La Dama y el Abogado

A los 55 años, Kali conoció por chat a un muchacho 20 años menor. Veintiuno, para ser exactos. Abogadito, él. Calentón, inteligente, tramposo, rápido, y como buen petiso, presumido y aparentemente muy seguro de sí mismo, tremendamente simpático, seductor y cazador. No fueron muchas las veces en que se vieron, pero esas veces fueron intensas, tiernas, divertidas, dulces y muy placenteras, al menos para Kali.


Facundo, el abogadito, curioso e interesado en aprender a dominar a una mujer, recibió alguna que otra lección de parte de Kali, pero básicamente tuvieron sexo y se divirtieron. El chico estaba a punto de casarse y armar su vida como Dios manda, tener hijos, formalizar una imagen y prosperar en su profesión. Ambicioso in extremis.


Dos o tal vez menos meses después de conocerse, se despidieron para no volverse a ver. Facundo se casaba, empezaba una nueva etapa de su vida, y, además, le faltaba experiencia para ser Amo de alguien como Kali, mucho mayor y con varios años de experiencia.


Más de una década después, Facundo reapareció en el horizonte de Kali. Se reencontraron, con viento frío en un café en una esquina, y un atado de cigarrillos negros. Ella hacía varios años que había renunciado al sexo luego de un desencanto, pero Facundo, ya consolidado, ya no tan joven, pero mucho más experimentado y siempre astuto, reavivó las ganas en ella.


¿Por qué? Porque le dijo que en esa década no la había olvidado y porque le había dedicado unos cuantos “homenajes”, es decir, que se había masturbado pensando en ella. ¿Qué mujer se resiste a eso?


Kali con 67 años, Facundo con 46, retomaron el sexo durante varios meses. Meses largos y apasionados, de calenturas terribles y múltiples, multi-múltiples orgasmos.
Historia breve pero larga y difícil de contar, con encuentros, encontronazos y desencuentros, que quizá en algún momento pueda ser contada. Quizá no.


Entre tantos revuelcos, ella le fue entregando a él, como joyitas de su corona, unos cuantos relatos de las experiencias sexuales, sensuales, eróticas, exóticas y deliciosas que venía experimentando desde su más tierna infancia. Quién mejor que alguien como Facundo, el abogadito feroz y morboso, como destinatario de tales relatos. 


Sabe bien Kali cuánto encendían esas historias a su amante. No cualquier hombre se bancaría leer esas historias. Facundo sí pudo y las gozó. De eso Kali está segurísima.

Él, por su parte, comenzó a armar una especie de novela recreando esas historias desde otra óptica, la suya, entrelazándole sus fantasías imposibles. Historia que pinta quedar inconclusa. Como inconclusa ha quedado la historia entre la Dama y el Abogado.
Hoy, él, la desalojó de su vida.

7 comentarios - La Dama y el Abogado

mdqpablo
exelente intro. ya querenos saber mas de estos dos maduros .
Pervberto
Delicia de preparación,, cumple con su cometidos de dejara los lectores con ansias.