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Alejandro Y Elisa: La Adicción De La Tía

Mi tia Elisa estaba casada con Javier, Un gordo inútil que hacía que todos se preguntaran qué mierda hacía casada con el. Javier nunca supo apreciarla. El tipo era un perdedor que la engañó y se fue con una chica más joven, dejándola a sus 42 años haciendola sentir como una “vieja abandonada”. Pero el divorcio no la había marcado: la había liberado. 
Elisa era la prueba viva de que la belleza solo mejora con el tiempo. Tiene una mirada seductora y sumisa a la vez. Tiene una labios carnosos y suaves. Tiene unas curvas suaves. Sus tetas naturales grandes, firmes y suaves. Y un culo firme y bien redondo.
Alejandro Y Elisa: La Adicción De La Tía

Había pasado una semana desde que rompí el culo de mi tía Elisa y la obligué a humillar a Javier frente a la cámara.
El video fue solo el inicio. Ahora, ella no era mi tía, era mi puta.
Me llamaba a diario, su voz, antes llena de culpa, ahora vibraba con una adicción desesperada.
Hoy la cité en mi departamento. Llegó vestida de forma provocativa, con una falda ajustada y una blusa que apenas contenía la magnitud de sus tetas.
Apenas cerró la puerta, no le di tiempo ni de saludar.
La agarré de los brazos antes de que dijera "hola" y la estampé contra la mesa.
No hubo palabras dulces. Le levanté la falda de un tirón.
— No traes ropa interior putita, ya estas lista para mi. Le sussurre al oido.
Saqué mi verga y entré en su vagina de una sola estocada seca. Estaba apenas húmeda, el roce fue áspero y violento.
— ¡Ahhh! ¡Alejandro!. Gimió, arqueando la espalda.
— ¿Alejandro? ¿A quién le estás hablando, Elisa? Acá no hay sobrinos. Soy tu Amo, el que te rompe y el que te hace sentir mujer. Decilo. Le ordené, dándole una embestida tan fuerte que la mesa crujió.
— ¡Ahhh! ¡Sí, Amo! Perdón... sos mi Amo... ¡Garchame fuerte, Amo!. Me respondió con la voz quebrada.
Le levante la blusa y dejando al descubierto sus tetas, que rebotaban salvajemente con cada estocada seca que le daba.
Ella soltaba gemidos cortos. El sonido de mi cadera chocando contra su culo llenaba todo mi departamento.
La agarre de los brazos mientras me la cogia mas duro y fuerte
A medida que pasaban los minutos, su vagina empezó a chorrear jugos, pasando de esa sequedad inicial a un pantano de lujuria que hacía un sonido de chapoteo sucio.
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Después de unos minutos dándole duro, la saqué con un sonido de succión húmedo. Su vagina estaba tan lubricada que mi verga salió brillando.
— Arrodillate, Elisa. Mostrame que no te olvidaste de quién manda acá. Le ordené.
Se puso de rodillas al instante, todavía con la ropa puesta, y sujetó mi verga con sus manos temblorosas (*Escena 1*).
Comenzó a chuparme con una desesperación que me decía que estuvo pensando en esto cada segundo.
El contraste de su ropa que decia que era una buena tia y su cara de puta con mi verga en su boca era lo más sucio que había visto.
Se la metía hasta la garganta, haciendo ruidos de atragantamiento, mientras sus ojos me miraban pidiendo aprobación.
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Antes de seguir.
— Baila para tu amo. Le ordene
Elisa, totalmente entregada, empezó a moverme el culo adelante de la cara, restregando sus nalgas contra mi nariz mientras yo la miraba con asco y deseo
— ¿Te gusta así, mi amo? ¿Ves cómo se mueve para vos?. Me decía con esa voz dulce y perversa.
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— Desnudate, pero hacelo lento. Quiero ver cómo se caen esas tetas. Le dije, sin quitarle la vista de encima.
Ella se empezó a sacar la blusa, sus tetas grandes y naturales cayeron con un rebote pesado que me puso la verga de piedra.
Se sacó la falda y quedó ahí, totalmente desnuda y expuesta.
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— Arrodillate. Le ordene sentado en el sillon, mientras ponia mi verga en su cara.
Ella comenzo a chuparmela otra vez.
— Vení acá. Usá esas tetas para algo útil. Le ordene.
Ella puso mi verga entre sus pechos, apretándolos con fuerza para envolverme en su carne blanda y caliente.
Comenzó a hacerme una turca salvaje, moviéndose de arriba abajo.
La baba le caía de la boca por habérmela chupado antes, goteando sobre mi verga y su propio pecho.
— ¡Sí, Amo! ¡Sentí qué suaves son! ¡Son todas para que te corras donde quieras!. Me decia.
la imagen de ella con la baba chorreando de su boca por chuparme la verga, le caía de la boca.
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La bajé al piso, frente al sillón.
La puse de espaldas a mí, apoyando sus manos en el asiento.
Yo me puse de rodillas detrás de ella. Agarré mi verga y busqué su agujero prohibido.
— No, Amo... ahí me duele... Susurró, pero moviendo el culo hacia atrás, buscándome.
— Este culo ya sabe quién es el dueño, ¿no?. Le dije mientras puse mi verga en la entrada de su culo.
Empujé con fuerza. Se escuchó el "plop" cuando mi verga entró en su agujero prohibido.
Nos movíamos en un ritmo sucio, ella empujando hacia atrás y yo clavándome más adentro.
— ¡Ahhh! ¡Sí, Amo! ¡Entrá, por favor!. Gritó Elisa mientras su culo se abría paso.
Empecé a darle con un ritmo constante, escuchando cómo mis huevos golpeaban contra su culo.
Sus nalgas se sacudían y yo sentía cómo su esfínter me apretaba con una fuerza adictiva.
— ¡Mirá cómo te entra, puta! ¡Estás hecha para que te rompa así!. Le dije.
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La subí arriba del sillón, en cuatro.
Me la cogí tan duro por la vagina que el mueble se desplazaba por el living.
Sus tetas naturales rebotaban golpeando el respaldo del sillón, un espectáculo de carne moviéndose al ritmo de mi furia.
— ¡Mirá cómo te tengo! ¡Gritá para que todos sepan quién es tu macho!. Le ordene.
— ¡Soy tu puta, Amo! ¡Rómpeme todo! ¡No soy nada sin tu verga!. Gritaba ella, perdiendo la cordura, con la mirada perdida en el placer.
Dominante y sumisa

Sin sacarla, la agarré del cuello con firmeza, obligándola a levantar la cabeza.
Me acerqué a su nuca, sintiendo su sudor.
— Escuchame bien, Elisa. La próxima vez vas a venir con Javier. Y va a mirar cómo te garcho mientras te llamo puta en su cara. Le susurré al oido.
— ¡Sí... mi Amo! ¡Que vea cómo me llenás! ¡Garchame más fuerte pensando en cómo va a llorar ese cornudo!. Exclamó llegando a un orgasmo violento que le hizo temblar hasta las piernas.
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Me senté en el sillón y ella se montó encima. Apoyó sus manos en mi pecho y se levantaba para dejarse caer con todo su peso, metiéndose cada centímetro.
— ¡Eso es, cabalgá! ¡Mostrame cómo disfruta la tía!. Le dije.
Ella cerraba los ojos, gimiendo con un ritmo desquiciado.
— ¡Ay, Amo! ¡Me encanta cómo me llenás! ¡Sentí cómo te aprieto la verga!. Decía con la respiración entrecortada.
Alejandro Y Elisa: La Adicción De La Tía

La puse boca abajo en el piso y me puse sobre ella, abriendo sus piernas al máximo.
— Mirá esto, Elisa. Mirá cómo mi verga entra y sale de tu concha.
Ella se sujetaba sus propias tetas, apretándolas para mí.
— ¡Mirá, Amo! ¡Son tuyas! ¡Usame como quieras! —gritaba mientras yo veía cómo su carne se abría y cerraba alrededor de mi verga roja y venosa.
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La puse de rodillas. Mi verga estaba a punto de explotar. La agarré del pelo y empecé a pajearme frente a su cara.
— Abrí la boca, puta. Recibí tu premio.
— ¡Tomá, puta! —le grité mientras la bañaba. Mi semen espeso le cubrió la lengua, las mejillas y bajó por sus tetas. Se quedó quieta, saboreando el final de su humillación con los ojos entornados.
— Limpiate —le ordené. Ella empezó a lamerse los labios con devoción.
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La puse de pie, de espaldas. Todavía tenía semen en la comisura de la boca. Me la empecé a coger parado, ella me agarraba la cabeza hacia atrás, buscando mi boca.
— ¡Ahhh, Amo! ¡Todavía tengo tu gusto en mi boca y ya me estás rompiendo otra vez!. Decía mientras yo la sostenía firme con una mano de la cintura y la otra levantando una pierna de ella, dándole el sexo más duro de su vida.
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Finalmente, la tiré boca abajo en el sillón. Le agarré las muñecas y se las sujeté con fuerza detrás de su espalda. Me puse sobre ella y le volví a meter la verga en el culo.
— ¡Toma puta! ¡Esto es para que no te olvides quién manda!. Le dije
Me corrí adentro de su culo. Sentía cómo su culo me succionaba cada gota de semen. Al sacar mi verga, salió con un sonido pegajoso y un chorro de mi leche empezó a resbalar por su entrepierna. Elisa quedó destruida, pero con una sonrisa de victoria en su cara de puta.
Me corrí por tercera y ultima vez, vaciando todo mi semen o lo poco de reserva que tenia.
Sentí sus espasmos finales de placer. Saqué mi verga y la dejé ahí, temblando y humillada.
— Sos mi puta, Elisa. No lo olvides nunca. Le dije.
— Nunca, mi Amo... Susurró ella antes de caer rendida.
Su cara agotada y apoyada sobre mi sillon. Su vagina destruida y su culo manchado por fuera por mi semen y como de su culo seguia saliendo mi semen.
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¡Mi tía Elisa ya no tiene retorno! La tengo rota, adicta y marcada por mi semen.
Se olvidó de los años de casada para convertirse en la puta de su sobrino.
Pero esto no terminó acá... Elisa necesita demostrarle a su ex quién es el verdadero macho.
¿Quieren ver cómo la obligo a coger adelante de Javier para que el cornudo vea lo que se perdió?
Si este post llega a 580 PUNTOS, publico la tercera parte:
Alejandro y Elisa: La Dulce Venganza
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Anterior: 
Alejandro Y Elisa: La Tía Recién Separada:
https://www.poringa.net/posts/relatos/6191226/Alejandro-Y-Elisa-La-Tia-Recien-Separada.html
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Continuación:
Alejandro Y Elisa: La Dulce Venganza:
(Próximamente)
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Anterior Post:
Alejandro Y Samira: La Diosa Oscura:
https://www.poringa.net/posts/relatos/6202894/Alejandro-Y-Samira-La-Diosa-Oscura.html 
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Próxima Post:
Alejandro Y Kiara: La Cosplayer Y La Colección De Disfraces:
(Próximamente)

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