A Serena Le Gustan Mayores: Parte 4 (Fanfic de Pokemon)

Les traigo la 4era parte de este fanfiction del universo pókemon. En el capítulo de hoy, Serena se da un descanso y le da lugar a conocida (la más conocida diría) pokegirl: Misty. Luego aparecerá otra que creo merece más atención, ya verán quien 😉

Así como el capítulo anterior tuvo solo sexo lésbico, en el de hoy exploro nuevos horizontes como el sexo hardcore:o y otras sorpresas…

Está dividido en partes más breves para amenizar la lectura. Si no están familiarizados con Pókemon, ya sea juegos, anime, manga, etc, no se preocupen 😉 puse énfasis en explicar bien las cosas y me tomo el tiempo para contextualizar todo. De más está decir que el énfasis no está en los pókemon y esos elementos sino en su protagonista, Serena, y su desarrollo a lo largo de la historia.

En el universo de este fanfiction todos los personajes tienen 18 años o más.

Starring:

Misty

A Serena Le Gustan Mayores: Parte 4 (Fanfic de Pokemon)

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Pokephilia



Capítulo 10. Tipo agua/fuego


Tras nuevas normativas, los entrenadores de gimnasio debían validar su estatus combatiendo contra retadores del mismo tipo que pretendían poseer el título de Líder de Gimnasio. Las reglas eran pókemon del tipo del gimnasio, 5 de ellos, y solo nativos de Kanto, explicó Misty, la flamante Líder de Gimnasio de Ciudad Celeste en vigencia mientras las porciones de pizza y los refrigerios viajaban por toda la mesa.

- Te lo aseguro, Gyarados es el mejor pókemon de agua de Kanto, lejos.- Mencionó destapando la botella.- El tipo siniestro de su mega evolución le sienta muy bien.

- No lo sé, siempre me gustó Blastoise, aunque hoy tiene mala fama, ya sabes, la represión policial, sin ir más lejos, está hablando de eso ahora…- Percatándose de que la televisión había quedado encendida.


“En otras noticias, también se encontraron defensores de la pokefilia, mientras se debate en el senado el nuevo proyecto de ley presentado por el representante del movimiento Like=Us. Un extenso informe con los pókemon que pueden y no ser aptos, según ellos, para prácticas sexuales. Sus detractores, dentro y fuera del recinto judicial, alegan que cualquier práctica amatoria que involucre a pókemon es primitiva, peligrosa, e inhumana. En cambio, entre otros argumentos, quienes la defienden dicen que el vínculo entre un entrenador y su pókemon es tan unido y duradero que una relación de ese tipo no es perjudicial para ninguna de las partes. Agregan que ocurrió siempre y no debería ser penable. En otras noticias…”


- Esta situación es una mierda ¡Mira como le pegan a ese pobre infeliz! – Se sorprendió la pelirroja al ver a un manifestante recibiendo una paliza.

- Es irónico que desde que tenemos un mafioso de presidente tengamos una presencia policiaca más fuerte que nunca. – Observó sintiendo algo de pena por los que recibían macanazos en la tv y chorros de agua helada.

- Como si la gente no fuera a hacerlo con pókemon de todos modos ¿verdad? Ocurrió desde siempre, incluso en mis inicios escuché de eso y ahora deciden que deben hacer algo al respecto.

- Siempre estuvo prohibido. – La corrigió- El asesinato también ocurrió desde siempre y no por eso marcharía para legalizarlo, diría que el problema va por otro lado.- Retrucó desafiante, recordando viejos tiempos. Su noviazgo se había basado en al menos, un 40% porciento discusiones. El porcentaje restante había sido sexo desenfrenado.- No me preocupa que un trastornado aislado quiera hacerlo con su Rapidash, sino la cantidad de gente que va a esas marchas dispuestas a cogerse a su “pokeamigo”.

- Vamos, es sabido que tienen argumentos fuertes, no son unos dementes abusadores, la mayoría al menos.

- De todas formas un gran porcentaje va a saturar los servicios de salud llegando con el pene envenenado, carbonizado o la garganta quemada. No veo tampoco como pueden regularlo, incluso.

- Okey, no vine a tener una de estas charlas repetidas que tuvimos tantas veces, menos a tener la imagen mental de alguien que de alguna forma se quemó la garganta… sírveme otra, anciano retrógrado. – Exigió.

- Que sea un anciano o retrógrado no vuelve a tu argumento válido.- Comentó mientras llenaba su copa arrojando en ella las últimas gotas doradas.- Aunque el amor es su principal argumento si algo aprendí en esta vida es que es fácil fingirlo para ocultar la maldad.

- Yo también tengo miedo de que gente malvada se aproveche de la situación. – Admitió Misty acomodando su cabello- Esta difícil para las mujeres también, cada vez más entrenadoras abandonaron su sueño para hacer trabajos menos… dignos. Temo que esta situación sea una pantalla para ocultar cosas peores y si una persona es pokefílica o no es el menor de nuestros problemas.

- Estoy contigo en que no debería ser un crimen, aunque me parece asqueroso en la mayoría de los casos, deberían regularlo de alguna forma, sino los hospitales se van a llenar de imbéciles que quisieron hacerlo con pókemon peligrosos o sin siquiera conocerlos. Ya de por sí está repleto de tarados que los hacen pelear imprudentemente y dejar que los usen de juguete sexual es añadir más leña al fuego.

Álex aprovechó el momento para relatarle su último combate pókemon con el hiperquinético muchachito llamado Nash. Después de todo merecía ser escuchado, él había escuchado sus combates desde que llegó sin poder ni decir una línea.

- Un pókemon de fuego sin siquiera en su estado final contra mi Bulldozer, mal plan.

- ¡Dozy! – Así llamaba a su feroz Nidoking- ¿Cómo está ese grandulón malhumorado? Deberías dejarlo corretear por allí o dejarlo una temporada en un rancho, no es saludable tenerlo encerrado.

- Él está bien, se desquita con esos tontos que creen que soy como los demás motoqueros que van por ahí con Mankeys, Grimers o Machops. El imbécil solo tenía un Charmeleon maltrecho y ningún otro plan que acertar algún crítico.

- Encima era tipo fuego, un terremoto e iban a tener que buscar sus pedazos por toda Azulona…

Hablando de fuego, sin más champán de celebración, ni pizza de pepperoni en la caja, solo restaba una cosa por hacer. El silencio fue como la aguja de un reloj marcando la hora clave. Habían hablado suficiente y con Misty, no era necesaria tanta charla como con otras.

- Una cosa ¿Antes dijiste que la mayoría de los casos de pokefilia deberían ser punibles? ¿En qué casos lo permitirías?- Se interesó de repente.- El Álex que conocí no aprobaba esas prácticas.

- Estoy pensado en cierto pókemon ahora, tipo agua y fuego… que tienes entre las piernas.- Agitó el avispero, por fin, para finalizar con la comida diplomática y la falsa celebración. Conocía a Misty muy bien para saber que no le molestaba ir al grano con palabras fuertes.

- Bueno, siempre tan directo, mi tipo agua puede darle una paliza a ese de tipo roca que tienes entre las piernas… parece que a ti tampoco te importa la tabla de tipos.

Sin más preámbulos, con el alcohol en las venas, la comida dándoles energías y la excitación brotando por sus poros, Álex tuvo un reencuentro con Misty de lo más fogoso, casi llenaron de vapor la casa cuando sus pieles se encontraron.

Primero la tomó del los cabellos pelirrojos besándola, y casi al mismo tiempo, sus dedos se escabulleron por su pequeñísimo jean para masturbarle la vagina, sintiendo su suave vello púbico rojizo en la altura de la palma mientras sus dedos se deslizaban hacia su suave cavidad.

Se respiraron con agitación uno contra el otro, sin despegarse las bocas y los labios, menos que menos sin retirarle los dos dedos que tenía introducidos en su sexo y con los que casi la levantaba. Así, enganchada a él como una grúa humana, la fue llevando a su cuarto a los tumbos y una vez allí, descubrió su pene y la condujo a que lo mamara.

- Eso es, aquí tienes tu postre, quiero que afiles mi piedra hasta que hagas una escultura.

Se conocían, se recordaban y por lo visto, se necesitaban. Misty no era como Serena, pensó Álex mientras recordaba todas las noches, tardes, y mañanas en las que él y la pelirroja mantuvieron viva la llama de la relación a fuerza de sexo duro. No necesitaban horarios, no necesitaba tradiciones ni una previa prolongada, tan solo se desquitaban uno con el otro como víctimas de un incendio, o como de un fuerte oleaje. Para él, Misty era una joven de tipo fuego que por algún motivo, usaba pókemon de agua como insignia.

Había algo de agua en el acto, la garganta y lengua de la pelirroja eran expertas en mantener su manubrio de carne siempre lubricado, siempre entretenido con sus labios y boca de felatriz, todo mientras lo miraba a los ojos con una ternura falsa que lo había conquistado alguna vez.

- Eso, es, toda, hasta el fondo como siempre mi puta.- Le dijo poniendo una mano en su cuello y conduciendo todo su inmenso pene por la carretera de su lengua hacia el túnel de su garganta, hasta hacer desaparecer su miembro, provocándole que le caiga saliva a chorros y se pusiera roja.- ¿Qué pasa? ¿Perdiste la práctica? ¿Cuál había sido tu record conmigo?

- Aaaaah ahhh, ahh, uuufff.- Tomó aire al desenfundarse el pene de Álex tras unos segundos, prácticamente ahogada.- ¿Por qué crees que estoy aquí esta noche? No encontré un trozo mejor todavía, y creó que el record fueron como 10 minutos.

- Sí, pero esa vez no te tapé la nariz, no cuenta como buceo de carne.

Álex, sin misericordia siguió cogiendo su boca de frente con movimientos de cadera para nada contenidos, también jugó con el interior de sus mejillas refregándose la enorme cabeza del hongo contra ellas, viéndola roja de la excitación y la boca y el mentón ensalivada.

- No te la limpies con mi boca, hueles a baño, siempre fuiste un viejo sucio.- Se quejó Misty poniendo cara de enojada hasta que volvió metérsela en la boca.

- Hiciste una visita sorpresa tras un día de trabajo, la tienes justo como te gusta, putita.

Misty era muy hermosa por sí sola, más aún cuando se enojaba y sus pecas refulgían, y aún más, cuando ponía rostro de abusada, sumisa y pasional.

Acto seguido, la desvistió casi arrancándole la remera y el short, dejando sus preciosas tetitas blancas al aire y su coñito ígneo en plena combustión. El hizo lo mismo con su remera mientras ella retomaba la mamada dirigiéndole suculentos escupitajos. La joven mientras se dejaba caer en su miembro de boca, le raspaba los pectorales y las nalgas con sus uñas, siempre le gustó clavarle los dedos en sus músculos duros y maduros así como darle nalgadas y apretujones al firme trasero del hombre.

- Deja que te ayude a hidratarte.- Álex la levantó de cuello y escupió varias veces en su boca abierta, luego, le metió el pene hasta el fondo de tal manera que le puso los ojos en blanco.- ¿Aún te gusta que te traten como basura no es cierto?

Misty le enseño los dientes y apretó con ellos, sonriente, asintiendo.

- Me extrañabas ¿Verdad, cabrón? Parece que tú tampoco encontraste una puta que te la chupe como yo. Mucho músculo, mucha experiencia y eres un perdedor.

- No eres una puta, Misty, las putas no lo hacen por placer…- Por supuesto, también solían decirse esa clase de “cumplidos”.

Por algún motivo, en medio de la mamada, pensó en Serena. Disfrutó tanto esa noche de inocencia interrumpida (voluntariamente, no piensen mal) con ella, como se diferenciaba del desenfreno y la experiencia de Misty. Era como pasar un día libre escuchando música clásica y fumando habanos y al otro, saltando en paracaídas desnudo con los ojos vendados. El día y la noche, el fuego y el agua. Parecía que su vida se había vuelto una lucha de dualidades y, por suerte, Misty le pellizcó un testículo (en la piel) con los dientes recuperando toda su atención. No había tiempo para pensar en que experiencia disfruto más.

- Ven, quiero quemarme la boca con esa vagina de fuego que tienes.

- Aprovéchala bien, me la voy rasurar un día de estos, los trajes de baño me quedan mejor teniéndola lampiña.

- ¿Te da vergüenza mostrar tu pelaje rojizo en público?

Álex y Misty pasaron a un 69, aunque no fue como el primero, el que realizo con Shauna, ni como el que Serena y Shauna realizaron en su departamento, de perfil, esta vez, el hombre se subió arriba, y un vez que diviso la boca abierta de la pelirroja, se dejó caer enfundando su rabo al entero y dedicándose a degustarle la vagina hasta los pelos.

- Slurrp, sllarp, uuugh, ghhk, gghk, slurp…- Dejaba escapar Misty salpicando saliva por doquier cada vez que el pene se enfundaba en su boca.

Álex literalmente empezó por los pelos, le encantaba dejárselos húmedos y lacios como si se hubiera duchado, luego fue bajando (aunque por la posición, fue subiendo) por toda su vagina, introduciéndole la lengua fuerte y experimentada en la húmeda cavidad vaginal. Misty gimió como una actriz pornográfica (o quizás más) mientras ella le lamía los testículos con devoción, pasándole la lengua por cada resquicio de su enorme escroto. Álex cubrió la vagina con la boca chupándola de manera ruidosa y lasciva, para pasar a succionar su clítoris con una falta de delicadeza peligrosa.

- Ahha, ahhh, me los vas a convertir en un pene en miniatura.

- Eso es lo que es ¿Te salteaste las clases de biología?- Y tras meterle dos dedos y sentir su vagina con la temperatura y humedad justa, la acomodó como a una muñeca de trapo y la penetró de frente, dejándose caer con todo su peso contra su sexo.

- Ahhh, ahhh, aaaah, uuh, sí, siiii, aaaahhh.- Gimió frente a él sin despegarle los ojos del hombre ni dejar de clavarle las uñas en los musculosos hombros. Álex era tan grande en comparación que cada vez que se dejaba caer la hundía en la cama como si la chica se metiera en una trinchera. En esa guerra de los sexos siempre ganaba el hombre y a la mujer no le importaba. Siempre había sido así entre ellos y por eso estaba allí, para en definitiva, sentir ese gigantesco miembro viril penetrarla a tope y a una velocidad insólita.

- Hijo de mil putas me vasa descaderar…

- Siempre dijiste lo mismo y nunca pasó, aunque puede haber una primera vez.- Álex la tomó de las caderas y ayudándose con los brazos, la penetro tan profundo que sintió dolor en sus testículos en la caída.

- Ahhh, haha, uuuuh, eres un cabrón.- Gimió Misty babeándose contra la almohada.

Acto seguido, sin una pausa, Álex la giró como a un bife a la plancha, y teniéndola acostada boca abajo con las piernas juntas, la cogió dejándose caer contra su hermoso trasero apretujado, sintiendo su pene abrirse paso por todas sus carnes hasta el final de su vagina. En esa posición la temperatura corporal de los sexos, producto del apretujamiento y la fricción, podía llegar a escalas febriles.

No obstante, así como eran de salvajes, también cambiantes. Sin aviso Misty alzó el trasero provocando que el pene se desenfundara, y aunque para muchos sería un accidente doloroso, Álex, como un autómata, pasó a cogerla de perrito con una mano apretujándole la cabeza contra la almohada.

- Hijo de puta, ahaaha, pesas como 100 kilos, ahaha, ahah… salvaje… uuh.- Alcanzó a chillar entre el bombeo del hombre

- Mentira, estoy en los 94, no exageres.

La siguiente posición fue con Misty arriba, tomando para ella el papel protagónico y fue en esa en la que el clímax estaba a punto de llegar. El hombre cubrió las tetas de la pelirroja conteniendo su intenso bamboleo mientras esta saltaba y se dejaba caer como el pistón de un motor, sabiendo que él era de los pocos que podían resistir semejante ajetreó. Incluso en algunos saltos, el pene quedaba afuera y ella caía enfundándose con una precisión digna de deporte olímpico.


- Vamos, córrete en mí, quiero que te vengas de una vez, hijo de puta.- Le dijo tomándolo de las manos y conduciéndolas a sus senos para que los apretujara, este, obediente, se los apretujó hasta hacerle doler.

- Ahí me vengo, me vengo, uuuh, uuufff.- Expreso desaforado el hombre, cerrando los hombres, concentrándose en abrir el grifo mental que liberaba su semiente.

- Vamos, Álex, Álex, Álex.- Exigió la pasional pelirroja, a punto de coronar una noche de sexo justo como a ella le gustaba.

- Ahí, sale, es toda tuya, Serena, Serena…

- ¿Serena?- Preguntó Misty y ambos abrieron los ojos confundidos.

En la confusión, Misty cayó un poco más atrás y el pene eyaculó libre como una fuente de agua en una rotonda. La chica vio las gotas de semen caer como en una pequeña lluvia mientras procesaba lo ocurrido. Su excitación se había apagado como la cola de un Charmander en una tormenta. Álex resopló fastidioso, todo marchaba a pedir de boca, iba ganando la carrera sintiéndose campeón y en la última curva, su mente le había jugado una pasada lamentable descarrillando con vehículo y todo.

- ¿¡Quien mierdas es Serena!? ¿¡En serio!? ¿¡Lo estoy dando todo y ni siquiera piensas en mí, desagradecido!?- Expresó Misty roja de furia, a punto de explotar (no voy a repetir el chiste y asemejar la situación a un pókemon explosivo pero se imaginan como se veía).

- Espera, Misty, no tienes que irte, espera a que te explique.- Aunque cuando quiso hacer algo, notó que casi todo el semen había caído sobre su pene que lucía como un pomo de dentífrico reventado.

- ¿¡Qué no tengo que irme!? ¡Me confundiste en medio del sexo! ¿Tan poco valgo para ti?

- No es eso, créeme, me siento para la mierda.- Admitió sin perder la serenidad (pensando en Serena).

- ¡Sí, bueno me alegro! ¡Yo me siento como un bollo de papel tirado a la basura!

- Espera, por favor.- Álex la tomó del brazo mientras se vestía hecha un vendaval provocando que girara rabiosa.

- Perdóname, no quise ser irrespetuoso ¿Me dejas explicarlo?

Misty lo miró de arriba abajo como procesando una negativa o algún insulto creativo, no obstante, se apiado y se tranquilizó, al menos, un poco.

- No es que fuéramos algo de todos modos, no debería enojarme, es solo que novios o no, merecía tener mi momento.- Dijo acostándose a su lado mientras el hombre encendía un cigarrillo. Misty se lo quitó y lo apagó contra el respaldo de la cama.- El cigarrillo es para después del sexo, no lo mereces.

- Lo que digas. – Se resignó.- Te contaré quien es ella, aunque no es fácil para mí hacerlo, a mi edad no me suelen ocurrir estas cosas y lo sabes.

- ¿Coge mejor que yo? ¿Tan buena es?- Fue al grano Misty, aún cruzada de brazos y desnuda de la cintura para arriba. Álex rió.- ¿Encima te ríes? ¿Me ves frustrada, enojada y te ríes?

- Pues sí, verás, ni siquiera alcance a coger con ella, creo que es por eso que no puedo sacarme a Serena de mi mente, ni siquiera en momentos de gran placer como el que me estabas obsequiando. La verdad, tengo miedo.

- ¿Miedo? Mira, estoy furiosa pero no voy a matarte mientras duermes, la sangre es difícil de quitar de la ropa, las sábanas, el colchón, también seguramente algunos me vieron entrar y muchos nos escucharon haciéndolo, y no olvidemos que…

- Tengo miedo de estar enamorado a mi edad, Misty.- Confesó el hombre en un tono tan único, que la chica nunca se lo había escuchado, cambiando su semblante, casi enterneciéndose por ese grandulón rudo, tatuado, maduro, que sin embargo, tenía ojos brillantes de niño perdidos en el corazón de alguna mujer, como si buscaran verla a la distancia. A pesar que habían tenido más diferencias en su relación que coincidencias, la joven maestra de pókemon acuáticos decidió ignorarlas y prestarle su apoyo como toda una buena amiga.

- Cuéntame, Álex, quiero que me cuentes sobre Serena. – Aceptó tapándose y acurrucándose contra su ex pareja en una tregua difícil de descifrar. Álex comprendió el gesto y se lo devolvió envolviéndola con su brazote- Quiero saber que viste para que te sientas enamorado por primera vez.

- Serena, bueno, no se mucho de ella, lo poco que sé, te lo contaré…




Capítulo 11. Regalo sorpresa


A pesar de que todavía desconocía la geografía del Archipiélago Sete (un conjunto de pequeñas islas como salpicaduras de pintura en un lienzo), Serena se embarcó en el Surcamar Veloce 7, un nuevo modelo de ferry de transporte rápido de pasajeros, con el objetivo de visitar a sus pókemon en el Rancho de Isla Quarta.

Tras veinte minutos de viaje, acompañada de un variopinto número de pasajeros, como arqueólogos, pescadores y artistas marciales, desembarcó con lo puesto y un obsequio para sus pókemon en una playa arenosa frente a un camino empinado rumbo al pueblo.

El Rancho (llamado también guardería) constaba de varias hectáreas de valle y bosque apacibles donde las personas podían dejar a sus pókemon al cuidado y resguardo de los cuidadores por si no podían mantenerlos, se les permitía a su vez visitarlos sin coste alguno. También, era el sitio de anidación favorito para los pókemon en todo Kanto, ellos lo veían como un retiro de 5 estrellas en el que crecían sin parar a gusto. En el caso de Serena, como no podía tenerlos en el departamento y consideraba cruel mantenerlos encerrados en las esferas de captura, los dejó allí al cuidado profesional y los visitaba dos veces por semana.

En la recepción sucedió un imprevisto: se había acumulado la gente debido a un incidente, los empleados estaban discutiendo fervorosamente con una joven que no tenía el dinero para llevarse a un pókemon. Como era sabido, la tarifa dependía del tiempo en el que el pókemon se hospedaba. Parecía que alguien tenía problemas con la paga del servicio.

- ¿¡Ustedes saben cuánto están las pociones, los malditos antídotos!? ¿¡Los cristales de resurrección!? ¡Es el único pókemon sano que me queda y lo quiero de vuelta!- Exigió alarmando a todos los presentes la chica, que a Serena le resultó familiar.

Camisa sin mangas aguamarina, minifalda roja corta, un sombrero bucket blanco con detalles rojos y un bolso amarillo. Serena la terminó reconociendo, se llamaba Leaf, había sido una camarera compañera de ella en el “BARtortle”. La notó más exuberante y maquillada que cuando la conoció en el trabajo.

- Si lo hubieras querido de vuelta te lo hubieras llevado antes, ahora creció varios niveles y eso se paga.- Informó uno de los empleados que le devolvía un Pidgeotto y un huevo a un cliente.

- Nosotros no tenemos la culpa de que lo hayas dejado casi medio año y la tarifa sea tan alta, por favor, entienda.- Se explicó la empleada en la recepción atendiéndola.- El precio se ajustó al mínimo en comparación con los aumentos en otras guarderías y ni hablar si lo comparamos con…

- ¡No me interesan las comparaciones!- Siguió enojadísima mientras los demás clientes se impacientaban. – Sin pókemon no puedo hacer dinero, sin dinero no puedo pagarles, es así de simple, tuve que trabajar duro para llevármelo y resulta que aumentó aún más ¿¡Es broma!?

- Los pókemon no son la única manera de hacer dinero, tendrá que conseguir otra fuente de ingresos, lo siento mucho.

- ¡Es que lo conseguí! ¡¿Quieres saber lo que hice para ganar más pokecuartos?! ¡Pero llegó aquí y resulta que casi me duplican el precio!

Las personas estaban cada vez más fastidiadas. Algunos venían a retirar a sus pókemon y llegaban con una pokebola con un código, otros estaban acompañados de sus pókemon, como un chico con un Gloom y una mujer con un Hitmonlee. El pókemon planta comenzaba a impacientarse y despedía un hedor nauseabundo.

- Leaf, tranquila, podremos encontrar una solución.- Intervino la de cabellos miel, algo temerosa dado que quizás no la reconocería y por su atrevimiento recibiera malos tratos.

- ¿Serena? ¿Eres tú? ¡Tanto tiempo! – La saludo sin cambiar del todo su semblante combativo.- Es una lástima que nos reencontremos en esta situación, vaya vergüenza me están haciendo pasar, no quieren devolvérmelo a pesar de que me faltan unos pocos pokecuartos.

- Por favor, tiene que dejarle el lugar a los demás, lo único que puedo hacer es llamar a mí…

Serena preguntó por lo bajo a Leaf cuánto necesitaba para poder retirar su pókemon y optó por colaborar para que pudiera llevárselo. No lo hizo tanto por el afán de ayudar, sino para terminar con el embrollo en ese reducido lugar y poder seguir adelante. Leaf se mostró muy agradecida.

– Aún me acuerdo las veces que me cubriste en el trabajo, sigo estando en deuda contigo.- Admitió acompañándola mientras hacía la cola para entrar a visitar a su equipo pókemon y darles los macarons de obsequio que les preparó.

- Descuida, no es problema.- Mintió Serena, que aunque deseaba visitar a sus amigos a solas, tampoco despreciaba la compañía de Leaf, que se quedó con ella dialogando mientras ingresaba a visitar sus pókemon.

En efecto, sin nadie haciendo escándalo, el trámite se agilizo y las chicas fueron conducidas a un prado verde y paradisíaco que a la rubia le recordaba gratamente a su hogar en Kalos. Los pókemon se movían en manadas, algunas formadas de la misma especie, y otras, formando el equipo del entrenador al que pertenecían. Era sabido que aquellos que mantenían un vínculo con su entrenador permanecían juntos en grupos mixtos, mientras que los abandonados a su suerte, con el tiempo se disgregaban y formaban sus propias alianzas. En cambio otros eran dejados con el propósito de procrear, para ello tenían un edificio techado con habitaciones y cuando lo sentían conveniente, entraban junto a un Ditto para hacer el delicioso.

- Sabes, estuve pensando, quiero que lo conserves.- Le dijo Leaf mientras caminaban por el prado con el cuello estirado para ver si encontraba a sus pókemon.

- ¿De qué estás hablando? – Se extrañó Serena.- ¿Quieres obsequiarme el pókemon que viniste a buscar? Hiciste mucho escándalo por él y dijiste que lo necesitabas.

- Las cosas están muy difíciles y ser entrenadora ya no es redituable, venir por él fue mala idea de todos modos, siento que te volví a arrastrar como cuando éramos meseras y terminabas cubriéndome el trasero, recién lo único que quería era ganarle la pulseada al Rancho y llevármelo a un mejor precio.

- Hoy por hoy no se negocia ni un solo pokecuarto, amiga.- Observó Serena esquivando unos Ponyta correteando junto a un Rapidash.- Yo no soy entrenadora y estoy buscando empleo, no sé si deba aceptar otro pókemon, creo que sería abusarme de tu situación con lo bien que se cotizan.

- Déjame confesarte algo, yo sabía que me cubrían las “nuevas” en el BARtortle, al menos déjame quedar a mano, ahora más que revivir mi carrera de entrenadora quiero tener la conciencia limpia. Demostraste ser buena persona al ayudarme y yo en cambio, no lo fui.

- Bueno, si es así, puedo presentarle a los “muchachos” pero si vuelves a necesitarlo te lo devolveré- Aceptó algo sonrojada por el buen gesto. Le llenaba de dicha el corazón que apremiaran sus buenos actos, aunque no quisiera admitirlo.- Por cierto ¿Qué hay de tu carrera de entrenadora? ¿No lo necesitas para revivirla?

- Ahora los entrenadores debemos ser matemáticos. Estaba entre invertir los 15.000 pokecuartos que ahorré en poner mi equipo a pleno en un Centro Pókemon o gastar menos que la mitad para recuperar un pókemon fuerte que dejé aquí hace tiempo.- Explico.- Opté por lo segundo, y como habrás visto, las cosas no resultaron ser así, ahora solo debo esperar un poco y recuperar mi equipo, tengo dos trabajos de todas formas, es solo cuestión de tiempo.

- Te enojaste tanto que creí que era de vida o muerte. – Se decepcionó Serena. Leaf le parecía impulsiva y descuidada en el manejo del dinero y los pókemon, asuntos por demás importantes en el mundo moderno. Había hecho un escándalo monumental para retirarlo, y cuando podía llevárselo, lo obsequiaba como si fuera moneda de cambio. Y ni siquiera le había dicho que pókemon era.

- Descuida, voy a buscarlo, déjame despedirme de él, te veo en un momento…

Serena, algo aliviada por quedarse sola, se dirigió a un bosque cercano donde sus pókemon solían estar, en efecto, cerca de un lago habitado por una colonia de Poliwhirls y Poliwags, sus amigos pasaban el rato juntos a la sombra de un árbol.

Al verla, se les abalanzaron a instante. Sus pókemon eran 4: Braixen, una zorrita del desierto humanoide tipo fuego. Había sido su elección inicial en Kalos. Sylveon, la evolución de Eevee que adoptó el tipo hada y su pelaje emulaba hermosos listones. Rhyhorn, un pókemon rinoceronte tierra/roca que había sido un obsequio de su madre y aunque parecía rudo era todo un amoroso. Por último, su pequeño pókemon panda rebelde Panchan había evolucionado en un oso tipo lucha/siniestro de más de 2 metros de alto: Pangoro, que la abrazaba peligrosamente.

- ¡Despacio Pangoro, me vas a romper las costillas!- Expresó entre risas envuelta como una hamburguesa entre el pan, el tomate y la lechuga, abrazando a Braixen con cariño.- Van a aplastar mi regalo, amigos, esperen.

Cuando se separaron, les enseño las tres cajas de macarons y los repartió equitativamente en un momento sumamente agradable. Incluso un Poliwhirl emergió del estanque y se acercó a curiosear y se fue muy contento al recibir uno de obsequio.

Al rato tenía un séquito de pókemon anfibios y el grupo rió ante la cómica escena. Por suerte había llevado una caja extra y alcanzaron para todos…

Cuando el sol estaba a pocas horas de esconderse, Serena se despidió de sus pókemon con mucho afecto y se dispuso a reencontrarse con Leaf, que supuestamente le iba a obsequiar otro pókemon. Para facilitarse la movilidad, montó en su Rhyhorn buscando a Leaf.

No la encontró en la recepción (le informaron que no se había ido) tampoco estaba a la vista en el prado, ni en las inmediaciones del bosque.

- Vi a esa joven escandalosa entrar al bosque por el camino profundo.- Informo uno hombre llevándole alimento a los Tauros, Ponyta y Rapidash.- Ten cuidado, algunos pókemon allí se han vuelto medio salvajes.- La alertó.

Serena se bajó del pókemon montura algo arrepentida por cabalgarlo sin silla (le dolía todo) y se adentró en ese bosque que metro a metro se tornaba más siniestro. Había pókemon capullo colgando de los árboles así como ojos luminosos viéndola caminar, posiblemente Kaunas y Pinsirs. A Serena no le gustaba mucho la fauna de Kanto, muchos tenían miradas intimidantes y aspectos feroces. No era una región de hadas y pókemon hermosos como su Kalos natal. Sin embargo, estaba por conocer al pókemon más aterrador de todos.

El camino terminaba y no había rastros de Leaf. Comenzaba a pensar que con la excusa de no entregarle su pókemon, había huido de la guardería por algún borde sin ser vista, quizás vio la oportunidad de llevárselo sin pagar. A lo lejos, se escuchaba un extraño sonido que la hizo adentrarse en el bosque en silencio. Era peligroso estar allí sin ningún pókemon, podía encontrarse pókemon olvidados por sus dueños o salvajes, sabía por ejemplo que los Spearrow y Fearrows eran peligrosos en parvas.

El sonido aumentaba, parecía una respiración, un jadeo acompañado del murmullo de la vegetación. De repente escucho una voz femenina:

- Sí, eso es… mi chiquito, eso es… ahhh.

Por fin, en un claro del bosque, contra un árbol, encontró la fuente del sonido y a su “amiga”. Serena ahogó un grito. Leaf estaba teniendo sexo con un tipo, montándolo sin ropa con vehemencia. Leaf no se contenía, Serena vio su cuerpo desnudo saltar y saltar sobre un sujeto misterioso medio oculto por la sombras, con una mano se sostenía el sombrero y con la otra se apretujaba los senos. La chica se apoyó con las manos sobre las rodillas del tipo y Serena vio que no se trataba de un hombre… tenía pelaje.

Fanfiction

- “¿Amiga, con qué carajos estás teniendo sexo?” – Se preguntó viendo a ese misterioso pókemon desconocido que no supo describir. Solo se veía un cuerpo robusto como de simio, cubierto de pelaje corto amarillo y del tamaño de un hombre joven algo grueso. Por la posición de la chica y las sombras no veía ni sus sexos conectados ni el rostro de la criatura.

Leaf se inclinó sobre el ser y sus bocas se conectaron. Vio por un segundo una boca grande con una lengua gruesa besarla y pensó que era el pókemon más feo que nunca había visto. De mirada libidinosa y calculadora, una nariz grande como un pepino y una curiosa melena blanca alrededor del cuello. No obstante, Leaf lo besaba como si estuviera con el hombre más atractivo del mundo, conectando su lengua con la de él, muy a la vista, uniendo sus labios con sus ojos cerrados.

Vio también en ese beso, que el pene que se introducía en ella era de proporciones sobrehumanas. Otra vez, por segunda vez en su vida, veía a una amiga se penetrada por gigantescos penes, aunque en esa ocasión no era como el de Álex. No era humano ni parecía adecuado para entrar en una vagina.

No tardó en percatarse de que el pókemon tenía una mano libre con la que movía una especie de moneda, no, un péndulo, que emitía una luz púrpura directo a su amiga. Era hipnotismo. Serena vio la luz y perdió la noción del tiempo, alcanzó a cubrirse con la mano y vio que la pareja mixta estaba en una nueva posición. Había pasado unos segundos sin que lo notara.

- Ahora te voy a hacer algo que nunca olvidarás.- Dijo Leaf.

No parecía una víctima aunque debía de serlo. Serena no comprendía porque alguien tendría sexo voluntario con un pókemon tan repulsivo, no comprendía porque dejaba de cabalgarlo liberando el pene de su vagina para pasar a hacerle sexo oral, introduciéndose semejante miembro en la boca lo más que su garganta le permitía, cabeceando muy devota mientras el pókemon jugueteaba con sus orificios de una forma muy humana.

Vio sin poder reaccionar como los dedos del simio amarillo se introducían en su vagina, como si fuera una mano humana, y luego otro dedo, se colaba en su trasero mientras la cabeza de Leaf no dejaba de subir y bajar, a un ritmo peligroso. No daba ningún indicio de detenerse hasta lograr que el pókemon llegara a eyacular.

Serena salió de la parálisis y decidió intervenir. Corrió como nunca en su vida. Salió del bosque en silencio, lo bordeó y encontró dónde sus pókemon descansaban junto a un estanque, algo sorprendidos de verla se incorporaron al instante. De milagro no fue vista por ningún cuidador, quería resolver ese asunto por sí misma. Si se llegaba a saber que había un pókemon violador suelto la pobre Leaf sufriría incluso más. No podía permitir que se descubriera.

- La liberaré de ese monstruo, la ayudaré a salir de aquí y nadie tiene que saber de esto… Resiste Leaf.

No pasaron muchos minutos cuando regresó acompañada de Braixen, su pókemon de fuego, y encontró a su amiga aún teniendo sexo con ese pókemon amarillo, esta vez, de pie, contra un árbol. Algo andaba mal… no había ningún artilugio de hipnosis en movimiento.

Leaf tenía los brazos apoyados contra el mismo y las piernas separadas, el pókemon estaba aferrado de su cadera con un brazo y la penetraba a fondo… muy a fondo, no comprendía cómo podía llegar a fondo, las proporciones no cuadraban.

-Sí, sí, ahí, ahah, ahah, vamos, vamos, eso es, buen chico ¡Buen chico! ¡Buen chicooo!… mmmmnhgh.- Y Serena vio que su mentón y sus labios estaban brillantes, cubiertos de una sustancia blanca.

Leaf levantó una pierna, casi como enseñándole el acto a Serena, que vio todo con lujo de detalles. Los testículos amarillos grandes como limones le impidieron ver los sexos uno dentro del otro, no obstante, de a poco se alejaron dejando ver hilillos blancos escaparse por los bordes de la vagina.

Antes de que Serena y su pókemon zorro pudieran intervenir, la bestia se había corrido monumentalmente en la entrenadora, y un pene flácido como una manguera se escapo aún derramando su contenido seminal, como si tuviera una fuga. Parecía una serpiente dormida, en cuestión de segundos, se achichó y se perdió en el pelaje con bolas y todo.

Serena reaccionó.

- ¡Braixen usa nitrocarga!

La zorra del desierto se envolvió en llamas y saltó hacía el mono amarillo como una bala de cañón envuelta en fuego.

- ¡Creep protección, ahora!- Reaccionó Leaf y el pókemon amarillo invocó un muro cristalino en el que Braixen se estrelló provocando una explosión que incendió varias plantas en el bosque y dejó un círculo negro en el suelo. Serena terminó tumbada en el suelo junto a su pókemon sin comprender del todo lo ocurrido. Braixen le lamió el rostro a la espera de nuevas órdenes.

Cuando se levanto, Leaf juntaba su ropa y apagaba pequeños incendios en el suelo con sus zapatillas estando desnuda. El simio amarillo observaba inexpresivo, con un rostro atemorizante. Sus ojos pequeños y entrecerrados parecían calcular todo. Para cuando uno de los cuidadores del recinto llegó, ya estaba vestida. Este las reprimió por estar peleando en la guardería, estaba prohibido y fueron invitadas a abandonar el lugar y dar por terminada la visita.

Leaf antes de irse, capturó al pókemon amarillo y le arrojó la pokebola a Serena. Ahora era suyo.

- Me estaba despidiendo de él, se llama Creep y es un Hypno, tipo psíquico puro, es bastante resistente aunque no muy veloz ni ofensivo. Cuídalo bien.

- No puedo creerlo, esto es muy confuso.

- Vámonos amiga, gracias por intervenir, aunque no estaba pasando nada que no quisiera que pasase. – Serena volvió a abrazar a Braixen que lucía tan confundida como ella a modo de despedida.

Una vez afuera, rumbo al muelle, Serena reaccionó.

- ¿Qué fue eso? ¿No estabas en apuros?

- Estaba gozando como nunca.- Sonrió con picardía.- Dije que no podía sacarlo de aquí pero si visitarlo, y lo hacía demasiado seguido. Fue un juego muy peligroso, tenía que ponerle un fin.- Admitió.- Pocos saben que Creep fue uno de mis primeros pókemon, los Hypno son muy incomprendidos y causan repulsión.

- Me doy cuenta de porqué. Tienes mucho estómago.

- Yo me deje llevar por la curiosidad y terminó siendo un viaje de ida. Decidí que tenerlo aquí era más seguro para todos, me limite a visitarlo de vez en cuando para no levantar sospechas. Lo que hice es ilegal, por ahora.

- ¿Por eso me lo obsequias? ¿Quieres dejar esas prácticas? – Preguntó ordenando la información en su cabeza- Espera, espera, espera… sabías que yo intervendría y te daría los pokecuartos para retirarlo ¿Verdad?

- Si, te vi desde el Rancho cuando bajaste del ferry. Te recordaba bien, siempre tan generosa, tan sumisa, sabía que no te resistirías y que pagarías por el retiro, y así, yo podría obsequiártelo sin sospechas para dejar a mi querido Creep en buenas manos y ponerle un punto final a todo esto. De no hacerlo quizás me prestaba el dinero otro, o me lo habrían dado. Si eso último pasaba simplemente lo obsequiaría más adelante.

- Me parece el plan más intrincado y riesgoso que escuché jamás. Por poco te encuentran desnuda, habría sido un escándalo.

- Pero funcionó.- Se sonrió sentándose en el muelle a la espera de un nuevo ferry que se dirigiera a Kanto, más precisamente al puerto de ciudad Carmín.- Solo consérvalo, te obedecerá en todo porque eres mujer… en todo. Son feos pero muy cariñosos.

- Lo que sigo sin comprender es que si te gusta tanto… “hacerlo con él”- Susurró provocando una risita en Leaf.- ¿Porqué no seguiste haciéndolo si las visitas son gratuitas? ¿Tienes remordimientos o miedo de ser descubierta?

- Es tortuoso para él estar confinado en el Rancho por tanto tiempo, esperándome en ese claro, en ese bosque y para mi, hacerme un hueco en mis horarios para visitarlo, con el enorme riesgo que conlleva. Fue una linda aventura pero tenía que ponerle un punto final.

La de cabellos castaños sacó una pequeña tarjeta de su bolso, notó que en el bolso tenía un adhesivo del símbolo a favor de la pokefília, círculos como los de las olimpiadas con los símbolos de los tipos, una hoja, una gota de agua una llama, etc.

- Toma, consérvala, tengo muchas. Les gusta encontrar promesas y tranquilamente das la talla.

Y le obsequió la tarjeta. Tenía una dirección cercana al edificio de Silph S. A. en Azulona y decía “Pokeporn Live” abajo, tenía un número telefónico.

- Ahora inicie otra aventura. Es mi 2do empleo y es mucho más rentable que ser camarera y entrenadora juntos. El problema es que sale algo de vez en cuando, tiene más competencia que cualquier otra cosa hoy en día.

- ¿Qué empleo es? ¿Es lo que yo creo?- Además de decir “porn” tenía el dibujo de una pokebola con un corazón en el centro. Se escuchó un bocinazo, un nuevo ferry llegaba.

- Sí, es eso. Videos para internet, fotos, películas, de todo, excepto pokefilia, por ahora.- Explico como si nada, con la misma naturalidad con la que Shauna hablaba de sexo.- Dicen que es el empleo más rentable ahora, en especial para las jóvenes hermosas, es por eso que te obsequié la tarjeta.

- ¿Qué? No me van esas cosas, no soy tan… audaz. Aunque gracias por lo de hermosa jeje.

- Dijiste que buscabas empleo. Consérvala por si acaso, tienen buenos actores, hombres gentiles, no es como en otras épocas.

Una vez que desplegaron el puente, fueron las primeras en pagar y subir. Serena la siguió con la cabeza más revuelta que el cuerpo de un Tangela, además, casi se queda sin pokecuartos ese día. Una vez ubicadas adentro (parecía un ómnibus con un pasillo ancho en el medio) siguieron dialogando de temas varios. Uno de ellos, fue el incremento de la pornografía, que parecía seguir a Serena día a día.

- Es todo un plan, Serena. Hombres poderosos manejan esta nueva industria, están detonando con sus políticas la tradición de entrenadores, como me pasó a mí, como le pasa a muchos. Piénsalo, docenas y docenas de jóvenes y jovencitas sin saber qué hacer, acostumbrados a una vida libertina, con dinero de sobra, encuentran en este nuevo empleo una salida fácil de esta crisis. Unos videos, unas fotos, y de repente tienen los bolsillos llenos sin tener que acampar en la intemperie, viajar kilómetros y kilómetros por el mundo, sin pasar el peligro de capturar pókemon. Pienso que es todo un plan.

- ¿Un plan? ¿Crees que empresas como esta que pagan tan bien se nutren de que haya menos entrenadores y es por eso que ya no tienen políticas que los subvencionan?

Leaf revolvió en su cartera y le enseño otras 4 tarjetas.

- Las coleccionó, trabaje en varios estudios de Pokeporn: Alola, Hoenn, Galar, Unova… hay de cuatro a nueve estudios en cada ciudad, aquí en Kanto hay siete. Es el nuevo negocio, sin dudas y está en ascenso y te cuento un chisme, dicen que incluso maestras pókemon están viendo la opción de involucrarse.

- ¡Por Arceus!

- Bienvenida al mundo Pokemon.

Con Leaf al lado, dialogaron de cosas más intrascendentes durante todo el viaje. Era como escuchar silbidos luego de la explosión de un depósito de explosivos. Todo le sonaba a una intrincada conspiración paranoide, no obstante, algo le decía que era real, ya nada era como en sus días de entrenadora, cuando viajo junto a Ash, Clemont y Bonnie. El mundo había cambiado sin que ella lo notara, frente a sus ojos, y sentía que por fin estaba despertando.

- Prométeme que lo cuidarás, es un buen pókemon y merece amor.- Le expresó al despedirse cuando llegaron al puerto. Desde la ventanilla vio que Shauna la esperaba para ir a comer a algún sitio de Carmín.

- No sé si podre cuidarlo a tu manera.- Admitió- Mejor dicho, eso no ocurrirá.

- Nunca digas nunca, de todas formas, no es lo que todos piensan.

- No me dijiste como lo conociste.- Pudiéndole la curiosidad antes de despedirse.

- Me lo obsequió una entrenadora hace varios años cuando inicie mi viaje, y ella a su vez lo obtuvo de otra. Tienes todo un tesoro entre las manos.





Capítulo 12. El reencuentro.



Misty vació el cartón de leche en su bowl de cereal, agitándolo hasta que la última gota se unió al desayuno en un salto.

- ¿No tienes “Magi-Crunchs”?- Preguntando por el cereal con Magikarp de mascota, crocante y sabor a cornalitos fritos.

- Sabes que nunca me gustaron, los “Corn Farfetch” son más nutritivos y se pueden comer con leche, los otros incluso solos me parecen inmundos.- Dijo sentándose en su mesa para desayunar junto a su ex, casi como en los viejos tiempos.

- Son mitos, son todos la misma porquería, colorantes, conservantes, saborizantes…- Dijo comiendo con prontitud. La pelirroja tenía un apetito atroz que arrastraba de sus años de entrenadora.

- Sabes, no tienes que comer tanto, no estás de viaje como en los viejos tiempos.- Recordando que ella había pasado hambre en su viaje junto a Brock, el Líder de Gimnasio de tipo Roca y una joven promesa cuyo nombre no recordaba.

- Créeme, me di cuenta de que no estoy de viaje como en los viejos tiempos. Quizás viajaba mucho y pasaba hambre, pero cuando Brock cocinaba mmmm es el mejor cocinero que conocí. Estos cereales son insulsos.

- Se nota, ya te terminas el bowl.- Observó sorprendido de su apetito.

- Me dio hambre el… ya sabes, sexo desenfrenado seguido de una confesión sorpresa.

- Si, odio cuando escuchar confesiones de alguien me abren el apetito.- Mencionó Álex con sorna.- Como ves soy humano además de viejo y rudo.

- Lo de rudo ahora lo pongo en duda. Lo de viejo también. Eso de enamorarse de una chica en una noche.- Riéndose en su cara.- Es de todo un adolescente con acné en el rostro y pelos en la mano.

- Tengo unos pelos en la mano y son rojos, no sé de donde salieron.- Contestó haciéndola escupir un poco de leche con cereal.

En eso sonó el timbre interrumpiendo la “velada”.

- ¿No es temprano para que te molesten?- Se quejó Misty, que siempre se fastidiaba cuando clientes llegaban al taller antes del horario de apertura.

- Debe ser otra cosa, puse el cartel de cerrado.- Los horarios de Álex eran irregulares y sus clientes lo sabían, de todas formas, el 80% eran motoqueros que no eran asiduos a los horarios o aparecer temprano.

- Deja, voy a ver quién es, además debo irme, esas medallas no van a entregarse solas.

Misty le dio las últimas cucharadas al cereal, sorbió la leche que quedaba y bajaron las escaleras, el hombre encendió las luces. Estas titilaron revelando su paraíso: estanterías con bulones, tuercas y repuestos, paredes cubiertas con paneles de herramientas, y toda clase de llaves, correas colgadas, neumáticos y por supuesto, posters y calendarios de mujeres desnudas en posiciones de lo más impúdicas cubriendo hasta los últimos centímetros de pared con sus sensuales figuras.

Misty abrió el portón y el sol lo encandiló. Cuando sus pupilas se acostumbraron vieron a una chica un poco más alta que ella, más voluptuosa y de rostro inocente. Sus cabellos eran rubios, sus ojos celestes y vestía muy a la moda con una musculosa oscura, una minifalda roja y medias altas. De hecho, el viento a favor impulsó su perfume en el taller haciéndola toser.

- Hola, quería saber si Álex estaba… ¿disculpa, quien eres?- Se enojó por algún motivo la jovencita desconocida sorprendiéndola.- ¿Qué haces aquí?

- ¿Tú, quien eres y qué haces aquí?- Le respondió Misty con bravuconería.

- ¿Esas son maneras de tratara una visita? No me contestas si está Álex.

- Es que eres muy maleducada para ser una visita, yo trato a las personas como se merecen.

Ambas jóvenes se acercaron y cruzaron miradas electrizantes estando con los brazos en jarra y casi se van de manos antes de que Álex interviniera.

- Misty, te presento a Serena, Serena, ella es Misty.

- Ooooh, debí suponerlo.- Mencionó la entrenadora de pókemon acuáticos dándole un codazo al hombre.- Bien, bien, de todas formas ya me iba al gimnasio, te dejo sola, ya me comí el cereal pero seguro encuentras otra cosa, si entiendes de lo que hablo.- Se despidió con un tono burlón de lo más molesto.- Adiooos.

- Ella es mi ex, le gusta bromear, tiene un carácter problemático, lo siento.

- Si, ya veo.- Menciono la chica algo incómoda, sonrojada como de costumbre.- Quizás vine en un mal momento, es que pasaba por aquí y pensé en visitarte, sé que es de mañana y pensé que estarías trabajando…

- Es un momento perfecto, es solo que pasó mucho tiempo desde la última vez.- Mencionó el hombre sintiéndose algo tonto por alegrarse tanto por su visita.- Me preguntaba cuánto fue.

- Sí, como cuatro o cinco días, demasiado tiempo. ¿O fueron seis?

- No sé, se me hicieron eternos, eso sí. Que modales los míos, pasa.

- ¿Tienes que trabajar?

- Si, debo adelantar un trabajo y quizás aparezca alguien, si no tienes mejores planes puedes hacerme compañía y nos vamos a almorzar a algún lugar

- Me parece un buen plan.- Aceptó Serena, entrando una vez más a “Poison Bikes” aunque esta vez, sola, y con la idea fija de debutar sexualmente con el dueño de sus suspiros.



Continuará



Gracias por leer! Espero que les haya gustado y no se hayan perturbado jeje el próximo número va a ser más “normal” no más vueltas, en el próximo Serena va a debutar y además va a descubrir varios secretos de su enamorado.

Si les gustó sean buenos y muéstrenme su apoyo puntuando y comentando, contesto preguntas y escucho sugerencias. Tengo planeado que otras pokegirls aparezcan más adelante, conocidas más que nada ;)


waifu

Capítulos anteriores:

A Serena le gustan mayores. Parte 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/3601156/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Fanfic-de-Pokemon-resubido.html
A Serena le gustan mayores. Parte 2:http://www.poringa.net/posts/relatos/3715160/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Parte-2-Fanfic-de-Pokemon.html#comment-176008
A Serena le gustan mayores. Parte 3:http://www.poringa.net/posts/relatos/3730867/A-Serena-Le-Gustan-Mayores-Parte-3-Fanfic-de-Pokemon.html

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