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9📑La Cola del Verano

El sol caía a plomo sobre la playa privada donde se celebraba el concurso más caliente del verano: “Cola del Verano”. Las chicas desfilaban una a una sobre la pasarela, con tangas mínimas, tops transparentes y aceites brillantes que hacían que cada curva pareciera esculpida a mano.

El público rugía. Los jueces tomaban nota… o fingían hacerlo. Porque la mayoría no podía apartar la vista de esos cuerpos que lo daban todo, girando, moviendo las caderas, dejando que el viento les levantara el pelo y, a veces, el pudor.

Entre las participantes, Ailén destacaba. 22 años, rubia, piernas largas y una tanga negra ajustada que se perdía entre sus nalgas como una promesa peligrosa. Llevaba un top blanco mojado, que dejaba ver los pezones marcados. Caminaba como si la pasarela fuera suya, como si cada paso dijera “soy la reina, y lo saben”.

El jurado número tres no dejaba de mirarla. Santiago, 38 años, productor de eventos y con fama de “despachar” a más de una modelo entre bastidores. Pero Ailén no era ingenua. Había visto cómo la miraba. Aparte el le gustaba

Después del desfile, lo interceptó en la zona de bebidas, cuando todos estaban distraídos con el show.

—¿Y? ¿Te gustó mi cola… del verano? —le dijo, con una sonrisa traviesa y una mano en la cadera.

—Fue difícil concentrarse en calificar —respondió él, mirándola directo a los ojos… y al escote.

—Quizá… —susurró ella, acercándose al oído— te ayude a concentrarte mejor esta noche.

Le rozó los labios con los suyos. Y sin más, le metió en el bolsillo trasero de la bermuda su tanga negra doblada.

—Te espero en mi habitación. A la izquierda de las escaleras. Puerta entreabierta.

Y se fue, moviendo las caderas como si aún estuviera desfilando. Santiago se quedó con la boca seca, la tanga en la mano y una erección imposible de ocultar.

Esa noche, cuando el evento terminó, él tocó suavemente la puerta. Estaba entreabierta, como prometió.

Y adentro, Ailén lo esperaba desnuda, con las piernas abiertas sobre la cama.

—Ven a ver de cerca por qué soy la favorita.

Santiago no esperó. La besó con fuerza, le chupó los pezones endurecidos, apretandole las tetas, acarició su concha empapada. Ella metió la mano dentro de su pantalon y le sacó la pija, le besó la punta, le pasó la lengua hasta la base y comenzo a mamarsela, lo sentó en la cama, se subió sobre él metiendo su pija dura en la concha y lo cabalgó lento, rozándole la cara con sus tetas , gimiendo en su oído con cada embestida de el.

—Quiero ganar —le susurró mientras se lo montaba con furia—. Pero antes, quiero que me llenes entera.

Él la tomó de la cintura, la giró, la puso en cuatro, y la penetró profundo, bombeando su concha con el pene grueso, haciéndola chillar con el eco de los gemidos retumbando la habitación. Le agarró el pelo, le besó la espalda, le nalgueó esas nalgas gloriosas que ya sentía como suyas. Y la penetró en el culo, suave hasta el fondo, luego cogiendola intensamente.

Se la sacó y le acabó en las tetas, con ambos jadeando sobre las sábanas revueltas, Ailén le pasó la tanga por el cuello y sonrió:

—Ahora sí. Votame con el corazón… o con tu pija.

El sol ya se ocultaba cuando se anunció la ganadora. Luces, música, gritos… y el nombre de Ailén vibró en los parlantes como un rugido.

—¡La ganadora de Cola del Verano es… AILÉN!

Ella subió al escenario con la sonrisa perfecta, la corona dorada, y la tanga negra más famosa del evento todavía marcándole las caderas. El público aplaudía, pero sus ojos buscaron solo a uno: Santiago, el jurado, el hombre al que se lo había entregado todo… menos el agradecimiento final.

Lo encontró en la zona privada detrás del escenario. Apenas lo vio, le saltó encima, lo besó con hambre y lo empujó contra el sillón de cuero.

—Gané, y es gracias a vos —le susurró mientras se sacaba el top—. Ahora vas a recibir tu premio.

Se puso de rodillas frente a él, le desabrochó el pantalón y sacó su pene, que ya tenía una erección palpitante. Sin mediar palabra, se la metió en la boca, profunda, húmeda, salvaje. Lo chupaba como si fuera su adicción, con los ojos clavados en los suyos, mamando y gimiendo bajo la lengua.

—No pares… —jadeó él, con la cabeza hacia atrás.

Ella se subió encima, completamente desnuda, la tanga aún en su mano. Se la pasó por el cuello como si fuera una bufanda y, con la otra mano, guió su pija dentro de su concha caliente y mojada.

—Ahora te agradezco como una verdadera reina.

Lo cabalgó con fuerza, con las tetas rebotando, el sudor resbalando por su espalda, el placer puro estampado en su rostro. Santiago la sostenía de las caderas, empujando hacia arriba, sintiéndola cada vez más apretada, más desesperada por acabar.

—Dame el culo —le pidió el 

Se lo ofreció sin pudor, y él no dudó. Le escupió, le abrió con cuidado… y la tomó por detrás, lento al principio, luego le agarró de las tetas y la cogió más fuerte hasta que ella lo pedía toda:

—¡Rompeme! ¡Llename entera, que lo gané, y es mío! ¡es el culo ganador!

El sonido de su pelvis, chocando con sus nalgas llenó la habitación. La tanga colgaba de su cuello, el premio aún brillaba en su cabeza, y los gemidos se fundían con el eco de la fiesta que ya nadie escuchaba.

Cuando Santiago acabó, lo hizo sobre sus tetas, jadeando, mientras ella se reía, satisfecha, con el maquillaje corrido y la corona torcida.

—Ahora sí —susurró ella, lamiendo su propio pecho—. Soy la cola del verano… y tu puta todo el año.

9📑La Cola del Verano

2 comentarios - 9📑La Cola del Verano

nukissy3589
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Cacho6922
Q HDP q caliente relato de solo imaginar el momento