Mi sobrina y su prima del pueblo

Mi sobrina y su prima del pueblo

 
Aclaración: El relato no es mío, pero me encanto y me pareció muy buena la historia.



Continua mi historia con mi querida sobrina, su mejor amiga Sonia, y su prima del pueblo, que trae una amiga para empezar la universidad.
    Claudia nos oyó pasar, yendo a mi habitación cuando se ponía el pijama, sentada en su cama. No nos oyó hablar, pero si los murmullos de mi sobrina en mis brazos aguantando mi polla, que ya le entraba por su culo, e intentaba evitar agarrada a mi cuello y mordiéndome la oreja, aguantando la risa mientras la llevaba a la cama. Me la quería follar contra la pared, frente a su puerta, pero mi sobrina insistió en ir a la cama, ya que era bastante tarde, y claudique.
Al rato estaba Claudia con la oreja pegada a su puerta, el pijama y las bragas en sus pies, y metiéndose un dedo hasta donde le llegaba, escuchando los claros gemidos apagados por la almohada, de mi sobrina mientras le follaba ese culo perfecto y bien enseñado que tiene.
Las gotas de sudor le saltaban desde sus pezones al suelo mientras nos oía y se corría por tercera vez, cayendo de rodillas al suelo. Siguió follándose con su dedito hasta que nosotros ya dormíamos abrazados. Se levanto, se subió las braguitas y el pijama y abrió la ventana antes de caer redonda en la cama. Pensó en mí, y en si le diría algo a su prima, en qué pensaría de ella ahora. Y le recorrió un escalofrió al pensar que la podía chantajear y follarle como a su prima. Ahora más desahogada, al pensarlo, le daba miedo, pero hacia un rato, se hubiera puesto a cuatro patas esperando que la hiciera gritar y gozar. Al final se durmió con su coñito virgen volviendo a soltar flujos.
Al día siguiente estaba en la cocina con mi café, mi cigarro y la Tablet, cuando apareció Claudia cabizbaja.
-Buenos días Pender- me dijo.
-Hola guapa, buenos días. Sírvete lo que quieras y desayuna. Yo almuerzo más tarde- le dije sabiendo la vergüenza que estaba pasando.
La ignore, evitando mirarle sus pechos libres bajo la camiseta. Había hecho un gran esfuerzo por venir a la cocina y seguir como si nada. Y no huir de mi casa sin mirar atrás, como había pensado hacia una hora. Pero serian demasiadas preguntas que responder, y ella creía que yo también tenía que ocultar el hecho de follarme a mi sobrina.
- ¿Tienes que ir a algún sitio? Yo voy un momento a la oficina y vuelvo, y llevo a tu prima al instituto. Pero te puedo acercar donde quieras. - le dije.
Se le helo la sangre al darse cuenta de que estaríamos solos, y rápidamente se acordó de su amiga Esther, y me dijo.
-Si, tengo que recoger a mi amiga Esther, que viene a las 10 con el tren. – me dijo aliviada al saber que no estaría sola.
-Claro, te llevo y la recogemos- le dije con mi polla contenta con otra gacela en casa.
-Dormirá conmigo unos días, ya estamos acostumbradas, nos quedamos en nuestras casas cuando falla el bus regular de mi pueblo.
-No te preocupes cielo, luego traerán el nuevo escritorio y pediré una cama plegable.
Ya estaba más relajada, y menos avergonzada. Levanto la vista y sonriéndome, me dijo:
-Muchas gracias por todo, mi madre te pagara lo que haga falta. Te lo agradezco, ya ves cómo nos llevamos mi prima y yo. Imagínate en su casa- me dijo apenada.
-Bueno, ya ves que no es tan mala, solo es que tiene mucho carácter. Pero veras como el roce os hace más amigas.
Me sonrió asintiendo, y siguió con sus cereales.
Al rato apareció la descarada de mi sobrina, con mi camiseta del día anterior y sin bragas. Pero no se le veía el coñito, por suerte. Su prima la miro, sabiendo que algo no cuadraba en sus pintas, pero no se dio cuenta de que era mi camiseta.
- ¡Buenos días familia! – dijo contenta y desvirgada.
Me dio un sonoro beso en la boca y me dijo:
-No tengas prisa que entro más tarde. Han suspendido la clase de primera hora- me explico sonriente.
-Te quedas estudiando, o te vienes a recoger a Esther. Lo que quieras. - le dije.
-Voy con vosotros, que iré a casa de Sonia a aplanarle el camino con su madre, para que pueda venir más noches. -me dijo.
Claudia abrió los ojos al oír esto, y nos imaginó, muy acertadamente haciendo un trio. Se empezó a acalorar y se salió a la terraza a tomar aire. Salió y respiro hondo mirando la gran Barcelona. Su coño empezó a despertar y recordó que ya había tenido juegos lésbicos con Esther cuando dormían juntas, se habían frotado mutuamente, pero nunca lo habían hablado. Simplemente paso un día sin querer, y ahora era su juego privado. Pensó, en que la próxima vez, le cogería la mano y le materia un dedo de ella en su coñito virgen. Se empezó a poner muy cachonda al pensarlo. Cambio de pensamientos y entro otra vez a la cocina.
La vi entrar con mi sobrina como siempre entre mis piernas y tenia los pezones como escarpias, la cara algo roja y me miro con una pequeña sonrisa. Miro a su prima con una cuchara, intentando que yo comiera cereales y se volvió a sentar sonriendo por la escena.
-Que yo no como cartón, loca. Yo como embutido de pueblo, quítame eso de la cara- le decía riendo. Me pegaba sus pechos adrede y me agarraba el muslo con la mano libre.
Claudia la miraba y admiraba lo bella que es su prima, cuatro años menor que ella, pero mucho más mujer, más sexy y femenina. Ya sabía lo que padecía su tía porque quería salir, y se negaba a dejarla, con ese cuerpo, ese pelo rubio, y esos ojos azules. Su conejo seguía mojándose, no le importaría frotar a su prima, pensó.
-Me ducho yo primero que vosotras seguro que tardáis más- les dije yendo al baño.
Claudia tenía cara de estar cachonda, y me miro la polla con descaro al pasar.  Mi sobrina me grito:
-Pues no te pongas la mascarilla, ya te la pusiste anoche. Pero la redecilla sí.
Y todos reímos.
-Me tiene loca mi tío, si no le tuviera miedo a mi tía, le pedía matrimonio- le dijo a su prima.
-Es perfecto, listo, esta cañón y no le falta la pasta- añadió.
Claudia reía relajada. Ya se había dado cuenta de que no le había dicho nada a ella de lo de anoche, y estaba más tranquila. Le hubiera pegado una buena bronca por mirona, y la hubiera amenazado si se le ocurría hablar. Le miraba sus pechos libres bajo la camiseta, y recordaba cómo se los comía yo la noche anterior. La pobre iba de calentón, en calentón. Ya notaba sus pezones muy duros cuando le rozaba la camiseta al moverse.
Mi sobrina la miro, dándose cuenta de que tenía una cara algo rara, estaba algo roja, y le pregunto:
- ¿Prima estas bien? tienes mala cara.
-Si, si, es el cambio. Ayer estaba mirando los prados y ahora estoy en la capital. - le dijo excusándose.
-Esto no es para tanto, ya lo veras. A la semana te hartas de tanta gente, y tantos coches.
-Bueno, de eso me harte a la media hora de llegar- le confeso y rieron las dos.
Sali de la ducha gritando:
- ¡La siguiente! Va chicas que se nos va la hora.
Claudia con tal calentón quería ir a la ducha y frotarse mucho, y muy fuerte, y dijo:
-Voy yo prima, que no tardo nada.
Mi sobrina sonrió y se sirvió otro tazón de leche con cereales sabiendo que volvería a estar sola conmigo.
Me crucé con claudia que me miraba expectante, como si me la fuera a follar en cualquier momento y le dije:
-Coge los champús que quieras, no te preocupes por tu prima. Y hay una máquina para los pelos del conejo, que va muy bien. -Le añadí mirando sus pezones duros bajo su camiseta y su color que la delataba.
-Vale gracias- acertó a decir muy turbada.
Llegue a la cocina y ya estaba mi sobrina subida al taburete con las piernas abiertas y su coñito esperándome sonrientes.
- ¿Me das mimitos? Tengo pupa- me dijo señalándoselo.
La bese, le amase los pechos y fui bajando, mordiendo uno, y luego el otro con cariño. Caí de rodillas y le pasé la lengua por su muslo interior casi hasta llegar a su conejo. Retrocedí y cambié de muslo dándole pequeños mordiscos que la hacían botar y reír. Note sus manos en mi cabeza empujarme impaciente a su coñito, y me lance a comerle su conejito dolorido. Le paseaba la lengua con cariño de arriba abajo y ella se echó para atrás apagando sus gemidos. La tenía agarrada por las piernas y las abrió más, echando el culo hacia delante, sabiendo que le comería su culito también. Me busco las manos y se llevó una a su boca, y la otra entre sus pechos. Ya degustaba sus flujos, y sorbia su clítoris, mientras ella me comía tres dedos como si fuera mi polla gimiendo en silencio.
- ¡Mmmh! ¡Aaaaah! No me metas los dedos tito, solo la lengua ¡Mmmmh! ¡Si, así, sigue! ¡Mmmmh! -Me pedía susurrando.
Le mordisqueaba sus labios y su clítoris y daba saltitos entre risas y gemidos. Empujaba mi lengua hasta donde podía en sus dos agujeros y se retorcía disfrutando. No me dejaba ningún rincón sin lamer y sorber. Vio venir que se corría agarrando mi mano y poniéndose la palma en la boca. Al notarlo, la cerré y sorbí y lamí con más rabia. Me agarro la cabeza cogiéndome de los pelos y me indicaba por donde quería mi boca mientras se corría en silencio.
- ¡Aaaaj! ¡Mmmmh! ¡sigue, sigue así! ¡Mmmmh! ¡Ostia puta! ¡Mmmmh! Me lo tienes que comer más ¡Joder, joder! ¡Aaaaaj! ¡que gustazo tito! ¡sigue, sigue! ¡Mmmmh! ¡Aaaaj! -me decía entre espasmos y temblores.
Seguí desayunando sus flujos y empezó a aflojarme la cabeza, hasta que me la aparto y me hizo levantar. Nos besemos y le sobaba los pechos bajo la camiseta. Miro detrás de mí, y viendo que su prima no salía, me bajo la cabeza a sus pechos y continue desayunando.
Claudia gozaba como nunca en su vida aguantada con los brazos en la pared, y la máquina de rasurar metida en su coño. No se podía mover. La máquina podía con ella, se había corrido dos veces y se había meado del gustazo que recibía. Se dio cuenta que llevaba mucho rato ya, e hizo el esfuerzo de bajar la mano, y sacarse la máquina. La cogió y al moverla se empezó a correr otra vez, protestando y logrando sacarla.
Estaba alucinada con la dichosa máquina. Fue cortarse un poco los pelos, y al notarla en su conejo ya caliente, no sabía cómo, se la había metido entera. Ahora sí que no era virgen, pensó soltando una risita. Se sentó en el banco de la bañera resoplando y botando por los espasmos, babeando en sus tetas, y volvió a hacer un esfuerzo para ponerse de pie y enjuagarse. Lo logro y salió a secarse.
Yo ya estaba en mi mesa, encendiendo los ordenadores, aguantando las ganas de follarme a mi sobrina en la mesa de la cocina y refunfuñando. Y mi sobrina seguía tumbada en la mesa de la cocina, esperando a que saliera su prima o que llegara yo y me la follara. Le daba un poco igual, y sonreía al imaginar a su prima pillarnos. Se atusaba el pelo, recuperándose del orgasmo, y le encantaba la intriga de no saber que pasaría. Al final la salvo la campana y su prima saliendo del baño le grito:
-Ya estoy prima- y se fue a su habitación.
Mi sobrina sonrió al saber que sus agujeros descansarían unas horas más, y pasando frente a mí, se levantó la camiseta. Me hizo unos pases de baile muy sexis, me la lanzo, y siguió camino al baño moviendo su culo de vicio descaradamente.
Resople y continue con lo que no recordaba que iba a hacer. Lo que si iba a recordar es que la tenía que follar duro, porque ya le tocaba un polvo “hardcore” a mi sobrinita viciosa.
Ya en la estación, apareció Esther con una maleta y una mochila. Era graciosa, alta muy delgada, con buenas tetas, pero un culo pequeño y algo plano. Morena, de pelo largo y del montón. Nos presentaron y la ayude a meter las cosas en el coche.
Aquí empezó el gallinero a clocar y no parar de reír y parlotear. Mi sobrina apoyada en mi hombro se había puesto los cascos de música y yo rezaba por llegar a casa y que se metieran en la habitación. Recogimos a Sonia, que al rato se reía de mi cara de sufrimiento, y dándome las dos un beso en la boca, ya sin mirar alrededor ni nada, se despidieron riendo, yendo a su instituto.
Tito, ¿podemos ver la sagrada familia? - me dijo Esther.
-Claro guapa, os aviso cuando lleguemos- le conteste subiendo el volumen de la música.
No sé el tiempo que llevaban sin verse, pero se tenían que contar muchas, muchas, muchas cosas. La recogí a las diez de la mañana y al fin callaron a las dos del mediodía, y porque comían hamburguesas como dos cerdas a dos carrillos. Claudia me miraba de vez en cuando y sabía que no estaba cómodo. Y ya tranquila con su amiga en casa, no temía que la violara.
Yo en cambio las miraba y me daban ganas de ponerlas a hacer el sesenta y nueve entre ellas, y follarles los culitos, uno tras otro, sin piedad.
Lleguemos a mi casa y se metieron como dos comadrejas en la madriguera cotorreando. Me senté en mi sillón y me volví a levantar gritando:
- ¡Ahora vengo, chicas!
- ¡Vale!, me dijeron a la vez.
Pero no escaparía. Abrí la puerta, y había una chica de menos de cuarenta a punto de picar. Enseguida supe que era la madre de Claudia. El mismo cuerpo regordeta, buenas tetas, y buenas curvas para agarrarla y que no escapara. También tenía la mirada de tímida y miedosa de su hija.
- ¡Hola! – le dije sonriendo.
- ¡Hola! ¿el señor Pendergast? Soy la madre de Claudia– me dijo abriendo los ojos asustada.
-Si, soy yo. Pero no me trates de usted, que te debo llevar poco mujer.
-Si, jeje, perdona. Soy Claudia.
-Pasa, pasa, acabamos de llegar de hacer turismo y de comer hamburguesas. - le dije dejándola pasar y mirando su culo gordo, redondo y empinado. Joder se lo podía follar de pie, pensé.
-He venido antes, y esta niña no me cogía el teléfono. - me explico mirando todo el piso.
-No se habrá enterado, no han parado de cotorrear desde que llego Esther- le dije en tono sufrido.
- ¡Uy!, calla que las tengo que mandar a la habitación cuando están juntas en casa. - me confeso cogiéndome un brazo.
-Pasa, pasa. Mira este es el salón, ahora estudia en mi mesa, pero hoy llega el escritorio nuevo, y una cama plegable para Esther.
- ¡A, eso no hacía falta! Si duermen juntas desde pequeñas. - me dijo.
Mi polla dio un salto imaginando otro numerito lésbico.
-Me dices a fin de mes lo que te debo y te lo bajo el sábado, que vendré a verlas.
-No mujer, nada, nada. No acepto dinero, yo no tuve ayuda cuando estudiaba, y así contribuyo a su educación. Y cuando sea famosa, que me ponga una calle o algo con mi nombre. -le dije.
-Jajaja, si haber, si es verdad y saca buena carrera- me dijo.
-Pero algo tendré que darte. No va a estar de gratis. - me dijo.
Se me ocurrían muchas cosas que me podría dar y hacer, pero recordé que era de pueblo y le dije:
- ¿Sabes hacer buen plato de cuchara? -le pregunte.
-Si, si claro, te hago un potaje que no te levantas de la mesa- me dijo riendo los dos.
-Pues potaje los sábados, y usted le explica que limpie y friegue el polvo. Y estamos en paz.
Me miro, fijándose más en mí, y en mi cuerpo, y se le ilumino la cara.
-Trato hecho- y me dio la mano.
Le enseñe los baños y la deje pegándole la bronca a su hija y a Esther.
Al rato una barría, y la otra pasaba el polvo. Apareció Claudia madre y me dijo:
- ¿Tienes muy lejos el mercado?
-No, a dos calles, le conteste haciéndoseme la boca agua.
-Vamos, que hoy comes potaje.
Y nos fuimos al mercado.
Al volver ya habían traído el escritorio y la cama plegable y se la montaban a las chicas en su habitación.
-Mama, nos hace falta otro armario- le dijo Claudia a su madre.
-Y un espejo- añadió Esther.
-Te paso el link de la tienda y pedís lo que os haga falta- les dije.
-Nosotros estamos ocupados con una cosa muy importante- les dije llevándome a la madre a la cocina.
Claudia madre resulto ser una pájara de cuidado, ya nos habíamos puesto al día de nuestras vidas, e incluso me había confesado que desde que pillo a su marido con otra y se divorció, se follaba a todo el que le gustaba, sin importarle el que dirían. Era la típica que te agarra cuando habla, y se te roza sin pudor. Casi la pongo a chupármela en el ascensor. La pobre lo pedía a gritos. En la cocina a la media hora ya sabía cómo tenía las tetas y el culo de duros. Se pegaba a mí en cuanto tenía ocasión.
Se fueron los operarios y les di una buena propina por aguantar a las dos cotorras y sus cambios de opinión de donde poner el escritorio.
A la hora de comer, les grito Claudia madre y enseguida aparecieron. Pero había algo en la mirada de Esther, que había cambiado. Me miraba con descaro. Pensé que Claudia le había contado lo mío con mi sobrina, y se había puesto cachonda. Ya lo vería.
Ocupemos el resto de mi mesa y “por casualidad” Claudia madre, quedo mu pegada a mí, y Esther al otro lado. Comí como un cosaco, alabando su buena mano en la cocina, y deseando que llegara el sábado. Reían y las chicas se deshacían del tocino, la oreja y todo lo que no querían, dejándolo en mi plato. Me puse las botas, ya hacia semanas que no comía de cuchara, y bien hecho. Lleguemos a los cafés y las copas.
Claudia madre las manejaba con firmeza y la obedecían sin rechistar y al momento. Nosotros charlábamos y ya no me soltaba el brazo, pegándolo a su pecho. Después de dos copas de brandy me empezó a mirar con hambre de polla y se reía por todo. Se fue al baño y enseguida las chicas me advirtieron:
-Cuidado que mi madre te viola con nosotras delante- me dijo su hija riendo.
-Si, si, en la última fiesta de mi pueblo se encamo con dos la misma noche entre los nogales. - me dijo Esther.
-Madre mía- dije haciéndome el tonto.
-Mejor que te salgas de su lado. Tiene las manos muy largas- añadió su hija.
Miré mi móvil y dije:
-Me voy a por tu prima que llego tarde.
Y me fui escuchándolas reírse a carcajadas.
Baje al parquin y le mire los niveles al coche, asombrado por el descaro de la pueblerina. Si me llego a quedar se mete debajo de la mesa y me la chupa sin vergüenza, pensé riendo.
Estuve escuchando música en el coche hasta que llegó la hora de ir a por mis dos gacelas, y mi polla salto alegre.
Saltaron al coche con alegría y me besaron a la vez sin importarles si las veían. Sonia me dijo:
-Pasa por mi casa que tengo que coger ropa.
-Oído señorita- le conteste poniendo voz de gangoso.
Reímos todos y las puse al día de la peligrosa Claudia madre, y el rollo lésbico de Claudia hija y Esther. No salían de su asombro, y no paraban de reírse todo el camino.
Lleguemos a casa y me parapete con mi sobrina de Claudia madre, que también es sobrina suya, pero de sangre. No como yo. La saludo ninguneándola un poco, y sin preguntarle por ella y su madre, y me dijo:
-Haberme avisado hombre, así hubiera visto algo de Barcelona.
-Es que ya iba tarde- me excuse.
Sonia, se apiado de mí y me dijo:
-Tito mírame esto que me sale, que no lo entiendo. -me dijo en el sofá con el portátil entre las piernas.
- ¡Ah! ¿Qué Sonia es tu sobrina? -me pregunto extrañada.
-Si, es sobrina adoptada, porque como hija me salía más cara. - le solté y reímos todos.
- ¡Jajaja! Que guasa tiene este hombre. - dijo ella.
Me senté junto a Sonia y el reposabrazos y enseguida llego mi sobrina y se sentó al otro lado escudándome. Claudia madre se frustró, y medio borracha le dijo a la hija que le pidiera un taxi, que se iba.
Yo me hice el loco, por si se le ocurría que la llevara, y seguía con el problema de Sonia, que la pobre peleaba con mi sobrina por mi polla bajo el portátil. Se pellizcaban y alguno se llevó mi polla. Pero a mi polla le encanta que la maltraten mis dos gacelas.
Claudia madre, mirando con aires de superioridad a mis chicas, se despidió de mí, dándome dos besos muy cerca de la boca, y se fue a follarse al taxista, seguramente.
- ¡Ah! Por cierto, tito, mi madre viene mañana a conocerte, La e invitado que, si no, no me dejara venir.
- ¿Es normal o es otra loca? - le pregunte riendo todos.
¡Nooo! ¡Jajaja! Si esta cañón. Ya verás- me dijo cómplice.
Resople mirándome el paquete y volvimos a reír.
Con mucha pena, me sobraban gacelas en casa. No había intimidad, y las chicas eran cada vez más descaradas. Lo ideal hubiera sido hacer una comuna hippie y todos contentos y mi polla más. Pero en la vida real hubiera acabado mal para mí y alguna de las chicas. Así que me propuse deshacerme primero de Esther, era rara y no era familia. La asustaría un poco, y seguro que se buscaba otra habitación.
Cenábamos comida china, y sabía que Esther se volvería a sentar en la misma silla que durante la comida. La empuje hasta que no se podía mover más, por la pata de la mesa y cuando se sentó, estaba más pegada a mí, y vio que no se podía alejar. Cenemos y le empecé a rozar mi pierna mientras hablaba con Claudia de su madre, y nos contaba sus locuras de ninfómana liberada. Aparto la pierna y al rato se la arrime más descarado. Se le puso la cara blanca a la pobre. La movía arriba y abajo y notaba la suavidad de su delgado muslo. No decía nada, y hablaba con las demás resignada.
Recordé como le metí mano a mi sobrina la primera vez, me levanté a coger una servilleta, y cuando bajaba a mi asiento le puse la mano en su muslo. Llevaba pantalón de pijama corto y note como se le erizaron los pelos del cuello. Se quedó paralizada, la deje quieta y seguí de charla con las demás. Las chicas se animaron y subieron la música. Le empecé a acariciar el muslo y ella sonreía a las demás sin poder hablar. De pronto note la mano de mi sobrina en mi pierna, y para acercarse más, me dijo en el oído:
-A ver si le va a dar un “telele”, que esta es una mosquita muerta. - y agarro mi polla bajo el pantalón riendo los dos.
Seguí sobando su muslo y se lo atraje con firmeza a mi para que abriera las piernas. Se dejo hacer con la cara algo roja. Subí y metí la mano debajo de su pantaloncito bajando por su muslo muy cerca de su conejito. Suspiro e hizo el amago de levantarse, pero la pare y le dije al oído:
- ¿Por qué te llaman mosquita muerta?, yo te veo muy viva- y le empecé a rozar el chochito.
Se me acerco agarrando mi brazo y me dijo:
- ¿Quién me llama así?
Y frotando ya su coñito mojado con ella intentándolo impedir le dije:
-Se dice el pecado, no el pecador.
Y me sonrió con mala cara. Mientras le pajeaba apretando mis dedos buscando su entrada. Ella removía el culo evitándolo, pero di con su agujerito y le empujé dos dedos sin piedad. Parecía que quería decir algo, o que le faltaba el aire. Mi sobrina se me acerco y me dijo:
-Ya verás como le da algo a la tonta esta- y se echó a reír.
Esther gozaba con mis dedos violándola, jamás se había metido nada, oyó a mi sobrina y levanto la vista diciéndome:
-Me quiero ir al sofá.
Me acerqué, le di un lametón en la cara y empezando a follarle el coñito lentamente, le dije:
-Espérate joder, lo estamos pasando bien. Y le mostré la mano de mi sobrina sobándome la polla ya bastante dura.
Abrió los ojos y cruzo la mirada con mi sobrina asombrada. Mi sobrina miro mi paquete, la miro, y me bajo la cremallera, liberando mi polla. Esther no creía lo que pasaba, y Claudia en el sofá de charla con Sonia. Que sabía que algo tramábamos con la pobre Esther y le hacía muchas preguntas sobre sus logros académicos a Claudia.
Mi sobrina me empezó a pajear, tapándonos con su cuerpo, se acercó a Esther y le dijo:
A mi amo siempre hay que tenerlo contento, ¿lo ves? – y le mostro como me pajeaba con cariño, escupiendo en mi capullo y repartiendo la saliva.
Yo la follaba poco a poco y se le ponían los ojos en blanco si poder evitarlo, había soltado mi brazo y estaba gozando. Le aumente el ritmo y me volvió a coger el brazo, la folle más rápido un poco más y pare de golpe.
Levanto la mirada y me miro frustrada. Le saque los dedos y me los lleve a la boca, chupándome los dedos con ella mirando con los ojos encendidos.
Ahora ya no me miraba con mala cara. Tampoco soltaba mi brazo, pero no se atrevía a atraerlo a su coñito, que lo suplicaba palpitando. Le cogí la mano y la llevé a mi polla diciéndole:
-Haber como lo haces.
Se quiso negar, pero creía que si lo hacía volvería a follarle con los dedos. La agarro torpemente y me empezó a pajear mirando mi polla. Mi sobrina puso su mano encima de la de ella, y le fue indicando como hacerlo. Estuvo así un rato notando como me ardía y lo dura que estaba. Mi sobrina le sonrió, al ver que ya lo hacía bien, me empujo a la mesa. Me apoye con un codo en la mesa para que no nos vieran desde el sofá y mi sobrina se levantó y se puso detrás de mí. Le bajo una mano por el cuello a Esther acariciándola, y colándola por su camiseta atrapo uno de sus grandes pechos diciendo:
-Estas también dan para cubana, a mi amo le encantan las cubanas bien hechas. -le dijo sobándolo y cambiando al otro.
Esther tragaba saliva, le encantaba como le sobaran las tetas, y mi sobrina sabia como hacerlo. Levanto la vista y le sonrió agradecida, pero le dijo:
-Quiero ir al baño, por favor.
-Vete, pero vuelve sin sujetador. Y como me hagas enfadar se va a enterar todo tu pueblo de las cochinadas que haces con Claudia. - le dijo mi sobrina apretándole el pecho con fuerza.
- ¡¿Pero, quien te lo ha dicho?! ¡no hacemos nada!
-Volví a cogerla del muslo y le dije:
-Vale más que le hagas caso, no la hagas enfadar, te esperamos en la terraza.
Agacho la cabeza, me aparte con la silla y se fue al baño. Mi sobrina me abrazo y me empezó a besar y a lamer por el lado de mi cabeza que no podían verla.
-Me he puesto muy cachonda con la tonta esta, igual me pillo una sumisa. Pero con más culo- me dijo, y reímos los dos.
-Pero si ya haces lo que quieres con Sonia, no te quejes. -le dije.
-A Sonia la quiero, a esta solo la usare y si no le gusta, que se busque otra habitación- me contesto mí no tan dulce sobrina. Ya iba aprendiendo.
- ¿Por qué te crees que le atacaba? - le pregunte sonriendo.
Me miro, abrió los ojos y me dijo riendo:
-Ya me extrañaba que te pusiera la cuerpo triste esta. - y reímos los dos.
Conseguí meter la polla en el pantalón y me fui a poner más cómodo. Todas estaban ya con sus pijamitas o en bragas y camiseta, como Sonia y mi sobrina que se quitaron los pantalones en cuanto se fue Claudia madre, y nadie se había dado cuenta.
Esther en el baño se miraba sin sujetador y le daba muchísima vergüenza, también se palpaba su coñito, y lo notaba hinchado y muy caliente. Había gozado con mis dedos dentro, y cuando imaginaba mi polla entrando en ella, se le aflojaban las piernas. Se volvió a mirar, suspiro y salió del baño.
Mi sobrina la esperaba fuera sonriente. La hizo parar y alargando sus brazos le cogió los dos pezones sobre la camiseta y se los empezó a retorcer con suavidad. Los noto crecer, y veía a Esther como la miraba cachonda. Le soltó los pezones y le dijo:
-Así mejor. Ve a la terraza y espera.
Esther asintió y se fue. Paso delante de Sonia y Claudia, y ni la vieron. Busco la terraza y me vio sentado en un sofá de mimbre que ya estaba en el piso cuando lo compre. Se acerco a mí y se quedó de pie.
-Ven, siéntate.
Se sentó mirando hacia mí y a mi mano, deseando que la volviera a follar con mis grandes dedos. Me di cuenta y le dije:
- ¿Eres virgen verdad?
Asintió sin decir nada, algo avergonzada.
-Me he manchado de sangre, pero ha sido muy poco. - le dije poniendo la mano en su muslo.
-Perdona- me dijo.
-No mujer, suerte que ya te quedaba poco himen, sino la hubiéramos liado con la sangre en la silla- le dije riendo.
-Vas a ser para Verónica, y seguramente también para Sonia. Son como Zipi y Zape. Pero tranquila, vigilare que no se pasen mucho contigo.
-No lo entiendo, ¿y tú? - me pregunto extrañada.
-Yo soy amo de las tres. Si te quieres ir, te busco yo alguna habitación. Y aquí no ha pasado nada. Pero como te pille un compañero de clase cachondo y drogado, desearas haber aprendido antes de salir a la gran ciudad con esos dos cocos que dios te ha dado. -le explique.
Apareció mi sobrina, con los ojos encendidos y unas latas de cerveza diciendo:
-Están mirando peli, nos avisaran cuando se decidan.
Se sentó en mi pierna y la atrape pasando mis manos bajo su camiseta y besándonos. Estuvimos así un rato y Esther nos miraba cada vez más cachonda. Mi sobrina libero mi polla y la volvió a pajear con suavidad. Miro a Esther y le dijo:
-Haber como la chupas puta.
-No lo he hecho nunca- contesto algo enfadada.
-Jajaja, madre mía que pena de tía. ¡Mira! – le dijo levantándose y metiéndosela en la boca golosa.
La chupo tragándola como una campeona y Esther la miraba alucinada.
-Venga empieza, que te ayudo- le dijo apartándose.
Esther se acercó y se la metió en la boca con asco, y apenas pasando del capullo un poco. Mi sobrina le cogió de la nuca y la guiaba arriba y abajo. Cada vez tragaba más, pero le empezaron a dar arcadas y empezó a toser.
-Te tienes que follar la boca, mira-le dijo.
Y se tragó, más de la mitad de la polla de golpe, haciéndome gemir de placer. La volvió a dejar hacer y ya parecía que pillaba el truco. Se sentó detrás de ella y le empezó a sobar las tetas bajo la camiseta. Esther suspiro al notar sus manos y le puso más ganas a la mamada.
Yo gozaba viendo a mi sobrina sobándola sin miramientos. Agarre la cabeza de Esther y le aumente el ritmo mirando a mi sobrina a los ojos. Sin apartarme la vista, se acercó y le empezó a frotar sus pezones contra la espalda de Esther.
Esther gozaba con las manos mágicas de mi sobrina sobando sus grandes tetas y se follaba la boca con ganas. Yo le aumente más el ritmo y mi sobrina soltando sus tetas, le bajo el pantalón y le empezó a frotar el coñito y el culito con rabia.
-Como estas ya putita, lo tienes empapado- le dijo metiendo dos dedos de golpe en su coño.
- ¡Aaaaj! ¡Mmmmh! ¡Aaaaj! – gimió sacándose mi polla de la boca.
La agarre con rabia y le dije:
- ¡No pares joder! Ya casi estoy.
Volvió a mamar como podía, mi sobrina la follaba sin piedad, chocando sus nudillos en su coño empapado. Tragaba polla y gemía a punto de correrse. Yo también estaba casi, por culpa del número lésbico y la cara de vicio de mi sobrina, que no dejaba de mirarme sonriendo maliciosa con la camiseta levantada y un pecho suyo en la mano.
Esther empezó a gemir casi gritando con mi polla en la boca, pero si mamar. Mi sobrina se empezó a reír al notar como le intentaba expulsar sus dedos al correrse, y empujaba con más fuerza, se le salió la polla de la boca y agarrándola de los pelos le dijo:
-Contrólate y chupa so perra, ¿no ves que mi amo ya casi esta?
La pobre no podía reaccionar, no la dejaba de follar con su mano rabiosa, corriéndose entre espasmos. La aparto con desprecio y se lanzó a mi polla chupando con rabia para que me corriera. Y lo logro enseguida.
- ¡Mmmmh! Gracias, mi amor ¡Aaaaaj! ¡sí, así, así! Me corro ¡Aaaaj! ¡Mmmmh! ¡Como sabe mi niña! ¡Aaaj! ¡Aprende puta, mira que bien lo hace! - le decía a Esther, acariciando la cabeza de mi sobrina.
Esther se corría y me miraba la cara de placer. Nunca había visto a un hombre correrse, y eso hizo que se corriera más. Quería ayudar y participar, pero su coño ardía y gozaba entre espasmos agarrada a sus pechos sin poder moverse apenas.
Mi sobrina me la dejo reluciente y se echó encima mío besándome y diciéndome:
-Esta tonta me va a dar trabajo, pero aprendera mi amo. Y me volvió a besar.
Esther ya se recuperaba y se iba a ir. Pero mi sobrina le dijo:
- ¿Dónde vas? ¿Quién te ha dicho que te puedes ir so perra?
Ester se giró y volvió a nuestro lado.
Mi sobrina le levanto la camiseta, y con la otra mano le abofeteo sus grandes tetas:
- ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash!
- ¡Mmmmmh! Grito con los labios cerrados Esther.
-Vamos a ver la peli venga, ya verás que miedo pasamos- le dije a Esther.
- ¡Jajaja! Si ya verás, somos la familia de las pelis de terror.
Esther sonreía, pero sabía que algo pasaría viendo la película. Y en el fondo lo deseaba.
Entremos y esta vez sí que íbamos a estar apretados en el sofá. Mi sobrina se sentó con una pierna sobre Sonia, y cogió el brazo a Esther, dejándola a su lado, y yo me quede a su otro lado al final del sofá. Se repartieron los cojines y pusieron la película.
Continuará.
  
Autor: CacharroLoco 

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