
COMPARTÍ LO QUE TU MENTE NO SE ANIMA A DECIR…
SEGUIME Y DEJAME TRANSFORMAR TUS DESEOS EN RELATOS INTENSOS, CARGADOS DE TENSIÓN Y MORBO.

La casa vacía tenía un pulso propio, un murmullo leve que parecía respirar con él. Cada objeto, cada sombra, guardaba secretos que solo la soledad podía revelar.
Esperaba este instante como quien espera un sabor prohibido, el momento en que podía entregarse a un impulso que durante el día se contenía.
Se acercó a los cajones con cautela, deslizándolos lentamente. La tela en sus manos tenía memoria: suavidad, olor, calor. Cada pliegue parecía susurrarle promesas que no podía nombrar.
Su mente se volvía más oscura con cada instante, más intensa, atrapada entre el deseo de tocar y la necesidad de contención. No era curiosidad común: era fascinación, hambre de lo prohibido, una urgencia que se filtraba por cada fibra de su cuerpo.

La luz del amanecer apenas rozaba la habitación, y él se perdía entre telas y sombras, consciente de cada crujido bajo sus pies, de cada aroma que despertaba recuerdos y anhelos reprimidos.

Cuando escuchó el giro de la llave en la puerta, la magia se rompió. Volvió a ser el mismo de siempre: ordenado, correcto, sereno.
Pero el secreto permanecía, palpitando con él, aguardando la próxima soledad, la próxima hora en que la casa quedara vacía.
1 comentarios - “La casa en silencio”