A cross the universe.


link: https://www.youtube.com/watch?v=UXE1C--WezU


Ernesto tiene 45 años. Es dueño de una fábrica textil de medianas proporciones en la que trabajan unos quince personas. Le gusta cuando le dicen "Buen día Don Ernesto" al entrar a la fábrica y caminar entre dos líneas de máquinas encendidas. Le gusta sentir la tanga entre sus muslos debajo del pantalón mientras recibe los saludos de sus empleados.
Ernesto tiene dos hijas ya mayores de edad. Una estudia medicina, la otra baila y en esos días anda de viaje por Europa. Su esposa, Lucrecia es tres años mayor que él y psicóloga de parejas.
Todos los días a las 08:30 entra a su oficina y sentándose en el sillón del escritorio se felicita por la calidad de las medias que fabrica. Su piel agradece la suavidad de la seda.
El reconvirtió la empresa hace diez años. Antes fabricaban medias de algodón y algunas remeras. Ernesto invirtió todo lo que tenía y enormes cantidades de tiempo para dejar atrás el proyecto de su padre y hacerlo propio produciendo medias de dama y ropa interior femenina.
Esa noche Ernesto y Lucrecia cumplen veintitres años de casados. Quedaron en que comerían solos en casa. Ella preparó la cena de antemano. El sacó dos botellas de champagne frances que tiene guardadas en su cava personal.
A las 20:30 la espera en la puerta del consultorio seantado dentro del auto. La ve salir y acercarse. Sus anchas caderas y enormes tetas siempre le calentaron. Ella le sonríe con su sonrisa amplia y fresca. Se sube y lo besa sin decir nada. Hunde profundamente su lengua en la boca de él. Siente su lengua jugando con la suya. Su respiración que se va agitando de a poco con el contacto de sus labios. La mano que la toma por la nuca para retenerla en un beso largo y caliente. Ella le pasa la mano por la pija sintiéndola dura.
- Como está mi nena para el festejo? Feliz aniversario amor!
- Feliz día! - le dice él temiendo haber errado el tipo de felicitación para la fecha.
Arranca y le da la mano. Sus dedos se enredan cariñosos. El la suelta y busca su entrepierna en un semáforo. Ella se levanta un poco la falda para que pueda llegar hasta la concha. Está completamente depilada y no lleva ropa interior.
- Te gusta la sorpresa? - le dice sonriendo.
El pasa los dedos por su concha depilada. Siente un poco la humedad que va ganando los labios. Apenas apoya la yema de los dedos sobre el clítoris. Lo siente latir.
Un bocinazo los hace despertar. La luz se puso en verde y tienen que arrancar.
- Tengo otra sorpresa para vos en el bolso.-
- Ojo con las sorpresas Lucre.... - El recuerdo de lo doloroso que fue tener una fisura anal hace unos meses se le cruzó por la mente.
Ella se recuesta contra su hombro besándole delicadamente el lóbulo de la oreja.
- Tranquilo, te voy a tratar con dulzura.- le dice susurrándole al oído y haciéndole poner la piel de gallina y la pija un poco más dura.
Cuando llegaron a la casa, se bajaron del auto ya besándose en el garage y fueron así, sacándose la ropa a tirones y franeleándose calientes hasta el baño. Abrieron la ducha y se metieron desnudos bajo el agua caliente. El la empezó a besar en el cuello y los hombros, sintiéndo sus pezones ponerse duros entre sus manos. Sus tetas enormes y carnosas se estremecían entre sus manos firmes. Ella se fue pegando a su cuerpo, sintiéndose vibrar junto a él. Sentía su lengua pasando por su piel. Agarró la pija y empezó a pasársela por el clítoris, acariciándolo, mojándose también con sus flujos, calentándose. El la hizo dar vuelta. Ella se puso de espaldas y apoyando las manos contra los azulejos de la pared, levantó las caderas ofreciéndole la concha. Su pija encontró enseguida ese agujero conocido y preciado. Su concha fue abriéndose de a poco para recibirlo. La agarró de las tetas y empezó a bombearla con fuerza. Ella gemía apoyando el cachete derecho en los azulejos. Sentía la pija metiéndose bien profundo dentro suyo y quería que no parara más. Esa poronga conocida entrando y saliendo rápido de adentro suyo la hacía delirar de placer. Sentía las manos firmes de su hombre cogiéndola fuerte y deliraba dejándose hacer. Acabaron juntos. Ella se dió vuelta y lo abrazó y besó calidamente.
Tomando la esponja lo empezó a lavar. Pasándosela suavemente por el pecho lampiño. Después su entrepierna también depilada, así como las piernas. Lo dió vuelta y lavó a conciencia su culo también depilado. Le lavó la cabeza también. Al terminar ambos se secaron. Ella lo llevó al dormitorio.
Ernesto sacó del placard una caja cuadrada de cartón. La abrió y le mostró unos pesados borceguíes negros con tachas. De suelas gruesas y pesadas, eran bastante aparatosos.
- Guau!- exclamó ella al verlos.
- Te gustan?-
- Preciosos, ponémelos.- le dijo Lucrecia.
Se sentó en el borde de la cama y le ofreció su pié izquierdo. Llevaba las uñas pintadas de violeta. Ernesto no pudo resistirse y empezó a chuparle los dedos. Le encanta chuparle los pies. Abriendo las piernas, ella le mostraba su concha depilada.
- Pará, poneme los borcegos.- le exigió ella.
Primero le puso unos pequeños zoquetes de "Hello Kitty" y después los borceguíes. Cuando terminó ella se paró y los probó.
- Perfectos.-
- Me encantas así. - le respondió
El sacó de la caja un pequeño collar de cuero ancho con púas plateadas. Se lo puso alrededor del cuello como si fuese un collar de perro.
Ella se sentó en una silla frente a una cómoda que tiene un espejo encima. El cuidadosamente peinó su pelo y le hizo un rodete bien tirante. Después le delineó los ojos de negro y le pintó del mismo color los labios. Terminado, le pasó la palma de la mano derecha por los labios, corriéndole el maquillaje que quedó manchándole el cachete y parte de la barbilla.
- Eso es todo? - preguntó ella.
- Todo. - Respondió el haciéndole dar una vuelta entera.
- Perfecta.- agregó. Su pija estaba nuevamente dura ante el espectáculo de su mujer ataviada de esa manera.
- Ahora yo.- dijo ella.
De debajo de la cama sacó también una caja.
Primero le puso medias de mujer. Color negro, con unos pequeños corazones rojos de vez en cuando. Eran de esas que llegas hasta el muslo. El se dejaba hacer tranquilo y tocándose un poco la poronga de vez en cuando. Después le calzo un portaligas alrededor de la cintura y enganchó las medias. Sacó de la caja unos zapatos de taco aguja altísimos. El se los calzó vió su pie de hombre enfundado en esas zandalias de mujer y se calentó más. Sus largos dedos tenían las uñas pintadas de un fucsia furioso.
- 44, la mujer que vendía me miró con una cara...- dijo ella.
- Es que soy una mujer patona...- Se rieron por el chiste.
Ella siguió con un corset que le puso desde la espalda, apretándoselo y afinándole la cintura. su pecho se hinchó y la grasa sobrante hacía que pareciera que sus tetas fueran más grandes. Ella pasó su lengua por los pezones duros que se asomaban por sobre el corset. El gimió de placer con el contacto caliente de su saliva.
Se sentó él ahora frente al espejo y se dejó maquillar. Minuciosamente Lucrecia primero le pasó una base de color. Luego le pintó los ojos con sombra violeta y delineador del mismo color. Le puso unas pestañas postizas bastante aparatosas. Después le pintó los labios de un rojo furioso que hizo que su boca resaltara enormemente. Finalmente, sobre su pelo casi rapado le puso una peluca de mujer morocha, con corte carré. El se levantó y se miró al espejo. Se vió vestido así y la pija se le endureció.
- Falta la tanga.- le dijo a Lucrecia.
- Cierto...- respondió y apurada sacó una pequeña cola less de la caja, negra con unos encajes transparentes. Se la calzó. La pija dura sobresalía del pequeño trozo de tela que intentaba contenerla.
Salieron de la habitación así, tomados de la mano. En el comedor se sentaron a la mesa. Pusieron una suave música de jazz y bajaron las luces. Una vela prendida en medio de la mesa daba un aire romántico al asunto.
Comieron sushi preparado por Lucrecia con un champagne frances helado. Charlaron como si recién hubiesen llegado del trabajo y estuviesen en shogging. Ella completamente desnuda, con sus borceguíes y su labial corrido. El vestido con ropa interior de mujer y pintado al efecto. Cuando Ernesto sirvió la última copa, ella la volcó sobre sus tetas.
- Querés tomarlo vos?.
El se acercó a su silla y arrodillándose empezo a lamerle los pezones mojados por el alcohol, que ya estaban duros por la temperatura del líquido y la calentura que traía ella. De a poco fué lamiendolos de a uno. Después se metió el derecho dentro de la boca, intentando abarcarlo. Una vez adentro, le pasaba la lengua a la punta del pezón. Ella gimió de placer. Hizo lo mismo con el otro, pero ahora acariciando la teta que dejó hace un momento con la mano libre. Ella lo agarró por la nuca y lo empujó contra sus senos, apretándolo entre las tetas. Atrajo su cara contra la suya y le dijo.
- Chupame la concha. Quiero que me la chupes bien.-
El la hizo levantar de la silla y la subió a la mesa corriendo aparatosamente los platos. Algunos cubierto cayeron al piso. No les importo. Levantado las piernas y abriéndolas le ofreció su concha para esos besos que deseaba.
El empezó con la lengua pasándola por los labios y el clítoris. Recorriendo su entrepierna y pasándosela también por la parte interior de los muslos. Le levantó las piernas y acarició apenas su ojete con la punta. Después, si, se dedicó de lleno al clítoris. Primero haciéndole círculos alrededor y después pasándosela por la punta. Ella sentía el placer recorrerle el cuerpo. Apoyó su pie derecho en el hombro, aplastándolo un poco con su pesado calzado. El dejó un segundo su sexo para lamer el costado del borcego. Después siguió. Ella se estremecía y jadeaba.
- Dale pendeja, lameme la cajeta. Chupa así nenita, me gusta tu lengua de turrita.- le decía ella gozando.
- Date vuelta que te voy a chupar el orto también. le dijo él atrayéndola contra sí y girándola de manera que quedó con el culo delante de su cara y la cara apoyada en la mesa.
Con el culo ofreciéndosele se zambulló literalmente entre sus nalgas, buscando desesperado meterle la lengua en el orto. La hundía y la sacaba rápido sin dejar de acariciarle el clítoris. Ella pedía más. El no decía nada pero no dejaba de hacerlo agarrándose la pija con fuerza con la única mano libre que le quedaba.
Ella se levantó y agarrándolo de la pija lo guió hasta la habitación. Lo hizo poner en cuatro sobre la cama. El se dejaba hacer. Primero le acariciaba las nalgas poniéndolo un poco caliente. Después pasándo su mano por el culo y los huevos hasta llegar a la pija que durísima apuntaba al colchón. Ella veía su ano, sus huevos, su pija y se tocaba caliente los pezones con la otra mano. Ernesto con la cara contra las sábanas deseaba más que nada sentir su lengua en el culo.
Lucrecia sacó de la mesa de luz y poco de lubricante y un pequeño vibrador violeta. Fino y largo. Echó un largo chorro sobre el culo de Eduardo. Vió como el viscoso líquido caía lentamente por su culo hasta llegar a los huevos y caer por la pija. Después le empezó a pasar el consolador por el ojete.
- Te gusta putita? - le decía entre jadeos haciéndole desear. Veía el culo abriéndose y cerrándose al paso del juguete. Ernesto lo quería adentro sin dudas. Y sin dudar lo empezó a meter. Vio como se abría lentamente. Tragándose de a poco el pequeño pedazo de plástico. Al mismo tiempo le acariciaba la pija con la palma de la mano. Especialmente la zona del frenillo, donde sabía bien que tanto le calentaba.
De repente se lo metió hasta el fondo y le dijo que se lo tenga él adentro. Dió una vuelta a la cama y se sentó frente a él con las piernas abiertas. Le ofreció su enorme borceguí y le dijo que lo chupara. El con el consolador en el culo empezó a lamer el aparatoso zapato por la punta. Pasaba la lengua caliente por el cuero nuevo. Ella lo veía chupar y se calentaba. Le calentaba ver a su macho vestido de mujer, así, a su disposición para hacerle lo que quisiese. Calentarse haciéndolo calentar. Empezó a masajearse el clítoris muy rápido. Tanto y tan caliente estaba que acabó empujando el borcego contra Ernesto al punto que se metió parte de la punta en la boca. El vió su rostro enrojecido por la calentura y con la pintura corrida en la boca. Sintió que estaba muriéndose de placer.
- Haceme el orto por favor! - llegó a decir cuando se sacó el zapato de la boca.
Sonriendo se puso detrás suyo y agarrándole el consolador empezó a meterlo y sacarlo rápidamente y a pajearlo con ganas. El mordía las sábanas caliente. Acabó derramándose sobre las sábanas y gritando que le gustaba tener el orto abierto.
Se tiró boca abajo resoplando. Ella empezó a besarle las piernas. Detrás de las rodillas, en los muslos, por la espalda, subiendo hasta el cuello. Se acostó sobre su espalda y se quedó unos minutos así, disfrutando del goce de su hombre.
- Querés ver la sorpresa? - le preguntó levantando la cabeza.
- Otra más?- le respondió.
Ella buscó entre el desastre que era la habitación a esa altura una pequeña mochila que traía del trabajo. La encontró tirando la ropa a un costado. Sacó una caja de cartón. Abriéndola le mostró un largo consolador de dos cabezas. Una especie de serpiente de dos cabezas rosada y flexible. Bastante más ancho que el que habían usado hasta el momento. El lo miró. Dudó que su culo pudiese albergar tal envergadura.
- Estás segura?.-
- Dale nenita! Esta la vamos a gozar juntas.- le empezó a decir y a pasársela por los labios. Calentándose le hizo empezar a chuparla. El sentía esa verga de plástico en su boca y se empezó a calentar. Tenía una textura bastante realista y a ella parecía estar calentándole bastante.
Haciéndole chupar la verga de plástico ella se tocaba el clítoris.
- Chupa putita. A ver esa boca calentita. Querés una verga en la boca no?. - le decía mientras se la metía cada vez más adentro.
Lo hizo acostar boca arriba y abrir las piernas. Le mandó un chorro más de lubricante y también embadurnó el consolador. La cabeza era enorme y parecía no poder entrar en su culo a pesar de estar abierto. De a poco fue haciendo presión y metiéndolo. Ernesto estaba como loco abriéndose las nalgas, intentando por todos los medios hacer un poco más de lugar para ese aparato que lo estaba haciendo gozar como loco. Una vez que estuvo toda la cabeza adentro Lucrecia empezó a meterlo y sacarlo cogiéndolo. El se pajeaba como enloquecido. Cuando estaba funcionando bien dentro del culo de Ernesto, se sentó con las piernas abiertas delante suyo y metió la otra cabeza en su concha. No tuvo problemas porque estaba muy mojada nuevamente. Así empezó a pajearse y a pajearlo a él al mismo tiempo. Cuando entraba en su concha salía de su culo y viceversa. Siguió así un par de minutos largos hasta que no aguantó más y acabó. El gozaba y la veía gozar, pero no la aguantaba más en el culo.
- Sacámela un rato. Que me duele.- le dijo.
Ella lo sacó lentamente de su ano y vió el cráter enorme en el que se había convertido.
- Te la chupo? - pregunto.
Él cansado y tirado en la cama le pidió que lo haga. Solamente quería acabar y dormirse de una buena vez. Ella lo hizo. Tanto lo conocía que en dos minutos estaba tirando un par de chorros de leche en su boca. Ella lo besó compartiendo su acabada y se recostó en su hombro.
A eso de las tres de la mañana se despertó. Un hilo de baba caía de su boca y se derramaba en el hombro de Ernesto. Intentó secarlo con la palma de la mano. Le dolían los pies. Todavía tenía puestos los borceguíes. Se levantó al baño. Se vió en el espejo con el maquillaje corrido. Se sonrió. Hizo pis desatándose el calzado. Se los sacó y los dejó en el baño. De vuelta a la habitación vió a Ernesto todavía con la ropa de mujer y la peluca tirada a un costado de su cabeza. Le pareció algo raro todo. Se volvió a acurrucar en su hombro y volvió a dormirse sintiendo su aroma conocido.

10 comentarios - A cross the universe.

aletanguitanegra +1
Muy lindo. dejo puntines y recomiendo
paspadohastalos +1
muchas gracias!
aletanguitanegra
@paspadohastalos agradece con un relato dedicado
paspadohastalos
@aletanguitanegra prometido
elefantito1879 +1
excelente. que identificado me sentí!!! que lindo como esta escrito! !! gracias
paspadohastalos
que bueno! gracias a vos por pasar.
Pervberto +1
Estupendo relato de una audaz fantasía.
paspadohastalos +1
muchas gracias! el mundo es para los audaces dicen...
FaradayD +1
para enamorarse
paspadohastalos
de ernesto? gracias por pasar.
InvisibleT +1
Hay tantas maneras de fogonear el deseo como cantidad de parejas existen, muy buen relato y claro, Fiona logra una gran GRAN version.
paspadohastalos
hay tantas fantasias como personas y tantas calenturas como fantasias posibles. a veces el porno nos encorseta un poco en ese sentido. y lo de fiona es buenisimo.
Lady_GodivaII +1
Me gusta que siempre haya una reflexión en tus personajes, son historias vívidas
paspadohastalos +1
gracias! la idea es que los personajes sean un poco más humanos, imperfectos, con sus cargas y mochilas de la vida. cosa de que no sean relatos solo de "mete ponga". por ahí anda lo que tengo ganas de hacer y me gusta que te parezca interesante.
Lady_GodivaII +1
@paspadohastalos sin dudas lo lográs
KaluraCD +1
sexo

Me hiciste llorar de emoción.
Es un relato inspirado en alguna noche que gocé con mi primera mujer.
Obviamente a Ernesto le fue mejor que a mi, aunque no me quejo.
Genial el juego de palabras agregando un simple espacio al título de la canciòn.

Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos.
paspadohastalos
Gracias a vos. Es estupendo poder emocionar, y si es con un relato porno, más contento me pongo.
paspadohastalos
http://www.poringa.net/posts/relatos/2944060/Ellas-al-final.html
con todo respeto te recomiento éste otro relato mio, trata un poco la tematica. es parte de una serie. a mi me gusta.