Joven descubre placeres por una amiga de sus padres (5)

En esto las mujeres y los hombres somos completamente distintos. Los hombres nos calentamos en un momento (al menos, cuando las circunstancias lo permiten), solo necesitamos un sonrisa pícara o una caricia. Las mujeres en cambio necesitan de todo un ritual que además tiene un inconveniente. Si un hombre va cachondo y no mete el coche en el túnel de lavado se queda igual y en relativamente poco tiempo lo supera. En cambio las mujeres…, una vez se encienden son imparables y pierden la cabeza. Si una mujer tiene ganas y está por lo que está, le da igual quien le pase por delante. Avanza en campo enemigo sin miramientos de contra quien o cómo.

Teníamos los sofás recubiertos de sábanas por un mínimo sentido del respeto. No era cuestión que restregásemos los genitales por los mismos sitios dónde mis padres disfrutaban del café de media tarde.

Y estando ahí, con tanta mujer desnuda entre sábanas pensé una vez más en mi vida en lo que le dicen a Ben Stiller en “Algo pasa con Mary”: “los 20 minutos de mayor lucidez en un hombre son los posteriores a un polvete, porque no tiene en la cabeza perspectivas de jodienda”. Y quiero que por un momento todos reflexionemos sobre el asunto. Las perspectivas de echar un buen polvo están siempre en nuestra cabeza, aunque queramos negarlo y librarnos de esa presión por un momento nos hace ver las cosas con una claridad pasmosa.

Jamás me había sentido tan a gusto con unas mujeres como aquella noche. Al rato empezamos a ignorar nuestra desnudez o me olvidé de todo lo que yo tenía que decir, incluso bromas y payasadas para limitarme a escucharlas. Eran dulces, sencillas y más inteligentes de lo que aparentaban. Me hacían sentir muy cómodo entre ellas y no podía más que sonreír.

Fueron cambiando de tema continuamente, pasando por ropa, estudios, marujeos pero también de cine, de política… Fue interesante descubrir en ellas opiniones tan diversas por un lado, como parecidas a las que podríamos tener con mis amigos por otro.

Me parece que no era ni media noche cuando nos acostamos. El día había sido largo (sobre todo para mi) y quedaban aún un par de días de nuestro “camping”.

Antes de acostarme fui al lavabo a orinar. Es una costumbre que supongo que debe tener el ochenta por ciento de la población en este santo país. Pues eso yo estaba ahí, tranquilito, esperando que la naturaleza fluyera cuando noté que una mano me agarraba a mi flácido hermanito. Noté también unos pechos en la espalda y deduje que alguna de las chicas le hacía gracia sostenérmela mientras me deshacía de unos pocos líquidos inservibles. Mi primer pensamiento fue una erección. Esperaba que no se alzase en pie de guerra y me obligase a librar otra batalla.

Tardé más de lo esperado en reaccionar y buscar en el espejo la cara de mi masaje.


-“¡Laura! ¡Joder! ¿Qué haces?”- grité mientras intentaba que me soltase.

-“Tete…, lo vas a manchar todo. Acaba tranquilo.

-“¿Pero se puede saber que haces?”
-“Nada. Echo una mano a mi hermanito”- dijo besándome el cuello –“Venga, no te pongas así. Si se que te gusta que te la acaricie…”
-“Estás enferma…”

Cuando acabé, ella empezó a sacudírmela muy suavemente esperando a la última gotita. Aprovechó para acariciarla a sus anchas hasta que no pude más y le aparté la mano y me giré.


-“No lo vuelvas a hacer”.

-“¿El que? No te quejarás… mira como se te ha puesto. Además, eres tu el que la tiene apoyada en mi conchita”.

Era consciente que se me había puesto rebelde, pero al girarme la tenía acariciando su mata sin darme cuenta.


-“Joder Laura”.

Se retiró y yo pensé que lo había entendido, pero lo que hizo me dejó helado. Levantó un pie y lo puso encima de la bañera y ofreciéndome su “conchita” abierta me dijo,


-“Hermanito, no nos vayamos con rodeos. Aquí y ahora. Fóllame. Se que quieres”.

Reconozco que dudé. Estuve a punto de enviar todos mis principios y prejuicios a la mierda y follarme a mi hermana en el cuarto de baño.


-“Vamos…, vas a tener que relajar eso para dormir”.

Eso me cabreó y salí del cuarto de baño y me encerré en mi habitación para descubrir que mi hermana tenía razón. No podía dormir. Así no. Lo intenté, pero con la calentura que llevaba me resultaba imposible. Tampoco podía masturbarme. Hubiese sido lo mismo que tirármela porque de hacerlo, seguro que la imagen de mi hermana aparecía en cabeza en el momento culminante.

A los pocos minutos abrieron la puerta.


-“Has roto una regla. No se pueden cerrar las puertas”.

-“Joder Laura”- empezaba a repetirse esta frase –“pues déjala abierta y vete”.

-“No”- y de un salto de tumbó a mi lado. –“Tanto tu como yo necesitamos calmarnos para dormir”.

-“No te voy a echar un polvo ni loco”.

-“Está bien, masturbarme entonces”.

-“Oye, que no”.

-“Mira, casi te doy la razón en lo de no echar un polvete. Pero no hay nada de malo en que nos masturbemos el uno al otro. Imagínate. Si vences tus pudores tendrás alguien en casa siempre dispuesta a hacerte una buena paja. Además, soy una experta en esas labores”.

-“Laura…”
-“No digas nada. Déjame hacer”.

Recostada sobre mi hombro empezó a acariciarme el tórax, bajando hasta mi erecta poya. La acarició en toda su extensión, sopesó mis huevos y entonces me la agarró para empezar mi “paja de buenas noches” mientras me susurraba al oído y me daba besos en el cuello.


-“Ves como te gusta. No vas a tener que hacerte una paja más en tu vida. Tu hermanita está aquí para eso, para darte placer”- decía mientras yo volvía a dibujar la estupidez en mi cara-“pero tu también tienes que poner de tu parte”- y diciendo eso se puso mi mano derecha encima de su matar-“ a trabajar hermanito”.

No se cuanto tiempo estuvimos así. No creo que mucho. Lo que se es que nos dormimos cada uno con lo del otro en la mano. No estaría mal sino fuese porque…, coño, era mi hermana.

Lo que si recuerdo perfectamente como me desperté. Alguien me estaba besando los labios, así que abrí al boca y besé apasionadamente a quien fuese. Me asusté al pensar que quizás era Laura, pero no. Al abrir los ojos vi que era Nuria dándome los buenos días.

Pidió silencio para no despertar a mi hermana y cogiéndome de una mano me sacó de la habitación y me llevó al cuarto de baño de mis padres donde nos esperaba el yacusi preparado para nosotros.

Cerró la puerta del baño se abrazó a mi cuello y empezó a hablarme muy bajito para no despertar a nadie:


-“Se que es temprano, pero todas duermen y ahora podemos darnos el gustazo de nuestra vida”.

-“Me parece muy bien”-dije antes de besarla de nuevo-“sabes que eres mi favorita. Fue una pena que ayer no nos dejasen gozar como nosotros hubiéramos querido”.

-“Tranquilo hombretón, ahora me la cobro. Pero antes de entrar en el yacusi hay una cosa que me muero de ganas de hacer. Necesito meterme tu poya entera en la boca”-dijo mientras sonreía.

Se agachó lentamente, acariciándome, y cuando se enfrento cara a cara con mi poya empezó a darle besitos y a juguetear con la lengua en la punta del prepucio. Agarró mis nalgas con fuerza, en un, supongo que inútil, intento de retenerme. En ningún momento utilizó las manos. Fue todo obra de su boca, que tardó muy poco en hacer que mi afamado hermanito de levantase.

Descubrí entonces que lo de tenerla entera en su boca iba en serio. No comprendía como le cabía toda, pero así era. Os aseguro que fue increíble como utilizaba labios, dientes y lengua.

A los pocos minutos se levantó.


-“Entra en el yacusi cariño”-y me dio un besito en los labios.

Yo me senté y clavé mi mirada en ella. Tenía un cuerpo escultural y verla desnuda, con su sonrisa de niña buena, acercándose a mi era todo espectáculo. Se quedó de pie un instante conmigo entre sus piernas. Pensé que pretendía que le devolviese el favor, pero solo intentaba alargar el momento de espera.

Dobló las rodillas y empezó a agacharse restregándose por mi cuerpo. Tenía mi poya completamente erecta entre los dos y me dio un apasionado beso mientras se restregaba con ella.


-“Bien. Ha llegado el momento”.

Y diciendo esto me la agarró y empezó a clavársela muy lentamente. Cuando hubo entrado del todo continuó con un balanceo muy suave. Su cuerpo a penas se movía. Era solo movimiento de caderas lento y acompasado mientras me miraba fijamente a los ojos luciendo su eterna sonrisa.


-“No te imaginas como he esperado este momento… Tenerte dentro es una gozada”.

-“Pues lo tenías muy fácil para conseguirlo”.

-“Lo bueno se hace esperar rey”.

-“Hubiese esperado toda la eternidad para ganarme este rato de intimidad a solas contigo”.

-“Alegrate que no te ha hecho falta esperar tanto”.

-“No te imaginas lo afortunado que me siento”.

-“Si me lo imagino… y me halaga”
-“Parece increíble que estemos hablando tan tranquilamente mientras te follo”.

-“No seas tan vulgar…, no me hagas sentir como una puta. Ahora no”.

-“Perdona. Dame un besito”.

Nos dimos un beso mientras ella me hacía salir de su interior.


-“Vamos a la cama de tus padres. Te parecerá raro, pero me apetece un rato de postura del misionero”.

Fuimos a la cama completamente mojados y sin secarnos. Se tumbó con las piernas abiertas y yo me puse encima de ella. No tardé mucho en notar que me estaba a punto de correr. Ella también lo notó, supongo que por la expresión de mi cara.


-“Vente dentro”.

Y así lo hice, quedándome rendido a su lado. Estuvimos un rato hablando de tonterías y bajamos a tomarnos un café con leche y alguna pasta a la cocina. Las demás chicas no tardaron en bajar.


-“Que madrugadores se han vuelto algunos…, juraría que han empezado sin nosotras”- dijo Bárbara sonriendo.

-“Bueno…, yo…”
-“No te excuses Nuria, eres una tramposa. No te has ganado el polvete”- le recriminó Eva”.

-“Si en cierto modo, ha sido la primera en levantarse y me ha venido a buscar, no nos íbamos a poner a esperaros”.

-“Si nos da igual. Lo que pasa es que ahora se pone a la cola. Vas última”-dijo Cristina”.

-“Bueno, bueno. Este chico se acuesta con una y se levanta con otra. No te quejarás…”
-“Te aseguro que no me quejo”.

-“Pues yo si me quejo”- era la voz de mi hermana desde las escaleras que bajaba –“no me ha gustado que me dejases sola en la cama. Dame un besito anda”.

Me dio un beso en los labios muy corto y se fue directa a la cafetera.


-“¿Te la has tirado?”-preguntó Cristina sorprendida.

-“¡Que va! Me quedé con las ganas “- respondió Laura por mi.

-“Pobrecita”- dijo Eva dándole un cachete en el culo –“ya te compensará”.

-“¿Es verdad tete?”-me preguntó.

-“No pienso hablar de eso. Ya lo discutimos ayer”.

-“Tienes razón, bien, ¿Qué hacemos?”
-“Vamos a tomar el sol un rato y descansamos”-dijo Nuria.

-“Claro, como tu ya vas servida…”-dijo Eva

Nos reímos todos un rato, pero acordamos que era lo mejor. Quedaban dos días por delante y teníamos que administrar las fuerzas.

Salimos al jardín y estuvimos un rato tomando el sol pero cuando nos metimos todos en el agua ocurrió algo no previsto que casi nos destroza el día. Apareció mi tía, la mujer del hermano de mi madre, con mi prima de quince años.


-“¡Hola chicos!”-dijo provocando algún pequeño infarto, sobre todo de mi hermana, la responsable de todo aquello –“vuestra madre me dio las llaves para que viniésemos a tomar el sol. ¿No os importa verdad?


-“No”-balbuceé mientras todos seguíamos con cara de cordero degollado.


-“Hola Arni”- dijo mi prima
-“Hola Judith”.

-“No os molestaremos. Judith y yo estaremos calladitas. Vosotros seguir a lo vuestro”.

-“¿Qué hacemos Laura? Nos la vamos a ganar”-le dije a mi hermana.

-“Tranquilo, no creo que estén todo el día por aquí. Además, es Olga, no creo que le importe mucho que estemos desnudos. Esperad que hable con ella”.

Laura se acercó al borde de la piscina y llamó a mi tía Olga que ya estaba tumbada tomando el sol.


-“Tía”-le susurró-“¿Puedes acercarte?”
-“Claro reina. Dime que quieres”.

-“Mira, es que…, no lo ves…, me da mucha vergüenza…,pero estamos todos desnudos…, no sabíamos que vendríais…, sino…”
-“UHF, perdonad….”
-“No, perdona tu. habíamos hecho una especie de camping nudista y claro ahora, contigo y con Judith nos sentimos muy violentos, si queréis entráis un momento en casa y nosotros nos vestimos”.

-“De ninguna manera, no quiero que os fastidies por mi culpa. Espera…”
-“Bueno, hagas lo que hagas no se lo digas a mamá”.

-“Tranquila, Judith, ven aquí”.

-“Dime mamá”.

-“Mira tu prima y estas chicas están desnudas. ¿Quieres que nos desnudemos también para tomar el sol?”
-“Me da mucha vergüenza”
-“Si yo también estoy desnuda…”-dijo mi hermana-“mira”-y dio un saltito para enseñarle las tetas”.

-“No es por ti, ya me has visto desnuda otras veces. Está Arni”.

-“El también está desnudo. Además, así se te pondrán morenitas las tetas. Ya verás que guapa estás sin la marca del bikini”.

-“Bueno, vale, pero no me miréis”.

-“Vale”.

Judith se fue a quitarse el bañador al cuarto de baño. Pareció algo ridículo, pero cada uno tiene sus manías.


-“Gracias tía”.

-“De nada mujer, pero tu tampoco digas nada a tus padres”.

Se puso de pie y se desnudó. De los nervios os aseguro que ni me di cuenta de lo buena que estaba. Bueno, yo ya lo sabía, pero me refiero a que no me fijé. Estaba más nervioso por estar desnudo que excitado por verla desnuda.

Mi hermana salió del agua enseguida y se tumbó al lado de mi tía. No se de que hablaban pero reían mucho. Al poco tiempo salió de dentro de casa Judith. Debo reconocer que me fijé en ella y empezaba a tener cuerpo de mujer, con bastante bello en el pubis y unos pechos considerables para su edad. Se sentó justo a su madre y mi hermana y siguieron hablando.


-“Bueno, yo también salgo. Es estúpido tener vergüenza si todo el mundo va desnudo”-dijo Eva.

-“Claro, como todo sois chicas”.

-“Vamos va”

Así que salieron todas y me quedé solo en el agua mirando como se reían, supongo que en algún momento se rieron de mi.

Al poco rato Olga le dijo algo al oído a Judith y se tiró al agua. Venía a decirme algo. Se acerco, se agarró a mi cuello y me dio dos besos:


-“Mamá dice que vengas. Que no tienes que tener vergüenza”.

-“No tengo vergüenza. Solo es que estoy muy a gusto en el agua”.

-“Vaaa…, vente fuera, que solo dicen tonterías. Con ellas me aburro”.

-“Luego saldré, cuando no lo estéis esperando”.

-“Vale”.

Se soltó y nadó hasta la escalera. Buen culito si señor. Me odié a mi mismo por haberme fijado en eso, pero ese fin de semana me estaba volviendo loco.

Pasaron unos minutos y como las veía tan distraídas hablando de sus cosas me decidí a salir. Al principio creo que ni se dieron cuenta, pero al acercarme a ellas empezaron a silbar y a reír de forma exagerada. Mi tía también gritaba, pero tenía su vista clavada en mis vergüenzas mientras que Judith pobrecita no podía decir nada, estaba boquiabierta, asombrada.

Me sentí tan intimidado que me tumbé lo más lejos que pude de ellas.


-“Joder con tu hermanito”-oí decir a mi tía.

-“Ni que lo jure”-dijo Nuria.

-“No me trates de usted”.

-“Perdona, ni que lo jures, y como la maneja”-pude oír antes de unas carcajadas generalizadas”.

-“Así que ya lo has probado”.

-“Bueno, nosotras tres también”.

-“Caramba con mi sobrinito. A ver si me va a tener que hacer un apaño a mi…”

Todas rieron tanto como podían. Los comentarios de una y de otra iban haciendo que la conversación subiese de tono. Yo las ignoré y al rato ya me había quedado dormido, dejándolas con sus fantasías sexuales.

1 comentario - Joven descubre placeres por una amiga de sus padres (5)

ferchuliot
Excelente, el relato no defrauda segui asi!!!!!!!!!!!!!!!!! 🔥 👍