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Alejandro Y Elisa: La Tia Recien Separada

Mi tia Elisa estaba casada con Javier, Un gordo inútil que hacía que todos se preguntaran qué mierda hacía casada con el. Javier nunca supo apreciarla. El tipo era un perdedor que la engañó y se fue con una chica más joven, dejándola a sus 42 años haciendola sentir como una “vieja abandonada”. Pero el divorcio no la había marcado: la había liberado.
Elisa era la prueba viva de que la belleza solo mejora con el tiempo. Tiene una mirada seductora y sumisa a la vez. Tiene una labios carnosos y suaves. Tiene unas curvas suaves. Sus tetas naturales grandes, firmes y suaves. Y un culo firme y bien redondo.
Alejandro Y Elisa: La Tia Recien Separada

Mi madre me había pedido que ayude a mi tía Elisa con el tema de la mudanza.
— Es tu tía, Alejandro, y acaba de pasar por un divorcio difícil. Necesita apoyo. Me dijo mi madre.
Ella lo veía como un acto de caridad familiar. Yo lo veía como una oportunidad. Fui hasta su nuevo departamento , pero yo no fui a mover cajas, yo fui a convertirme a mi tía Elisa en mi puta personal.
Apenas llegue a su nuevo departamento. Ella me abrió. Estaba en jeans y una camisa, pero incluso esa ropa resaltaba el cuerpo que ocultaba.
— Gracias por ayudarme Ale. Me dijo.
— Si no hay problema Elisa. Le respondí
Empezamos a desempacar. Ella hablaba de su ex, Javier, de cómo la había dejado por una pendeja, y yo asentía, midiendo su vulnerabilidad. La rabia de Elisa era mi arma. Todo cambió cuando encontré una caja olvidada en un rincón. Dentro, envuelto en papel de seda, había un vestido sexy de un material ajustado y elástico.
— ¿Qué es esto?. Pregunté. Sabiendo la respuesta.
Elisa se puso nerviosa y se tensó, como si la hubiera atrapado con un juguete prohibido.
— Es mi vestido de soltera, de fiesta. Iba a venderlo. Ya no tengo edad para estas cosas. Me respondió, con un tono de autodesprecio.
Me acerqué, acorralándola sutilmente entre la caja.
— ¿Vendérselo a quién? Es un crimen, Elisa. Un vestido así se pone. Le dije
— Dale, Alejandro, no digas pavadas. Mi cuerpo no es como el de antes. No tengo veinte… Me dijo.
— Tenes razón. No tenes veinte. Tenes cuarenta y dos años de experiencia, de saber lo que querés. Y ese cuerpo… ese cuerpo es una obra de arte que un boludo dejó de mirar. Le dije
— Si no te lo querés poner para vos ponetelo para mi, demostrame que no sos como Javier piensa que sos, Elisa. Solo cinco minutos. Solo para ver si todavía te queda. Le dije como desafiándola.
La vi dirigirse al baño. Esperé. Solo escuché el silencio y el palpitar de mi propia sangre, sintiendo el triunfo antes de que saliera.
Cuando salió, mi respiración se cortó. Era un vestido al cuerpo, ajustadísimo. Resaltaba cada centímetro de ella. Se le marcaban los pechos de una forma que parecía imposible no querer lanzarse y besarla y cogerse. Y ese culo, redondo y firme, se veía escandalosamente perfecto. Lo único que se me veía era como el inútil de Javier pudo dejar a esta mujer que tenia adelante y también pensaba que gracias a ese inútil ahora mi tía Elisa iba a ser toda mía.
— Haber una vueltita. Le dije casi ordenándole.
Ella dio una vuelta lenta, sus ojos fijos en el suelo, pero su voz temblaba de autodesprecio.
— ¿Qué tal me queda? Como ves, mi cuerpo ya no es lo mismo que era. Me dijo mostrando su gran culo no se si me lo mostraba apropósito pero parecía que me mostraba su culo en cámara lenta.
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Me acerqué un paso, mi voz profunda y lenta.
— ¿Sabes qué veo yo, Elisa?. Le dije.
— ¿Qué ves?. Ella me respondió apenas susurrando.
— Yo veo que estás desesperada por que alguien te coja como Javier nunca lo hizo. Veo un tesoro que un boludo dejó de mirar. Y ese tesoro va a ser mío.
Ella retrocedió un paso, las manos temblándole.
— No… no podes, no podemos esta mal eso. Soy tu tía Ale. Me dijo.
Sonreí, un depredador seguro de su presa. Puse mis manos firmes sobre su cintura, pegándola a mí sin un milímetro de espacio, sintiendo el tejido ajustado. Mi erección presionaba contra su vestido.
— No, no. Ahora sos mi puta. Y vas a hacer lo que yo diga. Le dije seguro
Mis labios se estrellaron contra los suyos, un beso que no pedía, sino que tomaba. Su boca era cálida, desesperada, devolviendo la urgencia de años reprimidos. Mis manos se clavaron en su culo, apretándolo por encima de la tela, y ella soltó un gemido en mi boca. Me rodeó con sus brazos, besándome.
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En un solo movimiento, le baje el vestido dejando al descubierto sus tetas.
La levanté, sin soltar sus labios, y la tiré sobre el gran sillón de terciopelo que acababa de desembalar. Sus tetas generosas rebotaron al caer su cuerpo contra el sillón, quedando expuestas, pálidas y hermosas. Le levante el vestido dejándolo a la altura de su cintura. La agarre del pelo y me acerqué a su cara.
— Te voy a coger como Gabriel nunca lo hizo. Le dije mientras mis manos fueron directo a su vagina, le corrí la tanga que llevaba puesta, sentí su vagina que ya estaba empapada.
Comencé a masturbarla.
— ¡Alejandro! ¡Está mal, por favor!. Gritaba entre jadeos, pero sus caderas se elevaban buscando el ritmo de mis dedos.
— ¡No pares! ¡Dame más por favor!. Me decía entre gemidos y casi suplicando
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Ella soltó gran gemido de alivio y placer cuando se comenzó a correr. Sentía como se venia con fuerza sobre mi mano. Parecía que no la atendía como debía hace tiempo. El vestido ajustado y lujoso que había sido su armadura, ahora se sentía como una burla, arrugado en su cintura.
— Antes de que sigas, sácate esa mierda. Le ordene.
Se levantó temblorosa. El vestido de fiesta se deslizó hasta el suelo con un suave roce de la tela contra sus muslos, dejándola completamente desnuda solo con su tanga frente a mí.
Me levanté y me desabroché el pantalón, dejando mi verga dura al aire. Ella no desvió la mirada. Estaba hipnotizada.
Me senté alado se su cuerpo exhausto y ella respirando agitada y acelerada de placer.
— En cuatro, Elisa. Vas a empezar a obedecer. Le ordené
Ella obedeció. Se puso en cuatro sobre la alfombra, arqueando esa espalda de mujer madura que hacía que su culo firme se alzara como una ofrenda. Fue directo a mis huevos. No los besó, los devoró.
Su pelo castaño caía sobre mi erección mientras me tomaba con su boca con una destreza que solo la experiencia y el hambre podían enseñar. Comenzó a chuparme los huevos, sus ojos fijos en los míos, la humillación mezclada con una excitación obscena.
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Mientras disfruta como se comía mis huevos.
— Vamos al plato principal ahora jajaja. Me dijo mientras se le caía la baba de la boca.
Me agarro con una mano de la base de la verga. Deslizó su boca de la punta hasta la base de mi verga. El calor húmedo y la succión me hicieron gemir. Comenzó a mover la cabeza de arriba abajo guiando el ritmo, demostrando que sabía exactamente lo que hacía.
La agarre de atrás de su cabeza.
— ¡Chúpalo todo, puta hambrienta! ¡Demostrale a Javier qué es lo que se perdió!. Le dije
Al escuchar el nombre de su e x(Javier) , algo se quebró en ella. Dejó de ser la "tía Elisa" con culpa y se convirtió en una máquina de sexo oral. Su boca se volvió un infierno de placer, succionando, lamiendo, ahogándose en mi verga sin descanso. Ella quería venganza, y yo se la estaba dando.
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Le saque la verga de la boca de Elisa. Salió un sonido de succión húmedo parecía que no me quería soltar o que me lo iba a arrancar jajaja.
— Que paso Ale, no te gusto. Me dijo agitada y con toda la boca llena de baba y chorreando del borde de su boca también.
— No quiero que esto termine todavía quiero seguir. Le dije.
Mientras me levantaba y mi verga llenando de su baba.
— Adonde vas. Me dijo casi suplicando que no me vaya.
Me puse atrás suya. Mis manos fueron directo a sus caderas y puse la punta de mi verga en su culo. Ella se apoyó en el sillón como una perra.
— Te voy a romper el culo. Me dejas sabiendo que aceptaría y buscando su total humillación y sumisión.
— Ay, Dios... por favor, despacio, mi amor.
Comencé empujando suavemente la punta.
Ella gimió, una mezcla de dolor y furia.
— ¡Javier era un cagón! No me tocaba acá, y la que tiene no es ni la mitad de rica, ni de gruesa, ¡ni de grande que vos! ¡Métemela toda, dale!. Me dijo entre gemidos.
Mientras la punta de mi verga se abría camino por su culo. Me costaba, su culo me apretaba con una fuerza increíble, parecía virgen.
— ¡Ahhh!. Gritó al sentir la punta de mi verga abriéndose camino y rompiéndole el culo , luego se mordió el labio.
— ¡Dale, rómpeme el culo, Alejandro! ¡Hazme sentir que soy tuya!. Me dijo
— ¡Sí, rómpemelo, Ale! ¡Mi culo ahora es todo tuyo! ¡Que se joda ese inútil! ¡Esto es por los años que me dejaste sin coger! ¡Sácame toda la bronca!. Me decía gritando entre gemidos.
Mientras la penetraba, sentía su culo apretarme, una sensación adictiva. Ella giró la cabeza y me miró por encima del hombro, sus ojos cargados de lágrimas y lujuria. Eso me motivaba a darle más fuerte y duro, rompiéndola con cada embestida. La cogí, fuerte, sin preguntas, borrando a Javier de su memoria con cada estocada. Pensaba en que ella ahora era mi perra, y yo era su dueño.
Elisa

Elisa se comenzó a correr con mucha fuerza, gritaba mi nombre mientas se corría y el mío era el único que importaba. La usé, la rompí, la volví a armar.
De un tirón, saqué mi verga de su culo. Salió con un sonido húmedo y sexy, como un pop. Ella se quedó temblando en cuatro, apoyada en el sillón, gimiendo.
— Mierda. No me para de doler y de encantar. Necesito un segundo, Ale. Por favor. Me dijo mientras jadeaba.
Me acerqué a su oído.
— Estas lista para el segundo round. Le dije mientras volvía a poner la cabeza de mi verga en su culo adolorido.
— No, por favor, Ale... Déjame descansar un toque. Me dijo con la voz rota.
— Te dejo descansar si me dejas usar tu vagina. Le dije
— Mi vagina... pero es diferente, Ale...
— Ok. Si no querés, me voy. Le dije mientras me levantaba del piso y me volvía a poner la ropa sabiendo que solo era cuestión de tiempo que aceptara.
Ella se enderezó de golpe, sus ojos asustados.
— ¡No, por favor no te vayas! ¡Quédate!. Me dijo casi suplicando
Se subió al sillón como una perra sumisa, dándome la espalda.
— Hacelo. Úsame como quieras. Me dijo.
Ahí pensé gracias Javier por dejarla así como esta ahora es toda mía ahora pedazo de boludo jajaja.
Me puse detrás de ella. Puse una mano sobre su culo y la otra agarrando mi verga guiándola a su vagina.
— ¡Ay, Dios! ¡Está apretadísima!. Le grité, sintiendo cómo sus paredes me chupaban con una fuerza increíble, una acogida cálida y hambrienta que me hizo gruñir. La sequía de Javier había hecho de esto un paraíso
— Ahora, volvé a mirarme. Mirá al macho que te está cogiendo. Le ordene
Ella giró la cabeza sobre su hombro, el pelo cayendo. Sacó la lengua y me guiñó un ojo. La perra sumisa se había convertido en una puta de lujo. Entré en su vagina. Estaba increíblemente apretada, el músculo agarrándome con desesperación.
— ¡Sí, Alejandro! ¡Más duro, rompeme tosa!. Me dijo
Mientras la poseí en cada rincón de ese puto sillón. Sus gritos eran solo para mí.
divorciada

La agarré de la mano y la llevé hasta la habitación principal. La cama era inmensa. La tiré sobre la cama. Me acoste en la cama donde ellos compartieron por mucho tiempo y hicieron el amor (pocas veces jajaja) y ahora no ibamos a hacer wl amora vamos a coger duro y salvaje.
— Dale, ponete arriba, yegua. Mostrame qué se perdió el boludo. Le ordené.
Se subio arriba mio, agarro mi verga y se la puso en la vagina y se dejó caer.
Ella sonrió con maldad.
— Esta concha solo se abre para los machos que la merecen, Ale. Me dijo mientras juntaba mis manos y comenzó a cabalgar con un ritmo desquiciado, furioso. Venganza pura.
— ¡Esto es por los años que me dejaste sin coger!. Gritaba mientras cabalgaba.
— Mirá cómo cabalga la vieja!. Decia con odia y placer , sus caderas haciendo círculos perfectos.
Pensé: mierda en qué me metí ahora, pero me gustaba la sensación adictiva que era estar dentro de esa vagina hambrienta, apretada como un puño.
sobrino y tia

Mientras Elisa cabalgaba como una demente, con la furia de su divorcio moviendo sus caderas, el celular sobre la mesita de luz comenzó a vibrar. Era una llamada entrante: “Javier (Exmarido)”. Pensé que no iba atender o que ibamos a parar pero estaba muy equivocado. Elisa vio la llamada y en lugar de parar, sonrió, una sonrisa de puta total.
Aumentó el ritmo de la cabalgata, haciendo temblar el colchón.
Contestó, sin bajar el ritmo, poniendo el altavoz.
— ¿Hola?. Ella digo con su voz era dulce, pero agitada.
— Elisa, soy Javier. Escuchame, terminé con Laura. Fui un boludo. Quería volver a sentirme joven, ¿entendés? Pero la verdad, te extraño. La voz de Javier sonaba patética y arrepentida.
— Sí, Javier, te entiendo perfecto. Le respondí
Mientras Cabalgaba con una fuerza que me hizo gemir.
— Totalmente. Yo también me estoy sintiendo joven otra vez. Le dijo a Javier.
—¡Ah, sí, así, más duro, Ale, que se escuche!. Dijo entre gemidos con rabia y placer
— ¿Qué fue ese ruido, Elisa? ¿Estás con alguien?. La voz de Javier se volvió sospechosa.
— ¿Ruido? Ah, debe ser la televisión, mi amor. Puse una película de acción. Estoy justo en la mejor parte. Le dijo mientras ella se inclinó y me dio un beso voraz, sacando la lengua y guiñándome un ojo.
— ¡Sí, macho, dame más, rompeme!. Gritaba.
Ella cortó sin despedirse, tiró el celular en la cama, y me agarró la cara.
— ¡Ahora sos mi macho, Ale! —Me besó con una pasión salvaje.
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Me levanté del centro de la cama, parándome al borde, mi verga saliendo húmeda y brillante de su vagina. Ella se quedó en sentada, temblando, aún respirando con dificultad.
— Elisa. Tenemos que hacer un video de despedida para tu ex. Le ordené, agarrando el celular que había quedado en la mesita de luz.
Ella se puso de rodillas inmediatamente, con la mirada de una perra que adora a su dueño.
Comencé a grabar, enfocando su rostro en el acto y mi verga entrando y saliendo de su boca.
Ella comenzó a chuparme la verga de la cabeza hasta la base de la verga. Tragaba profundo, sus ojos llenos de una mezcla de vergüenza y goce supremo.
— Mira a la cámara. Le ordené
— ¡Javier! ¡Mira cómo le lleno la boca a Elisa!. Dije mientras ella miraba a la cámara y se comía cada centímetro de mi verga.
— ¡Ahora decile quién sos! —le ordené.
Ella sacó mi verga con un sonido húmedo, la baba colgando de su boca.
— ¡Soy la puta de Alejandro! ¡Y me encanta! —gritó, antes de volver a chupar con furia.
Retiré mi verga de su boca. Estaba chorreando baba y lujuria. La grabación era perfecta.
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La agarré y la puse sobre mí, en la posición de vaquera, con su culo redondo y firme mirando hacia el espejo.
Ella se montó sobre mí, sentándose sobre mi verga. El apretón de su vagina era una acogida cálida y húmeda.
— Vamos. Móntame como la yegua desquiciada que sos. Le ordené.
— ¡Hola Javier!. Le dije mirando hacia el espejo, haciendo un gesto a la cámara, mientras Elisa se ponía cada centímetro mío adentro y más adentro.
Su cabalgata era rápida, violenta y llena de venganza. Sus pechos grandes y firmes saltaban al ritmo de la furia. Miró sobre su hombro, sus ojos llenos de fuego.
— ¡Mira, Javier! ¡Mira cómo me cogen un verdadero macho! ¡Soy su puta ahora! ¡Y la disfruto!. Dijo, antes de acelerar el ritmo, moviendo su culo con tal violencia.
Alejandro Y Elisa: La Tia Recien Separada

La bajé de mi verga. Estaba agotada, gimiendo. El músculo de su vagina se aferraba a mí con espasmos.
— Última escena, Elisa. El gran final. Le dije mientras la giré y la dejé boca abajo, su culo apuntando al techo, todo mío, fácil de tomar.
Me puse detrás de ella. Le entregué el celular con la cámara encendida en modo selfie. Encuadrando su cara de placer y su culo levantado. Puse la punta de mi verga en su culo.
Entré de una embestida brutal. Su grito fue una mezcla de placer y dolor. Ella miró a la cámara, sus ojos brillando con lágrimas y lujuria.
— ¡Javier! ¡Esto es lo que te perdiste! ¡Mira cómo me rompe el culo este pendejo!. Su voz era un susurro jadeante, pero lleno de placer.
Sentía como me estaba apunto de correr
— ¡Toma todo, puta! ¡Es tuyo!. Grite, vaciando toda mi carga de semen bien adentro de su culo.
Sentí el chorro caliente de mi semen, abundante y espeso, llenando su culo. Ella se arqueó, sus músculos se contrajeron con fuerza alrededor de mi verga.
— ¡Mierda! ¡Me esta llenando el culo!. Consiguió a gritar para la cámara, la voz rota por el placer y el dolor.
— ¡Es tan denso, Javier! ¡Tan caliente! ¡Siento cómo este pendejo me llena por dentro! ¡Soy tuya, Alejandro, todo tuya!. Me dijo.
Saque mi verga, flácida, se deslizó de su culo con un sonido pegajoso. Elisa se quedó boca abajo, temblando, el culo chorreando mi semen. El celular se resbaló de su mano, cayendo sobre el colchón, aún grabando su rostro de total rendición. La humillación estaba completa. Ella ya no era mi tía. Era mi puta.
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Continuación:
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Anterior Post:
Alejandro Y Gimena: Hermana Protectora.
https://www.poringa.net/posts/relatos/6084875/Alejandro-Y-Gimana-Hermana-Protectora.html
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Próxima Post:
Alejandro Y Gimena: Despedida De Soltera.
https://www.poringa.net/posts/relatos/6192295/Alejandro-Y-Gimena-Despedida-De-Soltera.html

1 comentarios - Alejandro Y Elisa: La Tia Recien Separada

TheOne1511
Me tuve que hacer una paja. Termine recaliente