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Asi me follo a venezolana ardiente en el trabajo

Ella es Susana, venezolana de 57 años, bastante alta con mucho pecho y un poco ancha de caderas, toda una mujerona. Trabaja en la misma empresa que yo desde hace cinco años y la verdad que desde el principio siempre tuvimos buen feeling pero sin llegar a pensar que pudiese pasar algo más. La verdad que no la veía como el prototipo de mujer con la que me acostaría.

Yo me llamo Edén, tengo 46 años, un cuerpo normalito, no tengo tableta pero no estoy gordo. Mido 1,80 y mi polla digamos que es un poco más de la media.

Hace un mes por asuntos de trabajo tuvimos que desplazarnos a Madrid durante tres días a un curso, llevamos la parte administrativa y teníamos que formarnos en un nuevo programa de gestión de datos de clientes. Nuestra empresa contrató un hotel con habitaciones separadas para nosotros dos.

El primer día transcurrió sin novedad, fuimos al curso durante todo el día y a la noche cenamos en un restaurante y luego nos fuimos andando para el hotel y charlando. Al llegar nos despedimos hasta el día siguiente que tendríamos que retomar la formación. Estando en la habitación me acordé que había dejado mi Tablet en el bolso de ella, que al salir del curso se me había ofrecido llevarla para que no fuese con ella en la mano. Me volví a vestir y salí dirección a su habitación para pedírsela y así repasar lo que habíamos dado en la formación. Llamé a su puerta y me dijo que esperara dos minutos que se estaba duchando. Al poco tiempo me abrió la puerta con la toalla enrollada al cuerpo. No me esperaba esa situación y mis ojos y mi cara debían ser un poema. Tanto fue así que ella se dio cuenta y me dijo –Perdona que te abriese así, disculpa si te has sentido incomodo-. Yo le respondí que no me sentí incómodo para nada, pero que no esperaba verla así. Termine diciéndole

– Pero me gustó lo que he visto.

Cogí la Tablet, me despedí de nuevo hasta mañana y me fui para la habitación. Mi cabeza empezó a dar vueltas de si lo había hecho a propósito o simplemente fue casualidad. Al fin y al cabo, ella tiene pareja y yo estoy casado. Pero mi mente se empezó a imaginarla sin toalla y como sería en la cama, tanto que me tuve que masturbar pensando en ella.

El segundo día me llamó a la puerta para ir a desayunar en el hotel y luego volver a la formación. Llevaba un vestido entero con un escote y yo empecé a verla con otros ojos. Durante el desayuno le miré muchas veces al pecho para disfrutar de sus grandes tetas, y creo que ella se dio cuenta en más de una vez. Nos fuimos al curso durante el día y a la noche volvimos a cenar en el mismo restaurante de la noche anterior.

Al acabar la cena lo mismo, fuimos caminando al hotel hablando de todo un poco, pero mis pensamientos esa noche ya estaban en ella. No se me borraba la imagen con la toalla rodeada al cuerpo. Llegamos al hotel y seguíamos hablando y la acompañe a la puerta de la habitación. Ella con una sonrisa me dijo – Te has pasado de puerta, la tuya está más atrás. Le respondí – Ya lo sé, pero vine acompañarte, aunque no me importaría entrar contigo. En ese momento la dejé descolocada y con una sonrisa nervios. Estuvimos unos segundos en silencio, y me invito a entrar. Me invitó tomar algo mientras hablábamos del nuevo programa de gestión y luego cada uno a dormir en su habitación. Al entrar me dijo si no me importaba que se fuese a duchar primero, a lo que respondí que sin ningún problema, pero, ahí me lance y le dije – Y si vuelves a salir con toalla, mejor-. No me contestó.

Volvió a explotar el pensamiento en mi cabeza de que me saliese en toalla, sabía que si lo hacía era porque algo quería, pero no fue así. Salió vestida con pijama y una bata de baño por encima. Estuvimos hablando durante una hora o más, se me acababa el tiempo y si no intentaba nada intuía que ella no se iba a decidir. De repente le dije. – Hoy no me has salido como ayer. Prefería verte con la toalla que con el pijama. Se echó a reír y se puso colorada. Me respondió – Ayer me pillaste de sorpresa, y hoy sabía que estás aquí. Yo estaba decidido a atacar. Me puse de frente a ella y le dije. – Susana, ayer al verte con esa toalla enrollada al cuerpo me has parecido una diosa. Me fui para la habitación y solo pensaba en ti. Sé que tienes pareja y yo estoy casado, pero me gustaría mucho pasar esta última noche contigo.



Se quedó muda, me evitaba la mirada y la veía nerviosa, yo por el contrario me fui acercando a ella, la cogí por la cintura y acerqué mi boca a sus labios y la besé. Estaba paralizada pero no se apartó, la seguí besando apasionadamente y con mi lengua abrí sus labios, ella se dejó y empezamos a jugar con nuestras lenguas, pero seguía inmóvil. Le fui abriendo la bata de baño, y puse mis manos por encima del pijama en sus tetas. Se las toque con suavidad y sus pezones se pusieron duros......fin del primer capitulo..Lee la segunda parte aqui en la fuente original 👉 t.co/1LM8oHYHWH
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