100 lugares donde tener sexo. Capítulo 20

100 lugares donde tener sexo. Capítulo 20

100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.

CAPITULO 1

ANTERIOR

Capítulo 20:
   Sentía su cuerpo caliente en la oscuridad de la fría noche y notaba la respiración saliendo de su boca y pegando en mi rostro. Sin embargo nada era tan alevoso como la humedad de su entrepierna que notaba sobre mis dedos que entraban y salían de su cuerpo a toda velocidad. Ella gemía por lo bajo haciéndome saber lo mucho que le encantaba ese juego que estábamos haciendo. Yo no podía más, no me aguantaba las ganas de hacerla mía y poder sentir el mismo placer que ella estaba sintiendo. Metí los dedos bien adentro del cuerpo de mi novia y acercándome a su oído le dije que quería cogerla ahí mismo, que no podía aguantarme las ganas. Ella me sonrió y sujetándose de mis brazos siguió gimiendo, dándome a entender que estaba de acuerdo con lo que le proponía.
   Me llamo Álvaro y tengo 24 años y además de estudiar, juego al fútbol en un club de cuarta división. A decir verdad, el club es muy poco conocido, sobre todo en una ciudad como Rosario donde hay varios clubes importantes. A pesar de eso, en el barrio tenemos bastante fama y somos muy prestigiosos, sobre todo después de ascender tras una campaña complicada y compleja. Con el equipo estamos muy comprometidos a pesar de que la mayoría de nosotros se dedica a otras cosas o hace algo más con su vida. Yo soy uno de los pocos que estudia otra carrera y planea algo más allá de su vida con el futbol, el resto depende mucho del club. Capaz que por eso el esfuerzo y las energías en cada partido.
   Lo cierto es que en estos momentos estamos jugando los últimos partidos del torneo y las posibilidades de ascender a la B metropolitana existen a pesar de ser un poco lejanas. De momento tendríamos que ganar la mayoría de los partidos pendientes y si se dan algunos resultados, podríamos seguir con nuestra racha. Sería un sueño por cumplir, que un club tan chico como el nuestro y de barrio logre ese hecho histórico. Pero sería mucho más importante para mí, ya que siendo delantero me daría la posibilidad de mostrarme más allá y de conseguir algo mejor en el mundo del fútbol. Vengo con un promedio bastante bueno y de seguir manteniéndolo me convertiría no solo en el goleador del torneo, sino en uno de los ídolos del club.
   Claramente no lo hago todo solo, ya que el apoyo de mis seres queridos es súper importante. Mis padres me sostienen y me apoyan con la carrera y con la vida futbolística, algo que siempre es necesario. Pero a quien más tendría que agradecer es a mi novia, Ayelén, con quien salgo hace dos años y se viene bancando muchísimas cosas. Mis viajes por partidos, mis días de entrenamiento casi completo, mis sábados o domingos de juego, claramente algo que no cualquier persona soportaría. Pero todo eso se da porque nos amamos y nos apoyamos en todo, algo que yo le agradezco siempre que puedo.
   Ese sábado a la tarde nos juntamos con el equipo ya que teníamos uno de los partidos más importantes del torneo. Jugábamos contra el equipo que iba primero y era vital que ganáramos ese partido para poder achicar la diferencia y asegurarnos los puntos para poder seguir con el sueño de ascender. Su arquero venía con una racha de más de seis partidos sin recibir goles, por lo que la presión que tenía era mucho mayor. “Confiamos en vos Álvaro. Venís bien y hoy vas a estar mejor que nunca” me dijo el director técnico en la charla previa a salir al partido. La presión no se calmó cuando salí y vi a Ayelén en primera fila alentando por mí y esperando que le dedicara un gol como lo hacía en cada partido que convertía.
   Pero el partido fue más difícil de lo que esperábamos y el equipo contrario nos recibió con una defensa muy cerrada y difícil de sobrepasar. Para colmo, minutos antes de que terminara el primer tiempo, sus delanteros concretaron una gran jugada que nos puso en desventaja. El segundo tiempo no fue mejor y a los pocos minutos de que este comenzara, recibimos el segundo gol de parte de ellos que nos alejaba de la victoria y del ascenso. Cuando faltaban diez minutos, el director técnico me llamó para darme unas últimas palabras de aliento y allí la vi a ella. Ayelén me gritaba desde las gradas con una sonrisa en el rostro. “¡Dale mi amor! ¡Vos podés!” me decía y yo salí corriendo para buscar la pelota como una gacela.
   En la primera jugada, logré acercarme al arquero, esquivarlo y romper con su racha de varios partidos sin recibir goles. Lo grité como nunca, festejándolo con mis compañeros y señalándola a mi novia con el dedo para que supiera que estaba dedicado a ella. Pero la suerte no terminó ahí, ya que tras un error en el medio campo de parte de ellos, uno de los nuestros logró robarles la pelota, avanzar casi hasta el área rival y darme un pase que logré concretar clavándosela al ángulo al arquero tan solo un minuto antes que termine el partido. Sin poder controlar mi cuerpo, corrí como loco hasta pararme frente a Ayelén y señalarla nuevamente desde adentro del campo mientras mis amigos y los del equipo técnico me abrazaban. “¡Es tuyo! ¡Es tuyo!” le grité a mi novia que saltaba de alegría.
   El partido terminó en un empate que se sintió como una victoria. No era el resultado esperado, pero nos servía y nos dejaba seguir soñando un poco más. “Te espero acá” me dijo ya que solíamos hacer eso cada vez que terminaba un partido. Pero los festejos en el vestuario y la posterior ducha me demoraron más de lo esperado y cuando volví a las gradas para encontrarme con mi novia las luces ya estaban apagadas y la cancha permanecía a oscuras. “¡Felicitaciones mi amor!” me dijo ella lanzándose sobre mí y besándome de una forma que me volvió loco. “Esta noche alguien va a recibir su merecido regalito” me dijo sonriendo y abrazándome de forma más sensual haciendo alusión a lo que solía pasar siempre que convertía un gol.
   De golpe vi que había quedado una pelota en el campo de juego que estaba vacío y terminamos entrando a la cancha con la idea de guardarla en el vestuario con el resto del equipo. Tras agarrar la pelota, me di vuelta y vi a Ayelén caminando hacia el arco en el que había convertido los dos goles, por lo que la seguí en la oscuridad de la noche. “¿Qué hacés amor?” le pregunté y ella se apoyó contra uno de los palos y me miró sonriendo. Yo seguí caminando de forma lenta, esperando que ella volviera y así podíamos irnos, pero mi novia seguía allí y no se movía. De golpe pasó una mano por su cuerpo, subiendo desde su cadera hasta su pecho y luego la estiró para llamarme con ella.
   - Vení.- Me dijo con una voz sensual que apenas pude oír por la distancia en la que me encontraba.
   Me acerqué caminando un poco más rápido y a medida que iba avanzando pude comprobar que Ayelén me estaba seduciendo. Apoyaba su espalda contra el caño y se movía suavemente hacia los costados mientras que con sus manos seguía recorriendo su cuerpo. Me paré delante de ella y mi novia apoyó sus manos sobre mis hombros para acercarme suavemente a su cuerpo y regalarme un beso muy sensual. Cuando terminó el beso, me alejé unos centímetros de ella y mi novia me miró fijo a los ojos para luego morderse el labio y decirme: “Ya la metiste dos veces acá… ¿No querés meterla una tercera?”.
   Miré alrededor y volví a comprobar que estábamos solos en la cancha, la cual se encontraba completamente a oscuras. Apoyé el en piso el bolso con la ropa sucia y la pelota que acababa de recoger y me acerqué a mi novia para arrinconarla contra el palo y volver a besarla. Ella rápidamente me abrazó con fuerza y me devolvió el beso, metiendo su lengua en mi boca y rozando su cuerpo contra el mío. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, sabía que en cualquier momento podían descubrirnos pero la idea de hacerlo ahí me encantaba. La alegría que cargaba después de haber conseguido esos dos goles y la frase que me dijo Ayelén, combinaron a la perfección.
   Sentí como mis extremidades se iban yendo de control, motivadas por las manos de Ayelén que recorrían todo mi cuerpo. Estas llegaron hasta mi entrepierna y empezó a acariciarme la pija por encima del pantalón, provocando que se me pusiera cada vez más dura. Enseguida bajé a su cuello y sus hombros se los fui besando y lamiendo a medida que corría un poco la remera y veía más piel. Copié sus movimientos y apoyé una de mis manos entre sus piernas y sentí el calor de sus muslos que me atrapó. Subí nuevamente mi boca hasta sus labios y continué tocándola mientras ella hacía lo mismo conmigo. Empecé a hacer presión y de golpe los besos se vieron interrumpidos por pequeños gemidos que provenían de su boca.
   Sin pensarlo, metí mi mano adentro de su pantalón y seguí acariciándole la conchita por encima de la bombacha. Mis besos bajaron una vez más hasta su cuello y mientras la arrinconaba contra el poste la atacaba por varios frentes. Ella no se resistía al placer y seguía calentándome la pija con su mano que subía y bajaba por esta, ya bastante dura. Fue entonces cuando le corrí la tanguita hacia un costado y dejé que mi dedo se empapara en su cuerpo y fuera rozando sus labios cálidos y húmedos. “¡Ahhh!” gimió ella sintiendo como yo la arrinconaba más contra el poste del arco y como mi dedo penetraba poco a poco en su conchita.
   Empecé a cogérmela con un dedo y sentía como este se iba empapando más cada vez que entraba a su cuerpo. Ayelén gemía por lo bajo haciéndome saber que le encantaba lo que estábamos haciendo. La oscuridad de la noche nos escondía sobre el arco en el que yo acababa de marcar dos goles impresionantes y muy importantes para el equipo. Mi boca subía y bajaba de sus labios a su cuello y sus hombros, mientras que con la otra mano le manoseaba las tetas con ganas. Cuando me di cuenta que estaba completamente empapada, decidí meter otro dedo en su cuerpo y ella me respondió con un gemido de placer aún más fuerte. Yo me la cogía con fuerza con mis dedos, sentía su respiración agitada pegar en mi rostro y me calentaba al notar como mi mano se mojaba cada vez más.
   - ¡No aguanto más amor! ¡Te quiero coger acá mismo!- Le dije al oído y ella gimió con mayor intensidad.
   Me alejé de su cuerpo y me bajé un poco el pantalón para dejar al descubierto mi pija totalmente dura. Ayelén enseguida se arrodilló en frente mío y con la cola aún apoyada contra el palo se metió mi verga en la boca y la empezó a chupar. Lo hacía de una manera increíble, succionándome la pija como solo ella sabía hacerlo. Me pajeaba a toda velocidad, me la escupía para dejarla toda mojadita y me miraba a la cara con esos ojitos de gata que tenía. Yo no daba más, quería cogérmela en ese mismo instante por lo que le dije que se levantara y se pusiera de espaldas a mí. Ayelén se abrazó al poste en donde la pelota había pegado dos veces antes de que pudiera hacerla entrar y paró su colita mientras yo le bajaba aún más el pantalón y la tanguita. Abrió las piernas y yo apoyé mi pija totalmente dura y mojada sobre su cuerpo para penetrarla de golpe.
   Aferrándome con firmeza a su cintura con ambas manos, empecé a cogérmela como loco a gran velocidad, metiendo y sacando mi pija una y otra vez. Ayelén no tardó en comenzar a gemir con ganas, haciéndome saber que le encantaba lo que estábamos haciendo. Todo ese morbo de estar en un lugar enorme, rodeado de bancos que hasta hacía poco tiempo estaban llenos de gente, me calentaba el doble. La noche fría nos pegaba con fuerza, pero nosotros solo sentíamos calor, el cual se propagaba con cada golpe de mi cuerpo contra el mío. Notaba como ella se mojaba más y más y eso me volvía loco.
   Aminoré un poco la marcha y empecé a darle golpes secos, más esporádicos pero con mucha más fuerza. Mi novia respondía a cada uno de ellos con un gritito agudo de placer que estaba seguro que podía escucharse desde el otro arco. “¡Hay sí mi amor! ¡Cómo me calentás!” le dije inclinándome hacia adelante para hablarle al oído. Ella respondió a esas palabras con más gemidos que poco a poco crecían. Estiré una de mis manos y metiéndola por debajo de la remera llegué a sus tetas, las cuales manoseé con fuerza al mismo tiempo que seguía dando golpes fuertes y secos.
   Ella se elevó un poco y apoyó sus tetas contra el poste, permitiéndome que yo me adelantara y casi pegara mi pecho a su espalda. Mi boca quedó al lado de su oreja y eso me permitió decirle al oído lo mucho que me calentaba y lo dura que me hacía poner la verga. Mis dos manos volvieron a su cintura y seguí cogiéndomela bien duro, retornando a los movimientos rápidos y cortos para hacerla volver loca de placer. Mi pija entraba y salía de su conchita cada vez más rápido y notaba como esta se mojaba más y más. Sus gemidos me encantaban, me volvían loco y me motivaban a cogérmela cada vez más duro.
   - ¡Sí mi amor! ¡Metémela! ¡Cogeme bien durito!
   Sus palabras entraban a mi cabeza y me ponían como una fiera. Sentía un calor inmenso recorrer todo mi cuerpo y este se sumaba al morbo de estar haciendo eso en ese lugar casi religioso para mí. Había sentido miles de emociones en esa cancha, pero nada se comparaba con el placer de estar cogiéndome a mi novia de esa forma en el mismo arco en el que metí esos dos goles tan importantes. Mis manos se aferraban con fuerza a su cintura, mi pecho rozaba su espalda, mis labios acariciaban su cuello y mi pija sentía la humedad de su interior. No daba más de la calentura, estaba envuelto en una ola de satisfacción pura.
   Di un paso para atrás y le ordené que se arrodillara en frente mío, que iba a darle toda la leche. Ayelén obedeció y enseguida se metió mi verga en la boca y volvió a chupármela como la experta que era. Su boca se movía hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad y su mano seguía el movimiento en una paja deliciosa. “¡Dale mi amor! ¡Meteme el gola a mí también!” me dijo sonriendo y esa expresión me calentó tanto que empecé a acabar sobre sus labios. Ayelén se metió de nuevo mi pija en la boca y recibió toda mi descarga mirándome a los ojos y gimiendo mientras yo acababa. Se tragó hasta la última gota y siguió chupándomela por un ratito mientras yo me retorcía de placer del orgasmo que acababa de tener.
   Cuando terminamos, nos levantamos, nos acomodamos la ropa y agarrando el bolso y la pelota volvimos a los vestuarios. Solo quedaban algunos compañeros que se estaban terminando de cambiar, por lo que dejé la pelota y los saludé para volver con mi novia e ir caminando hasta la puerta del club. “¡Partidazo el de hoy, Álvaro!” me saludó el portero y mi novia me miró sonriendo. Sin dudas la alegría de haber convertido esos dos goles todavía me envolvía, pero la mejor sensación de haber estado en esa cancha iba a ser la de poder cogerme allí a mi novia en la oscuridad de la noche.


Lugar n° 20: Cancha de futbol

SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
VACACIONES EN LA PLAYA II. CAPÍTULO 1
HISTORIAS INVENTADAS (HISTORIA CORTA)
OJOS QUE VEN, CORAZÓN QUE SIENTE (FANTASÍA)

1 comentario - 100 lugares donde tener sexo. Capítulo 20

Hernann27
muy bueno!!! hermoso lugar, novedosoo