Confesiones ardientes

“El modelo suizo” 

–Lu. Hija despierta. Lu, ya es medio día, el desayuno ya está hecho. ¡Luuuuuu! 

Mi padre todas las mañanas siempre se encargaba de despertarme, desde que era una niña, él era a la primera persona que escuchaba y veía. Aquel día su voz aparecía entre sueños. Quería abrir los ojos, pero sentía el cuerpo pesado, totalmente fatigado y la cabeza me daba vueltas. No recordaba lo que había pasado la noche anterior y tampoco es que quisiera saberlo, solo quería levantarme e ir a comer junto a mi padre. Su voz comenzó a ser más nítida para mí, como los rayos de sol que penetraban mis ventanas. 

Mis ojos lentamente se fueron abriendo, todo lo que observaba era difuso, me costó alrededor de un minuto para mirar con claridad. Al hacerlo, me llevé una sorpresa, una que me dejó helada y sin palabras, una que congeló mi gritó, una que me hizo recordar casi todo lo que había sucedido la noche anterior de golpe. Había celebrado mi fiesta de cumpleaños, mis amigas, algunos conocidos y mi novio, estuvieron presente, además de mi padre, Cristina que era su amiga y colega del trabajo, y un tal Timeo. 

Este último e inesperado invitado, se trataba de un modelo suizo que iba a trabajar con mi padre. Iba a ser la cara visible de uno de nuestros productos. Dado a que llegó esa misma noche y mi padre por mi cumpleaños, no tuvo tiempo para hacerle reserva en un hotel, decidió invitarlo a casa, para que pase la noche. Al principio la idea de que hubiera un extraño en mi fiesta de cumpleaños me desagradaba, pues lo sentía fuera de lugar e incómodo. 

Sin embargo, cuando lo vi llegar, cambie de opinión, mi ceño fruncido desapareció de mi cara, pues él le iba a dar un glamour y toque especial a mi fiesta. Mis amigas se iban a morir de envidia, al mismo tiempo que mojarían sus bragas por aquel modelo suizo. Debo admitir que fui la primera en empapar mis calzones, al tenerlo de cerca. Aun cuando estaba con un chico, no podía quitarme los ojos y decirle a mi cuerpo que no reaccionada ante semejante hombre tan atractivo, que tenía un rostro muy varonil para su edad y perfecto. 

Sus ojos de pigmento avellana, me recordaban a los de un felino y me transmitían madurez, su cuerpo bien trabajado me hacía temblar, podía ver sus abdominales bien marcados a través de su fina camisa, al igual que sus pectorales duros y firmes. Él hacía que la figura de mi novio en ese instante me resultara totalmente poca atractiva. No tenía nada en contra de Emilio, pero si lo ponía a comparar con Timeo, obviamente en lo físico, por más que yo quisiera a mi novio, el suizo iba a ganarle, además de encenderme, mucho más con esa boca. 

A pesar de los aires de chulos que desprendía, Timeo era muy amable y sencillo, supongo que esa actitud arrogante y madura que desprendía, solo eran parte de su oficio. Al tenerlo frente de mí, no supe que decir, solo balbucee palabras sin ningún sentido, él por su parte sonrió y me dio un beso la mejilla, felicitándome por mi cumpleaños. Jamás en mis 22 años, había sentido mi cuerpo arder de la manera que lo hizo con aquel suizo, de hecho noté que mi vagina se había transformado en un riachuelo. 

Timeo siguió sorprendiéndome, pues luego de saludarme, le preguntó a mi padre en qué podía ayudar. Mi padre le dijo que no debía preocuparse por nada y fuera a relajarse, sin embargo, él insistió en querer ayudar, justificándose que de seguro por ir a buscarlo, se habían retrasado con algunas tareas. No estaba equivocado y de hecho eso precisamente era lo que me tenía de mal humor cuando llegó, pues habíamos perdido tiempo valioso para terminar en la decoración, porque tuvieron que ir a buscarlo. 

Ya no solo en lo físico era superior a Emilio, sino también en lo humano y servicial, ya que no dudaba en ayudar en lo que fuese necesario y siempre regalaba una sonrisa, mi novio en cambio, debía rogarle para que me ayudada y de hecho se negó a darme una mano en la decoración, argumentando que estaba muy cansado. En ese minuto él estaba echado en mi cama, durmiendo, mientras Timeo, que era un desconocido, corría de un lado a otro, para dejar todo perfecto.

Me sentía extraña estando al lado del suizo, mi corazón se agitaba, mis manos sudaban más de lo normal y mi cuerpo entero parecía estremecerse solo con su presencia. ¿En serio existía un chico tan perfecto?, me preguntaba mientras los invitados iban llegando a la fiesta y él ayudaba en la cocina. –“Lu. Lu te estoy hablando. ¡Lucrecia!”- gritó mi amiga Amber, sacándome de mi mundo interno y dándome cuenta que todas mis amigas estaban ya en mi casa. 

Selena, Fátima, Devora y Rut, ellas eran mis amigas que había hecho en la universidad, por otro lado Amber, era mi mejor amiga, la conocía desde niña, incluso podía catalogarla como la hermana que jamás tuve. –“Finalmente despiertas, Lu. Parecías que estabas en una nube, ¿acaso piensas de darle a Emilio tu flor?”- interpeló con cierta picardía, Fátima. –“No digas idioteces, Fátima”- interrumpió Amber molesta, –“Tranqui, Amber. No te exaltes”- expresó Rut con una sonrisa, tratando de aguantar la risa. 
 
–“Es que me molesta que presioné a Lu, acerca de su virginidad”- manifestó Amber, ya no en un tono serio, sino más relajado. –“¿Virginidad?”- escuché de pronto a mi espalda, aquella voz hizo que mis pelos se colocaran de punta y un frio descendiera por mi espalda. Mi corazón volvió a latir fuerte y comencé a respirar de forma acelerada, lentamente fui dándome vuelta, al mismo tiempo que mis amigas abrían sus bocas y sus pupilas se desorbitaban. 

Cuando mis ojos contemplaron a Timeo, nuevamente me estremecí. Sonrojara quería que la tierra se abriera y me tragada, no soportaba la vergüenza de que él haya escuchado de que era virgen. Mis amigas por otra parte, quedaron babeando y calientes igual que yo cuando aprecie a ese suizo por primera vez. Todas ellas intentaban pronunciar alguna palabra, pero no podían, tenían la lengua trabada. Agachando la mirada, me arme de valor y le dije que no creyera las tonterías que decían mis amigas. 

Evidentemente las chicas no tardaron en saltar como gatas en celos a donde él. Cada una intentó seducirlo y extrañamente aquello me irritaba. No tenía sentido que me colocara celosa, ya que apenas conocía a ese chico que no superaba los 25 años, sin mencionar que yo ya tenía novio, el cual estaba a metros de distancia, charlando con sus amigos. Trate de ignorar a mis amigas, las cuales estaban solteras, algunas quizás estaban saliendo con algún chico, pero nada serio. 

Me acerqué donde Emilio, para poder olvidarme de Timeo, sin embargo, mi novio tuvo una actitud algo hostil y distante conmigo. Pensé que estaba celoso porque me vio derritiéndome por aquel modelo suizo, sin embargo, parecía estar pendiente por otra cosa. Hubo un momento en que me dejó sola charlando con los chicos, aun cuando traté ir tras de él, Israel, Mateo, Giovanni y Eric, me rodearon para mantenerme distante de Emilio. Algo que de cierta forma me vino bien, ya que primero debía dejar de pensar en Timeo. 

Empecé a beber como loca, no miento cuando digo que en tan solo 10 minutos ya me encontraba totalmente ebria. Llego el momento de la torta y recuerdo que en ese preciso instante, busque desesperadamente a Emilio pero no lo vi, incluso le hice el comentario a papá preguntándole en dónde estaba, no obstante, mi padre no tenía idea y se molestó, porque no podía creer que el muy bastardo que no había aportado en nada para mi cumpleaños, no estuviera presente en ese minuto.

Yo por mi parte, seguía pensando que mi novio se había enojado conmigo por haber estado deseando a Timeo. Apagué las velas, pidiendo como deseo que Emilio me perdonada, luego de eso, hay una laguna mental. Lo único que se me viene a la cabeza son algunos gritos, llantos, pero ninguna imagen o palabra en concreta que me haga noción de lo que pasó antes de que cometiera aquella locura. –“Lu, vamos a desayunar. Tengo las tostadas listas, también preparé el smoothie y jugo favorito, de mi niña”- expresó mi padre, abriendo la puerta. 

Una vez más el pánico se apoderó de mí y me dejó paralizada, no sabía cómo iba a explicarle a mi padre, con la imagen que se iba a encontrar. Sin verlo a la cara, porque no podía voltearme por el miedo y vergüenza, sentí como mi padre de golpe cerró la puerta y me pidió perdón por haber entrado sin tocar. Que papá no se haya enojado, debía haberme aliviado pero al cerrar la puerta, había despertado a Timeo. Ver como aquel modelo abría sus ojazos y me miraba con inocencia, hizo que mi corazón retumbara. 

Era la primera vez, que el primer rostro que veía al despertar no era el de mi padre, sino la de un tipo que era mayor a mí por un año y que se encontraba recostado en la misma cama que yo, totalmente desnudo. No supe que decir, la culpa de haberle sido infiel a Emilio me estaba asfixiando, no soportaba la idea de que le había entregado mi virginidad a un extraño, que luego de quedarse mirándome fijamente sonrió y acercó tímidamente sus labios a los míos, tocándolos con ternura.  
 
Él era tan gentil incluso a la hora de besar, aunque claro, lo de anoche, no fue para nada afable, ambos entramos a mi cuarto presos por la lujuria. La tenue luz de la luna y las estrellas se asomaban por la venta, mientras él me mantenía cargada y con sus grandes manos rodeaba mi pomposo culo, a la vez que su lengua combatía con la mía. Jamás había sido besada con tanto fervor como en ese instante, hacía que mi coño sufriera de espasmos y ansiada ser atravesado. 

Aun cuando mi boca apestaba a alcohol, el fresco sabor de vainilla de él predominaba y hacía que nuestra lasciva lucha, fuera más deliciosa y adictiva. Clavaba mis uñas en su cabeza, con mis dedos jalaba su sedoso y suave cabello, al mismo tiempo que con mis piernas apretaba cada vez con más fuerza sus caderas. Tenía en ese instante, toda mi braga empapada por los jugos que había soltado por ese majestuoso chico y más al percibir que entre sus piernas, escondía una enorme herramienta. 

Nuestros labios se separaron, para que los dos pudiéramos tomar algo de aire, en esos tres o cinco segundos, noté como con sus ojos me desnudaba y maquinaba en su cabeza cada una de las cosas que me iba hacer en mi cama. La idea de entregarle mi virginidad a ese semidiós, me encantaba, no tenía ningún arrepentimiento en ese momento, no pensaba en Emilio ni en las consecuencias a futuro, solo quería que Timeo me abrazada fuerte con sus brazos robustos. 

Él tiernamente me recostó en mi cama, para luego torpemente intentar desabotonarse la camisa y quitarse el pantalón. Noté su nerviosismo, lo que me parecía lindo, aunque dominada por mis impulsos más libidinosos, no esperé a que él se desvistiera, no, fui yo la que desgarré su camisa de un jalón, quedando embelesada por ese fibroso cuerpo. Depravadamente me tiré encima de él, besando su cuello, sus pectorales, sus abdominales, recorrí cada rincón de su torso. 

Nunca me había sentido tan atraída a un hombre, él me hacía delirar de lujuria, probar cosas prohibidas y hacer otras que me había negado a realizar por años, incluso con Emilio, con quien llevaba hasta ese día, 2 años de relación. Otra vez nos queramos mirando fijamente, él parecía haber hallado la calma y sus penetrantes ojos se trasladaron hacía mis pechos. No me gusta presumir, pero había sido bendecida con una anatomía maravillosa que causaba furor en los hombres.
 
Se podría decir que heredé algunos encantos de mi madre que en paz descanse. Ella murió al poco rato de haberme dado a luz, algo que destruyó a mi padre y que desde entonces se ha mantenido soltero y me ha criado solo. Pero bueno, eso ahora no es tan importante, sino lo que mamá me transfirió con su genética, que era mi bello rostro de ángel, mis ojos cafés oscuro, mis carnosos labios y mi melena de color castaño claro y con tintes rubios como la miel. 

Sí, de rostro había salido muy parecida a mamá, sin embargo, respecto a mi figura, eso más bien era por parte de la familia de mi padre. Si ya con mi cara bonita, era el centro de atención para los chavales, físicamente soy su obsesión. Poseo unas curvas asesinas, o eso es lo que oigo por parte de algunos chicos, unas piernas algo gruesas, largas y sexys, un culo que está proporcionadamente bien, no es ni tan grande y tampoco para nada pequeño. Aunque sin duda, lo que más destaca de mi cuerpo, son mis grandes y gordas tetas. 

Con la familia de mi padre muy poca conexión tengo, por no decir nula, no obstante, tengo entendido que todas las mujeres, suelen poseer estos monumentales senos. Muchas veces Cristina trató de convencerme para que me dedicada al modelaje, por mi rostro y silueta, sin embargo, para mí tener grandes pechos era un verdadero problema, uno porque no me dejaban hacer ejercicios con la normalidad que me gustaría, ya que suelen pesar mucho y dos, porque llamaba mucho la atención, además de tener problemas en encontrar ropa adecuada para mí.  

Timeo tímidamente intentaba retirarme la blusa. No dejaba de ser un caballero incluso a la hora de intimar y a pesar de que actuaba así, me miraba y besaba, de una forma tan salvaje, que me encantaba esa contrariedad de él. Yo mantuve la calma y permití que fuera ese suizo exquisito el que me desprendiera de mi prenda, haciendo bailar a mis tetas, cuando quedaron libre y sin que una tela este sobre ellas. La punzante mirada de Timeo se había transformado en la de un león apunto de atacar a su presa. 

Estaba cachondísima, quería y anhelaba que él se apoderada de mi cuerpo, que dejara su marca que cada lado y me impregne de su olor. –“¿Qué esperas cariño? Ven y toma mi cuerpo, que es todo tuyo”- le susurré en el oído, al mismo tiempo que allegaba su mano izquierda a mi teta. Sentir como apretaba mis pechos con sus fuertes manos, fue sensacional, y no pude ahogar ningún grito de placer. Su aliento sofocante, humedecía a mis pechos y dejaban mis pezones más duros. 

Como un pequeño lactante se aferró a mis mamas y chupó con fuerza, como si realmente pretendía querer sacarme leche. Sus dientes, su lengua, sus labios, hacían que mi cuerpo entero ardiera y me sacaba los gemidos más tiernos y obscenos. Mientras él se ahogaba con mis senos, yo intentaba quitarle los pantalones y adueñarme de su mástil. No sé cuánto tiempo tardé, pero al final logré mi objetivo y quedé gratamente sorprendida, pues su miembro era más grande y grueso de lo que imaginaba. 

Durante los dos años de relación que llevaba con Emilio, nunca le había visto su verga, sin embargo en algunas ocasiones me abrazaba por la espalda y lograba sentir su masculinidad. Quizás hacía aquello apropósito para tentarme. Lo que podía percibir en esos abrazos, es que mi novio tenía un pene decente. En realidad el tamaño no era algo que me interesaba, todo lo que se relacionaba al sexo para mí era algo tabú y me daba vergüenza hablar sobre ello. 

Si tuviera que decir la razón por la que era virgen a los 22 años, creo que la palabra correcta era miedo. Sí, tenía miedo que podía entregarle mi pureza a cualquiera, a un tipo que realmente no iba a amar ni tampoco recordaría. Tenía miedo de que estuvieran jugando con mis sentimientos y solo me querían por mi cuerpo. Para algunas mujeres esto no era ningún problema, pero para mí sí, ya que desde pequeña he creído en el amor de los cuentos de hadas y en el eterno, como el de mis padres. 

Era un pensamiento ridículo, lo sé, era muy infantil, sin embargo, era mi creencia y me aferraba a ella a toda costa. Esperaba que Emilio fuese ese príncipe azul, al que iba a entregarle mi flor y él me sería eternamente fiel. Pero en ese minuto embriagada por la lujuria, estaba a centímetros de darle mi virginidad a un desconocido, a un tipo que recién había visto esa noche y con suerte conocía su nombre. Timeo, aun estando centrado en mis tetas, fue retirándome el pantalón.

Ambos nos acomodamos para que finalmente estuviéramos desnudos en frente del otro, no había ninguna tela que se interpusiera en nuestros cuerpos, cada acaricia quedaría marcada en nuestra piel. Lo volví a besar con mucho fervor, a la vez que mi babeante vagina se frotaba con su colosal miembro. El solo roce de esa venosa y dura verga con mi rajita, hizo que las piernas me temblaran y que tuviera que abrazarlo, para que no me caiga desmayada. 

Sus grandes manos se paseaban por mi espalda y trasero, eran suaves acaricias, pero sus dedos dejaban una huella ardiente. Al dejar de besarlo, una hilaza gruesa y sedosa de saliva mantenía nuestras bocas conectadas. Su sabor era tan único que pensaba que jamás iba a probar algo igual. Sonreí como una vulgar puta, una que llevaba años follando indiscriminadamente, una que no le importaba meterle los cuernos a su novio. Tomé entre mis manos su enorme estaca y lentamente me fui arrodillando. 

Era mi primera vez que tenía un miembro tan cerca de mí, no podía creer que los chicos poseyeran unas armas tan letales en su entrepierna. Definitivamente aquello no iba a caber en ninguno de mis orificios, pensé, no obstante, eso no me detuvo y a la vez que con mis uñas raspaba sus dos gordos huevos, abrí mi boca. Mi aliento humedeció esa tranca y supe que eso le encantó, porque palpitó entre mis dedos. Su olor me resultaba irresistible, a pesar de ser muy fuerte y algo desagradable. 

Tímidamente mi lengua se fue asomando entre mis dientes y labios. Solo tuve que tocar su polla con la punta de mi lengua, para que la boca se me hiciera agua. Embrujada, comencé a lamer toda esa paleta que tenía en frente, me saboreaba la boca, me mordía los labios de gusto, porque era jodidamente sabrosa esa verga. La dejé completamente embadurnada por mis salivas, estaba lista para poder entrar en mi interior, pero antes de hacerlo, quise tenerla dentro de boca. 

Era consciente que ese monstruo no cabría todo en mi boca, que tal vez me iba a dislocar la mandíbula, no obstante, las consecuencias en ese preciso momento, no eran para mí algo que me preocuparan. Me engullí sin ningún temor esa polla, la cual apenas pude tener la mitad de ella en mi interior, a pesar de ser una inexperta, escuchaba como él aullaba de gusto. Me preguntaba si existían mujeres capaces de comer vergas de ese tamaño y si yo podría algún día hacerlo. 

Luego de dejar el sabor de su pene impregnado en mi paladar, me senté en sus piernas, mirándolo de frente. Había llegado el momento de la verdad, el instante en que iba a cruzar una línea y dejaría de ser virgen, para transformarme en mujer. Lo guíe sin pensarlo hacía mi pureza, su glande estaba listo para insertase en mi coño, que no dudó en abrirse para recibirlo y acogerlo con gusto. Solo tenía la cabeza y un poco más de esa estaca dentro de mí y ya me sentía llena y rota. 

No pude evitar soltar un grito de dolor mezclado con el de placer, todo mi cuerpo se regocijaba en sensaciones que no había sentido antes. Todo malestar se iba transformando en gozo a medida que pasaban los minutos y mi vagina se acostumbraba al miembro de Timeo. Él me sujetaba de la cintura, mientras devoraba mi garganta, dejaba sus dientes marcados en mi piel, para después apoderarse de mis tetas. Su polla cada vez iba llegan más profundo y los pliegues de mi coño se aferraban a ella.

Cada musculo de mi vagina se contraía para no dejar salir tan fácil aquel pollón que me estaba atravesando con cada estocada que me daba. Mi cuerpo entero hacía un gran esfuerzo para no caer rendido tan pronto, quería seguir disfrutando más y más de ese placer que me estaba dando Timeo. Arqueé mi espalda y pausadamente fui moviendo mis caderas, intentando menearme encima de él. Había llegado ya al orgasmo, quizás unas dos o tres veces y no exagero. 

Estaba totalmente perdida en ese gozo que experimentaba, eufórica le grite que me diera con más fuerza que me destrozada completa, que me no tuviera miedo en romper mi coño, porque le pertenecía. Él simplemente me complació y comenzó a empalarme con más fuerza, sentía toda su masculinidad en mi interior y me encantaba. Amaba que me desgarraran el coño, mientras su boca poseía a la mí y me rodeaba con sus fibrosos y robustos brazos. 

Nuestras lenguas se entrelazaban callando los gemidos y jadeos. Éramos dos animales que se apareaban, no había amor, no había cariño, no había nada entre nosotros. Todo lo que alguna vez desee que hubiera en mi primera vez, no había en ese minuto, no obstante, no me importaba, porque estaba presa en la libido. A pesar de que no quería tener relaciones sexuales, algunas veces me tocaba mi rajita con mis dedos, pero solo era un simple roce, que me hacía retorcer de gusto, en ese minuto la sensación que sentía al tocarme era multiplicada por 10 o más. 

Me sentía en el cielo, nunca pensé que la herramienta de un chico podía llegar tan hondo. Ya no me quedaba voz para expresar que me encantaba ser empalada por ese chico. Timeo se aproximó a mi oído, –“Que co-coño más aju-justado tienes”- expresó con su voz agitada, –“Y-ya… Ya no aguanto más”- añadió, apretando mis nalgas con fuerza. –“Hhhhmmm…. Uuuufffff… Co-co… Córrete… Hazlo dentro de mi vagina… Aaaaggghh… Quiero que me llenes”- le contesté, soltando mi último grito al notar que rellenaba mi útero con su leche. 

Fue así como terminé con él en la cama y en pelotas. Tras sentir sus labios apoyándose en los míos, rápidamente le di un empujón y tomando la sabana me levanté, cubriendo mi cuerpo. Timeo me miró extrañado, no comprendía qué pasaba, yo solo me sentí asqueada en ese momento. –“Eee… E-esto, fue un error… ¡Esto no debió haber pasado!”- exclamé con lágrimas en los ojos al pensar en Emilio. –“¿Qué?”- expresó ingenuamente el suizo.  

Yo: ¡Que tú y yo no debimos haber cogido, joder!… Snif… Snif… A… A… A-ahora, ¿q-q-qué le di-di-digo a Emilio? 

Timeo: Tranquila, relájate, yo te explico. 

Yo: Snif… No tienes nada que explicarme… Te aprovechaste de mí, mientras estaba ebria, eres de lo peor…
 
Timeo: Noooo. Estás equivocada, Lu… 

Yo: ¡No me llames Lu! ¡Tú eres un extraño y esto no debió haber pasado!

Timeo: Pe-pe-pe… ro… 

Yo: ¡Nada de peros! ¡Vete de mi cuarto antes de que alguien más te vea! Me voy a bañar y cuando baje a desayunar con mi padre, no quiero verte, ¿ok? 

No esperé su respuesta, no quise oír nada de lo que me dijera, me sentía sucia e inmoral. No podía creer que le había sido infiel a Emilio, que me había entregado a otro hombre, que había follado con un desconocido. Luego de ducharme y llorar, bajé a comer junto a mi padre, el cual me miró fijamente y yo avergonzada no sabía qué decirle. –“Pa-papá, yo…”- intentaba hallar las palabras correctas, –“No tienes que explicarme nada, mi niña. A menos que te hayan obligado a hacer algo que no querías”- manifestó. 

No podía culpar a Timeo de haber abusado de mí, porque aun cuando estaba bajo la influencia del alcohol, yo me entregué a él. –“Nunca me ha agradado ese chico Emilio, si me permites ser sincero. Aun así, creo que merece que le digas la verdad y enfrentar las consecuencias como la frente en alto, como te he educado, Lu”- afirmó mi padre, levantándose de su asiento y abrazándome. No pude evitar que las lágrimas fluyeran de mis ojos, papá siempre hallaba las palabras que necesitaba oír.    

Luego de comer con él, le hablé a Emilio, pidiéndole que nos juntáramos en alguna parte para poder charlar. Decidimos reunirnos en la plaza, estaba muy nerviosa, practicaba una y otra vez las palabras que quería decir y disculparme de la mejor manera. Todos los momentos vividos con él se me venían a la cabeza mientras iba al punto de encuentro, y entre más recordaba, me daba cuenta que no eran tan memorables. ¿Emilio había sido una buena pareja?, no pude evitar preguntarme por un segundo. 

Pero todo cuestionamiento se fue a la basura, cuando lo vi llegar. El corazón me tembló, al igual que las manos y piernas. Sentía que el aire se había vuelto denso y que era incapaz de respirar bien. Mi novio me dio un beso en la mejilla y se sentó en una de las bancas. Al mismo tiempo que encendía un cigarrillo me preguntó para qué le había pedido que nos juntáramos. Me quede en blanco, no podía decirle de forma tan descarada lo que había hecho, así que me tomé mi tiempo, no obstante, él me dijo que tenía prisa.
 
Respiré profundo, cerrando mis manos y mis ojos, solté lo que me estaba agobiando, en un suspiro. Pensé que lo había susurrado, porque pasaban los segundos y no tenía ninguna respuesta. Abrí mis ojos, para contemplar el rostro malicioso y psicópata de mi novio. No me gritó, tampoco botó una lágrima, solo se acercó a mí, pensé inocentemente que me iba a abrazar e iba a decir que todo estaba bien, que haríamos que aquello nunca ocurrió, pero entonces siento como su mano derecha quedaba tatuada en mi cara. 

Emilio: No jodas, Lucrecia. ¡No puedes ser tan hija de puta!

Gritó, mientras yo me tocaba la mejilla con lágrimas en mis ojos. Nunca nadie me había bofeteado, mi padre jamás me levantó la mano, sin embargo, aquel chico que yo quería, me había dado un golpe tan fuerte, que no sabía cómo no me había volado la cabeza. 

Emilio: Dos putos años he estado aguantando que me niegues el sexo, ¿pero ahora resulta que llega un modelo suizo y le abres las piernas? 

Sus palabras me dolían, pero tontamente creía que me las merecía al igual que aquel golpe. 

Emilio: Eres una puta, eso es lo que eres. Y dado a que ya no eres virgen, vamos a ir a mi casa y lo haremos hasta que me harte y luego podrás irte, ¿entendido?

El hombre que contemplaba con mis ojos, no era el Emilio que conocía, no era el chico del que me había enamorado, era un extraño, un enfermo, que solo quería satisfacer sus deseos carnales a toda costa. Temerosa pensaba en como poder negarme, entonces él me jaló del cabello y me arrastró por el suelo unos centímetros, hasta que escuché a mi padre. Papá había ido a salvarme, aunque Emilio dominado por su furia, en vez de huir le hizo frente, incluso lo golpeó. 

Por fortuna, Timeo había ido con papá y nos defendió, hasta que llegó la policía. Todo pasó muy rápido, no podía asimilar las cosas, me sentía confundida, hasta llegué a pensar que se trataba de una pesadilla. Hasta que oí a mi padre pegar un alarido, él se estaba agarrando el pecho, precisamente donde está el corazón y se veía muy agitado. Preocupada y con los ojos llenos de lágrimas, corrí a su lado, pero papá en vez de preocuparse por él, me abrazó y me pidió perdón por no haber llegado antes.

Fue un día demasiado ajetreado, tanto que cuando regresamos a casa, solo quise irme a dormir. A la mañana siguiente me miré al espejo, contemplando en mi rostro las marcas del golpe que me había dado Emilio. Podía maquillarme para ocultarlas, sin embargo, no quise, aun cuando era lunes y tenía clases en la universidad. Sabía que al llegar, todos me quedarían viendo y no dudarían en acosarme, para saber qué me había pasado y qué significaban esos moretones en mi cara. 

Aun así, fui a clases, porque no tenía miedo en reconocer lo que había ocurrido, no iba a proteger la imagen de Emilio, después de su actitud tan agresiva. Para mi sorpresa, ya todo el mundo estaba enterado de lo que había pasado, aunque claro, la versión contada, buscó que Emilio quedada como la víctima. Como sabrán el ser humano busca creer lo que le es conveniente, personas que me tenían celos, ya sea por ser bonita o por el dinero de mi padre, eligieron evidentemente creer esa versión y justificar así más su odio.

Mis amigas evidentemente estuvieron a mi lado, aunque su verdadero objetivo de ellas no era precisamente apoyarme, más bien querían todos los detalles de mi noche de pasión con Timeo. Yo no quería hablar del tema, menos recordar esa noche, así que les pedí que me dieran mi espacio. Esa tarde al regresar a casa, papá tenía la mesa lista para que comamos, aunque en ella había tres platos, pues el modelo suizo, seguía quedándose en casa y más que nada, porque luego de esa noche él regresaría a su país.

Mi padre lucía muy fatigado y decaído, pero al verme, aparentó que todo estaba bien. No tenía ganas de discutir con papá y decirle que fuera a ver un médico, porque con lo terco que era de seguro se iba a negar e iba a jurarme que estaba bien, cuando visualmente no lo estaba. Comimos y compartimos la típica charla de padre e hija que teníamos, aunque claro, con la presencia de Timeo, al cual papá lo hacía participe de la conversación, casi de manera forzosa. 

Cuando terminamos de comer y charlar, le pedí a mi padre que se fuera a recostar, ya que yo me iba a encargar de lavar las vajillas. Papá aceptó, aunque con una condición, tenía que permitir a Timeo que me ayudara. Acepte aun cuando no quería hacerlo, porque me era difícil mirar a los ojos aquel chico, me sentía incomoda a su lado y lo peor es que mi cuerpo todavía recordaba sus acaricias, sus besos y la forma en que me hizo regocijar la noche de mi cumpleaños. 

Un silencio fastidioso se hizo presente, ninguno de los dos era capaz de romper el hielo y decir alguna palabra para que aquello no fuera tan tortuoso. Estábamos tan centrado en nosotros mismos que no nos dábamos cuenta que nos acercábamos más y más el uno al otro. Recién lo hicimos cuando nuestras manos se tocaron accidentalmente. Ambos dimos un brinco hacía atrás, nos quedamos mirando detenidamente hasta romper aquel silencio que nos torturaba con una carcajada. 

Tal vez se debía a los nervios que teníamos, pero luego, no sé qué me pasó. Me dejé llevar por mis impulsos y me aproximé a él. Apoyé mis manos en el pecho de Timeo, sin que me dijera algo, inicie acortar la distancia entre nuestras bocas. La fragancia de su perfumen y su aroma propio me seducían, al igual que su inocente pero depredadora mirada que posaba en mí. Era el único hombre que despertaba esa faceta pervertida mía, esas ganas de comportarme como una guarra. 

Mordí sus labios, juguetonamente. Quería burlarme de él un rato, que creyera que lo dejaría con las ganas de tenerme de nuevo. Timeo al ver que nuestras lenguas no se enganchaban, comenzó a desesperarse. Verlo así me cachondeó más de lo que imaginaba, pero por más que quería jugar, no sabía cuánto iba a soportar yo, ya que también me moría de ganas de devorarle esa boca tan perfecta y deliciosa que tenía. Quería que me abrazada con fuerza y me hiciera gemir como una perra en celos. 

–“Aguanta, Lu, aguanta”- me dije a mí misma, mientras nuestros labios se rozaban y mis manos descendían de ese torso bien trabajado y maravilloso. –“No juegues conmigo”- suplicó, de repente. Escucharlo decir esas palabras, hicieron que mojada aún más mis calzones. Que chico más sexy y tierno, la combinación perfecta y que cualquier mujer desearía, por lo menos para pasar una noche, ya que una vez que se dejaba llevar, se sacaba la piel de oveja y despellejaba como lobo feroz. 

–“Vamos a mi habitación”- le murmuré, mordiéndole el lóbulo y dibujando con mi dedo anular en su entrepierna. Él ya tenía su pene duro y listo para embestirme, por lo que ciegamente me siguió. A oscuras como aquella noche en donde nos amamos por primera vez, comenzamos a despojarnos de nuestras prendas. Una a una, caían al suelo y no tardamos en estar revolcándonos en la cama. Nos morreábamos fogosamente, probando el dulce néctar del otro. 

Llevé mi mano a su enorme polla y comencé a pajearlo, me encantaba sentir su dura herramienta entre mis dedos. Él por su parte empezó a pasar sus labios por mi oreja, me la mordisqueaba y besaba, haciéndome ronronear. Poco a poco fue bajando hasta llegar a mi cuello, me daba unas largas lamidas, acompañada de unos chupones. Timeo sabía perfectamente lo que quería, sin tener que preguntármelo, ya que me sorprendió, al tocar mi rajita con sus gruesos dedos. 

Todo mi ser se estremeció al sentir cómo esos dedos me hurgaban el coñito. No podía hacer otra cosa que jadear y quejarme de gusto. –“¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!”- exclamaba, mordiéndome los labios y sintiendo que se acercaba una cascada. El placer se multiplicó, cuando comenzó a jugar con mis tetas, con su mano libre me estrujaba una de mis mamas y a la otra, me la chupaba. Su lengua delineaba por mi aureola y con sus dientes raspaba mi pezón. 

Yo: Uuuuffff… No pares, Tim…

Timeo: Descuida, no lo haré, porque me encantan tus tetazas.

Afirmó, al tiempo que mordía y pellizcaba mis pezones. Sus dedos cada vez parecían ir más adentro de mi vagina, era jodidamente bueno usando sus dedos, no había duda que él era un amante extraordinario. Suspirando y arqueando mi cuerpo, llegué al orgasmo, uno tan intenso que me dejó exhausta. Sin embargo, me negaba a cerrar los ojos y dormirme, sin haber tenido esa monstruosa verga en mi interior, quería sentirla una vez más abriendo mis pliegos y golpeando profundamente mi coño.  

Lo besé de manera tierna, pero gradualmente se fue haciendo largo e intenso, nuestras lenguas no dejaban de enredarse. Estaba tan afanada por esa boca, que solté su tranca y con mis dos manos tocaba su nuca. Él no perdió el tiempo y noté que aproximaba su miembro hacía mi sexo, que estaba listo y preparado para ser penetrado. Timeo, primero solo hizo un leve contacto, sobando su glande con mi rajita que no dejaba de humedecerse y sufrir espasmos. 

–“¿La quieres?”- preguntó traviesamente, –“Sí, Tim… La quiero, la necesito dentro de mí”- le confesé sin vergüenza alguna. Él sonrió y mientras me mordía la boca fue clavando lentamente su polla. Mi estrecho coño se fue estremeciendo más y más, al sentir cada una de su pulgada que entraba. –“¡Ooooohhh Diooosss… Tiiim!”- grité eufóricamente, al tener todo su pollón en mi interior. Resultaba irónico que hace un par de día era una virgen temerosa y ahora una zorra que anhelaba tener el coño destrozado. 

Comencé a cuestionarme mis creencias, mi inocencia y por haberme privado de disfrutar del sexo. Al mismo tiempo en que pensaba aquello, Tim fue retirando su pene con la misma lentitud que me había penetrado. Mi chochito estaba tan a gusto con su miembro que mis pliegues se enredaban en él, evitando que pudiera sacarla completamente de mí. Quedando solo su punta metida, me fui preparando para la arremetida, no tardó ni un segundo en empujar su pelvis contra mí, para empotrarme de nuevo. 

–“Joder, no te imaginas cuanto me encanta tu estrecho coño, Lu”- repitió una y otra vez, mientras bombeaba en mi interior. Me enloquecía cuando me embestía con todas sus fuerzas, como si quisiese partirme en dos, adoraba sentir su verga llegar hasta el fondo de mi matriz. Timeo bufaba muy fuerte, yo por mi parte tenía los ojos cerrados, mis manos apoyadas en su espalda y cabeza, mis piernas abrazaban su cintura y emitía unos largos gemidos. 

Nuestros labios se encontraron y no dudamos en comernos una vez más las bocas. Tim estaba desatado, notaba que se excitaba cada segundo más y sentía que me follaba con toda la energía que tenía. Hasta que de pronto se detuvo, dejando su enorme miembro dentro de mí, –“No aguanto más”- me susurró en el oído. –“Hazlo. Baña mis entrañas con tu semen, Tim. Soy tu puta personal”- le contesté, mirándole fijamente esos ojos de avellana que tanto me encantaban y encendían. 

Timeo dio un par de arremetidas, hasta que pegó un fuerte alarido y finalmente se corrió dentro de mí. Debo admitir que me encantó sentirme nuevamente llenada con toda su tranca dentro de mí, me estaba haciendo adicta a esos chorros que tibiamente bañaban mi vagina y dejaban su semilla. Había sido tanta su descarga, que se desbordaban por mi sexo, sin embargo, eso no nos detuvo y continuamos toda la noche follando, como si fuéramos una pareja. 

A la mañana siguiente, lo primero que vi al despertar fueron sus ojazos. Mi corazón se agitó, esta vez no había sentimientos de culpa o arrepentimiento, había disfrutado de la noche como una verdadera zorra. Tener sus brazos alrededor de mi cintura y su descomunal miembro reaccionando en mis muslos, me estremecía. Quería que ese momento fuera eterno, pero entonces caía en la cruel realidad, él se tenía que ir a su país y lo más probable es que no nos íbamos a ver otra vez. 

Mi semblante cambió a uno serio, lo que generó confusión en él. Fríamente me separé de Timeo y me coloqué de pie. Sin decirle ni una palabra me dirigí al baño y tomé una ducha. Me sentía dañada y usada, no podía dejar de pensar que para él solo fui una más en su lista, que estaba acostumbrado a follar con distintas mujeres, ilusionarlas para luego desaparecer. No podía culparlo del todo, ya que era guapísimo y era dueño de un paquetón maravilloso, cualquier hombre que no usara esas bendiciones a su favor, era un estúpido. 

Cuando salí del baño, él todavía estaba en mi cuarto, parecía estar esperándome, yo al verlo, sonreí sarcásticamente. –“¿Qué haces aquí aun? ¿Qué no tienes un vuelo a Suiza?”- interrogué, haciéndome la indiferente. –“Sí… Hoy me voy, pero…”- parecía nervioso e incrédulo ante mi actitud tan sobrada. No sé el motivo exacto, sin embargo, no lo dejé hablar, lo interrumpí, para decirle que fue maravillo el sexo, pero solo había sido eso, sexo, no había nada y no iba a haber algo entre nosotros. 

Quizás dije esas palabras para evitar salir dañada, para que mi tonto orgullo no fuera burlado, quería fingir que ese modelo, no había despertado sentimientos en mí. Sentí un poco de pena al ver que en sus ojos confusos brotaban unas lágrimas. Tonta y ciega, decidí darle la espalda e irme a la universidad, sin escucharlo. Cuando llegué al salón de clases, no pude evitar romper en llanto, tenía el corazón lastimado, muchas cosas habían pasado en tan pocos días, que ni yo misma me entendía. 

Fue una mañana bastante amarga para mí, ya que ni siquiera me despedí de papá cuando salí. Cuando mis clases terminaron, decidí hacer borrón y cuenta nueva. Empezaría con mi vida desde cero y lo primero que haría sería prepararle la cena a mi padre, necesitaba comer y charlar con él, disfrutar de su compañía y que me aconsejara como siempre lo hacía. Necesitaba urgentemente aquello, sin embargo, las horas pasaban y papá nunca llegó a casa.   

Cuando recibí la llamada de Cristina, avisándome que a mi padre le había dado un ataque al corazón y que no sobrevivió, fue como si una avalancha se había caído sobre mí. Me negué a aceptarlo, no quise creerlo aun cuando vi su cuerpo tieso y sin vida dentro de una urna, me rehusé incluso hasta cuando me entregaron sus cenizas. Mi vida se había ido al carajo, dejé de ir a la universidad, perdí toda motivación y esperanza, sumergiéndome en mi pena. 

Cristina iba a verme todos los días, con el único fin de ayudarme a salir de ese encierro que me había auto impuesto. Mis amigas, creo que jamás fueron mis amigas en realidad, porque tras la muerte de mi padre, no las vi más y no recibí ninguna llamadas de ellas, ni siquiera de Amber. Así se fue un mes, en donde me quedé atrapada por la melancolía. Cristi, me pidió que por favor saliera de casa, que fuera por lo menos a la oficina que era de mi padre y si quería llorar, podía hacerlo en su hombro. 

Ella era la figura a la que más se podía asemejar de una madre, jamás tuvo intensión de transformarse en una, tampoco de ser pareja de mi padre, pero siempre estaba a su lado y él confiaba ciegamente en ella. Quizás por ello, es que yo también la comencé a ver como la única amiga que tenía. Me convenció y fui a la que era la oficina de papá, ver que en ella solo tenía fotografías de mí, desde que era un bebé hasta una reciente, me destrozaba el corazón. 

Creí que no fui digna de ser su hija, ya que me entregó tanto amor, pero yo nada a cambio, solo había sido una niña caprichosa y malcriada en mis 22 años, pero qué sacaba llorar y arrepentirme ahora. Secándome las lágrimas, erguí mi cabeza y miré de frente, fue entonces que desde la puerta, comenzó a asomarse una silueta. Mis ojos se hicieron enormes al contemplar que se trataba de una hermosa chica, era rubia, de ojos azules, labios finos, esbelta, con tetas enormes igual que las mías y su culo bien firme. 

A pesar de las evidentes leves diferencias físicas entre ambas, parecía que me estaba viendo en un espejo. –“Hola, soy Vanessa”- exclamó con una sonrisa dibujada en su precioso rostro. –“Ho-ho… Hola”- le contesté absorta en su belleza. –“Disculpa por entrar sin tocar. Pero me dijeron que te encontrabas aquí y no pude evitar querer darte mis condolencias”- aseveró con sinceridad. Yo fui incapaz de seguirle hablando, estaba totalmente cautivada por su presencia. 

–“Te estarás preguntando quién soy y por qué te doy mis condolencias. Si te soy sincera, ni yo misma sé porque lo hago. Es extraño, solo hablé una vez con el señor Brown, cuando vine a grabar para un comercial. Pero fue tan majo y amable, que me da pena saber que ya no está aquí”- expresó borrándose de su cara, la sonrisa brillante que llevaba y agachando la mirada. –“Perdón, me estoy dejando llevar. Tal vez quieres estar sola y yo aquí molestándote. La verdad es que la noticia de su muerte me afectó más de lo que imaginaba, quizás porque me recordaba un poco a mi madre”- expresó. 

–“No quiero ni imaginarme por el dolor que puedes estar pasando, ya que soy muy apegada a mis padres. Si algún día los perdiera, ya sea a uno de los dos, sentiría que una parte de mí se ha ido. Aunque mamá siempre me dice, que lo peor sería que nos estanquemos en la tristeza… Perdón”- manifestó, soltando un par de lágrimas de sus hermosos ojos, dándose la vuelta, se despidió de mí y salió de la oficina. No sabía si Vanessa era real o no, o si había sido un ángel enviado por mi padre. 

Lo único que tenía claro, es que papá no hubiera querido que me estanque y me deje absorber por la pena. Debía ser valiente como él me había educado y saber levantarme de ese momento difícil. Con energías renovadas, salí del despacho de mi padre y me dirigí al de Cristina, quería decirle que iba a retomar mis actividades y ayudarla en la empresa en todo lo que pudiera. Sin embargo, al abrir la puerta, me quedé en blanco, ya que Cristina se encontraba hablando con Timeo y una chica. 

Verlo después de un mes y con todo lo que había ocurrido, fue como una bomba. Una parte de mí, quería ir a abrazarlo, pedirle perdón por mis palabras y confesarle lo confundida que estaba. Por otro lado, una voz me detenía, me pedía que actuada con prudencia y no me dejase llevar por mis tontos impulsos. Tim evitó mirarme, lo que me lastimó, no obstante, era natural que él no quisiera verme, después de haber sido tan engreída, además de seguro no sabría qué decirme, por la muerte de mi padre. 

Al final me disculpé y le hice un gestó a Cristina, señalándole que la iba a llamar más tarde. Regresé a casa, tomé una ducha, me preparé la cena, llamé a Cristi para avisarle que retomaría todas mis actividades e iba a ayudarle en lo que estuviera a mi alcance y luego me acosté. El silencio que había en casa, llegaba a ser aterrador, pero antes de que la angustia se volviera a apoderarse de mí, la imagen de Timeo floreció en mi mente y una sonrisa se forjó en mi rostro. 

Al otro día, me desperté más motivada que nunca, fui a clases después de un largo tiempo y a pesar de que no tenía amigas, me sentía feliz de volver a ver las caras de todos, incluso de quienes me odiaban, como Emilio. Tras al termino de las clases, me fui a la empresa, sabía que si incluso ayudaba en lo más mínimo, estaría contenta y con ganas de seguir. Al llegar y preguntar por Cristi, me dijeron que estaba en su oficina con uno de los modelos, imaginé que se trataba de Tim y mis ojos brillaron de felicidad. 

Quería verlo otra vez, hablarle e intentar invitarlo a casa. Sabía que esto último iba a ser difícil, pero me iba a negar obtener un no, como respuesta. No obstante, mi sonrisa desapareció cuando comencé a escuchar unos bufidos y quejidos de una mujer. –“Oooohh, sííiii…”- se oía claramente, cuando me acercaba más al despacho de Cristina. Mi cuerpo entero se entumeció y la imagen de ella con Tim, fue imposible no visualizarla en mi mente. 

Ella recostada en su escritorio y Timeo embistiéndola con su endemoniada polla, mientras los dos se devoraban las bocas apasionadamente. Aquello no me resultaba para nada una locura, después de todo Cristina era una mujer madura muy solicitada. Varios intentaban ligársela, pero todos fracasaban, nunca comprendí la razón por la que ella rechazaba a todos sus pretendientes. A sus 40 años, era dueña de una figura maravillosa, si bien ya no era muy esbelta, sus carnes estaban muy bien repartidas en su cuerpo, haciendo delirar a cualquiera con sus tetas y culazo que se gastaba. 

Trague saliva y tome el valor de enfrentar lo que me encontraría, aun si el que estaba haciendo chillar de Cristi era mi querido suizo. Los jadeos parecían hacer más intenso a medida que giraba suavemente la perilla y abría de la manera más precavida la puerta. Mis pupilas se dilataron al contemplar la excitante y morbosa escena. Cristina estaba sentada en su escritorio, con el pelo suelo, los ojos cerrados por el placer que estaba recibiendo, sus dos gordas mamas fuera de su blusa y botando, por los brinquitos que daba. 

Siempre le había gustado usar pantalón, para así presumir su gran culo, pero en ese momento usaba una falda que le llegaba hasta los muslos. Su calzón se encontraba tirado en el suelo, al igual que su saco y su coño estaba siendo devorado por una boca. No cualquier boca, sino por la de una chica, la modelo que acompaña a Timeo el día anterior, entonces comprendí porqué ella rechazaba a los hombres. Su forma de aullar, me estremecía y hacía que mi vagina se empapada. 

La chica detuvo su comida, para saborearse la boca y decir: –“Uuuff… Que sabrosa que estás mamacita”-, Cristi se río, tomándola de su coleta y ordenándole que volviera a devorar su chocho. No tenía que pedírselo, ya que la muchacha con gusto lo hacía, pero antes de retomar con su espectacular sexo oral, ella dijo algo que me llamó la atención. Sentía pena por Tim, ya que se negaba a disfrutar de un coño, después que una chica le había roto el corazón. 

La idea de ser la responsable de eso, me hizo que se me agitada el corazón, aunque la respuesta de Cristina, hizo que lamentara ese día que fui tan hostil con él, ya que mencionó que para poder olvidar a esa tonta engreída que solo jugó con él, estaba intentando cortejar a Vanessa. –“¿Hablas en serio?”- interpeló la chica, –“Sí. Y creo que es lo mejor. Vanessa y él harían una pareja perfecta, no solo visualmente sino a nivel mediático, sería muy positivo para los dos”- concluyó Cristi.  

Esas palabras hicieron eco en mi cabeza, preguntándome si en verdad fui yo la que le rompió el corazón y me trataba de olvidar, recurriendo a esa tal Vanessa. No sé la razón pero no me sentía capaz de competir contra ella, su solo presencia hacía que ella brillada, su sonrisa era hipnotizante y sus ojos seductores como ningún otro par. –“¿Qué haces?”- escucho de pronto a mis espaldas, me sobresalté y cerré la puerta de golpe, sin controlar mi fuerza. 

Quién me había hablado era Tim, el cual rápidamente reaccionó al escuchar que se Cristina se acercaba, me tomó de la  mano y nos escondimos detrás de una pared. Había pasado tanto tiempo de la última vez que había estado tan cerca de él, sentir su aroma, hacía que floreciera en mí los recuerdos de nuestros encuentros. Sus ojos se posaron en los míos y no quería que me dejase de observar, ansiaba por experimentar aquel descontrolado deseo que transmitía. 

Yo: Tim… 

Timeo: ¿No te habían dicho que espiar es de mala educación?

Consultó, pero yo no tomé importancia a sus palabras, sino que me perdí en sus labios y tenía unas ganas locas de volver a tocarlos. Cerrando lentamente mis ojos, fui aproximándome a su boca, no me importaba que nos vieran, yo necesitaba probar una vez más esa boca, tan deliciosa y perfecta. 

Timeo: ¿Qué haces?

Dijo deteniéndome. 

Yo: Solo quiero darte una pequeña recompensa por ayudarme. 

Le contesté con un tono coqueto. No podía controlarme al tenerlo tan cerca, nublaba mi mente y despertaba mi lado travieso. 

Timeo: ¿Una pequeña recompensa? ¿Como cuando te consolé porque el tonto de tu ex se estaba besando con tu amiga? Porque si es así, no quiero tus recompensas. No quiero que me ilusiones para que luego me digas que todo fue un error o un juego de una noche.

Yo: ¿Qué? 

Expresé confundida, ante sus declaraciones.  

Timeo: Verdad, que nunca me dejaste hablar y explicarte las cosas, solo recurriste a mí para satisfacer tus deseos, Lucrecia. No debería decirte la verdad, porque eres una mala persona, sin embargo, tu padre fue muy bueno conmigo y solo por él te voy a aclarar las cosas. 

Me mantenía incrédula ante las palabras de Timeo, no procesaba bien lo que había dicho o más bien, no quería creer lo que me decía. 

Timeo: Primero me gustaría aclarar que apenas te vi, me sentí atraído por ti, despertaste algo en mí que nadie había hecho. Jamás había estado con una chica, pero tus besos me embrujaron y la rabia de verte llorar por un estúpido, hicieron que me entregada a ti.

A medida que iba a hablando, esa laguna mental que tenía sobre la noche de mi cumpleaños, comenzaba a esclarecerse. Luego de haber bebido como loca y haber apagado las velas de mi pastel, me puse a buscar a Emilio. Quería verlo, abrazarlo y decirle que quería compartir esa noche junto a él, no obstante, por más que lo buscaba, no lo hallaba. Estaba tan oscuro afuera, que no di cuenta donde pisaba y terminé cayéndome y rompiendo uno de mis tacones. 

Intenté ponerme de pie pero no tardé en estar nuevamente en el piso, me estaba frustrando, cuando Timeo se me acercó y me preguntó si necesitaba ayuda. Yo le sonreí y le dije sin tapujo que me cachondeaba y por eso lo estaba eludiendo. Él quedó asombrado y no sabía cómo reaccionar ante mi comentario, si tomárselo como broma o una declaración seria. Entre ese tiempo que él se tomó, es que fuimos testigo de la traición que desencadenó a la noche de pasión entre los dos. 

Emilio estaba discutiendo con Amber, este le recriminaba a mi amiga de la infancia, por haber estado babeando por Tim. Parecía una escena de celos, una que al principio me pareció graciosa, hasta que Amber le dijo que, ella debía soportar verlo conmigo y ser consciente que tarde o temprano íbamos a coger. Amber no paró en sacarle en cara el dolor que ella sentía al tener que mantener oculta la relación que ambos tenían. En mi ingenuidad pensé que se trataba de una broma, hasta que vi que Emilio la besó. 

Quise gritar, pero mis cuerdas vocales parecían estar rotas y solo fluyeron las lágrimas de mis ojos. Ellos se reconciliaron y entre besos y acaricias, acordaron irse juntos para coger. Emilio le prometía que iba a terminar conmigo, que ya no valía la pena ser mi novio, porque era una anticuada y mojigata. Lloré, lloré mucho, tanto que empapé la camisa de Timeo con mis lágrimas. Entre mis llantos, comencé a gritar a decir que no valía nada, que era una cornuda estúpida y me lo merecía.

Tim, me secó las lágrimas y me dijo que yo valía mucho, que era una chica muy guapa y que Emilio un idiota por no valorarme. Seducida por la venganza, lo besé y fue de esa manera que terminamos yendo a mi habitación. Ahora que había recordado todo, me sentía más estúpida por haberle negado las oportunidades a Timeo de aclarar las cosas. Avergonzada agaché la mirada, no podía mirarlo a los ojos, tenía más que suficientes motivos para detestarme. 

Timeo: Sabes he intentado odiarte, pero no puedo, he intentado olvidarte y apareces a cada minuto en mis recuerdos. Pero aun cuando me gustaría darte una oportunidad, sé que lo nuestro no va a funcionar. 

Yo: Sí, tienes razón… 

Él se apartó de mí, diciendo que sería la última vez que ambos nos veríamos por el bien de los dos, yo solo asistí.

Timeo: Por cierto, tu papá, me pidió que te entregada esto, el día que regresé a Suiza. 

De su bolsillo sacó una carta, abrumada la tomé y sin perder el tiempo la abrí para leerla. 

Hola hija, sé que te estarás preguntando, ¿para qué te dejé esta carta con Timeo?, supongo que se la he dado a él, porque me transmite seguridad y confianza, ya que el tema que te voy a contar, no es algo sencillo de procesar y tampoco fácil de confiar. Y es que hay muchas cosas que me gustaría poder decirte a la cara, pero tengo miedo de que me odies.


Para ti siempre he sido el padre perfecto, el hombre que daría todo por la felicidad de su pequeña y que solo amó una vez a una mujer, la cual es tu madre. Si bien eso es cierto, también hay una etapa que desconoces de mí, una parte de mi historia de la cual me avergüenzo. 


Hace mucho tiempo, precisamente en mi juventud, era un desgraciado, un tipo que solo veía a las mujeres como objetos sexuales, al tener todo fácil, jamás le tomé el peso al valor de las cosas y tampoco que jugar con los sentimientos fuera algo malo. Hice sufrir a muchas mujeres, engañe, lastimé y me burle de varias, simplemente por ser inmaduro. 


Sin embargo, un día me encontré con una chica que por primera vez despertó algo en mí, con la que por un segundo pensé que iba a formar una familia, y no, no era tu madre. Esa chica y yo, compartimos una noche mágica, pero ambos quizás acostumbrados a jugar con los sentimientos del otro, decidimos negarnos a ver lo que sentíamos el uno al otro. 


El nombre esa chica Violet, jamás la olvidé, incluso cuando conocí a tu madre, pero eso no es lo que avergüenza sinceramente, Lu. Sino que tras esa noche, que compartí con Violet, ella quedó embarazada y yo hui de mi responsabilidad, aun cuando supe que sería padre porque ella misma de lo dijo. 


Abandoné a esa niña, por ser un cobarde y no ha habido día en que me he lamentado, pero no podía simplemente buscarla y aparecer de la nada después de tantos años y pedirle que me perdone y me llame, papá. Sin embargo, por los caprichos de la vida, hace muy poco conocí a la hija de ese ser al que dejé. 


Poder compartir con ella aunque fuera solo unos minutos me hizo muy feliz, porque pude saber que a esa hija que abandoné, fue criada con amor y salió adelante, formó una maravillosa familia y de la cuál espero que tú no te prives en disfrutar, por mis pecados del pasado.


Sé que me queda muy pocas horas de vida hija, algo en mi interior me lo advierte, debería ir al hospital, pero ya no siento la misma fuerza de antes para seguir viviendo. Seré un egoísta hasta en mi último minuto, te voy a dejar a ti también, quizás por miedo de no poder mirarte a la cara y confesarte la verdad, puedes odiarme, pero por favor, conoce y disfruta de tu hermana mayor, la cual se llama, April Harper.
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Bueno, después de tanto tiempo, retorno para acabar lo que algún momento inicie. Espero que les haya gustado este relato. 

Si les interesa saber, cómo inició esta larga historia, aquí le dejo el enlace. 
http://www.poringa.net/posts/relatos/3705801/La-Milf-de-mis-suenos-Capitulo-I-El-sueno.html

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