Mi primera experiencia anal

Todo comienzacon tocar el timbre de la puerta
- Hola Sandra!
- Hola Carlos, ¿Cómo tú por aquí?
- Pues... Vi esta caja de bombones y me acordé de tu embarazo y de que te ha dado por devorarlos.
- ¡Ayyy, gracias! ¡Me encantan! Pero podías haberme avisado, no tengo ni café hecho.
- Es que no lo tenía previsto, de verdad que se me ha ocurrido al ver los bombones en el escaparate de la panadería.
- Pues si no te importa que esté en pijama, dame unos minutos y preparo el café de las 11.
- Perfecto, pero te acompaño y me vas contando cómo llevas el embarazo.
Mientras la cafetera se iba calentando, Sandra me contaba los resultados sobre la segunda ecografía, el nombre de la niña, cómo le iban a montar la habitación, los ejercicios de preparación al parto.
Sirvió el café y nos fuimos al salón, nos sentamos a la mesa y abrimos la caja de bombones. Sandra disfrutaba saboreando el chocolate, antes de beberse medio café ya se había comido 4 bombones.
- ¿Y Paco? ¿Dónde está? ¿Cómo lleva el embarazo?
- Pues ayer, hoy y mañana está en Granada. El embarazo lo lleva bien, muy ilusionado y trabajando mucho en la habitación de la niña. Lo malo es que no me folla desde que me salió la barriga.
- ¿Y eso? Con lo que soléis disfrutar del sexo.
- Dice que le preocupa hacerme daño, y aunque incluso la matrona le ha dicho que no pasa nada, no se atreve.
- ¿Nada de nada?
- Bueno, me deja chupársela, y aunque me encanta que se corra en mi boca y mis tetas, tengo ganas de que me penetre.
- Pues menuda faena.
- Y mira que me masturbo chupándosela y me corro a la vez que él, pero no me quedo satisfecha.
- Lógico, el dedo no puede ser lo mismo que una buena penetración.
Le di un sorbo al café y no pude evitar fijarme en los pezones de Sandra, que al llevar sólo el pijama se le notaban duros, y tampoco pude evitar la erección que me sobrevino. Sin darme cuenta me quedé mirando su busto, y ella se dio cuenta. La verla mirándome me ruboricé un poco y miré hacia abajo.
- No te preocupes, hay confianza Carlos. Además, imagino que tú también estarás "tieso".
De pronto se inclinó hacia un lado intentando mirar debajo de la mesa, viendo seguramente mi erección, pues con los pantalones cortos que llevaba se notaba bastante.
- Perdón.
- Uuum, no te preocupes, con la charla es lógico, yo me he mojado, además de lo duros que se me han puesto los pezones.
Sandra se levantó de la silla, recogió los vasos del café, cerró la caja de bombones y se fue a la cocina. No pude evitar mirar su trasero, que estaba casi como siempre, bien redondito, y por más que miraba no conseguía ver qué ropa interior llevaba, pues solía usar tanga. Sí noté su pantalón un poco mojado en la entrepierna. De repente giró la cabeza y vio cómo la miraba.
- Si estás intentando averiguar qué llevo de ropa interior, la respuesta es nada.
- Perdón, eso estaba pensando, porque tú humedad ha llegado al pantalón, y tendrías que haberte mojado mucho si llevaras algo.
- Es que con el calor que hace voy más cómoda sin nada, y la verdad es que no te esperaba.
Estuvo unos minutos en la cocina, se podía escuchar el ruido de fregar los vasos y de abrir y cerrar la nevera para guardar los bombones. Tras esos minutos salió de la cocina, y yo aproveché para levantarme con la idea de irme.
- Bueno, me alegro mucho de haberte visto y de que estés bien.
- ¿Ya te vas?
Me pareció extraña la pregunta, porque la hizo mientras se hacía un coco en el pelo con la gomilla que llevaba en la muñeca y se acercaba a mí.
- Sí, vine a traerte los bombones y a saber de ti y tu embarazo.
- Tú no te vas a ir dejándome con esta humedad y las ganas que tengo de sentir una polla dura dentro de mí.
- ¿Coooomo?
- Lo que has escuchado, tengo muchas ganas de polla y la tuya está preparada. 
Me dejó sin palabras. Se colocó delante de mí y me desabrochó el pantalón, lo bajó junto a mi ropa interior a la vez que se agachaba, dejando mi miembro erecto al descubierto y a la altura de su boca, donde se lo metió sin esperar, arrancándome un gemido.
Me chupó el miembro de arriba abajo sin parar, llenándolo de saliva cada vez que entraba en su boca, haciendo que se me pusiera cada vez más duro. Dejó de chupar un momento y se quitó la parte de arriba del pijama, dejando al descubierto sus pechos, que estaban más grandes de lo normal. Toqué con mis manos sus pezones, que estaban muy duros.
Volvió a chuparme el miembro, y al mismo tiempo me terminó de quitar el pantalón y la ropa interior. Me hizo un gesto con las manos para que me quitara la camiseta, y así lo hice, quedándome desnudo en medio del salón. Dejó de chupar nuevamente, se puso de pie, me tomó de la mano y me llevó a la habitación.
- Espero que no te importe tumbarte en la cama y que sea yo quien lo haga todo.
- Para nada, ya que no me has dejado opción, estoy a tu disposición. Tú mandas.
- Gracias Carlos, de verdad que lo necesito.
Llegamos a la habitación y me indicó con la mano que me tumbara. Mientras lo hacía se puso de espaldas a mí y se quitó el pantalón, dejando al descubierto su redondo trasero. Se dio la vuelta y pude notar cómo sus muslos se habían humedecido.
- Sí que te has mojado, ¿tanto te has excitado?
- Carlos, llevo más de 4 meses sin sentir una polla dentro, y la tuya, además de estar dura, está muy sabrosa. Ah, y tiene un tamaño perfecto.
- Toda tuya entonces.
Sandra se subió gateando a la cama, acercó su boca a mi miembro y se lo volvió a meter. Lo chupó unas cuantas veces empapándolo de nuevo. Seguidamente se incorporó, se subió a horcajadas encima de mí, se colocó mi miembro en la entrada de su sexo y se lo restregó por el clítoris, soltando un leve gemido.
- Uuum! Si esto ya me provoca placer, cuando me la meta…
- Cuando quieras, a tu ritmo.
Acto seguido se introdujo la punta y se sentó, hundiéndose mi miembro hasta el fondo de su vagina, lo que hizo que ambos soltáramos un fuerte gemido. Apoyó sus manos al lado de mis hombros y empezó a moverse adelante y atrás, provocándonos placer.
- Puedes tocarme las tetas si quieres.
- Sí que quiero, están duras, y tus pezones más.
- Pues adelante.
Llevé mis manos a sus pechos y empecé a apretarlos y a jugar con sus pezones, lo que hizo que se excitara más todavía. Tras varios minutos nuestros gemidos se convirtieron en gritos, que tras unos cuantos minutos más acabaron escuchándose en toda la casa.
- ¿Cómo vas Carlos? Yo estoy a punto de correrme.
- A mí no me queda mucho.
- Pues ya no aguanto más. AAAAH, ¡¡¡joder!!! ¡¡¡Me corro!!!
Un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo de Sandra, que no dejaba de moverse y gritar, lo que hizo que mi excitación llegara al límite, provocándome un fuerte orgasmo.
- AAAAH, SIIII, UUUUUUF.
Noté mi miembro bombear una gran cantidad de semen dentro de Sandra, que ya había dejado de estremecerse y se había quedado inmóvil, disfrutando del orgasmo que le seguía provocando alguna que otra sacudida. Yo tuve otras cuatro sacudidas acompañadas de su respectivo bombeo de semen, cada vez de menos cantidad.
- Joder Carlos, sí que te has corrido.
- Me has puesto cachondísimo. Por cierto, tú también te has corrido bastante, lo noté antes de correrme yo, tu flujo me llegó a los testículos.
- Te dije que tenía muchas ganas de polla.
Sandra se echó hacia delante, provocando que mi miembro saliera de su vagina. Seguidamente empezó a brotar de ella todo el semen que yo había bombeado en su interior, que mezclado con su flujo cayó hasta mi abdomen.
- Mira cómo te estoy poniendo. Vas a tener que meterte en la ducha.
- No te preocupes, me limpio y ya en casa me ducho.
- ¿Es que tienes intención de irte ya?
- Sí claro, ya te has quedado satisfecha, ¿no?
- Por el coño sí, pero mi culo también quiere polla.
- ¿Por el culo también?
- A ver, esto no se va a volver a repetir, pero es que de verdad que lo necesitaba, y tú has venido como caído del cielo. Y todavía me quedan casi dos meses de embarazo y la cuarentena, por lo que me gustaría aprovechar al máximo. Si a ti no te importa, claro.
- Bueno, ya que estamos. Pero necesito reponerme.
- Genial, ¡gracias! Por reponerte no te preocupes, te duchas conmigo, aprovecho y mientras te limpio la polla te repones.
- Como quieras. ¿Nos limpiamos un poco antes?
- No, quiero sentir tu semen chorrear por mis muslos.
A continuación se bajó de la cama, y cuando hice lo mismo me volvió a tomar de la mano y me llevó al cuarto de baño. Abrió la puerta de la ducha, nos metimos dentro y abrió el grifo de la ducha. Cuando el agua estaba a la temperatura ideal, dirigió el chorro hacia mi pecho, y seguidamente a mi abdomen, de donde había empezado a chorrear mi semen, que ya estaba llegando a mis testículos.
Tras mojarme entero, enjabonó mi cuerpo usando sus manos, limpiando bien mi abdomen, mi miembro y mi entrepierna. Me hizo dar la vuelta y me enjabonó la espalda y bajó al trasero. Deslizó un dedo entre mis glúteos, forzando que pasara por mi ano, lo que me provocó un pequeño escalofrío.
- ¿Te ha molestado?
- Al contrario Sandra, me gusta que me toquen ahí.
- Vaya, no me lo esperaba, aunque lo he hecho para comprobar tu reacción.
- Pues ya sabes algo de mí que poca gente sabe.
- Sí, ya sé cómo voy a hacer que tu polla se vuelva a poner dura de nuevo. Pero primero lávame a mí, por favor.
Tras terminar de enjuagarme me pasó el teléfono de la ducha haciéndome un gesto para que la mojara. Hice lo que me pidió, y tras mojarla entera, cogió el bote del gel de baño y empezó a volcarlo para que pusiera mis manos. Con el gel en la mano empecé a enjabonarla por delante, obviamente por sus pechos. Seguí por el abdomen, que estaba bastante crecido, y poco a poco llegué a su entrepierna.
- Ahí vas a necesitar más gel de baño, me temo que entre los dos lo hemos puesto perdido.
Puse mi mano para que me echara más. Seguidamente la llevé a su entrepierna, notando la mezcla de mi semen y su flujo, que, aunque había dejado de salir, había dejado toda la vulva pegajosa, y llegó chorreando hasta la rodilla. La limpié bien por fuera y entre los labios vaginales, y seguí mi camino hasta sus pies.
Me incorporé y me echó más gel antes de darse la vuelta. Enjaboné su espalda y su trasero, y copié su gesto deslizando mi dedo entre sus glúteos, provocándole a ella otro escalofrío.
- Ummm. Sí, mi culo está sensible, esperando tu polla.
- No te preocupes que ya mismo la tendrás.
Tras terminar de enjabonarla me volvió a pasar el teléfono de la ducha. Seguidamente la enjuagué, primero por detrás y a continuación por delante, según se iba girando.
- Carlos, quiero que me folles el culo aquí en la ducha.
- Como quieras, ya te he dicho que tú mandas.
- Date la vuelta, voy a hacer que tu polla esté lista en un momento.
Hice lo que me indicó, me di la vuelta dándole la espalda y me apoyé en la pared de la ducha. Escuché cómo destapaba un bote. Le pregunté qué era y me dijo que era lubricante, que siempre tenía uno a mano en la ducha por si acaso. Antes de decirle nada ya se había agachado y metió un dedo en mi trasero, lo que me hizo gemir.
- Uuuf, ¡qué delicia!
- Seguro que esto hace que te empalmes.
- Seguro… uuuf. Ya casi… aaah, joder.
- ¿Yaaa?
- Sí, me has dado en el punto exacto, y eso hace que ¡AAAAAAAAH! ¡JODER!
- Mmmm, ¡¡¡me encanta!!! Date la vuelta.
Sacó el dedo de mi trasero y me giré. Mi miembro volvía a estar erecto y a la altura de su boca. Sin decir nada se lo volvió a meter, y rápidamente empezó a chuparlo y mojarlo como la vez anterior. Dejó de chupar mi miembro, se puso de pie, me pasó el bote de lubricante y se giró dándome la espalda, a la vez que se apoyaba en la otra pared de la ducha.
- Ponme un poco de lubricante y todo tuyo.
- Mmmm, me encanta oír eso.
Me puse lubricante en el dedo y empecé a introducirlo en su ano, que no ofrecía resistencia alguna. Tras meter y sacar el dedo varias veces, cambié de dedo y repetí la operación. Tras otras cuantas veces, me eché más lubricante y le metí despacio los dos dedos juntos, que entraron con menos facilidad, pero sin resistencia.
- Uuuf, qué bien se siente Carlos.
- Me alegra que te guste.
- Y ahora por favor mete tu polla.
- Tranquila que no me voy a hacer de rogar.
Saqué despacio mis dedos de su ano, me puse lubricante en mi miembro, que seguía bastante duro. Me acerqué a Sandra y coloqué la punta en la entrada, la sujeté por las caderas y la penetré despacio hasta que mi pelvis se frenó con sus glúteos. Endurecí mi miembro todo lo que pude, arrancándole un gemido mientras acercaba mi boca a su oído.
- En cuanto digas te lo follo.
- Dijiste que no te ibas a hacer de rogar.
- Muy bien, tú me avisas para ir acelerando.
Me despegué un poco de ella y empecé a moverme. Tiré hacia atrás de mi pelvis para sacar mi miembro, que estaba durísimo. Justo antes de que saliera volví a empujar hacia dentro, y repetí el movimiento acelerando solo un poco. Sandra seguía apoyada contra la pared de la ducha y comenzó a gemir.
- Aaah, sigue Carlos, más rápido por favor.
Volví a acelerar mi movimiento de vaivén, asegurándome de sacar mi miembro casi entero y volviéndolo a meter hasta el fondo. A cada empujón los gemidos de Sandra aumentaban en intensidad y me pedía más velocidad.
- Aaah, ¿no te haré… Aaah… daño?
- AAAAH, Nooo, AAAH, ¡fóllame bien el culo Carlos!
Seguí embistiéndola con ganas, acelerando cada vez más el ritmo. Con su mano derecha cogió la mía y la llevó hasta su pecho. Seguidamente hizo lo mismo con mi mano izquierda. Ya con mis manos en sus pechos aumenté más la velocidad de mis embestidas. Los gritos de Sandra seguramente se escuchaban incluso fuera de su casa. Mi miembro, que había alcanzado su máxima dureza, entraba y salía con mucha facilidad de su trasero.
- ¡¡¡AAAAH!!! ¡¡¡Me corro Sandra!!!
De pronto empecé a sentir una corriente recorriendo mi cuerpo, estallé en un fuerte orgasmo a la vez que de mi miembro salió un fuerte chorro de semen.
-Ahora… UUUUF, me toca… AAAAH… a mí… ¡¡¡AAAAAAAH!!!
Su ensordecedor grito se acompañó de fuertes temblores en todo su cuerpo, hasta el punto de que parecía convulsionar. Llevé mis manos a sus caderas y detuve mi movimiento. Sandra siguió temblando a la vez que un pequeño chorro de semen salía de mi miembro, el cual saqué de su trasero cuando dejó de temblar.
- Uuuf, ha estado genial.
- Sí Carlos, me ha encantado. ¿Te importa limpiarme de nuevo el culo? Tu semen me está chorreando.
- Faltaba más, esta vez dame la esponja.
- Cuando me limpies te dejo para que te laves tú.
Cuando terminé de limpiarla se dio la vuelta, me dio las gracias y un beso en la mejilla, y salió de la ducha. Yo me lavé el miembro y la entrepierna y salí también. Me sequé con una toalla que me dejó Sandra, me vestí y salí del baño a la vez que ella salía de la habitación con el pijama puesto. Me despedí de ella y me fui.

2 comentarios - Mi primera experiencia anal

RONA_TEGA_18
Está excelente el relato me puso a mil no hubo segunda parte