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La primera vez que lo hicimos en su casa

Siempre tuve una vida sexual activa con mi novia, todos los días que salíamos de la universidad la acompañaba a casa, pero nos deteníamos en los callejones o lugares oscuros para fajar y a veces hasta para un rapidin, ella parecía tan inocente, pero solos cambiaba por completo, ardiente y pervertida, nunca voy a superar esos días

Pero nada se iguala a la primera vez que lo hicimos en su casa, fue un día inolvidable, aunque no por lo romántico y especial, si no por lo pervertida y llena de lujuria que se sintió esa ocasión.

Había salido temprano de la escuela, ella no había tenido clases, así que fuí a visitarla a su casa, cuando llegue ella me recibió en pijama, despeinada y algo sudorosa, a primera vista uno no pensaría nada pervertido, pero yo adoraba verla así, su pijama se pegaba a su cuerpo, dejando ver esa figura de gordibuena que me encantaba, piernas grandes, pechos redondos y pesados y un abdomen que a pesar de las llantitas, aún marcaba la figura de reloj de arena entre sus caderas y sus pechos.

Me invitó a pasar, antes de entrar la abrace y ella me recibió con un beso en los labios, a lo que yo respondí con un beso de lengua que ella correspondió con lujuria.

- Aún estoy caliente por lo de anoche - le dije mientras bajaba mi mano para acariciar su culo - hay que terminar lo que empezamos.

Ella se rió coquetamente, tomo mi mano y la paso a través de sus 2 nalgas mientras la subía de regreso a su cintura, disimulando el abrazo - lo voy a pensar, mi hermano y mi mamá están en casa.

Me respondió mientras hacía círculos con su dedo sobre mi pecho.

La noche anterior había sido ardiente, mientras caminábamos a su casa nos destuvimos en uno de los callejones que frecuentabamos, pero está vez no solo habían sido besos largos y manoseos, la temperatura nos había llevado a la siguiente base, sin que ella se resistiera, abrí su blusa y deje salir sus tetas, las acariciaba y apretaba mientras la besaba sin parar, ella sin pensarlo sacó mi verga del pantalón y comenzó a masturbarme, era tan excitante por hacerlo en público, podíamos ver las luces de los autos pasar por la calle principal, estaba apunto de correrme cuando ella se detuvo y se agachó, iba a hacerme una mamada hasta que vimos las luces de un auto entrar al callejón, entre pánico y excitación salimos corriendo de ahí mientras nos vestiamos y al final no pudimos acabar, cosa que me había dejado toda la noche en vela y que estaba dispuesto a terminar al día siguiente.

Entramos a su casa y pude saludar a su hermano que estaba viendo televisión en la sala, su madre estaba lavando ropa en el patio.
Su casa no es especialmente grande, el cuarto de su hermano daba hacía la sala, y el patio trasero estaba detrás del cuarto, el resto de la casa se repartía por un largo pasillo que se encontraba a un lado.
Nos sentamos juntos en el sofá, el frío dentro de su casa se sentía más fuerte que afuera, por lo que ella nos cubrió con una sábana con la que se estaba tapando antes de que yo llegará.

Ella saco su celular y comenzamos a ver reels y tiktoks, mientras yo acariciaba su cabello y ocasionalmente besaba su mejilla o lamia su oreja, entre susurros y risas le recordaba lo que había pasado anoche, a la vista parecía ni inmutarse, pero yo podía sentir como se estremecía cada vez que la besaba o le hablaba al oído.

Tal vez su hermano notó la tensión en el ambiente, o se sintió incómodo de estar haciéndonos mal tercio, pero después de hablar un rato, recordó que tenía tarea pendiente, apagó la televisión y fue a su cuarto para terminar, pude escuchar como había cerrado la puerta con llave, lo que me daba cierta confianza.

La puerta del patio estaba en su habitación, por lo que su madre tampoco podía salir sin tener que abrir la puerta, así que teníamos la sala para nosotros hasta que ellos quisieran salir.

Ella siguió viendo su celular, pero yo sabía cómo provocarla, pequeñas lamiditas en las comisuras de sus labios, con un poco de fuerza intentando pasar a través de ellos, eso siempre la excitaba, y está vez no fue la excepción, no paso mucho hasta que ella, sin pronunciar una palabra, cambio su gesto totalmente por uno totalmente lascivo, sus ojos caídos con una mirada sumisa, su boca abriéndose en su totalidad dejando salir su lengua en punta para enrollarse con la mía, un beso apasionado y lleno de adrenalina, la respiración de los dos se estaba volviendo pesada, la saliva brotaba mojandonos a los dos, la temperatura aumento al instante, ella temblaba y yo no pensaba claro.

Metí mi mano debajo de su pantalón de pijama, comencé a acariciar su vagina por sus bragas, podía sentir como estaba empapada.

Pero ella no quería solo eso, metió su mano y guío la mía debajo de sus bragas, sentí como su vagina tuvo un espasmo al tacto, sin pensar metí mis dedos dentro de ella, escuché como gimió sorprendida antes de que subiera el volumen de su celular para disimular nuestra travesura, yo metía y sacaba mis dedos de ella jugando con su placer, podía ver cómo sus ojos se cruzaban con esa mirada lasciva que sin palabras me pedía por más.

Me detuve un momento, nos apartamos del beso y podía escuchar como ella respiraba torpemente intentando recuperar el aire, estaba siendo muy excitante, ella me preguntó porque me detuve, y sin decir nada, comencé a jalar de su pantalón, su mirada cambio a una de alerta y volteo a ver la puerta de la habitación mientras yo seguía tirando de su ropa, ella me miró y dijo -no espérate, ellos están en la casa.

- La puerta está cerrada, y tienes la sábana encima, nadie te va a ver, quitatelos- le decía muy excitado, mientras volvía a meter mi mano debajo de su pijama y acariciaba sus bragas mojadas.

Ella dudó, pero no lo pensó demasiado después de que yo me acerqué a besar su cuello, escuché un gemido débil salir con pena, y sentí su cuerpo temblar.

Entonces ella cedió, se quitó los pantalones y las bragas para esconderlos debajo del sofá, quedándose solo con la sábana cubriendo sus piernas.

Volví a llevar mi mano a su vagina, pero está vez sin la intensidad de hace un momento, le dije que había sido una buena niña mientras pellizcaba su clítoris con mis dedos, ella casi grito de la sorpresa, sentí como su vagina chorreo por un momento, pero se detuvo, como si contuviera las ganas de correrse.

Seguí acariciando y jugando con su clítoris, ella no paraba de decirme que no parara, que siguiera así, su cuerpo parecía no resistir mucho más.

-Estas tan excitada, imagínate que en cualquier momento alguien abriera la puerta del cuarto y te viera así, ¿Que harías? - le dije mientras comenzaba a ser más intenso con mis caricias.

Entonces ella levanto una pierna para subirla al sofá, se quitó la sábana y dejo ver sin pena su vagina chorreante, su cara volvió a cambiar por una más lasciva, sus ojos llenos de deseo y su lengua de fuera, parecía haberse rendido ante el placer.

-me voy a correr- me dijo

Pero entonces me detuve, le dije que esperara un poco más, casi anticlimatico, ella volvió a cubrirse con la sábana y se acercó a mí buscando que siguiera dándole placer, pero entonces me atreví.

Me quite la sábana de encima y baje mis pantalones, deje salir mi verga excitada, comenzaba a doler que estuviera tan apretada mientras mi novia se divertía, su expresión cambio al momento por una de miedo, se puso nerviosa y volteaba seguido a la puerta de la habitación -no no no no, aquí no amor- me dijo mientras trataba de cubrirme con la sábana.

Me comencé a masturbar, mientras tomaba su mano y la llevaba hasta mi verga, aunque ella seguía insistiendo, fue su propio instinto el que la hizo continuar masturbándome, mientras con una mano encendía la televisión para disimular el ruido y los gemidos más intenso y con la otra la tomaba a ella de la nuca para acercarla y seguir besándola con pasión.

Esto ya estaba rebasando nuestro libido, la idea de que en cualquier momento nos podían descubrir nos estaba excitando tanto, no podíamos parar.

Sentí que estaba a punto de correrme cuando aparte su mano de mi verga, la mire a los ojos y ella entendió que estaba pasando, me miró haciéndome pucheros, como si no quisiera hacerlo por el riesgo de que nos atraparan, pero después de darle otro beso su mirada cambio otra vez a la de la mujer lasciva que estaba buscando.

Ella se inclino, acercó sus labios a mi pene y comenzó a hacerme una mamada, podía sentir su lengua pasar a través de la punta, me estaba matando, y no ayudaba escuchar como bebida su saliva mientras tragaba mi verga, estaba por correrme cuando lo que menos queríamos ocurrió, se comenzó a escuchar que su madre y su hermano venían.

Actuamos al instante, ella se levantó y me cubrió con la sábana, yo me puse un cojín en las piernas para disimular la erección y a ella la recargue en mi pecho para que pareciera que estábamos viendo la televisión, nuestro corazón latía a mil por hora.

Su madre y su hermano salieron de la habitación, sin prestarnos mucha atención caminaron hasta la cocina y tomaron unas bolsas, iban a salir a hacer unas compras para la cena, así que tenían que ir rápido, se despidieron y cerraron la puerta, entre la adrenalina y las prisas de su mamá, sentí que todo había pasado muy rápido, de la nada, estábamos completamente solos en su casa.

En cuanto la puerta se cerró, el silencio cayó sobre la casa como una bendición pervertida. Mi novia y yo nos miramos por un segundo, jadeando todavía por la adrenalina del casi descubrimiento. Sus ojos, aún con esa mirada lasciva que me volvía loco, se llenaron de un fuego que no podía contener más. Sin decir una palabra, se lanzó sobre mí, besándome con una ferocidad que me dejó sin aliento. Sus labios devoraban los míos, su lengua invadiendo mi boca como si quisiera tragarme entero, mientras sus manos tiraban de mi camisa para quitármela de un jalón.

- Ahora sí, amor, follame como anoche querías - murmuró contra mi boca, su voz ronca y temblorosa por el deseo acumulado.

No perdí tiempo. La empujé contra el sofá, quitándole la parte de arriba de su pijama de un tirón. Sus tetas pesadas y redondas rebotaron libres, los pezones endurecidos como piedras por la excitación. Me incliné para chupar uno de ellos, mordisqueándolo con fuerza mientras mi mano bajaba de nuevo a su vagina empapada. Estaba tan mojada que mis dedos resbalaban fácilmente dentro de ella, sintiendo cómo sus paredes internas se contraían alrededor de ellos, como si su coño me suplicara que la llenara por completo.

Ella gemía sin control ahora, ya no había necesidad de disimular. Arqueaba la espalda, empujando sus caderas contra mi mano, follándose a sí misma con mis dedos mientras yo alternaba entre sus tetas, lamiéndolas, succionándolas hasta dejarlas rojas y sensibles. - Sí, así, más profundo - jadeaba, su voz entrecortada. Saqué mis dedos y los llevé a su boca; ella los chupó con avidez, saboreando su propio jugo, mirándome con esos ojos sumisos que decían "soy tuya para lo que quieras".

Me quité los pantalones por completo, mi verga dura y palpitante apuntando directamente hacia ella. Se veía enorme, venosa, lista para reclamar lo que me pertenecía. La tomé de las caderas, girándola para que quedara de rodillas en el sofá, con el culo en alto hacia mí. Su figura de gordibuena era un espectáculo: esas nalgas grandes y suaves, separadas ligeramente para mostrar su vagina hinchada y chorreante, y su ano apretado justo arriba, tentándome. Le di una nalgada fuerte, el sonido resonando en la sala vacía, y ella gritó de placer, empujando hacia atrás como una perra en celo.

- Fóllame ya, no aguanto más - suplicó, su voz temblando.

Entré en ella de un solo empujón, sintiendo cómo su coño me envolvía por completo, caliente y apretado como un guante de terciopelo empapado. Era como si su cuerpo estuviera hecho para mí; cada centímetro de mi verga se hundía en ella, rozando sus paredes sensibles, haciendo que ambos gimiéramos al unísono. Comencé a bombear con fuerza, mis caderas chocando contra sus nalgas con un ritmo salvaje, el sonido de piel contra piel llenando la sala. Sus tetas rebotaban con cada embestida, y yo las agarraba desde atrás, pellizcando sus pezones mientras la follaba más profundo, más rápido.

- Dios, estás tan apretada, amor, me vas a hacer explotar - gruñí, inclinándome para morder su hombro, dejando marcas en su piel sudorosa.

Ella respondía empujando hacia atrás, follándome tanto como yo a ella, su coño chorreando jugos que corrían por mis bolas y por sus muslos. Cambiamos de posición: la puse de espaldas en el sofá, abriéndole las piernas lo más que podía, exponiendo todo su cuerpo para mí. Entré de nuevo, esta vez mirándola a los ojos mientras la penetraba, viendo cómo su cara se contorsionaba de placer puro. Sus manos arañaban mi espalda, sus uñas clavándose en mi piel, y yo la besaba con violencia, nuestras lenguas enredadas mientras mi verga entraba y salía de ella sin piedad.

El sofá crujía bajo nosotros, la sábana arrugada y empapada de sudor y fluidos. La follé así por lo que parecieron horas, cambiando ritmos: lento y profundo para torturarla, rápido y brutal para hacerla gritar. En un momento, la levanté en mis brazos, sus piernas alrededor de mi cintura, y la follé de pie contra la pared de la sala, sus tetas aplastadas contra mi pecho, su coño tragándose mi verga una y otra vez. Ella jadeaba en mi oído: - Más fuerte, amor, rómpeme, hazme tuya por completo.

Pero sabíamos que no podíamos quedarnos allí para siempre; la excitación nos empujaba a más riesgos, a más perversión. Entre jadeos, le susurré: - Vamos al baño, quiero terminar ahí, verte en el espejo mientras te corro dentro.

La cargué sin salir de ella, caminando torpemente por el pasillo, mi verga aún enterrada en su coño con cada paso que daba, haciendo que gimiera con cada movimiento. Entramos al baño, cerrando la puerta detrás de nosotros. El espejo grande frente al lavabo nos reflejaba: ella con las mejillas sonrojadas, el pelo revuelto, el cuerpo brillante de sudor; yo detrás de ella, follándola como un animal.

La puse de pie frente al espejo, doblándola ligeramente para que se apoyara en el lavabo. Entré de nuevo por detrás, mirándonos a los ojos a través del reflejo. - Mírate, amor, mírate cómo te follo - le dije, embistiendo con fuerza. Sus tetas rebotaban en el reflejo, su boca abierta en un gemido constante. Agarré su pelo, tirando de él para arquear su espalda, y aceleré el ritmo, sintiendo cómo mi verga se hinchaba dentro de ella, lista para explotar.

- Me vengo, amor, me vengo - gritó ella, su coño contrayéndose alrededor de mí en espasmos violentos, chorreando jugos que salpicaban el piso del baño.

Eso me empujó al límite. Con un gruñido animal, me corrí dentro de ella, llenándola con chorros calientes de semen, sintiendo cómo su coño lo ordeñaba todo, hasta la última gota. Nos quedamos así un momento, jadeando, mi verga aún palpitando dentro de ella mientras el semen goteaba por sus muslos.

Finalmente, salí de ella, y nos derrumbamos en el piso del baño, abrazados y exhaustos. Besé su frente, su cuello, saboreando el sudor salado de su piel. - Eso fue increíble - murmuró ella, sonriendo con esa inocencia fingida que tanto me gustaba. Limpiamos el desastre lo mejor que pudimos, riéndonos de lo cerca que habíamos estado de ser atrapados, y prometiéndonos que repetiríamos pronto. Esa tarde marcó el inicio de muchas aventuras más en su casa, pero ninguna tan cargada de lujuria y riesgo como esa primera vez.

1 comentarios - La primera vez que lo hicimos en su casa

D4RN3SS
Uff Bro, de los mejores relatos que he leído, este fue un 10/10