Mi timidez y mis tías 15 (corregido)

Después de recoger las pocas mesas que servimos, Lisa se marchó con sus amigas, nos dijo que volvería a tiempo para las cenas, cuando montamos a nuestra para comer, nos sentamos las dos camareras, la cocinera, Ricardo y yo.
Pronto empezamos con las bromas, quizá al no estar la jefa, ni mi madre, ni Lisa, se nos soltaron un poco las inhibiciones y estuvimos contando casos que nos habían pasado, Raquel contó lo que me habían dicho los cuatro mirones de la mesa, Encarna que tuvo que esquivar más de una mano que se colaba entre sus piernas alguna vez y Ricardo contó los apuros que había tenido con las dos amigas que yo ya conocía desde el viaje anterior, según dijo, desde el primer día le estuvieron acosando las dos, lo cierto es que era un chico con muy buena planta y eso las chicas no lo querían desaprovechar, nos costó un poco, pero acuciado por Raquel y Encarna pudimos sacarle que se habían citado en el apartamento de una de ellas, las dos se lo comieron literalmente desde el primer momento, él al principio como era nuevo en el pueblo y no conocía aún a las dos y debido al riesgo en el trabajo nuevo, estuvo bastante comedido, pero cuando cuándo vio que se trataba de él o de ellas, se lanzó y las trató como se merecían, las estuvo follando alternativamente, hasta que se corrieron pero cuando ellas ya daban por terminada la sesión Ricardo, según nos contó, les dio la vuelta y después de lubricarlas les metió la polla en sus culos, aunque en principio se resistieron al fin se lo agradecieron, seguramente no era la primera vez que lo hacían pero demostraron que no les fue indiferente.
Las camareras escuchaban muy atentas, sobre todo las enculadas, querían saber más sobre el tema, no sabían de nadie que lo hubiera practicado, pero la cocinera sonriendo un poco les cogió las manos y les dijo…
-       Tenéis que probarlo, vale la pena, no os arrepentiréis.
Las dos se volvieron asombradas hacia la cocinera, nunca se esperaban este consejo de ella, bajo su apariencia rechoncha, tranquila y con algún kilo de más, se escondía una mujer muy sensual. Las dos camareras se interesaron por sus experiencias.
-       No nos habías dicho nada! Cuéntanos, como se hace? Duele?.
-       Solo os diré que es una experiencia especial, si se hace con una persona cuidadosa y estando bien lubricada no se os olvidará nunca, a mí me encanta.
Las chicas medio asombradas y medio escandalizadas se quedaron sin habla, Ricardo como corroborando su opinión, le acarició la mejilla a la regordeta de la cocinera.
La cocinera se volvió hacia mí y aprovechando el ambiente caldeado me preguntó…
-       Y tú Manu?, no sabemos nada de ti y una de dos o aún no te has estrenado o te lo llevas muy callado.
Las camareras estallaron en risas cuando me puse rojo como un tomate, Ricardo aprovechó la ocasión para decirnos…
-       No sé, pero Manu me da buenas sensaciones, creo que es muy discreto y guarda bien su vida privada, creo que tenemos que hacer un acuerdo entre los dos y compartir experiencias.
Todos nos reímos con la ocurrencia de Ricardo, todos menos él, al parecer no lo decía en broma. Las chicas lo tomaron en otro sentido y la cocinera dijo…
-       No me digas que Ricardo y Manu sois…
Raquel le cortó en seguida…
-       Pues yo estoy segura que de eso nada… y tú qué dices Encarna?
Todos nos reímos a carcajadas, y nos levantamos de la mesa.
Justo a la hora de la cena llegó Lisa, le dio tiempo necesario para cambiarse y salir al comedor, en el restaurante estaban ocupadas cuatro mesas una de ellas grande, en el comedor alguna mesa con aperitivos de parejas y alguna familia.
Estuvimos trabajando sin tregua, Lisa se notaba un poco despistada, cuando se nos acercó para pedir unos cafés, noté su aliento, llevaba alguna copita de más, se había pasado un poco con sus amigas, de pronto se acordó...
-       Casi se me olvida Manu, mi madre me ha llamado y me ha dicho que esta noche no vendrán, se quedarán en casa de la tía Ana a dormir, mañana por la mañana llegarán con el tren y me ha pedido si puedes acercarte a ayudarlas con las compras que han hecho.
-       Pues menos mal que me lo has dicho, ya estaba yo un poco intranquilo, aunque suponía que estarían con Ana.
Me quedé en el bar hasta cerrar, Ricardo y yo recogimos todo, llenamos los botelleros entre los dos y barrimos un poco, a Lisa ya hacía un rato que la habíamos enviado a casa, estaba un poco “perjudicada”.
Cuando subí me metí directamente en el baño, la casa estaba oscura y silenciosa, me di una ducha larga y cuando salí estaba como nuevo, no encendí la luz al entrar en mi habitación, por eso di un salto cuando al sentarme en mi cana noté un tacto cálido y suave, encendí la luz y vi a Lisa, desnuda sobre las sabanas, con las piernas abiertas y en la mano el gran consolador, lo dejó en la mesita y me dijo…
-       Te estaba esperando, y me preparaba para ti.
El consolador brillaba cuando lo vi bajo la luz de la lamparilla y el coño de Lisa también tenía el mismo brillo, se hizo a un lado y me tumbé a su lado, ella empezó a acariciarme el pecho, mientras me contaba lo que había estado hablando con Elena y las gemelas, estuvieron recordando la excursión y mientras se iban sirviendo vasos de combinados con tónica, me confesó que empezaron a contarse las sensaciones que les había proporcionado en la piscina, de lo buena que les había parecido mi polla tanto dentro o fuera de ellas, se habían estado explicando donde les había dado más placer, entre ellas se lo demostraban, Elena como siempre la más lanzada le había dado un beso a una de las gemelas, en la boca el primero pero pronto le dio otro en la teta y acabó lamiéndole el coño, la otra gemela al ver a su hermana con los ojos cerrados gozando, se acercó a Lisa, ésta en un principio le daba curiosidad besarse con una chica, pero cuando probó la dulzura y la suavidad de los labios de la gemela, no puedo frenar y le sacó la lengua hasta encontrar la otra. Lisa me contó que fue ella misma la que le abrió las piernas a la gemela y le dio besitos entre los labios, la chica se abrió el coño y le empujo la cabeza hasta que la lengua de Lisa le agitó el clítoris, a partir de ese momento los gemidos llenaron el salón, la otra hermana no se conformó con recibir caricias y le mordía las tetas a Lisa, mientras Elena recibía las caricias de Lisa en las tetas.
Me lo contaba con todo detalle, cada suspiro, cada gemido, yo me cogí la polla que apuntaba al techo y la estaba meneando lentamente, Lisa estaba tumbada boca arriba me senté en la cama frente a ella, acercándome entre sus piernas plegadas, mientras me iba contando con todo detalle las caricias y sensaciones yo me fui acercando y le metí la polla, lentamente sentado y con las piernas ente lazadas me fui moviendo a la vez que le masajeaba las tetas, estuvimos muchos rato, ni yo tenía prisa ni ella tampoco, la noche era para nosotros.
Me confesó que había sido una experiencia nueva, que había surgido inesperadamente, y que la habían gozado las cuatro, cada una había tenido su orgasmo, todos diferentes, pero saboreados al máximo, se habían acariciado donde más placer les daba y quedaron rendidas, después de recuperarse aún estuvieron bebiendo más para celebrarlo.
Lisa se incorporó y me empujo hasta tumbarme a mí no llegó a sacarse la polla de dentro, pero se quedó sentada sobre mí, también lentamente se iba metiendo y sacando la polla del coño mientras dejaba sus tetas al alcance de mi boca, me dijo…
-       Quieren repetir la reunión pero contigo también, que añoran tu polla, yo les dije que estaba segura que te gustaría colaborar.
Cuando le dije que me encantaría, empezó a galopar sobre mí, no sé si se acordaba de las lamidas de coño que le acababan de hacer las chicas o que ahora disfrutaba de lo que les había faltado a las cuatro, lo cierto es que no me esperó y se corrió entre gemidos y lamentos, creo que quiso premiar mi dedicación y con los dedos mojados de flujo de untó el culo y levantándose lo indispensable cambió de agujero y se sentó metiéndose la polla primero hasta la mitad y luego toda, con sus nalgas me estrujaba la polla y no tardé en regarle el recto, no paró de moverse hasta que mi polla sin fuerza se le salió junto con un chorro de leche.
La dejé caer a mi lado, nos tapamos con la sabana y no tardó ni un minuto en dormirse, los gintonics y las corridas le habían vencido.
Por la mañana la desperté temprano y le dije que se pasara a su habitación, medio dormida la cogí por debajo de los brazos y la llevé hasta su cama, la arropé y siguió durmiendo.
Cuando bajé al bar solo estaba Ricardo, ya se había tomado un café y al verme me preparó otro a mí con unas pastas, nos lo tomamos en una mesa, me miraba y notaba que quería decirme algo pero dudaba, al fin arrancó…
-       Manu, estoy intentando decirte algo, pero no sé si debo, pero me gustaría que me prometieras que no lo vas a contar a nadie y menos si no te parece bien.
-       Tranquilo Ricardo, cuentas con mi discreción.
-       Mira Manu, hace ya unos días que te lo quería comentar, pero ayer ya me convencí, en el poco tiempo que te conozco me has demostrado que puedo confiar contigo y pese a tu juventud te portas como un hombre.
Yo me removí en la silla, no sabía por dónde me iba a salir.
-       Te considero lo bastante avispado para haber notado algo respecto a Julia y a mí, aparte de la relación de trabajo, claro. Mmm, lo que te quiero decir es que Julia y yo tenemos una relación digamos… de cama, en el trabajo somos lo que ves pero luego nos buscamos y nos encontramos, me entiendes?
-       Creo que sí, y yo que tengo que ver? Ya sois mayorcitos los dos.
-       Precisamente a eso iba, tu tía es una mujer muy ardiente, yo también y no me quejo, pero hemos llegado a un punto que nos gustaría ampliar nuestros horizontes, hablando claro, a tu tía le gustaría meter a alguien más en nuestra relación y a mí no me parece mal, sería un aliciente, Julia preferiría alguien discreto dado su reputación comercial en el pueblo y le gustaría una persona joven, o sea más joven que nosotros, yo he pensado en ti, tú cumples todos los requisitos, la única duda que yo tenía era si con las chicas te manejabas bien, pero ayer vi como tratabas a Encarna, cuando estabais detrás de la barra, ya os estaba mirando y cuando te ha llevado al cuarto, casi me habías convencido, pero al oírla gritar al correrse ya me has ganado, por eso te estoy proponiendo unirte a nosotros, desde luego con toda la discreción posible.
-       Bueno me coges desprevenido, por una parte me honras con tu confianza, con una chica cualquiera, no habría problema, pero con mi tía Julia…
-       De todas formas ha sido una idea mía, igual es descabellada, pero si no te parece del todo mal hablaré con ella.
-       Bueno, ya veremos, pero seguro que se escandaliza o no le parezco lo bastante idóneo.
Al momento llegó Raquel y a los pocos minutos Lourdes, Encarna libraba, se cambiaron y enseguida empezaron a montar las mesas, los primeros clientes empezaban a desayunar, no eran muchos pero con la ayuda de Ricardo lo podíamos llevar.
Me informé del horario de trenes y acudí a la estación, dejé a Lourdes en mi puesto.
El tren fue bastante puntual, no bajaron muchos pasajeros, pero cuando aparecieron unas bolsas por una puerta comprendí que luego le seguiría Julia, dicho y hecho, mi tía muy arreglada llevaba en las manos varios paquetes, detrás mi madre, igual de guapa e igual de cargada. 
Corrí hacia ellas y las descargué de la mayoría de cosas, ya en el andén se arreglaron los vestidos y todas alegres enfilamos la calle hacia el restaurante, cuando entramos todos aplaudieron al verlas tan arregladas y Ricardo corrió recoger lo que aún llevaban, en ese momento bajaba mi prima Lisa con ojos de resaca, saludó a su madre y a Clara y se escondió en un sitio con poca luz a tomarse una pastilla para el dolor de cabeza.
Las dos hermanas subieron a casa, yo detrás de ellas cargado hasta en la boca subía los paquetes, aunque no pesaban mucho sí que eran voluminosos.
Los dejé en el sofá del salón, cada una de ellas eligió los suyos y mi madre se los llevó a su habitación, mi tía hizo lo propio.
Mi madre se sentó en la cama, estaba cansada de tanto paquete, empezó a abrirlos, me dijo que había comprado muchas cosas que me iban a gustar, yo estaba impaciente, abrió varias cajas, zapatos, bolso, pañuelos, pero una apenas la abrió, me enseño un tejido muy fino transparente pero cuando quise ver toda la prenda cerró la caja y me dijo…
-       Esto para el momento oportuno, te gustará.
Me quedé con las ganas, pero respeté su deseo, le pregunté cómo estaba Ana, me sentó a su lado y empezó a contar…
-       Tu tía Ana está bien, aunque el embarazo le obliga a guardar algún reposo y no puede hacer excesos.
-       Pues, me iré a cuidarla, aquí no me necesitáis mucho.
-       Tranquilo, no pasa nada, tu tío la cuida, aunque me dijo que si te necesitaba te llamaría, hemos pasado un día con ellos, cuando habíamos comprado todo nos acercamos a visitarlos, Ana ya está muy gorda, te gustaría verla y el niño le da unas patadas…, estuvimos comiendo con ellos con la intención de tomar el último tren para venir, pero empezamos a hablar y a hablar, ya nos conoces, de todos los temas, poco a poco tu tía nos contó que el que peor lo llevaba era Jorge, en principio no sabía qué hacer para que estuviera cómoda, pero con los días se le iba notando tenso y el carácter le iba cambiando, Ana en un momento que él se levantó a por algo nos dijo bajito…
-       Lo que le pasa es que no hemos podido follar desde hace casi un mes, está desesperado.
-       Pero tú no le haces mamadas? O pajas? – dijo Julia.
-       Claro, siempre que me lo pide, pero no es igual, a él le gusta más metérmela y correrse dentro, ahora que ya superado su eyaculación precoz…
-       Pero tú no puedes follar con cuidado?
-       El médico me ha dicho que lo evite lo posible, es por el niño, sabes? Pero me preocupa ver a Jorge tan triste, no se merece esto.
-       Al momento entró Jorge y se volvió a sentar con nosotras, lo cierto es que se le notaba decaído. Ya era tarde y el tren lo habíamos perdido, se ofreció a traernos, pero no quisimos que se quedara Ana sola en casa, por lo que decidimos quedarnos con ellos anoche.
-       Me parece muy bien, aquí nos hemos apañado perfectamente y tu hermana es lo primero.
-       Si, es lo que pensamos, ellos son una pareja ideal, por eso nos quedamos, el problema fue al acostarnos, como sabes solo tienen la habitación que tú ocupabas, por lo que después de mucho insistir acordamos que Julia se acostaría en tu habitación, Jorge en el sofá del salón y yo con Ana en la de matrimonio.
-       Fue una idea muy buena.
-       Yo me dormí enseguida después de la caminata por la ciudad, pero al rato Ana me despertó, me dijo que me levantara con ella y nos asomamos a la puerta. En el salón estaba Jorge con la tele encendida, aunque estaba durmiendo, todas las noches se tomaba un somnífero pues no dormía casi, al momento se abrió tu habitación y salió tu tía Julia, llevaba un camisón cortito que acababa de comprar, se arrodillo al lado del sofá y desabrocho el pantalón del pijama a Jorge, nosotras estábamos pegadas a la rendija de la puerta, yo le acerqué una silla a Ana para que no estuviera de pié. Julia le sacó con mucho cuidado la polla a Jorge, él sin despertar empezó a suspirar, tu tía se empleó a fondo, se metió la polla en la boca y pronto se la puso como un poste, yo admiré la tranca que tiene y le di una palmada a Ana felicitándola.
Tu tía Julia fue estirando el pijama hasta quitárselo, él en sueños nombraba a Ana, se estiraba en el sofá y cada vez la polla le crecía más y más, Julia se quitó el camisón y le puso las tetas en las manos de Jorge, él las cogió y decía que ahora las tenía más gordas, (Ah!, me gustaría que le vieras las tetas que le han aumentado a Ana, ya me gana a mí, son parecidas a las de Julia). Jorge le amasaba las tetas con avaricia, Julia estaba caliente y yo la verdad también, me estaba acariciando entre las piernas, Julia cuando se inclinó para que le cogiera las dos tetas se sentó sobre él, se metió la polla despacio, Jorge no dejaba de hablar en sueños nombrando a Ana. Nosotras con la luz del televisor encendido veíamos como la polla de Jorge se hundía en el coño de Julia, pero él no dejaba de nombrar a Ana, parecía estar soñando con ella, Julia no dejaba de cabalgarlo, se notaba que pese a todo estaba gozando de una buena polla, mi hermana Ana me dio un toque en la pierna y con la cabeza me animó a que ayudara a Julia, Ay! Manu me sabe mal decírtelo, pero estaba tan caliente de verlos que salí y me uní a Julia, ella al verme se levantó y me dejó su lugar, yo antes de llegar ya me había quitado el camisón que me había dejado Ana y pasé una pierna sobre tu tío y cogiéndole la polla con la mano,… Ay Manu, no sé si debo contártelo…
Al cogerle la mano sentí algo especial, no lo pensé y me la apunté en el coño, lo tenía todo mojado, me dejé caer sobre él, me entró entera, Julia me miraba mientras me entraba toda la polla de tu tío, yo veía a Ana detrás de la puerta, ella me decía que siguiera, empecé a moverme, sentía el capullo de Jorge presionando mi matriz, Julia se había sentado sobre su cara y ya no nombraba a Ana, no podía, estuvo frotando su coño en la boca de Jorge, él nos cogía las tetas, tengo que admitir que le gustaban más las de Julia, las amasaba más al tenerlas más gordas, pero a mis pezones los acariciaba más que a los de ella, le avisé a Julia que notaba que me iba a correr, ella me dijo que la esperara que no tardaría tampoco, la lengua de Jorge le causaba estragos en su clítoris, no me faltaba nada para correrme cuando Jorge se puso tieso, las piernas estiradas y las manos aferradas a nuestras tetas, parecía que tenía un ataque epiléptico, entre las dos no podíamos dominarlo, yo notaba en mi vagina el ardor de la leche de mi cuñado, y Julia la lengua desatada en su coño, las dos nos abrazamos cuando nos fulminó nuestros orgasmos, no te puedo decir cual fue más fuerte, pero casi nos derrumbamos sobre Jorge, cuando nos levantamos Ana nos daba besos con la mano, recogimos nuestros camisones y volvimos a nuestras habitaciones, Julia a la tuya y yo a la de Ana, ella me dio una palmada en el culo, estaba contenta de ver a su marido despatarrado en el sofá durmiendo como un bebé.
Al día siguiente nos levantamos pronto, Ana despertó a Jorge, le dijo que nosotras aún estábamos durmiendo, que estábamos muy casadas del día anterior, el le dijo que en cambio había dormido como un tronco, incluso había soñado toda la noche, no le dijo el qué, pero en compensación le dio un beso en toda la boca a su mujer.
Cuando nos levantamos nos arreglamos y nos despedimos, Jorge insistió en llevarnos a la estación, yo al salir me fijé que en una mesita al lado del sofá había una pastilla y un vaso de agua, me quedé con la duda, pero no le pregunté a Jorge sobre ello.
Manu, no sé si he hecho bien en contarte todo esto, pero creo que tenemos la suficiente confianza para contarnos todo, me perdonas?
-       Por qué te voy a perdonar? Al contrario, estoy encantado de que me cuentes tus cosas, me gusta todo lo tuyo y te deseo que vivas tu vida y seas feliz, te quiero mucho mamá.
Cuando mi madre se acercó a mí y me besó en los labios, vi en sus ojos unas lagrimas de emoción, yo quise corroborar lo que le había dicho y le devolví el beso, fue el primero de muchos, mis manos le quitaron la ropa que llevaba, mientras ella buscaba frenéticamente entre mi pantalón, mi polla no tardó en pertenecerle y desaparecer en su boca, mis manos en sus tetas y al momento, al unísono me subí sobre ella, ya me esperaba cuando por sus piernas me deslicé y le metí mi polla entre los labios de su coño abierto.
Apartamos todos los paquetes que ocupaban la cama y rodando sobre las sabanas, hechos un solo cuerpo estuvimos follando, estar con mi madre no tenía comparación con otras chicas, ella era muy especial, sabía que yo siempre recibía más que le daba y eso me hacía muy feliz.
Continuará.

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