Ella

Me miró a mí con mi leche chorreando de sus labios, me di cuenta había tenido sexo con mi madre. Todo este tiempo mis deseos sexuales los he tenido fuera de su imagen. En mi mente deseaba a una mujer que encontré increíblemente atractiva, que pasó a vivir en la misma casa que yo. Nunca pensé en ella como mi madre a partir de que empecé a tener todas las fantasías. Recuerdo que hace unos años nos habíamos cansado de bailar juntos. Un roce aquí o allá, un abrazo que se mantuvo un poco más y tal vez con una ligera franela del uno al otro, un beso que se quedó con un suave mordisco o saliva de la lengua. Hubo momentos cuando venía de shopping o noches de salida con los amigos que ella me invitaba a su habitación para charlar mientras se desnudaba. Me solía pedir que soltara a sus espaldas el cierre relámpago por pedir que descomprima su vestido mientes yo veía como caía lentamente desde los hombros al piso, permaneciendo en sus talones como salido de una clepsidra que muta, agachándose y revelando a su culo hermoso para mí. A veces ella miraba hacia atrás y preguntaba, "te gusta lo que ves?", quizá me sonrojaba y nada más, pero ella podía sentir mi excitación. Ella siempre giro para enfrentarme, inclinándose hacia adelante en esa forma indebida con sus ligas y sus medias, para que pueda fisgonear sus tetas entre su escote. Ella miraba hacia arriba y me miraba festejando a mis ojos siempre tratando de ver más. "Al igual que su padre siempre miras mis tetas... los hombres", dijo moviendo la cabeza ligeramente, al lanzar su broma.¡ Cómo me encantó ese momento. Mi pija estaba lista para acabar con solo ver la ropa que llevaba. Pude ver sus pezones rosados todavía y siempre duros y como ella pasaba sus palmas por su torso, bajo sus pechos estirando, casi acariciando mientras daba vueltas. Fue un baile, siempre el mismo. Entonces ella se agacho para bajar sus medias para fomentar que pueda dar otra mirada lujuriosa en sus nalgas. Yo solo quería dar un vistazo en su vagina y sus nalgas. Como he dicho, sabía que significaba este baile. Había anticipado cada movimiento y sabia como tenía mi pija dura. Quería que ella ese pedazo?. Y entonces hubo de esos momentos donde se aclara todo, con una seña me invitó a su cama. Intuí que sería muchas veces más así, unas veces solo, otras veces no, y que haría cosas, que debería compartirla con mis amigos.



Mi locura fue siempre verla en bombachas. Fantasee que ella no querría quitárselos y luego me la lanzaría a mí, "y yo lanzaría mis calzoncillos camino a la cama...". Quisiera atrapar sus bombachas y entrar en el baño, dejándolos en la parte superior del cesto, para luego llevarlos a mi cuarto en su lugar. Mi pija ya es para mí de un manejo difícil, sobresale de la parte delantera de mi pijama. Descalzarme y deslizarme entre las sábanas para capturar algo que deseo saborear. Sus nalgas bien contra mi pija ardiendo se sentíria increíble y llegaría a mayores para sentir la exudación de mi miel empapando su entrepierna dejándola aceitosa, mojada y suave como una vagina bien caliente. Corro mi dedo sobre la punta de mi glande para que mojado se lo pase por sus labios ansioso de que pueda degustarlo. Cada vez que esto sucedía era como si nunca hubiera sido hecho esto antes, emoción golpeando el pecho, pero la técnica siempre estaba familiarizada. Mantendría sus bombachas para inspección de mi ansiedad, mirando para ver que ella estaba húmeda por sus flujos, otras bien mojadas. ¿Reflexionar sobre por qué si uno u otro momento podían ser diferentes era inútil. A veces cuando ella regresaba de "shopping" con sus amigos ya venía empapada, hábil para no poder con sus jugos. Amaba por ese entonces, su olor picante y sabroso. Yo miraría las bombachas, amando cada pequeño matiz. El vello púbico oscuro rizado comprimido por debajo de ella, sus pequeña manchas de orina haciendo todo un poco sorprende cada vez que fui bendecido con tenerlos. El olor era siempre excitante como cuando ella acariciaba mi poronga, inhalar con la vagina presionándome a la cara. Recuerdo la primera vez que saqué por mi lengua lamiendo la empapada cajeta, el sabor a concha, a concha y orina; la orina ácida amarilla que mancharon las entrepiernas de su bombacha, y sus palabras siempre sorprendentes, me trae a la realidad, ante mis ojos, mi semen aún goteando de sus labios y mentón.

1 comentario - Ella

suaveplatense
muy muy bueno! me encanto la redaccion!!
celuminici +1
Que malo que es usted!
suaveplatense
@celuminici por? Lo dije de verdad