Maverick. Una porno Bisexual desde Uruguay.

1

Claudita hacía 3 meses que había empezado a trabajar con nosotros. Me caía bien, su simpatía la hacía un “Sol” como ella nos decía a nosotros. Una mezcla de inocencia con picardía hacía de 28 años. Tenía un bonito cuerpo de hembra bien hecha.: no más de un metro 60, regordeta, buenos pechos prominentes, una cintura cuidada y un regio culo firme, nos alegraba las tardes de tedio en la oficina. Por eso me preocupó que ante los ojos de todos a eso de las 3 acelerara el trabajo descuidadamente. Nuestro jefe era una rata, y aunque era el más baboso de todos (ninguno de nosotros le decía lo que pensábamos, él sin embargo le decía “Claudi” y “Corazón” con cara de viejo libidinoso), tuvimos miedo de que ese descuido le costara una suspensión.

-Claudia- susurré- falta un rato todavía

Fue como si la despertara de un ensueño

-Jaja, es verdad. - Y siguió igual que antes. Me angustió pensar que el viejo hijo de puta la echara o la sancionara. Y yo hacía más de un año que estaba solo, por lo que su compañía era de la poca energía femenina que recibía durante el día.

-Claudia, cuidado, te está mirando…

-Ah ya sé. Jaja.

Y siguió despreocupada

-Es que estoy ansiosa.

-Ya veo, dije.

Pasó el rato, nuestro jefe tuvo que salir, y Claudia arrimó la silla.

-¿Te puedo contar algo?¿En confianza?

- Sí claro- respondí , de forma casi paternal

-Hoy voy a hacer algo que no hice nunca, te cuento porque me das confianza en serio, el resto son todos unos babosos

Pensé que justamente yo era probablemente el que más la deseaba, pero como siempre supe disimular le estaba llevando ventaja al resto.

-Hoy filmo una peli!- Le brillaban las mejillas rosadas. Tenía los labios levemente húmedos, por ese gesto inconsciente de pasarse la lengua que nos daba morbo a todos. Me quedé en silencio, mirándola como esperando más datos.
Se acercó más y susurró:

-Es una porno

Al principio no entendí. Luego pensé que era un chiste.

-Es en serio. Te cuento porque te diste cuenta de mi ansiedad

No sé claramente qué fue lo que sentí al principio, aunque luego un calor me subió desde el vientre. Luego me alarmé: Yo para ella era un hombre de confianza, un amigo, y eso anulaba toda posibilidad de cojerla.
-Qué decís?

-Sí ya sé… -se acomodó el pelo ondeado y claro. –No soy una modelo como las de las pelis, tipo Private o Buttman. Es una estilo Amateur

¡Mierda! ¡Claudita sabía de porno! Eso me calentó aún más.

Maverick. Una porno Bisexual desde Uruguay.

-Buscaban estilo BBW, y me avisó una amiga. Es buen dinero y va a ser divertido. Tal vez hasta pueda salir de este trabajo y no ver más a este viejo insoportable…

“BBW” pensé… Claudita sabía más de porno que yo. Y como si le hubiera preguntado con los ojos, dijo:

-Big Beautiful Woman… Es un eufemismo para mujeres redondeadas que estamos fuertes… - Y se pasó la lengua de nuevo por los labios sonrientes. –Aparte este viejo no sé qué piensa, porque se la haya chupado una vez piensa que le voy a hacer de amante para siempre… Uf!
Miré alrededor. Nadie nos miraba, y yo sentía cómo mi verga se iba parando, mezcla de morbo y asco de imaginarla mamándosela al jefe. Claudita era una hermosa putita con todas las letras.
-Escuchá. Te estoy incomodando?

-Para nada- mentí. - Sentite en confianza.

-Lo del jefe fue poco importante. Fue el día de la entrevista. Es ahora a las 17 30. Me pasan a buscar los de la productora.-

El jefe entró y miró desconfiado cómo Claudia volvía rápido a su escritorio.

El tiempo no pasaba más. No podía sacarme las imágenes de la cabeza. Claudia en una porno? Claudia mamándosela al viejo? En dónde? En su oficina? En el auto? En el baño? Miré de reojo la figura sudorosa y mezquina de 120 quilos de mi jefe, su cara agria de 60 años viendo a la nada.
Se cumplió el horario. Tenía trabajo pendiente y fui el último en salir antes del jefe. Cuando pasé la puerta, Claudia me chisto desde la esquina. Parecía una radiante prostituta. Me acerqué

-Nerviosa, me imagino…

-Mucho!- Se había puesto unos elegantes tacos aguja que le paraban aún más la cola. Los pezones se le traslucían por el vestidito. Claudia no estaba nerviosa. Estaba caliente. Me dispuse a despedirme cuando frente a nosotros pasó una camioneta Van último modelo, de vidrios espejados. Se bajo una ventanilla y un hombre calvo de unos cincuenta años y particular elegancia asomó. -¡Craudita!- Dijo en acento extraño-

-Hola Boris-

-Hola- Me miró con simpatía. –Tu amigo viene?

Yo no sabía dónde meterme. Claudia se sonrió también sorprendida, y dijo abiertamente. ¡Claro!
En cuestión de segundos me encontré entrando en la van, sin mucha voluntad, con una fuerte sensación en el pecho. Recuerdo claramente el aroma a perfume fino que me invadió. Tres llamativas mujeres de unos 30 años y dos Hombres charlaban y reían. Nos recibieron como a amigos. La Camioneta se puso en marcha.

-Craudita, ¿Tu amigo sabe que para los hombres no hay paga verdad?
Claudia, que reaccionaba con sorpresa pero decidida, respondía sin dudar: Sí claro. Dijo, y me acarició el cabello corto.

Una extraña sensación me llenaba el cuerpo, sonaba música era agradable. Durante 40 minutos se habló del clima del país, lo caro de la comida pero la tranquilidad de su gente. Hablé poco, aunque fui cordial, mientras miraba a las mujeres y también a los hombres.
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Había en el centro una hermosa rubia de ojos azules y senos algo caídos pero grandes que asomaban bajo una blusa blanca. Tenía piernas musculosas y torneadas. Su nombre, dijo ella era “Conny”.. A su lado, fumaba contra la ventana una mujer escuálida, con tetitas imperceptibles, huesuda, no sin encanto. Seria, usaba cabello corto negro y decía llamarse “Marion” La más conversadora era la amiga de Claudia, “Jenny” Una mujer muy bajita, de pocas tetas y mucho culo. Los hombres estaban como el calvo, bien vestidos. Uno era de tez morena, casi negro, y rasgos orientales. Parecía Filipino El otro, parecía mediterráneo, grueso, fornido, de cabello negro y piel muy blanca, con el pecho muy veludo. “Sandokan” y “Hammer”.

Comprendí que se trataba de nombres artísticos, nombres para las películas que serían colgadas en internet en alguna página europea. Miré a Claudia. ¿Y tu, Claudia, como te llamas? Le dije complice. Ella me miró y con la cara de más puta que le vi a ninguna me dijo “Nicky Swallow”… y me acarició el muslo.

“Nicky Traga” traduje en mi mente. La punta de mi pija empezó a gotear.
-Bueno, Craudita, hay que buscar un nombre para tu amigo.

Jenny, la rubia se senos colgantes se rió “vamos a elegirlo según los atributos” y cuando quise acordar Jenny y “Nicky” se abalanzaron sobre mí y me desabrocharon el cinto. No opuse resistencia, pero la verga se bajó de pudor.

El oriental abrió los ojos sorprendido. El mediterráneo, Hammer, asentía con seriedad
-Qué buen pedazo.-. El calvo miró de reojo.

Buen cravador tienes ahí. Un pistolón
Marion miró y dijo desinteresada –Te vas a llamás revólver?
“Maverick” dijo el Calvo. Es un buen nombre para quien va bien calzado. Cuanto te mide, Maverick?
No mentí, “19 centímetros”
-Dormida- dijo el mediterráneo Hammer que se inclinó a sobarla. Me estremecí; nunc fui prejuicioso, pero tampoco un hombre me había acariciado como hizo este fortachón.
Claudita susurró en mi oído “Es una peli bisexual. ¿Te va?”. Yo balbuceaba y sentía como Hammer sobaba serio mi pene mientras Claudita empezó a pellizcarse los pezones por sobre el vestido y abría la boca embobecida. Mi pene se alzaba de nuevo. Boris nos miró y se reía “Bueno, bueno, Maverick, a no gastar todos los cartuchos ahora”
Todos rieron y yo también, nerviosamente.
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2
La van llegó a un caserón en las afueras. Bajamos en un hermoso jardín y se abrió la puerta.
-¡Bienvenidos!
La que hablaba era una cincuentona pelirroja, con la piel llena de pecas. Muy alta (casi tanto como yo: yo mido 1 metro 89 y ella era apenas un poquito más baja), de cuerpo grandioso para su edad, vestida con un apretado vestido corto de vinilo azul oscuro. Por arriba le sobresalían las tetas de 120, naturales, y se podían ver los bordes de los pezones rosados.
-Me llamo Frida. Seré su anfitriona. - El acento parecía alemán. -Pueden ponerse cómodos
Todos se acomodaron en regios sillones con gran naturalidad. Incluso yo, que me sentía cada vez menos vergonzoso.
-Tienen al fondo las duchas para prepararse y a la derecha un guardarropa con muchas opciones. El resto ya ha llegado.
Pasé al fondo. En el pasillo había espejos de cuerpo entero y me vi la facha. Vestido de oficina, con mi cuerpo flaco y alto tembloroso, y mi pantalón claro goteado a la altura del sexo. Frida se acercó
-Primera vez, eh?
-Sí…
-No te preocupes, allá en Amsterdam esto es cosa de todos los días y se disfruta mucho. – Me acarició una nalga y me indicó la ducha. Pasé y vi que se trataba de varias duchas como un gimnasio. Un hombre cuarenton, de vellos canosos en el cuerpo, se enjabonaba y me sonrió. Me bañé con los ojos del hombre mirándome todo el tiempo. Dije sin dudar –Soy Maverick-
-Ya veo- y me clavaba la mirada en la entrepierna. –Soy Rosco.
Me sequé y fui al guardarropa. Frida asesoraba a la flaca Marion que se ponía una ajustada tanga blanca y usaba ya unas medias de red del mismo color. Me excitó mucho ver a Frida ajustándole la ropa alicrada. Frida me indicó con la mirada un rincón. –Te separé una piezas que creo te van a quedar bien.
En el rincón se veía un bóxer negro de charol, unas gruesas botas de leñador y un antifaz negro de látex. Me puse todo y me vi al espejo. Era realmente sorprendente. Me sentía un hombre renovado. Marion se acercó y me sonrió por primera vez. La miré a través del antifaz y le acaricié las tetitas sin pedir permiso. Ella se dejó. Sobé con mano ruda. Miré hacia mi izquierda, Boris entraba en calzoncillos con una cámara en la mano. Ya nada me importaba. Boris indicó con la cabeza, Marion se puso de rodillas. Parecía un insecto sin carne, sometible; con las manos agarrándose las caderas, pasaba su cara huesuda por sobre mi bóxer y mi picha empezó a latir. Estuvo así un rato, Boris dijo algo, Marion se levantó y lo seguimos a un amplio estar con tres sillones comodísimos. Mrion tomaba mi mano. La luz de los ventanales comenzaba a bajar. Era el atardecer del campo. Frida encendió unas lámparas de luz tenue pero precisa. Cuando me senté en un sillón, me calentó tremendamente ver a Hammer desnudo, sentado, de piernas musculosas muy abiertas. A un costado, Sandokan frotaba con sus oscuras manos las piernas del hombre, y Claudita de encaje rojo, chupaba glotonamente el pedazo y acariciaba los huevos del mediterráneo con violencia. Su calentura era enorme. Frida se acercó y nos tomó de las cinturas a Marion y a mi. Le dio un profundo beso de lengua a la flaca, otro a mí, luego tomo nuestras nucas y nos dimos un salivado beso de a tres. La pija me dolía.

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Boris rondaba con su cámara y daba instrucciones. Una joven que no había visto, de cuerpo esbelto y piel cobriza, lamía las bolas canosas del cuarentón, Rosco, que le acariciaba el culo a Claudia. Frotaba con fruición, y la piel blanca de las nalgas mi putita compañera de trabajo se ponía cada vez más rojiza. Claudia, en cuatro, me miró y me dedicó una deliciosa sonrisa sin sacarse la pija de Hammer de la boca. La saliva goteaba y era recogida por la boca ansiosa de Sandokan que chupaba el escroto del Moditerráneo. Este, a su vez, sin dejar su posición cómoda en el sofá, con una mano acariciaba el culito del Filipino, pasando su dedo salivado por la puerta del ojete, y con la otra le metía tres dedos en la concha empapada de Claudia, quien chupaba y chupaba sin parar mientras empezó a ser penetrada por el cuarentón alternativamente en la vulva y en el ano. Hammer tocaba también las pelotas peludas de Rosco. La morenitale lamía el ano y abría sus nalgas de par en par. Mientras tanto, vi que tras de mí, Conny, la rubia de tetas largas, y Jenny, la gordita tractor, se hacían un glorioso 69, metiendo y sacando lenguas y dedos. Marion a esta altura bajó de nuevo al piso, obligada por Frida quien sostuvo poderosamente su huesuda cabeza y la obligó a tragar mi pija, ya en pleno, de 23 cm venosos y goteantes. Mientras tanto obligó a Marion a masturbarla con su mano derecha. A mi lado apareció Boris cámara en mano y con el miembro de afuera. La pija, de unos 20 cm de largo era increíblemente gruesa, tal vez de unos 10 cm de diámetro. Marion obligada por Frida empezó a hundirse hasta el fondo de la garganta las vergas de ambos. Fue cuando me dí cuenta de que pese a su dureza de expresión, Marion no debía tener más de 20 años.

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Era la típica “feíta” que uno ni mira cuando pasa a su lado, que ahora en pleno goce del sometimiento se revelaba tal cual era: una hambrienta jovencita con años de atraso en la ingesta de carne masculina. Abría grandes los ojos que tenía con todo el maquillaje corrido; las arcadas la hacían lagrimear pero ella gemía disfrutándolo. Frida se acostó y levantando las gruesas piernas pecosas, las abrió y tomó la muñeca derecha de Marion. Se hundió la mano completa, sin preliminares. A mi izquierda percibí la figura de la morenita que me tomó por detrás y se inclinó para lamerme las tetillas. Era como había visto una adicta al culo de hombre, por lo que no tardé en sentir su lengua húmeda frotando mi ano negro y peludo. Mientras Marion hundía mi polla en su boca por enésima vez, disfruté de los dedos de la negrita penetrándome, sentí manos que acariciaron mis hombros. Eran de hombre. Hammer se había levantado de su cómodo asiento para unirse a nuestra pequeña fiesta. Me pajeaba la verga en la boca de Marion. Claudia, en tanto, le chupaba las bolas a Boris, que pajeaba a Rosco mientras este cacheteaba a Conny y a Jenny.

La morenita había preparado el terreno. Hammer me miró con duda. Le dí la orden

-Cojeme!




Y se enterró en mi ano virgen con una facilidad que jamás hubiera previsto. Frida, sin dejar de ser fisteada por la flaquita, se puso a horcajadas y viendo mis ojos extasiados, me ofreció la deseable bandeja de sus tetas para que dejara mi lechoso regalo. Luego dudó, y le hizo un gesto a Claudita quien interrumpió su chupada de cojones para darme la espalda. Abrió sus nalgas rojas y me mostró un ano rosado, que guiñaba como un ojo tartamudo. Dio vuelta su rostro radiante, se lamió los dulces labios, y me hundió la lengua en la boca. La penetré con un año de hambre encima y la clavé con furia, mientras Hammer me seguía abriendo el ojete. El hombre me dijo al oído:
-Prepárate para el lechazo.

Sentí que mi recto se expandió ante la andanada de semen pegajoso. Fue un goce increíble, insoportable, pues no podía contener mi propio esperma. Grité fuerte, Claudia sin dejar de besarme me dijo –Dámelo, dámelo todo…. amiguito
Fue la eyaculación más abundante que hubiera tenido; literalmente sentí mi próstata vaciarse en el culo de Claudia, quien a su vez gritó fuerte y me excitó aún más. Ayudado por la lengua sabia de la negrita, que lamía mis tetillas, y por los últimos empujones de Hammer en mi ano, terminé de vaciarme en Claudia.
Quedé estupefacto por un momento, con el culo abierto chorreando semen, la pija aún goteando, ya fuera del culo de Claudia quien me besó como al amor de su vida. Miré a los costados. Vi una jarra con agua y bebí con sed. Habían pasado 2 horas desde que la hermosa orgía había empezado. Me senté a observar como seguían cogiendo a Claudia. Primero Boris. Luego Sandokan. Me sentía como drogado , las imágenes se sucedían, y de pronto quedé inexplicablemente dormido por un rato. Cuando sentí la voz de Claudia, ya serían las 11 de la noche.
-Cómo te sentís?
Se había puesto una bata rosa y tenía el cabello mojado.
-Andá a pegarte una ducha que tenemos un buffet en el jardín.
No supe responder.
-Aparte, después… la seguimos
Me fui a duchar. Ya nada me importaba. Los fluidos míos y de los otros me corrían por el cuerpo. Estaba decidido. De ahora en más, seguiría siendo Maverick.

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