Las hermanas del pueblo. Capítulo 18

Las hermanas del pueblo. Capítulo 18

Esta es la historia de Naiara, Rocío y Valeria, tres hermanas que viven en un pueblo en el cual sus vidas van cambiando a medida que diferentes personas se involucran con ellas, ayudándolas a descubrir nuevos límites y llevándolas por diferentes caminos de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 18: Relatos salvajes (Rochi)
   - Ya no te amo más Javier.- Le dije mirándolo fijo a los ojos.
   - No te creo.- Me respondió él y me dio mucha bronca que tuviera razón.
   No podía dejar de amar a la persona más importante de mi vida desde hacía cuatro años. No podía dejar de quererlo de un día para el otro y olvidarme de él por completo, me era imposible. Pero las cosas habían cambiado. Nos habíamos mentido, nos habíamos engañado, nos habíamos lastimado. ¿Cómo podíamos seguir con nuestra relación después de eso? Yo no podía simplemente olvidarme de todo y hacer como si las cosas no hubiesen sucedido. Lo amaba, muchísimo. Pero no podía dejar de pensar en que Javier era el hombre que me había engañado y me había lastimado de esa manera.
   Ese viaje lo hice con la intención de contarle todo, de lastimarlo, de hacerlo sufrir y terminar mi relación con él para siempre. Sin embargo, cuando llegué a la ciudad y me lo encontré llorando en la terminal, supe que no iba a poder dejarlo tan fácil. Hablamos mucho. Hablamos durante horas y él me confesó sus dos engaños, tanto con la chica que tenías los tatuajes de mariposas como con Ludmila. Lo odié por eso, no por haberme engañado, sino por haberlo hecho con mi prima y con quien creía que era mi íntima amiga. Cuando me tocó el momento de confesar a mí, no pude hacerlo de la misma manera.
   Le hablé de Carolina, sí. Le dije lo que había pasado por mi cabeza en ese entonces, que sí él podía estar con otras mujeres, yo también iba a estar con mujeres. Le conté de nuestra primera vez, de la segunda, la tercera y de la última la cual había sido hacía tan solo dos días. Le confesé que me excitaba estar con ella, que no lo hacía solamente por venganza, que me gustaba y lo disfrutaba. Javier escuchó en silencio. Por alguna razón decidí omitir el hecho de Tomás, el tiempo solo se encargaría de eso. Cuando terminé de hablarle de mi amiga, me preguntó si era lesbiana y si quería dejar de estar con él. Entonces, sin pensarlo, sin haberlo premeditado, se lo dije:
   - Soy bisexual.- Y miré al piso tratando de ocultar todo.
   Lo asumí en ese momento. Lo había pensado antes, lo había meditado, me había quedado noches enteras preguntándome si de verdad me gustaban las mujeres. Pero en ese momento de sinceridad absoluta con mi novio, le terminé confesando que me sentía atraída tanto por hombres, como por mujeres. La pareja perfecta de la que todos hablaban siempre, terminó siendo un desastre total. Al menos eso creía yo. Javier me abrazó, me confesó que él me amaba como a nadie en el mundo y que iba a luchar por nuestra relación. Sin embargo había algo que teníamos que definir, pues claramente a ninguno de los dos nos estaba haciendo bien vivir así.
   Al otro día nos juntamos con Ramiro, Dante, Ariela y Belén y como si de un confesionario se tratase le dijimos que estábamos atravesando algunos momentos difíciles. Rápidamente les confesé lo mismo que le había confesado a mi novio la noche anterior y a pesar de la sorpresa, todos me confesaron que eso no cambiaba en nada su opinión sobre mí. Sin embargo, Ariela no tardó en preguntar qué pasaba con nuestra relación. “Vamos a seguir juntos, porque nos amamos” le respondió rápidamente Javier tomándome de la mano mientras yo derramaba una lágrima. “Pero decidimos que lo mejor es tener una relación abierta, ya que los dos lo necesitamos” continuó y las caras de sorpresas aumentaron.
   Sí, habíamos decidido que lo mejor era que abriéramos nuestra relación. Nos iba a costar, pero los dos nos dimos cuenta que nos molestaba más la mentira del otro a los celos por lo que pudiera estar haciendo. A mí no me importaba si se quería acostar con otra chica mientras no me podía ver y él me confesó que quería que yo experimentara y descubriera de verdad lo que me gustaba. Fue raro, extraño. Nunca imaginé que podría llegar a ese punto, pero no quería perderlo y él tampoco a mí. Había sido una decisión difícil de tomar, pero fue lo más maduro que se nos ocurrió hacer en ese momento y si había que dar vuelta atrás, lo íbamos a hacer juntos.
   - ¿Y Lu? ¿Ya hablaste con ella?- Me preguntó Belén refiriéndose a Ludmila y entonces llegó la segunda parte de la conversación.
   Javier, muy avergonzado, confesó que estuvo con ella y a pesar de que no le echó la culpa de lo que hizo, yo si lo hice por haberlo buscado a pesar de ser mi novio. Rápidamente las chicas se pusieron de mi lado y a pesar de que los chicos también, estaba convencida que los dos se imaginaban un trío en el que Javier me compartía con mi prima. Les dije que yo no quería juntarme más con ella y que no tenía ganas de verla, a lo que los cuatro me entendieron y hasta me propusieron eliminarla del grupo. Les dije que no, que si querían siguieran relacionándose con ella, pero el tiempo iba a poner las cosas en su lugar y Ludmila iba a terminar arrepintiéndose de lo que hizo.
   Ese fin de semana no hubo sexo de reconciliación con Javier, las emociones habían sido muchas como para que todo volviera a la normalidad de golpe. Dormimos abrazados, nos acariciamos mucho y nos besamos como hacía años no nos besábamos. Cuando me despedí el domingo le dije que si quería estar con una chica, no tenía problema, pero que no me lo ocultara. No quería detalles, no quería intimidades, solo quería saber que lo había hecho así no me encontraba con sorpresas. Él me dijo lo mismo y yo asentí con la cabeza, sabiendo que por fin iba a poder disfrutar tranquila de estar con otra mujer.

   Llegué al pueblo y le conté a Carolina todo lo que había pasado. Lo último que ella sabía era que yo viajaba a la ciudad a romper con Javier y que volvía al día siguiente después de quedarme a dormir en lo de alguna de las chicas. Se sorprendió cuando le conté que todavía seguía de novia y más aún cuando nos pusimos de acuerdo en tener una relación abierta. “Te re veo en una relación abierta” me dijo ella y yo rápidamente le confesé que en realidad lo hacía más que nada por él. A pesar de eso, mi amiga me hizo darme cuenta que eran más las veces que yo había estado con otra persona que Javier. Y tenía razón.
   Había estado con ella unas cinco veces (y con Tomás era una más, pero nadie sabía de ese secreto), lo que superaba las dos veces que Javier me había engañado. Pero ya no me importaba, de verdad me sentía libre y no me molestaba en absoluto que Javier estuviera con otras mujeres en mi ausencia. Naiara también se dio cuenta que algo había pasado y me preguntó por qué me veía más feliz. “Simplemente estoy contenta” le respondí y ella aprovechó mi buen humor para confesarme que estaba gestionando todo para volverse a la ciudad. “Es más, capaz que me mude a otro lado más lejos de acá. Tengo ganas de conocer lugares nuevos” me dijo y también la noté mucho más feliz.
   La ruptura de Valeria y Mateo llegó a nuestros oídos un tiempo más tarde, cuando ya sabíamos que había ocurrido. Al parecer, Vale le había contado a Naiara en un principio y después al resto simplemente para informarnos de ello. Pero yo estaba segura que mi hermana seguía disfrtuando de su vida y del sexo sin ningún problema y por primera vez en años, llegué a comprenderla. Tanto ella como Naiara eran personas mucho más libres, que vivían su vida de otra forma y que querían lo mejor para ellas y los que lo rodearan. Me sentí parte de la familia, me sentí igual que ellas y hasta llegué a defender a Valeria cuando mi madre le dijo que tenía que buscarse un novio bueno.
   El domingo al mediodía Javier me hizo una videollamada y en ella me contó que la noche anterior había estado con una chica. En realidad solo llegaron a besarse en el boliche, ya que cuando él la invitó a su departamento la chica dijo que no. Sentí una pequeña dosis de celos al principio, pero cuando luego me preguntó que había hecho yo, entendí que la cosa iba a tener que funcionar para los dos por igual. “Yo también estuve con una chica” le respondí acordándome de la noche anterior. Rápidamente mi novio me preguntó si se trataba de Carolina y tras negarlo, hizo algo que no me esperaba.
   - ¿Me querés contar con quién?- Me preguntó.
   - Salimos con Caro a bailar a un pueblo de acá cerca.- Le respondí yo.- Y conocí una chica y estuvimos juntas.- Le conté yo tratando de no darle mucha importancia.- Se llamaba Natalia.- Agregué al ver que él se quedaba callado.
   - ¿Y? ¿Cómo fue? ¿Qué hicieron?- Me preguntó mi novio.
   Dudé unos segundos. El fin de semana anterior, cuando nos juntamos a hablar, habíamos acordado que solo nos íbamos a contar que habíamos estado con alguien más, que no íbamos a hurgar en detalles. Pero Javier quería saber que un poco más, así que le conté que fuimos a bailar con mi amiga a un boliche que suelen frecuentar lesbianas y gays y que allí una chica me encaró. “Al principio le dije que no, no quería dejar a Caro sola. Pero ella me insistió y le terminé diciendo que sí” le conté a mi novio y después simplemente agregué que nos besamos en el boliche para después irnos a la casa de ella.
   Pero Javier se sentía curioso y parecía excitarlo el hecho de que yo estuviera con otra mujer. “¿Y qué hicieron cuando se fueron a la casa de ella?” me preguntó y noté una leve sonrisa en su rostro. Me relajé en la cama y le conté que como Natalia tenía 28 años, vivía sola y que a su casa nos fuimos con Caro y otra chica con la que Carolina estaba. Ante su silencio le conté que Carolina y la otra chica se quedaron en el living mientras nosotros fuimos a la habitación. “Nos acostamos en la cama, nos volvimos a besar y estuvimos” le dije pensando que era hasta ahí donde quería llegar mi novio.
   Seguía equivocándome. “¿Querés contarme que hicieron después?” me preguntó él y su voz se puso algo dulce. Le pregunté si de verdad quería saber y enseguida respondió que sí, que quería estar al tanto de que era lo que me excitaba del sexo con otras mujeres. Entonces me relajé más sobre el colchón y comencé a darle algunos detalles para que estuviera al tanto. Comencé diciéndole que Natalia era bastante directa y que no dio vueltas en comerme la boca y en proponerme ir a su casa. Yo dudé al principio, pero tras saber que mi amiga y la otra chica vendrían conmigo, terminé aceptando.
   - Cuando nos acostamos en la cama, me empezó a besar como cuando vos estás muy caliente y no te la aguantás más.- Le dije para que tuviera una idea de cómo se había sentido eso la noche anterior.- La chica tenía unas tetas bastante grandes y las sentía rozándome todo el cuerpo. Me besaba con ganas, no solo en los labios, sino también en el cuello o en el pecho.
   Continué relatándole como bajó hasta mis tetas, como me sacó la remera y me las lamió mientras me acariciaba los brazos y nuestros dedos se entrelazaban. Él escuchaba muy atento y disfrutaba del relato que cada vez se volvía más caliente. Seguí narrándole hasta el momento en el que Natalia se colocó entre mis piernas tras desnudarme y me detuve sin saber si Javier estaba dispuesto a escuchar lo que seguía. “¿Y?” me preguntó él estirando la palabra y en ese momento decidí seguir hasta el final.
   - Me la empezó a chupar y la verdad me encantó.- Le dije y él cerró los ojos por unos segundos para asimilar lo que acababa de decirle.- Mirá que a mí me encanta como la chupás vos mi amor, pero te juro que ayer me volvió loca esta chica.- Continué y ese comentario pareció gustarle más que el anterior.- Se notaba que sabía lo que estaba haciendo y que tenía mucha experiencia, porque movía la lengua en todas direcciones y lamía mis labios y mi clítoris constantemente.- Agregué y vi como Javier se mordía el labio.
   Sin que me lo pidiera continué relatándole mi noche. Le conté como desvestí a Natalia, como pasé mi lengua por sus tetas bien grandes y como ella se acostó en la cama para que yo le diera placer oral. No olvidé mencionarle el hecho de que era la primera vez que le hacía eso a una mujer, ya que nunca se la había chupado a Carolina y eso pareció calentarlo más. Le conté como se la había chupado, como había movido mi lengua hacia un lado y hacia el otro y como había jugado con mis dedos en su concha mojada mientras ella gemía de placer.
   - Se me puso re dura mi amor.- Me confesó entonces mi novio.
   - A ver…- Lo desafié yo.
   Javier cambió la cámara frontal por la trasera y pude ver su pija en primer plano completamente dura. Se estaba tocando suavemente, subiendo y bajando su mano muy lento por todo el tronco y podía ver su cabecita roja asomarse cuando los dedos llegaban hasta abajo. “Mmm mi amor, ¿querés que siga contándote?” le pregunté con voz sensual y Javier volvió a cambiar la cámara y me dijo que sí. Pasé mi lengua por mis labios para humedecerlos y continué contándole a mi novio lo que había hecho la noche anterior.
   - Una vez que las dos nos calentamos con la lengua llegó la hora del sexo.- Le dije y pude notar lo entusiasmado que estaba y como su brazo empezaba a moverse más rápido.
   Le recordé que yo era bastante inexperta en el tema, pero le confesé que esa noche me sentía confiada y que tenía ganas de tomar las riendas con Natalia. Le conté como me acosté encima de ella y como volví a besarla mientras mi cintura rozaba con la suya. “Me acosté medio al lado de ella y empecé a tocarla con mis dedos” le dije y Javier se mordió los labios y aceleró aún más el ritmo de su mano. Empecé a detallarle la forma en la que metí mis dedos en el cuerpo de mi amante y como ella gemía frente a mis ojos mientras yo la masturbaba. A Javier se le hacía agua la boca y era evidente que le estaba encantando todo eso.
   Luego empecé a narrarle como ella jugaba conmigo. Le dije de la forma en la que Natalia me abrió de piernas con su mano y como me empezó a dar placer colocándose bien al lado mío. Nos besábamos, rozábamos nuestros cuerpos, nos acariciábamos suavemente y sentíamos nuestros dedos humedecer en la concha de la otra. Ella lo hacía muy bien, jugaba con mi clítoris y metía mis dedos gentilmente. Yo trataba de imitar sus movimientos y jugaba con ella mientras que con la otra mano masajeaba sus enormes tetas. Estaba súper mojada. Me fascinaba sentir placer y darle placer a la otra persona a la vez.
   - ¿Y viste que por lo general yo soy más bien calladita amor? Bueno. Ayer gemí mucho.- Le dije poniendo voz de trola.
   - ¡Uff mi amor! ¿A ver cómo gemías?- Dijo él y cambió de nuevo la cámara para enseñarme como se tocaba a toda velocidad.
   - ¡Ahhh! ¡Mmm sí! ¡Ahhh me encanta! ¡Mmm!- Estallé imitando los gritos que había hecho la noche anterior mientras Natalia y yo rozábamos nuestros cuerpos.
   Javier empezó a acelerar aún más el movimiento de su mano hasta llevarlo al máximo. “¡Ahhh! ¡Sí! ¡Mmm que rico!” decía yo pero ya no imitando los gemidos que había escuchado Natalia, sino tratando de volver completamente loco a mi novio. Veía su mano subir y bajar a toda velocidad por su pija y eso me encantaba. Claramente le excitaba muchísimo no solo la conversación, sino saber lo que yo hacía con otras mujeres. “Sentía sus dedos cada vez más adentro de mi cuerpo. Me mojaba por completo” continué relatándole sin siquiera poder creer lo que estaba haciendo.
   Mi novio no aguantó más. Escuché como su respiración se aceleraba y pude ver como sus piernas temblaban en el momento en el que la cámara volvía a apuntar a su cintura. Detuvo de golpe los movimientos de su mano y comenzó a acabar, mostrándome como la leche saltaba de su pija y caía por sobre todo su cuerpo, empapándolo entero. “¡Ahhh sí! ¡Síii! ¡Dámela toda!” le decía yo, ya olvidándome por completo del relato de la noche anterior y concentrándome por completo en mi pareja. Su respiración no se detuvo hasta unos segundos después y entonces me exhibió por completo su cuerpo y me preguntó si estaba contenta de lo que había logrado.
   - ¡Me encanta, mi amor!- Le dije y volví a ver su cara y su sonrisa hermosa.
   Javier se levantó alegando que se iba a limpiar y dejó el celular unos segundos en la cama. Yo estaba completamente excitada, el corazón me latía a mil y tenía una sonrisa de oreja a oreja. Me había fascinado lo que había logrado y eso que no había alcanzado a contarle del vibrador que Natalia sacó en medio de la noche ni de cuando me pidió que me sentara sobre su cara. Pero no hacía falta, había encontrado una forma de revivir nuestra relación y no iba a desaprovechar esa oportunidad. Yo no estaba dispuesta a escuchar con tantos detalles lo que él hacía con otras mujeres, pero si Javier quería saber de mis encuentros, no tenía problema en relatárselos con lujo de detalles.
   - Amor…- Me dijo mi novio de golpe cuando volvió a acostarse en la cama y agarró el celular.
   - ¿Qué pasa, mi amor?- Le pregunté yo viendo una sonrisa pícara en su cara.
   - Quiero verte coger con otra mina.- Me dijo.


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2 comentarios - Las hermanas del pueblo. Capítulo 18

juuli88 +1
que piola... me gustaria saber si estuviese tan feliz sabiendo que la novia se garcha otro tipo
HistoriasDe +1
Jajaja gracias por comentar!
Pablito1977 +1
qué morbosito ese javier!! van 10
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