Vacaciones sexuales en familia capítulo 10

La llamada que mi padre había recibido resultó ser de su hermana mayor, Joan. Yo apenas la conocía. Se trataba de una mujer de pelo rubio, atractiva de acuerdo a las fotografías.

Cuando era un poco más joven había sido modelo de lencería para una conocida revista de modas, y ahora que se había casado recientemente ya no trabajaba de eso. Manuel nos contó que la había invitado a ella y a su nuevo esposo para que vinieran y pasaran los días que nos quedaban todos juntos en familia. Por otro lado yo ya sabía lo que eso significaba, sexualmente hablando.

Mis padres fueron a buscarla a la terminal de autobuses al día siguiente, así que yo me quedé con mis hermanos para ver la televisión y a hablar sobre lo que íbamos a hacer entre nosotros, que éramos como los niños de la casa. Celia y mi hermana, Tifany, estaban sentadas en el sillón mirando la película y se daban tiernos besitos en la boca. Yo jugaba con mi móvil. Lilian, como si fuera el acto más natural del mundo, tenía en la boca el pene de mi hermano y le daba una distraída felación sin despegar sus ojitos de la pantalla.

—Te ves muy relajada —comentó Tifany con una sonrisa.

—Tiene fijación oral —contesté.

Lilian nos miraba sin decir nada, con la polla en su boca como si fuera una paleta de caramelo.

—¿Tanto te encanta que te vean?

—Me excita más que el acto en sí —confesó y corrió con la lengua por toda la verga de nuestro hermano.

A mí se me estaba haciendo la boca agua. Alejandro permanecía quieto, con la cabeza echada para atrás y disfrutando de las artes bucales de Lili.

—¿Quieren que juguemos un poco? —propuso Celia, lujuriosa como siempre.

—¿Qué tienes en mente, amor?

—Mmm... necesitamos otro hombre para hacer lo que tenía en mente. En fin, con nosotras deberíamos bastar. Es un concurso de ver quien hace correrse a quien primero.

—Me parece interesante —acepté.

—Bueno, vamos a rifar con papelitos quien va a chupar y quien las recibirá. El primero que haga a su pareja correrse, gana.

Mientras Celia escribía nuestros nombres en papeles, los demás nos quitamos la ropa. Luego escogimos un papel y lo abrimos. A mí me tocó chupar y a mi hermana también. Lilian y Alejandro serían los que recibirían el placer y Celia sólo se limitaría a observar quién se correría primero.

—Pero... yo quiero a Lilian —pidió Tifany—. No quiero chuparle la pija a Alejandro.

—Es sólo un trozo de carne—dijo mi hermano y se masturbó un poquito delante de ella.

—Es que no me van.

Los demás empezamos a fastidiarla para que aceptara. Alejandro se masturbaba concienzudamente delante de mi pobre hermana para que se le antojaran aquellas ardientes carnes.

Lilian apretó a la cohibida muchacha por detrás para restregarle sus pequeños pechos en la espalda. Yo me estaba excitando ante la idea de ver a mi hermana teniendo acción con Alejandro.

—¡Ay, está bien! ¡Pero ya dejen de joderme!

—¡Perfecto! El primero en hacer que su pareja se corra, gana un esclavo sexual por un día. ¿Aceptan?

—Aceptamos.

Lilian y Alejandro se recostaron sobre la alfombra y abrieron sus piernas. La vaginita de mi hermana menor era preciosa, cerrada y con gotitas de jugo destilando brillosas sobre su piel de porcelana. En cambio, el pene de Alejandro era imponente, con sus testículos rebosando dentro de su saco de piel. Estaba afeitado, así que daba una imagen muy buena. La pobre de Tifany se sentó con los muslos muy juntos y no dejó de mirar el falo que estaba a punto de gozar con su boca. Tifany tenía la cara roja y estaba disgustada por lo que le estábamos obligando a hacer.

—¡Empiecen!

Yo rápidamente cubrí la vagina de Lilian con mi boca y me concentré en su clítoris. Sus néctares aderezaban sus labios con un sabor muy dulce y apetitoso. Mientras tanto, Tifany apenas estaba tocando la verga de su hermano con la mano. Tenía una cara de confusión y desagrado. Empezó a subirlo y a bajarlo poco a poco.

— ¡Vamos! —la apresuró Celia.

—Espera...

—Sólo tienes que ponerlo en tu boca.

—¡No me presionen! Yo soy lesbiana. Esta es la primera vez que hare esto.

Lentamente, como si fuera a morirse por sólo hacerlo, Tifany abrió su boquita y se embutió la polla de Alejandro. Cerró los ojos. Chupó un poco y luego escupió saliva.

—¡Ahg! Sabe raro.

—Te estoy ganando —le advertí, frenética con los dedos dentro de la humedad de mi hermana menor.

—No, eso no.

Tomó aire y volvió a su trabajo. Tenía sus ojos apretados mientras movía su lengua por todo el mástil erecto. Eso me calentó y provocó que introdujera un dedo el ano de Lilian. La chica me presionó la cabeza y gimoteó.

Alejandro no estaba menos extasiado. Tifany ya sorbía con más tranquilidad, aunque todavía era un poco torpe en sus movimientos. Celia miraba la escena con mucho interés. Los pezones de sus pechos ya estaban endurecidos. Rasgaba su entrada con las yemas de sus dedos y ejercía una presión que le estaba haciendo sudar.

—No me cabe en la boca —se quejó Tifany—. Ya me cansé.

—Lame los huevos —le aconsejó Lilian.

Eso le pareció más atractivo a mi hermana. Hundió la cara en los testículos de mi hermano y comenzó a morderlos, a succionarlos y a pasar su lengua por todos lados.

—Esto me gusta más —sonrió feliz—. Son suavecitos y firmes a la vez, como dos caramelos.

Ya más calmada pude volver yo a lo mío. La vagina de Lilian no dejaba de lubricar. Sus jarabes descendían a mis labios como un aceite excitante que ayudaba a mi lengua a patinar. Me estaba volviendo un poco más adicta que de costumbre.

—Creo que me correré... ahora —la advertencia de nuestro hermano se perdió entre los jadeos de Lilian.

Una fuente de semen surgió proyectado de su glande y le dio a Tifany en la cara. Mi hermana se aguantó la corrida cerrando los ojos y dejando que todo le salpicara sobre sus labios de fresa. Nada más terminar de expulsar esos chorros, Tifany se los recogió con los dedos, lo olió y lo probó.

—¡Guácala!

Nos reímos. Fue Celia quien se acercó a ella y con su boca le limpió el esperma de la cara. La mirada que esas dos se echaban era de puro amor y romance. Sonrieron y se dieron dos besitos muy tiernos en los labios.

—Felicidades corazón, ganaste. A quién quieres como esclava sexual por un día.

—Uhm... a Lilian claro.

—¡Bu! Pero yo no me he corrido.

—Eso se puede arreglar —dijo mi hermano, aunque su pene todavía no recobraba la fuerza.

Pusimos a Lilian a gatas. Acto seguido le levantamos el trasero para que Celia, Tifany y yo nos divirtiéramos con ella. Ya se imaginaran el placer que sentía la chica con tres lenguas recorriéndole toda la entrepierna, escupiendo para que la saliva se mezclara con sus jugos y le resbalara por sus muslos. Nos miramos como inocentes señoritas jugando algo prohibido en el que ganaba quien pudiera relamer más.

Estábamos en eso cuando la puerta se abrió. Nos quedamos paralizados al ver a nuestros padres. Con ellos venía nuestra tía Joan y su esposo Mauricio, un hombre alto y rígido como una estatua de acero.

—¡Vaya! Parece que has enseñado bien a tus hijos, hermano —rió mi tía.

Un rato después ya estábamos todos en el comedor. Mi tía nos contaba algunas cosas de su viaje y convivíamos como una familia normal. Bueno, éramos normales salvo por el detalle de que todos nos atraíamos sexualmente. Luego tocamos el tema que más nos emocionaba: el sexo.

—Entonces... ¿están de acuerdo con lo que sucede? —nos preguntó tía Joan.

—Sí —respondí yo—. Es... que últimamente me siento más unida a la familia.

—De eso se trata el incesto —mi tía le guiñó un ojo a papá— ¿Recuerdas como jugábamos nosotros después de la escuela?

Mi tío no parecía disgustado con la plática y acariciaba el brazo de mi tía. A él también le iba esto del incesto.

—Bueno, entonces ya no hay más que decir. Es bueno que ustedes sepan en qué se están metiendo. Sólo hay que cuidarse para no tener ningún embarazo no deseado.

—Todo está bien —aseguró Julia, contemplándonos con presunción —. El regocijo de mis hijos es lo más importante.

—Vamos todos a la playa —sugirió mi tío.

—Pero a la nudista —dijo Lilian, y nadie puso objeción.

Así pues, empacamos unas cosas y nos metimos a la camioneta. Estábamos felices de que todo en nuestra familia se estuviera tornando así de... extraño y excitante en cuanto al sexo y al incesto.

Tía Joan era guapa, como ya les dije, e iba muy alegre con nosotros. Estaba vestida con una bonita minifalda y una blusa sin mangas. Nosotros en paños menores. Celia sin sostén. Lilian con su tanguita y su playera. Mi hermano, audaz y entusiasmado, iba desnudo. Estaba sentado al lado de mi tía intentando llamarle la atención, pero la mujer se mostraba muy indiferente con toda naturalidad.

—Además soy nudista —nos narró—, así que no me extraña verles sin ropa. Especialmente a ti, sobrino.

Llegamos a la playa que estaba un poco más escondida por cuestiones obvias. Nada más bajar, Lilian se deshizo de su ropa, tomó a mi hermana de la mano y la llevó hasta la orilla. Mis padres y mis tíos bajaron la nevera, las toallas y las sombrillas para instalarse debajo de una palmera. Yo y Alejandro, agarrados de la mano, estábamos caminando hacia el agua.

—¿Cuándo me dejarás hacer lo mío contigo?

—Qué sutil —dije riendo y mirando a mi alrededor.

Era un campo nudista donde había familias enteras practicando el tan famoso naturismo. Eso era malo porque no íbamos a poder tener tanta privacidad. Me quité el short y la blusa. Alejandro ya venía desnudo y su pene empezó a ganar tamaño cuando vio a un grupo de guapas universitarias poniéndose bloqueador.

—¿Nadamos? —nos preguntó tía Joan cuando se nos acercó. Ya estaba desnuda y era espectacular. Sus pechos eran exuberantes, naturales y firmes con pezones de color carne. Su sexo estaba afeitado al milímetro—. ¿Qué?

—Nada... —dijo Alejandro. Mi tía rió con vanidad y le dio un besito en la punta de la boca—. Vamos. Nademos un poco.

Nos tomó a cada uno de la mano y nos llevó hasta el agua que estaba en su temperatura adecuada. Varias personas estaban allí, bañándose o jugando a la pelota con total libertad. A parte de algunos rabos de buen tamaño y hombres muy atractivos, no había mucho paraíso sexual que ver. Así eran los nudistas me contó tía. No siempre estaban follando como yo me lo imaginaba.

—No se apresuren —dijo Julia cuando se metió con nosotros. Mi tía nadó hacia ella y la abrazó por la espalda.

—¿Todo bien?

—Ya tendremos tiempo para divertirnos entre todos ¿verdad?

—Sí, vamos a hacer de este verano una pequeña fiestecita para ustedes—aseguró Joan—. Les daré una probada para que vean.

De repente, mamá gritó.

—¡Joan! ¡No me metas los dedos!

Alejandro se puso colorado. Bajo del agua, Joan estaba masturbando a Julia; y Alejandro, que no se despegaba de mí, hizo lo propio con mi coño.

—Oigan, ya que alguien se vaya con mi hermano porque va a estallar —bromeé.

—Más tarde nos encargamos de eso —aseguró mamá, rodeando a Joan con sus brazos y dándole un beso en la frente.

Sonreí y me acerqué hacia ellas. Las tres nos abrazamos, emocionadas por la deliciosa realidad que había llegado a nuestra familia.
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10 comentarios y actualizo 🙂

12 comentarios - Vacaciones sexuales en familia capítulo 10

invicctus +1
Pero que burn relato eh+10
Leona40k +1
muchas gracias1
xniltronm +1
Genial el relato
Leona40k
esù un gusto saber qe te gusto
Zexti +1
Tu eres hammer30 o alguien que le roba los relatos? Espero que seas la primera, porque si es asi, muy buenos relatos los que escribes
Zexti
@Leona40k Soy tu fan
Zexti +1
@Leona40k Aunque ya me leí esta historia y la puntué en su momento, lo voy a volver a hacer para que sigas motivada a seguir
Leona40k
jaja muchas gracias por eso!
Jodoon765 +1
Muy bueno!!!
Leona40k
me alegra que te guste
EricRan90 +1
Excelente relato, esta saga es muy buena
Leona40k
gracias, y perdona la tardanza
NachoLejandro +1
buen relato, me dejaste al palo
Leona40k
era era la idea
Si-Nombre
Excelente muy bueno gracias por compartir