Terapia Especial. Capítulo I:

"La lista" 

–En un mes y medio, Axel e Ignacia se van a casar. Si quiero que Tom se folle a mi hermana, debe ser antes de su boda, ya que una vez que se case con Axel, dudo que Tommy vaya a querer cogerse a la esposa de su hijo, a menos que le haya tomado el gusto a este juego. Sin embargo, ¿cómo puedo hacer que Tom pruebe antes el pecado y quiera acompañarme en esa locura?, dios mío que abrumador es todo esto, dame una ayuda, por favor. 

Pensaba Abril, mientras se sumergía en su tina de baño. Aquella cuarentona había tomado la decisión de llevar a cabo su última gran fantasía, la cual era tan simple pero a la vez peligrosa, si el juego se salía de control, pues, ella quería que su esposo se cogiera a unas jovencitas que seleccionó. En donde se encontraban sus hermanas, Diana, Josefina e Ignacia. Ya tenía un orden pero no el definitivo, no obstante, el temor de no lograr convencer a su marido para que la complaciera, la estaba agobiando, más la condición en que se encontraba Ignacia. 

Totalmente perdida en sus ideas, no se percató que abrieron la puerta de su habitación, menos cuando golpearon la puerta del baño y gritaron su nombre. En ese instante solo dos personas, además de ella se encontraban en la casa, y eran Axel y Diana. La hermana menor de April estaba en la cocina mirando su móvil, charlando con una vieja amiga, Alessandra, con quien solía ser muy cercana cuando vivía en la casa de sus padres, pero desde que se fue hace 2 años, apenas se habían visto una vez. 

Otro motivo del poco contacto entre ellas, se debía a que Alessandra, había dejado la danza y se dedicó a su mayor pasión que era la fotografía. Durante ese tiempo en que Diana comenzó a vivir en la casa de su hermana mayor, la pelirroja se fue un tiempo al extranjero, para especializarse con unos cursos. A pesar de que era muy talentosa y destacaba por sus impresionantes capturas, la muchacha no se nublaba y prefería seguir aprendiendo de quienes ella admiraba.

En ese momento, ambas se colocaban al día, Alessandra al saber que Axel se iba a casar con Ignacia, quedó fría. Ella seguía enamorada del joven, tal como Diana lo estaba y Vanessa. Aunque la pelirroja sabía que durante esos dos años, de distanciamiento Axel podría haberse olvidado de ella y de esos encuentros que tuvieron en las vacaciones, cuando se conocieron, pero nunca esperó que él se comprometiera, menos con Ignacia, sabiendo que la hermana de su amiga, era una devoradora de vergas maduras. 

Fue por eso que, lo primero que dijo al procesar lo que había oído, fue si Ignacia había dejado de ser la puta que era. Y vaya que quedó sorprendida al escuchar que sí, pues desde que Axel le había pedido matrimonio, la culoncita, dejó de lado ese impulso por las de pollas maduras y se centró en ser feliz junto al muchacho, que la complacía. Alessandra sospechando que su amiga, todavía estaba enganchada de quién sería su cuñado, y le consultó, si aún cogían. 

La respuesta negativa de Diana, la dejó totalmente desilusionada y deprimida, porque esperaba que Axel mantuviera ese lado de semental salvaje, tal como cuando lo conoció. Triste recordó cuando él le dijo que serían como Bárbara Gordon y Dick Grayson, no se equivocó, pues al final se casaría con otra. Sabiendo que Diana estaba tan angustiada como ella, le consultó cómo lidiaba con todo eso, estando tan cerca de aquel chico que amaba, no obstante, se casaría con su hermana.  

–“Bueno, no puedo mentirte y decir que he asimilado todo, porque me duele mirarlo y saber que ya nunca más volveré a probar sus labios o que estaré entre sus brazos”- expresó la joven alicaída, –“Tú mejor que nadie, sabes que lo he amado desde hace mucho, incluso antes de que Ignacia se fijara en él. Pero, no me queda otra que forzar a mi corazón para olvidarlo, como sea, ya que eligió a otra y no puedo hacer nada más”- añadió, forzando una sonrisa. 

Alessandra se daba cuenta que debía cambiar de tema, pues el ambiente se estaba tiñendo en melancolía. –“Es horrible, sin embargo, la vida no se acaba aquí, aún somos jóvenes, bellas y estoy segura que pretendientes no te faltan, cuéntame de uno que te haya por lo menos llamado la atención”- declaró la pelirroja, esperando cambiarle los ánimos a su amiga, la cual quedó en silencio, ya que la primera persona que se le vino a la cabeza tras oír el comentario de su amiga, fue Tomás. 

El esposo de su hermana mayor y padre de Axel, había sido el único hombre que logró en sacarle al muchacho de su mente por unos minutos, también solo él, consiguió que lo deseada de forma carnal, la figura de esa erección dentro de su pantalón, aún la tenía grabada en su cabeza. Cada vez que rememoraba ese momento, en donde vio ese enorme bulto en el pantalón de su cuñado, sentía su cuerpo arder y su coño humedecerse, su mente incluso caía en el delirio, deseando probar esa verga. 

Por otro lado, Axel quien había entrado en la habitación de su madrastra y golpeaba la puerta del baño sin tener respuesta, decide abrir. El joven al ver a la mujer de su padre, en aquella tina, quedó anonadado, ella seguía siendo una bomba, tal como cuando tenía 18. Su figura voluptuosa y ese bello rostro, hacía delirar a muchos, aunque claramente, eran esas dos grandes tetas las que provocaban la pérdida de juicio. Axel, intentó modular unas palabras al mismo tiempo que buscaba la salida.    

Por mucho que había intentado de no ver a la esposa de su papá con ojos pervertidos, era imposible, ella siempre sería la Milf de sus sueños, una inalcanzable, pues solo le pertenecía a su padre. April al notar la presencia de Axel, deja de divagar y después de un ligero asombro, observa sonriente al muchacho. –“¿Qué pasa, hijo? ¿Necesitas la ayuda de tu otra mami?”- dijo coquetamente, –“Pe… Pe… Pe-pe… Perdón, mamá, solo quería preguntarte algo”- tartamudeó Axel, ruborizado y dándose la vuelta. 

Diana no se sentía capaz de continuar la conversación con Alessandra, su mente ya había sido contagiara de esos impuros deseos. Solo era capaz de pensar en Tomás y en su polla, se lo imaginaba desnudo, en frente de ella, con esa vigorosa tranca muy cerca de sus labios, tentándola a probarla. Esa punta de pigmento rosado, se sobaba entre su boca, la cual se le derretía, solo ansiando probar ese caramelo. Inmersa en su fantasía, comienza acariciar con ternura su vulva mojada, susurrando el nombre de su cuñado.

Entretanto en el segundo piso Axel se encontraba recostado en la cama de matrimonial de su padre, mirando al techo, a su lado, se encontraba April. Tenerla tan cerca, hacía que se le aceleré el corazón y se colocara nervioso. Aquello, resultaba excitante para esa bella Milf, quien sonreía con cierta picardía, al mismo tiempo en que abraza a su hijo que no había parido. Él se incomodó aún más, cuando sintió esas suaves tetas apoyándose en su brazo derecho, por si fuera poco, la fragancia que desprendía esa hembra voluptuosa y candente, lo estimulaba más. 

April: Y tienes miedo de que no vaya a resultar cómo esperas, ¿verdad?
 
Le preguntó la mujer mordiéndole el lóbulo. Axel se quedó en silencio, comenzaba a arrepentirse de haberle pedido ayuda a April, no sabía cómo había terminado en esa situación, para peor, la mujer solo cubría su húmedo cuerpo con una toalla. Ella al no tener respuesta, soltó una pequeña risa, solo para seguir molestándolo, apoyó su cabeza en el pecho de él.  

April: Mi niñito, en el matrimonio hay altos y bajos, no te puedo asegurar que tú y mi hermana serán felices para siempre, pero si dudas ahora, es mejor que seas sincero con ella y tal vez posterguen la boda unos meses más. A menos que tus miedos, no sean acerca del matrimonio, sino por alguien más, alguna chica que lastimaste con tu compromiso, por ejemplo.  

El muchacho siguió sin responder, pero lo último que había dicho April, era precisamente lo que lo tenía tan agobiado. La madura aprovechando la ocasión, se acomoda, quedando encima de él, sus narices chocaban y sus labios se rozaban, Axel no pudo evitar que su miembro cobrada vida ante esa situación. La mujer fingió asombro, cuando en realidad buscaba esa reacción del joven, –“Vaya, veo que aun siendo una anciana, puedo provocar estas reacciones en muchachitos”- expresó con una escueta risita. 

–“¿Anciana?, solo tienes 40 años mamá, incluso si fueras más mayor, estoy seguro que seguirías viéndote sexy”- contestó el muchacho, desviando su mirada y tratando de librarse del dominio de la madura. –“Me halagas, Axel. No solo has heredado ese garrote de Tom, sino también su lado galante. Y pudo ver que has madurado bastante, ya que todavía recuerdo que, hace dos años, intentaste aprovecharte de mí”- dijo April separándose de él, sus senos dieron un pequeño bambaleo cuando se levantó. 

April: Bueno, si no tienes nada más que decir, me voy a retirar a la cocina. 

Axel: Mamá, espera. 

Comentó, agarrando la mano de la mujer. Mientras tanto, Tomás estacionaba su coche, baja de él cargando a Simón con su brazo derecho y sujetaba unas bolsas en su mano izquierda. El hombre entra a la casa y se dirige a la cocina, en donde se encontraba Diana. Su cuñada, al escuchar que habían abierto la puerta, despertó de su mundo imaginario y del susto para que no la encuentren masturbándose, pasó caer uno de sus pendientes. Al entrar Tomás a la cocina, la primera imagen que ve es la Diana agachada, con su cola levantada. 

El maduro no entendía porque estaba la muchacha en esa posición y tras dejar las bolsas en la mesa, le pregunta a la joven si necesitaba ayuda. Ella se levanta y le dice a su cuñado que había caído uno de sus aretes y lo andaba buscando. Tomás deja a Simón en su silla y ayuda a la muchacha, a ella no le sorprendió para nada la amabilidad de su cuñado, pero sí, el bulto de su pantalón. La chavala no sabía si tomar aquello como mala suerte o todo lo contrario.

No podía creer que otra vez estaba apreciando ese tronco duro, luchando por salir de ese pantalón, la razón de sus delirios sexuales estaba tan cerca que le resultaba inevitable dejar de observarlo. Ese fierro erecto, lucía mucho más grande que la vez anterior. Poco a poco fue sintiéndose más sofocada, había pasado ya tiempo desde la última vez que  probó una verga y presenciar aquella excitación de su cuñado, la estaba tentando a hacer algo inmoral. 

Tomás sin percatarse de los ojos depravados de su cuñada, siguió buscando el arete hasta encontrarlo. Al comunicárselo a la joven, se da cuenta que ella se acercó a él más de lo esperado. El hombre sorprendido, le muestra el pendiente y le pregunta si era el que andaba buscando, Diana le contesta que sí y agrega: –“Siempre has sido muy atento conmigo, pero yo nunca te he dado las gracias”-, Tomás nervioso le responde que no se preocupara por eso, sin embargo, la muchacha no dejó de cortar distancia con él. 

Su verga se colocaba más dura y no se debía precisamente por tener el cuerpo tan cerca Diana, sino por el perfumen que usaba. Aquella fragancia era el de April, tan dulce y afrodisiaco que el hombre, apenas podía resistirse a que su polla se colocada completamente erecta. Ella con sus dedos pasa a tocar ligeramente el pene del maduro y en un tono coqueto le murmura. 

Diana: Podría darte las gracias, tranquilizando este mástil caliente que tienes en la entrepierna, ¿qué te parece mi idea? 

Tomás sabía que tenía que escapar pronto de ahí o iba a terminar cometiendo una locura, así que de forma gentil le responde a Diana: –“No es necesario, tengo a mi esposa que se ocupa de eso. Si me permites, tengo cosas que hacer”-, la muchacha sonrió y continuó acorralándolo. Él no pudo evitar ver esos senos redondos, haciendo que su miembro se colocara duro totalmente. Diana se percata de esto y se agacha, sorprendiendo al maduro.

Mientras apoya sus tetas en la entrepierna del hombre, le manifiesta: –“No son tan grandes como las de mi hermana, pero estoy segura que te harán feliz”-, Tomás no podía negar que aquello se sentía increíble, deseando poder estar desnudo y que su polla sea rodeado por esas suaves tetas. La joven aprovechándose de la situación le dice al maduro: –“Sé que no quieres serle infiel a mi hermana, pero piensa que esto es solo un premio, por ser tan amable y bueno conmigo”- 

Tras decir aquello, Diana le da una lamida a ese tronco y aunque Tomás aún tenía su pantalón puesto, sintió la húmeda y lo caliente que estaba esa lengua. La muchacha baja la cremallera con sus dientes y siente un olor hipnotizaste proveniente de ese miembro. –“Di-Di... Diana... Tra-tra-tranquilízate”-, tartamudeó su cuñado, pero era inútil, la joven estaba con sus hormonas alborotadoras. Solo quería esa paleta de carne en su boca, sin embargo, cuando estaba quitándose su top, abren la puerta.

De forma rápida Tomás se subió la cremallera tomo a Simón entre sus brazos y se acercó a la entrada. Diana aún agachada en el suelo, suspiraba y pensaba en lo cerca que estuvo de saborear ese tronco. Se mordía los labios con frustración, pero al escuchar la voz de Ignacia, recuerda cuando la culoncita se quejaba que ni con su mejor arma, tentaba al maduro. Así que ella podía tomar aquello como una victoria, no podía lamentarse menos arrepentirse de lo que había hecho. 

Ignacia había llegado junto con Vanessa, se habían encontrado justo en el patio, ambas con esa rivalidad que las caracterizaba, peleaban por ver quien entraba antes a la casa y luego quien llegaría primero a la sala de estar. No obstante, cuando Vanessa ve a su padre, deja de lado su inmadurez y se aproxima a él. –“Papi, estoy agotadísima”- dijo apoyando su cabeza en el hombro del maduro y dándole un beso en la cabeza a Simón, que con sus manos pide que lo cargue. 

Sin embargo, Vanessa antes de que pudiera complacer a su pequeño hermano, siente el roce de ese tronco. Traviesa la muchacha, le murmura en el oído a su papá: –“Veo que estabas esperándome”-, a la vez que Simón interrumpía gimoteando. –“Tranqui, cari, si tu preciosa hermana mayor te va a consentir también”- señaló, cargando al bebé, que rápidamente buscó cobijo en los grandes senos de la muchacha, Ignacia, viendo cómo Vanessa ya no le prestaba atención, caminó hasta la cocina chocando con Diana. 

La culoncita se sorprende al ver que la joven bailarina sonreía, –“¿Y tú por qué tan feliz?”- interrogó curiosa, Diana simplemente suelta una pequeña risita y le responde que encontró un nuevo pasatiempo. Ignacia no dejó de estar intrigada tras esa afirmación, pero en vez de seguir interpelándola, prefirió preguntar por su novio, –“¿Axel? Hmmm… Creo que está en su cuarto, no le he visto, desde hace un buen rato”- expresó Diana, acechando con sus ojos a Tomás.   

Ignacia notó cómo la mirada de su hermana estaba fija en su cuñado, siendo maliciosa, le dice que iría donde su novio, no obstante, antes de ir al segundo piso, pícaramente pasa donde Tomás, besándolo en la mejilla. Aquel acto hizo que Diana y Vanessa hirvieran en celos, mientras que el hombre quedó atónito, –“Ig… Ig… Ignacia”- balbuceó inquieto, –“Parecías en la nubes cuña… Digo suegro, por eso quise despertarte con un beso, aunque si tú quieres puedo hacer algo más por ti”- comentó gozando la reacción de las otras dos. 

Vanessa: ¿Pero qué estás diciendo tía? 

Diana: Y yo pensaba que habías dejado de ser así, con tu boda tan cerca. 

Ignacia: ¿De qué hablan? Yo solo estoy ofreciéndole a mi suegrito mi ayuda como futura psicóloga, no sé qué guarradas pensaron ustedes. 

Afirmó, dándose la vuelta con una sonrisa traviesa y subiendo las escaleras, meneando su cola divina de un lado a otro, lo que dejó boquiabierto a Tomás. Ese culo en esos vaqueros tan ajustado, lucía tan espectacular, como un monumento de una gran artista, que le resultó imposible al hombre de no mirarlo y perderse en ese bambaleo. Tanto Diana como Vanessa echaban humos de furia, encontraron insólito que Ignacia, siguiera humillándolas y llevándose el centro de atención de los hombres de la casa. 

Pese a que disfrutaba de su victoria, su sonrisa desapareció tempranamente, pues al entrar a la habitación de Axel no lo vio ahí, y al salir para buscarlo en otra parte, lo ve aparecer del dormitorio de April. Extrañada se allega al joven, este al verla le sonríe, sin embargo, eso no tranquiliza a Ignacia, quien intrigada pasa de él y abre la puerta del cuarto, encontrando a la Milf desnuda, con una blusa entre sus brazos. Los ojos de la muchacha se le hicieron inmenso, volteando hacía donde su novio, lo mira con enojo. 

Ignacia: ¡¿Qué coño estaban haciendo?! 

Axel: Nada, solo hablábamos. 

April al ver a su hermana celosa, se le forjó una sonrisilla, aprovechando ese momento, se acerca a ella y le dice lo mismo que había dicho el muchacho.
 
Ignacia: ¡¿Ah, sí?! ¡¿Y por qué estás encuerada tú?! 

April: ¿Por qué no? Si Axel es mi hijo, no veo problema que mi niño me vea en pelotas, si lo lleva haciendo cuando era un niño, de hecho nos bañábamos juntos. 

Expresó la mujer con mofa. Dado a los gritos de Ignacia, Tomás subió para averiguar lo que ocurría. Al ver a su mujer desnuda en el pasillo, su hijo sonrojado mirando al piso y a su nuera molesta, quedó confundido. –“¿April?”- exclamó, tratando de entender la situación, la madura sonrió y se le arrimó a su esposo. –“Tommy, justo a tiempo, ven y dile a mi hermana, que a pesar de que Axel y yo no seamos madre e hijo biológicamente, esa es nuestra relación, porque al parecer estos dos años viviendo juntos, no lo ha notado”- dijo haciéndose la inocente. 

Tomás: Princesa, primero explícame, ¿por qué estás desnuda en mitad del pasillo?

April: Ah, pues… Estaba hablando con nuestro Axel, porque necesitaba el consejo de una de sus madres. Yo me estaba bañando, así que solo me cubrí mi cuerpo con una toalla y luego cuando él se fue del cuarto, me la quite para vestirme, no obstante, justo en ese momento Ignacia abrió la puerta y armó esta escena de celos. 

Ignacia: ¿Celosa? Yo no estoy celosa. 

April: Ay hermana, no es necesario que mientas, se te nota a kilómetros tus celos. 

Tomás con todo lo que estaba ocurriendo, despejó su mente de esas depravadas ideas, que lo habían invadido con Diana. Él comenzó a reír y April hizo lo mismo, Ignacia todavía enojada con la situación se da la media vuelta, haciendo un puchero mira a Axel, que seguía observando el suelo, pero con la tentación de levantar su cabeza y apreciar ese maravillo cuerpo maduro de su madrastra. Sabía que eso solo iba a generar más molestia en su novia, así que decidió darse vuelta e ir a su cuarto. 

Tanto Vanessa como Diana que estaban mirando desde la escalera, rieron al ver que Ignacia había probado de su propia medicina. Ya de noche, toda la familia estaba reunida comiendo en la mesa, Josefina y Benjamín que no habían presenciado el espectáculo de la tarde, eran los únicos que no entendían los chistes que se hacían sobre ese momento. Para Axel mirar a April y no sentirse atraído por ella resultaba imposible, por lo que el enojo de Ignacia seguía latente. 

Para la culoncita ese sentimiento de celos era nuevo, ya que estaba acostumbrada a que su novio se fijara en otras chicas, incluso lo compartía, pero desde que se habían comprometidos, no quería que Axel delirada por otra. Verlo hipnotizado con los encantos de la Milf, le generó un dolor en su interior, aunque no podía ella quejarse mucho, pues le había presumido su trasero a Tomás y hasta le coqueteó, debido a eso, mantuvo la compostura y no se enojó todavía más con su novio. 

Esa noche, April hallaría las piezas perfectas con las cuales empezar a ejecutar su lujurioso plan, gracias a la visita inesperada de una persona a la cual, jamás pensó conocer o que iban a tener alguna relación. Al escuchar el timbre, sintió cómo su cuerpo se contrajo y luego una corriente pasó por cada musculo. –“Yo voy”- dijo automáticamente, desconociendo que al abrir la puerta, se quedaría paralizada y con un nudo en la garganta, porque sin que esa persona se presentara, ella sabía quién era, su instinto se lo decía. 

Quien había tocado el timbre, era una muchacha de unos 22 años, con una belleza impresionante, de tez blanca, casi como la nieve, sus ojos oscuros y cabellera castaña clara. Su nombre era Lucrecia y era la otra media hermana de April, pero por parte de su padre biológico. La chica al igual que ella, poseía unas curvas infartantes y unos senos enormes. Lucrecia, vestía con un pantalón ancho y una sudadera con capucha. Ambas hermanas sin decir una palabra, se miraban detenidamente con asombro. 

Tomás al notar que su mujer tardaba en regresar, se levantó de la mesa, para ir a ver quién la estaba entreteniendo. Mientras se acercaba a donde se encontraban esas bellas mujeres, fue deleitándose y sintiendo que el aire le era escaso, más al contemplar mejor a la muchacha. –“Ho-hola… Mi nombre es Lucrecia y soy tu hermana”- dijo la chica con una sonrisa en sus labios grueso y abrazando con fuerza a April. Tomás quedó impactado, incapaz de pronunciar una palabra, en tanto April, quebraba ese nudo que no la dejaba hablar. 

April: ¿He-hermana?

Lucrecia: Sí, soy hija de Ryan. 

April: ¿Ry-Ryan?

Era la primera vez que ella escuchaba el nombre de su padre biológico, y tan solo balbucearlo, le resultó difícil, sentía que era una palabra desconocida e incapaz de pronunciarlo correctamente.  

Lucrecia: Pe-perdón, hermana… Sé que no tienes ningún interés en conocerlo o saber algo de él, pero yo necesitaba conocerte. 

Manifestó la muchacha, aferrándose a la mujer con más fuerza. April no fue capaz de dudar en la palabra de esa joven, porque desde que se miraron a los ojos, supo que ambas tenían una conexión. Tragando saliva, murmuró la palabra hermana, mientras que Lucrecia se emocionaba, Tomás atónito presenciaba la escena sin interrumpirlas, pero miles de preguntas surgían en su cabeza, a diferencia de su mujer, él estaba más escéptico sobre esa chica.

Tras unos 5 minutos de abrazo, Lucrecia sacó su rostro de los pechos de April y le sonrió. Era una sonrisa sincera y llena de dicha, una que Tomás no podía cuestionar o interpretar como falsa. El hombre y la muchacha cruzaron miradas, haciendo que la piel de él se erizara. La dulzura mezclada con la rebeldía, conmovieron el corazón de Tomás, porque era similar a la mirada de su esposa. Vanessa intrigada que sus padres no hayan regresado aun, tenía la intención de levantarse e ir a ver qué ocurría, pero justo cuando iba a ponerse de pie, ellos volvieron acompañado de Lucrecia.

Las pupilas de la joven se desorbitaron y su mandíbula se cayó levente, dejando una separación entre sus labios, al ver a Vanessa. Lu tras haber leído la carta de su padre, hizo una investigación meticulosa sobre su hermana, sabía con quién estaba casada, cuántos hijos tenían, las personas que vivían en la casa y a qué se dedicaban cada uno de ellos, por ejemplo. Vanessa era a quien mejor conocía, debido aquel encuentro en la oficina de su padre, además de que la muchacha era modelo e influencer, era imposible que no lo hiciera, sin embargo, por más fotos o vídeos que había visto, tenerla de frente era otra cosa.

Por otro lado, la Princesita de Tomás tenía el semblante serio, no recordaba a Lucrecia y quería saber quién era. –“¿Quién es ella?”- preguntó sin esperar que los demás voltearan a ver a la muchacha. –“Ella es Lucrecia, mi hermana”- respondió una alegre April, que con su afirmación dejó confundidas a sus otras tres hermanas. –“¡¿Cómo?!”- exclamó Josefina, –“¿Mamá tuvo otra hija antes de nosotras?”- interpeló Ignacia, –“Aunque ella luce de nuestra edad, incluso puede que sea menor”- dijo Diana. 

April: No, chicas, ella no es hija de Violet, sino de…

A pesar de que solo debía llamar por su nombre a su progenitor y no decirle padre, se le formaba un nudo y la lengua se le trababa. Tomás sabía que su mujer estaba haciendo un gran esfuerzo para pronunciar ese nombre, pero también era consciente que ella no iba a poder hacerlo, porque para April aquel hombre estaba muerto hace mucho e incluso llegó a creer de que jamás existió. Tomándola de la mano, hace que ella se tranquilice y termina de concluir lo que su esposa no pudo decir. 

Tras la aclaración, Lucrecia se presentó ante todos, revelando que su edad era de 22 años, dejando a todos asombrados, pues tenía una carita que la hacía lucir algo más joven. Ella se ruborizó ante tanta atención que estaba recibiendo, más por la fija mirada de Vanessa, la cual estaba impresionada por el tamaño de sus tetas. Celosa porque Axel parecía estar derritiéndose por Lucrecia, golpea la mesa con sus manos, –“¿Y qué haces aquí? ¿A caso pretendes que mi madre conozca al tipo que la engendró? Porque si es así, estás perdiendo tu tiempo, tía”- expresó con una mirada que entumecía a Lucrecia. 

Lucrecia: N-no… M-mm-mi pa-padre… Mi padre murió… 

Vanessa: Ya veo, seguramente antes de irse al infierno te dijo que tenías una hermana y quisiste conocerla. Bueno, ya la conociste, así que puedes irte y juntarte con ella en alguna parte, otro día. 

April: ¡Vanessa!

Vanessa: Oh vamos mamá, es claro que esta tipa está actuando y ni siquiera tiene una prueba que demuestre que somos familia. Además, si resulta que su historia es real, tú has dicho que no quieres relacionarte con la familia de ese tipo. 

April: Vanessa me sorprende esta actitud. Yo nunca he dicho que no quiero relacionarme con la familia de ese hombre, solo que nunca me ha llamado la atención de saber de él y lo que le rodeaba. Lucrecia no tiene la culpa de mi indiferencia por ese sujeto, tampoco voy a echarla después de que vino solo para conocerme y aún si no tiene un papel que demuestre que somos hermanas, confió en su palabra. 

Vanessa: Pero, mamá… 
 
April: Nada de peros, vamos a sentarnos a comer como la familia que somos y Lucrecia nos va a acompañar.   
  
Vanessa: Pá…

Tomás: Tu madre ha hablado, Vanessa. 

Se limitó a decir el hombre, sabiendo que esas dudas y rechazo en su hija era normal, después de todo él estaba igual de confundido que ella, pero no podía hacer nada, si April estaba convencida de que Lucrecia era su hermana. Vanessa se tragó su orgullo, cerró los ojos y suspiró, entendió que no había nada qué hacer, respecto a la decisión de su madre. Al sentarse en su asiento, se dio cuenta que Lucrecia aún la observaba, –“¿Qué miras boba?”- le dijo enojada, pero al ver a su madre con el ceño fruncido, agachó la cabeza y se puso a comer.    

Durante la cena, April fue percatándose ligeramente de la fijación de Diana con su marido, esos ojos de felina, reflejaban el anhelo prohibido de la muchacha. Así que la madura, rápidamente se ingenió un escenario para que su plan empiece a ejecutarse. De todas las personas que estaban ahí, solo tenía que mantener distraída a Vanessa, por eso cuando todos acabaron de comer y cada uno se iba a su habitación, April le pidió a su hija que fueran hablar a su cuarto junto a Lucrecia, para que solucionen sus diferencias.
 
Aquello lo dijo al frente de Diana, para que su hermana supiera que quedaría a solas con el maduro, dado a que él lavaría los platos y cubiertos. Vanessa ignoraba por completo las motivaciones de su madre, y solo pensaba que era un capricho de ella, para que pueda llevarse bien con esa desconocida, que poco a poco comenzaba a recordar, no obstante, la mujer la colocó en jaque, cuando le dijo que también hablarían de Axel. Al principio se negó, quería evitar hablar de su medio hermano, sin embargo, no pudo evadirlo, pues su madre insistió, hasta que la joven tuvo que ceder. 

La conversación con Lucrecia no fue muy densa, aun así, le sirvió a Vanessa, para que su mente hiciera click y la recordada, sin embargo, no dijo nada al respecto por la vergüenza. Ya sin Lucrecia en la habitación, Vanessa desahogó el dolor que todavía le generaba ver a su hermano con otra y renunciar a él como hombre. Vanessa se fue a su cuarto tras esa charla, mientras que April, rápidamente se colocó un body rojo y una bata. Bajando cautelosamente las escaleras, fue imaginando lo que podía encontrarse, espera que su hermana hubiera aprovechado esa oportunidad que le había dado y su marido cayera ante la tentación. 

Antes de entrar a la cocina, escucha la voz de Tomás algo agitada. –“Detente, esto es una locura”- comentó el hombre. Ella se acerca con una sonrisa entre sus labios y relamiéndose, apoyada en la pared observa a su hermana menor intentaba seducir a su esposo y aunque él trataba de resistir, la fragancia de ese perfumen, provocaba que se muestre débil ante la muchacha. –“¿A qué le temes Tommy?”- preguntó la chavala en un tono coqueto, mordisqueando el cuello del hombre y sus manos sobaban la entrepierna de él. 

Tomás: (Dejando de lavar los platos) ¿A-a qué le temó? 

Diana: (Susurrándole en el oído) Sí... ¿Temes enloquecer por tu cuñadita? 

Tomás: No... No te temo, pero sí a cometer algo que no deseo.
 
Diana: (Ríe) ¿Cómo vas hacer algo que no deseas? Si tienes el pene muy duro y erecto, listo para coger, como en la tarde. 

Señaló, dejando al maduro en suspenso, se le iban acabando las ideas para tratar de esquivar a su cuñada y hacerla entrar en razón. Para colmo su cuerpo siguió encendiéndose por la culpa de ese aroma afrodisiaco.
 
Tomás: Diana... Tú sabes que esto está mal... 

Diana: (Sonríe) ¿Por qué?

Tomás: Porque estoy casado con tu hermana y no quiero lastimarla. 

Diana: Yo creo que a ella le encantaría ver que nuestros cuerpos se dejan llevar por la pasión. 

Una parte de Tomás seguía resistiéndose, sabiendo que era peligroso, él se volteó para mirar a la cara a la muchacha y decirle que no iba a pasar nada entre ellos y se olvide absolutamente de todo lo que había pasado esa tarde, sin embargo, al hacerlo, se sintió atraído por esa boquita traviesa. Aquel silencio entre ambos hacía que el ambiente comenzara hacerse más cachondo. April, no imaginó que la tensión entre su marido y hermana menor, fuera tan grande, que con solo verlos, su vagina se humedeció. 

Diana: ¿Qué pasa cuñadito? ¿Tengo algo en la cara? 

Tomás: (Cerrando sus ojos) Diana, deja de jugar conmigo, por favor. 

Diana: (Acercando sus cálidos labios a los de él) No quiero. Sabes, cuando te conocí no te encontré tan atractivo, con el paso del tiempo y viviendo aquí, te fui viendo como un padre, pero paulatinamente te fui observando como un hombre guapo y ahora, después de lo que vivimos en la tarde, solo anhelo estar entre tus brazos y brincar sobre tu enorme verga. 

El maduro abrió sus ojos y sintió como su respiración se hizo tensa. 

Tomás: Diana, si yo intento resistirme a este loco deseo, tú también puedes hacerlo y así evitamos cometer algo de lo que nos arrepentiremos.

Diana: (Ríe) Ese es el problema, yo quiero que lo hagamos, llevó meses sin disfrutar de una verga. 

Tomás: Y... Y seguirás esperando. (Tratando de alejarse)

Diana: ¿Quieres apostar? Ya sé, cuál es tu punto débil.

Diana no mintió, colocó su cuello cerca a la nariz del maduro, para que este oliera un poco más de ese estimulante perfumen, luego se apartó de él. Tomás pensaba que todo esa locura terminaría ahí, pero para su sorpresa, la joven bailarina, solo se alejó de él, para retirarse su blusa y quedarse con una pequeña tanguita puesta. 

El hombre al verla tragó saliva y comenzó a dudar de su resistencia, ella coqueta se acercó de nuevo a él. La Milf, no apartaba los ojos de esa situación, jamás había visto a su esposo tan nervioso. Aquello le encantaba, por lo cual sonría y con sus dedos jugaba con su coño, deseaba ver a su pequeña hermana cogiendo con su marido, quería ver cómo Tomás introducía su verga madura en esa joven vagina y gozar de ella. 

Diana: Dime cuñado, ¿qué opinas de mi cuerpo? ¿Es atractivo? 

Tomás tembló, su fuerza de voluntad estaba a punto de quebrarse. Miró lentamente el cuerpo de esa jovencita, que ella sabía presumir muy bien. Agarró sus senos y los apretó, pellizcando sus pezones, vuelve a realizarle las mismas preguntas.

Tomás: Oh mierda... ¿Po-por qué me haces esto? 

Diana: (Sonríe) Podemos terminar con esta tortura si te rindes y me haces tuya. Con una vez que lo hagas, yo seré feliz Tommy y no te volveré a molestar. 

La distancia entre ambos era muy corta, él cada vez se controlaba menos, sus manos tocaron esa cola redondita y ella soltó un pequeño chillido.

Tomás: ¿Y si yo no quiero que solo sea algo de una vez? 

Diana no podía evitar sonreír al escuchar esa pregunta, sus delgados brazos rodearon el cuello del hombre y unió sus manos.

Diana: Bueno, en ese caso, yo puedo transformarme en tu puta personal. Cuando quieras me haces tuya, cuñado.

Tomás: Y-y-o... Yo, no puedo serle infiel a April. 

Diana: Si eso te complica, no tomes esto como sexo, sino una forma de agradecimiento de mi parte, por ser un buen hombre y un excelente cuñado. 

Tomás dudó, algo en él seguía resistiéndose a la tentación y a la lujuria, mientras que April, como espectadora se emocionaba y se masturbaba, en voz baja ella murmuró: –“Vamos Tom... Vamos, coge a la perrita de mi hermana y atraviesa su coñito juvenil, con tu rica verga madura...”-, no obstante, por el titubeo del hombre, no ocurrió nada, porque justo antes de que él abriera la boca y le contestara a la muchacha, Josefina bajó las escaleras. 

Al escuchar su voz, Tomás dejo de apretar esa colita y se volteó para continuar lavando, mientras le pedía a la muchacha que se vistiera. Diana no quería volver a perder la oportunidad que tenía, así que le dice a su cuñado que se iba a quedar desnuda. Tomás la miro y le respondió que no fuera estúpida, que se vuelva a colocar su blusa antes que Josefina entrada en la cocina. 

Diana: Te dije que no.

Tomás: Vamos Diana, no es momento para juegos, si ella viene a la cocina y te ve desnuda, te va a pedir una explicación. 

Diana: Te equivocas, a mí no me va a pedir ninguna explicación, sino a ti y dudo que Josefina te crea lo que digas, ya que yo diré que nos estábamos divirtiendo. (Ríe pícaramente)

Tomás: ¿Qué quieres a cambio?

Diana: Mmmhh... Veo que comprendiste bastante rápido en la situación en que te encuentras. Aunque me sorprende que lo preguntes, si tú sabes lo que quiero.

Susurró tocando con sus dedos el paquete del hombre.

Diana: Pero seré buena y solo te voy a pedir una cita para mañana.

Tomás: (Suspira) Ok... Ahora vístete. 

Diana: A la orden, cuñadito. 

Contestó recogiendo su blusa y vistiéndose, April, lamentaba que la situación se viera interrumpida, sin embargo, al mismo tiempo estaba bastante entusiasmada por saber cómo continuaría aquello. Ganándole tiempo a su hermanita traviesa, se coloca en frente de Josefina, que iba directo a la cocina, porque había dejado su celular ahí. Luego de haberle robado unos segundos, ambas caminan hacía la cocina, en donde Diana se encontraba sentada en una de las sillas y Tomás terminando de lavar. 

La mujer fingiendo que recién había bajado, abraza a su esposo. Este se sentía confundido y mal al sentir a su esposa tan amorosa, pensaba en la forma de cómo controlarse ante su cuñada, aunque esta sabía su debilidad. Josefina toma su móvil y regresa a su habitación, ignorando por completo que su hermanita no llevaba nada puesto de su cintura hacía abajo. April mira a Diana y actuando de forma ingenua le consulta a la joven, si le apetecía un postre. 

La muchacha se percata que la Milf tenía sus manos puestas muy cerca de la entrepierna del hombre. Aquello podía ser algo casual, no necesariamente vinculado a la pregunta que le hacía, o eso pensaba hasta que escuchó las palabras que le dijo su hermana: –“¿No te gustaría comer algo grueso, muy duro y a la vez jugoso antes de dormir?”-, Diana estaba interpretando aquello, como si su hermana mayor la estuviera invitando a devorar esa pija. 

Pasando su lengua entre sus labios, la jovencita respondió que le encantaría comer algo como ella describía. April sonríe y ríe de forma breve, soltando a su esposo, se sienta al lado de su hermana, justo en ese momento, Tomás termina de lavar y se va a acostar. Sin imaginar que su mujer, estaba buscando aquel instante, a solas con Diana. Susurrando le dice que ella sabía lo que había hecho con su esposo, la muchacha se le aceleró el corazón, por las represalias que tendría que enfrentar. 

Entonces, la Milf, tranquiliza a su pequeña hermana, al decirle que no iba a pedirle explicaciones, ni tampoco iba a prohibirle, ir detrás de la verga de su esposo. Que de hecho le autorizaba que lo hiciera, sin embargo, tenía que hacerle caso absolutamente en todo y no cuestionarla. Diana trago saliva y tras un corto periodo de silencio, le responde, que la obedecería en cada una de sus peticiones. Sonriendo, April le murmura: –“Bienvenida a la terapia especial, hermanita. Te tenía primera en la lista, pero ahora será mejor que eso”- 

Ambas soltaron una pequeña risita cómplice, sin haberse percatado que todo ese tiempo, otros ojos las estuvo observando. –“Y yo, ¿puedo ser participe también?”- consultó Lucrecia, saliendo de su escondite e interrumpiendo la alegría de April y Diana. La madura se había olvidado por completo de la presencia de esa chica, por lo que al verla, sintió enojo con sí misma, por haber sido tan descuidada, por otro lado Diana, solo quería desaparecer de ahí, por la vergüenza. 

–“Lucrecia, puedo explicarte todo”- afirmó April, queriendo solucionar su error y no perder esa oportunidad que se le estaba generando. –“Descuida hermana, no es necesario”- contestó la muchacha con una gran sonrisa en sus labios. –“Antes de venir a aquí, averigüe todo de ti, absolutamente todo. Sé que te gusta compartir a tu esposo, aunque a él no le fascina mucho la idea de estar con otra que no seas tú”- dijo, anonadando a su hermana.  

–“Así que con mucho gusto te ayudaré hermana, para que puedas cumplir tus fantasía. Sé que puedo seducir mejor que nadie a tu esposo con este cuerpecito, así que dime qué debo hacer y lo haré”- manifestó, dándole un respiro a April. La Milf, no veía malas intenciones en Lucrecia, tampoco mentiras, no sabía el porqué pero estaba convencida que esa chica estaba diciendo la verdad y no la traicionaría, Diana en cambio no sabía qué pensar, pero si su hermana mayor confiaba no le quedaba que hacer lo mismo. 

Al día siguiente, como de costumbre Tomás fue el primero en levantarse, aquel día él no tenía que llevar a Simón a la guardería, pues April no iría a la universidad. Así que salió temprano para irse a trabajar, sin embargo, sus planes variarían, cuando Diana se le aproximó. El hombre al verla quedó sorprendido, ya que usualmente ella tardaba unos minutos más en estar lista e irse a su academia de danza, su idea de evitarla esa mañana se había derrumbado, la joven le preguntó, si podía acompañarla para hacer unos trámites. 

Tomás titubeó en darle una respuesta, si bien tenía tiempo de sobra para acompañar a esa muchacha a realizar sus trámites, no quería estar a solas con ella, no después de lo que había ocurrido el día anterior. No obstante, al ver la cara de afligida de la chica, al pedirle aquello, hizo que decidiera responderle con un sí. De todos modos la relación de ellos cambiaría ese día, aun cuando si evitaba acompañarla, estaba escrito que esa noche, los dos dejaría ser cuñados normales. 

Mientras ella realizaba sus trámites, Tomás atendió unas llamadas, en vez en cuando miraba hacía donde se encontraba Diana, cada vez que lo hacía, sus ojos se centraban más en esa figura juvenil. No podía creer que su inocente cuñadita, se había puesto una mini falda, con la cual su colita pomposa se podía apreciar y aun cuando él no quería observarla con ojos depravados, recordaba lo de anoche, resultándole imposible mantener la cordura y que su verga no se le pusiera dura. 

No solo era el atrevimiento de esa chica, de haber elegido una prenda tan reveladora, sino que también parecía que le estaba presumiendo exclusivamente a él, ese trasero. Cuando ella se le acercó, no sabía que decirle, pues sus pensamientos ya estaban contaminados con obscenidades. Diana le consultó si se encontraba bien, a lo que el hombre se limitó a mover su cabeza de forma afirmativa. Él pensó que tras aquello, solo tendría que ir a dejar a Diana a la academia y todo volvería a ser como antes.
 
Pero la muchacha le solicitó que la fuera a dejar al centro comercial, ahí ella iba a juntarse con una amiga. Tomás accedió, aunque durante todo el camino se sintió incomodo con la presencia de su cuñada, tenerla tan cerca parecía ser un peligro. Su perfumen le resultaba tentador y mirarla todavía más, trató de mantener la calma, sin embargo, no pudo dejar de tenerla erecta. Suspiro aliviado, al llegar al destino de la joven, aunque su corazón se le aceleró, cuando ella se despidió y le dio un beso en su mejilla, muy cerca de sus labios. 

Atolondrado se quedó ahí quieto, pasaron unos minutos y él todavía no reaccionaba, al hacerlo, se sintió mal por estar deseando a su cuñada. Justo cuando iba a tomar rumbo hacia su trabajo, vio como un tipo fornido de piel negra, tenía a la muchacha entre sus brazos, mientras se besaban con vehemencia. Las manos del sujeto estaban en esas nalgas redonditas. Tomás sin pensarlo se bajó de su coche y arremetió contra el tipo, tomando de la mano a Diana. 

Sin decirle absolutamente nada, la llevó de regreso a la casa, el maduro sabía que se había dejado impulsar por sus emociones y no debió haber hecho eso, aun así quería creer que lo hizo porque veía a esa chica como un hija y no por esa fijación repentina. Diana se quedó callada, fingiendo estar molesta, pero en realidad por dentro estaba contenta y una sonrisa se le formó en su rostro. En la casa, April tomaba una ducha después de que su pequeño hijo se haya quedado dormido.

La Milf acariciaba tiernamente su vulva, con solo pensar que su plan se estaba efectuando, un ardiente deseo invadió su cuerpo. Sumergida en sus fantasías, veía a Tomás cayendo en el coqueteó de Diana y Lucrecia, que las tomaba a ambas de esas colitas y las besaba. –“Aaahhh”- exclamó April, mordiéndose los labios. La joven por su parte, al llegar, sin hacer mucho ruido subió a su habitación y se encerró en ella. Soltando un corto pero intenso suspiro, cerró los ojos y recordó lo que vivió con su cuñado. 

Tal como le había dicho su hermana, el hombre quedaría loco por ella, pensar en eso solo hacía que esa chispa de picardía y lujuria, incrementaran. En ese instante solo ansiaba acorralar al maduro y tentarlo a probar su cuerpo de nuevo, pero sabía que no debía desesperarse y ahora le tocaba a Lucrecia actuar. Sus manos fueron recorriendo su cuerpo sudoroso y una de ellas bajó hasta su mojado coño. Sus uñas jugaban entre la tela de su braga y la piel de su chocho. Reviviendo ese gran bulto que le vio al hombre en su entrepierna, solo la llenaba de libido. 

Mientras se mecía en ese deseo carnal, fue recordando la conversación previa con April y Lucrecia. Luego de que su hermana le haya propuesto a las dos coger con su marido y ambas aceptaron, ella le consultó por qué lo hacía. La Milf traviesa se le acercó, y sin ninguna vergüenza le respondió, –“Porque me excita la idea de verlo cogiendo contigo”-, esas palabras retumbaron en la cabeza de la joven. En silencio, pensó que todo se trataba de una broma de April, hasta que su hermana le mostró en su móvil un vídeo de Tomás con Vanessa.

Diana: (Atónita) ¿Pero qué carajos? 

Lucrecia: (Sorprendida) ¡Vaya! ¡Mira cómo se la mete!

April: Cómo Vanessa estaba deprimida tras el compromiso de Axel con Ignacia, decidí ayudarla. Convencí a Tom para que le diera nuestra famosa “Terapia Especial”. 

Susurró la mujer con una sonrisa juguetona en su rostro. Diana anonadada por lo que observaba en el vídeo, se quedó callada, no podía creer que eso fuera real y Lucrecia cada vez dejaba de lado esa actuación tímida con la que se presentó. Las dos sabían que su hermana era algo especial, que tenía un fetiche sexual, no obstante, jamás se le pasó por la cabeza que era capaz de hacer que su esposo y su hija follaran. 

April: Vanessa hoy es pura felicidad y eso se debe a nuestra terapia especial, voy a preguntarles de nuevo, ¿están segura de querer coger con mi esposo y disfrutar de una semana de terapia especial? 

Lucrecia: Ya te dije que te voy a ayudar en lo que sea, hermana, sin embargo, solo voy hacer que caiga en tu juego, ya que a decir verdad, no soy una amante del sexo. Lo disfruto pero no es algo que necesite urgentemente.

Declaró Lucrecia con una sonrisa y serena. 

Diana: ¿U… Una semana? 

Preguntó Diana, nerviosa, confundida y ansiosa.

April: A mi pequeña dejé que disfrute más tiempo con su papi, puedo hacer esa excepción contigo también, pero como te dije debes obedecerme en todo lo que te diga y sin preguntar, ¿ok? 

Diana nuevamente guardó silencio, uno que April interrumpió, al estar prácticamente encima de ella, con esos ojos azules mirándola fijamente. 

April: (Sonríe) Luces tan inocente que me cachondeas, hermanita. La primera vez que le dije a Tommy de esta terapia especial, él quedó igual que tú, perplejo. Para ese entonces él y yo solo teníamos cerca de dos meses saliendo.

La muchacha escuchó atentamente a su hermana mayor, la cual parecía dominada por el fuego que recorría por su cuerpo.  

«Sí, todo inició, tres semanas después del intercambio de Milfs. Tom y yo estábamos divirtiéndonos con Celeste, su casera, quien era una Milf maravillosa, me gustaba ser traviesa y compartir a mi chico con ella. Tal vez era estúpido jugar con la mujer que significaba el mayor peligro para mi relación con Tomás, ya que él la amaba, o por lo menos sentía una atracción demencial hacía esa madura, no obstante, ¿qué es la vida sin riesgo?, además confiaba en mis dotes para ganar»


«En fin, luego de una larga jornada de sexo, él se entró a bañar y yo salí a comprar para la cena. Cuando regresé, el conserje me hablo. Usualmente me decía piropos, por lo que no lo tomaba atención y lo ignoraba, sin embargo, en aquella ocasión, dijo unas palabras que me provocaron incertidumbre, –“Señorita, veo que quiere arreglar las cosas con su suegra”- expresó en un tono burlista, yo estaba a nada de subir por el ascensor, pero me di vuelta y regresé donde él. –“¿Su-suegra?”- exclamé con dudas»


«Él disminuyó la distancia y con su aliento pasado a tabaco dijo, –“¿Cómo? ¿No vio a su suegra?”-, –“Aaaaaaahhh, mother in law”- manifesté, aprovechándome de mi origen británico. El hombre soso me creyó, aunque me interpeló del ¿por qué la mujer se había ido tan rápido?, yo no le dije nada, además parecía no importarle aquello, pues el muy degenerado ya no ocultó sus intenciones de mirarme los senos. Sus ojos se clavaron en mis pechos, como las agarras de un águila en su presa» 


«Suspiré molesta y me di la media vuelta, regresando al apartamento. Al entrar me quedé pensando en lo que había descubierto, pero en vez de comunicárselo a Tom, callé. Tomé su celular, para ver si tenía algún mensaje o llamada de su madre, pero no había nada. Entonces me entró la curiosidad de saber cómo era mi suegra. Tomás, hasta ese entonces, jamás me  había mostrado alguna foto de ella o de su familia. Aproveché ese instante para meterme en su galería de fotos, deleitándome con una en donde salía con traje de baño» 


«–“Uuuufff”- suspiré, mordiéndome los labios. Mi suegra era una belleza y tenía un par de melones bastante grandes, comparables con los míos o Celeste, hasta tenía otros rasgos que la semejaban con la casera de Tom, supuse que él veía a su madre en ella. Tom salió del baño y al verme con su celular en las manos, me preguntó, qué estaba haciendo. –“Nada en especial, solo compraba unos pasajes”- le respondí, en un tono coqueto. Él no comprendió lo que decía y consultó, ¿pasajes para qué? Y, ¿a dónde?, –“Tenemos una semana libre y quiero conocer a tus padres, Tommy”- le contesté, rozando sus labios»


«Aquello lo tomó por sorpresa, no obstante, lo hizo, después de todo estábamos en una relación muy seria. Él compró los pasajes y mi mente pervertida, me hizo estallar en calor, tras ver la foto de mi suegra, empecé a fantasear con ver incesto real. Mi braga se empapó con solo imaginar a Tommy mordiendo esas tetazas y fundiendo su vergota en la madura vagina de su madre. Esa noche ambos nos fuimos a dormir muy temprano, sin hacerlo, dado a que ya habíamos tenido mucha acción con Celeste» 


«Él quedó dormido como un tronco rápidamente. Sus manos, rodearon mi cuerpo y su entrepierna chocaba con mi cola. A pesar de toda la diversión que tuvo, seguía teniendo su polla dura. Era una noche muy acalorada y mis pensamientos obscenos no ayudaban a bajar mi temperatura corporal. Mis pezones se hicieron duros y mi vulva me picaba mucho. Pensé en levantarme a tomar algo de aire y así despejar mi mente, sin embargo, cada vez que recordaba la imagen de esa mujer, mi cuerpo ardía» 


«Por primera y única vez en mi vida, el deseo carnal por alguien que no era Tom, resultaba enorme. Era extraño estar tan caliente por mi suegra y lo único que pude hacer para sacarme esa sensación, fue mover mis caderas para sentir el tronco duro de Tommy. Introduje mis dedos en mi vulva y gemí suavemente, trataba de ahogar mis quejidos con mi otra mano. Aun cuando jugaba con mi cuerpo, la lujuria no dejaba de aumentar e iniciaba a sentirme frustrada y desesperada. Sorpresivamente, Tomás filtró sus dedos en mi mojado coño y me hizo gemir como una perra» 


«Volteé mi cabeza para mirarlo, él sonrió con picardía y acercó sus labios para besarme de manera cachonda. Al apartar su boca de la mía, la saliva cayó por mis pechos y quedaron finos hilos. Tom continuó masturbándome con sus dedos, lo que se sentía estupendo. Su pene ya erecto, se colaba entre mi tanga, sentir ese grueso trozo de carne ardiente sobando mi piel, era mucho más excitante. Entre jadeos, escuche que me dijo, que no debía oprimir mis ganas, que él iba a complacerme en todo» 


«No resistí más tiempo y solté una gran cantidad de mis jugos. Él volvió a besarme y yo me mostré más juguetona, pues me coloqué encima de él y mis manos agarraron su polla. Nos miramos por unos segundos, Tom nuevamente me repetía que haría todo lo que yo quisiera. Fue una invitación directa, para confesarle de mi impuro anhelo. Por lo que decidí decirle sin disimulo, lo que tenía en mente, –“Tom... Yo quiero, que lo hagas... Con tu madre”-, él pensó que era un chiste, hasta que vio que yo no me reía» 


«En su mirada podía ver como él se negaba a mi petición, pero su verga expresaba todo lo contrario, al haberse colocado muy dura. Sonreí y fui acercándome a él, su rostro era de miedo y confusión, hasta que mis labios rasparon su oreja derecha. Sentí como su respiración regresaba a la normalidad y dejaba de estar agitada. Fui lamiendo su oído y también lo mordisqueaba, él seguía sin mover un musculo, fue cuando le volví a susurrar. –“Vamos Tommy... Cúmpleme esta fantasía y te prometo que nunca más, voy a obligarte a tener sexo con una mujer que tú no quieras”-»


«El silencio predomino por unos minutos, sin ejercer presión, él finalmente decidió aceptar mi pervertida, inmoral y alocada propuesta. Oír ese sí, fue como tener un orgasmo. Contenta le besé la boca, sin recurrir al sexo, mi cuerpo y mente se tranquilizaron. Le di las gracias a Tom por ser el novio más considerado, quedándome encima de él, lo abracé fuerte y nos dormimos. Al día siguiente, ambos nos despertamos temprano, para ir a tomar el avión y viajar a la casa de sus padres, donde nació nuestra Terapia Especial» 

Así fue cómo ese candente plan se fue dibujando, Diana esperaba pacientemente su oportunidad en casa. Obedeciendo ciegamente a April, sin cuestionarle nada, incluso cuando le pidió que buscara algún amigo con quien besarse, lo hizo sin pensarlo. Lucrecia por su parte, se preparaba para actuar y hacer que Tomás no tuviera más opción que caer en ese lascivo juego, donde sería el protagonista principal. Eligiendo el mejor atuendo para resaltar sus atributos, salió en dirección a la consulta donde trabajaba su cuñado.
 
Tomás terminaba de atender a uno de sus pacientes, sin imaginar que Diana era el menor de sus problemas. Aquel agobiante deseo que había surgido por ella y no dejar de pensar en su figura, solo era una pequeña piedra en su zapato y lo comprendió cuando sus ojos deleitaron a Lucrecia. Tragando saliva, quedó quieto y mudo en el umbral de su oficina, la joven voluptuosa caminó elegantemente hacía donde se encontraba él, haciendo resonar los zumbidos de sus tacones. 

Tomás: Lu-Lucrecia… 

Balbuceó desconcertado y sin evitar mirar esos carnosos pechos que botaban con cada paso. 

Lucrecia: Hola, cuñado. He venido a traerte el almuerzo.

Le susurró, dejando sus labios rojos marcado en la mejilla derecha de él y seduciéndolo con el perfumen de April. A diferencia de Diana, Tomás no veía a Lucrecia con ojos puros, no podía hacerlo si era una desconocida de la cual aún dudaba si era hermana de su esposa. Ella aprovechándose de esa ventaja, le preguntó cómo se veía, mientras le presumía su despampanante cuerpo. El hombre trató de no mirar de más y limitarse a decirle que lucía estupenda. 

Lucrecia: Por cierto, Tommy, he oído que sabes hacer masajes, ¿puedes hacerme uno? 

Le consultó con un rostro de afligida, acorralando a su cuñado tal cómo le dijo su hermana mayor. 

Tomás: ¿Ma-masajes? 

Lucrecia: Sí, Tom. Sé que le das a April y a Vanessa, debido a que ellas al igual que yo, tienen las tetas grandes y cansa tener que cargar con ellas. 

Expresó la chica, tocando sus bendiciones con sus manos. Tras un largo e incómodo silencio, Tomás terminó aceptando, colocando todo de sí, para resistirse a la tentación de lidiar con una persona que lucía muy similar a su Princesa cuando tenía 20 años. Él sabía que era una batalla imposible de ganar, teniendo el pene erecto y ese perfume invadiendo su olfato constantemente. Arrinconado y sin ver una escapatoria, cerró la puerta de su oficina con seguro y se acercó a su joven cuñada, la cual se quitaba el top. 
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Espero que les haya gustado el relato. 
Aquí dejo los antiguos para quienes quieren saber como inicio todo:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3705801/La-Milf-de-mis-suenos-Capitulo-I-El-sueno.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/3707593/Vacaciones-candentes-Capitulo-I-Las-putitas-culonas.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/4415761/Vacaciones-Candentes-Capitulo-Especial-1.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/5023614/Confesiones-ardientes.html

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