You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Viaje relámpago (X)




Post anterior
Post siguiente
Compendio III


Cuando me retiré, Lucía contuvo el aliento y fijó la mirada en mi pene reluciente, aún resbaladizo por su excitación, que se retorcía con avidez en el aire. Marisol se humedeció los labios y apretó los dedos alrededor de los míos.

+ Marco... -susurró, con la voz quebrada.

Le acaricié los nudillos con el pulgar, sin apartar la mirada de ella.

- Una vez más. - murmuré, con voz grave y ronca. - Solo tú. Por favor.

Marisol se estremeció, apretando los muslos, pero luego asintió con la cabeza y se mordió el labio inferior.

+ ¡Fóllame! - susurró. - Ahora mismo.

Lucía se echó hacia atrás contra el cabecero, con la bata resbalándole por un hombro, mientras Marisol se abalanzaba sobre mí, clavándome las uñas en el pecho. En cuanto la penetré, ella gimió, rodeándome las caderas con las piernas como firmeza, con el sexo palpitando frenéticamente a mi alrededor. La cama crujía bajo nosotros, inclinándose peligrosamente con cada embestida de mis caderas. Lucía se llevó la mano a la boca, con los ojos muy abiertos.

Viaje relámpago (X)

• ¡Dios mío! - jadeó con voz temblorosa. - ¡Marisol, lo estás empapando!...

Marisol golpeaba la almohada con la cabeza y retorcía los dedos entre las sábanas.

+ ¡Más rápido! - suplicaba con los muslos temblorosos.

Yo accedí: su sexo estaba más caliente y estrecho que el de Lucía, y sus paredes me apretaban como si temiera que me fuera. El golpe de la piel resonaba en las paredes, crudo y obsceno. Lucía contuvo el aliento mientras observaba los pechos de Marisol rebotar salvajemente, con sus propias manos flotando inseguras sobre su pecho sonrojado.

Las uñas de Marisol me arañaban la espalda, sus piernas se apretaban con más fuerza y sus talones se clavaban en torno a mis muslos.

+ ¡Dímelo! - jadeó, con la voz quebrada. - Dime, dime que no estás... oh... conteniéndote...

lesbianismo

Apenas logré gruñir en respuesta. Cada embestida la llevaba más alto, su sexo se contraía en pulsaciones erráticas. Lucía gimió a nuestro lado, sus dedos finalmente encontraron sus propios pezones y los pellizcaron con fuerza, como si no pudiera evitarlo.

La cama se inclinó peligrosamente, Marisol apretó mis hombros con más fuerza mientras levantaba las caderas del colchón. Su grito resonó en las paredes cuando volví a penetrarla con fuerza, su sexo increíblemente húmedo a mi alrededor. Lucía contuvo el aliento, con los ojos clavados en el lugar donde Marisol y yo estábamos unidos, apretando inconscientemente los muslos y retorciendo los dedos entre las sábanas de seda.

incesto

• ¡Dios! - susurró con voz ronca. - ¡Marisol, estás... estás chorreando!...

Las uñas de Marisol me arañaron el pecho, sus labios se separaron en un grito silencioso.

+ ¡Gírame! - jadeó con voz entrecortada. - Marco... por favor...

No lo dudé. Agarrándola por la cintura, la puse a cuatro patas, arqueando la espalda mientras se apresuraba a colocarse sobre mí. En cuanto se hundió, su sexo me envolvió por completo, un manto caliente, apretado y húmedo que me nubló la vista. Marisol echó la cabeza hacia atrás, con su cabello castaño miel pegados a los hombros sudorosos.

+ ¡Tía! - jadeó, moviendo las caderas en círculos lentos y desesperados. - ¡Tócame! Como yo te toqué...

Lucía contuvo el aliento y sus dedos se crisparon sobre las sábanas. Dudó un instante y luego deslizó las manos por los muslos temblorosos de Marisol, sobre la curva de su trasero y, finalmente, hasta el bulto de sus pechos. Marisol gimió cuando los pulgares de Lucía rozaron sus pezones, y sus caderas se sacudieron.

trio mhm

+ ¡Sí! - jadeó con la voz quebrada. - Así... ah... así...

Agarré las caderas de Marisol y la guie hacia mí con más fuerza, más a fondo... Su sexo se apretaba a mi alrededor con cada descenso, y sus paredes se agitaban salvajemente. Las palmas de Lucía ahora cubrían completamente los pechos de Marisol, sus dedos amasaban la suave carne con creciente confianza. Cuando Marisol gimió, arqueándose bajo el tacto de su tía, Lucía se inclinó, rozando con los labios la piel húmeda de sudor del hombro de Marisol.

• ¡Mija! - murmuró, con la voz cargada de excitación. - ¡Estás tan *caliente*!

Marisol se estremeció, sus caderas temblando mientras los labios de Lucía subían más arriba; su respiración se entrecortó cuando la lengua de Lucía rozó su pulso.

+ ¡T-tía! - jadeó, clavándome las uñas en los muslos. - ¡Bésame!...

Las palabras apenas salieron de su boca antes de que los labios de Lucía se estrellaran contra los suyos, sus dientes chocando en su prisa. Marisol gimió en el beso, sus caderas moviéndose en círculos lentos y obscenos, su sexo apretándome como si nunca quisiera soltarme.

infidelidad consentida

Las manos de Lucía temblaban mientras se deslizaban desde los pechos de Marisol hasta su cintura, hasta que Marisol de repente le agarró la muñeca, guiándola hacia abajo. Lucía se quedó paralizada cuando los dedos de Marisol presionaron contra sus pliegues resbaladizos, su respiración entrecortada.

• ¡M-Marisol...! - jadeó, rompiendo el beso, pero Marisol solo sonrió, acariciando el clítoris de Lucía con su pulgar en círculos provocadores.

+ ¡Venganza, tía! - ronroneó con voz ronca. - Te gustó cuando yo lo hice, ¿Verdad?

Lucía gimió, con los muslos temblando, pero no se apartó. Sus caderas se sacudieron cuando los dedos de Marisol se hundieron en su interior, húmedos y lentos.

Ver los dedos de Marisol desaparecer en el sexo empapado de Lucía mientras ella seguía cabalgándome, con la espalda arqueada y la cabeza echada hacia atrás, era casi demasiado. Sus caderas se movían en círculos perezosos y pecaminosos, y sus músculos internos se contraían alrededor de mi pene como si intentara extraer hasta la última gota. Lucía contuvo el aliento y apretó los dedos sobre la cintura de Marisol.

• ¡Mija! - susurró con voz temblorosa. - tú... tú te sientes *tan*...

Sus palabras se disolvieron en un gemido cuando Marisol curvó los dedos y su pulgar frotó con fuerza y sin descanso el clítoris de Lucía.

Los labios de Marisol se separaron en un suspiro silencioso, su ritmo vaciló a medida que su propio placer aumentaba, sus muslos temblaban, su sexo me apretaba con pulsaciones erráticas. El rubor que se extendía por su pecho, la forma en que se endurecían sus pezones... cada detalle se grabó en mi cerebro. Parecía etérea, como una diosa caída, con sus cabellos castaño miel pegados a su piel en mechones húmedos, sus ojos verdes entrecerrados y ebrios de placer. Los gemidos de Lucía llenaban el aire mientras los dedos de Marisol la penetraban más profundo, más rápido, hasta que las caderas de Lucía se sacudieron violentamente y su grito se ahogó contra el hombro de Marisol.

Verlas era abrumador. La belleza de Marisol siempre había sido natural, pero ahora, con el cuerpo arqueado, los pechos rebotando con cada movimiento, los dedos hundidos en el sexo empapado de Lucía, estaba radiante. Los gemidos suplicantes de Lucía, la forma en que se aferraba a la cintura de Marisol como si no pudiera soportar soltarla, el sonido húmedo de los dedos de Marisol penetrándola... era demasiado. Apreté con fuerza las caderas de Marisol, y mis embestidas se volvieron superficiales y desesperadas.

+ ¡M-Marco...! - La voz de Marisol se quebró, su cuerpo se tensó, su sexo se apretó como un embudo ardiente mientras el orgasmo la atravesaba.

Sus dedos se congelaron dentro de Lucía, su pulgar presionando con fuerza contra su clítoris, y Lucía gritó, apretando sus muslos alrededor de la muñeca de Marisol mientras se corría.

La boca de Marisol se estrelló contra la de Lucía de nuevo, un beso desordenado y frenético, con los dientes chocando mientras Marisol gemía contra los labios de su tía. Sus caderas se contraían erráticamente, aun cabalgándome a través de sus réplicas, sus paredes internas palpitaban con cada sacudida de su cuerpo. Las uñas de Lucía se clavaron en la espalda de Marisol, su respiración era entrecortada, aún estaba llegando al clímax, sus muslos temblaban violentamente. Mi visión se nubló, ya no podía contenerme más. Agarré la cintura de Marisol y la empujé hacia abajo una última vez, mi pene se hinchó y luego explotó, cuatro chorros espesos inundaron sus profundidades. Marisol gimió contra los labios de Lucía, su cuerpo se sacudía con cada chorro caliente, su sexo me ordeñaba con avidez, exprimiendo hasta la última gota.

Se inclinó hacia delante, con la frente apoyada en la clavícula de Lucía, el pecho agitado y la piel enrojecida y húmeda. Le acaricié la espalda temblorosa con la mano, siguiendo la curva de su columna vertebral. Estaba radiante, con los labios hinchados y el pelo revuelto, como algo sagrado. Pero entonces Lucía gimió, moviéndose debajo de nosotros: los dedos de Marisol seguían dentro de ella, provocándole suavemente los últimos temblores de su orgasmo. Mi pene se estremeció con fuerza al verlo; Marisol contuvo el aliento; lo sintió.

+ ¿Otra vez? - jadeó, levantando la cabeza.

Sus ojos verdes se oscurecieron: lujuria, diversión, algo posesivo, consciente. Se flexionó a mi alrededor, con el sexo aún palpitante, y sonrió.

+ ¡Tía! - le avisó, retorciendo los dedos más profundamente; su tía jadeó. - Quiere tu trasero.

Lucía se estremeció, sus caderas se sacudieron, sus dedos se aferraron a la cintura de Marisol.

• ¡N-no! - gimió, bajando la mirada, mi pene aún clavado dentro de Marisol, palpitando con fuerza, y luego volviendo a subirla. Su garganta se agitó. - Marco, tú... no lo dices en serio...

Marisol se rió, con un sonido ronco y entrecortado, mientras sus dedos acariciaban perezosamente el clítoris de Lucía.

+ ¡Ay, tía! - murmuró, presionando con el pulgar justo ahí. - Él nunca bromea con esto.

Su sexo se apretó alrededor de mí por reflejo, con el cuerpo aun temblando y el aliento caliente contra la oreja de Lucía.

+ Solo di que sí.

Los labios de Lucía se separaron, pero su protesta se ahogó en su garganta cuando los dedos de Marisol se curvaron dentro de ella, y otro gemido ahogado escapó de sus labios. Mi pene palpitó en respuesta. Lentamente, a regañadientes, me retiré. Marisol gimió, con las caderas temblando, pero su mirada se fijó en mi miembro reluciente, que seguía obscenamente duro a pesar de todo.

• ¡Dios mío! - susurró Lucía, con la voz quebrada, mientras sus dedos agarraban la muñeca de Marisol.

+ Mi amor, ¿Te duele? - preguntó mi esposa con voz cansada y suave, habiendo presenciado esto muchas veces.

Me reí, acariciando el muslo de Marisol con los dedos, con el familiar escozor atenuado por la adrenalina.

- ¡Pica! - admití, con un espasmo en el pene. - Pero no lo suficiente como para parar.

Lucía se estremeció, con la mirada oscilando entre mi erección y los dedos resbaladizos de Marisol, aún enterrados en ella.

• Entonces...- su respiración se entrecortó, sus muslos se tensaron. - ¿Mi culo?

Marisol sonrió, su pulgar rodeaba el clítoris de Lucía, presionando con fuerza.

+ Sí, tía. - murmuró, con voz cargada de diversión. - Mi marido se obsesiona cuando está así. No para hasta que consigue lo que se propone.

Lucía abrió los labios, pero su protesta se apagó cuando Marisol le hizo una señal con los dedos. Sus caderas se sacudieron y un jadeo entrecortado se le escapó. Lentamente, sin poder creerlo, se puso a cuatro patas, con la bata de seda caída sobre la cintura y el trasero al descubierto. Marisol contuvo el aliento, deslizó los dedos y acarició la temblorosa entrada de Lucía.

+ ¡Wow, tía! - Susurró con voz ahogada. - ¡Mírate!

Lucía se estremeció, encogió los hombros y apretó los muslos. Me arrodillé detrás de ella, deslizando los dedos por su espina dorsal, y su piel se erizó bajo mi tacto.

- ¡Relájate! - le susurré, rozándola con la punta de mi pene. - Te lo haré pasar bien.

Lucía gimió, sus caderas se sacudieron, pero las manos de Marisol se posaron en su cintura, sujetándola.

+ ¡Tía! - susurró, mientras sus pulgares dibujaban círculos. - él estira tan bien.

Tia y sobrina

Los primeros centímetros se deslizaron dentro, Lucía se atragantó, sus dedos se retorcieron en las sábanas, su cuerpo temblaba. Marisol gimió, su palma presionó entre los omóplatos de Lucía, manteniéndola quieta.

+ ¡Más profundo! - la instó, con voz ronca. - Puedes soportarlo.

Gemí, clavando los dedos en las caderas de Lucía, con mi pene palpitando dentro de su estrecho calor.

- ¡Carajos! - logré articular entre dientes, hundiéndome hasta el fondo con gran esfuerzo.

Lucía sollozó, arqueando la espalda y sacudiendo violentamente los muslos. Marisol se rió, con una risa silenciosa y agitada, mientras sus dedos recorrían la espalda de Lucía.

+ Por eso le dejo acostarse con todo el mundo. - murmuró, con la palma de la mano acariciando el culo de Lucía, viendo cómo el pene de su marido desaparecía con cada embestida. - ¿A solas conmigo? Me destrozaría, por completo, antes de quedar satisfecho.

Lucía gimió, retorciendo los dedos entre las sábanas, su cuerpo sacudiéndose con cada embestida de mis caderas. Marisol se inclinó más cerca, rozando con los labios la oreja de su tía, con el aliento caliente.

Viaje relámpago (X)

+ Pero mírate, tomándolo tan bien, como si lo necesitaras...- El gemido de Lucía fue entrecortado, sus caderas se echaron hacia atrás y su cuerpo se rindió más a fondo.

Los dedos de Marisol se hundieron entre los muslos de su tía, su pulgar encontró el clítoris de Lucía y lo frotó con círculos apretados. El grito que se le escapó a Lucía fue obsceno, sus paredes se agitaron a mi alrededor y su culo se apretó con fuerza.

Gemí, apreté con fuerza las caderas de Lucía y mis embestidas se volvieron implacables. Verla temblar, con los dedos de Marisol acariciándola, fue demasiado. Mi respiración se volvió agitada, mi pene palpitaba, pero...

lesbianismo

- Marisol...- dije con voz ronca. -tu trasero... lo quiero...

Marisol se quedó paralizada, con los labios entreabiertos y el pulgar inmóvil sobre el clítoris de Lucía. Durante un instante, se hizo el silencio. Luego, una risa baja y cómplice.

+ ¡Madre de Dios! - Sus dedos se deslizaron, se los lamió para limpiarlos y me miró fijamente a los ojos. - ¡Eres insaciable!...

Pero incluso mientras hablaba, sus piernas se movieron, sus muslos brillaban.

Lucía gimió, sus caderas se sacudieron, su cuerpo se apretó alrededor de mí.

• ¿Él qué? - jadeó, con la voz quebrada.

incesto

Marisol sonrió, sus dedos recorrieron su propia humedad y luego los temblorosos labios de Lucía.

+ Te lo dije...- murmuró, con la respiración entrecortada cuando mi pene palpitó dentro de su tía. - Él nunca se detiene.

Su mirada se posó en la mía, con los ojos verdes oscuros y la barbilla levantada.

+ ¡Está bien! - susurró, con los dedos acariciando su propia entrada. - Pero solo... ah... si la haces correr primero.

trio mhm

Lucía se quedó paralizada, con los muslos temblorosos y los dedos suspendidos cerca de su clítoris. Marisol se rió, con una risa suave y maliciosa, y presionó la mano de Lucía hacia abajo con la palma de la suya.

+ ¡Tócate! - le instó, frotando lentamente con el pulgar en círculos. - O lo haré yo.

Lucía contuvo el aliento, sus dedos se crisparon y, finalmente, se hundieron entre sus piernas. En el momento en que se frotó el clítoris, arqueó la espalda y dejó escapar un gemido agotado. Marisol gimió, hundiendo más adentro sus propios dedos y sacudiendo las caderas.

+ ¡Sí! – jadeó, tocándose desbocada al vernos. - ¡Justo así! ¡Ahhh!...

Yo observaba, mis embestidas se volvían implacables, los dedos de Marisol se hundían en su propia humedad, la mano temblorosa de Lucía trabajaba furiosamente. La escena era obscena, el culo de Lucía se apretaba a mi alrededor, sus muslos temblaban, los dedos de Marisol goteaban mientras se tocaba a sí misma. Apreté con más fuerza, mis caderas se movían con más intensidad, Lucía sollozaba, su cuerpo se convulsionaba.

infidelidad consentida

• ¡M-Marisol! - jadeó, sus caderas se sacudían. - yo... yo...

Los labios de Marisol se estrellaron contra los suyos, sus dedos se retorcían más profundamente, su pulgar presionaba con fuerza.

+ ¡Córrete! - ordenó con voz áspera. - ¡Ahora!

Lucía gritó, sus paredes se apretaron y su culo se tensó hasta hacerse insoportable. Yo gemí, mi visión se volvió blanca, mi pene se hinchó y luego estalló, tres gruesas corridas inundaron sus profundidades. Lucía se estremeció, su cuerpo se sacudió, sus muslos temblaron violentamente mientras me dejaba seco. Me desplomé sobre ella, con mi pene aún dentro, palpitando débilmente. Su respiración se volvió desesperada, su culo ardía, sus dedos se clavaron en las sábanas.

• ¡Dios mío! - gimió con voz destrozada. - ¡Me duele!

Me reí con rudeza, rozándole el hombro con los labios, con mi pene retorciéndose dentro de ella.

- ¿Te duele de verdad? - le susurré, acariciándole la columna con los dedos y sintiendo cómo temblaba. Lucía gimió, sus caderas se contrajeron y su culo se agitó a mi alrededor.

• ¡S-sí! - jadeó, apretando los muslos, disfrutándolo al mismo tiempo. - pero... Dios... todavía estás...

Tia y sobrina

Sus palabras se disolvieron en un gemido cuando me moví, mi pene palpitaba, todavía hinchado.

Miré a mi esposa y ella se estremeció. No es que a Marisol no le guste el sexo anal. De hecho, le encanta. Sin embargo, le gusta hacer tríos pensando que así quemaré mi lujuria más rápido, pero sigo prefiriendo a Marisol.

- ¿Lista? - le pregunté, saliendo de Lucía con un sonido húmedo que la hizo gemir entre las almohadas.

Marisol se mordió el labio inferior, ese revelador destello de vacilación antes de asentir con la cabeza. Se giró sobre su estómago, ofreciéndose, con las caderas arqueadas y la curva de su trasero brillando por el sudor.

+ Solo... despacio. - murmuró, agarrando las sábanas con los dedos mientras yo me arrodillaba detrás de ella.

Lucía observaba, apoyada en los codos temblorosos, con los ojos verdes sin poder creerlo mientras yo presionaba contra la estrecha entrada de Marisol. La primera penetración le arrancó un grito ahogado a Marisol, que tensó los hombros y se le pusieron blancos los nudillos, pero luego exhaló y su cuerpo cedió centímetro a centímetro.

Viaje relámpago (X)

• ¡Dios! - susurró Lucía, acariciándose inconscientemente los labios hinchados con los dedos. -Tú... tú lo aceptas como si no fuera nada.

Marisol se rió sin aliento, inclinando las caderas hacia atrás para recibirme.

+ No es nada. - corrigió, con voz tensa pero satisfecha. - Solo estoy acostumbrada.

Su risa se disolvió en un gemido cuando llegué al fondo, con sus músculos vibrando a mi alrededor en un pulso lento y familiar. Lucía contuvo el aliento, con la mirada fija entre los dedos apretados de Marisol y la obscena extensión de su trasero alrededor de mi pene.

Me incliné hacia delante a modo de prueba, provocando un grito ahogado en Marisol. Su cuerpo se tensó y luego se derritió, con la columna vertebral arqueada como la cuerda de un arco demasiado tensa.

+ ¡Tía! —jadeó, con la mejilla pegada a las sábanas—, mira cómo me... coge.

lesbianismo

Lucía entreabrió los labios y sus dedos se movieron hacia sus propios muslos resbaladizos cuando me retiré casi por completo y luego volví a penetrarla con un movimiento brusco que hizo que Marisol curvara los dedos de los pies.

incesto

Lucía exhaló bruscamente, con los pechos agitados, cuando las caderas de Marisol se echaron hacia atrás para recibir mi siguiente embestida.

• Tú...- tragó saliva, con la mirada fija en el brillante contorno de Marisol alrededor de mi pene. - ¿Así?

La risa de Marisol era entrecortada, irregular, con los dedos arañando las sábanas mientras yo marcaba un ritmo casi brutal.

+ ¡Me encanta! - jadeó, con la voz quebrada cuando me incliné más profundamente. - especialmente... cuando él... ah... así....

Los muslos de Lucía se movieron, sus dedos rozaron su propio clítoris, su respiración se aceleró de nuevo. Mis embestidas estaban perdiendo precisión, mis caderas se detenían ocasionalmente, pero Marisol se arqueó, su cuerpo exigía más incluso mientras sus músculos temblaban. Los labios de Lucía se separaron, su tacto se volvió más atrevido, su pulgar giró más rápido.

• ¡Mierda! - gimió, viendo cómo el trasero de Marisol me tragaba por completo con cada golpe brusco de mis caderas. - Tú... tú estás viendo cómo él te destroza...

trio mhm

El gemido de Marisol se ahogó contra las sábanas, sus dedos retorcieron la tela, su espalda se arqueó obscenamente.

+ S-sí. - jadeó con voz ronca. - y tú...

infidelidad consentida

Sus palabras se quebraron cuando la agarré por la cintura y la penetré más profundamente, su culo se tensó con fuerza. Lucía contuvo el aliento, sus dedos goteaban, su mirada fija en la forma en que el cuerpo de Marisol se rendía violentamente al mío.

Lucía gimió, apretando los muslos, acariciando con fuerza su clítoris con el pulgar.

• ¡Dios! - susurró, observando cómo las caderas de Marisol se sacudían con cada embestida, - tú... tú lo estás pidiendo...

Marisol se rió, ahogada, con las piernas temblorosas.

+ Siempre. - balbuceó, con la mejilla frotándose contra las sábanas. - especialmente cuando él está... ¡Ahh!... así...

Tia y sobrina

A Lucía se le cortó la respiración, sus dedos goteaban, sus caderas se sacudían sin poder evitarlo.

Gemí, apretando con fuerza la cintura de Marisol, con mi pene hinchándose obscenamente. En el momento en que pulsé dentro de ella, Marisol gritó, arqueando la espalda y apretando el culo como un agujero negro. Tres gruesas descargas la inundaron, su cuerpo se convulsionó y sus muslos temblaron violentamente. Me desplomé sobre ella, con mi pene aun profundamente clavado, palpitando débilmente. Marisol se estremeció, con la respiración agotada, y sus dedos se aflojaron de las sábanas.

+ Mi amor... - balbuceó con la voz destrozada. - Tú... tú me llenaste...

Lucía gimió, apretando los muslos y moviendo los dedos frenéticamente. La visión del trasero abierto de Marisol, con mi semen goteando, la llevó al límite. Ella sollozó, sus caderas se sacudieron y sus muslos temblaron mientras se corría con fuerza. Yo me reí, rozando con los labios el hombro húmedo de Marisol, con mi pene retorciéndose dentro de ella.

Viaje relámpago (X)

- ¿Ves? - le susurré, acariciándole la columna con los dedos. – A tu tía le gusta verme cómo te arruino.

Marisol se rió, sin aliento, con las caderas temblando.

+ ¡Te lo dije! – jadeó. - A todas les gusta.

Lucía se derrumbó a nuestro lado, con los ojos verdes nublados y los dedos aun temblando contra su clítoris.

• ¡Dios mío! - susurró, con la mirada oscilando entre el culo sonrojado de Marisol y mi pene, que se estaba ablandando. -Tú... tú la has destruido.

Marisol sonrió con aire burlón, acariciando perezosamente el muslo de Lucía con los dedos.

+ Y te encantó. - se burló con voz cansada.

Las mejillas de Lucía se sonrojaron, pero no lo negó, sino que deslizó los dedos por la cadera de Marisol.

Me moví, mi pene se deslizó con un sonido húmedo y el gemido de Marisol se convirtió en una carcajada.

+ ¡Mi amor! - exclamó, rodando sobre su espalda, con los muslos relucientes.

Lucía observaba, con los labios entreabiertos, mientras mi pene semi erecto se contraía contra el muslo de Marisol.

• ¿Todavía? - susurró, con los dedos flotando cerca de la punta.

Marisol se rió, entrelazando sus dedos con los de Lucía.

+ Siempre. - murmuró, frotando con el pulgar círculos en la muñeca de su tía. - Pero ahora necesita dormir.

Los labios de Lucía se curvaron, su mirada vagaba entre las mejillas sonrojadas de Marisol y mi pene, que empezaba a ablandarse.

• ¿Y dónde... debería dormir yo? – vaciló Lucía, sus dedos recorriendo la cadera de Marisol.

Marisol sonrió, enganchando su pierna alrededor de la mía y acercándome más a ella.

+ ¿Dónde si no aquí? - bromeó, presionando con la palma de la mano el pecho de Lucía y empujándola sobre su espalda. - Él duerme entre nosotras.

Lucía contuvo el aliento y sus pezones se endurecieron cuando me acomodé entre ellas, con los brazos sobre sus cinturas.

lesbianismo

Marisol suspiró, pasando los dedos por mi cabello, con su aliento cálido en mi cuello.

+ Te lo dije... - murmuró, rozando con el muslo el de Lucía. - él nos atiende bien.

Lucía se rió despacio, rozando mis costillas con los dedos, con un toque vacilante.

• Es verdad... - admitió, suavizando la voz. - pero tú...

Su mirada se posó en los rizos desordenados de Marisol, y sus labios esbozaron una sonrisa.

• Tú me has atendido esta noche.

Marisol soltó una risa baja y cansada, y sus dedos recorrieron la clavícula de Lucía.

+ Ya era hora. - susurró, rozando mi rodilla con la suya. - Ya que alguien me lo ha acaparado toda la semana.

Lucía resopló, con la palma de la mano apoyada en mi pecho y el pulgar rozando distraídamente el pezón de Marisol.

• Pamela me lo advirtió. - musitó con voz cargada de diversión. - Dijo que su pene te arruina...

Marisol sonrió, mordisqueándome el hombro con los dientes.

+ Lloró la primera vez...

Lucía arqueó las cejas y detuvo los dedos.

• ¿En serio?

Marisol asintió con un parpadeo de pestañas.

- Como una niña, pero luego... - Su sonrisa se amplió. - Me lo suplicó todas las noches después.

Lucía exhaló, moviendo las caderas y presionando su muslo contra el mío.

• Dios... - susurró. - No me extraña que se...

Sus palabras se apagaron y sus dedos se flexionaron contra mi piel.

Un bostezo se me escapó, mi pene finalmente se ablandó, mis extremidades se volvieron pesadas. Marisol tarareó, sus dedos peinaron mi cabello, sus labios rozaron mi sien.

+ Duerme un poco, tía. - murmuró, su voz ronca por el cansancio, su rodilla rozando la de Lucía. - Estará inútil durante horas.

Lucía se rió entre dientes, sus dedos recorriendo mis costillas, su aliento cálido contra mi hombro.

• ¡Bien! - bromeó, su muslo rozando el de Marisol, - mi culo necesitará un año para recuperarse.


Post siguiente


0 comentarios - Viaje relámpago (X)