Dos meses después...



Aquel día tuve que ir de urgencia a la Compañía. Los muy turros no querían pagar un accidente alegando alguna deficiencia en la documentación enviada. El trámite lo había manejado yo, por lo que estaba segura de que no había ningún error, y que lo único que pretendían era hacerla larga para emitir el cheque.
Ya me había enfrentado anteriormente a problemas similares, llegando incluso a amenazarlos con retirarme de la Compañía, pero a ellos que manejan millones de pólizas, ¿que podía preocuparles una modesta cartera de clientes como la mía? Así que esta vez iba decidida a irme hasta La Plata a hacerle un pete al mismo Gerente si con ello lograba que el pago saliera.
Pero ¿por suerte?, no hizo falta chupársela a nadie. Ni bien llegué mi ejecutivo de cuenta me estaba esperando con la noticia de que el cheque ya estaba firmado y que podía avisarle a mi asociado que pasara a cobrar a partir del día siguiente.
Salgo de la Compañía más contenta que perro con dos colas. Ni siquiera me demoré diez minutos y ya tenía todo solucionado.
Recién entonces me doy cuenta de que había salido de la oficina tan a las apuradas que no había tenido tiempo ni de almorzar, y ya pasaba del mediodía. Así que voy a un café que está a la vuelta y me pido un capuccino con una medialuna, algo liviano, ya que de los nervios que me habían hecho pasar los malparidos esos, cualquier cosa que comiera iba a caerme mal.
Estoy ahí sentada, junto a la ventana, mordisqueando mi factura, cuando lo veo pasar. Pelado, de músculos trabajados, los brazos tatuados. No se trata de un tipo especialmente atractivo, pero más allá de esa pinta de chico malo, posee una mirada tan intensa y penetrante que de solo cruzarse con la mía se activan mis endorfinas.
Quiero aclarar que no estaba de levante, mi único plan era tomarme el capuccino y volverme a la oficina para seguir con mi trabajo, pero justo se me cruza este "animal" en el camino y toda mi planificación, mis ganas de terminar temprano e irme a casa a jugar con mi hijo y pasar tiempo con mi marido se van al carajo.
Mi última infidelidad había sido el cuartetazo con Marlon, Jerson y Mayra, antes de Navidad. Desde entonces no había vuelto a caer en la tentación. Ni siquiera había visitado a Pablo, pese a que me invitó a su cumpleaños, en carácter de "invitada especial", según me puso en un mensaje que no le contesté. Y ya todos sabemos lo que significa eso de "especial". Me quería enfiestar de nuevo con sus amigos, lo cuál, esta vez, no me pareció tan buena idea como antes.
Me había mantenido lejos de las tentaciones por casi dos meses, pero ahora, así de repente, y con tan solo una mirada, tenía ganas de coger. Y de coger con ese tipo que me había mirado tan "penetrante-mente".
No sé si se habrá dado cuenta de todo lo que movilizó en mí o simplemente se trataba de su destino, pero entra al café y sentándose en la barra pide un cortado.
Veo que me mira a través del espejo. Trato de no mirarlo, de no sucumbir al hechizo de sus ojos, pero no puedo. Lo miro y me sonrío, buscando enseguida otro lugar en donde enfocar mi atención.
Ya está, primera señal enviada.
Sin embargo sigo enganchada con el accidente, el pago de la Compañía, la llamada al socio.
Tengo que irme a trabajar, me digo a mí misma, tengo un montón de papeleo pendiente, no puedo estar pensando en irme a revolcar con un desconocido.
Me levanto, recojo mis cosas, y al abonarle lo cosumido a la chica que atiende, le pregunto como al pasar donde está la estación del subte.
-Acá a la vuelta, sobre Irigoyen- me indica.
-Gracias- le digo y me voy.
Trato de no mirar al tipo antes de salir, pero, de nuevo, no puedo evitarlo. Y cuando lo hago descubro sus ojos clavados en mí. Otra sonrisa y salgo a la calle.
Segunda señal, mucho más evidente que la primera.
Por supuesto que sé donde queda la estación del subte, siempre que voy a la Compañía hago la combinación con la C, solo fue un mensaje, por si el tipo se decidía a seguirme. Y obvio que me siguió.
Los hombres saben cuando estamos calientes, excitadas, nos huelen, y yo, en ese momento transpiraba sexo por cada poro.
Me sigue de cerca mientras cruzamos San Juan, caminando a unos pocos pasos, evaluando quizás la mejor manera de encararme.
Bajo las escalera del subte con él detrás, manteniéndose siempre a una distancia prudente, mirándome seguramente el culo, lo cual me incita mucho más todavía.
Pasamos por el mismo molinete, caminamos prácticamente juntos por el andén, y cuando llega la primera formación, subimos por la misma puerta, sin que se decida a hablarme todavía.
Al llegar a Independencia, aprovechando que bajan unos cuantos pasajeros, pasa por detrás mío, rozándome de una manera que me permite sentir que no solo tiene fuerte la mirada.
Cuando suben los que estaban esperando, soy yo la que aprovecha y me sitúo justo por delante suyo, de manera que pueda apoyarme, lo cuál hace sin pudor alguno, sacándole rédito a la presión de los demás pasajeros y al movimiento del vagón.
Casualmente estoy con pantalón, por lo que puedo sentir como se le endurece la pija y se le comba hacia un lado por la contención de su propia ropa.
-¿Estuvo rico el café?- le pregunto al rato, luego de una apoyada tan evidente que no creo que haya pasado del todo desapercibida para los que estaban alrededor o sentados delante nuestro.
-No tan rico como vos- me contesta clavándome esos ojazos negros que tantos estragos estaban causando en mí.
-¿Y como sabés si no me probaste?- le replico.
-¡Todavía...!- advierte con una sonrisa cargada de intencionalidad.
No se trata de un tipo lindo, al contrario, muchas mujeres lo considerarían hasta feo, pero me puede, me trastorna, es algo químico, así como el agua reacciona al calor, mi cuerpo reacciona al suyo, entrando en ebullición.
Mis intenciones son más que evidentes, las suyas también.
-¿Siempre sos tan directo?- le pregunto manteniéndome bien cerca, sintiendo la pulsión de su cuerpo hacerse cada vez más intensa.
-¿ Te molesta?- repone.
-Para nada, creo que siempre es mejor ser claros, para evitar confusiones- le digo, tratando de evitar ese contacto visual que me hace querer colgarme de su cuello y comerlo a besos.
Una imagen vale más que mil palabras, suele decirse, en nuestro caso sería una mirada, porque con los ojos nos expresamos todo lo que sentimos.
-Creo que vos y yo tenemos todo muy claro, ¿no te parece?- advierte, provocándome tan solo con sus palabras ese vértigo en el estómago que anticipa lo inexorable.
Son casi las dos de la tarde, hay un montón de gente a nuestro alrededor, algunos parados, otros sentados, gente que sube y baja, pero para mí solo existimos él y yo, como si estuviéramos dentro de una burbuja, aislados, alejados por completo de todo lo que nos rodea.
Mientras vamos pasando estaciones trato de pensar en algún sitio que esté cerca del subte. No tengo que pensar demasiado, ya que Pelícano, en Laprida y Santa Fe, resulta ser un lugar más que idóneo.
Cuando llegamos a Diagonal Norte hacemos la combinación los dos juntos, caminando ahora sí a la par, conversando como si fuésemos dos viejos conocidos que se reencuentran en el subte después de un largo tiempo.
También juntos subimos a la D, teniendo muy en claro ambos que ese encuentro no puede terminar en otro lugar que no sea una cama.
-Me bajo acá- le digo al llegar a Agüero.
-Si querés que te acompañe, solo tenés que pedírmelo- me dice, mirándome como si tratara de hipnotizarme.
-Eso no se pide...- le digo en un susurro, volviendo a sonreirle en esa forma que para los entendidos no necesita traducción alguna.
La formación se detiene, se abren las puertas y bajamos, los dos juntos, caminando por el andén el uno al lado del otro, como cualquier pareja, aunque todavía no sabemos ni nuestros nombres.
-Me llamo Mariela- le digo cuando salimos a Santa Fe.
-Julio- se presenta estrechándome la mano.
Dudo que fuera su nombre real, pero bueno, saberlo era lo que menos me importaba.
-¿Y adónde vamos, Mariela?- me pregunta mientras caminamos por entre el bullicio de la hora pico.
-Vos seguime y ya te vas a enterar- le digo.
Para cuando doblamos en Laprida y cruzamos la calle, ya no hubo más misterio. Pasando apenas la cerrajería, por detrás de unas plantas que le otorgan cierta discreción a la entrada, el cartel de "Albergue Transitorio", resulta más que explícito.
-Vos sí que la tenés clara- me dice Julio con una sonrisa torva y maliciosa mientras entramos y nos dirigimos a la recepción.
-Desde que te vi por la ventana del café supe que iba a coger con vos- le digo ya en la habitación, entre ruidosos chupones.
-¿Tan segura estabas?- me pregunta, enredando su lengua con la mía.
-Tan segura como que la tenías así de grande...- le confirmo, deslizando la mano por encima de su bragueta, palpando un tamaño mucho más pronunciado del que había podido sentir en el subte.
-¡No sabés las ganas que tengo de chupártela...!- le confieso, relamiéndome los labios, ansiosa por sentirlo palpitando en mi garganta.
Con la urgencia lógica del momento, se baja el pantalón, el slip, y tendiéndose de espalda en la cama, me ofrece toda su erección para que me dé el atracón de mi vida.
Tiene una buena pija, larga, maciza, de un grosor que se amolda perfectamente al entorno de mis dedos.
Me echo en el suelo y avanzando por entre sus piernas, le paso la lengua por entre los huevos, provocándole un agradable estremecimiento. Se los beso y mordisqueo, comiéndome de a uno por vez, luego los dos juntos, con un manojo de pendejos entremedio.
Empujándole la pija hacia delante, le lambeteo toda esa parte del medio, que parece ser su parte más sensible, subiendo a pura lengua hasta la cima, en donde le chupo y muerdo la punta, arrancándole unos guturales jadeos de satisfacción.
Cuando le como la pija, el tipo me agarra de la cabeza, y moviéndose él, me coge por la boca, provocándome unos cuantos ahogos con semejante exceso de carne.
Me veo obligada a respirar por la nariz, ya que la tráquea la tengo totalmente obstruida, sintiendo como las lágrimas me nublan la mirada y me empapan las mejillas.
Cuando me suelta, cometo el error de querer recuperar todo el aire de golpe, lo que me provoca un acceso de tos. Por un momento me miro en uno de los espejos que nos rodean y me sonrío al verme en tal estado, toda congestionada, bañada en lágrimas y con el pelo alborotado. Esa soy yo, la auténtica Mariela. Así que se la sigo chupando, volviéndomela a comer entera, pero ahora por las mías, masticando y saboreando con fruición cada pedazo.
Tras dejar mis labios impresos en su voluminoso contorno, me levanto y le hago un strip tease, moviéndome al ritmo de la suave música que suena en la habitación.
Mientras yo me desvisto, él agarra uno de los preservativos que están sobre la almohada, lo abre y se lo pone.
¡Dios! Con el látex parece mucho más grande todavía.
Ya desnuda me subo a la cama, extiendo una pierna por encima de su cuerpo, y acomodándome a la altura de su boca le entrego mi concha para que ahora sea él quién me saboree. Con las manos me agarra de las nalgas, me las abre y deslizando la lengua desde el agujero del culo hasta el botón del clítoris, me pega una flor de lamida que me deja babeando de placer.
Como quién degusta una "delicatessen", me chupa los labios, los retuerce entre los suyos, mordiéndome con incitante suavidad, clavando los dientes en la pulposa carne con la presión exacta, ni tan fuerte como para causarme daño, ni tan suave como para no sentirlos.
Entre esas suaves mordiditas, me va lamiendo el flujo que resbala por la parte interna de mis muslos, saboreando con elocuente fruición el dulce néctar de mi sexo.
De a poco voy retrocediendo con las rodillas, y al quedar sobre su pelvis, desciendo sobre esa impresionante verga, que prontamente encuentra el camino a mis delicias interiores.
-¡Ahhhhhhh...! ¡Ahhhhhhh...! ¡Ahhhhhhh...!- jadeo al sentir como me va llenando con aquello que se acerca tanto a la perfección.
Soplo y resoplo mientras me muevo, arriba y abajo, dejándome ensartar por ese hombre que conocí hace apenas una hora.
Nuestros cuerpos impactan el uno contra el otro, unidos por una pulsión indescifrable para los demás, pero absolutamente clara y legible para nosotros.
Me toma de la cintura y ejerciendo una fuerte presión me guía ahora a su antojo, clavándome cada vez más fuerte en su verga, al mismo tiempo que se impulsa violentamente hacia arriba.
Con las manos asciende por mi torso, me agarra de las tetas y retorciéndome los pezones, me arranca un orgasmo que me deja al borde del desmayo.
Montada ahí arriba me deshago en un sinfín de gemidos y jadeos, sumergiéndome en esa dimensión etérea de la que me demoro un buen rato en salir.
Cuando recupero la razón, ya me tiene tumbada de espalda y arremetiendo por entre mis piernas me sigue cogiendo, dándome y dándome con todo, sin tomarse ni un respiro, arrancándome unos jadeos por demás excitados.
Me echo polvo tras polvo, sintiendo que todo mi cuerpo se disuelve en torno a ese bastión supremo de vigor y virilidad.
Me aferro de sus brazos tatuados y acoplándome a sus movimientos, me entrego al disfrute más intenso y arrollador, colapsando de placer, completamente a merced de esos combazos que me demuelen hasta el alma.
El tipo no me guarda ningún respeto, ¿y porqué habría de tenérmelo? Para él soy un levante callejero, un yiro, una mujer que se le entrega sin pedirle nada a cambio.
-¡Ahhhh..., sí putita del orto, que bien te movés!-
-¡Conchuda de mierda, me vas a reventar los huevos!-
-¡Que perra que sos, como te gusta la pija!-
-¡Como te la comes bebé, petera vieja resultaste!-
En cierto momento me levanta de la cama y llevándome casi a la rastra, me pone de frente contra uno de los espejos de pared. Me separa las piernas pegándome un par de nalgadas, se agacha para quedar a mi altura, y así de parada, me la mete por el culo, haciéndome delirar con cada sablazo.
Me atropella con su cuerpo, levantándome unos cuantos centímetros del suelo cada vez que me la mete hasta el fondo, bajándome cuando me la saca, sometiéndome a un balanceo continuo, arriba y abajo.
El espejo se queda todo empañado con mi aliento cuando me da la vuelta y poniéndome una pierna en torno a su cintura, me penetra ahora por adelante, dándome hasta el último pedazo de aquello sin lo cuál ya me resulta imposible vivir.
-¡Ahhhhh..., ahhhhh..., no pares..., seguí..., dale..., más..., más..., más..., ahhhhhhhhh...!- le pido, colgada de su cuello, las piernas enlazadas alrededor de su cadera, toda abierta y anhelante, mojándome como si no hubiera tenido un polvo en meses, que de hecho así era.
Acabo en medio de espasmos violentos e incontrolables, aferrándome aún más a su cuerpo, clavándole las uñas en la espalda, sintiendo a pesar del preservativo como él me acompaña con una descarga igual de enérgica y vibrante.
Cuando me suelta casi caigo derrumbada al suelo, si no lo hago es porque él me sujeta, y como si estuviera borracha me lleva de nuevo a la cama.
Caemos los dos de espalda, exhaustos, sudorosos, suspirando todavía, las entrañas aún quemándonos de excitación.
No sé en que momento se habrá cambiado de forro, pero cuando vuelvo en mí, después de semejante desfogue, lo tengo de nuevo encima, a punto de ponérmela.
Casi por acto reflejo me abro de piernas y me humedezco los labios de la concha con mi propia saliva. La penetración resulta profunda y fluida, ya que todavía estoy abierta y distendida por la cogida anterior..., o mejor dicho, por las cogidas anteriores.
El tipo parece no tener límites. Sigue con la verga al palo, dispuesto a satisfacer hasta el último de sus anhelos con mi cuerpo. Así que, sin darme ni darse ninguna pausa, me surte con todo, adentrando toda su largura en lo más profundo de mi cuerpo.
Se echa cuán largo es sobre mí y me refunde a pijazos, saliendo casi por completo, a excepción de la hinchada punta, para volver a meterse con mucha más fuerza todavía. Por supuesto yo no me opongo a tan deleitable refriegue, ofrendándole la humedad de mi sexo para que se deslice a través de ella. Y eso es lo que hace, deslizarse, adentro y afuera, forzando al máximo esa flexibilidad prodigiosa que le permite ingresar por completo.
Me vuelvo a aferrar de su cuerpo con brazos y piernas, moviéndome en torno a esa formidable herramienta concebida para el placer. La siento alargarse cuando me entra hasta los pelos, y contraerse cuando sale, solo para tomar un nuevo impulso y renovar ese movimiento que, aunque repetitivo, nunca resulta aburrido ni monótono.
Tras pegarme una cogida de esas que te dejan la concha en carne viva, me la saca y arremete contra mi culito, sometiéndome a un nuevo bombeo, brutal, profundo, desquiciante.
La pija parece no disminuir ni un ápice su dureza, manteniéndose en todo momento al tope de sus posibilidades, hasta que incapaz de seguir ya con el mismo ritmo, me la saca, se arranca el forro y dejándola vibrando en el aire, me dice:
-¡Vení, pajeame...!-
Me levanto y agarrándosela con las dos manos, se la sacudo con fuerza, sintiendo bajo la presión de mis dedos esa energía demoledora que se prepara para la tan anhelada eclosión.
Solo se escucha el chas-chas de la fricción y sus jadeos, cada vez más encendidos, hasta que la leche empieza a saltar como el champán al descorcharse, bañándome las tetas y la cara con sus fragantes delicias.
Ahora sí, tras la descarga, la pija del tipo empieza a perder consistencia, aunque manteniendo un tamaño más que respetable.
Nos duchamos y salimos juntos del telo. Antes de despedirnos me pide mi número de celular, para estar en contacto, pero no se lo doy. Le invento cualquier excusa. Y es que aunque la pasé bomba, el sexo casual debe ser solo eso, una casualidad, algo fortuito, si nos empeñamos en convertirlo en otra cosa, perdería todo su encanto. Y miren que tengo experiencia en encuentros cuyas segundas partes no fueron tan buenas como la primera. Así que..., ¿para que arruinarla? Mejor dejarlo ahí, y recordar ese momento como lo que fue, algo épico, trascendental, e irrepetible. Además..., ya debe haber otros haciendo fila, ¿para qué hacerlos esperar?

26 comentarios - Dos meses después...

maxcarpat
DIOSA!!!!!!!!!!!! COMO ME GUSTARIA SER ESE PELADO
ldrja
Volviste!!! Te extrañaba Marita. "ya debe haber otros haciendo fila, ¿para qué hacerlos esperar?" Qué bueno, ya me toca a mí?
38015
Mucha sensualidad , mucho placer !!! Si para que ,,, solo el destino te lleva !!!!
FujinKami
me descoloco totalmente el relato. usted señorita. si que sabe lo que es disfrutar el momento y dejarlo epico .un placer leer sus placeres cotidianos de la vida 😉
gust7387
Como siempre un placer leer tus relato
borracho_tuerto
Comerse una hermosa mujer desconocida, así a la pasada en la calle, debe ser de las experiencias más excitantes y deliciosas que deben existir, y este pelado tuvo la suerte de encontrarse contigo, que envidis...Uuuufff!!
Excelente relato como siempre querida!!
Se te extrañaba, y mucho!!
Besos linda!!
LEON


Dos meses después...
Pervberto
Marita a veces demora pero nunca defrauda.
juste
Al fin volviste, pense q te habías retirado de las camas... Por suerte me equivoque
tinchoenp
Que caliente me dejaste Mariela! +10
bacomalbec
No dejas de sorprenderme y aun mas, no dejo de desearte.
rom123lopz
Terrible Mari, que lindo cojerte!!
gfigueroa26
LA ONE
sin dudas la mejor contando relatos , y en la cama parece que sos mejor aún.
ahora el pelado te va a volver a buscar en el cafe sin dudas je
genia total 👏👏👏👏
Neotete
que placer leerte!
la mejor parte donde te acomodas para que pueda saborear tu concha...
literalmente senti que yo era quien te estaba chupando a morir
van 10 bonita
hijodelnegro
Como siempre marita exelente!!!!!! Me la dejaste dura
Josegomez1102
Uh mami quede al palo saludos desde sm de tucuman
juanoeste7
Cómo extrañaba tus relatos! Van puntos
Sute41
Como extrañaba tus relatos. Como me gustaria ser uno de esos privilegiados en cogerte... Van puntos Diosa...
chefjavier
Me hiciste esperar todo el verano. Como siempre. Muy bien relató. Espero algún día conocerte
juanchipere
Excelente relato, tu retórica es notable. Felicitaciones. Ojalá todos en P escribieran como vos 😁 10
nacho2008
Mi dios !!! Te estoy buscando en el subte !!! Creo que por tu relato , por momentos pensé que era yo ese tal Julio. Te sentí tan real , tan hermosa y tan caliente. Esta de más decirte lo que me provocó tú relato. Bellísimo. Van mis puntos y mis deseos.
AlejandroKro
Excelente me encantó. Q lindo ser uno de esos afortunados. Ptos.
Elpndjomacho
que buen relato....excelente!! muy motivador!! jejeje +10
prgsx
No debe haber nada mejor que tu mujer llegue a casa y te cuente esta historia!
Si hay fotos mejor! jaja