La disciplina de mamá. Capítulo #4: la nueva educación

Mamá me despertó a la mañana siguiente con un suave beso. Ya estaba vestida. Llevaba una falda veraniega de colores que le llegaba hasta las rodillas y una ajustada camiseta blanca que resaltaba su hermoso busto. – Vamos, es hora de que prepares el desayuno. – Me acompañó al baño y me observo mientras hacía mis necesidades. Yo ya no tenía intimidad. En solo un día mi vida había hecho un vuelco increíble. Me daba igual, pensé mientras recordaba todo lo que había pasado el día anterior. Mamá me había sometido sexualmente y yo solo podía esperar con ganas y expectación lo que me podía deparar él nuevo día. Sin dejar el cuarto de baño me hizo entrar en la ducha. Ella misma me secó y después ordenó que me lavara los dientes. Cuando terminé en sus manos ya tenía una de las braguitas de mi hermana. Eran de encaje, de color rosa. Al verlas mi polla reacciono y empezó a crecer. Mamá se arrodillo y empezó a subir las bragas por mis piernas.
-Veo que mi niño se pone cachondo con solo pensar que va ir todo el día en braguitas. – Dijo y sin acabar de subirme las bragas empezó una suave mamada. Cuando mi pene ya estaba duro se apartó y acabó de subirme las bragas. – Ya tendremos tiempo de continuar más tarde, tenemos cosas que hacer. – Yo me quede con la frustración y solo pude que seguirla cuando se dirigió a la cocina. El fregadero estaba lleno con los platos sucios del día anterior. – No ibas a pensar que yo fregaría los platos. Primero preparas el desayuno y después ya fregarás. A partir de ahora harás tu las tareas del hogar mientras yo té supervisó. Si no me gusta lo que veo o no lo haces suficientemente bien recibirás un castigo. Voy a empezar a educarte para que seas un hombre complaciente y digno de mí. 
Bajo las órdenes de mamá le preparé el desayuno, zumo de naranja, café y tostadas. Para mi hizo prepararme un bol de cereales. Lanzó un par de salivajos sobre el bol y lo removió mientras me miraba sonriendo, pero esta no hubo ningún juego y comimos en silencio mientras ella leía el periódico. Mamá me tendió unos guantes de cocina y me señaló el fregadero. Empecé a fregar mientras ella se deslizo detrás de mí y empezó a acariciarme todo el cuerpo.
-Que bien friega mi niño. – Me agarró el pene con suavidad y empezó a pajearlo por encima de las bragas. Durante el desayuno mi pene había perdido su dureza, pero rápidamente reacciono ante sus caricias. Yo solté el estropajo. Mamá paró la paja y me dio una fuerte palmada en el culo. - ¿Te he dicho que dejes de fregar? – Yo volví a coger el estropajo. Mamá me bajo lo suficientemente las braguitas para liberar mi polla y volvió a pajearme, esta vez con fuerza. Yo gemía intentando limpiar los platos. Cuando estaba a punto de correrme avisé a mama con un gemido y ella me soltó el pene. – Tenemos que empezar a trabajar en el control. Ya sabes lo que pasará si te corres sin permiso. Vamos, acaba de lavar los platos que tenemos otras cosas que hacer.
Cuando terminé mamá inspeccionó los platos. La verdad es que en más de uno aún había algún resto de comida reseca. Con su paja no había podido concentrarme y ni siquiera me había dado cuenta de que dejaba suciedad en los platos. Mamá me miró con desaprobación. – Esto es intolerable. Vamos a la habitación de castigo, después ya volverás a fregarlos. – Recordé el cinturón mientras seguía a mamá por el pasillo. La habitación de castigo era un pequeño cuarto con un colchón sin sabanas. Mamá se sentó sobre la cama y se quitó la zapatilla de estar por casa y la dejó a su lado, sobre la cama. Ordenó que me acercara y me quitó las braguitas. Desnudo enfrente de ella me agarró del pene suavemente, que a pesar de todo seguía duro.
-Que pervertido eres. ¿Te pone cachondo que mami te castigue? – A pesar de los cuatro dolorosos golpes de cinturón que me había dado la tarde anterior recordaba cómo había acabado el castigo de mamá, así que afirme con la cabeza baja. Mamá seguía pajeándome suavemente. – El castigo que había pensado es darte una buena azotaina en el culo con la zapatilla, como se hace con los niños pequeños que se portan mal. Si aguantas el castigo dejaré correrte. Si lo prefieres podemos dejarlo cuando quieras, pero no habrá premio final. ¿Qué prefieres, castigo y premio o seguir con las tareas del hogar?
-El castigo. – Afirme sin dudarlo ni un segundo.
-Mi zorrita virgen pervertida. – Con un trozo de cuerda me ató las manos, esta vez por delante de la espalda. Después hizo recostarme sobre ella, con el culo hacía arriba. Mi duro pene quedo encajonado entre sus dos muslos. Mamá empezó la azotaina con zapatilla. Después de unos golpes mis nalgas empezaron a arder. Mi polla seguía durísima ente sus los calientes muslos pero por el dolor en el culo protesté.
- Por… favor. –Supliqué.
-Silencio. Si sigues quejándote no habrá premio. – Seguí aguantando los golpes en silencio hasta que ella se cansó. El culo me dolía bastante pero mamá empezó a masajearlo con suavidad. – Muy bien, mi niño se ha portado muy bien. Supongo que ahora querrá su premio. -Yo afirmé. Me puso de rodillas en el suelo delante de ella, se levantó la falda con una sonrisa y se quitó unas bragas blancas de algodón. -Mami también se ha puesto cachonda castigando a su zorrita, porque no la ayudas a relajarse un poco. – Sin dejar que respondería me agarró de la cabeza y me amorro a su sexo peludo y brillante. Empecé a beber de su coño con veneración. Ella otra vez me corregía e indicaba. – Mi niño tiene que convertirse en un come coños de primera. – Decía. – Digamos que forma parte de tu nuevo programa de estudios. –Yo aprendía rápido y cada vez ella gemía con más fuerza y su orgasmo no tardó en llegar.
-Ahora le toca a mi niño.- Me levanto y me tumbo sobre el colchón bocarriba. –Como ha aguantado tan bien el castigo de mamá creo que se merece un premio. – Sin acabar de desnudarse se sentó sobre mi cara, pero dándome la espalda y aplastando su redondo culo contra mi cara. Agarró mi pene y empezó un lento sube y baja. – Acaso no le gusta a mi niño el culo de mami. – Como pude abrí la boca y empecé a besar y succionar su nalga. Mamá se movió y encajonó la raja de su culo en mi boca. Yo saque la lengua y empecé a lamer su ano. Mi lengua se introdujo, tímida, dentro de él. Mamá gimió y aumento el ritmo de la paja. Ella restregaba su culo contra mi cara y yo apenas podía respirar. Me sentía totalmente dominado por ella. – Y ahora mi niño se va a correr para mí. – Cogió sus bragas de encima de la cama y rodeó mi pene con ellas. Su manó me la meneaba con fuerza. – Córrete mi niño. – La oí mientras yo seguía lamiéndole el culo. Poco pude aguantar más y rápidamente me corrí en las bragas de mamá. Ella se levantó y pude respirar tranquilo. El aprisionamiento y el orgasmo hacían que respirara agitadamente. Mamá secó mi pene con sus bragas y se las volvió a poner levantándose la falda. – A mami le gusta tener la lechecita de su niño cerca. – Dijo mientras me guiñaba un ojo. –Se acercó a mí para desatarme y darme un tierno beso en los labios. –Ponte las braguitas y sígueme, aún tenemos cosas que hacer.
(…)
Volví a fregar los platos que habían quedado sucios bajo la atenta mirada de mamá, pero esta vez sin juegos. Pasamos el resto de la mañana haciendo las tareas del hogar. En concreto yo las hacia mientras mamá me ordenaba. Cuando hacía algo mal mamá se quitaba la zapatilla, me bajaba un poco las bragas y me daba algunos golpes. Cuando en cambio hacia algo bien se acercaba a mí, frotándome el pene y besándome con pasión, aunque cuando mi deseo aumentaba ella se retiraba y me dejaba cachondo y frustrado por no poder acabar. Entonces ella me ordenaba alguna otra tarea. Comimos en la cocina, otra vez sin que ella me atara y sin escupir en mi comida o que la masticara para mí. Simplemente comíamos mientras mirábamos la tele. Hubiera parecido una escena normal sino fuera porque yo solo iba vestido con unas exiguas braguitas rosas de encaje. Después de comer lavé los platos mientras mamá se tomaba un café tranquilamente.
Cuando termine de lavar los platos mamá me miró pensativa. Se acercó a mí y deslizó su mano por debajo de mis bragas para acariciar mi pene.
-Te has portado muy bien mi niño. ¿Quieres venir con mami a echar la siesta en mi habitación?– Me guiño un ojo y me besó. Mi polla se endureció rápidamente. Al llegar a la habitación mamá se sentó al borde la cama, me bajo las bragas y empezó una lenta mamada mientras jugaba con mis testículos. Otra vez me llevo a punto de correrme e instantes antes de llegar al orgasmo dejó mi polla al aire.
-¿Te gusta que mami te coma la polla? – Me miraba a los ojos. –Si te gusta tanto porque no le demuestras a mami cuanto se lo agradeces. – Me arrodille y mamá me señalo sus pies desnudos. Cogí con suavidad uno de sus pies y besé su empeine. Fui besando su pie hasta llegar a los dedos. Me puse el dedo gordo del pie en la boca y lo saboreé como si fuera el más dulce de los caramelos. Me pase por la boca cada uno de sus dedos. Cambié de pie y repetí la operación. Lo hacía con lentitud y dedicación y estuve un buen rato lamiendo los pies de mamá. – Que bien lo hace mi niño. Eres una autentica zorra sumisa.
-Soy tu zorra sumisa. – Le dije quitando mi lengua del espacio entre dos de sus dedos.
-Mi niño. – Se puso de pie y se desnudó del todo salvo las bragas. Eran las mismas bragas blancas con las que me había hecho una paja aquella mañana y había limpiado mi semen. También se las quito y me las puso en la boca. Aguanté una mueca de asco, aunque ya había probado mí propio semen era algo que no me acababa de gustar. Era el mal menor para seguir disfrutando de aquella hembra. Mamá se tumbó boca arriba y separó las piernas. 
-Ponte de rodillas enfrente de mí. –Mamá empezó a hacerse un dedo mientras yo me arrodillaba en la cama enfrente de ella. – Me agarró el pene y empezó a frotárselo con su mata de pelo. – ¿Te gustaría follarme? ¿Te gustaría que te desvirgara tu propia madre? – Yo no podía responder con las bragas en la boca. – Muy bien mi niño. Si aguantas cinco minutos sin correrte mami te follará. Si no mami te mantendrá virgen un buen tiempo. Serás una zorrita virgen. Pobrecito mi niño. ¿Aceptas la apuesta de mami? – Afirme con la cabeza, por fin y a pesar de que mamá me había iniciado sexualmente yo seguía siendo virgen y tenía un oportunidad para arreglarlo. – Muy bien mi niño. – Miró el reloj, cuanto la manija dio en punto empezó a pajearme con fuerza. – El tiempo empieza ahora. Vamos mi niño, aguanta. – Ella se frotaba mi pene contra su coño. Con la mano apretó la base de la polla contra su raja y lo movió con fuerza. La humedad de su vagina llegaba a mi pene. – Aguanta. El coñito de mamá es suave y calentito. Mucho mejor que su boquita. Vamos mi niño aguanta y mama te hará un hombre. – Yo intentaba aguantar como podía. Quería que mi madre me desvirgara. Quería sentir su coño envolviendo mi polla. – Vamos mi niño aguanta y mami dejará que te la folles por el culito. Está tan apretadito. – Mordí con fuerza las bragas en mi boca. No podría aguantar mucho más. Mamá me pajeaba más con la vagina frotando mi polla con la raja que no con la mano, sin llegársela a introducir. Mire el reloj. Apenas había pasado un minuto cuando un espasmo anunció mi corrida. Mamá reacciono rápido y apunto mi pene contra su coño. Mientras mi semen se estrellaba contra su mata de pelo ella se masturbaba esparciéndolo por todo su coño y mezclándolo con sus fluidos. Se incorporó un poco y me quitó las bragas de la boca.
-Pobrecito mi niño. –Se reía. –No ha podido aguantar. ¿Mami pone demasiado cachondo a su niño? Pobrecito, se quedará virgen y con su mami para siempre. – Puso sus dedos manchados de semen y flujos vaginales dentro de mi boca. A pesar de todo yo los relamía. – Y encima le gusta su propia lechecita. Que zorrita es. – Mamá señaló a su coño. Mostraba aún unos buenos grumos de semen. – Vamos mi zorrita virgen, deja bien reluciente el coño de mamá. Titubeé durante unos instantes. Mamá me agarró de los testículos y me abofeteó. - ¿Acaso se rebela mi zorrita?
-No mami. –Cerré los ojos y me puse al trabajo. Los jugos de mamá se mezclaban con mi corrida y yo tragaba sin pensar mucho en ello. – Así mi zorrita, limpia bien el coño de mamá de tu sucia lechecita. – Estaba enfadado conmigo mismo. Había perdido la oportunidad de poder follar con mamá, de perder mi virginidad. Encima mamá se burlaba de mí y me hacía “limpiar” el desastre. Mientras jadeaba seguía con sus burlas. –Pobrecito mi niño. Mi pollita rápida te llamaré ahora. ¿Qué te parece si le contamos a Júlia que mami te pone tan cachondo que apenas puedes durar un minuto? – Otra vez mencionaba la chica que me gustaba. Parecía que hubiera pasado una vida desde que había hablado con ella. Mamá seguía con sus burlas y yo solo pude reaccionar de una manera, comiéndole el coño con más ímpetu. Ella no tardó en apretar mi cara aún con más fuerza sobre su pubis y disfrutar de un orgasmo. Mamá intentó entonces separar mi cara de su vagina pero yo la ignoré y seguí lamiendo. Yo mismo me estaba excitando de nuevo y notaba como mi polla, lentamente, volvía a crecer.
-Mmmmh, como le gusta a mi niño el coño peludo de mami. – Volvió a apretar mi cara contra ella. – Quieres que mami se vuelva a correr zorrita. ¿Quieres hacerme la pelota? – Respondí envolviendo su inflamado clítoris con mis labios. – Aaaggghhh – Fue lo único que pudo decir a continuación. Seguí lamiendo, succionando, besando y penetrando con mi lengua aquel coño hasta que mamá alcanzó un segundo orgasmo. Esta vez no tuve opción de continuar y con un tirón de pelo mamá me apartó de ella. Mi polla estaba dura como una roca.
-Mi niñito juguetón. – Mamá se levantó y me ató las manos detrás de la espalda con fuerza. Recogió sus bragas sucias del suelo y me las volvió a poner en la boca y esta vez yo no sentí tanto asco. Se sentó en la cama apoyándose en el cabezal con las piernas abiertas y me sentó a mí apoyándome en su pecho con la espalda. Sentada así empezó a jugar con mi pene y testículos mientras me mordisqueaba la oreja. De vez en cuando se llevaba dos dedos a la boca, humedeciendo y pellizcando mis pezones a continuación. Yo notaba los suyos clavándose en mi espalda. Mamá me llevaba al borde del orgasmo con fuertes meneos de mi polla para después parar, dejar que me recuperara y volver. Perdí de nuevo todo control sobre mí. Solo existía mi madre, sus manos y sensual voz en mi oído.
-Mi niñito de mamá, mi pollita virgen. – Su lengua entraba en mi oído mientras sus manos acariciaban mi pene. De repente me inmovilizó las piernas con las suyas. Era muy fuerte. Con una de sus manos agarró mis testículos.
-Muy bien pequeñín. Mañana iremos a la ciudad para hacer unas compras. Ya te dije que necesitaba un poco de material para disciplinarte como es debido. Pasaremos la noche en un hotel allí y creo que así tendremos tiempo para que me presentes a Júlia. – En su otra mano apareció mi móvil. Abrió la aplicación de mensajería instantánea y selecciono el contacto de Júlia. Empecé a forcejear pero mamá me tenía agarrado con fuerza. Fui a escupir las bragas de mi boca pero los dedos de hierro de mi madre apretaron mis testículos. – Como se te ocurra sacarte las bragas de la boca los pasaras mal. Y estate quieto. – Su voz era firme y autoritaria y yo me calmé. Soltó mis testículos y empezó, otra vez, una lenta paja. Con la otra mano empezó a escribirle un mensaje a Júlia haciéndose pasar por mí.
-Hola Júlia ¿Cómo estás?
-Hola. Bien. Y tú. ¿Cómo va por el pueblo y con tu madre? – Ella sabía de mi casi inexistente relación con ella antes de aquella semana y sobretodo de los dos últimos días. Continuó escribiendo. – He estado leyendo un par de libros de ella y son interesantísimos. Es una pena que se retirara tan joven. –Yo sabía que mi madre, antes de casarse y tener a mi hermana y a mí, había estudiado y ejercido la psicología y había escrito algunos libros, pero jamás me había molestado ni interesado en nada que viniera de ella. No me extrañó, pero, que Júlia los hubiera leído pues aparte de ser una buena estudiante el año que viene iría a la Universidad a estudiar psicología, precisamente.
-Esto se está poniendo interesante. –Dijo mi madre y continuó escribiendo. –Mira, si la quieres conocer mañana estaremos en la ciudad. Mamá quiere comprar algunas cosas y podemos quedar por la tarde a tomar un café. – Con la otra mano seguía masturbándome.
-Perfecto. La verdad es que tengo ganas de verte, ya sabes que eres mi mejor amigo y encima conocer a tu madre será muy interesante. Es una mujer listísima. ¿Sobre las cinco en la cafetería de la esquina de mi casa?
-Perfecto. Nos vemos mañana. Un beso.
-Un beso. 
Dejó el teléfono en la mesita y me dio la vuelta, dejándome de rodillas enfrente a ella. Me miró y empezó a jugar con mi polla y testículos. – Espero que mañana te portes bien. Tranquilo, si obedeces no le contaré nada a Júlia sobre nuestra relación especial. Digamos que tenía curiosidad por conocerla y que agradable sorpresa ¡Ha leído mis libros! ¿Te portarás bien mañana? – Como yo tenía las bragas en la boca afirmé con la cabeza. – Muy bien. ¡Mi niño se merece un buen premio!- Mamá me ayudó a levantarme de la cama y ella sentó en su borde, enfrente de mí. Yo seguía atado. Esperé que me regalara una mamada cuando sorprendido vi como cogía sus dos enormes pechos y envolvía mi polla con ellos. Escupió en mi capullo, que sobresalía entre aquellos dos globos y empezó a moverlos arriba y abajo. La calidez y la suavidad de sus senos era algo indescriptible.
-Te gusta la cubana te de hace mami. ¿Te gusta que mami te folle con sus tetas? – No solo me gustaba sino que en apenas poco rato notaba el orgasmo que venía. Me concentré intentado no correrme, pues conocía el castigo por correrse sin permiso. Mamá lo vio en mi cara. – Pobrecito mi niño que quiere correrse. Que zorrita es mi niñito que no puede aguantar las tetas de mamá. Vamos, dale a mami tu lechecita en sus tetas. – Acepté aquello como un permiso para correrme, me relajé y pronto mi semen se estrelló contra el pecho y el cuello de mamá.
Cuando termine mamá me quitó las bragas de la boca y me desató. Fuimos al baño y nos duchamos. Mamá se vistió y dejo que me pusiera las braguitas rosas que yo había llevado todo el día y que ahora descansaban en el suelo de su cuarto.
Pasamos el resto de la tarde descansando en el sofá viendo la tele. Preparé la cena y me alegré cuando mamá me pidió que la pusiera en un solo plato. Cenamos en el comedor, yo atado mientras ella masticaba trocitos de carne y me los daba en la boca con generosas dosis de su saliva. Cuando terminamos de cenar me llevó a su cuarto y jugamos un rato. Fue algo parecido a la noche anterior. Finalmente y después de comerle el coño un par de veces mamá y de obligarme a suplicar por un orgasmo me pajeo con su vibrador en mi culo y acabe en su cálida mano.
-A dormir. –Me dijo cuando terminamos. Que mañana hay que levantarse pronto para ir a la ciudad. Ya verás que bien nos lo pasamos. – Me dio un beso, cerró la luz y yo me dormí, nervioso, por lo que me depararía el día siguiente.
Continuará…

0 comentarios - La disciplina de mamá. Capítulo #4: la nueva educación