6 meses después… (IV)




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Marisol se ríe cada vez que se lo cuento. Pero en realidad, todavía me pongo lívido al pensar en esos momentos.
Eran celos. Verdaderos celos. Y por 2 mujeres, de las cuales, ninguna era mi esposa.
Ni siquiera habían intercambiado palabras entre ellas. Fueron solamente encuentros de miradas y repudios instantáneos.
De Hannah, no me sorprendía tanto, ya que en efecto, ella fue celosa de Marisol por bastante tiempo, mientras nuestro romance duró.
Pero de Gloria, me sorprendía bastante, ya que realmente, no somos nada. Ella tienea Oscar y han sido pareja por casi 4 años. No tienen hijos, ni los han planeado por el momento.
Y aun así, las 2 engrifadas. Peor que gatas mojadas con agua…
-         ¡Hannah, esta es Gloria, mi secretaria! ¡Gloria, Hannah es una antigua amiga de la faena donde trabajaba!- las presenté, tratando de conciliar la situación.
Cuando dije “antigua amiga”, Hannah me miró de manera cortante. No sé qué esperaba, ya que no podía decirle que era mi ex amante.
Aun así, ninguna de las 2 hablaba. Solamente, se miraban una a la otra.
Tal vez, a Hannah la intimidó su altura (Gloria es casi tan alta como Marisol) o que sus senos fueran más grandes (Hannah los tiene pequeños) o sus rizos negros o el hecho que tiene ojos celestes como los suyos.
Por otra parte, a Gloria debió intimidarle que fuese rubia natural, su parada confiada y elegante y el hecho que su menor tamaño inspira unos deseos de protegerla en los hombres.
O tal vez, se dio cuenta al instante que Hannah fue la mujer que me visitó la noche anterior. ¡Yo qué sé!
-         ¿Necesitas decirme algo?- pregunté, ya que esperaba verla más tarde, en el hotel… y que en todo ese lapso, no decía palabra alguna.
Incluso, no me habría sorprendido que suspendiera nuestro encuentro, en vista que la Gerencia querría reunirse también con ella.
·        ¡Sí!- Finalmente habló, tras 2 minutos desilencio estático.- Le he dicho a Dougie que estás de visita y te ha invitado a nuestro departamento a cenar… por lo que quería preguntarte si acaso tenías planes…
¡Quedé más pálido que antes, al escuchar aquello!
¿Su cornudo marido había invitado al amante de su esposa, a cenar en su casa?
Me puse nervioso y por primera vez, tartamudeé…
-         ¡N-n-no lo sé!... Gloria quería pedirme si le acompañaba a comprar unos…
§ ¡No te molestes!- me interrumpió, todavía mirando a Hannah muy seria.- Si estás ocupado, puedo hacerlo sola.
Hannah me miró conforme.
·        ¡Excelente! Puedes esperarme en el estacionamiento. Hablaré con mis jefes y te veré allí en 5 minutos.- respondió muy alegre, trotando de vuelta por donde había venido.
En el trayecto del ascensor, Gloria y yo fuimos en silencio. Para mí, eran enfados tontos de mujer, porque pudo haber insistido y yo le habría acompañado. Después de todo, apenas eran pasadas las 4 de la tarde e ir a cenar al departamento de Hannah perfectamente podía ser a las 8.
-         ¡Lo siento!... por lo visto, no puedo acompañarte. – me disculpé, claramente arrepentido.
·        ¡No tienes que preocuparte, jefe!- respondió, con una sonrisa tensa que fingía naturalidad.- Puedo hacerlo sola.
Si me hubiese insistido un poco. Si hubiese mostrado un poco más de interés…
Pero a pesar que sentía como que cometí una falta y que debía ir tras ella, mi curiosidad era demasiado fuerte y necesitaba saber qué planeaba Hannah, por lo que nos despedimos escuetamente con un beso en la mejilla, al llegar al primer piso.
En el subterráneo, quedé desvalido y una sensación de pánico inmenso me invadió. Era un estacionamiento con paredes verde oscuro, autos elegantes y con las típicas luces LED o tal vez, fluorescentes, que existen en esos lugares, que para mí parecía tan tenebroso como el infierno.
Sin embargo, a los 5 minutos, las mismas puertas del elevador que usé yo, se abrieron y ese ángel dorado, coqueto y travieso, se colgó de mis hombros y me besó.
·        ¡Lo hiciste muy bien!- me dijo, mientras me besaba alrededor de mis mejillas.- ¡Lograste convencerlos!
-         ¡Qué… bueno!- alcancé a responder, un poco sobreseído por sus besos.
·        ¡Me pusiste tan caliente, al verte tan confiado!...- dijo, en un tono febrilmente ardiente y exhalando al final de una manera sexy, prendiéndome en pocos segundos.
-         Pero, Hannah…- logré contener a mi acalorada compañera, que parecía dispuesta a montarme a la vista de todos.- ¿Qué es eso de invitarme a cenar a tu casa?... ¿Por qué se lo dijiste a Douglas?
Me miró, con una risilla lujuriosa…
·        ¡Es una fantasía que tengo!- me dijo, lamiéndome la oreja (que en mí, no causa ningún efecto, pero que a ella, la excita demasiado).- Quiero tenerte a ti y a él… en mi casa… ¡Los 2 hombres de mi vida!
La manera en que lo dijo me intrigó y me asustó a la vez. Parecía una loca. Una caliente… pero loca.
Creo que me jaló hasta su deportivo alemán gris y descapotable, para 2 personas. En realidad, no sé si se lo habrá comprado ella; habrá sido regalo de sus padres (Hannah es heredera de unos empresarios navieros) o se lo habrá regalado Douglas.
Como fuese, luego de sentarme, lo primero que hizo fue desabrocharme la bragueta.
-         ¡Hannah!- exclamé, sorprendido por su inesperada actitud.
·        ¡Discúlpame! – dijo, para luego darme 3 mamadas profundas que casi me deshacen en el acto.- Es que he extrañado ir de inspección contigo… y este es el lugar más parecido a una mina.
Y la verdad era que, durante ese año y medio de relación que tuvimos en la faena, donde prácticamente, 5 días a la semana teníamos sexo en la mina, en pleno horario de colación, pocas veces me dio una mamada, ya que yo me dedicaba a atenderla principalmente a ella.
Sin embargo, ahora ella la estaba compensando y con creces. Lamía de una forma descontrolada, llegando a hacer sorbetes con la saliva y mis jugos e intentando tragarse mi falo entero.
Era tal su entusiasmo con el que me atendía, que olvidando todos los prejuicios y cuidados que sentí durante el periodo que convivimos en la mina, que empecé a guiar su cabeza hasta atragantarla con mi erección, a lo que ella respondía succionando con mayor velocidad.
Y fue entonces, mientras disfrutaba la labor de mi antigua amante, que vi por el retrovisor central la apertura del elevador y las obesas figuras de los 3 vetustos Gerentes, que habían acompañado a Hannah…
-         ¡Oh, no!... ¡Hannah, son tus jefes!
·        ¡Descuida!- dijo, parando de succionar mi falo y empezar una masturbación infernal, mientras besaba un poco mis testículos.-¡Les avisé que te llevaría a casa a cenar y que te trataría de convencer!
Pero para mí, ese no era el problema. Mi preocupación era si acaso se percatarían de cómo me estaba tratando de convencerme su dedicada empleada…
No obstante, como astuta e inteligente Ingeniero Mecánico, detuvo su labor un par de segundos (lo cual me dejó brevemente perturbado…), deslizó su izquierda sobre mi costilla derecha y para mi inesperada sorpresa, mi respaldo se deslizó de inmediato, dejándome prácticamente acostado, lo que ella aprovechó para atender mi miembro y mis testículos, con su boca y sus tibias manos, respectivamente.
En la tensión del momento, me seguía preocupando que alguno de ellos hubiese estacionado a los lados. Pero tras escuchar sus voces indiferentes un rato y el ruido de motores posterior, relajé tanto mi cuerpo, como mis testículos, eyaculando cuantiosamente mi jugo en los apasionados labios de Hannah, que en esta oportunidad, logró bebérselos todos y las pocas gotas que quedaron en sus labios, se las limpió con un gran entusiasmo.
·        ¡Gracias!- fue lo que dijo, mientras el agradecido debía ser yo.
Durante el trayecto a su departamento y mientras recuperaba los colores, empezó a contarme de su amiga Gertie. Se conocieron en la secundaria y se hicieron amigas, porque parecida a Hannah, Gertie tampoco es de gustos refinados y para molestia de sus padres, prefería salir de farra y pasarla bien.
No obstante, por presiones familiares, la obligaron a estudiar medicina y como tampoco era de su interés, se cambió a psiquiatría, lo cual Hannah destacó conuna sonrisa y un brillo especial en la mirada.
Aparte de su hermano Dan y de su esposa Iris, Gertie es la única mujer que sabe todos los detalles sobre mi relación sentimental con Hannah, dado que también fue infiel en su matrimonio hasta ser sorprendida en su propio dormitorio y durante mi visita, decidió más que contenta apoyarla en todo lo posible.
Y fue en esta conversación y mientras esperábamos que el tráfico mejorara hacia Cottesloe (nuestras oficinas estaban en el centro, mientras que el departamento de Hannah estaba en la parte sur de la ciudad), una duda resurgió en mi mente.
-         Hannah, sin que te ofendas, ¿Puedo preguntarte algo personal?
·        ¡Por supuesto! ¡Lo que quieras!
Aun así, con temor y nerviosismo, consulté…
-         ¿Tu hermano Eli… es gay?
·        ¿Qué?- exclamó sorprendida y riéndose, mirándome con suavidad.- ¡No, por supuesto que no! ¿Por qué lo preguntas?
-         Es que siempre me ha dado la impresión que tú y Dan lo respetan bastante.- expliqué de manera pausada.- Y según lo que me has dicho, él no se ha casado…
Había quedado en mi mente, desde el minuto que dijo que la revisaba por GPS. Era difícil para mí hablar de él, ya que nunca le he conocido en persona.
·        ¡No, Marco! ¡Por supuesto que mi hermano no es gay!- excusó con bastante suavidad.- Es solo que se compromete mucho con su trabajo y no tiene tiempo para conocer mujeres. Eso es todo.
-         Sí, pero…- me miró con mayor detalle, sabiendo que algo me molestaba.- ¿No te parece extraño que te vigile a ti, si eres infiel y no a Douglas?
·        ¡Es… natural, Marco!- respondió, titubeando un poco.- Douglas… trabaja para la compañía y como te conté, si se va, puede hacernos daño…
-         Pero… ¿Por qué vas a ser tú la infiel? ¿Por qué no puede ser Douglas?
·        ¡Marco, yo soy infiel! Te tengo a ti, ¿No?
-         ¡Lo sé! Pero he sido tu primer amante en 6 años que has trabajado en minería, rodeada de hombres. ¿Por qué es ahora cuando desconfía de ti?
Al igual que yo, no sabía la respuesta a esa pregunta… por lo que decidí profundizar mis impresiones.
-         Mira… no sé si será el común de las familias…pero yo también soy el menor de mi casa… y mis hermanos son leales.- la miré con franqueza y serenidad.- Mi hermana confiaría en mí primero, antes que cualquier desconocido diga otra cosa y me extraña que Eli no lo haga contigo, porque tú no has dado motivo para desconfiar.
Ella rechistó suavemente, pero también noté preocupación en su mirada, al encontrarme la razón.
-         Y cuando fuimos a casa de Eli, el verano pasado, el nivel de detalle de su casa y de los muebles… me está haciendo sospechar, ¿No crees?
·        ¡Por favor, Marco!- exclamó ella, hastiada con la conversación.- ¿Cómo piensas que Eli…?
Y las rápidas ráfagas de sus ojos, procesando recuerdos y experiencias, parecían confirmarle las sospechas…
·        ¡No puede ser! ¡Eli es gay!- comentó, finalmente.
-         ¡No lo sé, Hannah! ¡Es una sospecha!
·        ¡Pero… debe serlo, Marco!- exclamó, con nerviosismo propio de un secreto de esta magnitud.- ¡Él siempre va de viaje,cada 2 meses… y como tú dices… nunca nos ha presentado pareja!... (su rostro se llenó de desilusión  y tristeza)… pero ¿Por qué?... ¿Por qué me vigila a mí?
-         ¡No lo sé, Hannah!- respondí nervioso.- Tal vez…le gusta tu marido… y ahora sabe que, si te sorprenden en algo extraño… pueda marcharse de la empresa… quiere impedirlo.
Y sin importar lo grave que eran mis acusaciones, sus tristes ojitos me miraron con ternura y me dio un suave beso.
·        ¡Te amo, Marco! ¡Te amo!- exclamó, con lágrimas en sus ojos.- Sabes tanto de mí… a pesar de conocerme tan poco tiempo…
Finalmente, llegamos al complejo de apartamentos donde Hannah residía. Eran apartamentos elegantes, de 3 pisos, parecidos al que Marisol, las pequeñas y yo residimos…
·        ¡Wow, mi amor! ¡Debiste creer que estabas en el universo paralelo, con Hannah como esposa!- Señaló mi ruiseñor, apenas se lo conté.
Pero también, me daba la impresión que el apartamento no era de Hannah. La conozco y sé cómo  ella es y el mobiliario era demasiado elegante, innovador y frio para el gusto de ella, pero no así para Douglas, su esposo, un tanto más frívolo.
Resumiéndolo corto, el recibidor- living contaba con un set de sofás blancos de cuero bastante bajos y de almohadones duros y planos; una mesa de centro de vidrio; unas plantas en las esquinas; un enorme televisor en la muralla y algunos cuadros modernistas, que poco y nada armonizaban con la monocromía de la sala, siendo que Hannah es más hogareña, de cojines mullidos y colchas para abrigarse.
Y para mi mayor asombro, Douglas estaba vestido de traje, chaqueta y zapatos negros, una camisa amarilla y una corbata roja.
§ ¡Hey, Marco! ¡Tanto tiempo!- saludó afectuosamente al verme, lo que no apartó mis temores que se tratara de una encerrona.
Hannah saludó a su marido con un gélido piquito en la mejilla. Sé que el cornudo no se dio cuenta, pero para alguien que pasa un tercio del día, lejos de la persona amada, un beso no más largo de 3 segundos, es evidente señal que las cosas no van bien… o que tal vez, como en el caso de Douglas, le importan más las apariencias que los verdaderos sentimientos.
Ni siquiera un abrazo cariñoso o alguna muestra de sentirse contento por tenerla a su lado. Y honestamente, más que celos, me sentí mal por Hannah, por tener a un pedante como esposo.
·        ¿Quieres un trago, cariño?- preguntó, de forma coqueta y sugerente para su marido…
Solo que su mirada, por encima de su menudo hombro, iba dirigida hacia mí.
§ ¡Sí, por favor!- respondió el cornudo.- Un Rob Roy me vendría bien…
-         Yo, un jugo o un refresco… si es que tienes.- pedí con humildad, gesto que hizo que Douglas estallara en desdén.
§ ¿Qué tienes? ¿Acaso eres un niño?- comentó, de forma burlona.
-         No. Mi hermano tuvo problemas con la bebida… y nunca me gustó verle llegar ebrio… por lo que me prometí a mí mismo que nunca bebería.
A los pocos segundos, Hannah regresó con una bandeja, una gran sonrisa y un jugo de durazno (mi favorito), en  un vaso, solo para mí…
·        ¡Eso no lo sabía!- comentó Hannah, sentándose a mi lado y mirándome encantada.- ¡Pensé que no bebías porque mataba las neuronas!
-         ¡Sí, por eso también!- reconocí entre risas.
§ ¡Hey! ¿Y mi bebida?- exclamó sorprendido el cornudo.
Hannah le contempló seria…
·        ¡Él es mi invitado y debo preocuparme de hacerle sentir bien!
§ Eso lo comprendo… pero también quiero mi bebida.- dijo, en un tono sutilmente molesto.
·        ¡Oh! ¿Quieres que te la prepare?- preguntó Hannah, pero con un tono que si bien melodioso, sabía que escondía su enojo.- ¡Está bien! ¡Te prepararé una bebida especial para ti!...
Al menos, Douglas sí pareció darse cuenta del tono de voz de su mujer.
§ ¿Qué le pasan a estas mujeres?- preguntó al aire, para luego mirarme a mí.- Dime, Marco, ¿Marisol también es tan loca?
-         ¡Oye, hombre, no seas tan severo!- le repliqué, calmando sus ánimos.- ¡Es natural que esté así!… (Hannah me miró con dagas en los ojos, desde la cocina…) ¡Está cansada, viene del trabajo y le estás dando órdenes! (Al decir eso, dulcificó la mirada…)
§ ¡Es cierto!- reconoció él.- pero dime algo, Marco. ¿A Marisol también le ha dado esa “vida saludable”?
(Sus palabras fueron “healthy kick”, cuya traducción literal sería “patada saludable”…)
Al escuchar eso, Hannah se alteró de inmediato…
·        ¡Aquí tienes tu bebida!- exclamó impaciente, sin salir siquiera de la cocina.
-         No, ella come lo que quiere…- respondí a su marido.
§ ¡Oh, vaya!...- comentó desconcertado el cornudo.- Porque Hannah es de solo tomar jugo de zanahoria y de bananas.
El comentario le cayó como un planchón de agua fría a su esposa, que estuvo a solo segundos de acallar a la boca floja de su marido…
§ ¡Gracias, amor!- agradeció, para luego beber un poco y proseguir con su imperturbable “confesión”.- En realidad, no sé qué le pasa. Puede pasar minutos en el supermercado, observando zanahorias y bananas, con la mirada perdida en el espacio y no importa que yo o los vendedores le digamos que son productos frescos y del día… aun así, se queda un buen rato mirándolas.
Hannah estaba completamente avergonzada y no se atrevía a mirarme. Y debo reconocer que yo, también, estaba entre nervioso, caliente y divertido con la situación, dado que en nuestro último encuentro en la faena, la había masturbado con una enorme zanahoria y una de mis demandas había sido que no pudiera pasar al supermercado por esa sección, sin pensar en mí, algo que nunca creí que ella realmente haría.
-         Pero imagino que debe escoger las zanahorias más grandes, ¿Cierto?- pregunté a su marido, mirándola a ella sonriente.- Porque las zanahorias más grandes son las más saludables para ella.
Douglas se río como el gran imbécil que es…
§ ¡Es cierto!... pero ella hace tanto jugo de zanahorias, que prácticamente parecemos conejos.
Entre Hannah y yo, nos reímos con complicidad, sabiendo que si él fuera más como un conejo, yo no habría estado allí…
·        ¡Cariño, me quiero duchar!- solicitó, en un tono coqueto para ambos.- Me siento sucia y transpirada y me gustaría estar limpia y bonita, para ti. ¿Puedes hacerle compañía?
(Honey, I want to shower! I feel dirty and sweaty and I want to be pretty and clean, just for you. Can you keep him company?)
Noté que sus palabras no iban precisamente dirigidas para él y ella sonrió de forma sensual, al darme cuenta de su cifrado mensaje.
§ ¡Por supuesto, amor! ¡Marco y yo estaremos conversando!
Y mientras Hannah subía las escaleras (los baños y dormitorios principales también están en el piso superior), meneando su precioso trasero de una manera seductora, ninguno de los 2 podíamos evitar mirarla.
§ Y dime, Marco, ¿Cómo está Marisol? ¿Está más delgada?- preguntó, con un poco de impaciencia.
-         No. Le ha sido difícil, pero se ha mantenido en la misma talla.
§ Pero… debe ser difícil estar casado con una mujer tan joven, ¿No?- consultó, con malicia en sus ojos.- Quiero decir… a tu edad, debe costarte seguirle el paso… y debe ser insaciable en la cama, ¿No es verdad?
Sus palabras me empezaron a irritar, ya que aparte de decirme “viejo”, teniendo cuando mucho, 4 años de diferencia de edad con él, me molestaba que el incompetente esposo de Hannah empezara a prácticamente babear por mi esposa, teniendo como ya les he mencionado, una fiera como la suya, en su propia casa.
-         En realidad, se agota rápido.- le dije, bebiendo un poco de jugo, mientras su mirada libidinosa no perdía detalle de mis acciones.- No alcanza a durar más allá de 4 veces seguidas…
§ ¿4 veces?- preguntó, exasperado.- ¿4 veces?¿Estás exagerando?
Lo miré con desconcierto…
-         ¡Claro que no! ¿Por qué? ¿Tú no puedes hacerlo?
Volvió a beber un poco de su trago…
§ ¡Por supuesto que puedo!-  fanfarroneó, tratando de imitarme.- Solo me cuesta creer que a Marisol le guste tanto el sexo…
-         Bueno, yo no creo que ella sea mejor que Hannah en la cama…- repliqué, tanteando si captaba mi indirecta…
§ ¡No, Hannah es buena!... pero he tenido mejores…- se pavoneó orgulloso… y sin percatarse.
-         En fin, al menos me deja hacerlo 2 veces cada noche y por último, rematamos con sexo anal.- comenté, como si estuviese desilusionado.- Algunas arrancadas durante el día y con suerte, unas 6 horas seguidas el viernes, por tener que cuidar a las pequeñas, ¿Me entiendes?
§ ¡Sí, te entiendo!- me mintió… con un poco de nerviosismo.- Lamentablemente, Hannah no es así… ella es más simple… y menos apasionada.
En mis adentros, me reía, porque yo sé que Hannah puede ser tan puta como mi esposa...
-         ¡Qué lástima!- respondí, intentando sobrehumanamente de mantener mi entereza y mi cara de póker.- Yo soy de esas personas que no puede pasar un día sin hacer el amor… y Hannah lo sabe bastante bien…
§ ¡Yo tampoco!- señaló el pobre imbécil, riéndose, sin siquiera sospechar de la segunda indirecta.- Hannah me acepta 3 veces a la semana… pero nunca faltan secretarias, practicantes o asistentes, para complementar los otros días… ¿No?
Y en realidad, no sé si era por producto de su enorme ego y actitud ganadora, combinado con mi apariencia relativamente insípida y de hombre de familia, pero el pobre diablo no parecía caer en cuenta que yo era el amante de su esposa…
O bien, era el resultado del contenido de sus tragos. Porque sí logré percatarme que se puso más lento de lo que esperaba.
Es decir, no voy a negar que Douglas sea un hombre inteligente, ególatra y agresivo en el trabajo (dado que es un abogado). Pero también, es un verdadero snob y por algún motivo, insiste que Hannah sea como él, cuando eso la aburre.
A ratos, parecía perder el hilo de la conversación e incluso, babeaba un poco en sus palabras, lo que hizo preocuparme, porque nunca vi a mi hermano así.
Pero toda esa preocupación se me olvidó al ver regresar a Hannah. Se veía hermosa, en un traje de noche, de una sola pieza, de color azul con lentejuelas, de hombros descubiertos, con franjas negras, hasta la altura de las rodillas; un escote bordeado maravilloso, que dejaba ver el intersticio de sus pequeños senos y la ausencia de su sostén y armonizado con una preciosa estola lanuda color blanco, coronada con una maravillosa cola de caballo.
Por un momento, pensé que iríamos a una entrega de premios o a un baile elegante...
·        ¿Te gusta? ¡Me vestí así para ti!- preguntó, mirándome directamente hacia los ojos…
§ ¡Te ves hermosa, mi vida! ¡Pareces un ángel!- me quitó las palabras de la boca el idiota.
Y entonces, pareció preocuparse de su esposo, brevemente…
·        ¡Oh, Dougie! ¡Te ves sediento! ¿Quieres otro trago?
Yo estaba anonadado, porque era claro que el cornudo ya había bebido demasiado y como dicen en mi tierra, “estaba puro dando jugo”…
§ ¡Oh, sí mi vida, te adoro!- dijo, encantado de devolverle la copa a su esposa.- ¡Estaba delicioso!
Y Hannah, muy presurosa, se metió de nuevo en la cocina a preparar el trago a su marido.
Pero algo más pasaba. Mantuvimos una conversación trivial y aunque Hannah estaba tensa por estar con él y conmigo, empezó a relajarse y a mirarme con mayor descaro. Inclusive, a ratos Douglas cabeceaba, aunque solamente hablábamos del acontecer nacional y de una forma bastante interesante.
·        ¡Oh, cariño!... ¡Aún no he preparado la cena!-se excusó, de forma melosa.
§ ¡Dile a Ada que lo haga!- espetó su adormilado esposo.
·        ¡No puedo! ¡Le di el día libre!
§ ¿Por qué?- preguntó, avivándose un poco.
·        Porque Marco es mi amigo y quiero estar solamente con él…- respondió, descaradamente.
§ ¡Oh, ya veo!- dijo él, sin percatarse de nada.
·        Pero estás muy cansado…- comentó ella, con satisfacción, cubriéndolo con su estola.- ¿Por qué no duermes un poco y Marco me ayuda en la cocina, a preparar la cena?
§ ¡Me parece bien!- respondió y se cubrió con la estola, como si fuese una frazada.
Seguí a Hannah a la cocina impactado y con una creciente erección. Algo extraño estaba pasando y presentía que no saldría de la cocina, sin haber acabado dentro de ella…

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1 comentario - 6 meses después… (IV)

Gran_OSO +1
Excelente Marco. Te debo los puntos y comentarios de los anteriores. Esperaba el regreso de Hannah a tus historias.
Gracias!!!
metalchono +1
Sinceramente, debería darte un agradecimiento particular a ti. Aunque no lo creas, mientras empacaba, recordaba que alguien me había hecho un comentario cuando comenté la despedida de Hannah y en esos momentos, me calentaba un poco pensar que podría satisfacer tus expectativas, aparte de no saber qué pasaría entre ella y yo. Por lo mismo, te lo vuelvo agradecer y gracias por comentar.