Javier nos ayuda (Capítulo 34)

Capítulo 34
 
El jueves, mi novia se levantó a la misma hora que yo, que la llevé a las oficinas de la nueva empresa. La pobre estaba muy nerviosa aunque no quería aparentarlo.
 
-Suerte cielo, quiero que seas la mejor. Lo tienes que hacer por mí.
 
-Por ti soy capaz de traer los turistas de la oreja.
 
Los dos reímos y nos dimos un pico de despedida.
 
-Te mandaré un mensaje cuando termine de comer, por si podemos hablar, -le dije con la ventanilla bajada mientras ya se marchaba.
 
-Vale. Chao.
 
Al medio día recibí un mensaje de ella cuando salía a comer.
 
Todo muy bien, luego hablamos en casa. Besos
 
Acompañado por una fila entera de cara con besos.
 
Cuando regresé a casa, me encontré solo, así que me cambié y me fui a correr un poco.
 
Media hora después recibí una llamada de mi amada. Me paré a para contestar.
 
-Hola cariño, ¿Donde estás?
 
-Acabo de llegar a casa y tú no me has esperado cabroncete.
 
Solté una carcajada.
 
-He salido a correr, pero ya estoy de regreso. En diez minutos te veo.
 
-Pues venga, que te tengo que contar muchas cosas.
 
-Me gusta más que me hagas cosas, -le respondí con otra carcajada.
 
-Serás cabrón, ¿Porqué no me las haces tú a mí?
 
-Pues prepárate que ya llego. Chao zorrita.
 
-Chao cornudito.
 
Cuando llegué a casa, ella se estaba arreglando para salir.
 
-Hola cariño, ¿Pero no querías que te echara un polvo? ¿Qué haces arreglándote?
 
Ella soltó una carcajada.
 
-¿Ya se te ha olvidado que tenemos que ir a la clínica a recoger los resultados?
 
-Joder, es verdad, ni remota idea. Me estoy haciendo mayor y debo tener alzheimer. Menos mal que tú me vas a ayudar.
 
Los dos reímos.
 
-Anda date una ducha, que hueles fatal.
 
-Pues dame un abrazo primero -le dije yendo hacia ella.
 
-¡¡¡Puaggg... qué asco!!! -pero la muy cabrona me dio el abrazo y un soberano morreo.
 
Cuando me volví para ir al aseo remató la faena dándome una una nalgada que me estuvo picando media hora.
 
-Serás puta... castigada un mes sin la polla de Javier.
 
Ya no me paré más y me fui frotándome el culo con la mano mientras ella reía a carcajadas.
 
En la clínica nos dieron los resultados de los análisis, que tal como esperábamos certificaban que no teníamos VIH ni ningún tipo de enfermedades venéreas.
 
Nos fuimos a un pub que ya conocíamos a tomarnos un refresco.
 
-Venga, desembucha cabrona, que me tienes en ascuas desde esta mañana.
 
-Todo ha ido súper bien. Cuando llegué me estaba esperando la secretaria que me va a ayudar en los primeros días. Poco después llegó el administrador y nos fuimos a mi despacho los tres. En un lateral de mi mesa estaba la pantalla de mi ordenador. En el centro tenía el portátil, que verás en casa. Al lado tenía este móvil, que es de lo más avanzado. Tiene la tarjeta de empresa y le he incorporado la mía. Junto al móvil, las llaves del coche que tengo aparcado en el parking de casa. Es un Audi tipo SUV con cambio automático, blanco metalizado.
 
-Qué pasada. Espero que me des una vuelta de vez en cuando, -le dije con una sonrisa de oreja a oreja, que ella secundó.
 
-Luego conocí al resto de empleados de la oficina. Por último me presentó al gerente, que estuvo tan amable como el administrador. Él va a ser mi único jefe en la empresa de momento. Tuvimos una primera charla en su despacho. Me explicó como estaba la situación actualmente, que yo me tenía que centrar en subir el nivel de ocupación que en estos momentos está bastante bajo. Le dije que necesitaba todos los datos que me pudiera facilitar. Bueno, eso ya son temas más técnicos. En definitiva, que ya estoy trabajando en lo que va a ser mi primera propuesta a la dirección.
 
-¿Tú sola?
 
-En principio sí, cuando me aprueben la propuesta, necesitaré ayuda para llevar a cabo el proyecto. Eso será calculo a mediados de la próxima semana.
 
-Bueno, ya me irás diciendo.
 
-Te puedo adelantar que dada la envergadura de la compañía, estoy pensando en un experto en marketing y una secretaria.
 
-¿Y esa experta es?...
 
Soltó una risotada.
 
-Sí, cabronazo, mi amiga Cris. Es la persona que necesito. Tiene mucha experiencia en este área, sobre todo en el control de campañas y sus resultados. Por supuesto, de mi total confianza.
 
-Pero ella no es licenciada.
 
-No, pero es la ayudante que todo licenciado querría tener, te lo aseguro. Es la mejor en su oficio.
 
-Pues tendrás que irla sondeando ya.
 
-Esperaré a que el gerente me apruebe la propuesta. Luego se lo propondré a él, no vaya a ser que ellos tengan a alguien para ese puesto.
 
-Has pensado en que sea tu anterior empresa la que te ayude en esta primera etapa al menos.
 
-Sí, claro, y todavía no lo he descartado, dada la envergadura de la compañía como te he dicho antes.
 
-Está bien, cuántas novedades para ser tu primer día de trabajo.
 
-¿Nos vamos a cenar a un chino?
 
-Me parece bien, ¿Quieres que llame a tu follador?
 
-Mira que eres bruto y mal hablado, se llama Javier mamonazo. Igual está ocupado.
 
-Sí, se estará haciendo una paja echándote de menos.
 
-¿Serás guarro? No tienes arreglo, anda llámalo.
 
Cogí mi móvil y lo llamé con el manos libre.
 
-Hola Dieguito, donde estáis que me tenéis aquí solito en la casa -respondió a la llamada poniendo voz de niño.
 
Ana y yo soltamos una carcajada.
 
-Hemos ido a recoger los análisis -le dijo ella-. Todos los que han estado conmigo se la tienen que cortar.
 
Él soltó una carcajada.
 
-Pues antes la apuro hasta el final, ya sabéis.
 
Seguíamos riéndonos.
 
-Oye golfo -le dije-, vente a cenar con nosotros al chino. Ana te tiene que poner al día de su trabajo.
 
-Al chino de la otra vez, ¿No? Pues salgo para allá ahora mismo.
 
-No corras, que es temprano -le dijo ella.
 
-Vale, ya estoy saliendo.
 
-No, si vas a llegar antes que nosotros... -le dije-, venga chao.
 
-Dejarme solo... no os lo perdono. Chao cabrones.
 
Volvimos a reír los tres y corté la llamada.
 
-Está loco por estar con nosotros -me dijo ella.
 
-Sobre todo contigo.
 
-Que va, está encantado con los dos.
 
-Pero a ti te folla.
 
-Si quieres damos un paso más, -me respondió con una carcajada.
 
-Anda, no tengas malas ideas, vámonos, que estará a punto de llegar.
Al final llegamos nosotros primeros con una diferencia inferior a cinco minutos. Mi novia le regañó por lo rápido que vino.
 
-No quiero que corras con el coche. ¿Es que nos quieres dar un disgusto?
 
-Si no he corrido, es que he pillado muchos semáforos en verde, de verdad. Anda dame un besito.
 
Ella sin dejar de mostrar su cara de enfado, se acercó y le dio un pico. Había muy pocos clientes en el local y estábamos en el otro extremo, por lo que no estábamos dando ningún escándalo público.
 
-Te lo he dado, pero no te lo mereces, que lo sepas.
 
-Bueno, ya no corro más, te lo prometo -luego me miró como buscando mi apoyo.
 
-Estoy de acuerdo con mi novia, no queremos que corras. Si te pasara algo, lo pasaríamos fatal.
 
Él apretó mi hombro fuertemente.
 
-Os juro que a partir de ahora no corro más, yo tampoco soportaría que estuvierais tristes por mi culpa.
 
-Vale, pues ya está, vamos a pedir -terminé yo la polémica.
 
Ana le tuvo que repetir palabra por palabra todo lo que me había contado de su nuevo trabajo.
 
-Y mañana nos vamos a casa de nuestros padres, lo sabías, ¿No?
 
-Sí, me lo dijisteis hace unos días. Aprovecharé para irme a mi casa.
 
-Oye Javier, ¿Porqué no te vienes conmigo y así conoces a mi familia?
 
Él se quedó pensando un momento.
 
-No sé Diego, igual soy un inconveniente en la casa de tus padres por lo imprevisto que va a ser para ellos.
 
-¿Qué dices? -intervino mi chica-, pues claro que no hay inconveniente. Eres más que un amigo nuestro.
 
-La casa es grande y tiene una habitación libre, aparte de la mía que siempre me tienen dispuesta, -añadí para convencerlo.
 
-Vale, vale, pues ya me habéis convencido. Me voy contigo mañana.
 
-Pero en tu coche que es más chulo.
 
Los tres reímos.
 
Cuando regresamos a casa nos fuimos a cambiarnos para dormir. Desde el domingo Ana no había estado con Javier y sabía que los dos estaban muy necesitados. Por otra parte yo no me aclaraba para nada y no terminaba de resolver el asunto, para preocupación mía en primer lugar y de ellos dos en segundo, aunque también suponía que Rafa estaba pendiente de mi decisión.
 
Ana me mostraba un conjunto de ropa interior con el que estaba para comérsela. Me dio algo de pena que Javier no la pudiera disfrutar.
 
-Qué guapa estás cabrona, no me canso de verte. Vaya conjunto de puta que llevas puesto. Si lo viera Javier no te librarías de siete polvos putita.
 
Ella soltó una carcajada mientras hacía varias poses que me puso el rabo a doscientos.
 
-Pobrecillo, lo tienes castigado sin haber hecho nada malo -me respondió cuanto terminó de reír.
 
-¿Y tú también te sientes castigada?
 
No me contestó, solo volvió a reír. Yo continué.
 
-Deberías dejar que él también lo disfrute.
 
-¿Él solo o los tres?
 
-Solo vosotros dos, luego te vienes otra vez a dormir conmigo pero no te limpies. No tardéis mucho porque mañana tenemos que viajar y yo quiero que follemos después cuando regreses.
 
Se puso algo nerviosa y se aproximó al ropero para coger una bata. Yo me acerqué abrazándola desde atrás.
 
-Cambia la bata por el camisón blanco de la otra vez, que sepa a lo que vas antes de que se de cuenta que estás allí.
 
Al momento me dio un beso y se fue en busca de su follador, supongo que más alegre que unas pascuas.
 
Echó algo menos de una hora en volver en pelotas, los brazos despegados del cuerpo, con la ropa interior y el camisón en una mano. Venía echa unos zorros llena de lefa en parte de la cara y las tetas. Directamente se echó encima mía para darme un morreo. La muy puta tenía toda la boca llena de leche, que por supuesto hizo que me la tragara toda. Después me ofreció su cara y sus tetas para que las dejara limpia de pecado. En el coño traía restos de otra corrida.
 
-Joder, pues sí que habéis aprovechado este rato -le dije al ver lo que salía de su vagina y los restos  que manchaban el interior de sus muslos.
 
-Pues quería llegarse a por el gel lubricante, pero le he dicho que ya estaba bien, que ahora serías tú el que disfrutaría de mi culito. ¿Tú quieres...? -me dijo con voz melosa.
 
-Yo quiero por los tres lados so puta, que mira cómo me has puesto el rabo.
 
El polvo que echamos fue de órdago. Naturalmente que que el ojo de atrás se llevó también lo suyo.
 
A medianoche noté que me estaba chupando la polla y volvimos a repetir. Esa noche estaba insaciable, pero yo tampoco le iba a la zaga.
 
Por la mañana estábamos desayunando los tres en la cocina, preparados para irnos a trabajar.
 
Ella tampoco trabajaba los viernes por la tarde.
 
-¿Comemos los tres en el restaurante de siempre? -nos preguntó Javier.
 
-Vale, resérvalo tú -le respondí-, ¿Cómo quedamos?
 
-Pues nos vamos allí directamente conforme salgamos de trabajar, -dijo ella.
 
Durante la comida mi novia nos comentó los avances de esa mañana en su trabajo. Ya tenía diseñada la campaña que iba a servir de base en todos los países. Había seleccionado las empresas que se encargarían de llevar a cabo esas campañas en Alemania, Inglaterra y Francia.
 
-Eres una lumbrera cielo, cada día estoy más orgulloso de ti -le dije.
 
Ella se echó a reír.
 
-Qué exagerado eres -me respondió-. La que me tiene más en duda es la que se va a encargar de las campañas en España.
 
Javier seguía muy atentamente todo lo que ella nos contaba.
 
-Estoy con Diego -le dijo.
 
-¿En qué?
 
-En lo de lumbrera y en lo de orgulloso.
 
Ana nos cogió las manos a Javier y a mí, dándonos un apretón muy fuerte. Enseguida sus ojos brillaban por las lágrimas que ya asomaban.
 
-Tranquila cariño que solo llevas día y medio en tu nuevo trabajo, pero estoy seguro de que nos vas a dar muchos motivos para que sigamos más que orgullosos de ti, -le dije.
 
-Pues claro que sí -sentenció Javier-, venga relájate que tenemos que comer.
 
Ella superó su momento de sentimentalismo y se echó a reír.
 
-No sabéis como os quiero, cabrones.
 
Los tres reímos de nuevo.
 
Llegamos a casa para terminar de cerrar las maletas y marcharnos. Teníamos casi tres horas de viaje por delante. Entonces ella cerró la puerta de la habitación, se vino hacia mí y me abrazó muy fuerte.
 
-Te voy a echar de menos estos dos días mi vida. Todavía tenemos un rato para hacer el amor.
 
-No cielo, nos esperan unas horas de viaje y quiero que vayas lo más descansada posible. El Domingo nos quedamos follando toda la tarde tú y yo, te lo juro -le dije con una sonrisa.
 
-Esta mañana he estado muy preocupada por lo que hice anoche con Javier. No termino de comprender lo que te pasa por la cabeza. No quieres compartirme con él y luego nos dejas a los dos solos.
 
-Espera que termine de pensar en eso cariño. Ahora estamos bien así, ya no tengo prisa por solventarlo.
 
-Javier me dijo anoche que estaba preocupado con lo que te está pasando, que hacerlo nosotros solos le da la sensación de estar traicionándote. Que luego lo pasa mal pensando en ti.
 
-Bueno, pero yo me encuentro bien y de momento me relaja el no tener prisas para tomar una decisión más definitiva, ojos que no ven, corazón que no siente, ya sabes. Vosotros disfrutáis y yo no me estreso. El que me preocupa es Rafa, le estoy haciendo una faena al pobre.
 
-Sí, Javier me dijo anoche que sus análisis han salido negativos, pero bueno... -no supo que más decirme y yo no quería seguir ahondando en el mismo tema.
 
Nos juntamos los tres en el salón ya preparados para irnos a casa de nuestros padres. Javier interrogó con la mirada a mi novia.
 
-Sí Javier, hemos hablado sobre lo de anoche, pero el cabezón éste no quiere cambiar nada de momento.
 
-Diego es que no me quedo tranquilo si no me perdonas por lo de estos últimos encuentros entre Ana y yo.
 
-¡Vaya! Pero si ha sido con mi consentimiento... no os tengo que perdonar nada, pero si queréis que lo haga solo os perdonaré si me dais un abrazo como mínimo y tres como máximo.
 
Ellos se abalanzaron sobre mí con tanto ímpetu que casi perdemos el equilibrio. Mi novia me daba besos sin parar por toda la mejilla izquierda y Javier hizo lo mismo con la derecha. Al final les pegué una fuerte nalgada a cada uno, pero tampoco se separaban de mí.
 
-Ya está bien cabronazos, que me vais a romper las costillas entre los dos.
 
Pero ellos seguían sin separarse. Mi novia se emocionó estremeciéndose con fuertes sollozos, haciendo que los tres soltáramos unas lágrimas.
 
Poco a poco aflojamos aquel abrazo. Javier fue el primero en apartarse y mi novia me volvió a abrazar más fuerte.
 
-Te quiero mucho mi vida. Gracias por ser como eres. Me siento orgullosa de tenerte a mi lado. Gracias por perdonarnos a los dos.
 
-Me vas a hacer llorar otra vez cabroncilla. Ahora me podéis dar un último abrazo alegre para irnos contentos.
 
Los tres volvimos a abrazarnos, recibiéndolos yo con una gran sonrisa que los relajó definitivamente.
 
Diez minutos después nos despedíamos en el aparcamiento.

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