Recordando la adolescencia V

Soy un tipo normal, 33 años, que aprovechó la cuarentena para recordar viejas experiencias de vida… Ya conté algo sobre mis inicios en el sexo, ahora solo queda avanzar. 
Si no leyeron los primeros post, los dejo a continuación, como para que sepan de dónde viene la historia…


http://www.poringa.net/posts/relatos/3775023/Recordando-la-adolescencia.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/3776027/Recordando-la-adolescencia-parte-II.html



¿Se acuerdan de Cami? Si, ella fue la protagonista del primer relato, compañera de escuela, aparentaba ser tímida, fría, distante y sin embargo fue la que me impulsó a ser un tipo que, hasta el día de hoy, solo piensa en coger. 
Después del primer relato me puse a pensar ¿qué será de ella hoy? Por suerte tenemos conocidos en común  así que no fue difícil saber que era de su vida (a su vez las redes sociales también ayudan jeje): se casó, es mamá y toda la bola. Encontré unas fotos de ella y esta igual, la misma carita, los mismos ojos celestes y mirada fría, el pelo atado ya no es una constante, pero lo que no cambió es su cintura chica y culito grande. Volverla a ver me recordó al día en que garchamos por primera vez, es por ello que será la protagonista de esta aventura.
Habían pasado dos años desde la tarde en que la juntada para hacer un trabajo práctico terminó con su manito haciéndome una paja y su cara llena de leche. 
Después de ese día ella me mandó al freezer, ¡ni me registraba!. Inicialmente me jodió; yo pensé que después de esa tarde, la iba a garchar enseguida, pero tras dos semanas de andar arrastrándome, el orgullo pudo más y abandone la batalla. 
Pero como todo en la vida, las cosas pasan sin buscarlas; y después de dos años finalmente concretamos.
Vamos a ponernos en contexto: corría allá por el año 2002, el país era un quilombo, post 2001 y estallido social. En ese clima, yo estaba terminando 9no año y teníamos un mini viaje de egresados, siempre era a Brasil pero por la crisis tuvo que adaptarse sobre la marcha y terminamos yendo a Córdoba. 
En esos dos años el curso había cambiado, algunos compañeros habían repetido y sus lugares fueron ocupados por mujeres; pero eso no era lo único. Yo también era otro.
El viaje era algo tranquilo, no íbamos a tener mucho tiempo solos ni libre y la realidad es que, aún con el ingreso de nuevas mujeres, seguimos siendo muchas pijas. Pensar en la posibilidad de garchar en el viaje, era casi imposible. Sin embargo no todo fue tan aburrido…
Yo tenía toda la intención de, mínimamente chapar con Carla (grandota, buen cuerpo, pulposa), algo a la que ya estaba relativamente acostumbrado, pues en el trayecto de la secundaria lo habíamos hecho más de una vez, es más yo había sido quien la había desvirgado (una historia que no merece ser recordada jeje)... Con ese fin me acuerdo que nos sentamos juntos en el micro, lejos de los profesores y preceptores, y también alejados del baño, para evitar el paso constante del resto de los pibes.
Las primeras horas de viaje habían sido un caos: gritos, música, golosinas y snacks volando por el pasillo del micro; grupos jugando al truco y otros paseando por los dos pisos del colectivo. En esas dos/tres horas no había podido hacer un solo movimiento, pero mi cabeza solo pensaba en el momento en que se apagaran las luces. 
En ese momento, Carla vino a sentarse al lado mío, pues iban a poner una película para dormir. No se cuanto tiempo había pasado, solo recuerdo que íbamos por la segunda película, el silencio era cada vez más profundo excepto por algunos ronquidos que empezaron a escucharse. Esa fue la señal para que empezáramos a besarnos desaforadamente; mis manos acariciaban su cola (tenía un jean clarito, lo recuerdo muy bien) y ella me tocaba el bulto; no nos importaba nada. Ella olía bien, besaba mejor y, al igual que yo, tenía una calentura tremenda. Mientras narraba esta historia recuerdo como sus vellos se erizaban cuando mis labios se asomaban a sus orejas, cuando le pasaba la lengua por el cuello, cuando tocaba con las yemas de mis dedos su clítoris hinchado. Estábamos pasándola muy bien, la estaba dedeando a full, hasta que de golpe nos interrumpe una de las “chicas top” del curso, llorando a mares y buscando el consuelo de mi compañera ocasional (uno de mis amigos había querido hacer con ella algo similar y se ve que no fue bien recibido)… En un instante, una noche que había comenzado de puta madre, cambió.  La diversión parecía haber terminado para mi, pues fui “eyectado” de mi asiento y obligado a buscar uno nuevo. 
Cualquiera de los que está leyendo ahora se debe imaginar todo lo que me pasaba por dentro en ese momento: quería cagar a palos a mi amigo por pajero, rajar a puteadas a la boluda de mi compañera por cortarnos el clima, quería que Carla vuelva a prenderse de mi pija como una sopapa; pero no. Con mi verga dura y con la cabeza mojada, con un humor del orto y sabiendo que no iba a poder pegar los ojos por un rato largo, salí a buscar un nuevo lugar donde sentarme. 
Sin embargo como dice el refrán “no hay mal que por bien no venga”, pues en la búsqueda de asiento, pase por delante de Cami, quien al verme, me agarró del brazo, me hizo inclinarme un poco y con su mejor voz de putita, susurrándome al oído me dijo “yo no te habría dejado ir así”, mientras con su manito me tocaba la pija por encima del pantalón. No se cual fue mi cara, no la puedo imaginar, pero seguro que de un boludo total; porque ella me miró,, sacó su mano de mi bulto y se me cago de risa, dejándome ir a seguir buscando donde dormir.
Finalmente me senté junto a mi amigo, ¿el culpable de haberme cortado el momento con Carla? ¿o quien me había permitido un nuevo acercamiento a Cami? No lo sabía con exactitud en ese momento, pero lo que sí tenía claro es que la petisa me había vuelto a quemar la cabeza y que esta vez no iba a zafar...


1 comentario - Recordando la adolescencia V