You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Unas religiosas me visitan.

Soy Loli. Me encontraba un domingo por la mañana en casa descansando cuando llamaron a la puerta unas chicas religiosas, bueno no lo supe de entrada porque su vestimenta no delataba esas intenciones.

Eran unas chicas normales, tímidas y que pretendían venderme algo, de eso me di cuenta en seguida, tal vez venderme sus ideas.

Yo iba vestida como suelo en casa, con mi bata que cubría mi ropa interior, medias negras, liguero, braguitas, suje pequeño, bueno los que leéis mis relatos sabéis que me gusta la lencería y siempre me siento muy bien cuando noto que soy deseada ya sea por mujer o por hombre, y aun en casa no se sabe quien va a venir o llamar a la puerta y no es la primera vez que a cuenta de mi ropa provocativa en casa me corro una juerguecilla.

El caso es que las chiquillas, jóvenes, vírgenes, bellas desde luego pero muy modestas en su vestir y arreglo, no dejaban traslucir ninguna intención calentona o lúbrica, todo eran palabras agradables, de la vida tan mala que llevamos en las ciudades, de lo malo que es el dinero, la avaricia, la envidia y que Dios en su palabra la Biblia dice que los cristianos no debíamos ser así y que está muy próximo un castigo de parte de él que limpiará la tierra de todo lo malo.

Todo aquello me sonaba a una secta de estas de Evangélicos, Testigos de Jehová o tal vez Mormones.

-Pero por favor, pasad un rato a mi casa, no creo que debamos hablar de esto en la puerta.

-Bueno no queremos entretenerla, si sólo le dejamos unas revistas para que las lea y si quiere volvemos otros día…

-No, no, no sé si estaré otro día en casa y con ganas de escucharos, mejor me contáis de qué va todo esto y tomamos algo mientras. ¿Queréis un cafetito?

-Muchas gracias, no estamos acostumbradas a ser tratadas tan bien.

Una era alta y rubia, disimuladamente miré su formas, aunque las ropas eran amplias y no dejaban mucho que ver, pero se veía que tenía buenos pechos, bastante grandes y también grandes caderas porque la falda modestísima que le llegaba más abajo de la rodilla aumentaba mucho de tamaño en la zona de las caderas, dejando imaginar un culo bastante prominente. Ojos azules y muy vivos, de piel muy blanca, parecía norteamerica, tal vez misionera de aquel país, con unas pequitas en la nariz muy excitantes para mí. Algo tímida, aunque llevaba la voz cantante pero a menudo miraba abajo cuando yo intervenía o mostraba mi discrepancia a lo que decía.

La otra era lo contrario, morena, más baja, pechos más pequeños y algo más provocativa dentro de la modestia, desde luego española y más joven pero más descarada y moderna, falda más moderna y caderas grandes también, más gordita, más curvada excepto en el caso de los pechos. Ojos negros y mirada más desafiante y genio más directo y locuaz.

-Vamos chicas no me digáis que creéis eso de que Dios va a hacer algo contra los que sean avarientos o los roben, nunca lo ha hecho.

-Desde luego que lo hará muy pronto.

-¿Y qué opináis del sexo? ¿Es bueno amarse unos a otros no? Se miraron un poco sonrojadas, sobre todo la rubia. La morena trataba de ocultar una ligera sonrisa, cosa que me dejó ver que era más caliente que su compañera o en su vida no practicaba tanto lo que predicaba sobre todo en este capítulo puritano.

-El sexo es algo que sólo se debe practicar dentro del matrimonio, y solo entre hombre y mujer.

Yo no sé porqué me estaba tratando de contestar a lo de las lesbianas o gays, yo no había tocado ese tema, pero claro, mi bata se abría un poco y mi pierna se movía nerviosa a la vez que yo hablaba y sonreía tal vez un poco provocadora, desde luego hacerlo con aquellas monadas me estaba calentando y solo pensar que podía seducir a unas santurronas me estaba mojando mis braguitas.

-Vamos, Dios lo entendería, esas son cosas naturales, él nos hizo sexuales y con grandes deseos, nosotros no tenemos la culpa, si él nos hizo así será para que lo usemos y lo pasemos bien, ¿no os parece? ¿y por qué sólo distintos sexos? ¿acaso lo habéis pr

obado con una mujer?

-Por favor, como se le ocurre decir eso, por supuesto que no, no queremos ser destruidas por Dios por un pecado tan grave.

Parecía que aquello iba a ser demasiado difícil, porque no veía un mínimo de aperturismo en aquellas jóvenes, parece mentira en el siglo 21 que haya gente joven tan atrasada.

Yo seguía la conversación como si nada pero iba abriendo mi bata semitransparente, para ir dejando ver un poco mi anatomía, mis medias negras y liguero se veían perfectamente y observé que la más morenita, Pepa, no me quitaba ojo y adiviné una mirada brillante y boca entreabierta que le obligó tímidamente a tragar saliva, yo creo porque adivinaba que no se iban de allí tan pronto.

Jenny seguía citando de versículos de la Biblia donde se condenaban las relaciones homosexuales y todo lo que no fuera casto y en el matrimonio. Ella no prestaba tanta atención a lo que yo estaba haciendo porque estaba centrada en los argumentos.

Mi mano iba abriendo mi bata poco a poco e introduciéndose bajo mi tanga que ya era visible, me iba acariciando poco a poco y dejaba escapar muy suave un gemido y mi cara se turbaba de puro placer que yo tenía intención de demostrarles.

Pepa, estaba nerviosa y no paraba de mirarme, de observar mi cuerpo, se estaba acalorando y la situación la tenía muy excitada aunque ella tratara de evitarlo o evitar que se le notara.

Jenny por fin se dio cuenta de que yo no la prestaba atención a sus versículos ni a su Biblia, y me lo estaba pasando bien, masturbándome en presencia de las dos religiosas mojigatas. Miró a Pepa y notó que estaba muy nerviosa, que se mordía el labio inferior y que sin poder evitarlo se excitaba viendo cómo yo me dedeaba sin importarme que estuvieran allí.

Pero decidí dar una vuelta de tuerca más y fingí que venía un orgasmo, dí un grito y me desmallé, con la bata abierta y mi sujetador que apresaba a mis grandes pechos también a la vista.

Se miraron y se acercaron a mí, sin saber qué hacer, me susurraban si estaba bien, si quería un poco de agua. Fingí que venía en mí, despacio, les pedía con mucha flojedad que me llevaran a la cama, que me encontraba muy rara y que me siguieran contando más cosas, por favor.

En seguida Pepa me levantó con sus brazos y nuestros pechos se apretaron por un momento, la agarré por la cintura, estuve midiendo su anatomía, buenos pechos, pezones erguidos, tal vez se había excitado, olía muy bien, era coqueta, cintura delgada y caderas grandes, mis manos bajaron disimuladamente hacia su culito, palpando su ropa interior, era braguitas más bien grandes y poco sexys, disimulé que me resbalaba y así pude acariciar sus piernas por detrás, se notaban duritas y bien formadas.

Jenny me agarraba por el otro lado, también quedaron cerca sus pechos, desde luego más grandes que los de Pepa, su entrepierna me rozó unos momentos por mi cadera, noté un monte de venus prominente, mullido, tal vez por una gran mata de pelitos en la zona vaginal.

Como pudieron me tumbaron boca arriba en la cama, mi habitación estaba algo revuelta y en la cómoda tenía diferentes tipos de medias, sujetadores y braguitas y tangas, todo ellos muy provocativos. Noté como Pepa los miraba, tal vez pensando si yo era una prostituta o desde luego muy promiscua y fetichista. Pero desde luego le gustaba lo que veía incluso acarició algún modelito sintiendo un gusto especial por el tacto suave de algunas prendas. Lo ví de reojo, fingí que volvía a la consciencia,

-Lo siento mucho, es no me encuentro bien. Si te gusta esa ropa puedes probarte algo.

-No, lo siento, se me fue la mano, es que me atrajo ese modelito.

-Señora nosotras tenemos mucho que hacer y si se encuentra mejor y no quiere que le dejemos algún libro de la Biblia…

-Por favor, quédense un poco más, necesito estar con alguien, considérenlo como una de sus obras de caridad, la ayuda a un alma perdida y pecadora. (Fingí el argumento de que yo fuera una prostituta arrepentida pensando que por ahí podía lograr que se quedaran)

-Insisto, pruébate la ropa que quiera, ahí tienes un espejo y puedes cerrar la puerta.

-¿No le molesta?.Me da un poco de vergüenza.

Asentí dando mi aprobación y seguía con la cara de debilidad y con una mano debajo de mi tanga, acariciando por mis labios

vaginales y la otra por debajo del sujetador, acariciando un pecho por la zona de la aureola y acercándome al pezón. La bata ya no me cubría, estaba en ropa interior.

Jenny no sabía qué hacer, una señora masturbandose delante de ella y pidiendo clemencia por su pecados y su compañera bajándose la falda para probarse unas medias de encaje y un tanga de hilo dental.

Acerqué a Jenny a mí, y le dije que necesitaba su clemencia y su perdón, que era una pecadora y necesitaba que me diera una beso para recibir su bendición. A regañadientes noté que se acercaba, le acaricié su brazo, acercando su cara a la mía, Por favor, dame un beso, necesito sentir cariño de alguien soy una perdida, un alma abandonada de quien todo el mundo abusa y pisotea, bésame.

Jenny me iba a dar un beso en mi mejilla, pero giré su cara y la besé en la boca suavemente, como noté que la había pillado desprevenida decidí atacarlo más rápido posible, con una mano la acariciaba su culo a la vez que la apretaba hacia mí y con la otra, muy rápidamente le desabroché el sujetador por detrás. Aunque lo intentó no pudo separarse de mí y calló en la cama junto a mí. Me moví rápido y me puse a horcajadas encima de ella a la vez que la sujetaba los brazos y la seguía besando en la boca para acallar sus protestas. Cinco segundos después cedió, y empezó a sentirse excitada por mis caricias y besos apasionados, su naturaleza se desató, una intensa pasión se apoderó de ella, era su primera experiencia tras muchos años de negarse el más mínimo contacto físico con hombres y mujeres pensando que aquello era un pecado mortal. Estaba salvaje debajo de mí, con sus manos apoyadas en mi culo, acariciándolo sintiendo una excitación desbordante mientras yo le quitaba aquél horrible y recatado vestido, desabrochando aquella cantidad enorme de botones, con nuestras bocas mordiéndose mutuamente, gimiendo desbordadas oleadas de placer.

Pepa, vestida con su modelito sexy, medias, sujetador minúsculo y tanga transparente, nos miraba alucinada, ella que creia que Jenny era la mujer más fuerte y más segura, la más fría, más pura y alejada del pecado, estaba en la cama besando con desesperación a una prostituta.

Pepa estaba sorprendida pero a la vez muy excitada y vi de reojo que se le caía la baba y se acariciaba sus pechitos mientras veía nuestra escena de sexo.

Se acercó a la cama y sin interrumpirnos, fue quitando los zapatos a Jenny y acariciando sus pies, piernas y bajando su falda, por fin agarró sus bragas y las bajó de un tirón, quedando a su vista el coño peludo y casi pelirrojo de Jenny y una piernas muy blancas y pecosas pero muy suaves y deseables. La fue acariciando mientras yo seguía con mis caricias por su hombro, los lóbulos de su oreja y el inicio de sus grandes pechos, sus aureolas rosita claro y sus pezones rositas puntiagudos, muy excitada estaba y se notaba en esas parte de la anatomía que crecen por su cuenta incontroladamente y por lo mojada que se veía su almejita al apartar aquellos pelo. Gemía, muy intensamente, casi gritaba, que quería más, que aquello era el sumun y que no le importaba si era pecado o si Dios la castigaba, al Diablo con la castidad.

Pepa estaba sentada en las rodillas de Jenny con pleno acceso a mi trasero, espalda, etc, me acariciaba las caderas, la cintura, yo sentía unos enormes escalofríos de aquellas caricias novicias e inexpertas pero deseosas de darme placer, de acertar, de que yo la enseñara a gozar por primera vez en su casta vida, vida de la que iba a salir para no volver nunca más y para disfrutar de lo mejor de la vida, para beberlo a tragos y saborearlo a cucharadas.

Tuvimos una cantidad de orgasmos enorme, cuando una los tenía nos dedicábamos a darle placer a otra hasta que las tres estuvieramos plenamente satisfechas, cambiamos varias veces de posturas, arriba, debajo, jineteando, en una silla, en la mesa de la cocina, duchándonos juntas…

Estuvimos toda la mañana y parte de la tarde, comimos lo que yo pude encontrar en el frigo, todo el tiempo desnudas, acariciándonos y besándonos.

Mis religiosas amigas decidieron que iban a hablar con los jefes de la congregación cristiana y si no les daban una solución buscarían un modo más libertino de vivir pero también más placentero.

0 comentarios - Unas religiosas me visitan.