ella me había masturbado hasta que me volví a empalmar, y luego separó sus nalgas, para sentarse con mi pene ensartado en su culo. Qué noche más buena estábamos pasando.

“¿Te confieso una cosa?”, dijo Rocío, y no esperó mi respuesta para hablar. “Si me lo hubieras pedido, te hubiera desvirgado en tu cumpleaños”.

“Gracias… pero ¿cómo me lo habría imaginado?”

“Lo sé… simplemente si te hubiera dado la curiosidad. No quiero que esto termine, ¿sabes? No quiero que sólo tengamos este mes para follar… si cuando volvamos te apetece mantener una relación exclusivamente sexual, podríamos tenerla”.

“No me digas eso.”

“¿Por qué?”

“Porque tengo que aceptar esa oferta”.

Rocío sonrió y se movió un poco para sentir la fricción en su culo. Gimió. Pero no fue el único gemido que oímos. La voz de Yolanda gimiendo también resonó.

“Joder, sí que se masturba con ganas”, comentó Rocío.

“¿Deberíamos hacer algo?”, pregunté.

“Por supuesto, asomarnos a mirar”.

Con cuidado, se levantó para no hacerse daño al sacarse mi polla del culo, nos secamos, y nos asomamos con cuidado al dormitorio de nuestros primos. Y la imagen que vimos no se nos fue de la cabeza.

Yolanda se estaba follando a Enrique. A su propio hermano. Bueno, o él a ella, pero la que estaba encima era mi prima. Gimoteaba cosas en plan “Oh, sí… hermanito, dámelo… Enrique, cómo me pones”, pero es que él no se quedaba atrás. “Joder, Yoli… qué buena estás hermanita… cómo me gusta follarte”.

“¿Cuánto crees que han bebido?”, me preguntó Rocío.

“Ni idea… deberíamos detenerlos…”

“Lo mismo están sobrios… ¿en serio quieres interrumpir?”

No, no quería. Joder, la verdad… mi primo me daba igual, pero ver a Yoli follando con otro me ponía cachondo. Y la mano de Rocío masturbándome en ese momento, más todavía. Correspondí a lo que hacía mi prima, y nos masturbamos mutuamente mientras veíamos la escena. Cuando ya no pudimos aguantar más fue cuando Enrique se animó a controlar la situación, se incorporó, tiró a Yolanda sobre el colchón, la sujetó y empezó a follarla fuertemente.

“Yo no aguanto más”, dijo Rocío, y subió sobre mi nuevamente para volver a echarme un polvo. Nos tumbamos sobre el suelo, asomados a la puerta, follando mientras veíamos a nuestros primos montándoselo entre ellos. Envidié un poco la técnica de mi primo, pero me recordé que mis primas nunca se habían quejado de cómo follaba yo. Sentí que me corrí por segunda vez dentro de mi prima Rocío. Cuando por fin Enrique y Yolanda acabaron y se dejaron caer, exhaustos, fue cuando nosotros volvimos a nuestro cuarto.

Seguíamos tan encendidos que no podíamos dormir, así que Rocío propuso lo más inteligente: un 69. Pero ninguno estaba realmente concentrado. Por mucho que ella se desviviera por chuparme la polla en ese momento, y por mucho que yo emplease todas mis energías en lamer su clítoris, los dos teníamos en mente la imagen del polvo entre Yolanda y Enrique.

Y si queréis más...

Sara, novia trans (continuando)
Autoexperimentando, Fantasía: cambio de rol con mi novia, Recibí ayuda de mi amiga especial, Trío con pareja amiga, Masaje con final más que feliz, A las órdenes de mi amiga trans, Polvo con mi ex… y mi novia, Vestido para mi novia (trans), Adicto a la polla trans, Cuarteto bixsexual (o parecido), Fin de semana con amigos (I), Fin de semana con amigos (II), Ayudando a una amiga


La amiga de mi hija (continuando)
Se me declaró la amiga de mi hija, La elección de la amiga de mi hija, Trío prohibido, Reconciliación tabú

6 comentarios - Vacaciones con mis primos (7)

Darkberga0300 +2
Mucho mejor que la novela de las 9
Espero la proxima y como siempre aqui va su +10
PepeluRui +1
Muchas gracias 😃 Muy pronto más 😉
penestro123
Continuala por favor... se espera ese cuarteto 😉😉😉
PepeluRui +1
No hace falta que pidáis continuación, aún no he publicado el final 😉

Pero en qué quedamos, @penestro123 y @hacktodo ¿Cuarteto sí o cuarteto no? 🤔😂
hacktodo +1
No,no,Perderia ese toque que tiene de sus primas dandole sexo cuando una esta dormida o el primo esta en su cuarto y la regla de nada en publico 😅👏
hacktodo +2
Una trío está bien ,pero un cuarteto no por favor .
Aguss269911 +1
Fuaa esto se pone cada ves mejor +10
PepeluRui
Y aún se pondrá mejor 😉
Aguss269911 +1
Vacaciones con mis primos(8) ven a mi🙏