Doctorada y lechera

Puede que salga algo extraño de esto en mi opinión, pero resulta que hasta una enfermera puede tener gustos culposos y lujuriosos hacia algunos pacientes sin importar que.

Pues lo supe de la forma más inesperada cuando fui por unos análisis de sangre por cuenta propia; después de una noche salvaje con la amiga de mi prima, la actual casi me viola junto a mi tía(su madre), quién estaba toda peda en la fiesta de cumpleaños de mi abuelo chochi(así le decimos por cariño).

Bueno dejando eso a un lado fui por dos cosas importantes la primera para ver si no fui drogado o contagiado de SIDA, —he de aclarar que yo no era vírgen por mi sobrina— por hacerlo con Laurita —la amiga "supuestamente vírgen"— y por si podía cumplir un fetiche que parecía una locura.

—Bueno Demetrio tu flojito y cooperando pero ayúdame cooperando —dijo la enfermera preparando las agujas.

—Mejor apúrese que tarda más que viejito con Alzheimer en el IMSS

—Lo que tú digas Gustavo

—¡Soy Joel! —le grité a la canija.

Me puse así para ocultar parte de mi temor ya no solo era mi disgusto a las jeringas, sino también por María(la enfermera) que se veia desinteresada en su trabajo. Fue ese extraño factor que me frustraba por dentro ya que lo cabrona no solo estaba que se cae de buena, sino que en realidad estaba buenota pero algo decaída por yo que se.

Luego de un rato que el procedimiento terminó con un leve dolor por mi paranoia y un entumecimiento en mi brazo, tuve que esperarla un rato en lo que llevaba mi muestra de sangre al laboratorio. Tratando de resistir las ganas de hacer un desmadre con mi karambit en mi bolsillo de mi cartera.

Luego de que ella volviera para revisar su material de trabajo, pues eran las últimas horas y ella tenía una insatisfacción en toda su cara.

—¿Está todo bien? —le pregunté inquieto.

—¡Que te valga madres! —me dijo alzando su voz.

Me enoje a mil puntos pues me cure rápido del piquete y ahora sería mi turno de inyectarla, porque desde la entrada ma distraje con su voluminoso pero no tan gordo culo.

Pero por su comentario me fuí de forma repentina detrás de ella una vez terminó de cerrar la caja. La agarre del cuello por detrás mientras le frotada mi carpa entre sus nalgas, por encima de su uniforme blanco.

Fue ese acto de dominación algo sadomasoquista que ella curvo sus labios en una pícara sonrisa, cerrando un poco sus ojos con placer de ser dominada.

—Vaya cabroncito~

—Callate*paf* —le dije al oído a la par de un azote sonoro entre su nalga y muslo.

Ese estímulo le hizo soltar un jadeo que parecía un susurró, a la vez que su uniforme tenía unos puntos húmedos por sus pechos lactantes. Acto seguido le agarre con fuerza el cuello con una mano para usar la otra en sus algo caidas chichotas.

Le empezó a gustar este momento que por cuenta propia, puso su mano en mi bragueta para sacar mi pene todo hinchado por ella. Fue entonces que apartó la mesita de agujas para apoyarse en la pared mostrándome su calzón; que parecía una red de rosas negras, que contrastaban con sus pantimedias transparentes y oscuras.

Para no dejarla sola puse mi mano con mis cuatro dedos en su raja y mi pulgar apuntando a su ano; que movía de arriba a abajo, a los lados y en circulos, a la vez que jugaba con su raja por encima de la prenda que se mojo.

—Imbécil deja de jugar y...*Taz* jejeje —se río por la nalgada menuda zorra.

Lo más rápido que pude abrí mi último condón que no use con Laura, porque nose si cargo algo esta pendeja. La cual empezó unos leves twerks muy urgida, pues no quería tener hijos y mucho menos un ETS de ella.

Sin avisar le penetre su culo —M-maldito *paf*... ahh ahhh ahh ahhh ahh ahhh ahh ahhh ahh~

La golosa de verdad le urgía pene pues se nota su frustración en su cara extasiada por mis embestidas indecorosas en su trabajo, pero se le olvidó igual que a mi por sobarle el ano.

—¿te hacía falta verdad estúpida?

—No cuánto papii~ *plaf* siiiiii~ pégame, pégame como buen bastardo *plaf plaf plaf*......

Es increíble que no nos hayan cachado por el ruido que hacia con esta puerca en el consultorio, pero eso solo lo hizo más candente para ambos, ya que los dos queremos complacer esa calentura especial entre los dos. La volteo para encararla pero nos sumergimos en un lascivo besote que me recordó al licor con mandarina que bebí por primera vez.

—Blaahhh~ *slurp slurp slurp* hay papito no sabes cuánto necesitaba de esto hyaa~~

Siguió con unos raros gemidos cuándo abrí su escote para beber un trago de su leche lo que la hizo ponerse más cachonda, a la par que me frotaba en sus muslos para bajar estrés.

1 comentario - Doctorada y lechera