Estaba en el centro comercial con mi madre el jueves por la mañana y al salir de la tienda me dice que va un momento al baño.
Mama: me estoy meando hijo, no tardo es un momento
Hijo: vale, esperaré aquí afuera mamá
Mami entra al baño y se encuentra que aparte del váter hay un espejo

-Se baja las bragas, se sienta en el váter y se pone a observar el baño-

Con un suspiro de alivio, dejó que el vestido se deslizara por sus hombros, liberando sus generosos pechos que, al quedar al aire, se balancearon levemente con un movimiento natural y tentador.
—Así está mejor... —murmuró para sí misma, disfrutando la sensación del aire fresco en su piel.
De su bolso de diseño, extrajo un labial rojo intenso. Con movimientos precisos, delineó sus labios carnosos frente al espejo, pintándolos con trazos seguros mientras observaba su reflejo con una sonrisa de complicidad.
—Qué labios y pechos tengo... —susurró, admirando su imagen—. Estoy bendecida...
Sus dedos acariciaron suavemente sus pezones antes de apretarlos ligeramente, disfrutando de la sensación. El contraste entre el rojo vibrante de sus labios y la palidez de sus pechos era hipnótico, una imagen de pura sensualidad.
Con un último toque al labial, guardó el tubo en su bolso y se ajustó el vestido justo debajo de los pechos, dejando su torso completamente expuesto. La tela del vestido acariciaba suavemente la parte inferior de sus senos, creando un marco perfecto para su escote generoso.
—Listo... —dijo con una voz muy femenina pasando una mano por su pelo antes de girarse para admirar su perfil en el espejo—. Perfecto...

Desconocido: -espiaba a través del agujero a la chica y se quedaba embobado mirando los pechos de mamá- que pedazo de milf..
Mami: que es ese agujero en la pared, porque está eso hay..

De repente, escucha un ruido al otro lado de la pared. Se queda extrañada, preguntándose qué podría ser. En ningún momento hace el amago de taparse las tetas. La idea de que alguien la esté espiando la excita aún más. Imagina a un hombre guapo, fuerte, con una buena polla entre sus piernas, masturbándose mientras la mira.

¿Y si ese ruido era de alguien que le estaba espiando?
Se pone a pensarlo y se empezó a excitar de que eso fuera asín.. que hubiera un hombre guapo, fuerte, con una buena polla entre sus piernas... masturbando su pollón desde algún sitio escondido mientras miraba sus tetas enormes...
De repente, sin previo aviso, una polla grande y palpitante emergió a través del agujero en la pared. Sus ojos se iluminaron con una mezcla de sorpresa y excitación mientras sus dedos se cerraban instintivamente alrededor del miembro.
—¡Oh! —exclamó con un gemido ahogado, sus labios ya abriéndose para recibirlo—. ¡Qué sorpresa tan deliciosa!
Con movimientos desesperados pero expertos, selló sus labios alrededor de la base, trabajando el miembro con una urgencia que solo podía nacer del miedo a perderlo. Cada sorbo era más profundo que el anterior, su garganta abriéndose para recibirlo por completo mientras sus manos se aferraban a la base con fuerza.
Glup... glup... glup... Los sonidos húmedos de la felación resonaban en la habitación, mezclándose con sus gemidos ahogados. Era como si cada movimiento estuviera impulsado por un instinto primitivo: chupar, lamer y saborear antes de que desapareciera.
—¡No te vayas! —suplicó entre sorbos, sus ojos llenos de lágrimas pero brillantes de lujuria—. ¡Quiero más!
Sus labios se movían con rapidez alrededor del tronco, creando un vacío perfecto que lo hacía estremecer. Con cada embestida profunda, su garganta se contraía alrededor de la punta, masajeándolo con una técnica depurada pero acelerada.
Era una visión obscena: una diosa del sexo sentada frente a un agujero en la pared, trabajando un miembro desconocido con devoción absoluta, como si su vida dependiera de ello.

El desconocido susurró con voz ronca y llena de lujuria desde el otro lado de la pared:
—Mira esta polla, nena... Te la presto para que la disfrutes, diosa.
Ella, con los labios aún brillantes por el labial rojo, no pudo evitar soltar una carcajada cálida y llena de complicidad al ver el tamaño del miembro que emergía ante ella.
—¡Pero esto qué es! —exclamó entre risas, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y excitación—. ¡Jajaja! ¡Qué polla más grande tienes!
Con un gesto juguetón, sacó momentáneamente el miembro de su boca para hablar, dejando que un hilo de saliva conectara sus labios con la punta brillante antes de sumergirlo nuevamente en su garganta.
—¡Qué buena eres comiendo polla! —jadeó el desconocido, sus manos apretándose contra la pared mientras disfrutaba del espectáculo.
—¡Jiji! Es que está muy rica... —respondió ella entre sorbos húmedos, sus palabras vibrando alrededor del miembro mientras trabajaba su base con movimientos expertos—. Glup... glup... glup...
Sus labios se cerraron alrededor del tronco con un sellado perfecto, creando un vacío que lo hacía estremecer. Con cada embestida profunda, su garganta se contraía alrededor de la punta mientras sus manos se movían al ritmo de sus movimientos, masturbándolo con una técnica profesional.

Con una sonrisa pícara y los labios aún brillantes, ella se apartó ligeramente para admirar el miembro palpitante frente a ella.
—¡Cómo la tienes tan grande, corazón! —exclamó con una carcajada cálida—. ¡Eso es que comiste mucha teta, jajaja! Con este pollón tengo que esforzarme para que me quepa entera...
El desconocido respondió con voz ronca desde el otro lado de la pared:
—Shh... sigue comiéndome la polla. Está buena, ¿eh?
Sin perder tiempo, ella escupió generosamente sobre el miembro, su saliva brillante cubriendo cada centímetro antes de sumergirlo nuevamente en su boca. Glup... glup... Los sonidos húmedos resonaban mientras trabajaba el tronco con movimientos desesperados pero expertos.
Su lengua no dejaba de moverse, lamiendo de arriba a abajo sin parar mientras sus labios sellaban alrededor de la base. Con movimientos rítmicos, sacaba y metía el miembro de su boca continuamente, utilizando sus labios para crear un vacío perfecto que lo hacía estremecer.
Al mismo tiempo, su mano trabajaba la base con movimientos precisos, masturbándolo al ritmo de sus sorbos. Era una sinfonía de placer: cada movimiento calculado para maximizar la sensación, cada caricia diseñada para llevarlo al borde del éxtasis.
—Mmm... tan rica... —murmuró contra su piel, sus palabras vibrando alrededor del miembro mientras aumentaba el ritmo—

El desconocido susurró con voz ronca y llena de lujuria desde el otro lado de la pared:
—Pájeame, amor, y chúpamela a la vez... Me gusta mucho cuando me haces eso.
Ella, siempre obediente y ávida de complacer, no perdió ni un segundo. Con un movimiento fluido, escupió generosamente sobre el miembro palpitante, extendiendo su saliva brillante con movimientos expertos de su mano antes de sumergirlo en su boca.
—Ajjj... —jadeó él al sentir la calidez húmeda de su boca sellándose alrededor de su miembro.
Glup... glup... glup... Los sonidos obscenos resonaban mientras trabajaba el tronco con movimientos rítmicos. Su mano no dejaba de masturbarlo, sincronizada perfectamente con los sorbos profundos de su boca.
—Glack... glack... glack... El ritmo aumentaba gradualmente, cada embestida más profunda que la anterior. Era como si cada movimiento estuviera diseñado para llevarlo al borde del éxtasis.
El desconocido no pudo contener su admiración:
—Nadie me la había chupado con tantas ganas... Eres la reina de las pollas, qué bien las manejas.
Ella respondió con una risita juguetona mientras continuaba trabajando su miembro con devoción:
—Gracias, cariño... jajaja. Glup... glup... glup...
—Ufff... estoy en el paraíso... —jadeó él—. Cierra los ojos, amor. Sigue así, lo estás haciendo muy bien.
Obediente como siempre, ella cerró los ojos mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos. Sus labios se sellaban alrededor del tronco con un apretón perfecto, y su mano trabajaba la base con movimientos precisos. Era una sinfonía de placer: cada caricia, cada sorbo, cada gemido ahogado.

Sus pechos generosos se balanceaban memecidos por el ritmo constante de sus brazos mientras trabajaban el miembro palpitante. Cada embestida de su mano hacía que sus senos pesados oscilasen suavemente, creando un espectáculo visual que era imposible ignorar.
Con una mano aferrada firmemente a la base del miembro, lo masturbaba con movimientos rápidos y expertos, su muñeca girando en espirales que hacían gemir al desconocido. Con el otro brazo, arqueaba su espalda de manera estratégica, empujando sus pechos hacia adelante para que lucieran aún más voluptuosos y tentadores.
—Mmm... así me gusta... —murmuró ella con voz ronca, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y satisfacción mientras observaba cómo sus senos se movían al compás de sus caricias—. Qué bien se ven...
El contraste entre la suavidad del balanceo de sus pechos y la firmeza con que trabajaba el miembro era hipnótico. Cada vez que su mano descendía por el tronco, sus senos se alzaban ligeramente, como si estuvieran bailando al ritmo de su propia excitación.
—No pares... no puedo parar... —jadeó el desconocido, sus palabras ahogadas por el placer mientras observaba cómo ella dominaba la escena con maestría.

Con movimientos expertos, sus manos se cerraron alrededor del miembro palpitante, trabajando la base con presión firme mientras su otra mano acariciaba la punta con movimientos circulares. Sus dedos, lubricados con saliva, se deslizaban con precisión, creando una sinfonía de placer que hacía gemir al desconocido.
—Qué pija más divertida tienes... —murmuró ella con una sonrisa pícara, sus ojos brillando con lujuria mientras observaba cómo su trabajo lo llevaba al borde del éxtasis.
El desconocido respondió con voz ronca, llena de deseo:
—Quiero que trabajes para mí... Quiero que seas mi limpiadora personal.
—Claro que sí, cielo... —respondió ella sin dudarlo, aumentando el ritmo de sus caricias—. Voy a sacarte toda esa leche...
Con un movimiento fluido, colocó el miembro entre sus generosos pechos, apretándolos alrededor del tronco para crear un túnel cálido y húmedo. Sus senos se balanceaban con cada embestida, y ella no podía evitar soltar una risita juguetona mientras trabajaba su miembro con devoción.
—Ahh... qué suaves son tus melones... —jadeó el desconocido, sus manos apretándose contra la pared mientras disfrutaba del espectáculo—. Así me encanta... Eres espectacular...
—Putita... digo mujer... —corrigió él entre gemidos, sus palabras ahogadas por el placer.
Ella respondió con una carcajada cálida mientras continuaba trabajando su miembro entre sus pechos:
—Siempre que vengas, tráete estos dos melones, mi tragapollas...


El desconocido, con voz ronca y llena de lujuria, susurró desde el otro lado de la pared:
—Eso, juega con tu saliva y tus tetas en mi verga... Ay, moja toda mi polla. Sacúdeme la polla con tus pechos, guapa.
Ella, con una sonrisa pícara y los labios brillantes, no perdió tiempo. Escupió generosamente sobre el miembro palpitante antes de colocarlo entre sus generosos pechos. Con movimientos expertos, apretó sus senos alrededor del tronco, creando un túnel cálido y húmedo que lo hacía gemir de placer.
—Fíjate lo grande que la tienes... —murmuró con voz ronca mientras trabajaba su miembro—. ¡Qué no puedo cubrirla entera con las tetas y eso que las tengo muy grandes!
Sus pechos se balanceaban con cada embestida, y ella no podía evitar poner cara de viciosa mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos. El sonido húmedo de su saliva mezclándose con los gemidos llenaba la habitación, creando una atmósfera cargada de electricidad sexual.
—Vamos, mi amor... Dame la leche que tengo sed... —jadeó ella, su voz vibrando alrededor del miembro mientras trabajaba su base con movimientos rápidos y precisos—. ¡Mi leche! ¡Dámela rápido que me espera fuera mi hijo!
Con todas sus energías puestas en masturbar la polla del desconocido, aumentó el ritmo de sus caricias. Sus manos se movían al compás de sus pechos, trabajando el miembro con una técnica depurada que lo llevaba al borde del éxtasis.

Con una sonrisa pícara y los labios aún brillantes por el labial rojo, ella se llevó los dedos a la mejilla para recoger los últimos restos de semen que adornaban su rostro. La textura cálida y espesa del líquido resbalaba entre sus dedos mientras lo extendía con movimientos sensuales por su piel.
—Mira, cariño... tengo la cara llena de tu leche... —susurró con voz dulce y tierna, admirando su reflejo en el espejo mientras sus pechos desnudos se balanceaban ligeramente con cada respiración.
El desconocido respondió con una carcajada cálida desde el otro lado de la pared:
—Qué guarra... Estás más guapa así, jajaja. Ya verás qué piel más bonita te va a dejar mi semen.
Ella no pudo evitar soltar una risita juguetona mientras se limpiaba el resto del semen con la punta de los dedos:
—Gracias por darme crema facial gratis... Lo natural es lo mejor, jajajaja.
El desconocido añadió con tono burlón:
—Qué hijo de puta es tu hijo, jajaja.
—¡Shhh! —susurró ella con urgencia, llevándose un dedo a los labios—. A ver si te va a escuchar... Le da por entrar al baño para ver qué ha sido eso.
Con un gesto rápido, terminó de limpiar el semen que aún quedaba en el miembro del desconocido. Utilizó su boca para saborear las últimas gotas de leche, sus labios sellándose alrededor de la punta mientras su lengua trabajaba con movimientos circulares. Luego, pasó a sus pechos, extendiendo el líquido brillante sobre su piel con caricias lentas y deliberadas. Finalmente, sus manos se movieron hacia su vientre, dejando un rastro húmedo que acentuaba cada curva.
—Y si me pilla con todo el semen en la cara al salir... —murmuró para sí misma con una sonrisa traviesa, imaginando la escena mientras terminaba de limpiarse.

Con una sonrisa traviesa y los labios aún brillantes, ella tomó el miembro palpitante entre sus manos. Con movimientos juguetones, comenzó a golpearse suavemente las mejillas con él, disfrutando la textura cálida y firme contra su piel. Cada contacto dejaba un rastro brillante de saliva mezclada con semen, creando un efecto casi hipnótico.
—¡Jiji! —se rió con voz melodiosa, sus pechos balanceándose ligeramente con cada movimiento—. ¡Es que he tragado mucha leche! ¡Me encanta!
El desconocido respondió desde el otro lado de la pared, su voz ronca y llena de lujuria:
—Qué caliente me pone esta mujer de tetas gordas... ¿Has tragado mucha leche, verdad? Y se te han acumulado las calorías en los pechos... Por eso las tienes así.
Ella asintió con complicidad mientras continuaba jugando con el miembro, sus dedos acariciando la punta con movimientos circulares.
—Toma, mi número de teléfono para contactarme para el trabajo, guapa —dijo él, deslizando un papel a través del agujero en la pared.
—Gracias por este buen rato, jajaja... Y por el trabajo —respondió ella con una sonrisa cálida mientras guardaba el número en su bolso.
—Al revés, gracias a ti. Hasta que nos volvamos a ver, jeje —replicó él con tono juguetón.
—Tienes prohibido usar sostén y tanga mientras estés en mi casa limpiando... Es para que no se te ensucie... —añadió con voz ronca.
—¡Jeje! Está bien, travieso... Hasta la próxima... —respondió ella con una carcajada mientras se ajustaba el vestido sobre sus pechos desnudos.
El desconocido elevó la voz de repente:
—¡Corre a ver si se va a enterar tu hijo que su madre es una puta que le ha enseñado las tetas, le ha chupado el pollón a un desconocido y ha dejado que se corriera en tu cuerpo!
—¡Calla, joder! —susurró ella con urgencia, llevándose un dedo a los labios—. A ver si cuando vaya a limpiar a tu casa te doy un bocado en ese pito y huevos que tienes... ¡Jajaja!

Con movimientos fluidos y elegantes, se acomodó la ropa frente al espejo. Sus dedos, aún brillantes por los restos de semen, agarró un pañuelo de papel para limpiarse con delicadeza, eliminando cualquier rastro de su encuentro clandestino. Un último toque de labial rojo intenso completó su imagen, resaltando sus labios carnosos con un brillo casi obsceno.
Con una sonrisa pícara y satisfactoria, salió del baño como si nada hubiera ocurrido, su confianza irradiando sensualidad en cada paso.
—¿Por qué has tardado tanto? —preguntó su hijo con curiosidad mientras la observaba salir.
—Me han llamado para limpiar una casa por un buen sueldo —respondió ella con naturalidad, aunque sus ojos brillaban con un destello de complicidad que solo ella entendía—. Y también me ha llamado un cliente muy simpático para el negocio de los melones...
—¿Qué alegría! Hay que ponerle un nombre serio al negocio —comentó él, sin sospechar nada.
—Sí, algo como "Melones Elena", y el eslogan: "Los mejores melones para alimentarte" —sugirió ella con una sonrisa traviesa, imaginando las posibilidades.
—Mmm... no sé, eso ya lo veremos... —respondió él con indiferencia.
—Venga, vámonos a casa... —dijo ella finalmente, tomando su bolso con elegancia mientras sus pensamientos volaban hacia futuros encuentros
¿Qué nombre le pondriais vosotros al negocio?
¿Os gustan los relatos asín o lo preferís más detallado y largo?
Gracias por leer. Otros relatos:
Mi Madrastra y mi Bully por Videollamada
http://www.poringa.net/posts/relatos/6009610/Mi-madre-y-mi-bully-por-videollamada.html
Mi Madrastra y su OnlyFans
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Mi Madre y el Paciente
http://m.poringa.net/posts/relatos/6082618/Mi-Madre-y-su-Paciente.html
Mama: me estoy meando hijo, no tardo es un momento
Hijo: vale, esperaré aquí afuera mamá
Mami entra al baño y se encuentra que aparte del váter hay un espejo

-Se baja las bragas, se sienta en el váter y se pone a observar el baño-

Con un suspiro de alivio, dejó que el vestido se deslizara por sus hombros, liberando sus generosos pechos que, al quedar al aire, se balancearon levemente con un movimiento natural y tentador.
—Así está mejor... —murmuró para sí misma, disfrutando la sensación del aire fresco en su piel.
De su bolso de diseño, extrajo un labial rojo intenso. Con movimientos precisos, delineó sus labios carnosos frente al espejo, pintándolos con trazos seguros mientras observaba su reflejo con una sonrisa de complicidad.
—Qué labios y pechos tengo... —susurró, admirando su imagen—. Estoy bendecida...
Sus dedos acariciaron suavemente sus pezones antes de apretarlos ligeramente, disfrutando de la sensación. El contraste entre el rojo vibrante de sus labios y la palidez de sus pechos era hipnótico, una imagen de pura sensualidad.
Con un último toque al labial, guardó el tubo en su bolso y se ajustó el vestido justo debajo de los pechos, dejando su torso completamente expuesto. La tela del vestido acariciaba suavemente la parte inferior de sus senos, creando un marco perfecto para su escote generoso.
—Listo... —dijo con una voz muy femenina pasando una mano por su pelo antes de girarse para admirar su perfil en el espejo—. Perfecto...

Desconocido: -espiaba a través del agujero a la chica y se quedaba embobado mirando los pechos de mamá- que pedazo de milf..
Mami: que es ese agujero en la pared, porque está eso hay..

De repente, escucha un ruido al otro lado de la pared. Se queda extrañada, preguntándose qué podría ser. En ningún momento hace el amago de taparse las tetas. La idea de que alguien la esté espiando la excita aún más. Imagina a un hombre guapo, fuerte, con una buena polla entre sus piernas, masturbándose mientras la mira.

¿Y si ese ruido era de alguien que le estaba espiando?
Se pone a pensarlo y se empezó a excitar de que eso fuera asín.. que hubiera un hombre guapo, fuerte, con una buena polla entre sus piernas... masturbando su pollón desde algún sitio escondido mientras miraba sus tetas enormes...
De repente, sin previo aviso, una polla grande y palpitante emergió a través del agujero en la pared. Sus ojos se iluminaron con una mezcla de sorpresa y excitación mientras sus dedos se cerraban instintivamente alrededor del miembro.
—¡Oh! —exclamó con un gemido ahogado, sus labios ya abriéndose para recibirlo—. ¡Qué sorpresa tan deliciosa!
Con movimientos desesperados pero expertos, selló sus labios alrededor de la base, trabajando el miembro con una urgencia que solo podía nacer del miedo a perderlo. Cada sorbo era más profundo que el anterior, su garganta abriéndose para recibirlo por completo mientras sus manos se aferraban a la base con fuerza.
Glup... glup... glup... Los sonidos húmedos de la felación resonaban en la habitación, mezclándose con sus gemidos ahogados. Era como si cada movimiento estuviera impulsado por un instinto primitivo: chupar, lamer y saborear antes de que desapareciera.
—¡No te vayas! —suplicó entre sorbos, sus ojos llenos de lágrimas pero brillantes de lujuria—. ¡Quiero más!
Sus labios se movían con rapidez alrededor del tronco, creando un vacío perfecto que lo hacía estremecer. Con cada embestida profunda, su garganta se contraía alrededor de la punta, masajeándolo con una técnica depurada pero acelerada.
Era una visión obscena: una diosa del sexo sentada frente a un agujero en la pared, trabajando un miembro desconocido con devoción absoluta, como si su vida dependiera de ello.

El desconocido susurró con voz ronca y llena de lujuria desde el otro lado de la pared:
—Mira esta polla, nena... Te la presto para que la disfrutes, diosa.
Ella, con los labios aún brillantes por el labial rojo, no pudo evitar soltar una carcajada cálida y llena de complicidad al ver el tamaño del miembro que emergía ante ella.
—¡Pero esto qué es! —exclamó entre risas, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y excitación—. ¡Jajaja! ¡Qué polla más grande tienes!
Con un gesto juguetón, sacó momentáneamente el miembro de su boca para hablar, dejando que un hilo de saliva conectara sus labios con la punta brillante antes de sumergirlo nuevamente en su garganta.
—¡Qué buena eres comiendo polla! —jadeó el desconocido, sus manos apretándose contra la pared mientras disfrutaba del espectáculo.
—¡Jiji! Es que está muy rica... —respondió ella entre sorbos húmedos, sus palabras vibrando alrededor del miembro mientras trabajaba su base con movimientos expertos—. Glup... glup... glup...
Sus labios se cerraron alrededor del tronco con un sellado perfecto, creando un vacío que lo hacía estremecer. Con cada embestida profunda, su garganta se contraía alrededor de la punta mientras sus manos se movían al ritmo de sus movimientos, masturbándolo con una técnica profesional.

Con una sonrisa pícara y los labios aún brillantes, ella se apartó ligeramente para admirar el miembro palpitante frente a ella.
—¡Cómo la tienes tan grande, corazón! —exclamó con una carcajada cálida—. ¡Eso es que comiste mucha teta, jajaja! Con este pollón tengo que esforzarme para que me quepa entera...
El desconocido respondió con voz ronca desde el otro lado de la pared:
—Shh... sigue comiéndome la polla. Está buena, ¿eh?
Sin perder tiempo, ella escupió generosamente sobre el miembro, su saliva brillante cubriendo cada centímetro antes de sumergirlo nuevamente en su boca. Glup... glup... Los sonidos húmedos resonaban mientras trabajaba el tronco con movimientos desesperados pero expertos.
Su lengua no dejaba de moverse, lamiendo de arriba a abajo sin parar mientras sus labios sellaban alrededor de la base. Con movimientos rítmicos, sacaba y metía el miembro de su boca continuamente, utilizando sus labios para crear un vacío perfecto que lo hacía estremecer.
Al mismo tiempo, su mano trabajaba la base con movimientos precisos, masturbándolo al ritmo de sus sorbos. Era una sinfonía de placer: cada movimiento calculado para maximizar la sensación, cada caricia diseñada para llevarlo al borde del éxtasis.
—Mmm... tan rica... —murmuró contra su piel, sus palabras vibrando alrededor del miembro mientras aumentaba el ritmo—

El desconocido susurró con voz ronca y llena de lujuria desde el otro lado de la pared:
—Pájeame, amor, y chúpamela a la vez... Me gusta mucho cuando me haces eso.
Ella, siempre obediente y ávida de complacer, no perdió ni un segundo. Con un movimiento fluido, escupió generosamente sobre el miembro palpitante, extendiendo su saliva brillante con movimientos expertos de su mano antes de sumergirlo en su boca.
—Ajjj... —jadeó él al sentir la calidez húmeda de su boca sellándose alrededor de su miembro.
Glup... glup... glup... Los sonidos obscenos resonaban mientras trabajaba el tronco con movimientos rítmicos. Su mano no dejaba de masturbarlo, sincronizada perfectamente con los sorbos profundos de su boca.
—Glack... glack... glack... El ritmo aumentaba gradualmente, cada embestida más profunda que la anterior. Era como si cada movimiento estuviera diseñado para llevarlo al borde del éxtasis.
El desconocido no pudo contener su admiración:
—Nadie me la había chupado con tantas ganas... Eres la reina de las pollas, qué bien las manejas.
Ella respondió con una risita juguetona mientras continuaba trabajando su miembro con devoción:
—Gracias, cariño... jajaja. Glup... glup... glup...
—Ufff... estoy en el paraíso... —jadeó él—. Cierra los ojos, amor. Sigue así, lo estás haciendo muy bien.
Obediente como siempre, ella cerró los ojos mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos. Sus labios se sellaban alrededor del tronco con un apretón perfecto, y su mano trabajaba la base con movimientos precisos. Era una sinfonía de placer: cada caricia, cada sorbo, cada gemido ahogado.

Sus pechos generosos se balanceaban memecidos por el ritmo constante de sus brazos mientras trabajaban el miembro palpitante. Cada embestida de su mano hacía que sus senos pesados oscilasen suavemente, creando un espectáculo visual que era imposible ignorar.
Con una mano aferrada firmemente a la base del miembro, lo masturbaba con movimientos rápidos y expertos, su muñeca girando en espirales que hacían gemir al desconocido. Con el otro brazo, arqueaba su espalda de manera estratégica, empujando sus pechos hacia adelante para que lucieran aún más voluptuosos y tentadores.
—Mmm... así me gusta... —murmuró ella con voz ronca, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y satisfacción mientras observaba cómo sus senos se movían al compás de sus caricias—. Qué bien se ven...
El contraste entre la suavidad del balanceo de sus pechos y la firmeza con que trabajaba el miembro era hipnótico. Cada vez que su mano descendía por el tronco, sus senos se alzaban ligeramente, como si estuvieran bailando al ritmo de su propia excitación.
—No pares... no puedo parar... —jadeó el desconocido, sus palabras ahogadas por el placer mientras observaba cómo ella dominaba la escena con maestría.

Con movimientos expertos, sus manos se cerraron alrededor del miembro palpitante, trabajando la base con presión firme mientras su otra mano acariciaba la punta con movimientos circulares. Sus dedos, lubricados con saliva, se deslizaban con precisión, creando una sinfonía de placer que hacía gemir al desconocido.
—Qué pija más divertida tienes... —murmuró ella con una sonrisa pícara, sus ojos brillando con lujuria mientras observaba cómo su trabajo lo llevaba al borde del éxtasis.
El desconocido respondió con voz ronca, llena de deseo:
—Quiero que trabajes para mí... Quiero que seas mi limpiadora personal.
—Claro que sí, cielo... —respondió ella sin dudarlo, aumentando el ritmo de sus caricias—. Voy a sacarte toda esa leche...
Con un movimiento fluido, colocó el miembro entre sus generosos pechos, apretándolos alrededor del tronco para crear un túnel cálido y húmedo. Sus senos se balanceaban con cada embestida, y ella no podía evitar soltar una risita juguetona mientras trabajaba su miembro con devoción.
—Ahh... qué suaves son tus melones... —jadeó el desconocido, sus manos apretándose contra la pared mientras disfrutaba del espectáculo—. Así me encanta... Eres espectacular...
—Putita... digo mujer... —corrigió él entre gemidos, sus palabras ahogadas por el placer.
Ella respondió con una carcajada cálida mientras continuaba trabajando su miembro entre sus pechos:
—Siempre que vengas, tráete estos dos melones, mi tragapollas...


El desconocido, con voz ronca y llena de lujuria, susurró desde el otro lado de la pared:
—Eso, juega con tu saliva y tus tetas en mi verga... Ay, moja toda mi polla. Sacúdeme la polla con tus pechos, guapa.
Ella, con una sonrisa pícara y los labios brillantes, no perdió tiempo. Escupió generosamente sobre el miembro palpitante antes de colocarlo entre sus generosos pechos. Con movimientos expertos, apretó sus senos alrededor del tronco, creando un túnel cálido y húmedo que lo hacía gemir de placer.
—Fíjate lo grande que la tienes... —murmuró con voz ronca mientras trabajaba su miembro—. ¡Qué no puedo cubrirla entera con las tetas y eso que las tengo muy grandes!
Sus pechos se balanceaban con cada embestida, y ella no podía evitar poner cara de viciosa mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos. El sonido húmedo de su saliva mezclándose con los gemidos llenaba la habitación, creando una atmósfera cargada de electricidad sexual.
—Vamos, mi amor... Dame la leche que tengo sed... —jadeó ella, su voz vibrando alrededor del miembro mientras trabajaba su base con movimientos rápidos y precisos—. ¡Mi leche! ¡Dámela rápido que me espera fuera mi hijo!
Con todas sus energías puestas en masturbar la polla del desconocido, aumentó el ritmo de sus caricias. Sus manos se movían al compás de sus pechos, trabajando el miembro con una técnica depurada que lo llevaba al borde del éxtasis.

Con una sonrisa pícara y los labios aún brillantes por el labial rojo, ella se llevó los dedos a la mejilla para recoger los últimos restos de semen que adornaban su rostro. La textura cálida y espesa del líquido resbalaba entre sus dedos mientras lo extendía con movimientos sensuales por su piel.
—Mira, cariño... tengo la cara llena de tu leche... —susurró con voz dulce y tierna, admirando su reflejo en el espejo mientras sus pechos desnudos se balanceaban ligeramente con cada respiración.
El desconocido respondió con una carcajada cálida desde el otro lado de la pared:
—Qué guarra... Estás más guapa así, jajaja. Ya verás qué piel más bonita te va a dejar mi semen.
Ella no pudo evitar soltar una risita juguetona mientras se limpiaba el resto del semen con la punta de los dedos:
—Gracias por darme crema facial gratis... Lo natural es lo mejor, jajajaja.
El desconocido añadió con tono burlón:
—Qué hijo de puta es tu hijo, jajaja.
—¡Shhh! —susurró ella con urgencia, llevándose un dedo a los labios—. A ver si te va a escuchar... Le da por entrar al baño para ver qué ha sido eso.
Con un gesto rápido, terminó de limpiar el semen que aún quedaba en el miembro del desconocido. Utilizó su boca para saborear las últimas gotas de leche, sus labios sellándose alrededor de la punta mientras su lengua trabajaba con movimientos circulares. Luego, pasó a sus pechos, extendiendo el líquido brillante sobre su piel con caricias lentas y deliberadas. Finalmente, sus manos se movieron hacia su vientre, dejando un rastro húmedo que acentuaba cada curva.
—Y si me pilla con todo el semen en la cara al salir... —murmuró para sí misma con una sonrisa traviesa, imaginando la escena mientras terminaba de limpiarse.

Con una sonrisa traviesa y los labios aún brillantes, ella tomó el miembro palpitante entre sus manos. Con movimientos juguetones, comenzó a golpearse suavemente las mejillas con él, disfrutando la textura cálida y firme contra su piel. Cada contacto dejaba un rastro brillante de saliva mezclada con semen, creando un efecto casi hipnótico.
—¡Jiji! —se rió con voz melodiosa, sus pechos balanceándose ligeramente con cada movimiento—. ¡Es que he tragado mucha leche! ¡Me encanta!
El desconocido respondió desde el otro lado de la pared, su voz ronca y llena de lujuria:
—Qué caliente me pone esta mujer de tetas gordas... ¿Has tragado mucha leche, verdad? Y se te han acumulado las calorías en los pechos... Por eso las tienes así.
Ella asintió con complicidad mientras continuaba jugando con el miembro, sus dedos acariciando la punta con movimientos circulares.
—Toma, mi número de teléfono para contactarme para el trabajo, guapa —dijo él, deslizando un papel a través del agujero en la pared.
—Gracias por este buen rato, jajaja... Y por el trabajo —respondió ella con una sonrisa cálida mientras guardaba el número en su bolso.
—Al revés, gracias a ti. Hasta que nos volvamos a ver, jeje —replicó él con tono juguetón.
—Tienes prohibido usar sostén y tanga mientras estés en mi casa limpiando... Es para que no se te ensucie... —añadió con voz ronca.
—¡Jeje! Está bien, travieso... Hasta la próxima... —respondió ella con una carcajada mientras se ajustaba el vestido sobre sus pechos desnudos.
El desconocido elevó la voz de repente:
—¡Corre a ver si se va a enterar tu hijo que su madre es una puta que le ha enseñado las tetas, le ha chupado el pollón a un desconocido y ha dejado que se corriera en tu cuerpo!
—¡Calla, joder! —susurró ella con urgencia, llevándose un dedo a los labios—. A ver si cuando vaya a limpiar a tu casa te doy un bocado en ese pito y huevos que tienes... ¡Jajaja!

Con movimientos fluidos y elegantes, se acomodó la ropa frente al espejo. Sus dedos, aún brillantes por los restos de semen, agarró un pañuelo de papel para limpiarse con delicadeza, eliminando cualquier rastro de su encuentro clandestino. Un último toque de labial rojo intenso completó su imagen, resaltando sus labios carnosos con un brillo casi obsceno.
Con una sonrisa pícara y satisfactoria, salió del baño como si nada hubiera ocurrido, su confianza irradiando sensualidad en cada paso.
—¿Por qué has tardado tanto? —preguntó su hijo con curiosidad mientras la observaba salir.
—Me han llamado para limpiar una casa por un buen sueldo —respondió ella con naturalidad, aunque sus ojos brillaban con un destello de complicidad que solo ella entendía—. Y también me ha llamado un cliente muy simpático para el negocio de los melones...
—¿Qué alegría! Hay que ponerle un nombre serio al negocio —comentó él, sin sospechar nada.
—Sí, algo como "Melones Elena", y el eslogan: "Los mejores melones para alimentarte" —sugirió ella con una sonrisa traviesa, imaginando las posibilidades.
—Mmm... no sé, eso ya lo veremos... —respondió él con indiferencia.
—Venga, vámonos a casa... —dijo ella finalmente, tomando su bolso con elegancia mientras sus pensamientos volaban hacia futuros encuentros
¿Qué nombre le pondriais vosotros al negocio?
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