Fany, la cornuda. Cap 2.

Aquí el segundo capítulo de la historia de Fany la cornuda y su novio semental Mario. Esta vez en una sola parte. Disfruten.

Fany, la cornuda. Cap 2.


—Mmm yo nomás te digo que tengas cuidado — le decía Rocío a Julián por llamada.

—Je… ¿Por qué? Solo los vieron en el cine, mañana se lo diré y le dejaré claro que no quiero que se vea con ese pendejo otra vez — respondía nervioso Julián, el novio de Eliza.

—¿Y estás seguro que no está en la casa con él ahorita? Dices que ella tiene la casa sola — argumentaba Rocío.

—Ella jamás haría eso — respondió el joven de mala manera.

—Te dijo que llegaras más tarde, ¿No? A lo mejor está con él.
La amiga se ensañaba, Eliza nunca le cayó bien, porque le quitó atención de su mejor amigo.

—Nah, ella jamás haría eso, en serio, sí te dije que me comentó que saldría con él, no me lo ocultó — argumentaba el joven, más intentando convencerse a sí mismo que a ella — Solo fueron al cine, incluso fue idea de la loca de Fany, algo para quitarse los celos o algo así, Eliza ni siquiera quería — agregó rápidamente.

—Sí me dijiste, le dijiste que no lo hiciera y ella aún así lo hizo… — insistía la chica — A lo mejor hasta fue idea de Eliza, quien sabe — remató cruelmente la amiga.

—¿Por qué ella le pediría eso a Fany? Jajaja ¿Por qué ella querría salir con ese idiota? Que pendejada — contraatacaba el chico, ya sabes, una discusión amistosa, pero siempre rozando lo hostil.

—Porque Mario está buenísimo — dijo Rocío cruelmente, sabía que Julián lo odiaba, igual que varios chicos en la clase, solo por ser el chico más guapo — Quien sabe porqué esté con Fany, él puede tener a quien quiera — finalizó con la misma crueldad.

—Yo que sé, y no me parece la gran cosa el tipejo ese, tiene cara de idiota — decía Julián furioso — Luis los vio entrando al cine, los tiempos coinciden, ella seguro iba llegando de ahí cuando me dijo que fuera más tarde, a lo mejor quería arreglarse para mí, yo que sé — agregó nervioso.

—Mira, los hechos son… — dijo comenzando melodramáticamente — Luis los vio en el cine a ellos 2 SOLOS, ella no te dijo que lo verías hoy, luego te dijo que llegaras más tarde y dices que no te contesta las llamadas ni mensajes, yo digo que estaba… O está con él.
Enumeró fríamente la chica, Julián sabía que tenía sentido, pero se negaba con todas sus fuerzas a creerlo, Eliza jamás le dio razones para pensar nada como esto antes.

—Nah, la conozco, no me contesta porque está emberrinchada porque le cancelé, siempre hace berrinche así, sé lo que te digo — dijo el joven intentando lucir cool.

—Ok — respondió en seco la chica.

La llamada no duró mucho más, Julián estaba algo molesto por la crueldad de su amiga y ella por su obvia estupidez. Y cuando Julián colgó con ella, llamaba nervioso por enésima vez a su novia Eliza, mientras que él no lo sabía, pero ella se limpiaba el espeso semen de Mario de su cara en ese preciso momento y su celular seguía abandonado en su cuarto.
Cuando Eliza volvió de la parada del bus de acompañar a Mario, solo miró las 35 llamadas perdidas de Julián y los 53 mensajes, todos exigiendo saber que hacía, pidiéndole que contestara, algunos disculpándose, los últimos diciéndole que estaba siendo una perra, ella no contestó, para dejarle claro su punto de que él estaba siendo un idiota y para tranquilizarse, todo había sido tan surreal y estaba tan reciente. La chica tomó un baño, mientras al otro lado de la ciudad, Mario llegaba a casa, nervioso, mintiéndole a sus padres sobre que había estado con Fany, abriendo por fin la conversación con su novia, ni un solo mensaje nuevo de ella, mientras Fany al otro lado se esforzaba por dormir, no sabía que pensar, no quería pensar, ni presionar a Mario o Eliza.
Al otro día en la escuela, por la mañana Mario intentó saludar con toda la naturalidad del mundo a su chica, la culpa es un inquilino incómodo, Fany tal vez no lo notó, o tal vez no quiso. Eliza no buscó a Julián, prefería fingir que seguía molesta en vez de confrontarlo, y por fortuna ningún profesor faltó, una clase tras otra fluyó con naturalidad impidiéndole a ambas parejas confrontarse… Pero el receso llegó.

—Tengo que hablar contigo — le dijo Julián seriamente a Eliza abordándola.

Eliza se acercaba a Fany en ese momento, pero Julián parecía hablar en serio, así que ella lo siguió.

—¿Qué pasa? — respondió Eliza haciéndose la molesta aún, sin mirarlo y brazos cruzados, Julián resopló sarcásticamente sin poderlo creer — ¡¿Qué?! — preguntó furiosa la linda chica.

—¿En serio vas a hacerte la enojada? — preguntó mirándola fijamente.

—Ayer te pusiste súper sangrón, tenemos mi casa sola una o dos veces al mes y lo arruinaste, hasta te tenía una sorpresa — dijo reprochando, intentando ganar terreno, a Julián no le importó una sola palabra.

—Tú sabes porqué te cancelé.
Dijo aún mirándola furioso, ella intentó mantener su póker-face aterrada por dentro.

—Ni idea, hiciste berrinche porque te dije que más tarde — dijo con toda la seguridad que pudo.

Él se quedó mirándola, ella lo miró, primero dispuesta a confrontarlo igual de furiosa, pero vio como el semblante de él cambió lentamente de furioso a decepcionado. Nuestras parejas pueden vernos de muchas maneras, pero nada destruye más que nos miren decepcionados, ella se derrumbó.

—¿Qué? ¿Qué pasó amor? — preguntó aterrada, le tembló el labio inferior.

Julián se levantó y se fue sin mirarla, ella sintió que la sangre se le iba a los pies, ¡Él lo sabía! ¡¡Carajo!! ¿¡Pero como!? ¡Fue a su casa! ¡Sí! Seguro vio a Mario saliendo tarde por la noche de ahí y lo dedujo todo, debía ser eso.
Eliza corrió sin pensarlo hacía Mario y Fany, los miró a lo lejos, parecían bien, aunque ambos eran un manojo de nervios por dentro, parecían bien por fuera, ambos se negaban a siquiera mencionar nada de Eliza, eran felices en la negación cada segundo un poco más, pero la vieron venir, con los brazos cruzados, mirándolos fijamente y apretando el paso, su feliz negación se derrumbaba con cada paso de ella.

—Mario… — dijo Eliza nerviosa, miró de reojo a Fany, pero no la saludó — ¿Puedo hablar contigo? — dijo quitándole la mirada de encima a su mejor amiga.

Mario miró nervioso a Fany, esta asintió de mala manera, su peor temor tomaba forma, había consecuencias, no tenía idea de qué, no quería pensarlo, pero algo sucedía y ella odiaba esa sensación, Mario soltó la mano de su chica y fue con la amiga apenas a 5 pasos de distancia.

—Julián lo sabe — dijo Eliza mirándolo aterrada, clamando ayuda.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¿¡Por qué le contaste!? — dijo igual de aterrado.

—¡Claro que no le conté! — respondió molesta — No sé cómo, pero lo sabe — dijo bajando la voz.

—¡Carajo! — dijo Mario mirando detrás de Eliza, Julián pasaba de un pasillo a otro y los miraba fijamente sin detenerse.

—¡¿Qué?! — dijo ella echando la vista atrás y viendo a su novio desviar la mirada en el último segundo — ¡Puta madre! — dijo mirando triste hacía el piso, soltó una lágrima.

—¿Qué hacemos?
Preguntó Mario histérico, sentía a Fany detrás de él, como si la presencia de su novia pesara una tonelada, Eliza pensó 2 segundos, Mario esperó.

—Ok, tranquilo, lo más que puede saber es que estabas en mi casa — dijo Eliza intentando recomponerse.

—¡¿Sabe eso?! ¡Pensé que solo sabía del cine! — dijo desesperado — Tendré que decirle a Fany toda la verdad — agregó aterrado, el chico lanzaba la mirada por todos lados.

—¡No! — dijo la chica tomándolo de los hombros para que la mirara — Solo diremos que fuimos a mi casa a ver Netflix, ¿Ok? — le dijo ella mirándolo fijamente, él desviaba la mirada — Mario — insistió sin dejar de mirarlo.

—Ok — respondió de mala gana sin mirarla.

—¿Seguro? — insistió, lo miraba, él no — ¡Por favor! ¡Yo amo a Julián! — rogó soltando otra lágrima.

—Sí, ok, no te preocupes, solo vimos Netflix.
Dijo él mirándola, sonriéndole, tranquilizándola, Mario era un caballero a la antigua, no había cosa sobre la tierra que lo conmoviera más que una lágrima femenina.

—¡Gracias!
Pocas veces había dicho esas palabras más honestamente nunca en su vida Eliza y se fue sin despedirse, no quería confrontar a Fany, ¿Qué decirle? Mario se quedó parado y después de 2 segundos, Fany le tomó el brazo, él dio un salto del susto.

—Tengo hambre, vayamos a comer ya — dijo la chica sin mirarlo.

—¿No quieres…? — preguntó temeroso.

—No quiero saber nada — dijo ella, lo miró fijamente — Más te vale que no me entere de nada.

Finalizó su novia mirándolo con una expresión que él nunca había visto, tan difícil de leer, seriedad total, determinación, quién sabe de dónde sacaba tanta determinación esa mujercita de 165cm, ella nunca era así, él asintió nervioso.
La pareja comió, Fany intentando obtener normalidad, preguntando que tal la comida, hablando sobre su madre y sobre esa serie que veía, Mario solo asentía, no sabía que pensar, si molestarse por su extraña actitud, si amarla más por eso o si decirle todo, aunque ella no quisiera escucharlo, en un afán egoísta de liberarse y masoquista por recibir castigo. Mientras Eliza estaba sentada en un retrete, sin querer mirar su celular, llorando un poco, maldiciéndose por haber sido tan idiota. Lanzaba la mirada al techo, respiraba profundamente, tranquilizándose, pensando que Julián estaría furioso, pero no tanto, solo vieron Netflix, ella moriría diciendo eso y jamás se acercaría a Mario de nuevo, tenía que funcionar, ella en serio amaba a Julián, era su vida, “todos tenemos derecho a equivocarnos” se repetía cómo mantra aquella frase que alguna vez leyó en un libro de auto-ayuda. Julián estaba sentado detrás de las gradas, fumando, los prefectos nunca iban ahí.
Los 4 adolescentes estaban nerviosos, aterrados, confundidos y molestos, Fany vio con terror un mensaje de Julián en su bandeja de spam en Facebook, quién sabe que diría, no lo abrió y fue a bloquear directamente al chico, no quería saber lo que él tuviera que decir, pero Mario sí abrió el mensaje que también recibió de aquel adolescente.

—Aléjate de mi novia.
Había escrito el celoso Julián, Mario intentó escribir tranquilamente, porque Fany estaba frente a él en clases y porque no quería joder a Eliza, ni que la mierda lo salpicara.

—¿Qué onda? — escribió Mario y lo envió, se sentía estúpido — No te preocupes, solo vimos Netflix, ¿Ok? Incluso Fany sabía que iríamos al cine y luego fuimos a su casa solo a ver una película, es todo.

Escribió Mario, lo releyó 5 veces antes de enviar, quería que sonara amistoso e inofensivo, no encontró mejores palabras, todo era un teléfono descompuesto, ya no sabía que cosa sabía cada quién, dio un salto de fe con ese mensaje.

—Te veo en el entrenamiento.
Respondió Julián y de inmediato se desconectó, usó al final un emoji de sonrisa sin mostrar los dientes, todos sabemos que ese emoji es "la sonrisa psicópata", Mario torció la boca preocupado.

Las clases fluyeron lentamente después del receso, el tiempo es relativo y avanza proporcionalmente inverso al gozo que estás teniendo, ¿Estás pasándola genial? Disfrútalo, porque cada vez que mires tu celular habrá pasado una hora y media, pero ¿Estás esperando algo? ¿Estás nervioso o tienes miedo? Pues mejor ármate de paciencia, cada segundo parecerán 10 minutos. Fany estaba en el segundo tiempo cuántico relativo ya mencionado, cada segundo parecía extenderse hasta límites insospechados, estaba enfadada, furiosa a decir verdad, no sabía que había sucedido y ahora más que nunca, no quería saberlo, no quería el drama, no lo merecía, odiaba buscarle la cara a Eliza y que esta fingiera no verla, cuando intentaba hablar con su novio él estaba distante, era evidente que algo pasaba y sentía que era culpa de ellos, le daba rabia que la quisieran hacer pagar a ella, nunca pensó que esas serían las consecuencias, ahora sus celos parecían tan estúpidos y banales, y detrás de toda esa furia, aguardaba una tristeza inmensa al pensar que pudiera haberse arruinado la relación con sus 2 personas favoritas de golpe por aquella estúpida idea. Idea qué, aunque ella seguía diciendo surgió de Eliza, bien sabía que había sido suya.
Eliza no sabía que pensar, Julián ni siquiera la miraba, Mario la evitaba como la peste negra y Fany parecía buscarla demasiado, se sentía agobiada, había sido una idiota, todo se sabría, Julián la dejaría, Fany no volvería a hablarle y Mario seguramente ni siquiera recordaría esa tarde dentro de algunos meses, se arruinaría su vida y por nada. Quería llorar.
Julián no paraba de mirar al idiota de Mario, ¿En serio era tan guapo? era enorme eso sí, su espalda parecía un ropero, su cabeza pasaba el pizarrón cuando se ponía de pie, más blanco que él, con esa insoportable sonrisa que parecía sacada de un anuncio de Colgate. Se sentía acomplejado, él más bien siendo un poco bajito, bastante delgado, demasiado, básicamente igual de delgado que su amada Eliza, en ella eso estaba bien, en él no tanto, ¿El color de piel? Más cerca de que le llamarán "moreno" que blanco... imaginaba a ese enorme hombre besando a su chica, abrazándola quitándole la ropa... Sacudía la cabeza intentando alejar esas imágenes de su mente... Maldita sea, definitivamente el idiota ese sí que era guapo.
Mario se sentía abrumado. Eliza parecía buscarle con la mirada todo el tiempo, ¡¿Cómo si él pudiera ayudarle con qué?! Que lo deje en paz. Julián no le quitaba la mirada de encima tampoco, pero lo que era una mirada sutil de la chica, era definitivamente una fija mirada de odio de Julián, y en medio de todo, Fany parecía querer que él actuara con completa naturalidad, le exigía sutil, pero firmemente, qué él fuera el de siempre, ¿¡Como se supone que haría eso!? ¡Esto también era su culpa! Fue idea de Eliza, pero Fany presionó a que sucediera, ella también era responsable, odiaba que ella quisiera cargarle todo el muerto a él y encima le exigiera que ella no se enterara de nada.

Después de esas 3 últimas clases; que parecieron 2 días enteros, llegó la chicharra final, día de entrenamiento de fútbol, los 4 lo sabían bien y los 4 sabían nerviosos que tendrían que pasar por eso. Fany pensó en irse, incluso en no ir al siguiente día, pero fue débil, optó por mantener el status quo y quedarse al entrenamiento, tal vez era lo mejor, que todos fingieran que nada había sucedido hasta que se convencieran de que así era. Por supuesto que cuando vio a Eliza sentada en las gradas no quiso sentarse con ella, pero siempre lo hacía y le aterraba la idea de perder poco a poco a su mejor amiga.

—Que onda, mensa.
Dijo Fany aparentando naturalidad, ignoró el semblante histérico de Eliza, odiaba que quisieran obligarla a entrar en el drama.

—Que onda.
Respondió Eliza en seco, no se miraban, por primera vez se sentaron ahí a mirar el entrenamiento sin tomarse del brazo.

El entrenamiento comenzaba, las gradas llenas mayormente de chicas, amigas, novias, enamoradas y hermanas, quienes animaban aplaudiendo a la salida de los chicos. Cuando Mario miró hacía allá, levantó la mano saludando y sonriendo nervioso, ambas levantaron la mano, nunca había sucedido, los 3 lo notaron, los 3 hicieron de cuenta que no, los 3 se sintieron estúpidos.
Los chicos comenzaban con el calentamiento, los pases cortos, pases largos, correr cortas distancias y por fin los inter-escuadras, normalmente Eliza y Fany estarían charlando, bromeando, incluso tal vez haciendo fotos, poniéndolas de estado en WhatsApp y en Facebook, pero esta vez solo estaban una a lado de la otra viendo el entrenamiento sin inmutarse, incómodas, separadas por una muralla hipotética e invisible sin mirarse.

—Esta vez, pares con pares, nones con nones.
Dijo el entrenador en voz alta a los chicos, indicándoles que armarán 2 equipos y los chicos obedecían, se daban rápidamente la banda de capitán en cada escuadra y se reunían al centro para el saque inicial.

—Sacan los pares.
Gritó el hombre del silbato, Mario se reunía al centro con la banda de capitán, Julián asentía de mala manera, con la otra banda de capitán del equipo non. Se daba la patada inicial, el juego comenzaba y como cualquier inter-escuadras aleatorio era reñido.

—¡Vamos, amor!
Gritó Fany emocionada, olvidando todo de pronto, no sabía porque le emocionaba tanto, ni siquiera le gustaba el fútbol, hormonas.

Jugadas divididas, algunos postes, una atajada épica de uno de los guardametas y Mario remataba satisfactoriamente a gol el balón que dejaba botando el portero, las gradas gritaban un poco y aplaudían, Mario alzaba los brazos festejando un gol que no significaba nada.

—Mario siempre ha jugado súper bien — dijo de pronto Eliza tímidamente, le pareció natural, que sería un comentario que haría siempre, ni de broma, Fany solo sonrió sin mostrar los dientes — ¿Estás enfadada? — preguntó Eliza temerosa.

—Para nada — dijo la chica sin mirarla — ¡Te amo!
Le gritó Fany a Mario y algunas reían en las gradas, el chico volteaba y sonreía nervioso, Fany nunca hacía eso.

—¿Entonces que pasa? — preguntó Eliza sin dejar su tono temeroso.

—Nada, Eliza, no pasa nada… Ni pasó, ¿Ok? — le dijo mirándola molesta.

—Solo vimos Netflix en mi casa — dijo Eliza bajando la mirada, Fany resopló molesta.

—¡No quiero saber nada! ¡Se los dije! ¡Ni que fueron a tu casa! — negaba molesta con fastidio.

—¡Perdón! — dijo la chica rogando — Mírame, estás enojada — dijo Eliza con la boca seca.

Fany la miró firmemente por un segundo, pero se derrumbó ante el patético semblante de su amiga, territorio virgen, todas las peleas habían sido culpa de Fany, todas las disculpas habían venido de ella, Eliza jamás era quien estaba ahí derrumbada pidiendo clemencia.

— Te amo, ¿Ok? Siempre será así.
Le dijo dulcemente Fany, lo que iba a ser un increíble sermón, se convirtió en palabras de amor, un firme abrazo y una tierna mirada.

—Yo también te amo… — dijo Eliza sonriendo, una lágrima recorrió su mejilla.

Les gustaba decírselo, a Paulina y hasta a Gabriela les decían que las querían, decirse que se amaban era solo para ellas y sus hombres, se miraron intensamente, Fany abrazó con fuerza a su mejor amiga de nuevo y Eliza derramó otra lágrima en su hombro.

—Perdón, nunca debimos hacer esa estupidez.
Dijo Eliza, Fany no quería tocar el tema ni con un palo, se resistió a decirle de nuevo que no lo mencionara, quería darle al menos un poco de consuelo.

—Ya, no importa, ya ni me acuerdo de quién fue la idea — dijo Fany con culpa, recordando que había su idea, sí que era su culpa.

Recordaba que había sido su idea y seguía negándolo, se sentía mal de pensar que había dicho tantas veces esa mentira, que seguro ya los había convencido de qué fue idea de Eliza y no de ella, recordar ese simple hecho la hacía pasar de estar a la defensiva a sentirse mal de nuevo, lo odiaba, por primera vez el drama no era su culpa y eso se sentía bien, se negaba a sentirse mal por eso.

—¿Por qué lloras? No estoy molesta — dijo Fany al mirar los ojos vidriosos de su amiga.

Quiso preguntarle por Julián, era evidente que estaban peleados, no la había visto sentada en las piernas del chico cómo siempre entre clases, quiso decirle que no importaba lo que hubiera pasado, que los perdonaba, que todo estaría bien, decirlo honestamente, darles un perdón sin siquiera saber que había sucedido, quería normalidad, volver a qué todo fuera como antes, pero decir más le soltaría la lengua a su amiga, fue egoísta.

—Es que Fany…
Balbuceó Eliza alzando la vista, Fany sintió que el corazón se le hacía un puño, temía ante la ominosa verdad.

—No, no quiero saber nada… Por favor — dijo Fany desviando la mirada, semblante histérico.

Eliza no dijo nada más, Fany no la dejó aliviarse tanto como ella quería, ambas odiaban que la otra fuera tan egoísta, Eliza odiaba que Fany no la dejara tener paz y Fany odiaba que Eliza quisiera liberarse a costa de ella.

Miraban el partido en silencio, Mario y Julián se negaban a voltear hacia sus chicas, Mario por no causar otro bizarro momento en que las 2 lo saludaran y Julián intentando remarcarle un punto a su novia, se lo pensaba dejar caro a Eliza, la tensión entre los 4 no hacía más que crecer.

Balón dividido, Rafael y Gonzalo chocaron tapando el remate uno del otro, típico tapón, pero bastante aparatoso, ambos caían al suelo y ambos equipos corrían al centro gritando y empujándose. En medio del barullo, Julián midió y pateó fuertemente a Mario a la altura del muslo, el guapo chico se dolió, pero no le daría el gusto de tirarse al suelo, Mario lo miró fijamente, Julián le sonrió y se perdió entre la multitud de su equipo. El cuarentón del silbato sonaba histérico el aparato en su boca y separaba a los 22 jóvenes como podía, cuando los jóvenes se tranquilizaron, el entrenador sonaba su silbato de nuevo y marcaba balón a tierra.
Se colocaban Julián y Mario al saque, los 2 capitanes, estaban claramente de lado del campo de Julián, Mario cedió el balón a tierra como dicta el fairplay, no ir por la pelota, intentando con todas sus fuerzas no ser un idiota.

“Ok, te merecías esa patada, sabes que te la merecías” pensaba Mario, viendo el balón para no ver a Julián.

Él ni siquiera amagó en ir por el balón, Julián notó que estaba distraído viendo el balón y pateó tan fuerte como pudo la pelota de duro cuero, justo a la linda cara de Mario. Un sonido seco y fuerte, una fuerte exclamación de las gradas y la cabeza de Mario se sacudía fuertemente, Eliza agachaba la mirada avergonzada, Fany miraba todo atentamente, mientras el preparatoriano trastabillaba con su propio pie y caía de nalgas al suelo de cemento. Alzó la cara furioso, Julián lo miraba fijamente con una mueca macabra que casi parecía una sonrisa, mientras corría de espaldas lejos de él. Todo mientras los 2 equipos corrían al centro de nuevo entre empujones y reclamos, pero Mario se levantaba y como buen mártir alzaba los brazos para calmar a todos, usando todas sus fuerzas para no sobarse el rostro, aunque lo llevaba claramente colorado y el cuarentón rápidamente sacaba una tarjeta amarilla a Julián, cosa que terminó de calmar los ánimos.

—A la siguiente te vas, no creas que no vi la patada de antes — le dijo el cuarentón del silbato en voz baja a Julián, quién solo asintió seriamente con la cara al piso.

Eliza y Fany en silencio, sintiéndose basura por haber causado un literal “lío de faldas”, pero también ambas pensando que sería bueno, que saquen el veneno, nada mejor para curar el ego herido de un hombre que unos cuantos buenos golpes. El partido se reanudaba, varios encontronazos aquí y allá, una vez que se enciende la mecha, la dinamita va explotando de a poco, así es el fútbol.
El entrenador anunciaba los últimos 5 minutos, no quería terminar con una pelea campal, las chicas respiraban, Mario cuidaba con la mirada a Julián. Tiro de esquina.
Rafael proyectaba el balón al centro del área chica, Julián saltaba y conectaba con la cabeza hasta el otro poste del arquero, quien solo pudo ver el balón entrando, el equipo festejaba, mientras Julián tomaba el balón y corría al centro del campo para el saque inicial de nuevo, pero el cuarentón del silbato lo detenía, le quitaba el balón y pitaba dictaminando el final del partido, empate a 1.
Las gradas aplaudían, algunos comentaban lo emocionante que había sido, más que la final del semestre pasado, ni Mario ni Julián se acercaron a las gradas, solo fueron directo a las regaderas. El cornudo entró primero, echó la vista a los lockers e identificaba el ridículo póster de un videojuego que tenía Mario colgado en su locker.

—Que nadie entre.
Le decía Julián rápidamente a Rafael, ¿Ese patético bufón que todo bully tiene? Ese.
Corrió al casillero de Mario sin tener una idea muy clara de lo que iba a hacer, un grueso candado resguardaba la puertita, torció la boca decepcionado, pero algo se le ocurriría.

—¿Por qué? Quítate, tengo una cita en 2 horas — le reclamaba Esteban a Rafael en la puerta de los vestidores, detrás Mario mirando todo.

—No pueden entrar, no aún — decía Rafael manteniéndose firme, encontraba un patético orgullo en nunca fallarle a Julián.

—Te voy empujar — dijo Esteban mirándole a los ojos, Rafael afianzó sus pies en el suelo y su mirada en los ojos del otro chico, pesaba el doble que él.

—¿Qué esperan? Nadie se va sin un regaderazo ya saben, apestan, dense prisa, carajo — decía el entrenador llegando al barullo en la puerta.

Los jóvenes entraban, Rafael corrió primero y miraba a Julián de pie en una banca y dar un salto al piso al verlo.

—Perdón, el entrena-

—No importa, siéntate, tienes que ver esto — dijo Julián rápidamente riendo con sorna.

Los adolescentes entraban, Julián y Rafael esperaban sentados viendo todo, Rafael con curiosidad, Julián conteniendo la risa. Mario llegaba a su casillero, lo abría tranquilamente y notó humedad en la puerta, cuando abrió por completo y miró su cambio de ropa completamente empapado, no comprendía que sucedió. Julián comenzó a reír a carcajadas ante Mario que miraba detenidamente su ropa, y Rafael le siguió solo porque era un idiota.

—¿Tú hiciste esto? — dijo Mario dándose la vuelta, 2 o 3 chicos se detenían a mirar, Mario sostenía su blusa favorita en mano, empapada, Julián reía más — Gran cosa, mojaste mi ropa — dijo Mario sin comprender la histérica risa de Julián, que solo se multiplicó aún más al escucharlo, más chicos se detenían a cada segundo a mirar — ¿¡Qué!

Preguntó Mario furioso en voz alta, daba un paso hacía Julián, quién reía tanto que tenía la cara apuntando al suelo y los ojos cerrados, Rafael reía como el idiota que era mirando a Mario, aunque sin siquiera comprender por completo que sucedía, pero entonces Mario miró su playera de cerca, goteaba… Amarillo.
Mario olió con terror la blusa, todos miraban, retiró la cara por el hedor a orina tan penetrante de la blusa, Julián había orinado por una de las rendijas de su casillero. Mario soltó la blusa por reflejo, cayó pesadamente al piso y el golpe la hizo desbordar el amarillento líquido, 3 chicos miraron de cerca.

—¿Orinaste su ropa?
Preguntó Esteban confundido a Julián viendo la blusa en el suelo, con una sonrisa qué no sabía decidirse entre si era jodidamente divertido o si Julián estaba mal de la cabeza. Julián asentía aún riendo como enajenado y varios rieron, otros miraban incrédulos la situación, dos pensaron que eran demasiado maduros para eso y entraban a las regaderas.

—Puto loco de mierda — le decía Mario a Julián, el imbécil de Julián se limpiaba una lágrima de la risa ignorándolo.

—Ignóralo, es un niño, enjuaga la ropa en la regadera, la lavas en casa, no es gran cosa — le decía Esteban tomándolo del hombro.

Mario miraba su blusa en el piso, ojos inyectados en furia, a punto de lanzarse sobre Julián, permitió los golpes, incluso los comprendió, pero esto era demasiado, sobrepasaba el plano físico, esto iba a humillar, a hacer daño, no era un “sano” desquite, era una retorcida treta que fue más allá. Esteban lo notó, apretó su hombro.

—No — le dijo firmemente y Mario lo miró preguntándole porqué con la mirada — Está celoso, es obvio que serás el 9 del equipo este semestre, no le des el gusto, los echarán a ambos del equipo, dale donde le duele — le dijo Esteban y con la última frase, Mario sonrió.

—Bueno, supongo que no tengo ropa interior tampoco para el regaderazo — dijo en un tono de voz burlón y con el volumen suficiente para que Julián lo escuchara, él lo hizo y lo miró sonriendo confundido — Me tendré que dar un regaderazo desnudo — dijo Mario y Esteban reía confundido a su lado.

Mario miraba a Julián, su estúpida sonrisa confundida se fue convirtiendo en un ceño fruncido mientras el joven guapo se quitó la camisa deportiva y luego los shorts sin vergüenza frente a él, Julián resopló confundido y burlón.

—¿Nos está seduciendo? — dijo Rafael burlón intentando hacer reír a su superior, pero Esteban y Julián miraban igual de confundidos en silencio.

Mario le sostenía la mirada a Julián, se reincorporó ya solo con unos boxers apretados negros, lo miró por última vez, casi sonriendo, esperando que aquello que planeaba saliera tan bien como lo veía en su mente y no quedara como un idiota, las regaderas ya llenas y los vestidores casi vacíos, excepto por ellos 4.
Mario tomó los costados de sus boxers dispuesto a bajarlos, recordando las crueles palabras de Eliza sobre que Julián tenía la verga más chica que él, "diminuta junto de ti", rogaba a todos los dioses que la diferencia fuera tan notable cómo para que su movimiento impactara y valiera la pena…

Y bajó sus boxers frente a él hasta sus pantorrillas, se los quitó por completo ayudándose con los pies, lo confrontó con la mirada fijamente, así que pudo ver con satisfacción como Julián miró por 2 segundos a su magnífica verga flácida, aún estando así, era lo suficientemente larga para destacar, con un grueso bastante decente y las enormes bolas estaban ahí también.

—¡¿Qué te pasa?! — dijo Julián levantando la mirada, sonriéndole incrédulo, a punto de estallar.

—Nada, no tengo otro cambio, tendré que darme el regaderazo así — dijo Mario sonriendo con sorna, sabiendo que su disparo había dado en la diana.

Rafael y Esteban no comprendían, veían todo confundidos y admirados, como si fuera un evento cósmico, ellos ni siquiera se inquietaron por la evidentemente enorme verga de Mario, el que se hubiera desnudado frente a Julián era suficiente. Mario caminó a las regaderas, otro chico por ahí lo notaba desnudo y reía un poco, pero nadie le tomaba demasiada atención, quienes tomaban la ducha completamente desnudos eran atípicos, muchas veces en broma queriendo molestar o gritando histéricos cómo locos después de una gran victoria, era poco común, pero no lo más extraño del mundo entre adolescentes idiotas después de hacer deporte, simplemente le ignoraron un poco, claro, hasta que Julián hizo "grande" el asunto, nunca mejor dicho.

—¡¿Qué significa esto?! — gritó Julián histérico siguiendo a Mario.

El celoso novio de Eliza lo confrontó, sabiendo que ambos sabían exactamente que significaba, Mario literalmente se midió la verga contra él, y aunque Julián no se la sacó, quedó claro el ganador por la reacción, en ese momento sí que voltearon todos, incluso vinieron algunos desde la regaderas, silencio total, mirada fija en el espectáculo.

—Nada, déjame en paz — dijo Mario con desinterés, más por joderlo que por estar realmente tranquilo.

—¿Qué? ¡¿Eres un maricon?! — le dijo el desesperado joven dándole la vuelta a Mario por el hombro — ¿Buscas parejita aquí o qué? — preguntó intentando hacer daño, despistando su propio ego herido.

Todos miraban, mayormente emocionados, sería un chisme épico.

“¿Recuerdas cuando Mario peleó desnudo con Julián? Jajajaja”

Todos miraban, silencio sepulcral, por eso casi nadie lo notó, solo Esteban y Rafael notaron al entrenador, Rafael casi abre la boca, el cuarentón le dijo que se callara poniéndose un dedo en la boca.

—¿Buscas un buen culito por aquí? — insistió Julián sonriendo con sorna.

—Créeme… Tengo suficientes CULOS a mi disposición — dijo el más guapo sonriendo con malicia, la sonrisa de Julián se borró de golpe.

El dolido joven le escupió en la cara a Mario, un escupitajo enorme y viscoso que le tapó la mitad de la visibilidad haciéndole cerrar un ojo, el entrenador avanzó hacia ellos decididamente, el cuarentón caminó firmemente hacía los 2 tarados adolescentes entre los gritos emocionados de todos, que callaban poco a poco mientras notaban por fin al hombre acercarse a los que peleaban. Mario vio al hombre detrás de Julián acercándose y mirándolo fijamente, amenazándole con la mirada para que no contestara la agresión, pero no le importó, ya había soportado bastante, ya era suficiente… Le dio un firme cabezazo con todas sus fuerzas, usando la espalda y dejando bien trabado el cuello, escuchó como la nariz de Julián crujía y el joven caía al suelo doliéndose con chillidos patéticos, y cuando Julián cayó, el furioso entrenador lo miraba con su compañero a sus pies.

—Los 2 a mi oficina — dijo el hombre furioso, ni siquiera tuvo que alzar la voz, nadie hacía un solo ruido.

—¡¡Me Rompió La Na-!! — intentó hablar Julián desde el suelo.

—¡¡AHORA!! — grito furibundo el hombre, Mario hasta dio un salto del susto.

Mario entraba (ya vestido con el sudado uniforme) a la oficina del entrenador, el hombre aún furioso lo miraba entrar, tenía los 2 reportes listos sobre el escritorio, sus manos descansando sobre cada uno, Julián estaba sentado en una de las sillas sosteniendo una enorme bola de papel higiénico llenó de sangre sobre su nariz, Mario tomó asiento sin voltear a verlo.

—Obviamente los 2 están fuera, no sé qué mierda fue eso en los vestidores, pero no lo toleraré aquí — miró a Julián — 3 meses fuera — y le entregó su reporte lleno — Y tú estás 2 meses fuera — le dijo entregándole el suyo a Mario.

—¿¡Por qué yo 3 meses y él 2!? — preguntó Julián, con un acento patético.

—Lárgate a la enfermería antes de que sean 5, vi como le provocaste — le dijo el hombre a Julián, el joven lo miró furioso, se levantó y se fue azotando la puerta de la oficina, el hombre barbado esperó 2 segundos, miró a Mario fijamente — No sé que líos tengan ustedes 2, seguramente es por una vieja, a su edad siempre es por eso, créeme, no lo vale, ningún culo lo vale, dejen de ser unos idiotas y ya sabes, mañana quiero eso firmado por tus padres — le dijo el hombre a Mario, él solo escuchó y tomó el reporte de su mesa, el hombre le indicó con una mano que se largara y el chico así lo hizo.

Salió lentamente de la oficina del entrenador, afuera en la jardinera, su peor miedo ahí sentado, su pequeña Fany, con cara de qué obviamente ya lo sabía todo. Los jóvenes caminaron de la mano en silencio hasta la casa de ella, más por costumbre que por voluntad, no dijeron nada hasta llegar a la casa de ella, tampoco lo hicieron los primeros 15 minutos que estuvieron ahí dentro.

—A verlo… — le preguntaba Fany pidiéndole el reporte que él aún llevaba en la mano, él se lo entregaba sin mirarla y ella leía — “El joven Mario Mendivil y su compañero de equipo, Julián Jaras, tuvieron una pelea en los vestidores de la escuela, se hicieron de palabras, Julián le escupió en la cara al joven Mario y este contestó con un cabezazo al joven Julián. Aún esperamos el parte médico del joven Julián, aunque parecía estar bien y estaba consciente” — leyó Fany con seriedad y le regresó el papel a su novio que lo tomó con desinterés.

—Lo siento — dijo Mario mirándola por fin.

—¿Por qué? Discúlpate con Julián, de por sí tiene la nariz fea… — dijo Fany intentando animar al joven, él no sonreía.

—Sé que a lo mejor esto te causará problemas con Eliza — dijo él, ella agachó la mirada.
—¿Qué sucedió ayer Mario?
Preguntó Fany aterrada, pero todo había llegado a un punto de quiebre, literalmente. Le dio un segundo y alzó la vista para confrontar a su novio con semblante serio.

—¿Te duele mucho? — le preguntaba Eliza preocupada a Julián.

El médico de la escuela terminaba de colocarle la férula nasal al joven, cada minuto que pasaba su aspecto empeoraba, el tabique evidentemente desviado, unas sombras moradas intensas; casi negras, debajo de los ojos del joven.

—2 semanas y viene a revisión, joven — le decía el cincuentón en bata y le extendía una receta médica — Solo en caso de dolor agudo — finalizaba y le sonreía, indicándole pasiva-agresivamente que saliera de ahí.

La parejita caminaba fuera de la escuela, a medio metro de distancia y todos veían a Julián como si fuera un bicho raro, el joven caminó hasta una esquina algo solitaria, se detuvo y volteó a ver a su chica.

—¿Me vas a dejar? — preguntó Fany melancólica, él la miró seriamente.

—No sé… ¿Volverás a verlo? — preguntó sin perder detalle de la cara de ella.

—No — dijo ella rápidamente.

Él la tomó dulcemente de las manos, la miró intensamente a los ojos, ella no quería mirarlo, le dolía más que a él todos esos moretones alrededor de su nariz, culpa. Pero lo miró porque él la miraba, ambos sabían que se acercaba el gran momento, ambos sabían que si él preguntaba algo en ese preciso instante ella diría la verdad, toda la verdad, porque todo escaló. Las travesuras se mantienen en secreto y negación cuando son divertidas e inocuas, solo es un estúpido jarrón roto, pero cuando resulta que precisamente ese jarrón era un regalo invaluable de hace 5 generaciones, los tíos empiezan a gritar echándose la culpa unos a otros y confrontan todos juntos al principal sospechoso, el niño travieso se achica, solo la verdad puede salvarlo de esa tortura que parece no tener fin, la culpa y el miedo lo invade, ve todo lo que causó y quiere que paré, sabe que solo la verdad lo hará libre. La niña traviesa se sentía así en ese momento y Julián abrió la boca para preguntar, pero al notar la mirada suplicante de Eliza para que no lo hiciera, él tuvo piedad.

—Nunca vuelvas a verlo — dijo él teniendo clemencia y ella asintió casi sonriendo, lo abrazó con delicadeza y soltó una lágrima en su hombro.

—Dijiste que no querías saberlo — dijo Mario nervioso, ella lo miraba.

—No quiero… Pero probablemente Eliza se lo diga a Julián porque todo se fue a la mierda, necesito saberlo, no quiero, necesito — dijo Fany aún mirándolo, torció la boca sin querer.

—Fuimos al cine — dijo él con la boca seca, ella asentía — Vimos esa estúpida película de chicas — dijo intentando reír, aligerar, ir despacio, preparar el golpe.

—¿”Pasión de verano”? — preguntó ella riendo nerviosa, él asintió — ¡Puagh! Menos mal que la viste con ella, ni de broma iré a verla contigo — agregó cómicamente.

—Solo pedí boletos para la función más próxima y era esa, yo tampoco quería verla — dijo nervioso, reían un poco, uno al lado del otro sentados nerviosos en la cama de ella, silencio de 2 segundos, él miraba sus manos, ella sus pies.

—¿Después? — preguntó nerviosa.

—Nos comimos unas de esas enormes hamburguesas de Jhonny’s — dijo sonriendo, Fany las odiaba.

—Definitivamente aprovechaste para hacer todo lo que odio — dijo ella riendo, pero le siguió un silencio sepulcral, ambos notaron lo ominoso de esa sentencia premonitoria — Están súper grasosas, no entiendo como te gustan — agregó seriamente — ¿Fueron a su casa? Ella me dijo que vieron Netflix — lo soltó, le temblaban las manos, se agarró fuertemente a su cama.

—Sí… — dijo él nervioso, se negaban con todas sus fuerzas a mirarse — Pero… — comenzaba nervioso.

—Ok, no me des detalles — dijo ella rápidamente aterrada, quería ser valiente, pero no podía — Solo mmmm… ¿Pasaron cosas? — dijo con el corazón a tope.

—Sí — dijo él aún sin mirarla.

—¿Todo? — preguntó aterrada, se le escapaba una lágrima, se odiaba por ser tan débil.

—Bueno, es que… O sea, ella me- — balbuceaba torpemente.

—¡Sin detalles, Mario! — dijo furiosa, resopló, vista al frente — ¡Solo dime si pasó todo! TODO, ya sabes… — lo miraba fijamente.

—No, no, todo no — dijo él sintiéndose al menos un poco aliviado.

—Ok, con eso basta — dijo quitándole la mirada de encima por fin, se aferraba a ese clavo ardiendo que le daba ese patético alivio de que no pasó “todo”.

—¿Segura? — preguntó él ahora mirándola.

—Sí — dijo la chica decidida y se levantó de la cama — ¿Quieres ver algo? — preguntó ella forzando la normalidad otra vez.

—No — dijo él confundido, miraba a su novia como si fuera una psicópata — Debería irme, debo darle esto a mis papás, mi padre estará furioso — dijo aterrizando en la asquerosa realidad.

—Por eso, veamos algo, a lo mejor no puedes venir en un tiempo — dijo ella sonriéndole melancólicamente, ya sabes, tragedias adolescentes jajaja.

Él asintió sonriendo de igual manera. Se acostó sobre la cama mientras ella buscaba el mando de la smarTV y se echaba a lado de él. Ponían cualquier cosa, como siempre, miraban en silencio mientras él la abrazaba cálidamente y ella escuchaba recostada en su pecho su corazón latir. Ella comenzó la ofensiva, levantó la cara y lo besó, se subió encima de él y se sonreían.

Se quitaban la ropa, reían nerviosos y se besaban, él intentaba no comparar, lo odiaba, una retorcida culpa combinada con decepción y cachondez lo invadía al ahora tener las raras tetas puntiagudas de su novia frente a él y recordar los preciosos pechos perfectamente redondos de Eliza. Se quitaba rápidamente los pantalones y ella le sobaba su enorme verga completamente erecta, benditas erecciones adolescentes, siempre listas. Ella misma se quitaba la falda y las bragas blancas de abuela, se acostaba de perfil en la cama y bajaba a la altura de la verga de él.

—¿Te la chupó Eliza? — preguntó ella nerviosa, él abrió los ojos histérico, respondiendo sin responder, ella sintió una puñalada en el corazón y una confusa punzada en el coño — Si ella te la chupó, lo haré yo también — dijo nerviosa, presionando, exigiéndole que acabara de atravesarle el pecho con esa daga.

—Sí — dijo él sin saber a cual de todos sus confusos pensamientos tomar en cuenta.

Fany miraba el enorme pedazo de carne en su mano, no se le antojaba ni un poco poner esa deforme vara cerca de su cara, pero ver la cara emocionada de él la hizo cambiar de opinión.

—Móntame — le decía Julián en voz baja y emocionado a Eliza.

Intentaban estar en silencio en su cuarto con los padres de él fuera en la sala. Ella llevaba 20 minutos torturándolo acariciándole la verga lentamente con ese lubricante que les dieron en la clase de sexualidad.

—¿Seguro? — preguntó emocionada y sonriendo la chica.

—No, seguramente no quiero metértela — decía él sarcásticamente aún en voz baja, ella reía un poco.

—Pero ya sabes que soy bien ruidosa — dijo ella y lo besaba apasionadamente — Y la nariz… ¿No te dolerá por el movimiento? — preguntó más seriamente.

—Me aguanto — dijo él sonriendo y ambos reían un poco.

La chica se puso de pie emocionada, caminó a la puerta del cuarto de su chico y verificó que tuviera el pasador puesto, así era siempre, ella lo hizo mil veces, siempre estaba más temerosa que él de que sus padres entrarán, no importaba, esos comprensivos y modernos padres jamás lo harían, no es como sino supieran que sucedía ahí dentro, pero preferían pensar que era mejor de esa manera, la alternativa era qué su retoño se arriesgara en turbios moteles o lugares públicos, eran buenos padres, bueno, según como lo veas.

Eliza caminó de regreso a él mientras Julián bajaba sus pantalones hasta sus tobillos, se ponía el condón y ella se sacaba sus lindos cacheteros morados con encaje por debajo de la falda, intentó no mirar su verga, no quería pensar en Mario, así que solo fue a él directamente para montarlo, sin ponerse de rodillas esta vez frente a él. La chica lo miró intensamente como siempre lo miraba mientras se subía en él, tomaba su verga por debajo con la mano y se sentaba en ella, él amaba eso. Julián sentía la deliciosa calidez húmeda de la chica abrazarle la verga y ambos gemían un poco cuando ella se terminaba de sentar sobre sus bolas con la verga bien metida, se miraban intensamente y se besaban igual.
Él la tomaba de su lindo culo con ambas manos, la subía y bajaba lentamente, ella hacia esa cara histérica de siempre, como si la quemaran con un cigarro y no soportara el dolor, llegaba tan profundamente como podía en ella y la chica lanzaba un suspiro combinado con gemido, él sonreía y ella reía nerviosa por sus propios ruidos. Tomaban un poco de ritmo, unos tenues sonidos húmedos venían de ahí debajo, se besaban apasionadamente, ella movía las caderas con ritmo y él disfrutaba, se miraron, él no soportó el impulso.

—¿Solo vieron Netflix? — preguntó nervioso, ella paró medio segundo, mirada aterrada, siguió para intentar despistar.

—¿Qué? — preguntó haciéndose la idiota.

—Él me dijo que fueron a tu casa — dijo nervioso mirándola.

—¿Le hablaste? ¿Cuándo te lo dijo? — preguntó a la defensiva, dejó la verga de él dentro y paró de mover las caderas, no sabía si saltar fuera de ahí y confrontarlo, o rogar perdón.

—No estoy enfadado — dijo él mirándola fijamente, ni él sabía si eso era verdad.

Julián se acomodó, le tomó el culo y le clavó la verga un poco más de golpe, ella se retorció sin hacer ningún ruido, sin dejar de mirarlo. Él abrió su blusa lentamente, le pasó las manos detrás y le liberó el sujetador, ella lo miraba fijamente intentando averiguar que pensaba él, aterrada, confundida, nerviosa, triste, culpable, pero su coño no la deja concentrarse. Julián comenzó a chuparle los pezones, y ella se retorcía, quería escapar, lo empujaba débilmente por el pecho y gemía tímidamente, él apretó sus preciosas nalgas y se la metió fuertemente 2 veces de golpe. Ella se perdía, demasiada estimulación, la deliciosa boca de su novio iba de un pezón a otro, sus manos apretaban con fuerza sus nalgas y comenzaba a tomar velocidad moviendo la cadera para meterle la verga, demasiado bueno, al menos para sus estándares.
Porqué Julián no era precisamente el mejor amante, era un buen novio, atento, lindo, caballeroso, no olvidaba una sola fecha y no había pasado un solo día sin que le dijera que se veía hermosa, bueno tal vez ese día con todo ese asunto, pero solo ese día. Él pagaba todo, sabe dios que se esforzaba siempre consiguiendo dinero de aquí y allá, le regalaba flores a veces sin razón y jamás le alzó la voz aunque estuviera furioso. Era algo histérico y celoso, ¿Pero que adolescente no lo es? Lo dicho, un excelente novio.
Sin embargo en el apartado de amante fallaba un poco. Ella siempre saltaba sobre su verga hasta sacarle el alma, le chupaba la verga como una campeona y jamás se acobardó a follar en silencio en su cuarto. Pero él no le había comido el coño nunca, ni hablar del culo, no era precisamente el chico con más resistencia antes de correrse, no tenía la mejor verga, era demasiado delgado y cuando ella montaba, él solo se dejaba querer, lo que hacía en ese momento la volvía loca en 2 minutos.

—Espera, espera — dijo ella con los dientes chocándole un poco, él sorbía su pezón derecho y le metía la verga cuan profundo podía al mismo tiempo — ¡Sí! ¡Así! — dijo ella con naturalidad y él la miró con histeria sarcástica porque ella alzó la voz y ambos reían.

—¿Solo vieron Netflix? — preguntó él y hundía la cara en el delicado cuello de la chica para lamerlo.

—Solo vimos Netflix, lo juro — mintió desesperada entre sus gimoteos sexuales, él le clavó la verga con fuerza, ella le clavó las uñas en los antebrazos.

—¿Segura? — le dijo mirándola lujuriosamente, le clavaba la verga 2 veces más y se retorcían — Tienes la oportunidad de decirme la verdad sin castigo ahora mismo, tienes suerte porque estoy súper cachondo — dijo él concienzudamente.

Le dio tiempo para pensarlo, no quiso presionar, pero tampoco desviar la atención hablando de otra cosa, le hundió la cara en el cuello, le sostenía con una mano una nalga, la penetraba lento, pero profundo y le acariciaba un pecho con la otra mano, él sabía que era demasiado, nunca se había esforzado tanto porque nunca lo sintió necesario, se sentía estúpido al pensarlo en ese momento viendo como se ponía ella.

—Nos besamos — dijo ella abrazándolo, juntando su mejilla con la de su novio, no quería mirarlo.

Él sintió exactamente lo mismo que Fany, un disparo en el corazón y que la verga le daba un salto.

Fany le pasaba la lengua torpemente por encima de la verga a Julián, aún así el chico se retorcía un poco y la miraba emocionado, no hay mamada mala, no importa lo que te digan, no hay mamada mala. Y si ella hubiese visto su cara, se hubiera reído, cualquiera nos hubiéramos reído, una genuina cara de idiota lujurioso, con la sonrisa de pendejo y todo. Fany le pasaba la lengua por sus enormes pelotas y él gemía honestamente, ella alzaba la mirada y al ver qué él levantaba la cara hacia la cabecera de la cama se sintió valiente sin la mirada del chico “encima”.

—Eliza… ¿Te la chupó mucho? — preguntó nerviosa.

—¡Sí! — dijo él, ella le pasaba la lengua a todo lo largo y él la miraba sonriendo — Un chingo, como 20 minutos, una mamadota la verdad — dijo sin pensarlo, no estaba seguro de que pasaba, caminaba un territorio minado y tomaba mas confianza con cada paso.

—¿Te gustó? ¿Tú se lo pediste? — preguntó nerviosa, le tomaba gusto a la deliciosa tortura.

—Me encantó, la chupa demasiado bien… se la tragaba toda.
Dijo él lanzándole una pista, ella lo comprendió y por fin dejó de pasarle la lengua por fuera y se metió de una buena vez esa verga a la boca, él se retorcía, la miraba y le acariciaba la cabeza.

—¿Se manosearon rico? — preguntaba Julián mirando fijamente a Eliza.

—Sí — dijo ella nerviosa, se miraban fijamente, ojos bien abiertos, era difícil enfocarse — Hasta me metió las manos debajo de la falda y me sostenía el trasero con las 2 manos — remató buscando reacción, sin saber que esperar realmente, todo era demasiado confuso.

El joven sentía la daga clavarse más en su pecho y que la verga le iba explotar, le comenzó a quitar desesperadamente la blusa a la chica y ella lo permitía, la tiró al suelo, tetas al aire como dios manda sin que nada estorbara y ella le arrancaba la camisa a él, se desesperaban, él salía de ella y se ponían de pie, se terminaban de desnudar mirándose y sonriendo emocionados, nunca habían estado completamente desnudos en el cuarto de él, demasiado peligroso, bueno, eso pensaban ellos.

Él la puso violentamente en cuatro patas, siempre medio cuerpo sobre la cama, rodillas en la alfombra y culo hacia él. Julián no se cansaba de la vista del hermoso culo de ella así, ningún hombre heterosexual se hartaría, el lindo, pequeño y redondo trasero de Eliza era un espectáculo en esa posición. Le separó una nalga desesperado y le metió la verga de golpe, se acostó sobre su espalda acercando su boca a su oído y lamia la oreja superficialmente, mientras movía delicadamente las caderas penetrándola.

—Nos estábamos besuqueando en mi sillón de la sala — decía ella, él le besaba el cuello — Nos manoseamos todo… TODO — remarcó lujuriosamente ella.

—¿Se la viste? — preguntó nervioso y le metió la verga de golpe dándole su recompensa anticipada a la chica.

—¡Sí! — expresó apenas inteligiblemente entre sus gemidos — Y le ofrecí una mamada — remató con crueldad.

—¿Tú se lo dijiste?... Puta.
Dijo él emocionado, ambos sintieron un delicioso escalofrío, siempre es un salto de fe decirle “puta” a tu chica por primera vez, esa fue la primera de ellos.

—Sí yo le dije, tiene una vergota, se la mamé toda — dijo ella ya con los ojos cerrados, más allá de la razón, aunque hubiera querido, no hubiera podido cerrar su boca.

Julián recordaba a Mario desnudo en los vestidores, pensaba con furia y cachondez mezclada, lo grande que se veía ese falo… Ella decía la verdad. Le dio la vuelta desesperado, ella cooperó, acostada sobre la cama, levantando las piernas, piernas que él tomó y subió a sus hombros, mientras él seguía de rodillas en la alfombra frente a ella, sacrificó la linda vista de sus preciosas nalgas redondas por mirar su cara.

—¡Sí! ¡Así! ¡Más! — exigía Mario sosteniendo la cabeza de Fany que intentaba tragar lo más que podía de su verga.

—Ponte el condón — dijo ella sonriéndole.

—No, chúpamela más — dijo él con autoridad, ella lo miró confundida, él no era así.

Mario le tomó la cabeza a su chica y la regresaba a su labor oral, la chica se sometía, de algún modo le gustaba, Mario nunca era así, pero a ella le encantaba. Él le empujaba histérico la verga en la boca hasta hacerla dar arcadas, gemía profundamente y adoraba la vista de su chica con su verga en la boca, ella lo miraba desde abajo.

—Ella solita me ofreció la mamada, le encantó mi vergota y dijo que la tengo más grande que Julián — dijo él lujuriosamente mirándola a los ojos y ella iba más profundamente, de algún retorcido modo le ponía cachonda que su macho triunfara sobre otro — Se tragó mi corrida — dijo el adolescente y Fany hizo un firme chupón de arriba abajo como recompensa por la deliciosa declaración, una firme chupada ruidosa y húmeda, él se retorció dispuesto a darle más, otro azote — Hasta me pidió que le hiciera fotos y vídeos — dijo emocionado, ella se soltó fuertemente de su agarre, desesperada.

—¿Los tienes? — preguntó, emocionada, confundida, furiosa, cachonda.

—No, porque revisas mis cosas, loquita celosa — le dijo y rieron — Los tiene ella, me los pidió — agregó rápidamente.

—Pídeselos y me los enseñas — dijo sonriendo torpemente — Para reírme, de seguro se ve bien pendeja — agregó rápidamente, riendo falsamente y obviamente mintiendo, ambos lo sabían.

—Solo si te tragas mi corrida — le dijo él sonriendo con malicia.

—¿Te gustó chupársela, puta? — dijo Julián con confianza y lujuria, sosteniendo las piernas de su chica y penetrándola de golpe.

—Me encantó su verga… — dijo ella, se miraron — La tiene mejor que tú — dijo ella sonriendo cruelmente.

Él devolvió la sonrisa y se dejó caer sobre ella, estirando sus piernas, sosteniéndose con las puntas de los dedos sobre la alfombra, doblando las piernas de ella, dejando las rodillas de la chica cerca de su propia cara y ambos rostros cerca, se besaban apasionadamente.

—¿Te tragaste su corrida? — preguntó él emocionado.

—Cómeme el coño — exigió ella de pronto, él la miró confundido — Cómeme el coño y te cuento todo… TODO — agregó rápidamente retándolo con la mirada.

Mario se ponía de pie tomando de la mano a su chica, ella gateaba, él sentía un subidón de poder al ver eso, se detuvo, le ofreció la verga con la mano y ella la tomó con una mano y comenzó a chupar, él le retiró la mano de un movimiento rápido, tomó las manos de la chica y las puso sobre su firme trasero, sus manos sobre la cabeza de ella y comenzó a follarle la cara, lento y delicado, pero también lo más profundamente que podía.
Julián salía de Eliza y se ponía de rodillas frente a la chica, ella sonreía con malicia, él arqueaba la espalda para alcanzar con la cara el lindo coño de su novia y comenzaba a comerle desesperado la entrepierna.

—Le chupé toda la vergota un ratote — decía Eliza disfrutando, abría cuánto podía las piernas, disfrutaba la vista de su chico ahí debajo — Le lamí las bolas — decía, gemía y se retorcía cuando Julián le pasaba la lengua por el clítoris — Le dije que me quería tragar su corrida, yo misma le dije — decía mirando a su hombre satisfacerla, él sorbía su coño con fuerza y ella se retorcía — Le chupé la verga hasta sacarle la corrida — dijo desesperada.

—¿Te tragaste su corrida? — preguntó Julián desesperado, Eliza sonrió, tomó su cabeza y lo regresó a su coño.

—Me tragué toda su lefa… Sabía asquerosa, pero igual lo hice — dijo ella mirando a los ojos a su hombre comerle el coño.

—Le comí el culo y el coño — decía Julián yendo hasta donde sabía que podía ir en la garganta de Fany, ella se separaba violentamente.

—¿En serio? ¿Te gustó? — preguntó asombrada, mirándolo, él la regresó con fuerza a su verga.

—Luego me quité las bragas y lo hice comerme el coño… así como tú ahorita — dijo Eliza riendo un poco, Julián sonrió nervioso desde abajo.

—¿En serio? Entonces te vio toda desnuda — preguntó nervioso Julián, Eliza le tomó gentilmente la nuca y lo hundió en su coño.

—Se puso en cuatro patas para que le comiera el culo — dijo Mario yendo un poco más allá de dónde estaba permitido, gimió y Fany lanzó una escandalosa arcada, respiraba histéricamente, lo miró, casi dice algo, él le metió la verga en la boca de nuevo.

—Le puse todo mi lindo trasero en la cara, me lamia bien avorazado entre las nalgas.

Decía Eliza con los ojos cerrados, solo disfrutando, igual que Mario, ambos gozando la complacencia oral de sus parejas, perdidos, más allá de la razón, el pudor o la gentileza con sus parejas, contando con lujo de detalle lo sucedido, sintiendo que el orgasmo estaba cada vez más cerca, disfrutando torturar a sus parejas y el ser complacidos egoístamente.

“El wey tenía la cara bien metida entre mis nalgas”

“Me encantó tener su culo en mi cara, y sabía deliciosa entre las nalgas”

“Me provocó un orgasmo a puras lamidas”

“Hasta las piernas le temblaron mientras le lamia el coño”

“Me llenó la cara de semen al último”

“Le eché toda mi corrida en la cara a la muy puta al último”

Contaban y contaban, sus parejas solo escuchaban y se esforzaban en complacerlos, sabiéndose sometidos, disfrutándolo, queriendo escuchar más, sin interrumpir más, en muy poco tiempo aprendieron que ellos responderían a todas sus preguntas sin que las hicieran, siempre y cuando no se detuvieran, sufriendo, disfrutándolo, deseand

1 comentario - Fany, la cornuda. Cap 2.

lZakll
¿Aquí termina? Por favor debe seguir, buenísimo.