Cómo estuvo tu día?

Había sido una jornada larga de trabajo y ya era casi de madrugada cuando dejé mi lugar de trabajo para ir a mi casa. Manejé sintiendo el cansancio en el cuerpo y la cabeza. Solo pensaba en llegar a casa, tomar un buen vaso de agua y tirarme en la cama a descansar. Con seguridad estarían todos durmiendo, dada la hora que era. Así que al llegar entré en el mayor de los silencias, fui a la heladera, tomé agua y me dirigí a la pieza con la intensión de dormir. Abrí la puerta y hasta ahí llegaron mis intenciones de dormir.
Ahí la vi a ella. Acostada boca abajo, durmiendo. Solo tenía puesta su ropa interior. Una tanga que se perdía entre sus nalgas que eran un llamado a la lujuria. Mi pija comenzó a levantarse como si tuviera voluntad propia. Podía sentir como se iba poniendo dura y se levantaba como queriendo escapar del bóxer, que para ese entonces era lo único que me quedaba puesto.
Me subí despacio a la cama para no despertarla con el movimiento, quería despertarla de otra forma.
Puse mi mano en una de sus piernas, a la altura de las rodillas, y comencé a acariciarla. Mi mano llegó a su espalda y pude sentir como, aún dormida, su respiración se aceleraba. Mi mano bajó y acarició una de sus nalgas, mientras la llevaba despacio hasta su entre pierna. Su respiración se aceleró más cuando toque, sobre la tanga, su concha. Pude sentirla húmeda, más bien mojada. Hice presión y con un suspiro despertó. Me miró y sonrió. Intentó darse vuelta, pero me senté sobre sus piernas, apoyando mi pija entre sus nalgas. Se relajó y siguió acostada.
Mis manos recorrían su espalda mientras mi pija latía entre sus nalgas. Le desabroché el corpiño y le baje la tanga.
Me incliné hacia ella y mi lengua comenzó a recorrer su espalda. Comencé a bajar lentamente, sin dejar un solo espacio de la espalda sin acariciar con mi lengua. Fui bajando. Separé sus piernas, y mi lengua se abrió camino entre sus nalgas hasta llegar a donde comenzaba su concha. Repetí el recorrido final tres veces y entonces la giré y la tuve boca arriba. Pude ver como su concha se mojaba. Llevé mi lengua hasta allí y comencé a acariciar sus labios, mientras mis manos tomaban sus pechos para apretarlos con fuerza. Cada vez que mi lengua rozada su concha podía sentir un leve suspiro.
Me concentré en la parte central. Mi lengua se abrió paso entre sus labios hasta llegar al clítoris. Comencé acariciarlo, primero despacio, para luego acelerar el ritmo. Pude sentir como se aceleraba su respiración. Pude sentir como su concha soltaba todos sus jugos. Pude sentir como latía. Pude sentir su orgasmo mientras se retorcía en la cama.
Extenuada quedó ella. Ardiendo estaba yo.
Tuve que bajarme de la cama para volver a acomodarme. No me dio tiempo. De un salto se sentó. Me apoyó la mano en el abdomen para que no me acostara. Se arrodilló enfrente mío metió mi pija en su boca.
La acariciaba desde arriba y hasta abajo con la lengua. Lentamente podía sentir como le la mojaba. Podía sentir su saliva recorrer mi pija. La metía entera en la boca una y otra vez. Yo sentía como con cada movimiento me latía más y más. Estaba a punto de explotar. Entonces la sacó de su boca, y la acarició hasta que exploté y llené si cara y sus pechos de leche. Sentí que las piernas se me aflojaron. Caí en la cama.
“Hola, como estuvo tu día?” me preguntó después de besarme.



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