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TranscurrĂa un cálido verano en 1999 en mi bella ciudad en MĂ©xico.Â
Muchas de mis amigas viajaban con sus familias a distintos centros turĂsticos y yo me quedaba sola en casa con mi padre que todo el tiempo estaba borracho por la pĂ©rdida de mi madre y mi hermano que nunca se encontraba en casa, en ocasiones ni siquiera legaba a dormir. Era muy mujeriego y la muerte de mi madre lo habĂa hecho aĂşn más distante de mi padre y tambiĂ©n de mĂ.

A veces tenĂa la desfachatez de traer a sus novias a la casa y por las noches podĂa escucharlas gemir y gritar como bestias jadeantes y hambrientas de lujuria y placer. Las hacia gritar de manera agresiva y violenta, y la cama rechinaba y se movĂa estruendosamente al compás de aquellos chillantes gemidos y gritos. A mi padre no le importaba mucho eso, Ă©l se la pasaba todo el dĂa pensando en mi madre y en todo lo que habĂamos perdido. La verdad no le importaba nada. Solo estar inmerso en su profundo dolor.
A mitad del verano mi padre recibiĂł una llamada. MI tĂo Pedro vendrĂa de visita para poder quedarse un tiempo en la ciudad. Se notĂł en mi padre un pequeño desliz de ánimo por la llegada de su hermano y yo estaba feliz por eso. Ya habĂa pasado mucho tiempo desde que habĂa visto la sonrisa de mi padre; tanto que no podĂa creerlo. El dĂa paso normal y despuĂ©s de estar esperando llego por fin. Mi padre y mi tĂo se fundieron en un abrazo fraternal lleno de un inmenso cariño.
-No puedo creer que haya pasado tanto maldito tiempo –dijo mi tĂo Pedro.
-SĂ, aun no creo que estĂ©s aquĂ hermano.
-Siento mucho lo de tu esposa –dijo mi tĂo Pedro con la cabeza baja y una notable tristeza en su rostro.
-No sé cómo paso, aun no puedo recuperarme de su ausencia, siempre estoy pensando en ella.
-El tiempo lo cura todo hermano, ya verás que pronto sanaras.



-Eso espero Pedro, eso espero –dijo mientras agachaba la cabeza.
-Bueno ya basta de tantos pensamientos tristes, dime ¿dónde está mi sobrina favorita?
-Está dentro de la casa, está estudiando para el examen de entrada a la universidad.
-¡Vaya, Âżenserio?! QuiĂ©n lo dirĂa, va a ser la primera mujer de la familia que vaya a la universidad.
-SĂ, es una muchacha muy linda y muy lista.
Mi padre siempre que le hablaba a cualquier persona de mĂ, mencionaba que era muy linda. Esta mal que yo le mencione, pero la verdad mi padre tenĂa algo de razĂłn. A la edad de 19 años, que era la Ă©poca en la que mi tĂo nos visitĂł; mi cuerpo se habĂa desarrollado por completo. Mis senos eran muy grandes. Eran redondos, firmes y muy jugosos. Mi trasero era muy respingado y redondo tambiĂ©n aunque algo grande. Mi busto era tan grande que tenĂa que buscar unos sostenes algo especiales para poder sostenerlos firmemente. Mi talla de busto a esa edad era 40 doble d. La mayorĂa de los compañeros de mi escuela, se me quedaban viendo en clases. Hombres en la calle me miraban con rostros pervertidos sin importarles que fuera acompañada de alguien. Mi hermano tuvo varias peleas con muchos de sus amigos por que siempre le hacĂan comentarios acerca de mĂ. Le decĂan que, que buena estaba o preguntaban que si tenĂa novio. Todo eso calentaba mucho a mi hermano e incluso termino golpeando a muchos de sus amigos por esos motivos. Era una chica muy voluptuosa y era algo que no podĂa evitar.
Mi padre y mi tĂo entraron a casa. Yo estaba comiendo un aperitivo en la sala, creo que era una banana. Mi tĂo me vio y enseguida grito
–Hija, mira que grande estas.
Yo lo salude tiernamente con la mano y Ă©l se acercĂł a mĂ.
-Ven acá, dame un abrazo y un beso, pequeña.
-Hola tĂo –dije abrazándolo.



El me tomo con sus fuertes y velludos brazos y me estrecho vigorosamente. Mi cuerpo se hizo pequeño entre sus brazos y sentà como mis boobies cambiaban de forma aplanadas en su gran pecho.
-TĂo me vas a dejar sin aire, por favor bájame –dije sonriendo.
-Perdóname pequeña, es que me gano la emoción de verte. Hace más de 5 años que no los visitaba, y verte asà de grande me lleno de una nostalgia tremenda. Estas muy linda peque.
-Muchas gracias tĂo, tĂş tambiĂ©n estas muy guapo –dije mientras lo veĂa de pies a cabeza.
Era un hombre muy grande. Media más de un metro con ochenta centĂmetros. Las botas que llevaba estilo militar lo hacĂan ver aĂşn más enorme ante mĂ. Yo solo media como un metro con sesenta y cinco centĂmetros. Era un monstruo en comparaciĂłn conmigo. Su cuerpo estaba muy marcado y firme. Siempre habĂa tenido cierta aficiĂłn por el fisicoculturismo y seguĂa teniendo un cuerpo envidiable para muchos hombres jĂłvenes a sus cuarenta años. Llevaba un bigote muy tupido y barba de algunos dĂas alrededor. Su cabello era algo corto y muy crespo y sus brazos eran enormes y musculosos. Pude sentirlos cuando me abrazaba con fuerza. Yo en ese tiempo habĂa tenido un par de novios, pero no habĂa llegado ese hombre especial en mi vida. Nunca me habĂa enamorado.
DespuĂ©s de haberle dicho que Ă©l tambiĂ©n estaba muy guapo me sonriĂł y me dio un beso en la mejilla. Yo me sonroje un poco y le sonrĂe de vuelta. ÂżQuĂ© me está pasando? -me pregunte-. Nunca me habĂa sonrojado ante un hombre y la primera vez que lo habĂa hecho fue con alguien de mi propia familia. No. No puede ser, pensĂ©. Me sacudĂ esa idea tan loca de la mente y fui a platicar un rato con mi tĂo a la cocina.
-Dime tĂo Âżya te casaste?
-No, bueno, estuve casado hace un año pero me divorcie.



-¿Qué, pero porque?
-Bueno son cosas de adultos que no puedo contarte mi amor.
-TĂo, por si no lo recuerdas yo ya soy mayor de edad –dije.
-Si pero, son cosas demasiado intimas que no es correcto que platique contigo mi vida. Tal vez tĂş no conozcas de estos temas y si tu padre me escuchara hablar de esto contigo me pondrĂa una golpiza.
-Ande tĂo, cuĂ©ntame, me gustarĂa saber Âżporque pusiste esa carita tan triste cuando me dijiste que te habĂas divorciado?
-Realmente no puedo, linda, tal vez te lo cuente más adelante –dijo algo deprimido. Su hermosa sonrisa se desdibujaba siempre que le mencionaba ese tema.
-Está bien, ya no lo mencionare más.
-Gracias mi amor –dijo mi tĂo.
El venĂa muy cansado del viaje y le dijo a mi padre que tomarĂa un baño. ÂżDĂłnde está el baño? –Pregunto mi tĂo-. LlĂ©valo al baño hija –dijo mi padre-. Mi padre saldrĂa a comprar algo en el mercado y mi hermano andaba trabajando en la obra. Yo le obedecĂ a mi padre y tome a mi tĂo de la mano y le dije –ven tĂo te voy a llevar a bañarte-. Él se rio por la manera en la que lo habĂa dicho pensando tal vez otra cosa y me siguiĂł el paso acelerado. Mi tĂo me dio las gracias y entre cerrĂł la puerta del baño, sin hacerlo por completo y yo entre la puerta como se veĂa al espejo la barba. ParecĂa que tenĂa planeado afeitarse o algo asĂ. Yo me fui a mi cuarto que estaba muy cerca del baño, en la parte de arriba y me puse a estudiar un poco, el examen, por lo que me habĂan contado estarĂa muy complejo; por lo que me estaba esforzando mucho en mis estudios. La verdad ya lo tenĂa casi todo dominado para ese momento y ya no estudiaba, más bien era un repaso lo que hacĂa. Cuando leĂa recordĂ©. No le habĂa llevado una toalla a mi tĂo. ¡Hija! –Grito fuerte mi tĂo-. Yo supe de inmediato que necesitaba que le llevara una toalla limpia. Fui rápido al closet y le lleve una de las mĂas que estaba seca.


Fui corriendo y cuando llegue al baño me di cuenta que no estaba cerrado. Casi al llegar resbale y tirĂ© la toalla golpeándome la cabeza con rudeza contra la puerta. Mi tĂo estaba detrás de ella y lo empujĂ© hacia atrás. Casi resbalo y la puerta se abriĂł de par en par. El cuerpo desnudo de mi tĂo se rebelĂł ante mis jĂłvenes ojos. El vello en su cuerpo era interminable. Sus piernas, que era lo primero que vi eran como las de un oso. Levante un poco más la mirada y pude ver sus manos. Trataban de esconder un pene mucho muy grande. Era un miembro masculino con venas resaltadas y colgaba muy grande entre su entrepierna. Sus testĂculos eran tambiĂ©n grandes y llenos de vellos chinos. El hacia lo posible por cubrirse pero el tamaño de su pene lo hacĂa imposible. Yo aĂşn tirada en el suelo sentĂ un dolor muy punzante en la frente. Un golpe con un sangrado muy leve se habĂa manifestado en la parte alta de mi frente. Mi tĂo, por la preocupaciĂłn, se olvidĂł de cubrirse y se acercĂł a mĂ que estaba a punto de desmayarme.
-ÂżEstas bien hijita?, te golpeaste muy fuerte.
-SĂ, estoy bien –dije tocando mi cabeza-.
-Estas sangrando un poco –dijo mi tĂo tomando la toalla para cubrirse.
Se levantĂł un poco y justo antes de que se cubriera pude ver aquel pene en toda su enorme forma y esplendor.
-Dios que hombre –dije en voz baja, casi imperceptible-
-ÂżDijiste algo linda?
-No, nada tĂo.
Mi tĂo me levanto entre sus brazos y su cuerpo empapado, mojĂł mi playera. Me habĂa levantado con tanta facilidad y me parecĂa que estar en sus brazos era un sueño. Yo me tomaba de su cuello para no caerme y Ă©l se notaba preocupado. De manera delicada me puso en la cama de mi habitaciĂłn. Cuando bajaba mi cuerpo pude sentir aquel miembro tan enorme por encima del algodĂłn de aquella toalla rosada.




-ÂżDĂłnde tiene el botiquĂn tu papá?
-Esta abajo, en el baño de abajo.
-Muy bien, iré por él.
Mi tĂo bajo rápidamente por el botiquĂn mientras yo trataba de reponerme del golpe tan fuerte.
-AquĂ esta, vamos a tratar esa herida –dijo mi tĂo.
Yo solo observaba mientras mi tĂo con su toalla cubriendo de su cintura para abajo, desinfectaba y curaba mi herida. Era muy leve pero el golpe si me habĂa dejado algo mareada. El pronto termino de curarme y me dio un beso en la mejilla d nuevo y dijo –te vas a poner bien hermosa-. Yo me toque la mejilla y le dije –no me dejes tĂo, quĂ©date conmigo, hasta que llegue mi papá-. Mi tĂo me dijo –solo dĂ©jame vestirme y regreso. Se fue por unos minutos y regresĂł con una pequeña playera y unos calzones ajustados. Su paquete se veĂa abultado y restringido dentro de su trusa. PerdĂłn hija, es que me puse lo primero que encontrĂ© para volver contigo –dijo-. Yo estaba recostada en mi cama aun mareada y mi tĂo me acariciaba el cabello.
–TĂo, perdĂłname, no fue mi intenciĂłn verte desnudo.
-No te preocupes por eso mi amor, no pasa nada, fue un accidente.
-TĂo, hay algo que me dio mucha curiosidad.
-¿Qué cosa?
-Es que, tu pene es muy grande, Âżestas enfermo o algo? Me preocupe cuando te vi tĂo.
-No mi amor –dijo algo apenado, es solo la forma de mi cuerpo.
Pero es que…
-Ya no hay que hablar de esos temas amor, no es correcto.
Yo hice caso a su peticiĂłn y ya no dije nada. Él se quedĂł acariciando mi cabello por un rato y yo me calme un poco y el dolor desapareciĂł casi por completo. Mi tĂo se fue a poner unos pantalones y yo me quede sola en mi habitaciĂłn pensando en aquella visiĂłn tan gratificante que habĂa tenido. Por fin habĂa visto el cuerpo de un adonis. Un hombre en toda la extensiĂłn de la palabra. Un guerrero espartano que podĂa tomar a la mujer que Ă©l quisiera y hacerla suya. Una vez más estaba ideando cosas prohibidas y degeneradas en mi mente.



Esa noche cenamos todos juntos hamburguesas del puesto de la esquina, y como era habitual mi hermano no habĂa llegado. Seguramente estaba con alguna de sus mujeres y se iba a quedar fuera. Yo estaba feliz con la plática tan amena con mi padre y mi tĂo. HabĂa pasado tanto tiempo de que mi padre no reĂa tanto que hasta parecĂa que yo estaba en un sueño. Terminamos de cenar y yo me fui a mi habitaciĂłn. Mi padre se quedĂł en la sala viendo el televisor. Normalmente se quedaba dormido en su sillĂłn reclinable y yo bajaba más tarde a cubrirlo con una manta, era algo que siempre hacia. Paso el tiempo y baje a asomarme y Ă©l estaba ya dormido con el televisor aun encendido. Mi tĂo estaba viendo algo en su cuarto en la televisiĂłn y yo me fui a mi habitaciĂłn.
No pude resistir las ganas y metĂ la mano dentro de mi ropa interior. Llevaba un calzĂłn rojo muy ajustado que en la oscuridad de mi cuarto se desvanecĂa. Hazme tu mujer tĂo, quiero ser tuya –decĂa en mi mente-. Mis dedos rozaban la delicada piel de mi vulva. Los humedecĂa entre mis labios y volvĂa a acariciarme con ternura y calidez, justo como me imaginaba que lo harĂa la mano con dedos gruesos de mi tĂo. Mi mano se movĂa por su cuenta dándole a mi cuerpo el placer que tanto deseaba. Mi vagina se llenaba de humedad y yo me retorcĂa entre las sabanas. Mis dedos exploraron dentro de mi vagina queriendo descubrir la humedad de mi interior y ahĂ fue cuando mis gemidos se desbordaron. GemĂa como una mujer de la vida galante. Los gemidos abandonaban mi habitaciĂłn y estoy casi segura que llegaban a oĂdos de mi tĂo que por la proximidad de nuestros cuartos tendrĂa que escucharlos. Pronto un intenso placer domino mi cuerpo y lo tomo preso. ¡Dios mĂo! –Grite-. Y un orgasmo violento y fugaz abandono mi cuerpo. Mi humedad cayĂł encima de mis blancas sabanas y mi respiraciĂłn era la de una maratonista agotada. Ya no podĂa mas, no me importaba nada.


Las llamas ardientes en mi vagina eran insoportables y necesitaba la gran manguera de un hombre para apagarlo. Me quite toda la ropa y me puse una toalla en mi joven y voluminoso cuerpo. Fui algo nerviosa y temerosa, pero muy decidida a la habitaciĂłn de mi tĂo. Me puse en su puerta y toque mientras Ă©l veĂa tv. Volteo a verme y se quedĂł sorprendido mientras me veĂa. Yo suavemente quite el nudo de la toalla y la deje caer. Mi cuerpo desnudo quedo frente a sus ojos con solo la luz del televisor alumbrándolo. –Ya estamos a mano tĂo dije
Mi joven y voluptuosa figura estaba delante de Ă©l. Mi tĂo se habĂa quedado sin aliento y yo me mordĂa el labio inferior un poco apenada, pero al mismo tiempo tremendamente excitada. La escena parecĂa tan irreal para sus ojos que aĂşn su cerebro no lo comprendĂa del todo. Cuando su mente, por fin, pudo conectar de nuevo con su razonamiento; mi tĂo se levantĂł exaltado de la cama y se quitĂł la cobija de encima.
-Hija, ÂżquĂ© estás haciendo, no sabes lo que me harĂa tu padre si te ve desnuda en mi habitaciĂłn? –pregunto con voz baja.
-Yo solo querĂa que tĂş tambiĂ©n tuvieras algo que ver tĂo, me sentĂ terrible por haberte visto desnudo y querĂa que estuviĂ©ramos a mano, asĂ que decidĂ mostrarte mi cuerpo, pero ahora me doy cuenta que soy fea –dije mientras fingĂa llorar.
-No mi amor, no eres para nada fea, tu eres una señorita muy linda, no llores mi amor –dijo desesperadamente, tratando de calmar mi llanto mientras me cubrĂa con la manta de un color blanco puro de su cama.
-Si soy fea, no te gusto, eso quiere decir que no le voy a gustar a ningún hombre nunca –dije con un llanto fingido.
-No amor, para nada es eso, yo creo que eres hermosa, eres una de las mujeres más hermosas que he podido ver desnudas, pero no es correcto que yo te haya visto asĂ mi amor, soy tu tĂo.



-A mĂ no me incomoda que me hayas visto desnuda tĂo, sabes, me gusto que me vieras, me hizo sentir unas maripositas en el estĂłmago y un cosquilleo por toda mi piel –dije mientras tocaba mi cuello con mi mano, acariciándolo suavemente y cerrando mis ojos; inmersa en esa caricia auto infligida.
-Mi amor, por favor, vete a tu cuarto.
-No quiero tĂo, tengo que confesarte algo.
-Por favor pequeña, no digas nada de lo que te vayas a arrepentir después.
-Me gustas como hombre tĂo, quiero que tĂş seas mi primera vez –dije con un rostro serio y de absoluto convencimiento (era una mentira, pero eso excita más a los hombres, no importa quien sea, es un estimulante natural).
-¿Realmente eres virgen mi cielo… porque te estoy preguntando esto?
-No te apenes tĂo, yo quiero estar contigo, y sĂ© que tu sientes curiosidad por mĂ, por favor no me rechaces, yo necesito que un verdadero hombre como tĂş, tome mi primera vez –dije mientras tocaba su pecho lleno de una selva negra de vello que lo hacĂa lucir tan varonil.
-No hijita, por favor vete a dormir a tu cuarto, ya verás que mañana veras esto como una locura.
Yo ya no pude soportar más la excitaciĂłn y me abalance sobre el besándolo apasionadamente. Mis labios hicieron contacto con los suyos y se fundieron en un beso apasionado y lleno de un morbo increĂble. Las palabras se quedaban cortas para lo que ambos estábamos experimentando. El beso seguĂa y mi tĂo no me alejaba, su cuerpo se habĂa quedado inmĂłvil sentado en la cama y sus labios eran los Ăşnicos que tenĂan movimiento en todo su cuerpo. Yo deslice mi mano hacia su pene y lo pude tocar, estaba muy duro y firme. Él me tomĂł del brazo con una mano y paro de besarme en un instante.
-Estamos yendo muy lejos mi amor, tĂş padre nos podrĂa descubrir y yo tengo miedo de lo que te harĂa.
-No me va a pasar nada, porque él no se va a enterar, la puerta está cerrada con llave, además te prometo que no voy a hacer ruido, a menos que tú me hagas gritar con este animal .dije mientras apretaba su gruesa verga con fuerza.



Él se estremeció de inmediato y me tomo del brazo con fuerza.
-Por favor no sigas o no me voy a poder resistir pequeña.
-Eso es lo que quiero que no te resistas
-Si no paras en este instante, no voy a poder resistir la tentaciĂłn de tu cuerpo hijita, no quiero cometer una locura contigo.
-Yo si quiero que tĂş me vuelvas loca –dije mientras sobaba con fuerza su polla por encima de su ropa interior mientras le decĂa al oĂdo, tĂłmame.
-Él se acercĂł a besarme de nuevo y esta vez comenzĂł a usar sus fuertes y rasposas manos. Me tomĂł de la base de la nuca y me beso apasionadamente. Su lengua visitaba mi garganta en repetidas ocasiones incitando el calor dentro de mi boca y al exterior de mi piel. EN aquella noche calurosa nuestros cuerpos comenzaban a emitir aquel lĂquido tan sensual mezclándose al abrazarnos mientras nos besábamos.
Sus manos por fin se comenzaron a mover hacia mĂ. MetiĂł los dedos de en medio de su mano derecha dentro de mi boca y dijo muy despacio -chĂşpalos-. Yo le obedecĂ y los chupe como si fueran una deliciosa paleta, Eran muy largos y grandes, parecĂan unas salchichas. Eran rĂspidos y gruesos y sabĂan un poco salados. DespuĂ©s el los saco y los fue pasando por mi cuerpo. RecorriĂł mi canal en medio de mis voluminosos y jĂłvenes senos sudorosos. Paso por mi vientre plano y mi pubis con un monte de venus velludo y por fin llego al orificio que produce en tantas mujeres un inmenso e indomable placer. Al sentir sus dedos yo abrĂ la boca sensualmente mirándolo fijamente a los ojos, pero sin emitir ni un solo sonido. El me devolviĂł la mirada y solo hizo una expresiĂłn con su dedo indicándome que no hiciera mucho ruido.
-Te duele mucho amor, es tu primera vez.
-Estoy bien tĂo, tu no pares, me gusta lo que haces con tus dedos.
-Está bien, voy a aumentar un poquito el ritmo chiquita –dijo mientras lamia sus labios, saboreando el momento.
-Está bien, hazme lo que tĂş quiera tĂo, soy toda tuya, dije.
Pude notar un gigantesco bulto en su ropa interior. Mi tĂo ya estaba muy motivado y yo me sentĂa muy excitada viendo aquel miembro ansioso por entrar en mi joven vagina. El seguĂa masturbándome sin parar y yo lo tomaba del cuello muy fuerte mientras gemĂa despacio para no ser descubiertos por nadie. El dejo de masturbarme y mi vagina ya chorreaba por el placer que provocaban sus dedos en mi interior. Era un maestro con las manos. De repente se incorporĂł de la cama y se bajĂł el calzĂłn. Ven chiquita, ven para que le des besitos a la polla de tu tĂo -dijo.



-¿Sabes lo que es el sexo oral mi amor? –preguntó.
-No tĂo –dije mintiendo completamente.
-Es cuando tĂş le das a tu pareja, besitos en sus partes, tu ahorita me vas a dar besitos aquĂ, por toda mi polla mi amor, para hacerme sentir muy rico.
-Está bien tĂo, como tĂş digas, yo lo Ăşnico que quiero es hacerte feliz.
-Muy bien dicho chiquita, ven acĂ©rcate, dale muchos besos a la polla de tĂo.
Yo me aproxime a Ă©l y tome con ambas manos aquel miembro tan grueso y descomunal de mi tĂo. EL vello alrededor era muy chino y abundante u olĂa a hombre en verdad. Lo lleve cerca de mis labios con ambas manos y lo bese en la punta de su glande. Él se estremeciĂł un poco y temblĂł tambiĂ©n. ÂżEstás bien tĂo? –pregunte-. TĂş no te preocupes mi amor, tĂş sigue besando la polla de tĂo. ComencĂ© a darle pequeñitos beso por todos lados. Por sus testĂculos obesos y pesados, por su base del pene donde se unĂan al escroto, por su glande y por su tronco. El tenĂa sus ojos cerrados y solo sujetaba mi cabello para que mi cabeza no se separara, y no parara de dar aquel inigualable placer de ser besado en la polla por su joven sobrina. Ahora, vamos a pasar a algo más rico mi amor, se llama darle la garganta a tu tĂo –dijo bufando de lujuria-.
-Lo que debes hacer es ponerte bien de rodillas, quedarte inmĂłvil y tĂo va a sujetarte firmemente la cabeza mientras pone su polla dentro y la saca bien rápido; todo lo que la aguantes hasta el fondo. Tienes que esforzarte mucho para que tĂo sienta muy rico y se sienta feliz, eso es lo que quieres verdad, Âżhacerme feliz?
-Si tĂo, más que nada en el mundo.
-Bueno hijita, entonces haz lo que te digo y quédate bien quietecita.
-Está bien.
Él se acercĂł a mĂ y comenzĂł a meter su grueso glande en mi boca. Al principio era difĂcil de entrar pero por fin lo pudo deslizar hacia adentro. Mi boca apenas y podĂa recibir tremenda bestia. EL lentamente comenzĂł a mover sus caderas de adelante hacia atrás sin soltar mi cabeza con ambas manos firmemente sujetando mi cabello. El comenzĂł a gruñir y resoplar como caballo mientras metĂa y sacaba su polla de mi boca. ComenzĂł a excitarse y ahĂ es donde vino lo violento. De un fuerte empujĂłn su polla se deslizĂł hasta mi garganta.


Yo casi devuelvo el estĂłmago por la forma en que entro profundamente pero lo soporte. El gimiĂł de placer y la metiĂł aĂşn más hondo. Yo trataba de empujarlo con mis manos para que su polla no estuviera tan adentro pero Ă©l estaba siendo dominado por un instinto primitivo. El instinto de macho dominante. Mi garganta comenzĂł a ser violada brutalmente por aquel pene descomunal. La saliva salĂa a cantaron de mi boca y su polla cada vez más quedaba aĂşn más lubricada. No soltaba mi cráneo empujando fuerte su virilidad dentro de mĂ. Mi vagina estaba chorreando de placer y el piso ya estaba muy mojado. Mis senos estaban llenos de sudor y saliva. Mi cabello estaba empapado en sudor y el vello en el pecho de mi tĂo brillaba por aquel liquido tan sensual que brotaba de su piel.
DespuĂ©s de más de 15 minutos de un interminable sexo a mi garganta, su polla por fin cediĂł ante el estrecho canal de mi garganta. Me tomo fuerte de la cabeza y metiĂł su polla casi entera dentro de mi sin dejarme ir. Yo tosĂ de desesperaciĂłn ahogándome aun con su polla dentro y mi saliva salĂa en cantidades inmensas. Las lágrimas brotaban de mis ojos y los dejaba rojos y llorosos. El gemĂa y bufaba intensamente. Su semen se desbordo como una marea imparable. Espesa, caliente y blanca dentro de mĂ, inundaba todo mi ser. Sus piernas temblaban como un potrillo reciĂ©n nacido. Por fin lo saco de mi garganta y dijo –dios mĂo, que buena chupada. Yo tosĂ todo su semen y cayĂł en el suelo encima de mis lĂquidos vaginales. Me hiciste muy feliz chiquita, pero aĂşn falta lo mejor, te voy a comer esta vagina. Se acercĂł a mĂ y me levanto con fuerza por entre su cabeza con una fuerza increĂble me sentĂł en su boca. Yo como si fuera una pequeña estaba sentada por encima de su cabeza pero frente a Ă©l y comenzĂł a comerse mi vagina
DespuĂ©s de unas arremetidas brutales contra mi garganta el cuerpo sudoroso de mi tĂo estaba listo para tomar mi cuerpo. El semen aun goteaba un poco de su glande y su sudoroso pecho parecĂan rocas mojadas por la lluvia. Mi vagina tambiĂ©n se humedecĂa por la ansiedad de poder sentirlo y el bufaba de pasiĂłn por poder hacerme suya a la fuerza. Su manera tan ruda de ser entre las sabanas motivaba mi cuerpo a experimentar sensaciones que no habĂa tenido la oportunidad de sentir antes con nadie.Â
Mi tĂo se acercĂł a mĂ mientras yo estaba de pie junto a la cama. Nuestros cuerpos sudaban y lucĂan resplandecientes. Mi tĂo no dejaba de ver mis enormes senos mientras se masturbaba su grueso y enorme miembro. Yo sentĂa nervios pero más que nada nervios. Ese hombre de aspecto espartano estaba a punto de dejar salir su lujuria como todo un guerrero despuĂ©s de una batalla con su hembra. Mi vagina se cerraba inconscientemente, tal vez porque sabĂa que pronto seria abierta de par en par por esa polla descomunal. Mi tĂo se aproximĂł a mĂ y me tomo de los glĂşteos con ambas manos mientras me comenzaba a besar apasionadamente. Mis besos eran tiernos mientras que los de Ă©l eran salvajes e intensos.



Su lengua exploraba la cavidad de mi boca y la humedad de mi lengua. Su gran legua se movĂa alrededor de la mĂa abrazándose ambas tiernamente acompañadas de la humedad de nuestras bocas. Paro un momento de besarme y me dijo al oĂdo:
-Esta noche te voy a hacer completamente mĂa pequeña, no sabes cuánto te deseo.
-Es mi primera vez tĂo, por favor se cuidadoso, me podrĂas lastimar con tu cosa tan grande (mentĂ acerca de mi virginidad de nuevo).
-No te preocupes por nada chiquita, ya te dije que voy a ser muy cuidadoso.
-Está bien tĂo confiĂł en ti.
-Ponte boca abajo chiquita en la cama, te la voy a dar acotadita boca abajo, aprieta bien las piernas, quiero que la sientas toda apretadita,
-No me vaya a doler tĂo por favor.
-Tú cállate ya y ponte boca abajo.
Mi tĂo se puso encima de mĂ y pude sentir su ansioso miembro lubricado en su glande rozando mis grandes y carnosos glĂşteos. Sus jugos previos mojaban mi trasero mientras yo me derretĂa por sentir su miembro dentro de mĂ. Pronto me iba a arrepentir de aquel pensamiento. SentĂ como froto en mi raya en medio de los glĂşteos su polla tan venosa y gorda y por fin lo introdujo, un punzante dolo en mi vagina me hizo gritar, tapando mi boca con la mano. Mi tĂo empujo mi cabeza contra la cama para que la almohada que habĂa bajo mi cabeza ahogara mis gritos.
-Cállate pequeña, no nos vaya a escuchar tu papá, tienes que estar bien calladita.
-Me duele mucho tĂo, ya no quiero, está muy grande tu cosa.
-No pasa nada, ahorita te pasa el dolor, y te va a gustar, querĂas comportarte como una perrita no, ahora se aguanta mi amor, ya me pusiste bien caliente, ahora me lo quitas con tu conchita.
-Si pero, me estas lastimando.



-Ya cállate –dijo mientras empujaba con brutalidad mi cabeza y su polla contra el pequeño hoyo de mi vagina.
Yo grite desesperadamente pero la almohada de la cama ahogaba mis violentos alaridos.
No podĂa creer el dolor que estaba experimentando. Mi tĂo bufaba y me embestĂa como un toro, como un semental en celo, salvajemente penetraba mi vagina con su miembro tan viril. Yo no podĂa soportar más su miembro pero Ă©l no me dejaba escapar hacia ningĂşn lado. Tomaba mis caderas y golpeaba fuerte y salvaje. Pam, pam, pam eran los sonidos estruendosos de sus embestidas cuando su pelvis golpeaba mis glĂşteos. Jalo mi cabello para que pudiera respirar y comenzĂł a violar prácticamente mi vagina aun con más fuerza. Nunca habĂa tenido una vagina tan apretadita amor, te sientes deliciosa, ahorita te voy a bendecir con mi semilla –dijo mientras empujaba profundo su polla dentro de mi desgarrado interior. No lo vaya a hacer tĂo, estoy cerca de mis dĂas peligrosos, no quiero quedar embarazada –dije con miedo-. No te preocupes hijita, ahorita cuando me vaya a venir me voy a venir en otro lugar.
Saco su pene por un momento y mi vagina pudo tener un respiro. Yo estaba muy agitada y adolorida y mi tĂo estaba bufando mientras se jalaba el pene.
-¿Alguna vez te han comido el ano pequeña, alguno de tus noviecillos?
-No, nunca me lo han comido
-Bueno, siempre hay una primera vez mi amor, ahorita vas a saber lo que es bueno.
-SĂ, siempre es bueno probar cosas nuevas.


Mi tĂo me puso en cuatro como una perra y se hinco detrás de mĂ. Se jalaba su polla y de pronto acero su rostro en medio de mis glĂşteos. Una sensaciĂłn elĂ©ctrica intensa recorriĂł mi piel. Su lengua fue a descubrir un terreno que nadie habĂa explorado. Su lengua se movĂa maravillosamente haciĂ©ndome estremecer con cada cĂrculo que formaba dentro de mĂ. La sensaciĂłn de humedad en mi ano y de aquella presencia extraña dentro era causante de un morbo increĂble en mi persona. Mis gemidos juveniles comenzaron a escaparse de mi boca y mi tĂo se esmeraba aĂşn más dándome un sexo oral que hasta el dĂa de hoy no he podido olvidar. Su dulce lengua probaba el sabor de mi ano salado y oloroso. Se saboreaba como si fuera la comida más deliciosa y yo me sujetaba fuerte de las sabanas tratando de evitar gritar de pasiĂłn. Un gemido fuerte saliĂł de mĂ y mi tĂo me dio una nalgada reprimiĂ©ndome. Eso me gustĂł mucho y lo volvĂ a hacer deliberadamente para sentir su fuerte mano castigándome. Otro fuerte golpe me dio hasta que mi nalga derecha se quedĂł roja. Ahora si ya estas más que lista chiquita .Dijo mi tĂo con una voz pervertida.
Se montĂł encima de mĂ como un perro cachondo y sentĂa como su polla resbalaba la parte del glande dentro de mi apretado culo. ¡Ay cabrĂłn! –ExclamĂł mi tĂo mientras me tomaba con fuerza de las caderas-. Yo llore al sentir su glande en mi ano. El dolor era algo brutal y el siguiĂł empujando para que su obesa polla conociera más del interior de mi recto anal. Resbalo aĂşn más y me tape la boca con ambas mano gritando. El me tomo del cabello y lo jalo con brutalidad y de golpe la metiĂł toda. Mi grito fue sonoro y el me jalo el cabello aĂşn más. Yo tenĂa miedo que mi padre nos hubiera escuchado pero mi tĂo estaba fuera de sĂ. Brutalmente violaba mi ano con cada embestida. Una tras otra eran rudas y rápidas. Yo no paraba de gritar pero Ă©l me ahogaba en la almohada. Ya no aguanto putita, chingas a tu puta madre .dijo mientras una lava hirviendo llenaba mi ano. El ardor era intenso y yo gemĂa de dolor. El se dejĂł caer encima mĂo y no saco su polla. Respiraba agitado y cansado mientras me besaba la espalda sudada.Â
Eres deliciosa chiquita, y se quedo dromido mientras mis agujeros escurrĂa semen ,el me habia embarazado

TranscurrĂa un cálido verano en 1999 en mi bella ciudad en MĂ©xico.Â
Muchas de mis amigas viajaban con sus familias a distintos centros turĂsticos y yo me quedaba sola en casa con mi padre que todo el tiempo estaba borracho por la pĂ©rdida de mi madre y mi hermano que nunca se encontraba en casa, en ocasiones ni siquiera legaba a dormir. Era muy mujeriego y la muerte de mi madre lo habĂa hecho aĂşn más distante de mi padre y tambiĂ©n de mĂ.

A veces tenĂa la desfachatez de traer a sus novias a la casa y por las noches podĂa escucharlas gemir y gritar como bestias jadeantes y hambrientas de lujuria y placer. Las hacia gritar de manera agresiva y violenta, y la cama rechinaba y se movĂa estruendosamente al compás de aquellos chillantes gemidos y gritos. A mi padre no le importaba mucho eso, Ă©l se la pasaba todo el dĂa pensando en mi madre y en todo lo que habĂamos perdido. La verdad no le importaba nada. Solo estar inmerso en su profundo dolor.
A mitad del verano mi padre recibiĂł una llamada. MI tĂo Pedro vendrĂa de visita para poder quedarse un tiempo en la ciudad. Se notĂł en mi padre un pequeño desliz de ánimo por la llegada de su hermano y yo estaba feliz por eso. Ya habĂa pasado mucho tiempo desde que habĂa visto la sonrisa de mi padre; tanto que no podĂa creerlo. El dĂa paso normal y despuĂ©s de estar esperando llego por fin. Mi padre y mi tĂo se fundieron en un abrazo fraternal lleno de un inmenso cariño.
-No puedo creer que haya pasado tanto maldito tiempo –dijo mi tĂo Pedro.
-SĂ, aun no creo que estĂ©s aquĂ hermano.
-Siento mucho lo de tu esposa –dijo mi tĂo Pedro con la cabeza baja y una notable tristeza en su rostro.
-No sé cómo paso, aun no puedo recuperarme de su ausencia, siempre estoy pensando en ella.
-El tiempo lo cura todo hermano, ya verás que pronto sanaras.



-Eso espero Pedro, eso espero –dijo mientras agachaba la cabeza.
-Bueno ya basta de tantos pensamientos tristes, dime ¿dónde está mi sobrina favorita?
-Está dentro de la casa, está estudiando para el examen de entrada a la universidad.
-¡Vaya, Âżenserio?! QuiĂ©n lo dirĂa, va a ser la primera mujer de la familia que vaya a la universidad.
-SĂ, es una muchacha muy linda y muy lista.
Mi padre siempre que le hablaba a cualquier persona de mĂ, mencionaba que era muy linda. Esta mal que yo le mencione, pero la verdad mi padre tenĂa algo de razĂłn. A la edad de 19 años, que era la Ă©poca en la que mi tĂo nos visitĂł; mi cuerpo se habĂa desarrollado por completo. Mis senos eran muy grandes. Eran redondos, firmes y muy jugosos. Mi trasero era muy respingado y redondo tambiĂ©n aunque algo grande. Mi busto era tan grande que tenĂa que buscar unos sostenes algo especiales para poder sostenerlos firmemente. Mi talla de busto a esa edad era 40 doble d. La mayorĂa de los compañeros de mi escuela, se me quedaban viendo en clases. Hombres en la calle me miraban con rostros pervertidos sin importarles que fuera acompañada de alguien. Mi hermano tuvo varias peleas con muchos de sus amigos por que siempre le hacĂan comentarios acerca de mĂ. Le decĂan que, que buena estaba o preguntaban que si tenĂa novio. Todo eso calentaba mucho a mi hermano e incluso termino golpeando a muchos de sus amigos por esos motivos. Era una chica muy voluptuosa y era algo que no podĂa evitar.
Mi padre y mi tĂo entraron a casa. Yo estaba comiendo un aperitivo en la sala, creo que era una banana. Mi tĂo me vio y enseguida grito
–Hija, mira que grande estas.
Yo lo salude tiernamente con la mano y Ă©l se acercĂł a mĂ.
-Ven acá, dame un abrazo y un beso, pequeña.
-Hola tĂo –dije abrazándolo.



El me tomo con sus fuertes y velludos brazos y me estrecho vigorosamente. Mi cuerpo se hizo pequeño entre sus brazos y sentà como mis boobies cambiaban de forma aplanadas en su gran pecho.
-TĂo me vas a dejar sin aire, por favor bájame –dije sonriendo.
-Perdóname pequeña, es que me gano la emoción de verte. Hace más de 5 años que no los visitaba, y verte asà de grande me lleno de una nostalgia tremenda. Estas muy linda peque.
-Muchas gracias tĂo, tĂş tambiĂ©n estas muy guapo –dije mientras lo veĂa de pies a cabeza.
Era un hombre muy grande. Media más de un metro con ochenta centĂmetros. Las botas que llevaba estilo militar lo hacĂan ver aĂşn más enorme ante mĂ. Yo solo media como un metro con sesenta y cinco centĂmetros. Era un monstruo en comparaciĂłn conmigo. Su cuerpo estaba muy marcado y firme. Siempre habĂa tenido cierta aficiĂłn por el fisicoculturismo y seguĂa teniendo un cuerpo envidiable para muchos hombres jĂłvenes a sus cuarenta años. Llevaba un bigote muy tupido y barba de algunos dĂas alrededor. Su cabello era algo corto y muy crespo y sus brazos eran enormes y musculosos. Pude sentirlos cuando me abrazaba con fuerza. Yo en ese tiempo habĂa tenido un par de novios, pero no habĂa llegado ese hombre especial en mi vida. Nunca me habĂa enamorado.
DespuĂ©s de haberle dicho que Ă©l tambiĂ©n estaba muy guapo me sonriĂł y me dio un beso en la mejilla. Yo me sonroje un poco y le sonrĂe de vuelta. ÂżQuĂ© me está pasando? -me pregunte-. Nunca me habĂa sonrojado ante un hombre y la primera vez que lo habĂa hecho fue con alguien de mi propia familia. No. No puede ser, pensĂ©. Me sacudĂ esa idea tan loca de la mente y fui a platicar un rato con mi tĂo a la cocina.
-Dime tĂo Âżya te casaste?
-No, bueno, estuve casado hace un año pero me divorcie.



-¿Qué, pero porque?
-Bueno son cosas de adultos que no puedo contarte mi amor.
-TĂo, por si no lo recuerdas yo ya soy mayor de edad –dije.
-Si pero, son cosas demasiado intimas que no es correcto que platique contigo mi vida. Tal vez tĂş no conozcas de estos temas y si tu padre me escuchara hablar de esto contigo me pondrĂa una golpiza.
-Ande tĂo, cuĂ©ntame, me gustarĂa saber Âżporque pusiste esa carita tan triste cuando me dijiste que te habĂas divorciado?
-Realmente no puedo, linda, tal vez te lo cuente más adelante –dijo algo deprimido. Su hermosa sonrisa se desdibujaba siempre que le mencionaba ese tema.
-Está bien, ya no lo mencionare más.
-Gracias mi amor –dijo mi tĂo.
El venĂa muy cansado del viaje y le dijo a mi padre que tomarĂa un baño. ÂżDĂłnde está el baño? –Pregunto mi tĂo-. LlĂ©valo al baño hija –dijo mi padre-. Mi padre saldrĂa a comprar algo en el mercado y mi hermano andaba trabajando en la obra. Yo le obedecĂ a mi padre y tome a mi tĂo de la mano y le dije –ven tĂo te voy a llevar a bañarte-. Él se rio por la manera en la que lo habĂa dicho pensando tal vez otra cosa y me siguiĂł el paso acelerado. Mi tĂo me dio las gracias y entre cerrĂł la puerta del baño, sin hacerlo por completo y yo entre la puerta como se veĂa al espejo la barba. ParecĂa que tenĂa planeado afeitarse o algo asĂ. Yo me fui a mi cuarto que estaba muy cerca del baño, en la parte de arriba y me puse a estudiar un poco, el examen, por lo que me habĂan contado estarĂa muy complejo; por lo que me estaba esforzando mucho en mis estudios. La verdad ya lo tenĂa casi todo dominado para ese momento y ya no estudiaba, más bien era un repaso lo que hacĂa. Cuando leĂa recordĂ©. No le habĂa llevado una toalla a mi tĂo. ¡Hija! –Grito fuerte mi tĂo-. Yo supe de inmediato que necesitaba que le llevara una toalla limpia. Fui rápido al closet y le lleve una de las mĂas que estaba seca.


Fui corriendo y cuando llegue al baño me di cuenta que no estaba cerrado. Casi al llegar resbale y tirĂ© la toalla golpeándome la cabeza con rudeza contra la puerta. Mi tĂo estaba detrás de ella y lo empujĂ© hacia atrás. Casi resbalo y la puerta se abriĂł de par en par. El cuerpo desnudo de mi tĂo se rebelĂł ante mis jĂłvenes ojos. El vello en su cuerpo era interminable. Sus piernas, que era lo primero que vi eran como las de un oso. Levante un poco más la mirada y pude ver sus manos. Trataban de esconder un pene mucho muy grande. Era un miembro masculino con venas resaltadas y colgaba muy grande entre su entrepierna. Sus testĂculos eran tambiĂ©n grandes y llenos de vellos chinos. El hacia lo posible por cubrirse pero el tamaño de su pene lo hacĂa imposible. Yo aĂşn tirada en el suelo sentĂ un dolor muy punzante en la frente. Un golpe con un sangrado muy leve se habĂa manifestado en la parte alta de mi frente. Mi tĂo, por la preocupaciĂłn, se olvidĂł de cubrirse y se acercĂł a mĂ que estaba a punto de desmayarme.
-ÂżEstas bien hijita?, te golpeaste muy fuerte.
-SĂ, estoy bien –dije tocando mi cabeza-.
-Estas sangrando un poco –dijo mi tĂo tomando la toalla para cubrirse.
Se levantĂł un poco y justo antes de que se cubriera pude ver aquel pene en toda su enorme forma y esplendor.
-Dios que hombre –dije en voz baja, casi imperceptible-
-ÂżDijiste algo linda?
-No, nada tĂo.
Mi tĂo me levanto entre sus brazos y su cuerpo empapado, mojĂł mi playera. Me habĂa levantado con tanta facilidad y me parecĂa que estar en sus brazos era un sueño. Yo me tomaba de su cuello para no caerme y Ă©l se notaba preocupado. De manera delicada me puso en la cama de mi habitaciĂłn. Cuando bajaba mi cuerpo pude sentir aquel miembro tan enorme por encima del algodĂłn de aquella toalla rosada.




-ÂżDĂłnde tiene el botiquĂn tu papá?
-Esta abajo, en el baño de abajo.
-Muy bien, iré por él.
Mi tĂo bajo rápidamente por el botiquĂn mientras yo trataba de reponerme del golpe tan fuerte.
-AquĂ esta, vamos a tratar esa herida –dijo mi tĂo.
Yo solo observaba mientras mi tĂo con su toalla cubriendo de su cintura para abajo, desinfectaba y curaba mi herida. Era muy leve pero el golpe si me habĂa dejado algo mareada. El pronto termino de curarme y me dio un beso en la mejilla d nuevo y dijo –te vas a poner bien hermosa-. Yo me toque la mejilla y le dije –no me dejes tĂo, quĂ©date conmigo, hasta que llegue mi papá-. Mi tĂo me dijo –solo dĂ©jame vestirme y regreso. Se fue por unos minutos y regresĂł con una pequeña playera y unos calzones ajustados. Su paquete se veĂa abultado y restringido dentro de su trusa. PerdĂłn hija, es que me puse lo primero que encontrĂ© para volver contigo –dijo-. Yo estaba recostada en mi cama aun mareada y mi tĂo me acariciaba el cabello.
–TĂo, perdĂłname, no fue mi intenciĂłn verte desnudo.
-No te preocupes por eso mi amor, no pasa nada, fue un accidente.
-TĂo, hay algo que me dio mucha curiosidad.
-¿Qué cosa?
-Es que, tu pene es muy grande, Âżestas enfermo o algo? Me preocupe cuando te vi tĂo.
-No mi amor –dijo algo apenado, es solo la forma de mi cuerpo.
Pero es que…
-Ya no hay que hablar de esos temas amor, no es correcto.
Yo hice caso a su peticiĂłn y ya no dije nada. Él se quedĂł acariciando mi cabello por un rato y yo me calme un poco y el dolor desapareciĂł casi por completo. Mi tĂo se fue a poner unos pantalones y yo me quede sola en mi habitaciĂłn pensando en aquella visiĂłn tan gratificante que habĂa tenido. Por fin habĂa visto el cuerpo de un adonis. Un hombre en toda la extensiĂłn de la palabra. Un guerrero espartano que podĂa tomar a la mujer que Ă©l quisiera y hacerla suya. Una vez más estaba ideando cosas prohibidas y degeneradas en mi mente.



Esa noche cenamos todos juntos hamburguesas del puesto de la esquina, y como era habitual mi hermano no habĂa llegado. Seguramente estaba con alguna de sus mujeres y se iba a quedar fuera. Yo estaba feliz con la plática tan amena con mi padre y mi tĂo. HabĂa pasado tanto tiempo de que mi padre no reĂa tanto que hasta parecĂa que yo estaba en un sueño. Terminamos de cenar y yo me fui a mi habitaciĂłn. Mi padre se quedĂł en la sala viendo el televisor. Normalmente se quedaba dormido en su sillĂłn reclinable y yo bajaba más tarde a cubrirlo con una manta, era algo que siempre hacia. Paso el tiempo y baje a asomarme y Ă©l estaba ya dormido con el televisor aun encendido. Mi tĂo estaba viendo algo en su cuarto en la televisiĂłn y yo me fui a mi habitaciĂłn.
No pude resistir las ganas y metĂ la mano dentro de mi ropa interior. Llevaba un calzĂłn rojo muy ajustado que en la oscuridad de mi cuarto se desvanecĂa. Hazme tu mujer tĂo, quiero ser tuya –decĂa en mi mente-. Mis dedos rozaban la delicada piel de mi vulva. Los humedecĂa entre mis labios y volvĂa a acariciarme con ternura y calidez, justo como me imaginaba que lo harĂa la mano con dedos gruesos de mi tĂo. Mi mano se movĂa por su cuenta dándole a mi cuerpo el placer que tanto deseaba. Mi vagina se llenaba de humedad y yo me retorcĂa entre las sabanas. Mis dedos exploraron dentro de mi vagina queriendo descubrir la humedad de mi interior y ahĂ fue cuando mis gemidos se desbordaron. GemĂa como una mujer de la vida galante. Los gemidos abandonaban mi habitaciĂłn y estoy casi segura que llegaban a oĂdos de mi tĂo que por la proximidad de nuestros cuartos tendrĂa que escucharlos. Pronto un intenso placer domino mi cuerpo y lo tomo preso. ¡Dios mĂo! –Grite-. Y un orgasmo violento y fugaz abandono mi cuerpo. Mi humedad cayĂł encima de mis blancas sabanas y mi respiraciĂłn era la de una maratonista agotada. Ya no podĂa mas, no me importaba nada.


Las llamas ardientes en mi vagina eran insoportables y necesitaba la gran manguera de un hombre para apagarlo. Me quite toda la ropa y me puse una toalla en mi joven y voluminoso cuerpo. Fui algo nerviosa y temerosa, pero muy decidida a la habitaciĂłn de mi tĂo. Me puse en su puerta y toque mientras Ă©l veĂa tv. Volteo a verme y se quedĂł sorprendido mientras me veĂa. Yo suavemente quite el nudo de la toalla y la deje caer. Mi cuerpo desnudo quedo frente a sus ojos con solo la luz del televisor alumbrándolo. –Ya estamos a mano tĂo dije
Mi joven y voluptuosa figura estaba delante de Ă©l. Mi tĂo se habĂa quedado sin aliento y yo me mordĂa el labio inferior un poco apenada, pero al mismo tiempo tremendamente excitada. La escena parecĂa tan irreal para sus ojos que aĂşn su cerebro no lo comprendĂa del todo. Cuando su mente, por fin, pudo conectar de nuevo con su razonamiento; mi tĂo se levantĂł exaltado de la cama y se quitĂł la cobija de encima.
-Hija, ÂżquĂ© estás haciendo, no sabes lo que me harĂa tu padre si te ve desnuda en mi habitaciĂłn? –pregunto con voz baja.
-Yo solo querĂa que tĂş tambiĂ©n tuvieras algo que ver tĂo, me sentĂ terrible por haberte visto desnudo y querĂa que estuviĂ©ramos a mano, asĂ que decidĂ mostrarte mi cuerpo, pero ahora me doy cuenta que soy fea –dije mientras fingĂa llorar.
-No mi amor, no eres para nada fea, tu eres una señorita muy linda, no llores mi amor –dijo desesperadamente, tratando de calmar mi llanto mientras me cubrĂa con la manta de un color blanco puro de su cama.
-Si soy fea, no te gusto, eso quiere decir que no le voy a gustar a ningún hombre nunca –dije con un llanto fingido.
-No amor, para nada es eso, yo creo que eres hermosa, eres una de las mujeres más hermosas que he podido ver desnudas, pero no es correcto que yo te haya visto asĂ mi amor, soy tu tĂo.



-A mĂ no me incomoda que me hayas visto desnuda tĂo, sabes, me gusto que me vieras, me hizo sentir unas maripositas en el estĂłmago y un cosquilleo por toda mi piel –dije mientras tocaba mi cuello con mi mano, acariciándolo suavemente y cerrando mis ojos; inmersa en esa caricia auto infligida.
-Mi amor, por favor, vete a tu cuarto.
-No quiero tĂo, tengo que confesarte algo.
-Por favor pequeña, no digas nada de lo que te vayas a arrepentir después.
-Me gustas como hombre tĂo, quiero que tĂş seas mi primera vez –dije con un rostro serio y de absoluto convencimiento (era una mentira, pero eso excita más a los hombres, no importa quien sea, es un estimulante natural).
-¿Realmente eres virgen mi cielo… porque te estoy preguntando esto?
-No te apenes tĂo, yo quiero estar contigo, y sĂ© que tu sientes curiosidad por mĂ, por favor no me rechaces, yo necesito que un verdadero hombre como tĂş, tome mi primera vez –dije mientras tocaba su pecho lleno de una selva negra de vello que lo hacĂa lucir tan varonil.
-No hijita, por favor vete a dormir a tu cuarto, ya verás que mañana veras esto como una locura.
Yo ya no pude soportar más la excitaciĂłn y me abalance sobre el besándolo apasionadamente. Mis labios hicieron contacto con los suyos y se fundieron en un beso apasionado y lleno de un morbo increĂble. Las palabras se quedaban cortas para lo que ambos estábamos experimentando. El beso seguĂa y mi tĂo no me alejaba, su cuerpo se habĂa quedado inmĂłvil sentado en la cama y sus labios eran los Ăşnicos que tenĂan movimiento en todo su cuerpo. Yo deslice mi mano hacia su pene y lo pude tocar, estaba muy duro y firme. Él me tomĂł del brazo con una mano y paro de besarme en un instante.
-Estamos yendo muy lejos mi amor, tĂş padre nos podrĂa descubrir y yo tengo miedo de lo que te harĂa.
-No me va a pasar nada, porque él no se va a enterar, la puerta está cerrada con llave, además te prometo que no voy a hacer ruido, a menos que tú me hagas gritar con este animal .dije mientras apretaba su gruesa verga con fuerza.



Él se estremeció de inmediato y me tomo del brazo con fuerza.
-Por favor no sigas o no me voy a poder resistir pequeña.
-Eso es lo que quiero que no te resistas
-Si no paras en este instante, no voy a poder resistir la tentaciĂłn de tu cuerpo hijita, no quiero cometer una locura contigo.
-Yo si quiero que tĂş me vuelvas loca –dije mientras sobaba con fuerza su polla por encima de su ropa interior mientras le decĂa al oĂdo, tĂłmame.
-Él se acercĂł a besarme de nuevo y esta vez comenzĂł a usar sus fuertes y rasposas manos. Me tomĂł de la base de la nuca y me beso apasionadamente. Su lengua visitaba mi garganta en repetidas ocasiones incitando el calor dentro de mi boca y al exterior de mi piel. EN aquella noche calurosa nuestros cuerpos comenzaban a emitir aquel lĂquido tan sensual mezclándose al abrazarnos mientras nos besábamos.
Sus manos por fin se comenzaron a mover hacia mĂ. MetiĂł los dedos de en medio de su mano derecha dentro de mi boca y dijo muy despacio -chĂşpalos-. Yo le obedecĂ y los chupe como si fueran una deliciosa paleta, Eran muy largos y grandes, parecĂan unas salchichas. Eran rĂspidos y gruesos y sabĂan un poco salados. DespuĂ©s el los saco y los fue pasando por mi cuerpo. RecorriĂł mi canal en medio de mis voluminosos y jĂłvenes senos sudorosos. Paso por mi vientre plano y mi pubis con un monte de venus velludo y por fin llego al orificio que produce en tantas mujeres un inmenso e indomable placer. Al sentir sus dedos yo abrĂ la boca sensualmente mirándolo fijamente a los ojos, pero sin emitir ni un solo sonido. El me devolviĂł la mirada y solo hizo una expresiĂłn con su dedo indicándome que no hiciera mucho ruido.
-Te duele mucho amor, es tu primera vez.
-Estoy bien tĂo, tu no pares, me gusta lo que haces con tus dedos.
-Está bien, voy a aumentar un poquito el ritmo chiquita –dijo mientras lamia sus labios, saboreando el momento.
-Está bien, hazme lo que tĂş quiera tĂo, soy toda tuya, dije.
Pude notar un gigantesco bulto en su ropa interior. Mi tĂo ya estaba muy motivado y yo me sentĂa muy excitada viendo aquel miembro ansioso por entrar en mi joven vagina. El seguĂa masturbándome sin parar y yo lo tomaba del cuello muy fuerte mientras gemĂa despacio para no ser descubiertos por nadie. El dejo de masturbarme y mi vagina ya chorreaba por el placer que provocaban sus dedos en mi interior. Era un maestro con las manos. De repente se incorporĂł de la cama y se bajĂł el calzĂłn. Ven chiquita, ven para que le des besitos a la polla de tu tĂo -dijo.



-¿Sabes lo que es el sexo oral mi amor? –preguntó.
-No tĂo –dije mintiendo completamente.
-Es cuando tĂş le das a tu pareja, besitos en sus partes, tu ahorita me vas a dar besitos aquĂ, por toda mi polla mi amor, para hacerme sentir muy rico.
-Está bien tĂo, como tĂş digas, yo lo Ăşnico que quiero es hacerte feliz.
-Muy bien dicho chiquita, ven acĂ©rcate, dale muchos besos a la polla de tĂo.
Yo me aproxime a Ă©l y tome con ambas manos aquel miembro tan grueso y descomunal de mi tĂo. EL vello alrededor era muy chino y abundante u olĂa a hombre en verdad. Lo lleve cerca de mis labios con ambas manos y lo bese en la punta de su glande. Él se estremeciĂł un poco y temblĂł tambiĂ©n. ÂżEstás bien tĂo? –pregunte-. TĂş no te preocupes mi amor, tĂş sigue besando la polla de tĂo. ComencĂ© a darle pequeñitos beso por todos lados. Por sus testĂculos obesos y pesados, por su base del pene donde se unĂan al escroto, por su glande y por su tronco. El tenĂa sus ojos cerrados y solo sujetaba mi cabello para que mi cabeza no se separara, y no parara de dar aquel inigualable placer de ser besado en la polla por su joven sobrina. Ahora, vamos a pasar a algo más rico mi amor, se llama darle la garganta a tu tĂo –dijo bufando de lujuria-.
-Lo que debes hacer es ponerte bien de rodillas, quedarte inmĂłvil y tĂo va a sujetarte firmemente la cabeza mientras pone su polla dentro y la saca bien rápido; todo lo que la aguantes hasta el fondo. Tienes que esforzarte mucho para que tĂo sienta muy rico y se sienta feliz, eso es lo que quieres verdad, Âżhacerme feliz?
-Si tĂo, más que nada en el mundo.
-Bueno hijita, entonces haz lo que te digo y quédate bien quietecita.
-Está bien.
Él se acercĂł a mĂ y comenzĂł a meter su grueso glande en mi boca. Al principio era difĂcil de entrar pero por fin lo pudo deslizar hacia adentro. Mi boca apenas y podĂa recibir tremenda bestia. EL lentamente comenzĂł a mover sus caderas de adelante hacia atrás sin soltar mi cabeza con ambas manos firmemente sujetando mi cabello. El comenzĂł a gruñir y resoplar como caballo mientras metĂa y sacaba su polla de mi boca. ComenzĂł a excitarse y ahĂ es donde vino lo violento. De un fuerte empujĂłn su polla se deslizĂł hasta mi garganta.


Yo casi devuelvo el estĂłmago por la forma en que entro profundamente pero lo soporte. El gimiĂł de placer y la metiĂł aĂşn más hondo. Yo trataba de empujarlo con mis manos para que su polla no estuviera tan adentro pero Ă©l estaba siendo dominado por un instinto primitivo. El instinto de macho dominante. Mi garganta comenzĂł a ser violada brutalmente por aquel pene descomunal. La saliva salĂa a cantaron de mi boca y su polla cada vez más quedaba aĂşn más lubricada. No soltaba mi cráneo empujando fuerte su virilidad dentro de mĂ. Mi vagina estaba chorreando de placer y el piso ya estaba muy mojado. Mis senos estaban llenos de sudor y saliva. Mi cabello estaba empapado en sudor y el vello en el pecho de mi tĂo brillaba por aquel liquido tan sensual que brotaba de su piel.
DespuĂ©s de más de 15 minutos de un interminable sexo a mi garganta, su polla por fin cediĂł ante el estrecho canal de mi garganta. Me tomo fuerte de la cabeza y metiĂł su polla casi entera dentro de mi sin dejarme ir. Yo tosĂ de desesperaciĂłn ahogándome aun con su polla dentro y mi saliva salĂa en cantidades inmensas. Las lágrimas brotaban de mis ojos y los dejaba rojos y llorosos. El gemĂa y bufaba intensamente. Su semen se desbordo como una marea imparable. Espesa, caliente y blanca dentro de mĂ, inundaba todo mi ser. Sus piernas temblaban como un potrillo reciĂ©n nacido. Por fin lo saco de mi garganta y dijo –dios mĂo, que buena chupada. Yo tosĂ todo su semen y cayĂł en el suelo encima de mis lĂquidos vaginales. Me hiciste muy feliz chiquita, pero aĂşn falta lo mejor, te voy a comer esta vagina. Se acercĂł a mĂ y me levanto con fuerza por entre su cabeza con una fuerza increĂble me sentĂł en su boca. Yo como si fuera una pequeña estaba sentada por encima de su cabeza pero frente a Ă©l y comenzĂł a comerse mi vagina
DespuĂ©s de unas arremetidas brutales contra mi garganta el cuerpo sudoroso de mi tĂo estaba listo para tomar mi cuerpo. El semen aun goteaba un poco de su glande y su sudoroso pecho parecĂan rocas mojadas por la lluvia. Mi vagina tambiĂ©n se humedecĂa por la ansiedad de poder sentirlo y el bufaba de pasiĂłn por poder hacerme suya a la fuerza. Su manera tan ruda de ser entre las sabanas motivaba mi cuerpo a experimentar sensaciones que no habĂa tenido la oportunidad de sentir antes con nadie.Â
Mi tĂo se acercĂł a mĂ mientras yo estaba de pie junto a la cama. Nuestros cuerpos sudaban y lucĂan resplandecientes. Mi tĂo no dejaba de ver mis enormes senos mientras se masturbaba su grueso y enorme miembro. Yo sentĂa nervios pero más que nada nervios. Ese hombre de aspecto espartano estaba a punto de dejar salir su lujuria como todo un guerrero despuĂ©s de una batalla con su hembra. Mi vagina se cerraba inconscientemente, tal vez porque sabĂa que pronto seria abierta de par en par por esa polla descomunal. Mi tĂo se aproximĂł a mĂ y me tomo de los glĂşteos con ambas manos mientras me comenzaba a besar apasionadamente. Mis besos eran tiernos mientras que los de Ă©l eran salvajes e intensos.



Su lengua exploraba la cavidad de mi boca y la humedad de mi lengua. Su gran legua se movĂa alrededor de la mĂa abrazándose ambas tiernamente acompañadas de la humedad de nuestras bocas. Paro un momento de besarme y me dijo al oĂdo:
-Esta noche te voy a hacer completamente mĂa pequeña, no sabes cuánto te deseo.
-Es mi primera vez tĂo, por favor se cuidadoso, me podrĂas lastimar con tu cosa tan grande (mentĂ acerca de mi virginidad de nuevo).
-No te preocupes por nada chiquita, ya te dije que voy a ser muy cuidadoso.
-Está bien tĂo confiĂł en ti.
-Ponte boca abajo chiquita en la cama, te la voy a dar acotadita boca abajo, aprieta bien las piernas, quiero que la sientas toda apretadita,
-No me vaya a doler tĂo por favor.
-Tú cállate ya y ponte boca abajo.
Mi tĂo se puso encima de mĂ y pude sentir su ansioso miembro lubricado en su glande rozando mis grandes y carnosos glĂşteos. Sus jugos previos mojaban mi trasero mientras yo me derretĂa por sentir su miembro dentro de mĂ. Pronto me iba a arrepentir de aquel pensamiento. SentĂ como froto en mi raya en medio de los glĂşteos su polla tan venosa y gorda y por fin lo introdujo, un punzante dolo en mi vagina me hizo gritar, tapando mi boca con la mano. Mi tĂo empujo mi cabeza contra la cama para que la almohada que habĂa bajo mi cabeza ahogara mis gritos.
-Cállate pequeña, no nos vaya a escuchar tu papá, tienes que estar bien calladita.
-Me duele mucho tĂo, ya no quiero, está muy grande tu cosa.
-No pasa nada, ahorita te pasa el dolor, y te va a gustar, querĂas comportarte como una perrita no, ahora se aguanta mi amor, ya me pusiste bien caliente, ahora me lo quitas con tu conchita.
-Si pero, me estas lastimando.



-Ya cállate –dijo mientras empujaba con brutalidad mi cabeza y su polla contra el pequeño hoyo de mi vagina.
Yo grite desesperadamente pero la almohada de la cama ahogaba mis violentos alaridos.
No podĂa creer el dolor que estaba experimentando. Mi tĂo bufaba y me embestĂa como un toro, como un semental en celo, salvajemente penetraba mi vagina con su miembro tan viril. Yo no podĂa soportar más su miembro pero Ă©l no me dejaba escapar hacia ningĂşn lado. Tomaba mis caderas y golpeaba fuerte y salvaje. Pam, pam, pam eran los sonidos estruendosos de sus embestidas cuando su pelvis golpeaba mis glĂşteos. Jalo mi cabello para que pudiera respirar y comenzĂł a violar prácticamente mi vagina aun con más fuerza. Nunca habĂa tenido una vagina tan apretadita amor, te sientes deliciosa, ahorita te voy a bendecir con mi semilla –dijo mientras empujaba profundo su polla dentro de mi desgarrado interior. No lo vaya a hacer tĂo, estoy cerca de mis dĂas peligrosos, no quiero quedar embarazada –dije con miedo-. No te preocupes hijita, ahorita cuando me vaya a venir me voy a venir en otro lugar.
Saco su pene por un momento y mi vagina pudo tener un respiro. Yo estaba muy agitada y adolorida y mi tĂo estaba bufando mientras se jalaba el pene.
-¿Alguna vez te han comido el ano pequeña, alguno de tus noviecillos?
-No, nunca me lo han comido
-Bueno, siempre hay una primera vez mi amor, ahorita vas a saber lo que es bueno.
-SĂ, siempre es bueno probar cosas nuevas.


Mi tĂo me puso en cuatro como una perra y se hinco detrás de mĂ. Se jalaba su polla y de pronto acero su rostro en medio de mis glĂşteos. Una sensaciĂłn elĂ©ctrica intensa recorriĂł mi piel. Su lengua fue a descubrir un terreno que nadie habĂa explorado. Su lengua se movĂa maravillosamente haciĂ©ndome estremecer con cada cĂrculo que formaba dentro de mĂ. La sensaciĂłn de humedad en mi ano y de aquella presencia extraña dentro era causante de un morbo increĂble en mi persona. Mis gemidos juveniles comenzaron a escaparse de mi boca y mi tĂo se esmeraba aĂşn más dándome un sexo oral que hasta el dĂa de hoy no he podido olvidar. Su dulce lengua probaba el sabor de mi ano salado y oloroso. Se saboreaba como si fuera la comida más deliciosa y yo me sujetaba fuerte de las sabanas tratando de evitar gritar de pasiĂłn. Un gemido fuerte saliĂł de mĂ y mi tĂo me dio una nalgada reprimiĂ©ndome. Eso me gustĂł mucho y lo volvĂ a hacer deliberadamente para sentir su fuerte mano castigándome. Otro fuerte golpe me dio hasta que mi nalga derecha se quedĂł roja. Ahora si ya estas más que lista chiquita .Dijo mi tĂo con una voz pervertida.
Se montĂł encima de mĂ como un perro cachondo y sentĂa como su polla resbalaba la parte del glande dentro de mi apretado culo. ¡Ay cabrĂłn! –ExclamĂł mi tĂo mientras me tomaba con fuerza de las caderas-. Yo llore al sentir su glande en mi ano. El dolor era algo brutal y el siguiĂł empujando para que su obesa polla conociera más del interior de mi recto anal. Resbalo aĂşn más y me tape la boca con ambas mano gritando. El me tomo del cabello y lo jalo con brutalidad y de golpe la metiĂł toda. Mi grito fue sonoro y el me jalo el cabello aĂşn más. Yo tenĂa miedo que mi padre nos hubiera escuchado pero mi tĂo estaba fuera de sĂ. Brutalmente violaba mi ano con cada embestida. Una tras otra eran rudas y rápidas. Yo no paraba de gritar pero Ă©l me ahogaba en la almohada. Ya no aguanto putita, chingas a tu puta madre .dijo mientras una lava hirviendo llenaba mi ano. El ardor era intenso y yo gemĂa de dolor. El se dejĂł caer encima mĂo y no saco su polla. Respiraba agitado y cansado mientras me besaba la espalda sudada.Â
Eres deliciosa chiquita, y se quedo dromido mientras mis agujeros escurrĂa semen ,el me habia embarazado
0 comentarios - Mi tio me deja embarazada 🍒🍑