A Serena Le Gustan Mayores: Parte 5 (Fanfic de Pokemon)

Les traigo la 5era parte de este fanfiction del universo pókemon. En el capítulo de hoy, sucede un hito en la historia de la artista de Kalos, nada más y nada menos que su debut sexual.

También los secretos de Álex comienzan a ser revelados, tanto los de su pasado como los de su presente. Créanme que tiré pistas en cada número.

Está dividido en partes más breves para amenizar la lectura. Si no están familiarizados con Pókemon, ya sea juegos, anime, manga, etc, no se preocupen 😉 puse énfasis en explicar bien las cosas y me tomo el tiempo para contextualizar todo. De más está decir que el énfasis no está en los pókemon y esos elementos sino en su protagonista, Serena, y su desarrollo a lo largo de la historia.

En el universo de este fanfiction todos los personajes tienen 18 años o más.


Starring
Serena:



A Serena Le Gustan Mayores: Parte 5 (Fanfic de Pokemon)

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Capítulo 13. Veneno, corrupción y ninjas. La historia de Álex


La chica esperaba pacientemente en el living mirando la tv, acomodándose el cabello y la ropa en el espejo. El hombre, en cambio, desnudo, abría la canilla para darse una ducha caliente antes de salir a comer a algún sitio de manera presentable. Ella lo había acompañado durante una jornada de trabajo bastante tranquila en la que compartieron sus historias.

Entrenadora en un principio, luego artista de Kalos y Hoenn, terminó de camarera en ese bar de mal gusto del que renunció recientemente. Ahora Serena estaba desempleada a pesar de todas sus habilidades, quizás una de las sorpresas del día era que se parecía bastante a él. Ambos eran de múltiples talentos y tuvieron que recorrer un camino sinuoso hasta encontrar la estabilidad económica. Era cuestión de tiempo que Serena encuentre un empleo que le permitiera asentarse donde quisiera, como le había sucedido a él.

Mientras el agua caliente comenzaba a levantar vapor, el hombre se introdujo bajo el rango de la ducha y pensó en porqué esa joven que hacía zapping en el living lo tenía loco.

“Me acosté con demasiadas mujeres como para recordarlas todas, tuve varias parejas estables, sin embargo ella… ella tiene un no sé qué. No es solo su hermosura, hay algo más” Dialogó consigo mismo mientras enjabonaba su cuerpo, descubriendo todavía arañones que le había dejado Misty. Ardían al entrar en contacto con el jabón.

La búsqueda del porqué de su obsesión con la nacida en Kalos, lo llevó a un capitulo olvidado y enterrado por demasiado tiempo. Ella tenía características de alguien que lo marcó en su juventud, quizás, su primer amor, aunque fue tan fugaz que quedó oculto en un velo de olvido que recién en ese momento comenzaba a revelar.

Hubo alguien de un candor y simpatía en su vida que rivalizaba con los de ella y que el destino adverso le negó el reencuentro. Tuvo que remontarse a cuando era un estudiante de la Academia Ninja de Ciudad Fucsia, uno de los principales centros de formación de las líneas de defensa de Kanto, en donde las fuerzas especialistas en el espionaje y el asesinato surgía para luchar y defender los intereses de la nación utilizando pókemon veneno.

La guerra de Kanto que dejaría a la nación sin datos sobre los pókemon debido a diversos atentados (y que impulsaría el subsidio a entrenadores para recolectar datos pókemon lo más rápido posible), estaba por iniciar. Los entrenadores aún no eran tan frecuentes y se reducían a un grupo de entusiastas con mucho dinero, tiempo libre u ermitaños conocedores del continente. Su familia era de tradición militar, y aunque ninguno había formado parte del cuerpo de ninjas, el encanto que le despertaban los pókemon veneno que usaban, lo llevó a unirse ni bien pudo.

Era tan solo un niño de doce años, irreconocible tanto en aspecto como en anhelos, recorriendo a la carrera una de las tantas selvas de Ciudad Fucsia en una ubicación secreta, cumpliendo una misión de entrenamiento en equipo. Su frente estaba cruzada por una banda roja como sus compañeros, debía defenderlas, vencer a sus contrincantes del equipo azul, y además, obtener las bandas azules que los identificaban. Para eso, debían de luchar utilizando un pókemon, y el suyo, era un joven y aguerrido Nidoran que corría a la par de él a pesar de su pequeño tamaño.

- Vamos amigo, no te retrases, una vez que estemos a resguardo contraatacaremos…

Todo ocurrió en medio de un aguacero, los cuatro de su equipo se habían dividido tras un combate infructuoso, uno a cada punto cardinal, siendo su destino el Norte. Uno de sus compañeros había quedado eliminado, pensaban replegarse, ocultarse y dejar la prueba inconclusa. El escondite y la huida también eran cualidades esenciales ninja.

Por sorpresa, se encontró en su camino con un compañero de equipo frente a él, de espaldas, con su vestimenta y banda de color roja.

El joven Álex se detuvo.

- ¿Lucio? ¿Benjamin? ¿Quién er…- Cuando estuvo a punto de tocarle el hombro en busca de respuestas, el ninja se dio vuelta y le lanzó un kunai que esquivo por muy poco, ocasionándole un corte en la mejilla. Se trataba del líder del equipo azul, el prodigioso ninja Koga. Se había puesto una banda roja extra para engañarlo.

- ¡Nidoran! ¡Nido! – Se sorprendo su joven pókemon que al igual que él, esquivo el ataque de un furioso Beedrill que sobrevoló el cielo selvático.

- En todos estos años es la primera vez que te veo esquivar un kunai.- Expreso enseñándole un puño cerrado del que emergían otras tres de esas armas, reuniéndose con su pókemon insecto.

De un segundo a otro, en una nube de polvo, tanto el traicionero ninja como su pókemon desaparecieron en medio de la torrencial lluvia. Se necesitaba una habilidad excepcional para que la lluvia no delatase su posición.

- ¿¡De qué se trata esto!? ¡No está permitido pelear entre nosotros, el código dice que debemos pelear con nuestros pókemon! - Expresó poniéndose al resguardo tras un árbol, seguido muy de cerca por su Nidoran. Cuando pensó en contraatacar, dos nuevos kunai viniendo de frente fueron a su dirección e impactaron en la corteza húmeda en lugar de él.

Eran dos ninjas gemelas, también pertenecientes al equipo azul.

- ¿De nuevo huyendo? Vamos, Álex, está lloviendo, terminemos con esta farsa, no estás hecho para ser un ninja.- Escuchó que le decía una voz a la vez que le lanzaba más armas punzantes.

El Beedrill apareció de la nada y volvió al ataque con sus brazos de jabalina pero Álex estaba preparado.

- ¡Nidoran, usa picotazo!- Le ordenó a la carrera.

Su pequeño pókemon veneno salto de rama en rama de forma ascendente y al llegar a la altura de Beedrill, este no alcanzó a retroceder y le asestó un violento golpe con su boca que le daño el exoesqueleto y lo derribo.

Sin embargo, en una muestra de cobardía y desprecio por los pókemon, Koga le lanzó una red a su pókemon envolviéndolo en el aire, y al caer al suelo dolorosamente, le propinó una violenta patada.

- ¡Nidoran! - De la densa jungla, antes de que pudiera socorrer a su pókemon, una soga se enredo en su pie y lo arrastró por varios metros en el suelo de la selva, quedando colgado de un árbol, girando y golpeándole contra el mismo, vio que uno de los grandulones del equipo de Koga, Ismael, sostenía la soga de la que colgaba. Había caído en una trampa finamente posicionada.

Vio desde el aire, sufriendo de un intenso dolor en la cabeza, como Koga le echaba una hiperpoción a su pókemon avispa herido para recuperarlo, otra maniobra ilegal en esas evaluaciones.

- ¿Es el último?- Preguntó una de las gemelas aprendices arrebatándole la bandana roja. No supo si se trataba de Lori o Deni.

- Así es, se escabulló bastante bien pero no ofreció resistencia, como de costumbre. Nunca lo hizo ni nunca lo hará.- Expresó con crueldad Koga.- Suéltalo Ismael, tenemos lo que necesitamos.

Álex cayó de súbito, y a sus pies, le arrojaron a su Nidoran envuelto en la red y maltrecho.

Triunfantes, el equipo de Koga se marchó dejándolo a solas con su humillante derrota, masticando dolor e impotencia por no haber podido ayudar a su pókemon o ser útil para su equipo, equipo cuyo uno de sus miembros no tardó en aparecer.

La lluvia paró, una nube gris se deslizo como un manto que destapo la luz y le enseño a sus compañeros de equipo Lucio (el que confundió con Koga) y Benjamin (que tenía un Ekans sobre los hombros) muy maltrechos y con aspecto cansado.

- Perdimos, otra vez. Sigh.- Se secó el agua del rostro Lucio retirándose un cubre bocas.- En fin, al menos fuiste el último en quedar en pie, quizás la próxima podrías pelear mejor y podríamos darles más pelea.

- O conseguirte un pókemon decente, en serio ¿cuándo mierdas va a evolucionar?- Lo reprobó Benjamin marchándose. Solo quedó para socorrerlo la única niña del equipo, que lo defendió contra todo pronóstico. Y no solo eso, también sacó a su Nidoran de la red y le tendió una mano de ayuda.

Sus cabellos eran color miel, sus ojos celestes y su rostro afectuoso, siendo muy parecida a Serena, aunque acompañada de un Zubat que estaba colgado boca debajo de su brazo. Aunque no recordaba su nombre, si que su aparición casi desprendía luz como una aparición religiosa.

- No te la agarres con él, Benja, no fuiste mucho mejor ¿en serio tu Ekans usó constricción? ¿No tenías un ataque más mierdero para usar? Es literalmente uno de los peores ataques EVER – Le dio un golpe fulminante la joven.

- ¿Qué dices? Tu murciélago es más ciego que una roca, no acertó ni un solo supersónico…

- ¡Ya! – Los cortó en seco Lucio- Debemos reportarnos, nos están esperando, basta de tonterías, perdimos por muchos motivos, uno de ellos fue que nuestra estrategia fue una mierda y no sabemos pelear en equipo.

Álex y la niña cuyo nombre aún no recordaba, se retrasaron un poco y ella, le prestó un pañuelo blanco a escondidas para que se limpiara la sangre de su rostro, en ese entonces, regordete y minado de pozuelos.

- La próxima vez lo haremos mejor, no te preocupes, Álex…- Lo tranquilizó obsequiándole una hermosa sonrisa y adelantándose para alcanzar a sus compañeros.

Cuando cerró la canilla y el agua dejó de correr, su nombre regresó a su mente: Crystal, con “Y” solía indicar ella cuando tomaban lista. Serena y Crystal, aunque no tenían ninguna conexión, compartían la bondad, la simpatía y la belleza casi como gemelas nacidas en distintas épocas separadas al nacer perdidas en tiempo y lugar.

- ¿Qué ocurrió después de tu entrenamiento? - Preguntó Serena, no en el living, por supuesto que no en la ducha, sino en un restaurant de Azulona especializado en productos marinos (Chef Krabby) al que se dirigieron tras estar listos.- ¿Participaste en la guerra?

Le había contado a la joven sus años de entrenamiento ninja cuando llegaron cerca de la una de la tarde, también sobre sus continuos fracasos, su obsesión por los pókemon veneno. No considero necesario hablarle de Crystal.

- No, renuncié un año antes. Fue pura suerte si me lo preguntas. Aunque la situación entre las naciones era tensa, no podría haberme dado cuenta por mí mismo de lo que iba a pasar y mi familia siempre me alentó a seguir a cualquier precio, aún cuando no era un ninja ejemplar.

- ¿Qué hiciste luego?

- Verás, aquí en Kanto el tipo veneno es uno de los más comunes, hay más de 30 con ese tipo de los 150 totales, siempre me encantaron, decidí volverme entrenador de ellos para, algún día, tener mi gimnasio de veneno.

- ¡Esplendido! – Se interesó Serena, que parecía muy interesada en conocer de pókemon.

- No arranqué tan joven como los entrenadores de tu generación, aunque sí con ventaja, mi familia contra todo pronóstico me ayudo. Diría que en el fondo a pesar de nuestra tradición, estaban aliviados de no verme ir a la guerra. Por eso, mientras la nación ardía, yo estaba seguro (o algo así) en las selvas más frondosas, montañas más altas y en el archipiélago Sete capturando pókemon.

- Solo he viajado con amigos y muchas comodidades encima, no sé que es preferible para mí, si enlistarme o quedar sola rodeada de tantos pókemon peligrosos. La última vez que me adentre en un bosque sola no creerás lo que vi.

- Buen punto, esos años de exilio me volvieron lo que soy ahora, no fueron fáciles. Si te enseñara una foto de cómo era antes no la creerías y pensarías que es una estúpida propaganda de un producto milagroso con su “antes y después”.

Serena rió con naturalidad y los pedidos llegaron mientras intentaba serenarse: cazuela de mariscos para él y “soupe ay pistou” para ella, comida que aclaró que le recordaba a su ciudad natal. Álex además de disfrutar del olor del plato, notó como varias personas alrededor del restaurant se fijaban en ellos, de seguro sorprendidos por la diferenciad de edad, quizás preguntándose si eran una pareja o tan solo un padre con su hija. Dos jóvenes muy lindas, entrenadoras en toda regla, acompañadas de pókemon roca no le sacaban la mirada de encima y para colmo, cuchicheaban. Álex sabía de qué se trataba.

Se hizo una pausa en la que antes de retomar su historia, saboreó su plato y ella lo imitó. Evaluaron la comida casi en silencio, se dedicaron sonrisas de aprobación y una vez listos, él prosiguió.

- Me hice con un equipo excelente, creo que fueron cinco o seis años de viaje ininterrumpidos. Me adentré a la aventura antes de que empezara la guerra y regresé cuando esta termino y todo había cambiado.

- Eso es triste, no quiero ni imaginarlo.

- Si, muchas personas faltaban, se inventaron nuevas tecnologías como los MT, la mafia pobló las calles y los científicos enviaban a niños a investigar el mundo pókemon. Quizás te parezca absurdo, pero en esos años te daban una Pokedex totalmente vacía.

- ¿Llegaste a tener tu gimnasio después de regresar?

- Bueno, no. Estuve muy cerca. Perdí contra la corrupción.

- ¿Corrupción?- Se extrañó Serena alzando la mirada, deteniendo la cuchara con sopa a medio camino.

- Competí por la concesión del gimnasio de ciudad Fucsia, es algo así como un torneo de combates dobles, tipo veneno y nativos de Kanto como condición obligatoria. Mi dúo eran Nidoking y Golbat. Se conocían de memoria y tenía un par de estrategias.

- ¡Ya me imagino! Terremoto y por ser volador, tu Golbat no se vería afectado.

- No estás muy errada, el problema era que Koga estaba preparado y antes de combatir se dio un abrazo con su buen amigo Giovanni, lo cual tiene el mismo efecto que dar la pelea por terminada…

Antes de que Álex pudiera terminar de explicar porqué no llegó a liderar un gimnasio dos señoritas se acercaron a la mesa devorándose al hombre con la mirada como si estuvieran frente a una estrella de cine. Eran las dos que cuchicheaban sin parar sentadas dos mesas atrás de Serena.

Una era una joven acompañada de un robusto Graveler llamada Mercy y otra, que se presentó como Abby, venía con un pókemon que ninguno de los dos pudo reconocer que era como un Geodude de carbón, sin brazos sobre una rueda. Serena casi escupe la sopa cuando las jóvenes le pidieron un autógrafo, sin comprender del todo la situación, preguntándose si se debía a su pasado de entrenador.

- No puedo creerlo, aunque sabía que eras de Azulona nunca te crucé.- Expresó la que llevaba un Graveler, vestía una campera hasta el ombligo, tenía el cabello castaño suelto (su acompañante en cambio lo llevaba con una coleta que salía por la parte de atrás de su gorra). Esta le acercó una ultraball y un fibrón para que se lo firmara, quizás era lo único que tenía a mano.

“Con mucho cariño, para Mercy, nunca te rindas” Le escribió con cierta dificultad en la esfera y por último, dejó una firma muy estilizada. Serena, para mitigar los nervios, comenzó a beber cucharada tras cucharada.

- ¡Oh, gracias, la usaré para capturar un pókemon veneno y le pondré tu nombre! Es una promesa.- Prometió maravillada levantando varias cejas en los comensales.

- El tipo veneno va a venir bien para proteger a tu Graveler de los tipo planta, asegúrate que sea uno rápido.

Abby no obstante, tenía una foto de Álex en su bolso (parecía de sus años de juventud) y él se la firmó con una dedicatoria muy afectuosa. Parecía más joven que la primera y con todos los accesorios encima: un buscapelea en el cinturón, su pokedex colgada del cuello, seis pokebolas y varias pulseras tecnológicas en los brazos. Serena reconoció que una debía de ser para utilizar una mega piedra.

“Para Abby, con mucho afecto y amor” – Escribió y ni bien levanto el fibrón, las jovencitas lo abrazaron, le besaron la mejilla y agradecieron el gesto antes de marcharse radiantes, casi saltando de felicidad. Serena se sintió invisible hasta que dejaron el lugar cuchicheando y riendo.

- Parece que fuiste un entrenador muy bueno.- Dedujo Serena tanteando el terreno. Algo no cuadraba. Tenía entendido que alguien que pasó un lustro en la selva o luchó por presidir un gimnasio hace años no gozaría de tanta fama solo por eso, menos entre las jóvenes.

- No se debe a eso, sino a otra cosa… algo ocurrido entre mi fracaso como líder de gimnasio y la apertura de tener mi taller de motocicletas.

- Después de tanto que me contaste ahora juegas al misterioso.- Observó sin sonar desesperada por saber.

- No te preocupes, habrá momento para contarte lo que paso. ¿Pedimos el postre? Además quiero escucharte, nunca hable tanto en una cena con alguien, por lo general se me da mejor escuchar.

Serena decidió contar ciertos hitos vividos durante su corta carrera de entrenadora. Le habló de su carrera de Rhyhorns y Skiddos (esta última contra su madre).

- No conozco ese pókemon aunque si el primero, suelen ser tontos pero fieles.

La joven le explicó cómo era un Skiddo y habló sobre sus tres llaves ganadas en los espectáculos de Fresco, Fluxus y Frey (y de cómo estuvo a una llave de ser la Reina de Kalos). Álex la escucho con toda su atención y sin interrumpir, solo acotando y realizando observaciones sagaces. La diferencia de edad parecía inexistente cuando ambos se trataban con cariño y respeto. Tras terminar los postres (bombón escocés él y una copa de ensalada de frutas ella) le habló de su video grabado para Poké-visión.

- Siento que hablamos por años, me gustaría verte correr una carrera de Rhyhorns algún día. Me cuesta imaginarte corriendo con rudeza en una de esas carreras.

- Yo soy así, puedo hacer cosas que no parece que pudiera hacer. Soy adaptable.- Le dijo dándole una pista de que no era la misma Serena que conoció en su aventura junto a Shauna.

- Me gusta oír eso, ya que estás familiarizada con el tipo roca tengo un sitio que mostrarte. - Propuso el hombre cuando salían. Estaban bien comidos, el día era espléndido y todo marchaba sobre ruedas. Y hablando de ruedas. - Ven, sube, conozco un sitio que quiero que conozcas.

Serena se puso el casco y una vez atrás, lo abrazo sin pudor, sintiendo sus amplios pectorales. Su cuerpo vibró por el rugir de la motocicleta y por algo más. El momento se acercaba. Todo iba perfectamente, no había excusas para que las cosas no terminaran como debían terminar, solo tenía que dejarse llevar por Álex, por la carretera amatoria, confiar, relajarse, aunque eso último se le dificultaba.

Al bajarse, casi se cae al suelo y Álex la sostuvo con sus grandes manos y con delicadeza la ayudó a bajar. Estaba nerviosa.

- Deja que te saque el casco primero, sino no podrás ver la vista.

Estaba en un mirador rocoso que daba al bosque que rodeaba a Azulona y más allá, la ciudad, incluso se veía la Torre Pókemon a lo lejos. Los edificios de departamentos de Azulona reflejaban el sol como si estuvieran cubiertas de aluminio. En el centro, se apreciaban mínimamente las luces del enorme y colorido Centro Comercial y el Casino a pocas cuadras de distancia.

Había una baranda en el mirador en la que se apoyaron y siguieron dialogando. Álex le contó la historia del Casino. De cómo fue el cuartel general de una asociación criminal liderada por Giovanni, el Team Rocket hasta que un joven entrenador que fue el primer campeón tras el fin de la guerra desbarato su organización delictiva a fuerza de talento y estrategia.

- ¿Giovanni? ¿El actual presidente? ¿Era un líder mafioso?

- Era muchas cosas, ladrón de pókemon, jefe del Team Rocket, maestro del Gimnasio de Ciudad Verde, financista de proyectos científicos, y amigo de Koga, que como recordarás, me ganó la concesión del gimnasio usando trampa.

- ¿Trampa?

- Su Weezing no dejaba de usar pantalla de humo y su Muk niebla. Apenas se preocupaban de esquivar mis ataques. Golbat se estaba haciendo un festín con esos pókemon tan lentos.

- No tiene sentido, un ataque reduce la precisión y el otro vuelve las características a la normalidad, niebla anula al anterior.

- Pensé lo mismo en su momento, no obstante, no fueron usados para perjudicar a mis pókemon, sino a mí. Aprovecharon que no podía ver prácticamente nada y un quinto pókemon fue arrojado a la arena en medio del humo y la niela, seguramente psíquico. Por supuesto, hizo pedazos a mi equipo casi como si de un asesino a sueldo se tratase. Cuando pude recuperar la visión, había perdido y nadie había visto nada ni nadie admitió nada aunque juraría que vi el resplandor de una pokebola abrirse y una silueta utilizando el ataque psíquico.

- ¡No puede ser! ¡Es horrible! ¿Cómo pudieron ser tan injustos? ¿No había un jurado? - Se escandalizó Serena.- Tú podrías haber ganado, no entiendo como no volviste a intentarlo.

- Esos torneos se dan cada cuatro años y estaba demasiado frustrado como para volver a intentarlo. Para colmo, aunque Giovanni apareció y desapareció ocasionalmente, nunca se lo apresó y ahora que logró la presidencia, es imposible. Koga se mantiene firme contra todos gracias a sus contactos y ahora hasta su hija es maestra pókemon.

- Vaya, créeme que puedo imaginarme lo duro que es ver tus sueños destrozarse así, no fue fácil para mí abandonar los escenarios y venir aquí. Y estuvimos tan cerca de lograrlo.

- Eso que ves aquí me salvó.- Expresó señalando su motocicleta- Las conocí en mi exilio de entrenador, en el que pertenecí a una pandilla. Viajar en ella por todo Kanto fue terapéutico… ella y algo más.

- ¿Qué cosa?

- Creo que es material para otro momento, por ahora solo pienso en otra cosa: en dejar la charla.

Álex se sentó en su motocicleta y tomó a Serena del brazo con delicadeza llevándola hacia él, ella se dejó conducir hacia su cuerpo y envolver con sus brazos. El hombre se inclinó cada vez más hasta que por fin, tras una eternidad volvieron a besarse.

Serena puso una mano en el rostro de Álex y la otra en su cintura mientras el beso se intensificaba cada vez más. Tuvo que juntar las piernas para contener sensaciones y emociones reprimidas demasiadas noches, noches repletas de pensamientos y recuerdos con el que ahora volvían a colmar su realidad, rebasándola de placer. En pocas palabras, tanto lo deseo, que una vez en sus brazos, perdía cualquier control.

Lo mismo le pasaba a él. Podía ser un cuarentón, un aventurero nato, solitario y exitoso con las mujeres, no obstante, seguía siendo de carne y hueso y esa chica de cabellos rubios le derretía cada hueso, cada músculo.

- Te extrañe tanto, Serena. – Se confesó.

- Yo también te extrañe y no pare de pensarte.- Dijo sin despegar sus labios en un beso tierno, a ojos cerrados y labios apretados los unos con los otros.

El hombre le acaricio el cabello y su sombrero se cayó. Ella envolvió su espalda mientras en sus bocas, las lenguas se encontraban sin pudor alguno, al igual que la primera vez junto a Shauna, solo que ahora, esa boca era toda para ella y la degustó hasta saciarse por minutos.

Fue de esos besos que detenían el tiempo. Los encapsulaban y terminaban despertando en una época distintas masticando el sabor del otro y confusión.

- ¿Te gustaría acompañarme a casa? Te llevaré a la tuya al anochecer para que no se preocupe tu amiga de cuarto.

- Por mí puedes secuestrarme una semana.- Bromeó recogiendo su sombrero y tomando el casco.

- Agárrate bien.

- Siempre estoy bien agarrada.- Dijo desde atrás apretándole los músculos, estremeciéndose más que la motocicleta misma mientras se comían la carretera una vez más rumbo al templo escogido para concretar el ansiado debut sexual.



Capítulo 14. Adiós a la virginidad


Cuando un pókemon en un combate utilizaba danza espada no era necesario ser adivino para saber que se venía un ataque devastador.

Cuando el cielo se pone gris opaco como la coraza de un Pupitar y relampaguea como fuegos artificiales silenciosos no era necesario ser adivino para saber que se venía una tormenta.

Cuando un Pikachu logra realizar con éxito doble equipo varias veces consecutivas no era necesario ser adivino para saber que será muy difícil de golpear.

Cuando una joven mojigata conoce a alguien, y su deseo sexual se dispara tanto que termina teniendo sexo con su mejor amiga y hasta presenciando pokefilia sin sufrir trauma alguno, tampoco era necesario ser adivino para saber que estaba lista para perder la virginidad.

Serena protagonizaba el último ejemplo retirándole la remera al hombre (cuantas veces la perdió en esta historia) entre besos y caricias torpes.

- Te noto algo… distinta, valiente.- Le susurró al oído besándole el cuello embriagándose con el olor de su pelo y su piel.

- Estuve entrenándome para hoy, quería estar a la altura.

- Me alcanza y sobra con que seas vos misma.- Dijo tomándola del cuello para estamparle un beso en los labios tan profundo que casi parecía que se caía adentro de su boca. La diferencia de altura era importante, le parecía unos pocos centímetros más baja que Misty pero la notaba más voluptuosa.

Y para confirmar su sospecha, se sentó en la cama y con comodidad, abarco sus suaves nalgas con las manos, palpándolas a gusto como deseó desde aquella noche mágica en la que Shauna le robó el protagonismo. Ella disfruto del contacto invasivo, incluso en el final de su vagina desde atrás y se quitó la camisa sin mangas mientras estaban enganchados de lengua. Ahora era la joven la que se dejaba caer sobre él, labios contra labios refregándose las bocas y también se atrevió a acariciar su pene desde afuera, sintiendo su creciente dureza abriéndose paso por el pantalón.

La boca masculina fue descendiendo por el cuello, por el pecho y beso la parte de sus senos descubierta mientras una mano que no necesitaba ver, como si tuviera ojos en las yemas, le desabrochó el brasier de un solo movimiento descubriéndole las tetas.

- Mmm uuuh, me encanta esto.- Admitió con los labios del hombre succionando sus suaves pezones, sublimes como si fueran una delicada gota de témpera rosada en la cúspide de sus senos, con apenas una formita de copito que se iba inflando cada vez más a causa del contacto húmedo y ardiente de la boca de Álex.

- Uhh, ahah, uuuh…

- ¿Gimes tan solo con esto? Ni siquiera estoy empezando preciosa. – Se sorprendió al escuchar gemidos tan auténticos con tan solo una chupadita de sus senos.

- Esperaba mucho por esto.

- Se acabo la espera y la mía.- Dijo decidiendo que la pondría a prueba.

Álex se estiró para tomar un almohadón y lo puso a sus pies, Serena se arrodillo en el mientras Álex se bajaba los pantalones, rebelando ese monumental pene que recordaba al detalle. Estando a la misma altura se veía como una torre curva y amenazante haciéndole sombra en el rostro.

Contra todo pronóstico, Serena supero las expectativas del él. No se acobardo y acercó su hermoso rostro contra el pene, apoyándolo contra su cara, oliéndolo, sintiéndolo, refregándoselo por la cara con devoción en u reencuentro más que esperado mientras lo masturbaba con sus manos, dedicándole una mirada amorosa. No tardó en pasar la lengua recorriendo todo el tronco grueso y venoso, que cada vez se erguía más. Cada beso, parecía hacerle crecer un centímetro, y esta alcanzó su madurez cuando coloco el enorme glande en su boca, envolviéndolo a tope, sintiendo su calor y saliva tan placenteras que le hizo delirar.

¿Cómo podía ser posible? Ni siquiera había comenzado con la felatio, tan solo jugaba con él, lo probaba, lo olía, lo tocaba, se familiarizaba con sus enormes genitales y aún así, lo gozaba como un adolescente precoz manoseado en un baile de graduación.

Mientras ella jugueteaba besando y lamiendo su pene en sitos impensados, casi como si no se decidiera por dónde empezar, él coloco su mano en la cabeza, más como un gesto cariñoso que dominante, medio como caricia y medio como guía, le indicó que la mamara. Serena hizo caso aunque su anatomía no le permitía llegar muy profundo, apenas entraba un 15% del tronco y la cabeza tocaba el tope de su garganta. Aún así, la joven de Kalos cabeceaba con mucho cuidado de no rasparle con los dientes, algo difícil debido a las inmensas proporciones. La saliva se escurría por las comisuras salpicando sin que ella lo considere desagradable.

- No puedo creer cuánto maduraste, parece que hiciste un curso intensivo, preciosa. – la elogió cuando la vio escupir en la cabeza y esparcirlo con la mano hacia abajo, volviendo a escupir.

Serena sonrió y asintió con la mano y la boca todas empapadas recodando varios tips de Shauna, que no era ninguna neófita en complacer varones.

“Tienes que destacar en algo, por las dudas esmérate en el oral por si no te entra o te duele mucho” también recordaba “La saliva, tuya o de él es tu mejor amiga, acostúmbrate a ella y piérdele el asco” y por último su favorito “Haz ruido al mamársela, como si tuvieras un huesito atragantado en la garganta”

- Pasaron varias cosas bastante alocadas, cosas que jamás creí que me pasarían. – Dejó entrever misteriosa.

- Perfecto, entonces puedo hacer esto…- Acto seguido, Álex se inclinó hacia ella, le dio un beso de lengua bien ruidoso y la levanto para envolver todo su sexo con su mano, frotándoselo mientras le apretujaba el trasero, metía la mano bajo su ropa interior y la pasaba entre las nalgas, sintiendo sus orificios contra sus dedos, la temperatura ardiente y la piel edulcorada que parecía derretirse. No tardó en bajarle la bombacha y la pollera dejándola solo con los zapatos y las medias negras puestas.

- Debe ser el Cloyster más pequeño y cerrado que vi en mi vida.- Mencionó Álex sin poder despegar su vista de la pequeña ranura que Serena tenía entre las piernas.

- ¿Me va a doler no?

- No nos adelantemos, primero quiero comerme este coñito hasta que se abra por sí solo.- Sus labios mayores, claros y abultados aún se cerraban como una boca escondiendo su contenido acaramelado que al pasarle los dedos, los impregnaba con su deliciosa humedad.

Y lo de deliciosa lo pudo comprobar acostándose en la cama e indicándole que colocara esa preciosidad en su boca.

- Ahhh, ahhhh ah, ah, ah, ah, ah…- Inundó de gemiditos a medida que la lengua le invadía la vagina virgen y sus manos le abrían las nalgas. Álex se la probó dando lamidas fuertes y profundas que abarcaban cada centímetro de su vagina, con cada lamida, podía sentir más y más jugos emergiendo directamente hacia él. Luego sus manos se estiraron para alcanzar sus tetas y a diferencia de cómo hizo con Misty, a la que le gustaba el sexo duro, se las acaricio con cariño, sintiendo el peso y suavidad de las mismas contra sus palmas.

La piel de Serena se puso de gallina.

Los gemidos seguían aumentando en tono. Serena nunca había sentido algo entrando ahí con tanta fuerza y se trataba solo de su lengua, ayudada por sus dedos que abrían los delicados pétalos de carne. Era tal su excitación que no se percató de que frente a ella, el pene curvo y enorme de Álex alcanzaba su mayor tamaño y ni se le pasó por la cabeza darle placer. Fue un pecado de inexperiencia y no egoísmo tenerlo ahí a mano y no pasar a un 69.

- Ah, ah, ah, Álex, ah, ah, ah… ya me corrí… varias veces… ah…- Dijo como pudo mientras el hombre se la seguía lamiendo, chupando, succionando, sin dar indicios de que pudiera parar. Era un sediento bajo un grifo abierto.

- Quería asegurarme de que estes a punto, creo que me excedí…- Dijo y al pasarle un dedo, el flujo formó un hilillo brillante como una tela de araña con rocío.

- Tengo miedo de que duela mucho.

Álex se incorporó y fue a buscar en un cajón algo. Recién en ese momento, desde que habían empezado, Serena le echaba un vistazo a la habitación. La vitrina que la había intrigado la primera noche por estar tapada, ahora estaba descubierta y revelaba trofeos que parecía penes y vaginas. De seguro su mente sucia le estaba jugando trucos.

- Tengo esto, ayudara mucho.- La trajo de vuelta al ruedo el hombre con una botella de aceite.- La primea vez siempre duele pero haré lo posible por ir despacio, ser delicado y atento. Me la cortaré si no te hago pasar una buena noche en tu primera vez.

Serena se posiciono boca arriba, sosteniendo sus piernas abiertas con sus manos, aún más sexy de lo que era con las medias y los zapatos puestos. Disfrutaba sintiéndose expuesta y vulnerable a la enorme herramienta de Álex, que aunque chorreaba lubricante, lucia tan amenazante como sólida. El cabezal carnoso y grande se acercaba con un brillo dorado producto del aceite. Serena hizo cálculos a ojo y si todo eso llegaba a su interior, pasaría con facilidad su ombligo, y sin embargo, lo dejó acercarse, frotarse contra su pequeña vagina y de a poco, entrar, haciendo saltar su clítoris y pequeño orificio orinal fuera de sus labios.

Fue una sensación agridulce. Cada neurona daba la orden de disfrutarlo aunque su rostro expresaba otra cosa. A medida que el glande se abría paso por su cavidad virginal, sintió que por fin tenía lo que quería y se convenció de que doloroso o no, lo disfrutaría igual. El problema era que había elegido un pez demasiado grande para su pescar, era un tiburón ahorcado en una red de mariposas.

- Uuuh, duele, duele mucho, pero sigue aaauh.- Jadeo sin despegar la vista de la penetración. El lubricante se escurría por los lados, el pene entraba pero no había lugar a nada más, era demasiado grande, la llenaba al milímetro.

- Estas muy estrechita, preciosa, hago lo mejor que puedo.- Le dijo con cariño besándola aunque en el movimiento de acercarse a sus labios, la penetró un poco más.- Dame tus manos.

Las manos del hombre y Serena se envolvieron contra el colchón.

Álex comenzó a mover la cadera, su cuerpo enorme de músculos tensos la cubrían como una carpa de carne, sus brazos a los lados eran como pilares, su cadera, como un motor de taladro, aunque a una velocidad y potencia mínima, seguían fabricándole el agujerito.

- Lo haces bien, muy bien, preciosa, iré un poco más rápido, solo un poco…

Serena demostró valentía y resistencia al debutar con semejante hombre que, a pesar de sus tatuajes y proporciones, era cariñoso y contemplativo. No podía creer su fortuna, se trataba de su primera conquista y ahí estaba, perdiendo la virginidad con él a pesar de que podría ser su padre, y bien la trataba como uno, ya que tenía gestos fraternales con ella, como si se hubiera puesto al hombro la tarea de darle un debut soñado a la joven.

- Sigue, estoy bien, estoy bien.- Dijo con ojos llorosos y una pequeña lágrima surcando su mejilla hacia su rostro desencajado.

Álex continuó al mismo ritmo aunque besándola con pasión. Ninguno de los dos observaba la penetración, estaban cara a cara, mirándose a los ojos. Serena despeinada con un rostro que se debatía entre el placer y el dolor era lo más hermoso que vio jamás.

- ¿Quieres que siga? No quiero hacerte daño, por hoy lo has hecho muy bien.

- No, no, sigue un poco más aunque despacio.- Exigió contradiciendo lo que sentía.

- Lo haré despacito, no te preocupes, la meteré solo un poquito más…

- Mmmm, aaauuh.

A pesar de que ya tocaba fondo cubriendo la mitad de su vagina, pujó un poco más, y un poco, y un poco, en lapsos de pocos segundos, viendo su falo perderse centímetro a centímetro en esa flor delicada que desprendía pétalos rojos escurridos. Serena se cubría la boca con una mano mientras el tremendo miembro comenzaba a formar un pequeño pero perceptible bulto en el vientre de la jovencita, con cada empellón suave este se hacía más evidente.

- Es suficiente, eyacularé, no quiero hacerte daño…tengo miedo de descontrolarme y lastimarte- Dijo acelerándose un poco, tan solo lo suficiente como para permitirse correrse.- ¿Dónde quieres que me vega?

- Adentro… ahh, ahh, ahh, adentro, quiero que te vengas adentró mío.- Le pidió entre lágrimas silenciosas y con la boca babeante. Su rostro estaba en modo glitch, sin saber que expresar, solo sus labios parecían tener el dominio de exigir más aunque todo lo demás no. Aunque le dolía como los mil demonios sentía que todo lo había hecho durante la semana desembocaba en ese momento, en ese acto de cierre que debía de ser perfecto. No lo concebía de otra manera.

- ¿Segura? – Acariciando su rostro, secándola una lágrima de la mejilla.- No tienes que exigirte tanto, es tu primera vez y no quiero hacerte mal.

- Sí, sí, quiero que te corras, por favor, duele mucho pero puedo seguir.- Mencionó y Álex, que nunca se había negado al pedido de una chica, obedeció al borde del descontrol.

- Ahí sale, ahí sale, preciosa, no más…uuugh... ah.

Hizo todo lo posible por hacerlo rápido, de verdad temía por su integridad y ni bien sintió la deliciosa sensación del semen queriendo brotar, lo dejo salir, aún sabiendo que la contracción era peligrosa, que quizás sus músculos se excederían y que al tenerla tan adentro, tan profundo de ella, hasta la última gota colmaría su útero.

- Uuh, ahahha, ahhh uuuuh…- Gimió más por alivio que por placer cuando el acto se consumo. El pene fue retirado lentamente, vuelto un cilindro venoso y brillante por el lubricante con pinceladas carmesí. Al segundo que el glande destapó su orificio comenzó a derramarse el esperma espeso y blanco, con tal magnitud que recorrió su sexo y formo un charquito en la sábana.

Serena llevó sus dedos a su sexo, redescubriéndolo, ahora tenía un agujero tapizado de semen y para sorpresa del hombre, volvió a meter con su mano la semiente en su interior.

- Fue justo como lo esperaba, justo como sentía que debía ser.- Le susurró con lágrimas y roja como un tomate.- Aunque escogí empezar a lo grande no podría haber elegido a alguien mejor que vos, Álex.

Él no le dijo nada, tan solo la besó sobre ella con delicadeza y pasión, abrazándola, acariciando sus cabellos dorados.

- El verdadero afortunado soy yo, en todos estos años, a pesar de mi edad, no sentí nunca tanta responsabilidad y fortuna, esto fue muy especial para mí y prometo que la siguiente no será un calvario, si es que me permites hacerlo otra vez, por supuesto.- Le dijo obsequiándole besos en todo el rostro y cuello, siguiéndole la corriente a ese estilo telenovelezco que tenía la chica de hablar.

- Quiero hacerlo contigo siempre, yo sabía que hoy no había manera de sentir otra cosa que no sea dolor y placer, quiero que sepas que estoy feliz, muy feliz de haber debutado así.

- Serena, Serena, el feliz soy yo, no olvides que la mejor noche de sexo no es nunca la primera sino la última, recuerda las palabras de este viejo.

Muy excitados por la proximidad del uno contra el otro, juntos como si fueran novios en un frío invierno, Álex se mojo los dedos y los condujo hacia su pequeño clítoris.

- Antes de limpiarte, déjame darte el placer que no tuviste recién, quiero que te corras, quiero ver esa carita preciosa desencajada de placer y no de dolor ¿De acuerdo?

- De acuerdo. Pero no dejes de besarme, me gustan mucho tus besos…

Obediente, envolvió su boca con la suya mientras le masajeó el clítoris con dos dedos, de forma delicada pero constante, sintiendo como de a poco la cadera de la chica se arqueaba, se contraía víctima del placer. Ni por un segundo los dedos dejaron de masturbarla, de sentir ese diminuto trocito cúmulo de placer. Mientras sus lenguas se conectaban y su saliva llenaba la boca de Serena cada vez más, como si la reemplazara, ella, como si pidiera más, abría la boca para que el hombre la inunde con su baba y su lengua revolviendo dentro de ella.

Álex tomó la lengua de Serena con sus labios y la succionó toda babosa mientras la chica se corría, un bálsamo ardiente brotó de su orificio recién abierto, oxigenado como una mascarilla formando una mezcla de sustancias que nunca había formado antes.

- Gracias, gracias.- Susurró jadeante, con toda la boquita brillante de saliva, sonriente.

- No me agradezcas como si hubiera sido caridad.- La corrigió abrazándose a ella.- Podría estar con vos todo el día, quisiera poder detener el tiempo.

Serena sonrió y se acurrucó contra él. La luz artificial, las ventanas cerradas, el olor al sexo y sus cuerpos daban la ilusión de haber sido una noche desenfrenada cuando en realidad, había almorzado y tenido ese episodio pasional de tarde. También pensó que quería quedarse así hasta amanecer, sería muy difícil para ella decirle adiós.

- Sabes, sé que tienes que trabajar, debes tener obligaciones y asuntos que atender, pero me gustaría quedarme hasta mañana.- Pidió.- Con poder dormir así me conformo.

- Por supuesto preciosa, lo que quieras.- Le contestó besando su frente.- ¿Te molestaría descansar un momento en silencio? Por la noche podemos hacer algo más que dormir, tengo muchos trucos que me gustaría enseñarte si tienes ganas.

- Me encantaría que me enseñaras todo, Álex.- Aceptó, acurrucándose aún más contra él, que apagaba la luz y se dejaba sucumbir a una pequeña pausa silenciosa.



Capítulo 15. El 2do empleo


Como en sus tiempos de viajera y entrenadora, el sueño acudía fácilmente aún tras vivir situaciones extraordinarias. En la oscuridad rota por líneas de luz colándose por las persianas, Serena revisó su celular. Eran tan solo las 6 de la tarde y Álex, bajo ella, roncaba con suavidad. Sin darse cuenta, dormida, se había ido acostando sobre él hasta apoyar su cabeza en su voluminoso pecho.

Se sentía extraña, dolorida y temblorosa aunque feliz, como alguien que sufre un tremendo accidente de tránsito y tan solo sale algo sacudido.

Serena recordó dónde estaba el baño y fue a asearse, con mucha dificultad. Eran ciertas esas bromas que escuchó alguna vez, una herramienta semejante podía dejarla en silla de ruedas. Había jugado con fuego y como pudo comprobar en la intimidad del baño, había salido bien parada, a penas. Estaba despeinada, tenía marcas de otra piel en el cuerpo y un sabor ajeno en la boca.

La puerta se abrió, Álex con su metro noventa estaba desnudo en la puerta.

- ¿Estás bien?- Pregunto con el rabo delantero colgando como un péndulo.

- Pude haber muerto ¿verdad?- Bromeó acercándose. El hombre sonrió.

- Nunca mate a nadie, aunque quisiera matar a besos a cierta chica.- Y en medio del baño, se inclinó hasta llegar a sus labios una vez más. - ¿Puedo invitarte un té, café o algo que merendar?

- Nunca me habían invitado a merendar.- Mencionó con una risita.

- Perdón, es una costumbre de ancianos.- Haciéndola reír. Serena aceptó un café.

Aunque cualquier podría pensar que utilizaron lo que quedaba del día para tener sexo, como harían dos personas tan pasionales (pasionales a su manera) no fue así. Cuando se llevaban tan bien no solo alcanzaba con conocerse en la cama sino en cada ámbito de la vida. Tenían una conexión y una manera de ser los hacía compatibles en todo momento y no solo en el sexo. Habían almorzado, habían charlado, tenido sexo en toda regla y siguieron sumando momentos de disfrute juntos.

Cuando estuvieron vestidos y dignos para presentarse en el comedor, Álex le sirvió café y este le preguntó sobre su “entrenamiento” para aquella ocasión. Él tomo un café negro muy azucarado, ella con un poco de leche y poca azúcar.

- Por dónde empiezo, desde que tuvimos esa noche junto a Shauna, algo hizo “click” en mí.

Serena le contó sobre Creamy, la vendedora del sex-shop y su casi desesperado intento de tirársela, sobre su exploración lésbica exitosa con su amiga y por último, pokefilia en vivo en el Rancho de Isla Quarta.

- ¿Una semana intensa he?- Dijo el hombre que la había escuchado con atención.- ¿Te sirvo más? Comiste pocas masitas, perdón pero me quede sin cereales sino te ofrecería.

- Gracias, gracias, estoy llena, si me disculpas, olvide mi bolso en tu pieza.

- Por favor, estás en tu casa.- Le dijo juntando las tazas.

Serena, sintiéndose una aprendiz ninja como Álex en su momento, buscó su bolso y algo más… le dio un vistazo a la misteriosa vitrina. En efecto, no había su imaginación ni un doble sentido emergente de su subconsciente, allí había casi una docena de trofeos, de diversos tamaños y con formas fálicas evidentes. Debido a la oscuridad de la habitación, no pudo alcanzar a leer los encabezados de los trofeos.

Serena salió creyendo la muy boba que había cometido el crimen perfecto.

- Ahí lo encontré, le avisaré a Shauna que estoy en una pieza (casi) y no tiene que llamar a la policía.

- Como habrás visto, no solo me dediqué a las motocicletas en mi vida.- La interceptó. – Tampoco son por mis años infructuosos de entrenador de pókemon veneno.

-¿Eh?- Soltó poniendo una mueca de confusión.

- Preciosa, las paredes son trasparentes, de cristal. Esto antes era un complejo de oficinas. Te vi desde aquí husmeando mi vitrina de trofeos, picarona.- Serena casi se desmaya de la vergüenza.

- ¡Perdón, perdón!- Se disculpó abrazándolo, él le respondió con un beso delicado. Parecía una constante en aquel rudo hombre de aspecto intimidante: era muy cariñoso- ¡Vi anoche que parecían penes y me preguntaba si había visto mal! Me pudo la curiosidad.

Álex rió con ganas y se sinceró.

- Pensaba decírtelo. Ya seas mi amiga, mi amante, o algo más… no pensaba volver a cometer el error de mantener en secreto mi segundo empleo.

- ¿Tienes un empleo secreto?

- Si recuerdas a la pelirroja que estuvo ayer, bueno, es mi ex y entre algunas cosas más, no le cayó muy bien que le guardara el secreto y lo descubrió de la mala manera.

Serena seguía sin comprender aunque recordó a las dos jóvenes que le pidieron un autógrafo en el Chef Krabby. Una hasta tenía una fotografía de él en blanco y negro y camisa desabotonada como si fuera modelo. Las fans, las fotos, los trofeos con forma fálica, sus tatuajes, físico privilegiado y el hecho de que mantuviera su trabajo en secreto… aún cuando Álex no se lo confirmaba Serena había unido las piezas y formado la parte esencial del rompecabezas.

- Soy White Sting, el actor porno. – Dijo destapando una lata de cerveza. – Trabaje en la industria del porno por más de 15 años. Esos son trofeos de mi carrera en la industria triple X

La chica se desmayo.




Continuará


virgen


Gracias por leer! Espero que les haya gustado el debut esperado de Serena el próximo número todos los secretos se esclarecen y Serena va a tomar partido en ellos, además de que se va a expandir el número de Pokegirls invitadas.

Si les gustó sean buenos y muéstrenme su apoyo puntuando y comentando, contesto preguntas y escucho sugerencias. Tengo planeado que otras pokegirls aparezcan más adelante, conocidas más que nada 😉

Capítulos anteriores:

A Serena le gustan mayores. Parte 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/3601156/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Fanfic-de-Pokemon-resubido.html
A Serena le gustan mayores. Parte 2:http://www.poringa.net/posts/relatos/3715160/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Parte-2-Fanfic-de-Pokemon.html#comment-176008
A Serena le gustan mayores. Parte 3:http://www.poringa.net/posts/relatos/3730867/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Parte-3-Fanfic-de-Pokemon.html
A Serena le gustan mayores. Parte 4:http://www.poringa.net/posts/relatos/3758350/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Parte-4-Fanfic-de-Pokemon.html

1 comentario - A Serena Le Gustan Mayores: Parte 5 (Fanfic de Pokemon)