6 meses después… (V)




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 Sin siquiera cerrar bien la puerta plegable, de la cual podíamos ver claramente el vaivén disipándose, cuando  ya nos estábamos besando con furia.
Se había perfumado. Cada suspiro calaba hondo en mi alma y cuerpo, recordando esa maravillosa tarde donde Hannah y yo nos besamos por primera vez…
En mi mente, percibía el olor a tiza, el tenue aroma de la madera y hasta casi podía palpar la mesa de pool, donde por primera vez deposité su cuerpo y comencé a explorarlo con agrado. Todo, acompañado con esa maravillosa esencia.
Cuando paramos de besarnos, estábamos borrachos de placer y de deseo. Yo ardía por ella y sé que ella me deseaba a mí…
-         ¿Qué ha pasado? ¿Qué le hiciste?- pregunté, abalanzándome una vez más hasta sus tiernos, lindos y casi inmaculados pechos, los cuales lamía completamente extasiado por su intersticio, guiado por esa esencia deliciosa…
Embargada en placer, repitió 2 veces el nombre de una pastilla para dormir, diluida por partes, dentro de su bebida.
Y tuve que contener mis besos, como Poseidón podría haber contenido a las marejadas, al escuchar su confesión…
-         ¿Lo drogaste? ¿Lo drogaste aquí?- pregunté, con una sonrisa desequilibrada e impresionado…
Porque esa hermosa y rubia señorita de 30 años, había incapacitado a su marido, para poder estar conmigo…
·        ¡Sí!- respondió ella, abriendo los brazos para abrazarme y para que volviéramos a besarnos.- ¡Gertie me dio la medida!
¡No podía creerlo! En esos momentos, estaba demasiado excitado, al igual que ella…
Los 2 dábamos suspiros rasantes. De esos, cuando las emociones son muy fuertes y estás sobrecargado en adrenalina.
La besaba y la empujaba, como un bulldozer de la mina y ella no podía nada más que retroceder en mi avance, buscando una superficie para apoyarse.
Finalmente,tras unos 5 metros de arremetidas, logré apretarla frente al fregadero e inmediatamente, empecé a alzarla.
·        ¿Qué… qué vas a hacer?- preguntó, sorprendida, pero intuyendo para qué le estaba abriendo las piernas…
-         ¡Quiero hacerte el amor!- respondí, lamiendo el lóbulo de su oreja…
Se desvaneció como en un sueño…
·        ¡No! ¡No podemos hacerlo!- me dijo, respirando aun excitada.- ¡No he calentado la cena!
-         ¿Qué importa?- pregunté, levantándole la falda con impaciencia.- Tu esposo está dormido… no se dará cuenta…
Y para mi mayor sorpresa, encontré su entrepierna húmeda y sin ropa interior…
Lanzó un suave suspiro, al palpar su humedad y yo, desequilibrado, desabroché mis pantalones lo más rápido que pude…
Nos seguimos besando y cuando la tuve desnuda y expuesta para ella, se la mostré…
-         Para que pienses en mí, cada vez que laves la loza…
Y la deslicé suavemente, entre sus apretadas carnes. Era la nueva cima del éxtasis, para ambos…
La estaba penetrando… en su cocina… en su propio departamento… con su propio marido, inconsciente en la otra habitación… tras 6 meses de separación.
Embestía enérgico y ella la recibía agradada, acostumbrada que mi grosor se hubiese apoderado de su feminidad por año y medio de su interior y que, a pesar de haberse casado con el hombre que la desfloró y que al igual que Marisol, fue su mejor amigo de la juventud, prefería más el pene de su amante y quien verdaderamente le trató como una esposa, durante su periodo en la mina…
Sus ojos brillaban, mientras ella se erguía sobre mis hombros, para facilitar la penetración y a pesar de estar firmemente afianzada a la pared, el lavaplatos se quejaba con una suave agonía en sus tuberías…
·        ¡Es tan grande!... ¡Me siento llena!- exclamaba, con lágrimas de regocijo, cuando apenas 2/3 habían ingresado en su interior.
Y lo que era mejor, es que no nos sentíamos culpables.
A ella, le hacía justicia, por tener un esposo infiel…
A mí, que le contaba todo a Marisol y que en el fondo, si la estaba penetrando,era solo por recordar a mi esposa de soltera…
Y la empecé a levantar más y más. Su cuerpo daba tumbos y mi boca estaba deseosa por lamer sus pechos excitados y apreciar sus maravillosas moneditas rosadas, una vez más…
Soltaba sus quejidos, mordiendo fuertemente mi hombro y la base de mi cuello, lamiéndome con insidia y meneándose más y más, sabiendo que yo era su dueño.
Hasta que estaba adentro. Completamente adentro de ella. Sus quejidos eran prácticamente, bestiales y habría que ser un niño o un completo ignorante, para no saber lo que le ocurría.
Podía sentir los estremecimientos de su cuerpo, a medida que los orgasmos la asediaban de forma constante, mientras que su respiración acongojada evidenciaba el tremendo gozo que embargó su ser y sus ojos, que en esos momentos, no podían ser más angelicales y gloriosos, hacían sendas suplicas para que acabase y depositara una vez más, la ardiente semilla de la vida, en el interior de su vientre.
Al rozar con mi glande la punta de sus labios más profundos y sintiendo el más absoluto placer de su cuerpo, con potentes remecidas que la sacudían completa, como consecuencia de ello, me bastaron cerca de 7 estocadas adicionales, para finalmente, agradarla.
En cada una de mis 5 descargas, apabullé su boca, besándola acaloradamente. Hannah me miraba benevolente, con los ojos entrecerrados en dicha y con una saliva tan suave y tierna, que era bebestible en mis labios.
La fui aterrizando y relajando de la soberbia experiencia, con mucho cuidado. Como les menciono, no era lujuria ni una sed animal la que nos movía (o al menos, no en esos momentos…), sino que estábamos haciendo el amor, porque lo necesitábamos y nos extrañábamos.
Cuando soltó mi boca y se echó hacia atrás, por poco se desliza en el interior del lavaplatos, lo que nos forzó a un abrupto despertar.
Nos miramos y reímos, cómplices, por la locura que acabábamos de cometer. Pero no arrepentidos.
No nos habíamos visto en medio año y a pesar de todo, Hannah sabe que para mí, nunca ha sido una puta o solo un objeto sexual.
·        ¡Eso fue hermoso!- comentó, con la dicha de todavía tenerme prisionero en su interior.
-         ¡Sí!... pero comienza a preocuparme tumarido…-repliqué, aterrizando más rápido que ella, en la lógica.
·        ¡No seas bobo!- respondió, acariciándome muy suave.- Solo le he dado 2/3 de una pastilla… y es solo para que no nos moleste…
Me contó que, de hecho, eran sus propias pastillas para dormir (recetadas por Gertie), que tomaba cada vez que el cornudo no la buscaba por la noche y la calentura de su cuerpo no podía disiparse, sin importar cuánto se masturbara.
Nos despegamos y la ayudé a limpiarse y a arreglarse. Ella, muy atenta, searrodillo una vez más para limpiar mi hombría de nuestros jugos, los cuales atendió con mucha dulzura y suavidad y haciéndose completamente responsable de lo que había producido en mí, me subió el bóxer y la cremallera, mientras preparábamos la cena.
Sin embargo, el morbo me movió y decidí cerciorarme que Douglas aún no se daba cuenta y efectivamente, seguía tapado bajo la estola, roncando plácidamente, mientras su esposa y yo nos reíamos en voz baja de sus monumentales cuernos.
Arreglamos la mesa, completamente relajados y mientras la carne que la señora Ada había preparado en el horno se doraba, pelábamos papas y las cortábamos, haciendo la ensalada…
-         Hannah, dime… ¿Te masturbas con las zanahorias?-pregunté, divagando en la confesión que Douglas me había dado.
Ella enrojeció, no acostumbrada a esos diálogos…
·        Solo un poco… en las mañanas.
La miré satisfecho e impresionado, a lo que ella sonrió también con una sonrisa cómplice y coqueta.
-         Y… ¿Se las has dado a comer?- pregunté, estremeciéndome de anticipación, recordando cómo mi suegra se vengaba de su insensible esposo.
Su expresión era todo un encanto…
·        ¿Cómo… dices eso?- comentó, aún más avergonzada.
Tomé otra papa y la codeé por la cintura.
-         ¡Para ver si se da cuenta!- respondí, con picardía.- Le puedes decir que le pusiste un aliño especial…
Ella se rió ante la idea y tras detenerse un poco, marcho al refrigerador y para mi sorpresa, trajo una gran y gorda zanahoria, de unos 14 cm. y que se disponía a lavar, algo que impedí.
-         ¡Oh, no!- le dije yo, tomándola de la mano.- El agua le quita el sabor natural. Hay que comerlas “al dente”… y esta zanahoria se ve muy deliciosa.
En particular, con Marisol no lo hacemos, dado que todos en la casa (incluyo aquí a mis hijas) somos fanáticos de las verduras. Pero no por eso, no me comería un alimento sazonado con la esencia especial de mi mujer.
Porlo mismo, mientras agregábamos los tubérculos a los platos, me aseguré de llevarme una buena porción de zanahoria en mi ración, algo que llenó de asombro y calentura a Hannah…
Finalmente, fuimos a despertar al bello durmiente, que estaba todavía somnoliento y que incluso, no se había dado cuenta del paso de las horas.
-         ¡Son las 8 y media!- le dije, mirando mi reloj de pulsera y dándole la bienvenida al mundo de los vivos, tras 2 horas de profundo sueño.
§ ¿Cómo he dormido tanto?- preguntó, desconcertado y con la cabeza un poco pesada.
Hannah me miró nerviosa, sin saber qué responderle…
-         ¡Debiste tener un día pesado en la oficina!
Aunque su cabeza permanecía amodorrada, se dio cuenta que entre su esposa y él, estaba mi puesto, lo que le llamó bastante la atención.
·        ¡Cariño, él es mi mejor amigo y quiero que lo conozcas bien!- comentó melosa Hannah, preparándole otro trago especial, que él bebió a paso más moderado.
Sin embargo, lo que él no se daba cuenta era que, bajo de la mesa, su esposa estaba haciendo un delicado trabajo manual conmigo y cada vez que tomaba mi rabo, me veía forzado a hacer una breve pausa en mis palabras.
Aun así, los 2 estábamos atentos cada vez que él engullía un trozo de zanahoria. Al parecer, notaba un sabor peculiar, pero no decía nada.
En cambio yo, las comía de buena gana y complementaba a su marido lo excelente cocinera que era su esposa, al brindarle un sabor tan exquisito y misterioso a la ensalada, lo que Hannah me devolvía con prolongadas y apretadas caricias sobre mi enardecida herramienta.
Pero a medida que el tranquilizante hacía efecto y que la conversación entre Douglas y yo era más entretenida, a Hannah empezó a caérsele ocasionalmente la servilleta.
·        ¡Ups, no sé qué me pasa hoy! ¡Estoy tan torpe!-se reía ella y se agachaba, para darme un par de lamidas en el miembro.
Lo gracioso fue que, a medida que sus lamidas fueron cada vez más prolongadas, mi silencio era más amplio y a pesar de los esfuerzos de Douglas por mantenerse despierto y atento, sus ojos se entrecerraban por si solos e inconscientemente, apoyaba su rostro sobre su mano, improvisando una almohada, apoyando el codos obre la mesa y dormía un par de segundos.
Llegó un punto donde Hannah mandó toda la pantomima al carajo y definitivamente, se arrodilló entre mis piernas, para poder succionarme con avidez y a su propio placer.
Por mi parte, nervioso y tremendamente excitado por la situación, me restringía a contemplar cómo el cornudo dormía un poco su modorra, mientras su esposa lehacía un trabajo bucal experimentado a su invitado.
§ ¡Disculpa! ¿Dijiste algo?- preguntó en uno de esos intervalos, donde lograba vencer a la pereza.
-         ¡No, nada!- respondí nervioso, con más de medio rabo en la boca de su esposa.- Solamente, comentaba lo delicioso que está la cena.
§ ¿Dónde está Hannah?- preguntó, restregándose un poco los ojos.
-         ¡No lo sé!- le mentí.- Me parece que fue al baño…
Pero si él hubiese sido un poco más atento, habría escuchado el sutil chasquido de los labios de su esposa, lamiéndome rítmicamente…
Y volvía a conversar conmigo, de temas de su trabajo, para los pocos segundos, volver a adormilarse.
Una vez más, acariciaba la cabeza de mi ex compañera de faena y le daba por tercera vez en el día, a tragar mi congestionado falo entre sus labios.
Imperturbable a mis gruñidos, su obtuso marido dormía y esporádicamente, despertaba…
§ ¡No sé qué me pasa!- confesó en una oportunidad, donde casi sentí lástima por él.- ¡Me siento tan cansado… que lo único que deseo es dormir!
-         ¡No te preocupes!- le reafirmé yo, apoyándolo por el hombro con la misma mano que segundos antes, sujetaba y guiaba la cálida cabeza de su esposa.- Aprovecha de dormir y cuando vuelva tu esposa, te llevaremos a la cama…
§ ¡Gracias, Marco! ¡Eres un amigo muy leal!-respondió suave, entregándose a los brazos de Morfeo…
“Si tan solo lo supieras…” reflexionaba yo, mientras Hannah se volvía a atragantar conmigo.
Ya no aguantaba más. Su boca maravillosa y sus manos habían estrujado tanto mis testículos,que solamente me sujetaba por mera voluntad a mi corrida y al momento de mi clímax, tuve que afirmarme del borde de la mesa.
Se escuchó claramente la tos de Hannah, proveniente bajo la mesa. Más aun así, no perturbaba la pasividad de su esposo, que dormía muy relajado.
Pasaron un par de minutos donde me lamió detalladamente y cuando volvió a aparecer por mi costado, se limpiaba todavía parte de la comisura de su boca, relamiéndose con el pulgar.
-         ¡Tal vez, deberíamos acostarlo!- le dije yo, empezando a considerar a Douglas como una verdadera molestia.
·        ¡Sí, debe ser lo mejor!- concordó ella, mirando su plato prácticamente frio y casi sin perturbar.- ¡Ya no tengo hambre para cenar!


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1 comentario - 6 meses después… (V)

pepeluchelopez +1
Que calentura la de ustedes saludos
metalchono
Sí, pero la noche no acababa... Saludos amigo.