Víctima de la más agradable sorpresa

Buscábamos nuevas sensaciones, y nuestros juegos siempre estaban diseñados para ensanchar los límites. Siempre buscábamos un poco más. Siempre queríamos ver qué más podíamos sentir. 
Nuestros encuentros siempre fueron placenteros, y terminábamos acabados, transpirados y sonrientes. Pero habíamos aprendido que cada vez que agregábamos algo al encuentro, nos regalábamos algo de placer. 
Ya habíamos pasado por mucho: juguetes, sogas, cremas, lecturas, pornografia, lencería, fotos íntimas, audios. Y estábamos en plan de explorar la incorporación de otros a nuestros secretos. 
Todas las experiencias, las más, las menos, fueron muy divertidas, satisfactorias. Como si fueran nuevas manchas al tigre. Es decir, a nosotros dos, los tigres de esta cama.
Hacía días que Marga estaba rara. Claro, el jueves entendería. Pero ya empecé a darme cuenta de por donde venía la cosa el miércoles.
Recibí un mensaje de WhatsApp que decía “¿Podés atendernos mañana? Tenemos una consulta jurídica que hacerte.”
Si algo aprendí en toda esta historia, es a no hacer preguntas pelotudas. Ella era una mujer casada, y una de las claves del éxito de nuestros juegos sexuales era la extrema discreción.
Así que contesté “Pueden pasar por el estudio cuando quieran”, cuando en realidad me moría por preguntar con quién pensaba venir a verme, qué estaba planeando, a qué hora.
Bueno, eso de la hora tendría una respuesta inmediata “No. Necesitamos que vengas a vernos. Te esperamos a las 9.30 horas en… “ y me pasó así, sin más, la hora y el lugar. 
Llegó la mañana, me tomé un taxi hasta el lugar. Una vieja casona del barrio de Colegiales. Toqué timbre, y sin que me contesten, escuché el chirrido inconfundible de la puerta que permitía el acceso. Así que entré. 
Escuché su voz que me gritaba desde adentro que pasara, que estaba abierto. Todo estaba en penumbras. Apenas una luz tenue que me permitía avanzar sin tropezarme con nadie, y dirigirme hacia donde creía desde donde había salido la voz de mi amante.
Era un cuarto bastante grande, y allí me recibió. Con un beso en la boca, y entre los labios murmurándome, déjate llevar.
Y vaya si me dejé llevar. 
Detrás mío, sentí dos manos acariciándome el cuello, y bajando por mi espalda. Mientras me daba vuelta, me encontré con una mujer hermosa, adulta, envuelta en la más erótica y sencilla lencería: medias negras, portaligas y sin corpiño. Una fina bombachita con transparencias y unos pechos enormes, turgentes, que buscaban mi boca. 
Vi a mi amiga que se desnudaba por completo, pero que no se acercaba a nosotros. Se sentó en un sillón y se cubrió con una manta. 
En el cuarto estábamos solos los tres: Marga, su cómplice, a quien no tenía el gusto de conocer, ni sabía su nombre, pero que en apenas un segundo ya conocía el sabor de su concha. También había uun sillón donde ella estaba sentada, desnuda, tapada por una manta, despatarrada y con los ojos bien abiertos, devorándonos con la mirada. Y un espejo de cuerpo entero, donde nuestros cuerpos se repetían.
Mi nueva amiga, me guió la cabeza con sus manos hasta el centro de sus piernas, y empezó a retorcerse de placer con mi boca, que jugaba sobre su clítoris. Claramente yo no tenía el control, ni sabía de qué iba el juego. Solo me dediqué a disfrutar de los gemidos de esta mujer que arqueaba su espalda cada vez que hundía mi lengua dentro suyo, y un golpe eléctrico recorría su cuerpo. Estaba muy ocupado en ver qué hacía Marge. Tenía dos piernas que me aprisionaba la cara para que no me distraiga de mi chupada de concha, que, no tardé en darme cuenta, no era lo que estaba sucediendo. Yo no le estaba chupando nada, ella me estaba cogiendo la boca. Y llegó su primer orgasmo, y me mojó la cara. Y se rió con maldad. Y me puso las manos en el pecho, y se trepó sobre mí. Y empezó a frotarse contra mi pija. 
Rápidamente volvieron los gemidos, y mis estocadas profundas fueron cinco, seis, no más, y otra vez se acabó encima mío. 
Me sonreí internamente pensando en lo acabadora que era la socia de mi amiga. Cuando me acordé de ella, y miré para el sillón.
Y allí estaba, toda despatarrada, con la boca abierta, pajeándose con furia.
La vi más hermosa que nunca, intensa, sensual. 
La manta estaba caída en el suelo, y se había clavado dos dedos en la concha, y un dedo en el culo, y se movía y se contorneaba, y empezó a ordenar que sigamos, que no paremos, y entre gemidos, me daba órdenes precisas: cogela puto, no pares, dale pija.
Así que la voltié, y le abrí las piernas y empecé a cumplir el mandato, dándole pija a mi nueva amiga, de quien no sabía el nombre, ni nada, solo que le gustaba coger, y acabar, y me movía adentro de ella, y ella con su concha me apretaba la pija como si tuviera un guante, y arqueé mi cuerpo para que la curvatura de mi pija, le rozara su punto G. Quería provocarle un tercer orgasmo, y con cada movimiento de mis caderas, conseguía que en la habitación hubiera gemidos de dos mujeres.
Antes de que la morocha acabara por tercera vez, escuchamos un grito fuerte, gutural. Un siiiii largo, y un suspiro, un hermoso orgasmo largo, profundo, provocado por los dedos que ocupaban sus dos orificios, y que no sacaba de allí, ni dejaba de moverlos. 
La morocha me agarró de las nalgas, y empezó a moverme, diciéndome, dale, seguí con el espectáculo, cogeme, haceme acabar otra vez, papito, si, dale, dale que ella también se calienta, quiero más, más pija, dale, dale, vení, ven con nosotros, dame pija, dame dedos, morderme las tetas.
Esto se estaba desmadrando. La amiguita nueva estaba perdiendo el control. 
Pero aquí empezó lo que ellas habían buscado, probablemente sin habérselo propuesto. Apenas Marge se acercó, la morocha, que un rato después sabría que se llamaba Silvana -o al menos eso me dijo- me sacó de encima, con un empujoncito dulce, inolvidable. Apoyó sus talones en mi cintura, y me despidió. Apena se sintió liberada, se subió encima en Marge, y empezó a cogérsela, furiosamente, con ganas, buscando ese tercer orgasmo inconcluso, y despertando nuevamente el cuerpo de su amiguita.
Yo? Muy tranquilo, disfrutando del espectáculo. Sabía que después de todo eso, tendría mi recompensa. 







Víctima de la más agradable sorpresa

3 comentarios - Víctima de la más agradable sorpresa

DnIncubus +1
Muy bueno, hubo 2x1
VoyeaurXVII
apenas sobre el final...
pero ellas se dieron el gusto!
Pervberto
Sin expectativas, con ganas de aprovechar lo que venga. Me alegro de tu sorpresa. Que haya más.