Post anterior
Post siguiente
Compendio II
Uf. Estoy muy enfadada con mi chiquitita coquetona.
😞
Después de volver de Chile, el domingo llevamos a las niñas a un restaurante de comida rápida, como habíamos hecho antes.
¿Y saben lo que hizo mi chiquitita coquetona?
Se quejó.
😑
“No somos “pobres”, papá. Podemos comer en un sitio mejor.” Esas fueron sus palabras.
😡
Ahí estaba mi chiquitita coquetona, picando sus papas fritas como si la hubieran ofendido personalmente, con la nariz arrugada de esa forma tan pesada que aprendió cuando cumplió diez años.
😕
Al otro lado de la mesa, mi pequeña señorita, su gemela, ya se había comido la mitad de su hamburguesa, con ketchup manchándole la mejilla, sin quejarse ni nada.
Y Alicia, nuestra hija menor, nos miraba comiéndose sus Nuggets sin entender mucho lo que pasaba.

😔
Mi marido, siempre tan atento, trató de calmar la situación.
“Bueno, cuando tu mamá y yo pololeábamos, no teníamos tanto dinero para venir a un lugar como este para comer.” Les dijo en esa voz tan tierna de papá.

😳
Me puse colorada al toque.
Pero nuestra chiquitita se quedó callada por la sorpresa, no con la alharaca de niñita malcriada que hace a menudo.
😍
Le fuimos contando que, en esos tiempos, nuestras “citas” consistían en compartir un paquete de galletas en la calle y escuchar música en audífonos con cables.

Para nuestras niñas, esto era un concepto marciano.
😂
Y en el camino a casa, les fuimos contando que salíamos a caminar y compartir, sin gastar mucho.
Les dijimos que nosotros éramos bastante felices con tomarnos de la mano y darnos algunos besitos tiernos.
😘
Nuestra chiquitita coquetona, por supuesto, estaba muda pensando.
Yo estaba molesta con ella, porque nosotros pasábamos harto tiempo ahorrando para comprar sopaipillas o helados y compartirlos entre los dos.
¿Y ella se quejaba porque es un restaurant barato con aire acondicionado y comida sabrosa? ¡Si supiera ella!
😤
“Pero también, hijita, por favor, sé razonable.” Le dijo mi amor con ese tono dulce de papá. “A tu hermana le encanta su “Quarter pounder del domingo”. ¿Por qué quieres quitarle eso?”
:o
Mi pequeñita malcriada reflexionó con las palabras de su papá.
Porque en el fondo, nuestra hijita es muy buena, que quiere mucho a sus hermanitos y sabía que su papá no le mentía.
😆
Pero llegando a la casa, nuestra Alicia mágica estaba toda entusiasmada, queriendo escuchar más de nuestra historia.
Mi marido suspiró, diciéndole a nuestras hijas que se las contó una infinidad de veces.
😫
“¡No, papito! ¡Yo no las he oído!” protestó Alicia, casi poniéndose a llorar. “Se la has contado a mis hermanas, pero yo no las he oído entera y creo que son muy bonitas. Son como un cuento de hadas con mi mamita y mi papito. ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Cuéntanos más!”
T.T

Nuestras gemelas también nos miraban con ojitos de cordero.
Es cierto, se las contamos todo el tiempo.
Pero nuestras niñitas están llegando a la preadolescencia, así que se comen el romance con papitas fritas y salsa de tomate.
😂
Así que tomé a nuestro Jaci en mis brazos, que se estaba quedando dormido después de nuestro paseo, y mi esposo se sentó en el sillón junto a las niñas.

0_0
El amor de mi vida les contó de nuevo que, a diferencia de ellas, nosotros no teníamos dinero para comer en McDonald's.
Que, para nosotros, comer en cualquier restaurante o picada era casi un lujo, porque mi papá no me daba dinero y él ahorraba para la locomoción, nuestros gastos más básicos y otras cosas más que nosotros necesitábamos con mucha urgencia…
(Condones… pero nuestras hijas no necesitaban saber eso XD)
😏
Y entonces dijo algo que simplemente...
Uf.
X.X
Me derritió en ese mismo instante.
😍
Me miró con esos ojos oscuros y hermosos y dijo:
“Para ser sincero, Marisol... por eso ni siquiera estoy seguro de cuándo me enamoré de ti. Hasta el día en que me besaste, solo te veía como mi amiga. La única diferencia después de eso... era que ahora nos besábamos.”

0_0
Nuestras hijas lo estaban procesando y yo me quedé pensando:
¿HEMOS ESTADO SALIENDO DESDE EL PRIMER DÍA QUE NOS CONOCIMOS?
Mi cerebro se quedó en blanco.

😰
Ellas SABEN que estoy locamente enamorada de mi mejor amigo desde siempre, así que me estaba muriendo por dentro, fingiendo mantener la calma.
Y todavía tengo la herida abierta de que pudimos haber empezado a pololear un poquito antes.
XO
Luego mi amor continuó...
Dijo que no me encontraba “especialmente guapa”.
(Casi lloro en ese momento... T.T)
Pero luego dijo que era divertida.
XD
E interesante.
😤
Y...
“Y muy rara.”
😑
Lo dijo a propósito.
>:X
Hice un puchero en señal de protesta.

😂
Él se rió y me explicó que, en aquel entonces, ya había renunciado a encontrar novia porque pensaba que él era aburrido, anticuado y ... raro también.
(No tenía ni idea de que él me gustaba. XD)
😏
Pero luego admitió algo que me hizo saltar el corazón:
Le preocupaba que yo tampoco estuviera buscando novio.
😲
Y que, aunque yo era más joven (¡Ejem! 12 años de diferencia no son NADA), él me encontraba “linda y atractiva”.
XD
Simplemente no se imaginaba saliendo conmigo.
(¡Mientras tanto, yo intentaba llamar su atención de cualquier manera posible!)
😍
Pero poco a poco, dijo que se dio cuenta de que me extrañaba.
Que hablar conmigo se había convertido en su parte favorita del día.
Y cuando consiguió su primer trabajo, lo único malo era no verme tanto.
º_º
Entonces lo dijo, la frase que me destrozó de la mejor manera posible:
Dijo que sentía lo mismo por mí entonces que ahora.
Que no se habría dado cuenta de que estaba enamorado de mí si yo no le hubiera besado primero.
X_X
Las chicas y yo nos quedamos atónitas.
“¿Cómo es posible que no se diera cuenta?” le preguntaron las tres en corito.
Pero yo le entendía.
🤔
Les expliqué que su padre siempre había sido así: educado, estable, coherente.
Y que, aunque paramos de vernos, cada vez que nos volvíamos a ver, recuperábamos nuestra misma conversación al instante.
(algo que mantenemos incluso ahora…)
Dijo que el único cambio real después de ese beso fue que supo que ya no podía vivir sin mí.
0.0
(Y sí, mis mejillas volvieron a arder).
Dijo que incluso antes de que tuviéramos intimidad, ya estaba pensando en casarse conmigo, y ya estaba ahorrando para ello.
😵
(Sinceramente, en aquel entonces yo solo pensaba en mejorar mi técnica para besar).
Así que mi esposo le explicó a mi chiquitita coquetona que, para nosotros, McDonald's era una cita de ensueño que nos costó mucho alcanzar.
Y que, aunque ahora ella quisiera ir a sitios más elegantes, él no iba a pagar cantidades absurdas solo por unos pequeños rollitos de sushi cuando podía hacer otros mejores en casa por la mitad de precio.
😆
Nuestra chiquitita coquetona se quedó callada.
Entonces, mi esposo, siendo el padre cariñoso que es, le dijo que la llevaría a un lugar elegante si realmente quería, solo para que ella viera que él no estaba mintiendo.
Y esa es la diferencia entre mi marido y mi padre.
😤
Nuestras hijas saben que su padre les daría la luna si se la pidieran.
Saben que no les miente.
Mi papá, en cambio, me habría dicho que “me aguantara” y dejara de malgastar plata.
T.T
Pero bueno.
Mi mejor amigo acababa de terminar su entrenamiento nocturno: flexiones, estiramientos, la pequeña rutina que mantenía porque nuestras hijas se lo pidieron.

Su piel aún brillaba, su respiración era lenta y controlada.
😍
Pero yo apenas me di cuenta de nada de eso.
Estaba demasiado ocupada mirándolo.
O más bien... él se dio cuenta de que lo estaba mirando. Y no de mi forma habitual de esposa sedienta y calentona.
Cogió su toalla, se secó el sudor, la tiró a un lado y se sentó a mi lado en la cama.
“¡Vamos, ruiseñor!” me dijo suavemente, acariciándome la mejilla con los dedos. “Estás demasiado callada. ¿Qué te pasa?”
😊

Dudé, algo que casi nunca hago con él.
“Mi amor... antes, lo que les dijiste a las niñas... sobre querer casarte conmigo después de que te besé... ¿Lo dijiste en serio? ¿O lo decías solo para impresionarlas?”
😮
Levantó las cejas, sorprendido, pero sin mostrar confusión.
Se tumbó a mi lado, puso un brazo debajo de mi cabeza y me atrajo suavemente hasta que mi frente descansó contra la suya.
😍
“Lo dije en serio.” Me respondió. “¿Quieres que te cuente la verdad? Cuando me besaste... todo cambió para mí.”
Sentí que se me encogía el pecho y que se me humedecían los ojos.
😭
Él continuó, con esa voz baja, tierna y sincera:
“Tú me conoces, Marisol. Antes de ese beso, no tenía ningún plan. Ninguno. Ni salir con alguien, ni casarme. Había perdido casi toda esperanza de que alguien pudiera enamorarse de un tipo como yo.”
😅
Se rió suavemente, recordando esos días.
“Entonces, apareciste tú. Extraña, divertida, linda... demasiado joven, me dije a mí mismo. No dejaba de pensar que estabas cometiendo un error cuando me besaste.”
😘
Me besó ligeramente en la frente.

“Pero ese beso, tu beso con sabor a limón, lo cambió todo. No hice ningún plan. Hice otros nuevos. Incluyéndote a ti.” Me dijo con esa voz tan sincera que le he escuchado todos estos años.
😲
Se me cortó la respiración.
“Quería que viviéramos juntos algún día.” Continuó sonriendo. “Proponerte matrimonio cuando fuera el momento adecuado, como es debido. Con anillo, cena, todo. Pero bueno... tú sabes que no todo salió como tenía originalmente planeado.”
😭
Lo miré con los ojos llorosos.
T-T
“¿Y mi cumpleaños?”
:o
Mi esposito lindo sonrió, esa sonrisa suave, juvenil y secreta que solo me muestra a mí.
“Sí… bueno, lo que sí sabía era que me casaría contigo cuando cumplieras diecinueve.” Lo dijo así, sin más.
Como si no me hubiera robado el corazón por enésima vez.

0.0
Pero entonces, se puso nervioso.
😂
“Es decir… estaba casi un 80% seguro que ibas a aceptar casarte conmigo.” Me respondió con un poquito de vergüenza. Me acarició el pelo. “Pero quería entregarme a ti como regalo de cumpleaños. Una de las mejores ideas que he tenido en mi vida.”
Eso fue todo. Me derrumbé.
😂
Las lágrimas brotaron. Mi corazón se derritió por completo.
Él me las secó con el pulgar, acariciándome la cara.
“¿Por qué lloras, ruiseñor?”
“Porque...” mi voz se quebró. “¿De verdad me querías tanto entonces?”
No respondió con palabras.
Simplemente me atrajo hacia su pecho, fuerte, cálido, familiar, y me besó en la coronilla.
😘
“Marisol.” me dijo tierno al oído, con un romántico suspiro. “Te he amado igual desde el principio. Tú solo me has ayudado a darme cuenta.”
El aroma de su sudor, terroso y salado inundó mi nariz cuando me acerqué más a él.
🤤
Sus dedos trazaron la curva de mi columna a través de mi fina camisola, prendiéndome como moto.
Levanté la cabeza y capté el destello de perversión en sus lindos ojos.
😏
Y ahora está muy bueno.
Antes era guapo e inteligente.
😍
Pero ahora, además, está musculoso...
😋
Deslicé mis dedos por su antebrazo, aún húmedo por el entrenamiento, con los músculos tensos bajo mi tacto.

“Tú eras tan delgado…” me quejé con voz de putita caliente, recordando al estudiante universitario larguirucho que me había compartido su última galleta conmigo bajo las sombras de la calle.
Su pecho retumbó con la risa, vibrando contra mí.
“Y tú, en esa época, eras tan plana...” bromeó, haciéndome hacer un puchero.
>:x
“Pero, aun así, pensabas que mi trasero era grande, redondo y bonito.” Le dije picada, meneando mis atributos.
😤
Mi marido me dio una palmada juguetona, lo suficientemente fuerte como para hacer que mi carne se moviera, y sonrió.
“Y aún lo es.” respondió, apretándolos con aprecio. “Como dos melones perfectamente maduros envueltos en seda.”
😊
Y bueno... solo los tocó.
No sé por qué, pero verlo tan guapo y viril me excita aún más ahora.
Antes era mi amigo mayor, guapo e inteligente.
Pero ahora...
🤤
El sabor de su sudor permaneció en mi lengua mientras deslizaba mis labios por su clavícula y mis dedos se deslizaban más abajo, pasando por la cintura de sus pantalones de pijama y envolviendo su creciente calor.
Mi marido inhaló bruscamente mi olor, apretando mi trasero como si pudiera acercarme aún más.
“Estás muy caliente esta noche.” Me dijo, pero su voz delataba sus ganas.

😩 😖
Bajo mi palma, él palpitaba, endureciéndose con cada lento movimiento.
Le mordí el lóbulo de la oreja, juguetona, disfrutando cómo se estremeció.
😈
“Mhm, ¿Puedes culparme?” Su aroma, embriagador y masculino, inundó mis sentidos mientras me apretaba contra él, deslizando mi mano libre sobre su pantalón para arañar ligeramente con las uñas sus abdominales. “Estás todo sudado... y grande... y eres mío.”
X0
El gruñido posesivo de mi marido me sorprendió.
Mi esposo se rió despacito, hundiendo sus dedos en mi carne en respuesta.
😩 😲
Su respiración se aceleró cuando subí el ritmo a mis caricias, pasando mi pulgar por su punta ardiente para palpar el juguito que tenía allí.
XO
“¡Oh, Marisol!” Se quejó lindo, retorciéndose bajo mi mano, levantando las caderas hacia mi mano.
La forma en que sus músculos se tensaban bajo su piel, tensos, temblando por el esfuerzo, hizo que mis propios muslos se apretaran y me tuviera que rascar mi humedad.
🤤
Me encanta ponerlo así de caliente, haciéndolo perder el control con mi mano que envuelve su enorme y ardiente pene bajo mi poder.
😏
Pero mi esposo, en cambio, apretó mi trasero, clavando los dedos en la suave carne mientras me arrastraba sobre su regazo, encima de él.
X.X
La repentina fricción del pantalón de su pijama contra mis muslos desnudos me provocó una sacudida y jadeé, solo para que su boca se estrellara contra la mía, tragándose el sonido.
😚
Su lengua tenía sabor a la pasta de dientes de menta que compartimos, pero debajo de ella, tenía un gustito más rico, más caliente y primitivo.
Su mano libre se enredó en mi cabello, tirando lo suficiente como para hacerme cosquillas en la cabeza.
“¡Estás jugando con fuego!” Me advirtió súper calentón.
😵 😲
Me arqueé hacia él, frotándome deliberadamente contra la rígida línea de su erección enorme que se tensaba contra sus pantalones cortos.
“Quizás, tengo ganas de quemarme.” Le desafié, apretándole la puntita enorme a través de la tela.
😫
Su respiración se agitó y sus caderas se sacudieron involuntariamente hacia arriba.
El calor húmedo que ya se filtraba a través del material me hizo la boca agua.
😋

Le bajé la cintura al pantalón lo justo para liberarlo, disfrutando de la forma en que su pene saltó contra mi palma: gruesa, enrojecida, increíblemente dura.
El líquido preseminal brillaba en la punta; pasé el pulgar por encima, untando la humedad a lo largo de su longitud con un movimiento lento y tortuoso.
Y me la llevé a la lengua, para calentarlo al máximo.
😏
Las manos de mi marido se clavaron sobre mi trasero, los dedos clavándose en la suave carne mientras me arrastraba hacia adelante hasta que mis rodillas se colocaron a horcajadas sobre sus muslos.
😩
La repentina fricción de su erección latente contra mi piel desnuda me hizo jadear, un sonido que él ahogó con otro beso ardiente.
Su lengua sabía a menta y a algo más oscuro, más caliente, único en él.
Una mano grande se deslizó por mi espalda, arrugando mi camisón hasta que el aire fresco golpeó mi piel húmeda.
😱
“¡Vaya, ya estás mojada!” gruñó contra mis hombros, con las yemas de los dedos recorriendo el encaje empapado que se aferraba a mí. “¿Solo por tocarte así?”
X<
No respondí.
No pude.
No cuando su enorme pene palpitaba contra mi palma, con gruesas venas latiendo bajo mis dedos mientras lo acariciaba lentamente, girando mi muñeca tal y como a él le encanta.
El líquido preseminal manchaba mis deditos y la palma de mi mano, y el aroma a sudor y calentura se intensificaba entre nosotros.
😩 😲
Las caderas de mi mejor amigo se sacudieron incontrolablemente, su aliento ardiente y descontrolado contra mi cuello.
“¡Provocadora!” me acusó, conteniéndose hasta los huesos, pero la forma en que sus pupilas me miraban delataba su deseo.
😫
Su agarre sobre mis nalgas se tensó de repente, sus dedos clavándose en mi suave carne mientras me atraía hacia él.
La áspera tela de sus pantalones cortos rozaba mis muslos desnudos; esa noche ni siquiera nos habíamos terminado de ponernos los pijamas.
😫
Gemí cuando su pulgar se deslizó bajo mis bragas de encaje y me encontró empapada.
“¡Carajos, Marisol!” gimió impresionado, rodeando mi clítoris con una precisión enloquecedora. “¡Estás empapada!”

😩
El encaje se rasgó con un tirón brusco, y el sonido me provocó una sacudida en lo más profundo de mi ser.
XO
Me arqueé ante su tacto, y mi respiración se cortó cuando sus dedos se deslizaron más abajo, provocándome antes de introducir dos dedos gruesos sin previo aviso.
😫
Mis caderas se arquearon instintivamente, persiguiendo el delicioso estiramiento mientras él los curvaba justo en el punto adecuado.
“¡M-mi amor!” Las palabras se disolvieron en un gemido cuando añadió un tercer dedo, moviéndolos lentamente en forma de tijera mientras su pulgar seguía torturando mi clítoris.
😧

“¡Dilo!” me ordenó contra mi cuello, con los dientes rozando mi pulso. Su mano libre me agarró por la cadera, guiándome para que me balanceara contra sus dedos empujadores. “¡Dime lo que quieres, Marisol!”
La orden en su voz, áspera por la excitación, envió una nueva ola de calor entre mis muslos.
😰
Podía sentir su pene retorcerse contra mi espalda baja, dejando rastros pegajosos en mi piel.
😖
Gemí cuando sus dedos se hundieron más adentro, con la palma de su mano frotando mi clítoris con cada caricia.
“¡A lo perrito!” Le supliqué, arqueando la espalda hasta que mi trasero se presionó contra su abdomen. Las palabras me salieron en un ronroneo descontrolado, mitad gemido, mitad súplica. “Fóllame como... ¡ah! Como si fueras mi dueño.”
Su gruñido de respuesta vibró a través de mí, subiendo mi calentura sobre nueve mil y sus dedos me dejaron moretones en las caderas.
😲
Mi esposo retiró los dedos con un sonido húmedo que hizo que mis mejillas ardieran aún más, y antes de que pudiera protestar, sus manos ásperas me pusieron a cuatro patas.
El colchón se hundió bajo su peso, y entonces, ¡Dios mío! el calor sordo de la punta de su pene rozó mi ano, dando vueltas, pero sin presionar.
XO
Mis músculos se contrajeron involuntariamente, recordando el estiramiento de la última vez que me lo rompió.
“¡M-mi amor!” logré decirle, pero él se limitó a reírse un poco, arrastrando la punta hinchada hacia abajo para provocar mis pliegues empapados.
😩 😖
La primera embestida me dejó sin aliento.

Incluso después de cuatro hijos, la deliciosa sensación de ardor que me provocaba al abrirme nunca se atenuó; más bien, al contrario, mis embarazos me habían vuelto más sensible de alguna manera, un hecho que mi esposo celebra con un entusiasmo profano.
Mis dedos se retorcían en las sábanas mientras él llegaba al fondo, y su gemido resonaba en mi columna vertebral.
“¡Todavía te siento como una virgen cada vez!” me informó con voz ronca, empujando con fuerza para enfatizar su punto.
😩 😲
Un calor líquido se acumuló en mi vientre y me corrí vergonzosamente rápido, un orgasmo superficial y fugaz que me dejó gimiendo contra el edredón.
XO
El amor de mi vida no se detuvo.
Su palma callosa se deslizó por mi espalda sudorosa para agarrarme del pelo, inclinando mi cabeza hacia atrás mientras me penetraba con movimientos lentos y deliberados.
El ángulo era más profundo así, cada roce de su pene contra mis paredes me arrancaba otro gemido demoledor.
😫 😖
“¡Mírate!” murmuró, con voz llena de orgullo. “¡Goteando a mi alrededor antes incluso de que haya empezado a culearte de verdad!”
El obsceno chapoteo de nuestra unión acentuó sus palabras, y mi cuerpo se apretó alrededor de él por reflejo.
😩😫
Después de trece años, mis terminaciones nerviosas seguían trazando cada protuberancia y vena de él como si fuera braille.
Su mano libre se deslizó por debajo de mí, encontrando mi clítoris con una precisión brutal.
😱
Me mordí el labio con tanta fuerza que sentí el sabor del cobre, el regusto metálico mezclándose con el sabor al sudor de su cuerpo y el sexo mientras miraba hacia la esquina: la cuna de Jacinto estaba justo al otro lado de la habitación, la respiración pesada de nuestro hijito apenas audible bajo nuestros jadeos animales.
Mi esposo me pellizcó el pezón con fuerza, retorciéndolo hasta casi hacerme daño, y yo me arqueé violentamente contra él con un chillido ahogado.
“¡Más bajo, ruiseñor!” me susurró en mi oído, también dándose cuenta de lo que me preocupaba haciendo que sus embestidas se volvieran más superficiales para prolongar la tortura. “A menos que quieras explicarle por qué mamá suena como una gata caliente.”
😵 😲
Sus dientes rozaron mi lóbulo de la oreja mientras sus dedos reanudaban sus crueles círculos alrededor de mi pepita.

La sensación era vertiginosa: su pene me abría centímetro a centímetro de forma insoportable, mientras su otra mano me manoseaba el pecho con rudeza, apretándolo hasta que la carne se derramaba entre sus dedos.
Siempre le ha encantado lo receptiva que soy, cómo mi cuerpo se sonroja y tiembla bajo su tacto como si estuviera hambrienta de él.
🤔
Lo cual, francamente, era cierto.
Mis muslos temblaron cuando su pulgar volvió a rozar mi pezón, y el encaje de mis bragas rotas rozaba mi piel hipersensible con cada movimiento de sus caderas.
😩😫
“¡Amor mío!” jadeé entre las sábanas, con la voz quebrada mientras otro orgasmo me recorría el cuerpo, este más profundo, más intenso, con mi cuerpo apretándolo como un tornillo.
Él gruñó entre dientes, conteniéndose, mitad de placer, mitad de desafío, y empujó con más fuerza, el golpe de piel contra piel resonando obscenamente en la habitación silenciosa.
😖😲
Ahogué un grito contra mi antebrazo cuando sus dedos se clavaron en mi cadera, manteniéndome abierta para sus embestidas, el estiramiento rozando el dolor de la mejor manera posible.
X.X
Cada movimiento de sus caderas me provocaba chispas en la columna vertebral, su pene rozando ese punto dulce dentro de mí con brutal precisión.
La comprensión de su cuerpo me golpeó como un golpe físico: él sabía exactamente lo destrozada que estaba, cómo mi cuerpo temblaba a su alrededor con cada clímax superficial, cómo me había convertido en plastilina en sus manos.
😱

Y lo peor (¿o lo mejor?), le encantaba.
Le encantaba reducirme a esto: su esposa codiciosa y gemibunda, frotándose contra él como si fuera una gata en celo a punto de morir si él se detuviera.
Solo pensar en ello me provocó otra oleada de calor, y mis uñas se clavaron en las sábanas.
😫 😖
Entonces sucedió: el revelador jadeo en su respiración, la forma en que sus dedos se clavaron en mis caderas con tanta fuerza que me dejaron moretones, las embestidas erráticas que perdieron su ritmo.
“¡Marisol!” Alcanzó a decir, mientras su pene se contorsionaba ardiente dentro de mí.
Su gemido fue crudo, desnudo, mientras se hundía hasta el fondo.
💦 💦 💦 💦 💦

Sentí su pulso dentro de mí, grueso y caliente, su pene hinchándose lo suficiente como para unirnos mientras su liberación se derramaba completamente.
Su peso se derrumbó sobre mí, su piel sudorosa pegada a mi espalda, su respiración agitada contra mi hombro.
😏
Pero mi esposo nunca permanece agotado por mucho tiempo, no conmigo.
Sus labios dejaban un rastro de besos perezosos y adoradores a lo largo de mi columna vertebral, mientras sus manos recorrían mi cuerpo tembloroso, redescubriendo cada curva como si no las hubiera reclamado como suyas apenas unos minutos antes.
Cuando sus dedos rozaron la curva de mi trasero, me arqueé instintivamente y se me escapó un gemido.
“¿Ya estás lista?” me preguntó, con una nota de diversión e impaciencia en su voz, pero yo sentí la prueba presionando contra mi muslo, dura y ansiosa de nuevo.
😅
Su pulgar rodeó mi entrada fruncida, resbaladiza por su propio semen que se escapaba de mí, y se me cortó la respiración.
“¡Por favor!” Le rogué, empujando hacia atrás contra su toque.
El estiramiento aún ardía en mi memoria desde la última vez: la deliciosa y excitante presión de él llenándome allí mientras sus dedos trabajaban mi botoncito hasta dejarlo en carne viva.
😩 😖
Mi marido gimió despacito, su pene se retorció contra mí en respuesta.
“¡Me vas a matar, mi amor!” le dije, disfrutando como perra, pero sus caderas ya se estaban moviendo, alineándose con mi estrecho agujerito.
😩 😲
La primera presión de su hinchada cabecita me dio un escalofrío, agudo y eléctrico.
Gemí entre las sábanas mientras él me provocaba con pequeños movimientos, retirándose lo justo para hacerme sentir dolor antes de empujar de nuevo.

😫 😖
“¡Mira cómo lo tomas!” Me dijo mi esposo súper orgulloso, deslizando su mano libre por mi espalda hasta agarrarme del pelo. “¡Se nota que la puedo meter hasta el fondo, putita!”
XO
Sus palabras me desarmaron al toque, más de lo que su pene jamás podría, y sus elogios ásperos tocaron más hondo que la gruesa carne.
Su pulgar volvió a encontrar mi botoncito otra vez, haciendo circulitos hermosos mientras me penetraba con delicadeza, tan despacio que sentía cada centímetro.
😩😫
El ardor era exquisito, me hacía arquear los dedos de los pies, era ese tipo de dolor que se convertía en placer hasta que ya no sabías distinguir uno de otro.
Mis muslos temblaban, resbaladizos por el sudor y su eyaculación anterior, mientras él llegaba al fondo con un gemido que me sacudió los huesos.
“¡Ay, Marisol!” me gruñó, con las caderas pegadas a mi trasero. “Sigues tan estrecha... como si me estuvieras estrangulando.”
😖😲
No podía hablar.
No podía respirar.
El ardor de mi colita era abrumador, con su enorme pene palpitando dentro de mí como si estuviera enojado porque mi culito olvidó su forma.

😵 😲
Mi esposo se rió despacito al disfrutar de mi colita apretada, acariciando mi pecho con su mano libre, pellizcándome el pezón con una crueldad casi inaceptable.
“¡La aguantas tan bien!” Me susurró sensual, empujando más profundo solo para oírme gemir. “¡Mi pequeña esposa putita, siempre pidiendo más!”
XO
Sus dedos se deslizaron más abajo, trazando el obsceno bulto en mi vientre donde me había estirado obscenamente.
Las lágrimas me ponían todo borroso, no por el dolor, nunca por el dolor, sino por la intensa sensación de ser poseída tan rico.
😵 😲

Las estrellas explotaban detrás de mis párpados mientras él se movía dentro de mí con embestidas lentas y a propósito, cada una de ellas rozando ese lugar secreto y sensible en mi interior que hacía que mis muslos temblaran.
Me tuve que morder el antebrazo para no gemir tanto, con la excitación aumentando peligrosamente y el riesgo de que Jacinto se despertara a pocos metros de distancia.
😖😲
Él lo vio. Obvio que lo vio.
Mi marido me agarró del pelo con la mano y me echó la cabeza hacia atrás para dejar al descubierto mi garganta mientras sus caderas se movían bruscamente hacia delante.
“¡Déjame oírte!” Me dijo agarrándome una pechuga, con su aliento caliente en mi oído. “¡Aunque solo sea un quejido!”
😩😫
Sus dientes se hundieron en mi hombro, ahogando mi grito ahogado.
Su mano me manoseó el pecho con rudeza, pellizcándome el pezón con tanta fuerza que puse los ojos en blanco.
La doble sensación, de placer abrasador y dolor agudo de mi colita hizo que una descarga eléctrica me recorriera la columna vertebral.
😫 😖
Mis jadeos se aceleraron, pequeños sonidos ahogados y suplicantes que rozaban lo obsceno mientras él apretaba mi cintura y sus dedos me dejaban marcas en la piel.
Podía sentirlo por todas partes: su pene me dilataba hasta lo imposible, su pecho húmedo presionaba mi espalda, el roce áspero de su vello púbico contra mi colita.
😱

Cuando su pulgar volvió a encontrar mi botoncito hinchado, frotándolo en círculos apretados, casi grité.
XO
El estiramiento era delirante, demoledor: cada embestida me dejaba sin aliento, dejándome mareada.
Las estrellas estallaban detrás de mis párpados sin parar, mi visión se llenaba de brillantes destellos de placer y dolor.
Las lágrimas brotaban de mis pestañas y resbalaban calientes por mis mejillas, con mi cuerpo apretándose al suyo involuntariamente.
😫 😖
Y mientras papito rompía a mamá a vergazos, Jacintito se quejaba tierno entre sueños, pateando con sus piececitos los barrotes de la cuna.
Entonces, el sonido me puso nuevamente más caliente, esa emoción prohibida de ser tomada tan rico a pocos metros de nuestro hijo, ajeno a todo.
Mi marido apretó mi cintura, clavándome los dedos en las caderas con tanta fuerza que me dejó moretones.

😩😫
Grité patéticamente, con la garganta adolorida por los gritos ahogados, mientras su pene se arrastraba sin piedad contra ese dulce y maravilloso lugar dentro de mí.
Su aliento salía en ráfagas ardientes contra mi hombro, sus embestidas se volvían más alocadas: profundas, superficiales, luego increíblemente profundas de nuevo, como si no pudiera decidir si enterrarse para siempre o saborear cada segundo.
😖😲
“¡Mírate!” Me dijo, gozando como loco. “¡Estás tan apretada, que parece que quisieras ordeñarme al vacío!”
Sus palabras por sí solas me hicieron estremecer de nuevo, sumergiéndome en un mar de victoria y mi cuerpo se contrajo a su alrededor en una respuesta incontrolable.

😩 😲
Su mano libre soltó mi pechuga hasta volver agarrarme del pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás hasta que mi espalda se dobló deliciosamente.
La estirada que me dio fue exquisita: su pene se hundió hasta el fondo, sus caderas se movían en círculos lentos y obscenos que nublaban mi visión.
Mis jadeos se convirtieron en algo obsceno, desesperado, cada exhalación era una súplica porque ya no aguantaba más, mientras su otra mano volvía a encontrar mi botoncito, frotándolo con fuerza, en círculos castigadores.
😩😫

“¡Corazón, por favor!” Le imploré, las palabras se disolvieron en un gemido ahogado cuando sus dientes mordieron mi hombro de nuevo, el dolor agudo contrastando con el placer abrumador.
Entonces se movió, con una brutal embestida que me dejó sin aliento, antes de quedarse completamente quieto.
X.X
Un estremecimiento sacudió su cuerpo, tensándose por completo mientras su pene latía dentro de mí, gruesa e increíblemente caliente.
💦 💦 💦 💦 💦 💦

Su gemido fue profundo, animal, con la frente presionando mi espalda sudada mientras se derramaba entero en mi incendiada colita.
Mis muslos temblaban, resbaladizos y tensos por el sudor y su enorme corrida, mi cuerpo aun apretándose, estrujándolo a fondo en impotentes réplicas.

Durante un buen rato, solamente respiramos agotados: su pecho se agitaba contra mi espalda, mis dedos aún retorcidos y blancos por el esfuerzo en las sábanas.
😂
Me reía solita, pensando que en unas horas más, tendría que ir a trabajar a la escuela y mis alumnas me verían de nuevo caminar cojita por la sala.

Entonces, más suave que el roce de sus labios contra mi espalda sudada, escuché su voz:
“¿Lo dudaste?” Sus dedos recorrieron mi costado hasta acariciar mi pecho, su pulgar rodeando mi pezón erecto con una delicadeza tierna y cariñosa en comparación con el agarre doloroso que había tenido sobre mí momentos antes. “¿Ese primer beso que me diste?”
😤
“¡Nunca lo hice!” le respondí segura de mí. “Estaba tan enamorada de ti que no pude aguantar más. Mi cuerpo... simplemente se movió... y cuando me di cuenta de lo que había hecho, tú estabas encima de mí besándome y diciéndome que mis besos sabían a limón. Yo estaba... bueno... confundida, pero si eso significaba que me besaras, realmente no me importaba mucho.”
Mi esposo se rió contra mi espalda transpirada, con su pene todavía durito dentro de mí.
“Bueno, tus besos siguen siendo un misterio para mí. Por eso no me canso de besarte.” Me explicó, apretándome el pecho con calidez.
Sus deditos exploraron las curvas a lo largo de mis costillas, como si recordara lo mucho que había reclamado mi cuerpo con el paso de los años.
😆
“Esa noche, me quedé despierto pensando en lo estúpido que había sido. Todos esos meses sin darme cuenta de que estabas ahí, a mi lado, deseando besarme. Claro, me sentía mal, pensando que me estaba aprovechando de ti. Pero tus labios saben increíble, así que me costaba mucho intentar hacer lo correcto. Por suerte, me convenciste de que eras lo correcto para mí. Y el resto, como dicen, es historia.” Me contó animoso, poniéndome feliz y haciendo que, sin querer, meneara mi colita.

XD
Su pulgar acarició mi pezón despacito y suave, dándome otro escalofrío en mi piel hipersensible. Giré ligeramente la cabeza y capté su maravillosa sonrisa que se dibujaba en sus labios, la misma que pone cada vez que resuelve problemas complicados en su trabajo.
“Siempre has sido muy metódico para todo.” le dije en tono burlón, haciendo una mueca de dolor cuando se movió y su semen calientito se escapó sobre mis muslos. “Incluso en el amor.”
😂
“No pude evitarlo.” Me dijo con esa mirada honesta que me roba el corazón, moviéndose dentro de mí un poco incómodo (¡pero haciéndome sentir increíble!). “Era la primera vez que estaba realmente enamorado y, cuando me di cuenta de eso... todo cambió. Tú eras mi amiga, Marisol. Pero yo quería más y la idea de casarnos... no me parecía tan mala.”
0.0
Los dedos de mi marido acariciaron de nuevo mi areola, de una forma tan suave como una pluma.
Su pene, ahora más blando y flexible, se movió dentro de mí mientras hablaba, como si le diera espacio para revelar su confesión.
“Después de ese beso, empecé a analizar mi propia vida como si fuera un gran proyecto.” Una risa cálida me acarició el hombro. “Cuántas veces pensaba en ti. Cómo me dolía el pecho cuando no estabas cerca. La estúpida sonrisa que se me escapaba con solo oír tu voz.”
😳
Su palma se deslizó hacia abajo para acariciar mi vientre, el mismo vientre que había llevado a cuatro de sus hijos, con una ternura que me dejó sin aliento.
“Me tomó veintisiete años enamorarme, pero una vez que lo hice, supe que nunca querría a nadie más.” Me dijo, mirándome fijamente a los ojos.
😂
“Ya me conoces: empecé a hacer planes.” Se rió despacio y alegre, apretándome los pechos y dejándolos finalmente descansar. “Primero, pedir permiso a tus padres para salir juntos. Luego, empezar a vivir juntos. Después, salir, darte el anillo y proponerte matrimonio. Y luego, tener hijos. Hasta ahora, ha sido la mejor decisión de mi vida.”
T.T
“Pero no lo hiciste.” le dije, volviendo a llorar de nuevo, burlándome al saber cómo salieron las cosas.
Su pene, ya más tranquilo, se salió y sentí cómo su semen resbalaba por mi muslo.
Nuestro dormitorio olía a sexo y sudor, y las sábanas se pegaban a nuestra piel húmeda.
Y claro, Jacinto hablaba algo en sus sueños, moviendo sus piececitos bajo la manta.
Pero en esos momentos, era como si estuviéramos nosotros solos.
“Sí... ese ascenso arruinó mis planes.” dijo, abrazándome suavemente (y sin dejar de tocarme los pechos XD). “Pero sí que quería casarme contigo el día que cumplieras diecinueve años. Eso nunca cambió.”
😭
Se me llenaron los ojos de lágrimas, no por tristeza, sino por el peso de sus palabras presionando contra mis costillas.
Trece años y cuatro hijos después, este hombre aún recordaba la fecha exacta en la que había querido reclamarme para siempre.
Mis labios encontraron los suyos con torpeza, saboreando la sal y el ligero sabor a menta de su pasta de dientes.
“¿Sigo sabiendo a limón?” le pregunté toda llorona contra la boca.
T.T
Su risa resonó en mi corazón, cálida y familiar, mientras su pulgar me secaba las lágrimas.
“Refrescante y deliciosa como una dulce limonada en verano.” Me respondió, mordisqueándome el labio inferior. “Rara, igual que tú.”
>:x
Le di un golpecito en el pecho, pero él me agarró la muñeca y me puso la palma de la mano sobre su corazón, que aún latía rápido por el esfuerzo anterior.
“Pero me casé con tu rareza.” añadió, con esa voz grave que me hacía tensar los muslos. “Y seguiré casado contigo cada mañana hasta que me guarden en el ataúd.”
0.0
Esa sincera declaración, tan directa, tan típica de mi marido, me hizo derramar nuevas lágrimas.
Lo besé de nuevo, esta vez más profundamente, dejando que mi lengua recorriera el familiar pliegue de sus labios hasta que gimió.
En algún lugar más allá de la neblina de mi felicidad, Jacinto suspiró en sueños, flexionando sus diminutos dedos contra su conejito de peluche.
Mi esposo exhaló bruscamente por la nariz, interrumpiendo nuestro beso para mirar hacia la cuna.
“¡Vamos a dormir!” Me invitó, dándome una palmada suave en el trasero mientras yo me daba la vuelta para acurrucarme bajo su cuerpo calientito y protector. “Antes de que lo despertemos otra vez y empieces a llorar por lo bonitos que son sus bostezos.”
😂
Lo amo tanto.
😉
Post siguiente
0 comentarios - Un beso lo cambió todo