¿Quién lo diría? 2


Me gusta manejar en el silencio de la ruta, escuchar música, observar lugares. En la ruta uno se pierde en sus pensamientos; y en mi caso cada tanto me sumergía en ensoñaciones. Viviana acostada en la mesa, totalmente desnuda entregada a mi boca y a mi pene; Viviana haciendo sus memorables fellatio en la ducha; Viviana intentando cocinar mientras la ensartaba contra la mesada. Hay que reconocer que había caído en el vicio; ¿estaría vengando la vergüenza anterior?
Fue una suerte que la ruta estaba libre y cómoda, caso contrario podría haber terminado contra un camión; ya me imagino los titulares de los diarios “Hombre muere en fatal accidente, aún mantenía el pene erecto”. Pero la suerte habría de abandonarme cerca de Bahía Blanca; por algún motivo del destino mi auto se averió. Benditos sean ustedes, los que viven al norte del Río Negro, en que no hay maldito lugar en donde no haya señal de celular; acá tenés que esperar horas para que alguien te auxilie. Así que urgente llamada al A.C.A y, una hora después la camilla estaba cargando el auto y marchando hasta Bahía.
En estos casos el ACA cubre todo; así que me dieron alojamiento gratuito, prioridad en el taller; una verdadera joya. Estaba en la calle Vélez Sarfield, a dos cuadras de la plaza, una de la peatonal, tres del cine, etc, etc; por lo que juro que me comporté como un turista modelo. Hice shopping, fui al cine, comí de lo mejor y cultivé mi espíritu en librerías y centros de cultura. No me interesó llamar conocidos/as pues había decidido volver al camino de la virtud (o mejor dicho, estaba todo descalabrado de la experiencia anterior).
Eso fue hasta que Fabiana, enterada de mi desgracia, se hizo una escapada a Bahía para hacer “trámites”. Nos encontramos frente a mi hotel; como es natural, saludo afectuoso; y como yo tenía que ir al mecánico a revisar los adelantos en el arreglo del auto, se ofreció amablemente a llevarme.
Todo muy tranquilo, menos ella. Le notaba ese nerviosismo mezclado con cachondez; esas cosas que la charla banal no logran ocultar. Así que en un momento en que nos detuvimos en un semáforo, sin permiso ni recato, literalmente, la asalté. El beso duró todo el rojo y cuando se soltó su rostro había cambiado; frente a mi sonreía un rostro lujurioso, perverso, dulce; una confusión de sentimientos alborotados habían explotado en esa mujer.
Para mi suerte, el taller todavía estaba cerrado; así que me dieron un lindo recorrido por lugares de interés. Hasta que llegamos a un enorme parque, cuyo nombre no recuerdo, pero al que no se debe ir de noche, pues en él se congrega toda la delincuencia de Bahía. Doy gracias por ese lindo momento, lleno de abrazos y besos, charla, y más abrazos y besos. Y hasta ahí llegó la cosa. Me dejó en el taller con la promesa de esperarme.
No fue necesario mucho tiempo; el auto quedó perfecto a precio razonable (otra vez gracias ACA por los descuentos) y sin mediar espera me puse en camino. Por milagro, y desde Córdoba había logrado conseguir alojamiento; se trata de un hermoso complejo turístico con cabañas, camping, tres piletas de natación y un pequeño centro comercial. Todo en un frondoso bosque de eucaliptus pegado al mar.
En mi caso conseguí una de las cabañas más chicas; las que se destinaban a las parejas jóvenes y solteros de “trampa”. Era una hermosa cabañita de madera rústica con un dormitorio matrimonial, una pequeña cocina-living-comedor, y todo se completaba con un baño bastante completo. Estaba en un verdadero remanso de paz guardado en un rincón del paraíso.
Ya era bastante tarde, pero no pude evitar anunciar mi llegada mediante discreto mensaje. Y la respuesta no se hizo esperar
-Vení a casa, yo no puedo salir porque mi hija se está durmiendo!
Y acto seguido me dio una serie de instrucciones intrincadas en la que llegaría al eucaliptus frente a su casa.
Bendita mujer! Sus instrucciones eran más complicadas que las del armado de un satélite; y a dónde mirara había un maldito eucaliptus plantado. Hasta que me harté y le dije: -Estoy en la subida frente a una ferretería, pero ni idea de tu casa! Y la respuesta fue: -Esperame!
No pasaron ni cinco minutos y llegó como la caballería; y a una señal me guió como una tromba hasta su casa. Era una linda casita, herencia familiar; con la casa principal delante, un jardín interior y hacia el fondo una dependencia para el cuidador y un galponcito de herramientas. Convenientemente, todas las luces del patio estaban apagadas.
En ese observé que solo se había calzado una campera sobre su pijama, que era un pantaloncillo y una chaquetilla, todo hecho en material de seda. Salvo que seas monje budista o eunuco; es imposible abrazar y besar a una mujer vestida así. Cada parte del cuerpo que tocaba se sentía más nítidamente a través de la seda. Y la dulce Fabiana parecía responder con más pasión a cada caricia.
Y tantas sensaciones mandaron al diablo toda prudencia. Sin apuro y sin pausa tiré del pantaloncillo. Y en este punto descubrí que dos miedos paralizaban a Fabiana: quedarse embarazada y despertar a su hija. No hubo dificultad para convencerla de que ninguna de las dos cosas pasarían; y no habiendo posibilidad de comodidad alguna, hicimos el amor dulcemente con ella apoyada a la pared.
Fue una experiencia gratificante, nada de salvajadas; Fabiana se meneaba suavemente ante cada penetración; mis manos acariciaban su cuerpo y estrujaban sus pechos al ritmo de los empellones. Después de batallar un buen rato, la pequeña mujer ahogó un gemido mordiéndose la mano; y yo, a falta de un maldito forro, saqué mi pene de la resbalosa funda y eyacule en toda su espalda, dejando un verdadero enchastre en su chaquetilla. Afortunadamente, estaba tan satisfecha que se tomó con humor la trastada.
Era de madrugada cuando nos despedimos; y yo marché en busca de mi cama. En la guardia de entrada del complejo, dejé registrado su nombre y el de su hija como visitas autorizadas; y sin mas me fui a dormir.
Pasaron horas o segundos, no lo sé; pero en medio de mi sopor oí unos discretos golpes en mi puerta. Dispuesto a acogotar al inoportuno atrevido, voy hasta la puerta y me encuentro con una Fabiana sonriente y una bolsa de compras.
¡arriba dormilón, son las 8 de la mañana!
¿las 8? Nadie civilizado se despierta a esa hora en vacaciones. Sin embargo la perdoné porque de la bolsa sacó ingredientes de un buen desayuno y, con una mirada traviesa, incluía en las compras varias cajas de preservativos.
Por fortuna, la nena dormía a pata suelta hasta las doce; Fabiana me tentaba con completo desayuno y yo no soy de ser desagradecido. La comida quedó en la mesa; y yo elegía el plato principal. Solo estaba vestido con una remera y calzoncillo; lo que facilitó ocuparme solamente de Fabiana. Era un dulce pastelito, listo para ser devorado; su ropa voló en el camino a la cama, mientras ella, cómicamente manoteaba desesperada alguna de las cajas de preservativos.
Todavía recuerdo ese pequeño cuerpo desnudo. El vientre plano, con unos pechos enormes para su pequeña contextura. Su vagina asomaba entre bellos que comenzaban a encanecer; su cola un poco achatada remataba un hermoso orificio que delataba algo de uso. Ese cuerpo hecho para el amor se entregó sin reparos; su boca demostró ser una ávida mamadora. Hambrienta y temblorosa se abrió como una rosa a lengüeteos en su vagina y su ano; permitió que varios dedos invadieran sus orificios. Y finalmente pudo dar rienda suelta a gemidos profundos; yo veía su rostro teñirse de tintes rojizos mientras gemía con los ojos muy cerrados. Sus piernas se cerraron como una tenaza en mi cintura, su cabeza cayó hacia atrás con la boca muy abierta, y supe que había alcanzado el orgasmo. ¿Llegaste? Fue su pregunta inocente.
Pobre Fabiana, había olvidado decirle que cualquier preservativo me insensibiliza; me obliga a doblar el esfuerzo para alcanzar el placer final. Y sin decir palabra, aprovechando el exceso de humedad reinicié el movimiento de mete y saca. Al principio me miró con cara de sorpresa, hasta que lentamente se acomodó al ritmo; y nuevamente exudaba energía y entusiasmo. Mi eyaculación fue profunda y abundante y ella apuró su éxtasis al sentirme. Luego de eso pudimos finalmente desayunar con buen apetito.
Todavía recuerdo con nostalgia aquella semana; nos acompañó el sol, el mar, las risas. Éramos una pequeña familia informal, cuyos padres debían ocultarse para hacer el amor. Y fue al final de esa maravillosa semana; Fabiana, con una patética sonrisa llena de tristeza, me dijo que en dos días llegaba su marido.
Fue una suerte que tuviéramos oportunidad de despedirnos en forma. Una amiga, de esas que “visitan” de sorpresa con el fin de vacacionar unos días sin pagar, estaba alojada en su casa y no le quedó otra que cuidar la nena. Así que teníamos toda la noche para nosotros.
Esa tarde compré los ingredientes para una buena cena; encontré una casa de delicatesen por el vino y los chocolates. Preparé una rica cena, me vestí formalmente y esperé su llegada. 8 en punto arribó; estaba verdaderamente encantadora con un vestido amplio y ligero, sandalias livianas y un bolsito raro que me dio curiosidad pero no pregunté nada.
En esa cena fue mi reina, mi diosa pagana a la que hacía ofrendas; cenamos entre risas y rememoramos anécdotas; finalmente, solo cuando quedaba el vino y bombones, comenzó a latir en el aire una sensualidad latente. Sin decir palabra fuimos al cuarto; hizo un ágil movimiento y descubrí que la pequeña estaba completamente desnuda bajo ese vestido.
Mi entusiasmo no produjo considerable demora; en un santiamén estaba completamente desnudo y dispuesto. Besos y caricias; manos inquietas explorando lo más recóndito de cuerpos encendidos. Carne anhelante que se demoraba en busca de mayor excitación. Una silla estaba más cerca que la cama; el deseo dio paso a la fantasía y sentándome la atraje a horcajadas sobre mi. Una experiencia que recomiendo; sentados frente a frente, cuerpos entrelazados, bocas unidas; cada expresión de placer captada en su más sutil matiz; aliento cálido acariciando tu rostro y tu cuello. Ese suave vaivén, acompasado y excitante.
Y ese juego duró una eternidad; fue hermoso ver sus pupilas dilatarse cada vez que el placer estremecía su cuerpo. Por fin, en un momento de loca fantasía, tomé sus piernas por debajo de las rodillas, y dando casi un salto, me puse de pie. Fue la primera vez en mi vida, le hice el amor a una mujer estando parado. Ella se aferraba a mi cuello y gemía, mientras la sostenía por sus piernas de espaldas a la pared. O me pareció, o simple imaginación, la vagina se contrae y parece que te ordeñaran como una vaca, hasta sacar la última gota de leche.
Pasamos un largo rato abrazados, mimándonos; hasta quizás dormitamos, agotados de tanto esfuerzo. Por fin, en un momento se levantó; y por fin supe de qué se trataba el misterioso bolsito; estaba lleno de juguetes. Me explicó que con su marido era poco y nada de sexo, por lo que solía utilizarlos a la hora del baño. Nunca los había utilizado acompañada y quería compartir eso conmigo. Solo se trató de darle placer, hacerla sentir volar sobre las nubes. El único momento en que me permití algo fue hacerle el amor en cuatro con un estimulador en el ano.

Todo terminó y partimos. Aún nos vemos ocasionalmente. No es lo mismo, aunque la última vez me asaltó en una habitación de su casa para dar la mamada de su vida. No importa, siempre será mi amor especial.

Para terminar, saliendo del relato, me gustaría compartir un pensamiento filosófico con los compañeros Poringueros: “Es muy duro competir con un consolador. Son más limpios, no transmiten enfermedades, están siempre dispuestos y jamás se quejan de nada. Es una suerte que no hayan aprendido a hacer asado.”

6 comentarios - ¿Quién lo diría? 2

viciosomdq
“Hombre muere en fatal accidente, aún mantenía el pene erecto”.
Me hizo reír mucho esa frase amigo!
Felicitaciones!!! Muy buena narrativa. Casi se puede sentir lo que sentiría un mosquito que estuviera presenciando la escena!!! 👏 👏 👏
Lady_GodivaII +1
Me gustó mucho el relato, pero respecto a la frase final....lamento discordar!
Lady_GodivaII +1
@Omar896 👍
InvisibleT
Muy buen relato Nico; comparto con la socia el desacuerdo !
Elpndjomacho
muy buen relato!!! excelentes las descripciones de los sucesos, algo que en el relato debe manejarse adecuadamente por lo efimero que suelen ser en otros casos, es bueno tener una persona mas diestra en el relato erotico en P!!! dejo +4, y te sigo a partir de ahora vos hace lo mismo, saludos