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La isla y los instintos

Una historia de fantasia, donde exploramos como actuaria un alfa en un lugar salvaje. Espero les gute, dejen sus puntos
El accidente nos dejó solos y abandonados en la isla. Fueron muy pocas las cosasque recogimos del naufragio y como ocurrió de noche apenas si contábamos conlas ropas que usábamos para dormir.
Pronto nosacostumbramos a vernos casi desnudos durante todo el dia. Ademas, los desafíospara sobrevivir eran superiores a cualquier vergüenza.
A vecespodía notar sus miradas, en ellas el deseo y la curiosidad, era lógico al saberque probablemente era la única mujer en kilómetros. Ellos eran tres peroformaban dos grupos, el integrado por los mellizos Valverde, los dueños delbarco hundido, y Nicolás, el ayudante del capitán.
Allí dondelos mellizos tenían la piel muy blanca, sensible al sol, Nicolas se paseabamoreno por la playa buscando comida o restos que el mar a veces arrojaba, allídonde Tomas y Mariano Valverde tenían cuerpos que parecían débiles o pocoacostumbrados al ejercicio Nico, asi empezamos a llamarlo, estaba todo marcadopor el trabajo duro y la responsabilidad. En otra cosa tambien sediferenciaban. Todos ellos estaban durmiendo en ropa interior cuando ocurrio elhecho y todavia vestían esa prendas aunque un poco desgastadas ya. En ellaspodía apreciarse, al relieve, el tamaño de sus órganos sexuales. Nico parecíaguardar una herramienta poderosa los hermanos apenas una astilla.
Una tarde mesinti espiada, usaban una cala solitaria para bañarme, si a eso podían llamarloasi, ellos lo hacían juntos pero el pudor la llevaba a lavarse sola. Esa tardeme di cuenta que los mellizos me espiaban con cierto temor, como niñosinocentes haciendo una travesura; mientras que la mira que senti mas profundafue la de Nico, era la de un depredador viendo a su presa y en el fondo megustaba
Empecé adejar rastros cada vez que iba a bañarme, a decirlo en voz alta. Con el correrdel tiempo la propia ropa se fue gastando, arruinando y llego el dia que Nicoapareció a desayunar desnudo, hay que reconocer que el trapo que usaba ya letapaba bastante poco, y desde allí las cosas cambiaron rápidamente. Empezamos aacostumbrarnos a verlo salir del mar con su Pijon oscuro, gordo y alargado,rebotando contra sus muslos o a verlo colgar, simplemente, como un péndulo decarne que imponía sus reglas aunque no fueron dichas o escritas con palabras.
Primero fueron cambios leves. Los mellizos empezaron a levantarse antes y preparaban eldesyuno para todos, bananas con agua pero igual, era un gesto. Y ordenaban,limpiaban, bajaban cada dia a la playa para revisar las trampas de pescado queNico pusiera para alimentarnos. Las cosas que en el mundo real quiza no teníantanta importancia, aquí en la isla parecían transformarse. Nos acostumbramos aque fuera el quien marcaba el final de las comidas o el momento de irse adormir, el alfa de nuestra pequeña manada.
Una nochedemorábamos el momento de irnos a dormir cuando vimos como su verga crecia; noera raro verlo un poco hinchado o estirado aunque la mayoría del tiempo solo loveíamos colgar con su cabeza colorada, esta vez en cambio empezó a crecer, aganar un tamaño que se alargaba mas alla del ombligo, era evidente suabstinencia sexual. Esa noche lo escuchamos masturbarse, parecia que un osohabia entrado a nuestro escondite, un caballo, un toro, y se pajeaba conchasquidos húmedos de la baba que le colgaba de la punta de la pija y hasta queno anuncio con un rugido que regaba con su leche no pudimos dormir.
LA mañanasiguiente algo habia cambiado de nuevo. Al amanecer del primer rayo de sol losmellizos se levantaron desnudos y desde ese dia no volvieron a vestirse. Ocurrioalgo muy poderoso en ese momento porque cuando los vimos, la blancura de lapiel que habia estado tapada resaltaba con crueldad lo pequeño de sus pititos,parecidos a un dedo gordo o quizá un pequeño lápiz labial blanco, nico lanzouna carcajada y, quizá como algo atávico quizá inconciente como un animal, seagarro y sacudió su poderoso marillo de carne, los mellizos rieron y seempujaron. Todos sentimos el pacto, la promesa de los eunucos, los castradoscon su amo pijudo.
Durantetoda esa mañana lo pensé. Bajaba a la playa de a ratos para mirarlos de lejos.Los dos culitos de los mellizos micropenes saltando alrededor como dossirvientas del macho poderoso y nico, quemado por el sol, marcado, el hombrerecortado de la vida real en la playa de ensueños, regresaba a nuestro hogar ycontinuaba con las tareas cotidianas. Estaba muy excitada, no podía negarlo, loque había pasado la noche anterior me hizo entender que había un macho quenecesitaba ser atendido, hacia meses que estábamos en la isla y yo tambiéntenia que alimentar mi apetito sexual. Estabamos en una situación primitiva ymis impulsos sexuales me decían que Nico era el elegida, claramente no iba aelegir a los mellizos pija corta, de esta forma fue que se despertó mi instintoanimal.
Esemediodía antes de llamarlos a comer decidí que dejaría de usar la parte dearriba de mi vestido, era una tira de tela que apretaba mis pequeñas tetitas ycuando las sote ellas solas se acomodaron sobre mi cuerpo flaco. Antes, en elotro mundo, sentía vergüenza de tenerla pequeñas, aquí en la isla habia sentidoel deseo de ellos pero como era la única me decía no pueden elegir, pero ahoraentendia que era la única que tenia tetas, que el tamaño no importaba, que mistetas colgaban mamíferas, mis tetas tenían olor a hembra para ellos, cuandollegaron y me vieron, lejos de esconderlas avergonzada deje que las miraran yque ellso tambein entendieran que desde ahora yo seria la hembra mujer de laisla.
La tardetranscurrio lenta. Comimos temprano y a la incierta luz que despedían lasllamas sonreí al comprobar como los hipnotizaban mis pezones, sentia pegajosala tela que cruzaba mi cola y tapaba mi concha, los mellizos jugaban como niñosa empujarse nerviosos y Nico se recostó sobre la piedra que usaba de asiento alhacerlo su Pijon sobresalia, una manguera negra que se doblaba hacia la tierracon su cabeza de diamante rojo, cabeceaba, engordaba y se estiraba como unaserpiente, me tenia totalmente hipnotizada y era evidente que yo a el también. Hastaque nico decidio que se iria a acostar y al levantarse vimos que la tenia todaparada, parecia un baston, la rama mas gruesa de un árbol negro, parecía unminotauro con su Pijon de piedra contra el que efectuaba los sacrificios.
Acostados,en silencio, sentíamos como nico se revolvía en su cama y reiniociaba el sonidode la paja nocturna. Pero algo ocurrio, algo diferente, sus gruñidos se hacíanmas profundos y entendí que golpeaba con su palma la pared de la caverna y consu otra mano abria las hojas de palmera que formaban su cama mirándome, mellamaba.
Algo m empujoa el, la excitación claro, pero hipnotizada, sin capacidad para pensar, alacostarme a su lado sentí el Pijon caliente apoyarse contra mi y lleve lasmanos par agarrarlo, el empezó a morder mis tetas, aunque intentaba calmarlocon mis caricias era como un animal hambriento, entendí entonces que esa nocheno iba a ser como otras, el no me iba a tener compasión ni romance.
Esa nochelos melli me escucharon gritar, no solo gemir, gritar como alguien poseído,lleno, colmado de un extasis de lujuria. La luz era escasa pero pdian adivinaren esos bultos que se movían los movimientos de nico hundiéndome su Pijon yprovocando mis orgasmos. Como lo había imaginado, Nico me tomo como si fuera suposesión, un macho y yo su hembra, nico acomodo su verga y la introdujo sinningún tipo de contemplaciones, me tenia boca arriba y abierta recibiéndolomientras mortia mis tetas, los puntos mas sensibles; mi cocha no tardo enadaptase, el intinto natural me ayudo a poder tenerlo dentro de mi, mi ser masprimitivo salia a luz mientras el bombeaba mis piernas lo abrazaban,apretándolo contra mi cuando estaba por acabar.
Cogi y mecogieron, esa noche estuve boca abajo siendo carne penetrada de ese pijudo ytambien flor abierta madre tierra boca arriba para su verga de animal salvaje.Al amanecer descubri a los mellis que miraban timidos mi cola marcada demoretones y mis tetas mordidas, me levante y acaricie sus cabezas, y asidesnuda les mande a que buscaran frurtas, me acerque a mi macho dormido yrevolví su pelo. Durante un momento acaricie su poronga hinchada, el despertó yme  puso boca abajo, me volava la cabezacomo me dejaba dominar por el, como sabia que tenia que mantener satisfecho alalfa. Luego de cogerme por la mañana siguió con sus tareas.
 Al ,mediodía despues de comer me hizo sentarmea su lado, cuando se le puso dura agarro una de mis manos y empezó a tocarse.Mire a los melli y con un gesto les indique que se fueran a sus camas sin mirary empece a chupársela. Era difícil, era muy gorda y no me entraba tanto en laboca. Le daba mordiscos suaves a lo largo del tronco y usaba mi lengua pero elparecía querer que l ocogiera con la boca y trataba. La boca se me llenaba debaba que caia sobre su pija, de meterme lo mayor posible sin ahogarme. Aprendide a poco y al final lograba tragarla casi entera. Ese dia tome lecjhe porprimera vez y a partir de allí lo inclui en mi dieta diaria, leche de hombre.
 
A partir deese dia pudimos ver un calendario sexual. Por las mañanas despertaban y el no medejaba abandonar la cama sin antes pasar sus manos ásperas por la cola o apretarleslas tetas frente a los mellis, seguíamos con nuestras labores diarias en laplaya aunque ahora cada vez que el quisiera me podía usar, en cualquier horadel dia era normal encontrarnos apareando o ayudándolo a descargar con mismanos y boca.
Por lasnoches la escena se repetia como una profecía. Terminábamos de comer y nico noocultaba su otra boca que pedia ser alimentada, su verga hambrienta; mostraba,contento de su superioridad sobre los mellis, minúsculos seres de pijachiquita, y me indicaba que llegaba el momento de atenderlo. Ninguna votaciónlo habia convertido en rey sino que su propia pija lo habia elevado a tamañamagistratura.
Laarrastraba a la cama y la trataba sin contemplaciones. La apretaba, veíamos lasmarcas en su piel, la estiraba, lo hacia con las tetas hacia abajo o con la suavecarne de las nalgas, que las abria como si quisiera ver que tenia dentroAriadna. La olia, llegaba a morderla pero la verdadera fiesta empezaba cuandometia su cosota dentro de ella. Aprendimos a dormirnos con el ruido delcharquito. Escuchabamos los gemidos, las palabras cortadas, los gruñidos delmacho. Veiamos en lso resplandores del fuego como ese Pijon salía casi enterode ella y volvia a meterse, provocando temblors y gemidos. Y duraba horas. Lapija parecía hecha de roca y el tiempo de arena. Eran el primer hombre y laprimer mujer. Adan y hembra. Al principio era chocante conciliar las dosariadnas, la que veíamos durante el dia cocinar o ayudrnos a reparar agujerosen los techos de hojas que improvisábamos con la Ariadna de boca babeante, quegemia exponiendo la lengua mientas nico la agarraba donde le diera la gana, noimportaba hora o paisaje cualquier lugar era bueno para el cuando su deseoprimitivo aparecia. Pero nos acostumbramos. Se volvió rutina ver como sebañaban juntos y como cuando se rascaban uno al otro para limpiarse seexcitaban i cogían.
Lo masdifícil fue la noche. Nos asustaba y nos fascinaba el poder de nico, comosabíamos que con sus ultimso bocados llegaba el momento de coger, Nuestrospititos de pajeros lo sabían, las caderas pequeñas pero poderosas de Ariadna losabían. Si hata el aire parecía electrificarse cuando nico caminaba directo asu cama con la pija colgante.
Tantoliquido espeso fue derramado sobre el charquito rosado de nuestra princesa queocurrio lo inevitable. Ariadna iba a ser mama.
Hasta queno sobresalio la panza nico siguió como si nada pero cuando fue evidente, sevolvió reacio a tocarla y fue Ariadna la que cada noche lo buscaba yacariciándolo terminaba metiéndose ella la imponente barra de carne.
Cuandonacio el primer hijo con mi hermano mellizo nos convertimos en sus tias.Ariadna se paseaba desnuda frente a nosotros y repetia el sexo con su hombresin esconderse porque nos consideraba como dos entes por debajo del hombre y noera tan solo por nuestros pititos que se endurecían, aunque duraramo segundosal tocarnos, sino por el mismo proceso psicológico que ella se rendia frente alrey pija de la isla. Un poder primitivo nos dominaba como una atmosfera de otromundo.
Una escenalo ilustra claro: embarazada pro segundo vez y ya faltando poco para el partoAriadna despero con dolor en sus pechos y sentía como colmados de leche nolograba aliviarlos. Con mi hno, como dos perros, la ayudamos bebiendo sde suspezones como si fueramos los bebes y ella la madre. Sentiamos ese amor porella. Nico entro a la cueva y al vernos no sintió amenaz alguna, no pensó leestn chupando las tetas dos pibes de mi edad, solo se limito a separar aAriadna de nosotros y cogerla arrancándole gemidos como si fuera la primera vezque lo hacían.
Pasaron losaños y sin querer fuimos rescatados por un barco que investigaba el suelomarino cerca de nuestra isla. Aun recuerdo los niños pequeños subiendo lapasarela y Ariadna cubierta por una manta que le alcanzaron los rescatistallevando el bebe en brazos. Nosotros recibimos el uniforme de marineros paracubrirnos con algo y a nico tuvieron que cazarlo porque se negaba a bandonar laisla y escapo hacia la selva. 

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