Vacaciones con mis primos (10)

En capítulos anteriores
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9

(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)

Decir que despertarme al día siguiente entre mis primas fue como un sueño es quedarse corto. Fiel a mi costumbre, abrí los ojos temprano y ahí estaban. Dos chicas preciosas acostadas sobre mi pecho. Parecía tan irreal… pero lo que había pasado la noche anterior no había sido una fantasía.

Tenía a mis dos primas para mi. Bueno, casi. Como Rocío había propuesto, debíamos disimular de cara al mundo, de forma que tanto ellas como yo tendríamos derecho a vernos (desnudos) con otras personas. Por un lado me gustaba la idea. Por la otra me sentía mal por ellas, y por supuesto, mi parte egoísta se negaba a compartirlas con otro hombre. Pero claramente eso no sería justo.

Con mucho cuidado las aparté, me puse algo que tapase mi pene, y fui a preparar el café mañanero. Me sorprendió ver que Enrique ya estaba despierto, y que estaba viendo las noticias. Pero lo más increíble fue verle con el móvil en la mano. Él, que aborrecía la tecnología y no la usaba más que lo necesario.

“Buenos días”, saludé.

“Buenas”.

“¿Ha pasado algo?”, pregunté. “Es raro verte usando el móvil”.

Me enseñó su teléfono. Intenté contener la risa. Se había estado intercambiando mensajitos con Irene, una de las chicas de la playa. Y de romántico tenían poco. A base de indirectas se estaban declarando las intenciones que tenían de echar un polvo.

“Joder, la tía no se corta. ¿Ya vais a decidir qué posturas os apetece probar?”, bromeé.

“No se. ¿Me sugieres alguna de las que hicieras anoche con Yolanda o Rocío?”, soltó el, y sonrió enseñando mucho los dientes.

Touché

Estuvimos un rato hablando. La verdad, si él tenía la atención de Irene, yo me quedaba más tranquilo por robarle a Rocío. Además que no era para nada un mal cambio. Irene era una chica guapa, de pelo castaño ondulado, ojos verdes, bonita piel bronceada por el sol, y aunque sus pechos eran algo más pequeños que los de Rocío o Yolanda, lo compensaba con un generoso culito, como pude fijarme en su bikini sin rellenos. Y él se quitaba el tener que cometer incesto, una idea que a mi cada vez me importaba menos.

“Buenos días”, saludó Rocío al entrar, con la parte de abajo del bikini puesto, pero con las tetas al aire. “¿Quién te ha dado permiso para levantarte?”, me dijo.

“Dejadle descansar un poco, ¿no?”, bromeó Enrique.

“No”, dijo Yolanda, entrando detrás de Rocío, imitando a una niña pequeña. “Es joven, debería aguantar el ritmo sin problemas”.

“No sin haber entrenado antes”, dijo Enrique con sorna.

“Os iba a preparar algo rico para comer, pero con estas cosas que me decís os van a dar por el culo”, reí.

“Eso ya lo haces tú y muy bien”, soltó Rocío. Casi escupí el café por su culpa.

“¿Os apetece ir hoy a la playa?”, preguntó mi primo. “Porque habría que preparar la fiesta”.

“Dime qué hay que comprar y voy. No me apetece quedarme mientras os metéis conmigo”, dije.

A pesar de lo cual, Rocío terminó acompañándome. Quizá era mi impresión, pero juraría haberla visto sonreír ligeramente. Pero no dijo nada, al menos hasta que estábamos cargando con todo un carro de la compra lleno de latas de cerveza. Una cantidad tan grande que me temí que no nos dejaran salir con ella. Es más, tuvimos que enseñar los DNI para poder hacer el pago.

“Menuda cara se le ha quedado a la cajera”, comentó Rocío.

“No me extraña. Sólo nosotros le hemos dejado sin la mitad de las existencias”.

“No sé donde pretende meter Enrique toda esta bebida…”

“¿Dónde va a ser? En su barriga”, dije, y empezamos a reírnos mientras subíamos con el carro calle arriba.

“Por cierto, lo que pasó anoche… me hizo muy feliz. No te imaginas cuanto.”

“A mi se me sigue haciendo raro. Es decir, los tres…”

Cabe decir que hace poco más de una década que ocurrió esto, y por aquel entonces, el tema del poliamor no estaba tan extendido como ahora.

“Es un poco raro, pero no me importa compartirte con Yolanda. Los tres nos merecemos ser felices”.

“¿Y seguro que eso incluye que yo pueda… ir con Alicia a…?”

Rocío asintió.

“Claro que sí. Al fin y al cabo… siempre volverás a nosotras. Ella es un capricho. Pero lo nuestro es más que eso.”

Y aunque no quise darle la razón, no podía evitar pensar que la tenía.

La noche no tardó mucho en llegar, o se me hizo muy corto el tiempo. Ese día Enrique no se quiso echar la siesta, y nos parecía feo dejarle sólo en el salón, así que mis primas y yo reprimimos las ganas que teníamos de acostarnos, aunque Yolanda me había transmitido su preocupación de que si “Enrique se liga a Irene, nosotros no podemos hacer nada”, a lo que Rocío respondió que “eso está por verse”.

Allí se presentaron Juan, Marcos, Pedro, Silvia, Irene y Ainhoa. Habían traído más cosas para la fiesta. Picoteo variado a base de patatas fritas, frutos secos, y otros productos nada sanos pero que por un día no iban a matarnos. También llevaron una minicadena de música, con varios discos que me reventaron los tímpanos, pero aquello era para estar con más gente.

Salimos al jardín y miraron con envidia la piscina. Yo ya la tenía muy vista (y utilizada), así que me distraje valorando un poco. La verdad, Ainhoa parecía merecer la pena. El pelo negro le caía liso, llevaba los labios pintados en color rojo, y su cuerpo diminuto no iba en proporción al tamaño de sus grandes tetas, que parecía que se iban a salir de la camiseta… o más bien, del bikini, porque de pronto, todos se pusieron en traje de baño.

Me fijé también en Silvia mientras nos mostraba su nada discreto bikini, mientras su pelo cobrizo ondeaba por la ligera brisa que corría. Tenía una delantera normal, realzada por su bikini, y una piel más bien blanca (lo que hacía destacar aún más su color de pelo), y un culo de glúteos generosos. Desvié la mirada, antes de que mis primas se pusieran celosas… pero el que se puso celoso fui yo al ver a Rocío charlando con Pedro y a Yolanda con Juan.

Pero antes de que me diera cuenta, alguien tiró de mí y ambos caímos a la piscina. Cuando logré salir a la superficie, ví que había sido Ainhoa, que parecía tener ganas de jugar. Y…

“¿Te he asustado?”, rió.

Me acerqué a su oreja.

¿Sabes que se te ha salido una teta?”, le susurré.

Rio y se la volvió a guardar en el bikini como si nada. No tardaron mucho los demás en meterse también en el agua, por supuesto, con la correspondiente lata de cerveza en la mano. Yo, que odiaba el alcohol, una Coca-Cola. Y mi prima Yolanda un vaso de agua, seguramente para no volver a caer en el incesto con su hermano.

“¿Y no os aburrís aquí los cuatro sólos?”, preguntó Pedro.

“Nah, lo pasamos bien. Siempre se nos ocurre algo para no aburrirnos”, soltó Rocío.

“Ya, pero tendréis que salir un poco más”, habló Irene. “Digo, imagina que te apetece darte el lote con un chico. Aquí no podéis”.

“¿Perdona?”, dijo Yolanda, divertida. “¿Crees que tengo algún problema en darle un beso a mi primo?”

Yo intenté pasar desapercibido, pero fue imposible.

“Claro que no puedes”, dijo Silvia, y estoy seguro de que lo hizo para retarla.

Y sin avergonzarse, Yolanda nadó hacia mí (estábamos en los extremos opuestos de la piscina) y al emerger la cabeza me dio un beso tierno. No duró mucho, lo justo para demostrar que no iba a morirse por darme un beso.

“Joder, y no ha bebido. Con un par”, dijo Pedro.

Agradecí que la noche tapara lo rojo que me había puesto por su culpa.

“Venga, va. Ya que tanto os animáis… ¿por qué no jugamos a la botella?”, propuso Irene.

Así que salimos del agua, nos secamos (ya que teníamos algo de fresco por culpa de la brica) y una vez estuvimos a punto, empezamos a jugar. No fue una mala noche, desde luego. Mi primo Enrique tuvo su momento con todas las chicas, excepto con Yolanda, y consiguió lo que quería: repetir con Irene. No me fijé muy allá en los turnos de los demás, pero sí puedo decir que conseguí probar los labios de todas las chicas. Y me di cuenta de que Ainhoa se me estaba insinuando, ya que su lengua invadió mi boca, e hizo “ventosa” al separarse.

El momento más memorable, aún así, fue cuando a Rocío le tocó con Silvia. Yo pensaba que una de las dos terminaría por decir que no, pero muy al contrario, contemplé su beso asombrado. Incluso separaron ligeramente sus labios, y ahí estaban sus lenguas, jugando entre sí.

Después de la partida nos pusimos a bailar un poco y a charlar. Estaba siendo una buena noche, y tenía toda la pinta de que terminaríamos repitiendo en algún momento, algo que a Enrique no le parecía mal, por supuesto. Pero él ya parecía tener su objetivo cumplido: Irene se iba a quedar a dormir.

“Nosotros nos vamos a ir”, anunció Marcos. “Ainhoa… despierta, Ainhoa…”

La chica había bebido un poco más de la cuenta y le estaba entrando más sueño que a ningún otro. Entre Marcos y Juan la levantaron, y pasaron sus brazos por encima de sus hombros. La escuchamos balbucear “... éjame… que e la upo…”, y optamos por no hacer caso.

“Una fiesta cojonuda, chicos, nos vemos mañana en la playa”, dijo Pedro.

“Cuida de Irene”, le dijo Juan a mi primo, y este respondió que por supuesto.

Según se fueron, tanto Irene como Enrique manifestaron su deseo de querer irse a la cama, así que les autorizamos a hacerlo.

“Pero, ¿dónde van a dormir ellas?”, preguntó Irene.

“Tranquila, entre los tres se apañarán”.

Se metieron al dormitorio. Irene era un poco menos escandalosa follando, así que tuvimos que pegar la oreja a la pared para asegurarnos de que estaban echando un polvo.

“¿Sabéis que podríamos aprovechar para hacer lo mismo en lugar de estar cotilleando?”, preguntó Yolanda.

“Claro que lo sabemos, pero es morboso”, respondió Rocío, muy interesada en los gemidos y jadeos de Irene.

“Pero vamos, que poco más y en la piscina te lo montas ahí conmigo”, le dije. “No me lo esperaba”.

“Bueno. Si delante de ellos lo he podido hacer con normalidad, podré repetir, ¿no?”, dijo ella, sacando la lengua, la muy traviesa. “La verdad, a mi me ha sorprendido más lo de Rocío. Ya sabes, cuando se ha besado con Silvia”.

“Mucho has tardado en sacar el tema”, dijo Rocío. “Así que lo quiero dejar claro: sí, me gustan las mujeres. Como ya os dije, he participado en varios tríos, y… al final me di cuenta de que no está mal hacerlo con una chica”.

“¿Dices que no está mal? ¿Prefieres hacerlo con chicos?”, pregunté.

“Prefiero hacerlo contigo”, respondió.

“Y por eso me pediste permiso para besarme…”, dijo Yolanda.

“Bueno, sí… puedes echarte atrás, si quieres. Pero… estoy segura de que al primo no le importará vernos besándonos para él.”

Ante mis atónitos ojos, Rocío se acercó a Yolanda. Sus cuerpos quedaron en contacto, sus pechos presionando los de una contra los de la otra. Sus labios entraron lentamente en contacto. Yolanda se dejaba hacer, pero a Rocío se le notaba que aquello le gustaba de verdad. Acarició el cabello de Yolanda, y fue bajando por su cuerpo hasta que alcanzó a desabrocharle el bikini. No separó su cuerpo del de ella, de forma que el sujetador no cayó, hasta que Yolanda se echó un poco para atrás.

Miró a Rocío, quien asintió, y en ese momento, Yoli le quitó también el bikini. Ambos cayeron al suelo, y pude ver sus pechos libres juntos, de tal forma que sus pezones chocaban entre sí.

“Puedes tocarte, primo… sé que quieres hacerlo”, dijo Rocío.

Sin hacerme de rogar, me quité el bañador y empecé a masturbarme mientras las miraba. Rocío sabía manejar bien a Yolanda, y poco a poco le quitó también las braguitas de baño. Yolanda estaba colorada, pero no quería dejarse ganar. Sin separar sus labios de los de Rocío, le bajó también la braga del bikini, y sus chochitos quedaron pegados.

“Estás buenísima, Yoli… me alegra de compartir al primo contigo”.

Yolanda se puso nerviosa, y Rocío se puso detrás de ella. Para mi sorpresa, empezó a masturbarla.

“Tranquila… sólo te estoy preparando para el primo… no debería correrse sin nosotras”.

Corrí a ponerme un preservativo, y aproveché que Rocío había tirado de Yolanda hasta la cama, dejándola tumbada con las piernas abiertas, para zambullirme entre ellas. Mi polla se deslizaba suavemente en el coñito de mi prima, mientras Rocío se aseguraba de tenerla bien sujeta entre sus brazos, una imagen realmente erótica.

“Disfrútalo, Yoli. No tengo intención de tocarte donde no quieres. Para eso está él”, me miró con una sonrisa.

Sonreí yo también y aceleré un poco más mis embestidas. No tardé mucho en correrme de lo excitado que estaba. Me quité el condón, lo até, y lo dejé en el suelo.

“Estoy un poco cansada”, dijo Yolanda. “¿Os importa si sólo miro?”

“Claro que no. De hecho yo también quiero dormir, pero… ¿me haces antes un favor?”, me preguntó Rocío.

Metí la cabeza entre sus piernas. Mi lengua recorrió los puntos de su coño que mejor se conocía, los que podía arrancarle el orgasmo con mayor facilidad. Chupeteé repetidamente su clítoris, y ella luchó por contener sus gemidos, ya que en el dormitorio de al lado había una intrusa que no podía saber que estábamos follando.

“Sigue así… por favor… justo ahí… un poco más… un poco mmmm”, se contuvo como pudo mientras mi lengua le daba su clímax. Poco a poco su cuerpo se relajó, y yo me detuve.

“Si estamos todos satisfechos, podríamos dormir”, propuse.

“Claro que sí”, respondió Rocío.

Me dio un beso, y luego permitió que me besara con Yolanda. Ella avanzó para besar a Rocío, pero esta se lo impidió.

“Suficiente por hoy, lo sé. No tienes por qué hacerlo”, dijo con una sonrisa.

“Gracias”, susurró Yolanda. Se acomodó para dormir, con una manos sobre mi pene. Rocío la imitó, poniendo una mano en mis testículos, y empezaron a masajearme.

“¿Creéis que voy a ser capaz de dormir así?”, dije.

“Ese es tu problema”, dijo Yolanda, con una sonrisa.

Conseguí eyacular unos momentos antes de caer dormido, al igual que les debió pasar a mis primas. Estábamos muy cansados.

Y al día siguiente me despertó un ruido raro. Raro porque apenas lo escuchábamos. Tardé un rato en darme cuenta de que se trataba del timbre. Me puse el bañador y fui a abrir, preguntándome quién sería.

Y no me lo podía creer. Alicia y Tania estaban en la puerta.

Perdón, sé que ha sido corto. Compensaré en el siguiente. Y si queréis leer más...

Sara, novia trans (continuando)
Autoexperimentando, Fantasía: cambio de rol con mi novia, Recibí ayuda de mi amiga especial, Trío con pareja amiga, Masaje con final más que feliz, A las órdenes de mi amiga trans, Polvo con mi ex… y mi novia, Vestido para mi novia (trans), Adicto a la polla trans, Cuarteto bixsexual (o parecido), Fin de semana con amigos (I), Fin de semana con amigos (II), Ayudando a una amiga

La amiga de mi hija (continuando)
Se me declaró la amiga de mi hija, La elección de la amiga de mi hija, Trío prohibido, Reconciliación tabú

7 comentarios - Vacaciones con mis primos (10)

barillas456 +2
Excelente como los otros e intrigadisimo por el final inesperado de Alicia y Tania, sigue así💪
Antonioperez555 +1
Y lo que pasa con Ainhoa también 😂😂😂. Que ganas del próximo, eres el mejor
PepeluRui
Pasarán muchas cosas... será más largo... sólo digo eso 😉
gonza066 +1
Tenes un tiempo determinado entre capitulos?, o subis cuando pinta?. Estan muy buenos, saludos!
PepeluRui +1
Intento que no pasen más de 5 días entre capítulo y capítulo 🤔
Aguss269911 +1
A vuelto alicia!! Tan tan taaaaan +10
PepeluRui
No conté sobre ella para dejarla fuera, ¿verdad? 😉
hacktodo +1
Joder bro otra vez execelente y Alicia wow espero que las primas mueran de celos XD
PepeluRui
Por supuesto que habrá celos... y algo más 😁
RulesBcn89 +1
muy bueno, esperando al siguiente
Antonioperez555
No te preocupes, aunque estamos deseando que salga el nuevo😝
hacktodo
😫😫
barillas456
Duras palabras, aunque así cogemos el siguiente capitulo con más ansias