Terapia Especial. Capítulo V:

“Delirios”

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html

Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5035343/Terapia-Especial-Capitulo-IV.html

Después de cumplir su terapia con Luz, Tomás tuvo una semana de descanso, algo que lo sorprendió, aun así no bajaba la guardia sabía que su esposa podía mover sus piezas en el momento menos esperado. Igualmente, esa semana no significaba que no iba a tener sexo, ya que daba por hecho que lo más probable es que le tocara atender las necesidades de Vanessa y Diana. A pesar de aquello, esa semana comenzó mal para él, pues tener que encontrarse con Gala todos los días, se transformó en una tortura. 

Cuando al fin pensó que se la había sacado de la cabeza, todo empeoró, cuando inesperadamente en el computador de su mujer dio con una web para adultos. A él no le asombró que su mujer viera porno o estuviera en esa web, sino que entre las mujeres que figuraba en ese sitio, alcanzó a reconocer a una, quien resultó ser parecida a su nueva colega. Al principio se negó a aceptar que era ella, creía que solo se debía a un delirio de él, pero entre más lo pensaba más intriga tenía. 

Finalmente decidió meterse a la página para salir de la duda, dar con esa mujer no fue tan difícil, de hecho era una usuaria muy popular, solo detrás de una tal “Madelyne”. Tenía algunas fotos desnuda de ella, no obstante, para verlas tenía que registrarse. Titubeó si valía la pena hacerlo, sin embargo no le quedó otra, ya que necesitaba saber si “Adara” era su compañera de trabajo o no. Había pasado mucho tiempo desde que la ansiedad lo superaba, mientras se registraba todo su cuerpo temblaba. 

Con solo ver la primera fotografía, supo que no se trataba de Gala, a pesar de que no se apreciaba el rostro y nunca la había visto encuerada, esa figura era más esbelta que la de su compañera. Al ir pasando las fotos, más se deleitaba y se perdía en el deseo prohibido de tener a esa misteriosa negrita desnuda ante él, meneando esa cola gorda y enrollando su verga entre esas carnosas tetas, al mismo tiempo en que lamía su glande. No pudo aguantarse más, en un acto de exasperación, se bajó los pantalones, para empezar a masturbarse, mirando esas fotos.

Se pajeaba de manera eufórica, como si de aquello dependiera su vida, parecía haber vuelto a los 18, cuando consolaba su polla mirando una imagen de Celeste. Pero a diferencia de esa época en donde vivía solo, privacidad era algo que ya no tenía. Pues justo cuando pensaba en iba a acabar, abrieron la puerta de su dormitorio. Dando un pequeño brinco del susto, tiró su móvil, un escalofrió descendió por toda su espalda, lentamente levantó la mirada, apreciando así a Ignacia. 

La prometida de su hijo y hermana de su esposa, tenía los ojitos clavaros en su miembro, el cual estaba totalmente erguido, hasta con las venas resaltado por todo el falo. La boca de la muchacha se había abierto del asombro. No era la primera vez que veía esa tranca, ya lo había hecho hace dos años, cuando incluso osó darle una mamada. El resultado terminó en un fracaso, Tomás la rechazó y la ignoró por varios meses, a pesar de que ella olvidó su obsesión con quien sería su suegro, encontrarlo con su verga vigorosa entre las manos, le dio motivos para anhelarla de nuevo.   

Tomás estupefacto, intentaba de modular alguna palabra, para su mala fortuna no pasaría de la letra “i”. Si eso no fuera poco, su polla en vez de perder su dureza por la vergüenza, se estaba colocando más firme. La culoncita, pasó su lengua entre sus labios, y luego se mordió el inferior, reflejando el deseo alocado por ese mástil maduro. Los minutos pasaban y ellos seguían en el mismo sitio y en la misma pose, como si fueran dos esculturas de mármol.  

El ambiente se alimentaba del morbo y la tentación, provocando que ambos sintieran una abrasadora corriente recorrer sus cuerpos. Inesperadamente, Ignacia se disculpó, dándose la media vuelta y cerrando la puerta, finalizando así ese incómodo momento. Tomás azorado, cerró los ojos y se cubrió la cara con sus manos, no sabía cómo iba a mirar a los ojos a su nuera, desde ese minuto en adelante. Podía hacer el idiota y fingir que aquello no había pasado, sin embargo, ese papel no le salía a él. 

Comprendiendo que el calvario solo había iniciado, dado a que estaban solos, no había nadie más en la casa. April había salido a comprar con Simón, Diana se encontraba en casa de una amiga, y Vanessa, Josefina y Benjamín, se encontraban en la casa de los padres de él. Esto debido a que su madre lo había llamado para comunicarle que la salud de su papá había empeorado. Aun cuando aquello le dolía, sabía que lo mejor era que él no lo visitada, solo iba a agitarlo más.  

Además, se suponía que Ignacia y Axel se irían ese día de viaje, pero justo llamaron al chico, desde su trabajo de medio tiempo, para que cubra a uno de sus colegas que se enfermó. Se quedó echado pensando en alguna explicación de esa embarazosa escena, no quería que Ignacia malinterpretada las cosas, más cuando solo quedaban tres semanas para que ella y su hijo se casaran. La palabra tres semanas resonó en su cabeza, perturbando sus pensamientos, sentándose en la cama, se cuestiona si April sería capaz de aquello. 

Su esposa siempre ha sido alguien espontánea, por más que planeada algo con mucho mimo, terminaba dejándose llevar por sus impulsos, a diferencia de él que solía ser más meticuloso. Esa forma de actuar de su mujer, resultaba ser un verdadero peligro, porque nunca podía saber el próximo movimiento de ella. Entre más lo reflexionaba, más sentido tenía que todo aquello se debía a obra de April. La página web en su computador; dejar a una mujer parecida a Gala; así se colocaría cachondo para que Ignacia lo viera. 

–“Terapia Especial”- murmuró, levantándose de la cama y caminando hacía la salida de su habitación. La única gran duda del asunto, era que Ignacia se haya ido cuando tenía la oportunidad de oro, para decirle que quería esa clase de terapia. Teorizó que tal vez la culoncita actuó de esa forma por petición de su hermana, después de todo, que los dos estuvieran solos en la casa tampoco parecía coincidencia. La acumulación de esas cosas, forzó para que él le enviara un mensaje a su mujer, preguntándole si debía aplicar “TE”

Espero unos minutos antes de bajar por las escaleras, para no sacar conclusiones apresuradas, no obstante, April debía andar si internet, ya que solo salía que su mensaje fue enviado y no recibido. Quizás el juego de su esposa, era dejar que analice la situación y de esa manera tomé una decisión, no le quedó otra que esclarecer el misterio, antes de que se volviera loco de tanto razonar. Al llegar al primer piso, notó que su nuera estaba echada boca abajo en el sofá, con su móvil en las manos. 

Verla en esa postura, no le generó ningún asombró, era prácticamente común encontrarla de esa forma, refregando ese gran bizcocho que posee. Después de todo era su arma letal, con la cual hechizaba a los hombres. Aunque si quedó flipado, por lo que se proyectaba en la pantalla de ese pequeño celular. Era un vídeo porno, pero no cualquiera, sino uno en donde se destacaba a una negra mamando una verga a través de un agujero, el famoso “Glory Hole” de un baño. 

Lo peor es que esa figura ébano, hizo que rápidamente en su mente volviera aparecer Gala. Cerrando los ojos agitó su cabeza, para sacarse a su compañera y centrarse a lo que iba. La culoncita, al percatarse de la presencia de su suegro, sonrió, –“Hola, Tomás”- expresó con tranquilidad. Esa actitud descolocó al maduro, pues nadie actúa tan relajado luego de ser encontrado observando pornografía, menos con el incidente anterior que tuvieron ambos. 

Era como si para ella lo sucedió hace unos minutos atrás, jamás hubiera ocurrido. Totalmente indiferente, volvió a centrarse en su móvil, Tomás apreció que ese vídeo había sido enviado por Josefina. ¿A qué están jugando esas gemelas?, se interrogó el hombre, mientras Ignacia le contestaba a su hermana, con un mensaje de voz. Promiscua como siempre, meneó su cola, de forma lenta pero muy sensual, inexorablemente los ojos de Tomás se fueron centraron en esos bollos. 

Tomás: Ig… Ig… (Tragando saliva) Ignacia… ¿Podemos hablar?

Balbuceó, sin dejar de admirar ese orto demencial. 

Ignacia: Mmh, ¿hablar?   

Tomás: Sí, quiero aclarar algo contigo. 

Ignacia: Ok… 

Exclamó, sentándose en el sofá. A pesar de que ella no destacaba en su delantera, el bote de esa tetitas, llamó la atención del maduro que empezaba a sentirse atraído por la novia de su hijo. 

Ignacia: Bueno Tomás, ¿de qué quieres hablar?

Interpeló, con cierta arrogancia, como si ella fuera la adulta entre los dos. Esa conducta irritó un poco a Tomás, pero decidió no darle importancia, después de todo, ella siempre se ha comportado así, creyendo ser superior, más con los hombres, porque ellos se derretían al verla. Con esa carita tierna de niña buena y ojos puros, pero con un descomunal trasero que dejaba babeando hasta el más ético. Era normal que ella solo viera al sexo masculino como meros consoladores de carne, a excepción de Axel. 

Por lo menos eso quería creer Tomás, que esa muchacha en verdad amaba su hijo, sin embargo, dudaba algunas veces. No por el historial que tenía esa joven, menos por seguir coqueteándole a cualquiera, o por usar ropa absurdamente ajustada, para llamar la atención. Sino porque presentía que ella ocultaba algo, lo que lo llevó a teorizar dos escenarios, que Ignacia ansiaba poder divertirse con su polla madura y durante todo ese tiempo se ha controlado, lo que llevó a April a meterla en su lista porque era una bomba de tiempo, o estaba siendo paranoico. 

Tomás: Ignacia, no quiero sonar raro, tampoco como un degenerado, no obstante, quiero que hablemos de lo que sucedió hace un rato. 

Ignacia: ¿Eh? Perdón Tomás, no te oí, ¿puedes sentarte al lado mío?, así no me voy a distraer con mi celular. 

Expresó, sin apartar la vista del teléfono, con una sonrisilla traviesa entre sus labios que la hacía ver más atrevida y linda. Definitivamente estaba burlándose de él, concluyó Tomás, no era posible que no lo haya escuchado de esa distancia, más si ni auriculares llevaba puesto. ¿Qué trama?, se cuestionaba el hombre, era parte del show para la terapia especial, porque de no ser así era tonto prolongar aquello, el escenario estaba ideal, para que confesara que era parte de la lista de April. 

Ignacia: Oh vamos hombre, acércate, que no muerdo. 

Comentó mirándolo por primera vez a la cara. Él incómodo, ante esos ojos angelicales, desvió la mirada. El recuerdo de ella tiesa en la entrada de su dormitorio, mientras él sujetaba su verga con la mano izquierda, pajeándose con vehemencia, todavía estaba muy fresco y ese morbo, lo cachondeaba. Suspiro ligeramente, no era el momento para colocarse nervioso, menos con una chica con la cual había lidiado, a la cual no podía mostrar debilidad, porque iba a aprovecharse de esta. 

Tomando asiento, agacha levemente la cabeza, dándose cuenta que no estaba razonando con claridad, se dejaba llevar por la ardiente llama que lo tentaba. Era el minuto para colocarse serio, analizar todo con calma y llegar a la deducción más óptima. No había motivos para exasperarse, lo más complejo que era volver a intercambiar miradas con esa jovencita, ya lo hizo. No obstante, toda su determinación, se esfumó como una burbuja de jabón.

Dado que, Ignacia caprichosamente, se sentó en su regazo. Apoyando sus carnosos glúteos en la entrepierna de su suegro, quien quedó patidifuso. Traviesa mueve su cintura, haciendo que su pomposo culo se fuera frotando con esa polla rígida, la cual no tardó en quedar completamente tiesa y erecta. ¿Aquello significaba que era la siguiente en la lista de su esposa?, o, ¿simplemente lo estaba molestando?, podía ser cualquiera de esas alternativas como ambas.

Ignacia: Bien, ¿de qué quieres hablar? ¿Es sobre Axel? Aún no te convences que soy apropiada para él, ¿verdad? 

Manifestó, apoyando su cabeza en el pecho del hombre. Él al verla tan confianzuda comenzó a eclipsarse, tenía que ser la siguiente, o no haría eso, se decía a sí mismo, la muchacha no dejaba de mirarlo a los ojos, esperando la respuesta de él, al mismo tiempo sus labios se abrieron un poco. Pensó que iba a hablar, que diría esas palabras que tanto ansiaba, para sí romperle ese endiablado orto, era consciente que esa chica era la prometida de su hijo, pero no podía aguantar ese deseo y menos desobedecer a su mujer.

Además, ya tenía decidido como recompensar a Axel, por esa traición, un intercambio equivalente, era lo justo. No obstante, ella se quedó callada, el silencio fue haciendo que todo el ambiente se tornada tenso, ¿por qué Ignacia no decía esas palabras?, se interpelaba Tomás, frustrado, ya había asimilado todo, para estar con ella y no sentirse como una vil rata ante su hijo, ¿cuál era la razón para seguir torturándolo?, ¿acaso quería que él tomara la iniciativa? 

Una gota de sudor fue recorriendo todo su rostro, tanto ajetreó le estaba generando dolor de cabeza. Cegado, se dejó llevar por sus anhelos y con su mano izquierda sujetó a su nuera, mientras que con la derecha, tocó ese monumento. El solo sentir el deslizamiento suave de esa mano por toda su cola, sorprendió a Ignacia, sus ojos se hicieron enormes y su barbilla tiritó. Tras ese manoseo descarado, Tomás la nalgueó, causando que ella suelte un pequeño bramido. 

Aunque fue un golpe suave, la chavala sintió que esa palma se había quedado tatuada en su cola y no solo eso, sino que se generó una onda expansiva. Tomás todavía sumergido en la lujuria, volvió a manosear ese trasero. Ignacia le pidió que se tranquilizada, sin embargo, al mismo tiempo disfrutaba de esas acaricias y nalgas, por esto último, él no le creyó a su nuera, cuando le pedía que se detuviera. Su tronco picoteaba ese carrusel divino, manifestando sus ganas de querer atravesarlo. 

Poco a poco, Ignacia se fue rindiendo al deleite que le otorgaba ese maduro, tenía unas manos muy traviesas que la estaban engatusando. Por meses había dejado de lado su alocada vida sexual, tanto ella como Axel, querían intentar ser una pareja “normal”, ya que consideraban que se habían divertido mucho y era la ocasión para pensar en los dos y en una posible familia. Era raro que Ignacia haya imaginado que podía ser una fiel esposa y una madre ejemplar. 

Su pasado volvía a su memoria, las diferentes vergas maduras que se comió y permitió que la encularan. Ese exasperante deseo de ser embestida por una buena polla de un hombre mayor, la estaba matando, y es que nunca se le pasó por la cabeza que el único maduro que la rechazó, sería su tentación final antes del matrimonio. Se encontraba sumisa, perdida en ese magreo, le era imposible mantenerse firme a ese ideal de ser fiel, menos con esa verga prácticamente clavada en sus glúteos. 

Tomás: ¿Te gusta?

Le susurró, mordisqueándole el oído. 

Ignacia: Po… Po… Por favor… Pa-pa-pa… Para… 

Tartamudeó, con sus últimas fuerzas, pese que su cuerpo solo quería ser empotrada por ese hombre y comerle la boca. 

Tomás: Tranquila, puedes dejar de fingir, yo sé lo que tú quieres y te lo voy a dar, no como hace dos años, cuando te lo negué. 

Esa declaración, retumbó en el juicio de la joven, el papá de su prometido, le estaba ofreciendo un polvo que de seguro sería maravilloso. Aceptarlo, ya era un hecho, todo su ser lo codiciaba, sería su despedida como una amante de las vergas maduras, y vaya manera de cerrarlo.

Tomás: Vamos, solo dilo. 

Ignacia: Y-y-yo… Yo… 

Antes de que ella terminara la oración, Tomás recibió un mensaje, él quiso pasar de este, no obstante, sospechó que era su esposa. –“Lo más seguro, quiere decirme en donde tiene las cámaras”- pensó, agarrando su móvil con su mano izquierda, ve el mensaje, que efectivamente era de April, sin embargo, sus palabras no eran las que esperaba. –“¿Terapia Especial, amor? Ya te dije que esta semana no. Sé que estás ansioso, pero relájate, solo faltan unos días, para que hagas aullar a otra muchachita”- 


Tras leer el texto, se separó de su nuera, la cual quedó embrollada con su actuar. Tomás se colocó tan rojo de la vergüenza, que su rostro parecía un tomate. Apenado le pide disculpa a su nuera, dándose la media vuelta huye de ahí, encerrándose en su cuarto. –“Pero, ¿qué mierda hice?”- exclamó, aún liado. Ignacia se quedó tendida en el sofá con el pecho agitado, su corazón latiendo a mil por cada minuto, su culo ardiendo por las nalgadas y su vulva totalmente mojada. 

–“Dios… Estuvo cerca”- susurró, –“No debí presumirle mi culo, menos sentarme en sus piernas, que tonta fui al pensar que no iba a provocarle”- añadió, pensando más templada. Aquel cosquilleo en su vagina no hizo más que aumentar, quería que la follen duro, para su fortuna, justo en ese minuto, Axel regresó del trabajo. El muchacho al ver a su novia con pantalón de lycra, sudadera, fatigada y toda sudorosa, pensó que había estado haciendo ejercicios. 

Ella al verlo, pegó un brinco y se le arrimó, besándolo con fervor, Axel atónito, le costó seguirle el ritmo a Ignacia. La culoncita no perdió el tiempo y se lo llevó al cuarto, en donde continuaron entrelazando sus lenguas libidinosas, ahogándose en sus salivas. Rápidamente quedaron desnudos, sin decir alguna palabra, ella se agachó, tomando esa tranca vigorosa entre sus dedos, se la engulló profundamente en su garganta, apagando así un poco el incendio que había provocado Tomás en ella. 

La lengua hambrienta de la joven, exploraba cada rincón de ese miembro, su baba viscosa combinado con el sabor fuerte y salado de esa polla, más el fluido pre seminal, formaban un exquisito manjar para ella. Sus dedos frotaban su vagina, consolando así, más su cuerpo pervertido. Las llamas parecían estar controladas, aunque para ser atenuadas definitivamente, era necesario llegar a la penetración y así lo comprendió Axel, que luego de observar su verga húmeda, tomó a su novia y la apegó a la pared. 

Ese venenoso sable se paseó por las montañas traseras de Ignacia, fue una forma de estimularla más, –“Dame tu polla”- le imploró, meneando su cola como su fuera un acentor alpino, que seducía a su pareja. Esas blancas y gordas nalgas todavía estaban rojas por las nalgadas de Tomás, Axel ignoró eso y simplemente, empaló a su prometida. Tener ese robusto rabo recorriendo su interior y golpeando muy hondo, le revolvieron la mollera, su rostro se hizo vulgar y obsceno. 

Gritó por más y más, con total euforia, amaba esa pija como a ninguna, aun así, no podía sacarse a Tomás de su cabeza del todo. –“Dios mío, amor… Si supieras que estoy así de cachonda por tu padre, dudo que me darías así. Por muy poquito, me ibas a encontrar con el culo atravesado por el pollón de tu papá, haciéndome aullar como una puta”- se dijo a ella misma, soltando un coro de jadeos. Continuó pidiendo por más y él la complació, dándole una fuerte cogida. 

Tomás en su dormitorio, seguía avergonzado por lo sucedido, cubierto con sus cobijas, quería dormir y olvidar lo ocurrido. April quedó asombrada al llegar y oír ese escándalo en la habitación de la parejita, no pudo impedir que se le salga una carcajada. La Milf con solo oírlos sintió un pequeño calambre en su vulva, llevando a un dormido Simón a su cuarto, lo deja acostado. Yendo a su habitación con ganas de divertirse, se percata que la puerta estaba cerrada con seguro. 

Podía tocar, para que Tomás le abriera, sin embargo no quiso incomodar a la parejita que parecía estar en una luna de miel. Así que bajó al primer piso para buscar en su cartera la llave de su dormitorio. A pesar de que era extraño que el cuarto estuviera cerrado, no se cuestionó el porqué, solo subió y abrió la puerta. Al ver a su marido echado en la cama, una sonrisa se le forjó, pensó que al igual que ella estaba tan caliente por los alaridos de Axel e Ignacia.

Coqueta se desvistió y como una gatita se deslizó por la cama hasta llegar donde estaba su esposo. Apegando su cuerpo al de él, le muerde la oreja y sus manos sobaron la entrepierna. –“Los chicos están pasándola muy bien, ¿no crees que nosotros podemos seguir sus pasos?”- le murmuró, trazando con su lengua por el cuello del hombre. –“No estoy de ánimos, April”- le contestó, dejándola confundida, porque él jamás se le había negado.    
     
April: ¿Qué pasa, Tom? ¿Algo te molestó? 

Tomás: No es nada, solo quiero dormir y ya. 

April: Oh vamos, Tommy… Yo sé que te mueres por darme cariño, deja este juego que me estoy enojando.
 
Tomás: April, hablo en serio, no tengo ganas, si quieres te lo recompenso mañana, pero ahora solo quiero descansar. 

La mujer no dejaba de asombrarse, Tomás parecía otro sujeto, además de que la había llamado por su nombre dos veces seguida, algo que solo hacía cuando estaba molesto con ella. 

April: Estás enojado, ¿por qué no hubo terapia especial esta semana? 

Esa consulta caló profundo en Tomás, quien volvía a recordar lo que estuvo a punto de hacer con Ignacia. Afligido se cubrió con las sábanas y le dijo a su mujer que no se debía a eso, sino que tenía mucho trabajo y que lo perdonara. April suspiró, de mala gana aceptó que no iba a jugar con su marido esa noche, no obstante, no dejó de abrazarlo, se quedaría a su lado por toda esa noche, oliendo su aroma y tratando de comprender qué agobiaba a su esposo. 

A la mañana siguiente, Tomás salió más temprano de lo habitual, todo para no encontrarse con Ignacia. Qué iba hacer, si esa muchacha nuevamente lo acosaba, ahora tenía más que justificación para hacerlo, después de todo lo que le hizo. Lo ínfimo de esa situación es que también le había mostrado las ganas que tenía de perforarle ese culo y rellenárselo como si fuera un pavo. Lo más seguro es que tendría que decírselo a su mujer, para que lo ayudada, porque o sino iba a sufrir más de la cuenta. 

Se levantó de su escritorio para ir a prepararse un café, ya que con lo apurado que había salido, ni siquiera tomó desayudo. Al echar azúcar en su taza, escucha una voz que lo hizo temblar y soltar su cuchada. Era Gala, quien al ver eso, se le aproxima al maduro para preguntarle si estaba bien, ignorando que ella era la causante de esa reacción, pues su figura seguía obsesionando al hombre, más con su color de piel. Tomás asistió con su cabeza y se retiró a su oficina sin decir nada. 

Con el acontecimiento de su nuera, había logrado olvidarse de su compañera de trabajo. Mientras tomaba su taza de café, volvió a meterse a la página web en que su esposa navegaba, a pesar de que ya había visto varias fotos de esa morena, volvió hacerlo, como si desesperadamente buscada confirmar que esa mujer era Gala. Para su sorpresa se encontró con unos vídeos, para poder ver esos metrajes, tenía que seguir a la mujer, por unos segundos titubeó, pero que más daba, si ya se había registrado. 

Encontró varios vídeos, la mayoría eran de esa morocha masturbándose y unos cuantos de ella desnudándose de forma sensual y enseñando su fabulosa anatomía. Por más que miraba los vídeos, no podía encontrar una similitud con Gala, además de su oscura piel y tamaño de busto. Se preguntó a sí mismo, ¿quién sería aquella doncella?, rápidamente intentó olvidarse de esa pregunta y centrarse en su trabajo, pero no pudo, ese repentino capricho y fijación por esa desconocida, aumentaba. 

Vaciló si enviarle un mensaje o no, ya que sabía que si ella le respondía, no habría retorno y terminaría siéndole infiel a April, porque ella no estaba en los planes de su mujer y lo haría a sus espaldas. Sin embargo, tampoco podía negar que se moría de ganas de recibir una comida de polla por parte de esa misteriosa morocha, de recorrer su maravillo cuerpo y empotrarla. Quedando en un limbo, decide tirar una moneda al aire, dejar aquello en manos de la fortuna. 

Si caía cara le hablaría a “Adara”, por otro lado si era cruz, dejaría todo ese asunto hasta ahí y renunciaría a su trabajo para no volver a ver a Gala, una de las responsables de sus delirios. Todo se ralentizó ante los ojos del hombre, esa moneda parecía no dejar de girar por los aires, todo lo contrario hacía su corazón, el cual se le aceleró y un leve dolor en su pecho apareció, su respiración se fue dilatando, como su pestañeo, finalmente esa moneda cayó sobre su mano temblorosa, tragó saliva antes de ver la respuesta. 

Una ligera sonrisa se le delineó, al observar que había caído cara. Cogió su celular y de manera rápida le escribió un mensaje a esa negrita. Fue un saludo típico, donde la alababa por su figura. Tras enviarlo, dejó su móvil en su escritorio y se olvidó de él, para atender a unos pacientes. Trabajó normal hasta la hora del almuerzo, en donde tomó su teléfono y salió directo al despacho de su compañera, la cual se alistaba para ir a comer. Tomás aprovechó la oportunidad para invitarla a almorzar junto con él, una forma de disculpa por ser tan frío con ella, lo que la dejó desconcertada. 

La boquita abierta de Gala, daba la impresión que no podía creer las palabras dichas por el hombre. Tomás lo interpretó como un gesto natural, ya que había oído por parte de sus otros colegas que esa mujer desde el primer día fijó sus ojos en él. ¿El motivo? De acuerdo con sus mismos compañeros, era porque ella quería llevarse bien con todos sus colegas, algo infantil, no obstante, durante toda su vida ha conocido diferentes personas, con gusto, creencias y motivaciones peculiares, así que no le dio tanta importancia.  

Aunque sí le hizo algo de ruido, es que después de esa invitación, lo más razonable era preguntarle por qué lo hacía, si desde el comienzo había sido esquivo y distante con ella. Sin embargo, Gala tras ese rostro de sorpresa pasó a estar contenta, dio un pequeño brinco donde él, aferrándose a su brazo y le dijo que con mucho gusto aceptaba su invitación. Tomás al ver esos melones saltarines que rodearon su brazo, se cachondeó, la leve esperanza que Gala era Adara, se hizo más punzante, al igual que las ganas de querer alimentarla con su morcilla. 

Pero no sacaba nada en hacerse falsas ilusiones y luego llevarse una gran desilusión como con Ignacia. Durante la comida, Tomás le pidió disculpa a su colega porque iba a estar pendiente a su celular, dado a que estaba hablando con su esposa, lo que era mentira, ya que en realidad, iba a mensajearle a esa zorrita morocha. La cual había respondido a su mensaje anterior, dándole las gracias por esos halagos. 

Tomás, decidió ser directo y en su siguiente mensaje, le preguntó qué debía hacer para ambos se encontraran. Entonces notó que apenas le envió ese mensaje a Adara, el móvil de Gala sonó. Fingiendo estar pendiente en su celular, dejó que su compañera respondiera tranquilamente, pasaron uno o dos segundos desde que Gala había dejado de escribir, y a él le llegó la respuesta de la usuaria. Podía ser solo una simple coincidencia, pero también cabía la posibilidad que esa preciosa mujer de chocolate que tenía en frente, fuera Adara. 

Tomás no se precipitó y fue corroborando otros aspectos que terminaran afirmando si su teoría, era afirmativa o no. Comparando una vez más la figura de Adara con la de su compañera, le quedó claro que ambas no eran la misma mujer y lo de hace un momento solo había sido un cruel juego del destino. Gala tenían un lunar en su mejilla derecha cerca de sus labios en cambio la morena que tenía loco a Tomás, en su única foto donde se apreciaba su boca, no figuraba ningún lunar. 

Gala: ¿Pasa algo? 

Tomás: No, nada… 

Gala: Disculpa, como tenías tu mirada en mí, pensé que había pasado algo. En fin, cambiando de tema, me gustaría consultarte, si durante estos 21 años con tu mujer, ¿nunca has sentido la necesidad de mirar a otra? 

Tomás: Algunas veces puede que me encapriche con alguien, quizás por su forma de mirar, sus labios, sus curvas o su color de piel. Sin embargo, no podría cambiar a mi esposa por otra. 

Expresó, mirando atentamente a su compañera. 

Gala: (Ríe) Tiene sentido. Es complicado evitar sentirnos tentados algunas veces, ya sea por detalles que nos encandilen, como dices. 

Al escuchar esa declaración una sonrisa juguetona se le formó a Tomás, parecía que el mundo le daba señales para que no temiera en involucrarse con Adara, pese a que ella le había rechazado la invitación de juntarse. Pero esa sonrisa no duraría mucho, hubo algo que le llamó la atención, mientras seguía apreciando a su colega y la escuchaba hablar sobre su vida. Y, fue nada menos que la gargantilla que usaba, tenía la impresión de haberla visto antes, entonces un pequeño recuerdo brotó. 

Viajando unos años hacía atrás, precisamente en su época escolar. Hugo, Cristián y él, caminaban hacía el cine, en donde se encontraron con unas compañeras de clases. Cristián que era el más picaflor de los tres, se aproximó a ellas, las cuales le siguieron el coqueteó. Eso no le sorprendió ni a Hugo ni a él, después de todo Cristián era el chico más guapo del salón y si no era el más popular del colegio, era porque se juntaba con ellos, un par de nerds, que no solían sociabilizar, Hugo por timidez y Tomás porque no le nacía. 

Algo que ellos no sabían es que esas chicas estaban acompañando a Vicky, el sueño húmedo de los chicos del colegio, hasta Hugo le había dedicado unas pajas a esa hembra. Todos la miraban como una diosa, tanto varones como mujeres, exceptuando uno, el cual era Tomás. Esa actitud indiferente de él, generó el despreció de Victoria. Cristián al verla tembló por su imponente sensualidad, podía aprovechar esa ocasión para aproximarse a ella y por fin darse ese ansiado revolcón, que tenía pendiente. 

Sin embargo, como buen amigo, regresó con sus camaradas. Las chicas tomarían ese rechazo, como una humillación. Vicky sonriendo de forma arrogante se acercó donde ellos y le arrojó un vaso con gaseosa a su víctima preferida. Todos quedaron helados, Tomás, deteniendo a sus amigos, mira a los ojos a Victoria, quien se mofaba de él. –“Muchachos, no se preocupen, por más que se eduque a un gorila, no deja de ser un animal salvaje, que se deja llevar por sus instintos”- declaró, irritando más a Vicky.   

Vicky: ¿Cómo que gorila, bicho raro? Que te…

Tomás: (Interrumpe) Pido perdón a todos los gorilas del mundo, por compararlos con un ser tan infame y bruto como tú. ¿Por qué no aceptas de una vez que para mí solo eres estiércol? Y por más sexy te vistas o trates de llamar mi atención con tu figura, ya que aunque finges que te doy asco, no dejas de presumirme tu cuerpo. Siempre te veré como basura. 

Tras decir aquello, Tomás se fue, dejando a Victoria discutiendo sola, pegando gritos al aire. Sentándose en una banca, buscó en sus bolsillos algún paño para secar un poco su cara y su cabello, en eso vio, las frágiles manos de alguien, al levantar su mirada se dio cuenta que era Isidora. Tomando su pañuelo le da las gracias, ella le pidió disculpa por la actitud de su hermana, Tomás le respondió que no se preocupada, ella no tenía la culpa de nada. 

Isidora le pidió que la dejara comprarle ropa, ya que se sentía muy apenada por lo sucedido. Él no quiso aceptar, no obstante, al ver esos ojitos llenos de ilusión, cedió, solo para que ella no se sintiera mal. Tras comprar las prendas y cambiarse, Tomás e Isidora, pasaron por una tienda de colgantes, ahí ve que la muchacha quedó mirando fijamente una gargantilla, pero no tenía dinero suficiente para comprárselo, él sintiéndose culpable, termina comprando el accesorio a Isidora.

Ella feliz lo abrazó y le dijo que jamás se lo iba a quitar. Volviendo al presente, un agobiado Tomás, le temblaba la mandíbula.

Tomás: I… ¿Isi?… 

Susurró, al evocar que esa gargantilla era el mismo que le compró a Isidora, en esa época.  
    
Gala: ¿Dijiste algo? 

Consultó confundida, por la cara que tenía el maduro. 

Tomás: Pe… Perdón, tengo que retirarme. 

Expresó, levantándose de la mesa y saliendo de manera apresura, rememorando todos los momentos en que vio a Isidora con esa gargantilla. Por otra parte, en la casa, Ignacia se encontraba acostada en su cama, mirando el techo y acariciando con ternura su vulva. Por su cabeza se paseaba los manoseos de su suegro, las nalgadas que le dio, esos mordisqueos a su oreja y la frotación de esa verga contra su cola. No podía ocultar que seguía estando caliente, por lo que había sucedido el día anterior. 

Suspirando amargamente, se coloca de pie y sale de su cuarto. Aprovecharía que no había nadie en la casa, para darse un chapuzón en la piscina y despejar así su mente. El sol brillante hacía que su piel reluciera, su traje de baño apenas le cubría esa retaguardia asesina y sus tetitas se veían preciosas en él, más cuando se sumergió en el agua y la tela se apegó a su cuerpo, apreciándose esos pezoncitos erectos. Echando su cabello rubio hacía atrás, revive cuando era una putita devora maduros. 

En ese tiempo no tenía en mente el matrimonio, de hecho lo encontraba soso y anticuado, algo que ataba a las mujeres con un hombre. Además, su ego era tan alto, porque los varones se quedaban babeando por ella y esas curvas infernales, que se consideraba mucho para pertenecerle a uno solo. La palabra fiel tampoco estaba en su diccionario, al ver que su madre era una zorra y en cuanto le era posible le ponía los cuernos a su padre, con su mejor amigo. 

No podía culparla, ni menos reprocharle por no resistirse a la tentación, si ese hombre era jodidamente guapo, con un cuerpazo de modelo que hasta la más puritana temblaba y una tranca sencillamente de otro mundo. Haber caído en sus garras y descubrir el placer del sexo, fueron las mejores decisiones que tomó, o eso pensaba, ya que desde que había recibido esa sortija por parte de Axel, lamentaba su pasado y esa obsesión compulsiva por las pollas maduras. 

Meses habían pasado desde ese evento. Cada vez que veía su anillo se colocaba feliz, pasar al lado de su prometido se transformó en su mejor hobby, llegando a olvidar ese fetiche que la acompañó desde los 18. Nunca pensó que se iba a enamorar de esa forma de alguien, mucho menos de aquel chico que conoció en línea al jugar Gears Of War. Ella no era una amante de los videojuegos, solo fingía para ocultar su verdadera personalidad ante sus padres.  

Jamás disfrutó una partida del juego, hasta que coincidió con Axel, fue extraño, más porque ella fue quien le pidió al muchacho poder jugar otra vez, iniciando así una amistad. Poco a poco fue descubriendo otros juegos y ese disfraz pasó a ser más bien parte de su identidad. La relación de ambos cada vez se fue haciendo más íntima, ya no solo hablaban al jugar y Axel pasó a ser conocido hasta por sus hermanas. Que él creyera que era una chica dulce e inocente, le encantaba, pensó que lo quería como un juguete al cual provocaría y nunca daría de probar su miel. 

Sin embargo, al verlo en persona y sentir esa mirada de deseo hacía su figura, la excitó como nunca. Debió tomar eso como una señal, pero no lo hizo e ignoró sus sentimientos, hasta que él finalmente la cogió con su asombrosa verga. Tener una relación liberal pensó que era lo mejor, algo que ya no quería, solo anhelaba que Axel la mirada a ella y serle fiel, no obstante, ese magreo a su culo que le dio su suegro, volvió a despertar ese fetiche, y mientras nadaba, ansiaba una verga madura. 

¿Qué haría si Tomás volviera a tentarla? Lo más seguro es que no se resistiría como lo hizo, se entregaría ciegamente. Esa sofocante sensación la estaba causando paranoias, así que decidió salir del agua. Se sentó en una de las esquinas y continuó mojando sus pies, suspirando, esperaba reprimir la libido que la invadía. Por estar divagando no se percató de la presencia de alguien, quien se le acercó con sigilo y sin apartar sus ojos en su culo. 

Repentinamente, Ignacia sintió unas grandes manos en su húmeda piel, espantada, cayó a la piscina. Aflorando del agua, tomó aire y miró a quien la había tocado, quedando estupefacta al darse cuenta que era el jefe de Axel. ¿Qué hacía ese hombre en la casa? ¿Cómo había entrado?, fueron algunas de las preguntas que se realizó la joven. El maduro se disculpó por haberla asustado, manteniendo su mirada a esa figura jovial, ella al notar esos obscenos ojos, examinándola, percibió una candente corriente por su cuerpo. 

Abrumada, intentaba reprimir esa lujuria que le susurraba en su oído, que la invitaba ser la zorrita de antaño, de coquetearle a ese hombre que desde el primer día que la vio, no había apartado sus ojos depravados de ella. –“No, no puedo”- murmuró, acercándose paulatinamente hacía donde estaba el jefe de su novio. Paolo tenía 48 años, era alto, llegaba a medir 1.90 m aproximadamente, su piel algo bronceada, su cabello negro tenía pisca de canas y poseía un cuerpo atlético, bastante firme para su edad.

Quería consultarle qué estaba haciendo en la casa, no obstante, las palabras no le salían, su corazón agitado y su cuerpo cachondo, la confundían. Al quedar a centímetros de él, al fin movió su boca, al mismo tiempo que lo interpelaba, el aroma del perfumen de ese hombre combinado con el de su cuerpo maduro y a tabaco, le hizo aflojar las piernas. Él se acercó aún más a ella, rozando sus labios, eso la eclipsó absolutamente entera, la respuesta de ese hombre, no le importó, su cuerpo y mente querían otra cosa de Paolo.

Después de vivir sus primeras experiencias con algunos maduros, se dio cuenta que no todos eran buenos amantes, algunos no tenían lo que ella buscaba. Así que comenzó a ser escrupulosa a la hora de elegir con el cual iba a coger. Había tres mínimas exigencias que tenía que cumplir primeramente. Uno, que su fragancia sea la de un semental experimentado; dos, que no fuera miedoso; tres, que tuviera una buena polla, -respecto al tamaño-

¿Paolo cumplía esos requisitos? Para Ignacia, no había duda que sí, era obvio que su aroma la estaba haciendo delirar, quería recorrer ese cuerpo a besos y embriagarse con su olor. Tampoco era un cobarde, ya que siempre la miraba con deseo, incluso adelante del propio Axel, la piropeaba y hasta una vez le acarició una nalga. Por último sobre su verga, no la había visto, pero tampoco necesitaba hacerlo para darse cuenta de que tenía un bate entre sus piernas, el cual se marcaba cada vez que la veía. 

–“¿Ignacia?”- murmuró, queriendo morder esos labios adolescentes, la pobre chica ya no sabía qué hacer, su cuerpo se movía por instinto. –“Ven aquí, papacito”- musitó, agarrándolo de su corbata y tirándolo a la piscina junto a ella. Lo besaba con fogosidad, mordiendo esos labios llenos de aventuras y enrollando su lengua con la de él, que era muy habilidosa. Todo su ser dejó de estar tenso, totalmente entregada a su libidinoso anhelo, fue abriendo la camisa del jefe de su prometido. 

Sus tiernas manos se apoyaron en esos grandes y duros pectorales, descendiendo con lentitud por ese torso. No dejaba de asombrarse por ese cuerpo bien trabajado, sus dedos no paraban de sobar esos marcados abdominales, mientras él le estrujaba con vehemencia los glúteos. Sentir esas gigantes manos explorar su voluptuoso trasero, la cachondeaba más, al grado de aferrarse a él, como si no quisiera soltarlo nunca. Desprendiéndose de su boca, toma aire y vuelve a saborear esa saliva veterana. 

Soltando el cinturón, empieza a bajarle el pantalón a del maduro, agarrando así su mástil de unos 20 centímetros. La punta de sus dedos, mimaban con gentileza esa cabeza hinchada que estaba ardiendo incluso en el agua. Apartándose de sus labios adictivos, pasa su lengua alrededor de su boca, –“Esto es lo que querías, ¿verdad?”- expresó con una sonrisilla coqueta y disfrutando de esos dedos que rozaban su ano, –“Desde la primera vez que te vi”- contestó Paolo sobando su miembro contra la vulva de ella. 

Ignacia soltó una breve risa, ya que ese día obviamente notó sus ganas que tenía ese hombre de llevarla a su despacho, empujarla contra su escritorio y reventarle el orto a pollazos. Besando el cuello de él, fue perdiéndose más en su fragancia, su lengua traviesa dibujó por todo ese macizo tronco, hasta que sus labios tocaron levente ese fierro caliente. Con sus ojitos lleno de ilusión, observa detenidamente lo que iba a tragarse, tanto en su boca como en su culo. 

Una pequeña abertura se formó entre sus labios, allegándose a ese pedazo de carne erguida, picoteó la glande. Gradualmente su lengua fue apareciendo y su boca se fue abriendo, para poder engullirse completamente ese pene maduro. Paolo jadeó fuerte, no podía creer que esa preciosa rubiecita culona, le estaba devorando la poronga. Su maestría no concordaba con su edad, parecía una veterana, pero en realidad solo tenía 22 años, que locura, pensaba el hombre. 

Luego de haber chupado esa tranca, la culoncita se voltea, levantando sus caderas de centauros que poseía y dejando esas carnosas esferas listas para ser taladrada. A Paolo se le paró por unos segundos el corazón, al ver esas nalgas desnudas. Era un sueño que había estado esperando por meses, uno que pensó que jamás llegaría hacerse realidad, no obstante, ahí tenía a esa bella y sensual chica, ofreciéndole su pomposo culo, para que se lo penetre. 

Ignacia: ¿La quieres o no? 

Dijo meneando su trasero de lado a lado. 

Paolo: Cla-claro, nena. Solo estaba alucinando por este suculento pastelote que vas a dejar comer y follar. 

Respondió, cortando las distancias y abriendo esos glúteos para examinar el orificio con el cual tanto había fantaseado. La muchacha sintió un intenso gozo con solo ese acto, todo su cuerpo temblaba de la ansiedad, Paolo con una sonrisa engreída fue clavando su rostro entre ese culo. –“Aaaaahhhh”- exclamó la joven, cuando la filara lengua del maduro tocó su ano. La movía en círculo, entretanto sus dedos amasaban esos gordos bollos, ella al percibir esa lengua más hondo, se regocijó y aulló: 

Ignacia: ¡¡Diiiooosss!!… ¡Sííííí!… Come mi culo, viejito, comételo muy bien.  

Manifestó, acariciando su coñito. Ya no podía ocultar que extrañaba que un viejo se atracase con su cola. Axel no tenía la culpa, siempre la satisfacía, hacerlo con él era magnifico, sin embargo, su cuerpo disfrutaba de una forma más intensa el sexo con un maduro, como en ese preciso momento, en donde el jefe de su prometido, no paraba de zampar su boca contra su ano. 

Ignacia: Uuuufff… Sí, sí, síííí, jodeeeeeeeerrr…

Afirmó al darse cuenta que estaba cerca de correrse. Cada jadeo que soltaba era más fuerte y sus ojos se dieron vuelta de tanto deleite. Quedando con la mitad de su cuerpo extendido en el suelo, después de correrse, trata de recuperar el aliento. Paolo por otra parte, degustaba su boca, el afrodisiaco sabor de esa cola atrapante. Tras un corto descanso, él se acercó a Ignacia, para colocar su paquete entre esas posaderas. Tenerlo entre sus glúteos, solo incrementó las ganas de esa muchacha golosa de ser empotrada. 

Paolo: Vaya, veo que tu ano está lo suficiente dilatado para que la meta. 

Ignacia: ¿Entonces qué esperas, viejo cachondo? Entiérrame esa palanqueta que tienes y hazme gritar, como la puta que soy. 

Paolo: Lo que ordenes, zorrita. 

Comentó, dándole una fuerte nalgada a la culoncita, algo que le gusto y su cuerpo agradeció. Y, eso que no se había dado cuenta todavía que su vulva chorreaba fluidos, por lo ansiosa que estaba de volver a ser atravesada por un hombre mayor. Con solo sobar la punta de su miembro con el orificio anal de ella, ambos se retorcieron de placer, Paolo sin pestañar fue observando cómo su verga iba desapareciendo en ese acogedor ano, que parecía estar absorbiéndolo.  

Ignacia: Arg… Dámelo todo, papito… 

Exclamó, mordiendo sus labios y raspando su chochito. Aquel hombre quedó flipando por lo bien que se sentía estar dentro de ese agujerito y lo apretado que era. Agarrándose fuerte de la cintura de ella, da la última estocada, ensartando por completo ese singular trasero. 

Ignacia: Mmmmhhhgg… Di-Diooooooosssggg… 20 centímetros de carne dentro de mi culo… Y solo para mí…  

Paolo: (Sonríe) 22…  Tienes ahora mismo, 22 centímetros enterrado en tu orto.

Ignacia: Buah… Que pollón, tienes.

Paolo: Y tú que culazo tienes nena, nunca antes una mujer había logrado clavarse mi polla entera dentro de su ano. Sabía que eras especial, y eso que solo estamos comenzando. 

El maduro movía su pelvis, sacando lentamente su miembro para casi enseguida enterrarlo de nuevo. Entre gemidos Ignacia se afirmaba del suelo, su cabeza daba vueltas y su ano le dolía, pues ninguna mujer normal aguantaría las arremetidas violentas de ese hombre. A pesar de ello, la jovencita disfrutaba de cada una de las embestidas y las nalgadas que le daban. Demostró una vez más lo ambiciosa que era y lo glotón que es su trasero, al recibir sin problema esa pija.     

Ignacia fue dominando aquel vehemente ritmo y el dolor se fue transformando en satisfacción. Movía sus caderas, para sentir más placer de esa vigorosa herramienta. Entre quejidos, le pidió al hombre que lo hiciera con más fuerza. Él obedeció, después de todo, no sabía si aquello se volvería a repetir. Dando estocadas cada vez más fuertes, hacía que ella gimiera mientras mordía sus labios, su rostro obsceno reflejaba que estaba disfrutando. Divagando en sus pensamientos la joven rubia, se decía a sí misma. 

–“Dios santo… ¿En dónde había estado este hombre en todo este tiempo? Lo tiene igual de grande que Raúl y es casi igual de gorda a la de Axel, es la combinación perfecta… No sé cuántas veces me he corrido, pero quiero más y más de esa vergaaaa…”-, Paolo aprovechó para posicionar sus manos en los muslos de ella, sujetándola con fuerza, la sorprende al cargarla y empezar a follarla en volandas, hundiendo así su tranca más profundo en ese cómodo, lujurioso y hambriento ano.

La culoncita no imagino que un gozo así era posible, ese viejo le estaba dando más que un buen polvo. No solo tenía una buena polla y la sabía usar, sino que también destacaba al usar su boca y sus manos con destrezas, era un amante completo. Él fue transitando con su boca ese cuello de cisne hasta esa tierna oreja, mordisqueaba o daba unos chupones. Ella mareada giró su cabeza para que ambos entrelazaran sus lenguas lascivas, pero entonces sintieron un ruido, alguien iba llegando a la casa. 

Rápidos se ocultaron detrás de unas macetas que eran las suficientes grandes para esconderse. Ella al darse cuenta que era Axel, sintió una pequeña angustia, Paolo se dio cuenta de aquello, pero en vez de parar, se le acercó a su oído y le murmuró, –“No quieres seguir, ¿verdad? No voy a obligarte, después de todo tú fuiste quién tomó la decisión que follemos y por ende, puede pedir que paremos, sin embargo, debes decírmelo”-, Ignacia se quedó quieta por unos segundos, queriendo ir donde su novio. 
Paolo: Veo que ya tomaste una decisión. 

Susurró con malicia. 

Ignacia: Pe… Perdón Axel… Y-yo… Yo no puedo dejar de mover mis caderas… 

Dijo en sus pensamientos, volviendo a sacudir su culo de manera frenética. 

Paolo: Desde ahora, serás mi putita y me vas a dar este precioso culito todos los días. 

Ignacia: S-sííí… Soy una puta…

Ella comenzó a repetir que era una puta, una y otra vez. Poco a poco fue distinguiendo que decían su nombre, que alguien la llamaba y la movían. La joven rubia abrió sus ojos, sobresaltada, tirando agua de su boca, luego mira a su alrededor y ve a Agustina de frente, con su ropa empapada, en tanto Bruno, exasperado daba vueltas con su celular apegado a su oído. –“¿Qu… Qué me pasó?”- dijo, con la cabeza dándole vuelta y con respirando aceleradamente. 

Agustina: Tranquila, recuéstate. 

Señaló, ayudándola a tenderse en el suelo otra vez, la respiración de Ignacia iba relajándose y volviendo a la normalidad, Agustina le dice a Bruno que no siga llamando a emergencia, que todo estaba bien. 

Agustina: Vaya susto que nos diste. Menos mal que Bruno se percató que te estabas ahogando y cómo él no sabe nadar, me lo dijo y yo te saqué. Entonces te di primeros auxilios, para poder reanimarte y por suerte funcionó.   
  
Le dijo, sonriendo aliviada, Ignacia también lo hace, pero no por haber sido salvada, sino porque todo lo relacionado con Paolo fue una horrible pesadilla y ella no le había sido infiel a Axel con su jefe. Mientras tanto, Tomás continuaba abrumado y cabizbajo, el fantasma de Isidora lo perturbaba cada vez más, al grado de que no quería entrar a su casa, y ansiaba irse lejos por una semana. Aunque por más que él quisiera, refugiarse en su vehículo, no era una alternativa viable. 

Bajó del coche y caminó hasta la entrada, en donde se detuvo y observó las flores del jardín. Entre ellas destacaba una de color azul, no era raro que estuviera ahí esa flor, después de todo eran las favoritas de April, sin embargo, en ese momento recordó que Isidora también le gustaban esas flores. Volver a pensar en esa mujer, le sentó falta. Era como si el destino o el mismo Dios estuviera empeñado en refregársela en la cara a cada rato.

Para colmo, cuando intentó abrir la puerta, Bruno salió de ella, y sus ojos lo torturaron una vez más con la imagen de quien fue su vecina en su juventud. Ya no soportaba más, ese día estaba siendo una agonía tras otra, pero el abrazo de ese muchacho, hizo que su malestar se evaporada por unos segundos. Ambos se quedaron charlando en el jardín, Tomás ocultaba sus emociones y tratando de ser un buen hermano mayor le pregunta a Bruno, por su vida. 

El joven algo inquieto, le respondió que, estaba sintiéndose sofocado por el recuerdo de su madre. Tomás al oírlo quedó abatido, otra vez todo volvía a conectar con Isidora, lo peor es que su hermano, le contó que había encontrado una carta de ella, que estaba dirigida a él. Tomás suspiro y miró a los ojos a Bruno, pidiéndole perdón por haber dicho que con Isidora, solo tuvieron una relación de vecinos y que en ocasiones la ayudaba a estudiar, porque en realidad, fueron más cercanos. 

Bruno: Pero no hubo nada amoroso, entre ustedes, ¿verdad? 

Preguntó curioso. 

Tomás: No, pero es mi culpa que tu madre haya caído tan bajo, nunca ocultó su amor hacía mí y yo la ignoré. Hasta le di falsas ilusiones.  
 
Sincerándose y dejando caer unas lágrimas de sus ojos.

Bruno: Perdóname Tomás, pero si tan culpable te siente, ¿por qué no la ayudas? Hace poco hable con su psiquiatra y me dijo que nunca habla de su infancia y adolescencia, omite todo lo que se relaciona contigo. Sé que hizo mucho daño, pero… Pero es mi mamá, verla dopada y sin el brillo de sus ojos me destruye el alma. 

Las palabras de Bruno, fueron como puñales que se clavaron en el corazón a Tomás, ya no solo tenía que lidiar con encontrar el momento adecuado para que Agustina confesada su secreto, sino que también auxiliar a Isidora. Él quiso decirle a su hermano que iba a ayudarla, pero el silencio reinó, lo que molestó a Bruno, quien se dio la media vuelta y entró a la casa, solo para ir por Agustina y decirle que era hora de que regresaran a su casa. Tanto la muchacha como April que estaba charlando con ella, notaron la angustia y la molestia en el timbre de voz del joven.

Tras hablar con su hermano, Tomás se fue a su dormitorio. Habían pasado muchas cosas ese día, así que solo quería acostarse y leer tranquilamente un libro. Una actividad que lo ayudaba a despejar su mente, no obstante, esa noche no fue así, y es que, el nombre de Isidora no dejaba de rondarle por la cabeza. Era como si ella lo hubiera embrujado aquel día que conoció a Bruno, pues desde entonces, no dejaba de verla y recordar los momentos que vivieron. 

Se llegaba a desmoronar al darse cuenta de lo ciego que fue respecto al amor que ella le tenía. No podía culparla ahora por ser una mujer tan posesiva y vil, si él en su juventud pudo haber evitado que ella cayera en ese abismo. Suspirando de forma amargada cierra el libro y lo deja en su repisa. Isidora vuelve a florecer ante sus ojos, junto con el pasado, era una tarde en donde el cielo era anaranjado, el viento algo escaso y las nubes no habían sido invitadas.

Era el último día de él en esa ciudad, al siguiente a primera hora partiría a la capital, en donde todo iniciaría desde cero. Isidora, lo fue a ver con la excusa de que la ayude en matemáticas. Tomás aceptó y como de costumbre, ambos fueron a su habitación. Ella ese día, se aproximó más de lo normal, de hecho se mantuvo abrazada al brazo izquierdo de Tomás, y sus ojos grababan la imagen de ese chico por el cual su corazón se aceleraba. Él se sentía incómodo, con tanta atención, pero no le dijo nada.

Luego de explicarle la materia y darle unos ejemplos, le pidió que resolviera unos ejercicios, Isidora no tardó ni 5 minutos en tener todo listo. Tomás sabía que ella nunca necesitó de su ayuda, porque era mucho más lista que él, no obstante, por ingenuidad y no querer perder esa cercanía con ella, nunca le dijo nada. Tomás la felicitó y sabiendo que era el momento de despedirse, Isidora lo abrazó con fuerza, tanto que parecía ser una parte de él. 

–“Me vas a esperar, ¿verdad?”- expresó con la voz quebrada, –“No sé a qué te refieres, pero si es por vivir juntos en la capital, claro. Recuerda que además de ti, solo tengo como amigos a Cristián y Hugo”- respondió, abrazándola con ternura. –“Pero solo contigo me siento totalmente a gusto, así que espero que seas mi roomie”- añadió y por primera vez le dio un beso en la mejilla, algo que ruborizó a Isidora. –“Te voy a extrañar, Isi, fuiste la única que se dio el tiempo en entenderme”- sentenció con una sonrisa. 

Todo ese recuerdo se difuso, ante los ojos cristalizados de Tomás se encontraba April, –“¿Pasa algo, Tom?”- interpeló con sus ojos achicado y agachando las cejas. –“No, nada”- contestó, inexpresivo. Los dos se acostaron y ella apoyó su cabeza en el pecho de su marido, al mismo tiempo que lo abrazaba. April sabía que su esposo estaba afligido igual que la noche anterior y le dolía que él no le dijera lo qué le atormentaba, porque era como si no confiera en ella. 

April: Tommy, sé que algo te agobia y no quieres contármelo. No voy a obligarte a que me confieses lo que te está quitando el sueño. Sin embargo, quiero que dejes de pensar en eso por unos minutos y me escuches. 

Tomás: Soy todo oído. 

Declaró escuetamente, mirando hacía el techo. Esa actitud comenzaba a irritarle a la Milf y tras hacer rechinar sus dientes por unos segundos, levanta su mirada para mirar la cara de Tomás.

April: Es sobre tu próxima terapia especial. 

Manifestó esperando llamar la atención de su marido.

Tomás: No estoy de ánimos, para hablar de eso, perdón. De hecho ya ni sé si quiero seguir. 

April: ¿Qué? Es broma ¿verdad? Justo ahora que la siguiente se vincula con Bruno. 

Tomás: April, no me voy a coger a Agustina. 

Afirmó, con el ceño fruncido.
 
April: (Ríe) No, no es Agustina. 

Tomás: ¿Ah, no? Entonces, ¿quién?

Consultó, con el corazón entre las manos, por si decía el nombre de Isidora. Aun cuando en la lista se supone que estarían solo chicas de 18 a 25 años.  

April: Debiste decir, quienes, ya que son tus sobrinas. 

Tomás: ¿Mis sobrinas? 

Exclamó, perplejo y sintiendo una ligera decepción por no oír el nombre de su ex vecina.
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