Mi timidez y las mujeres de mi familia 39

Mi timidez y las mujeres de mi familia 39




RELATO ANTERIOR:
Mi timidez y las mujeres de mi familia 38

http://www.poringa.net/posts/relatos/3135643/Mi-timidez-y-las-mujeres-de-mi-familia-38.html







Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.



Después de recoger las pocas mesas que servimos, Lisa se marchó con sus amigas, nos dijo que volvería a tiempo para las cenas, cuando montamos a nuestra para comer, nos sentamos las dos camareras, la cocinera, Ricardo y yo.

Pronto empezamos con  las bromas, quizá al no estar la jefa, ni mi madre, ni Lisa, se nos soltaron un poco las inhibiciones y estuvimos contando casos que nos habían pasado, Raquel contó lo que me habían dicho los cuatro mirones de la mesa, Encarna que tuvo que esquivar más de una mano que se colaba entre sus piernas alguna vez y Ricardo contó los apuros que había tenido con las dos amigas que yo ya conocía desde el viaje anterior, según dijo, desde el primer día le estuvieron acosando las dos, lo cierto es que era un chico con muy buena planta y eso las chicas no lo querían desaprovechar, nos costó un poco, pero acuciado por Raquel y Encarna pudimos sacarle que se habían citado en el apartamento de una de ellas, las dos se lo comieron literalmente desde el primer momento, él al principio como era nuevo en el pueblo y no conocía aún a las dos y debido al riesgo en el trabajo nuevo, estuvo bastante comedido, pero cuando cuándo vio que se trataba de  él o de ellas, se lanzó y las trató como se merecían, las estuvo follando alternativamente, hasta que se corrieron pero cuando ellas ya daban por terminada la sesión Ricardo, según nos contó, les dio la vuelta y después de lubricarlas les metió la polla en sus culos, aunque en principio se resistieron al fin se lo agradecieron, seguramente no era la primera vez que lo hacían pero demostraron que no les fue indiferente.

Las camareras escuchaban muy atentas, sobre todo las enculadas, querían saber más sobre el tema, no sabían de nadie que lo hubiera practicado, pero la cocinera sonriendo un poco les cogió las manos y les dijo…

-        Tenéis que probarlo, vale la pena, no os arrepentiréis.

Las dos se volvieron asombradas hacia la cocinera, nunca se esperaban este consejo de ella, bajo su apariencia rechoncha, tranquila y con algún kilo de más, se escondía una mujer muy sensual. Las dos camareras se interesaron por sus experiencias.

-        No nos habías dicho nada! Cuéntanos, como se hace? Duele?.

-        Solo os diré que es una experiencia especial, si se hace con una persona cuidadosa y estando bien lubricada no se os olvidará nunca, a mí me encanta.

Las chicas medio asombradas y medio escandalizadas se quedaron sin habla, Ricardo como corroborando su opinión, le acarició la mejilla a la regordeta de la cocinera.

La cocinera se volvió hacia mí y aprovechando el ambiente caldeado me preguntó…


-        Y tú Manu?, no sabemos nada de ti y una de dos o aún no te has estrenado o te lo llevas muy callado.

Las camareras estallaron en risas cuando me puse rojo como un tomate, Ricardo aprovechó la ocasión para decirnos…

-        No sé, pero Manu me da buenas sensaciones, creo que es muy discreto y guarda bien su vida privada, creo que tenemos que hacer un acuerdo entre los dos y compartir experiencias.
Todos nos reímos con la ocurrencia de Ricardo, todos menos él, al parecer no lo decía en broma. Las chicas lo tomaron en otro sentido y la cocinera dijo…

-        No me digas que Ricardo y Manu sois…

Raquel le cortó en seguida…

-        Pues yo estoy segura que de eso nada… y tú qué dices Encarna?

Todos nos reímos a carcajadas, y nos levantamos de la mesa.

Justo a la hora de la cena llegó Lisa, le dio tiempo necesario para cambiarse y salir al comedor, en el restaurante estaban ocupadas cuatro mesas una de ellas grande, en el comedor alguna mesa con aperitivos de parejas y alguna familia.

Estuvimos trabajando sin tregua, Lisa se notaba un poco despistada, cuando se nos acercó para pedir unos cafés, noté su aliento, llevaba alguna copita de más, se había pasado un poco con sus amigas, de pronto se acordó...

-        Casi se me olvida Manu, mi madre me ha llamado y me ha dicho que esta noche no vendrán, se quedarán en casa de la tía Ana a dormir, mañana por la mañana llegarán con el tren y me ha pedido si puedes acercarte a ayudarlas con las compras que han hecho.

-        Pues menos mal que me lo has dicho, ya estaba yo un poco intranquilo, aunque suponía que estarían con Ana.

Me quedé en el bar hasta cerrar, Ricardo y yo recogimos todo, llenamos los botelleros entre los dos y barrimos un poco, a Lisa ya hacía un rato que la habíamos enviado a casa, estaba un poco “perjudicada”.

Cuando subí me metí directamente en el baño, la casa estaba oscura y silenciosa, me di una ducha larga y cuando salí estaba como nuevo, no encendí la luz al entrar en mi habitación, por eso di un salto cuando al sentarme en mi cana noté un tacto cálido y suave, encendí la luz y vi a Lisa, desnuda sobre las sabanas, con las piernas abiertas y en la mano el gran consolador, lo dejó en la mesita y me dijo…

-        Te estaba esperando, y me preparaba para ti.

El consolador brillaba cuando lo vi bajo la luz de la lamparilla y el coño de Lisa también tenía el mismo brillo, se hizo a un lado y me tumbé a su lado, ella empezó a acariciarme el pecho, mientras me contaba lo que había estado hablando con Elena y las gemelas, estuvieron recordando la excursión y mientras se iban sirviendo vasos de combinados con tónica, me confesó que empezaron a contarse las sensaciones que les había proporcionado en la piscina, de lo buena que les había parecido mi polla tanto dentro o fuera de ellas, se habían estado explicando donde les había dado más placer, entre ellas se lo demostraban, Elena como siempre la más lanzada le había dado un beso a una de las gemelas, en la boca el primero pero pronto le dio otro en la teta y acabó lamiéndole el coño, la otra gemela al ver a su hermana con los ojos cerrados gozando, se acercó a Lisa, ésta en un principio le daba curiosidad besarse con una chica, pero cuando probó la dulzura y la suavidad de los labios de la gemela, no puedo frenar y le sacó la lengua hasta encontrar la otra. Lisa me contó que fue ella misma la que le abrió las piernas a la gemela y le dio besitos entre los labios, la chica se abrió el coño y le empujo la cabeza hasta que la lengua de Lisa le agitó el clítoris, a partir de ese momento los gemidos llenaron el salón, la otra hermana no se conformó con recibir caricias y le mordía las tetas a Lisa, mientras Elena recibía las caricias de Lisa en las tetas.

Me lo contaba con todo detalle, cada suspiro, cada gemido, yo me cogí la polla que apuntaba al techo y la estaba meneando lentamente, Lisa estaba tumbada boca arriba me senté en la cama frente a ella, acercándome entre sus piernas plegadas, mientras me iba contando con todo detalle las caricias y sensaciones yo me fui acercando y le metí la polla, lentamente sentado y con las piernas ente lazadas me fui moviendo a la vez que le masajeaba las tetas, estuvimos muchos rato, ni yo tenía prisa ni ella tampoco, la noche era para nosotros.

Me confesó que había sido una experiencia nueva, que había surgido inesperadamente, y que la habían gozado las cuatro, cada una había tenido su orgasmo, todos diferentes, pero saboreados al máximo, se habían acariciado donde más placer les daba y quedaron rendidas, después de recuperarse aún estuvieron bebiendo más para celebrarlo.

Lisa se incorporó y me empujo hasta tumbarme a mí no llegó a sacarse la polla de dentro, pero se quedó sentada sobre mí, también lentamente se iba metiendo y sacando la polla del coño mientras dejaba sus tetas al alcance de mi boca, me dijo…

-        Quieren repetir la reunión pero contigo también, que añoran tu polla, yo les dije que estaba segura que te gustaría colaborar.

Cuando le dije que me encantaría, empezó a galopar sobre mí, no sé si se acordaba de las lamidas de coño que le acababan de hacer las chicas o que ahora disfrutaba de lo que les había faltado a las cuatro, lo cierto es que no me esperó y se corrió entre gemidos y lamentos, creo que quiso premiar mi dedicación y con los dedos mojados de flujo de untó el culo y levantándose lo indispensable cambió de agujero y se sentó metiéndose la polla primero hasta la mitad y luego toda, con sus nalgas me estrujaba la polla y no tardé en regarle el recto, no paró de moverse hasta que mi polla sin fuerza se le salió junto con un chorro de leche.

La dejé caer a mi lado, nos tapamos con la sabana y no tardó ni un minuto en dormirse, los gintonics y las corridas le habían vencido.

Por la mañana la desperté temprano y le dije que se pasara a su habitación, medio dormida la cogí por debajo de los brazos y la llevé hasta su cama, la arropé y siguió durmiendo.

4 comentarios - Mi timidez y las mujeres de mi familia 39

159753852456a
Aca postearon una copia de un relato tuyo me parece http://m.poringa.net/posts/relatos/3187094/Mi-timidez-y-mis-tias-12.html
eldanus
buenisimo para cuando el proximo capitulo?