Recordando la adolescencia (parte II)

Si, mi vieja se había metido en mis planes; y por culpa de ella tenía que ir a la casa de Camila. 
Lo recuerdo como si todo hubiera pasado hoy. Yo un pibe flaquito, morocho, normalito, con cero chamuyo, más bien serio, buen alumno - más que nada por presión de los viejos - y vaya a saber por que, bastante popular, estaba odiado a mis 15 años por tener que juntarme a hacer un trabajo práctico con mis compañeros de escuela.. 
Además tenía que dejar el entrenamiento antes de tiempo, para poder bañarme y llegar a la casa de Cami presentable antes de que sea de noche, eso potenciaba mi mal humor.
Yo era medio verde, si bien estaba medio pajero, al mismo tiempo era tímido. La verdad es que chapaba cada tanto, pero no era un sex symbol ni un tipo que tuviera un tendal de chicas detrás. Además las cosas no eran como hoy: internet no estaba al acceso de todos, no existían redes sociales, mis viejos me tenían bastante cagando y yo tenía muchas “obligaciones” teniendo en cuenta que era un púber. En fin, mi vida sexual no pasaba más allá de algunos besos y alguna tocada de culo en los bailes escolares o a la salida de la escuela. Pero todo eso iba a cambiar esa tarde.
Recuerdo que llegué a lo de Camila a eso de las 17 horas, vestido con el equipo del club y con la mochila al hombro; toque timbre y salió rápidamente ella a abrirme. Tenía la esperanza de que aún quedara alguno de mis compañeros, para no tener que fumarme sola a la rubia amarga; pero no. Ya se habían ido y para mi sorpresa su casa estaba sola porque los padres estaban trabajando (tenían un comercio) y su hermano mayor andaba “por ahí”. Creo que hasta esa tarde nunca había estado solo con una chica de mi edad y eso me puso nervioso. 
Y esa sensación aumentó cuando la vi vestida, su imagen era totalmente opuesta a la que estaba acostumbrado, no había uniforme escolar ni pelo atado. No voy a mentir, no recuerdo con detalle que llevaba puesto, mi memoria solo retuvo que llevaba un pantalon joggins y una remera, el pelo suelto y una sonrisa totalmente relajada en su rostro. Era otra chica, la miraba y no la reconocía, el mal humor había comenzado a desaparecer muy rápidamente jeje. 
Pero bueno, como les dije anteriormente yo era un verde, no tenía idea que decir, que hacer, en mi cabeza pasaban miles de ideas pero no tenía idea cómo concretarlas. Gracias a Dios -si es que existe - o algún ente especial, ella tomó la iniciativa. Me invitó a tomar algo y comenzamos a charlar. Casi no nos conocíamos, debía ser la primera o segunda vez que cruzábamos palabra, así que arrancamos con cosas triviales: me pregunto en qué club jugaba y en qué puesto, yo le consulte acerca de cómo se sentía en la escuela y con tantos varones en el curso entre otras pavadas; ahi ella me contó que la mayoría de mis compañeros le parecían unos boludos “pero vos no” me dijo. 
Eso me asombro, y obviamente me puso más nervioso. “Vos no, vos no sos un boludo” reafirmo y pasó a contarme que le llamaba la atención que siendo tan callado pudiera ser popular, me dijo que mis intervenciones en el aula la asombraban y que en general las ideas que expresaba a ella nunca se le ocurrían y que por eso se puso contenta cuando le tocó hacer grupo conmigo. “Cagué” pensé inmediatamente, la petisa no tenía nada de boluda, quería sacarse una buena nota a costa mía; y el mal humor me volvió al cuerpo; pero fue solo por dos minutos.
Terminamos de conversar y me dice “vamos a mi pieza, asi trabajamos directamente en la compu. Con los chicos antes de que llegues no hicimos casi nada” y me volvía a decir que eran “unos tarados”. Su habitación quedaba en la segunda planta, así que fue necesario subir la escalera. Camila, como buena anfitriona, tomó la delantera invitándome a seguirla. Recuerdo que mientras subía le miraba el culito, redondito, bien marcado en ese pantalón deportivo y me calenté. 
Entramos a su cuarto, me invita a sentarme en la cama y ella hace lo mismo pero en una silla, frente al escritorio donde está su Pc de escritorio (parece la prehistoria jeje). La habitación era muy top, o al menos comparada a la mía tenía de todo: televisor, dvd, pc, un telescopio grande, un espejo de cuerpo entero y muchos posters de flacos que en ese momento eran famosos, seguramente de alguna novela de Cris Morena. 
Comenzamos charlando del trabajo, yo me sentía incómodo; estaba sentado en la cama de una chica, por primera vez en mi vida y sabiendo que en la casa no había nadie. Además mi mirada se perdía en su cola y en una bombachita que empezaba a asomar; pues sí el jogging le jugó una mala pasada, se ve que el elástico era viejo o no se, pero se había bajado un poco, permitiendo tener esa exquisita vista. Ella era blanca, pero bien blanca y su bombacha negra contrastaba fuertemente con su piel. Mi calentura empezaba a aumentar, pero al mismo tiempo me sentía “mal” por mirarla, por inmiscuirme en su intimidad (sí, era todo un tarado, pero conste que lo avise). 
No me pregunten por qué, pero en un atisbo de valor le dije “Cami, no te enojes, pero se te ve la tanga” y me reí,  haciéndome entre el superado y el banana pero por dentro estaba re cagado; me sentía un pajero. Ella se dio vuelta, me miró con esos ojos celestes transparentes que tenía: me paralice, enseguida pensé “cague, me la mande”, era la segunda vez que hablábamos en la vida y yo demostraba claramente que le estaba mirando el orto. Pero rápidamente ese temor se derrumbó, porque me regaló una sonrisa, limpia, fresca, hermosa; se paró y aun dándome la espalda tomó el elástico de su ropa interior y la tiro para arriba, diciéndome “ahh si? Y te gusta?”. Mi cara de pelotudo debe haber sido genial, me desconcertó, no esperaba esa respuesta y no sabia que decir. Pero por suerte cuando uno es chico y la sangre en lugar de ir a la cabeza se va para la pija, se pierden las inhibiciones y se tira lo primero que se le pasa por la mente.
Recuerdo que dije “si” y nada más, me quedé callado, paralizado, el corazón se me salía del pecho. Nuevamente ella tomó la iniciativa y dejando el escritorio se dirigió hacia mí; su cara se había transformado, sus ojos eran vivaces, su mirada fuerte y penetrante, y con una seguridad que yo desconocía me dijo ”de verdad te gusta? porque vos me gustas a mi”.
Ahhhh para qué me dijo eso!!! Yo me sentía un campeón, medio boludo, pero campeón al fin. No recuerdo qué fue lo que respondí, porque a partir de ese momento el tiempo se esfumo, solo se que me pare y fui a su encuentro, a mitad de camino quedamos frente a frente y con toda la torpeza de la adolescencia, sumada la calentura que me corría el cuerpo, nos besamos. Eramos brutos, inexpertos, nuestras lenguas se tocaban, nos chupábamos la cara, nuestra salivas se mezclaban; mi pija estaba como un garrote, mi piel ardía. Si bien ya había chapado con más de una chica, nunca había sido en un contexto como este ni en una situación así y no sabía bien qué hacer; quería tocarle el orto pero no quería quedar como un desesperado; ademas ella si bien me besaba desaforadamente no me tocaba, solo me había abrazado y nada más. Pero bueno, la calentura pudo más y me anime a posar mis manos en su cola, la sentí suave, esponjosa y no hubo resistencia; entonces empecé a acariciarla, siempre por sobre el pantalón. Cuanto más la acariciaba, más me besaba, más lengua me metía, más saliva me chorreaba por la cara y de a poco, como quien no quiere la cosa, Cami también empezó a mover sus manos. Primero acaricio mi espalda, luego fue a mi nuca, hasta que de repente se posó en mi entrepierna; me sorprendió, no lo esperaba. Sobresaltado separe mi boca de ella, no porque no me gustase, sino porque no sabia que hacer; nuestras miradas se cruzaron y de su boca salió una frase que me puso loco “mmm que dura esta, puedo ver?”. 
No me dejo responder que ya tenía su mano nuevamente en mi pija, sin embargo  a diferencia de los segundos previos, en esta oportunidad estaba debajo del pantalón; atacando directamente mi verga. La cabeza de la chota estaba empapada de líquido preseminal, era la primera vez que una chica me tocaba así, era una sensación nueva, hermosa, me sentía en el cielo. 
Si alguien entraba en ese momento a la habitación nos hubiera encontrado parados, a la mitad del cuarto, en un silencio profundo, con nuestras miradas cruzándose y con la pequeña mano de Cami en mi pija; pero bueno, eso no pasó y pudimos seguir jugando. A partir de ese momento mantuvimos el silencio, ella estaba a dos pasos de distancia de mi, solamente su mano estaba en contacto con mi cuerpo; rápidamente me bajó el pantalón y el boxer, mi pija peluda quedó frente a sus ojos. Ella no lo dudo, comenzó a acariciarme y a hacerme una paja hermosa, lenta, suave, yo volaba. Cami me miraba y me preguntó “esta bien así, te gusta?”, yo no entendía nada, solo le decía que sí. Mi cuerpo estaba atravesando por una sensación desconocida, sentía el corazón a mil y mi verga a full. No se cuanto tiempo paso, pero estoy seguro que no fue mucho hasta que empecé a sentir “cosquillas” en la cabeza de la chota, ella lo noto y en lugar de soltarla solo atino a acercar su cara a mi pija erecta y a aumentar la velocidad. Como un desaforado empecé a gemir y mi leche a brotar, saltó fuerte y en una gran cantidad: la cara de Cami recibió un fuerte chorro (creo que no lo esperaba, era tan inexperta como yo) y se alejó pero nunca soltó mi verga, por lo tanto le llene de semen la mano y el suelo. 
Cuando termine, la mire y la encontré con su cara cubierta de mi semen, pero ahora sus ojos celestes, su cara de chica buena y poco expresiva volvió a aparecer en su rostro. No podía creer lo que había pasado, no podía emitir sonido y ella tampoco. Me soltó y se fue al baño, yo me subí rápidamente los pantalones, estaba todo pegajoso y con la verga dura aún. Ella tardó unos minutos en volver a aparecer y cuando lo hizo no sabíamos que decir; lo primero que me salió de la boca fue un “bueno, me voy a ir a mi casa”. Ella asintió con su cabeza y enfiló hacia la puerta de la habitación; tomé mi mochila y la seguí… Cuando me quise dar cuenta estaba afuera, caminando hacia la parada del colectivo, con la pija dura, con el boxer todo pegoteado y sin entender nada. 
Esa tarde y gracias a que mi vieja siempre fue una metida, había dado el primer paso en mi vida sexual.


1 comentario - Recordando la adolescencia (parte II)

cepita22
muy bueno! continua ?