Hipnotizando a mi familia, hermana masoquista

Abro los ojos y al cobrar consciencia empiezo a sentir una humedad y calidez en mi pene; al mirar, observo que así como ocurrió ayer, me están realizando una felación. Esta vez es mi hermana mayor, Carla; que siendo bastante irónico pensar que el día anterior se quejaba de la vestimenta de su madre y hermana por parecerle vulgar y ahora está chupándome el pene.


—Buenos días —digo con una sonrisa.

—¿Dormiste bien? —pregunta mi hermana Laura.

—Bastante bien. ¿Dónde está mamá?

—Está haciendo el desayuno, creo.


Mientras hablo con mi hermana menor, Carla aumenta la intensidad imposibilitando que pueda aguantar la corrida. Me vengo en el fondo de su garganta y ella se traga todo sin rechistar. 


—Buenos días, hermanito —exclama Carla.

—Buenos días. ¿Disfrutaste esa leche caliente mañanera? 

—Por supuesto, ¡me encantó!

—Vamos a la cocina, déjenme cambiarme —les digo dirigiéndome a las dos.

—¿Para qué? No creo que tengamos nada que ocultar en nuestra casa. Además, ya mamá salió desnuda de la habitación —afirma Laura.

—Sí, ¿para qué vestirnos? —reafirma mi otra hermana.

—Carlita, ¿tú no eras la que ayer se quejaba de la ropa de mi madre y Laura?

—Da igual. Ahora entiendo que no tiene nada de malo revelar cosas, sobretodo cuando tú eres el dueño de nosotras. No tengo nada que ocultarte.

—Bien dicho. Vamos a comer, entonces.


Nos dirigimos a la cocina donde está mi padre sentado en la mesa ya con su ropa de trabajo y es el primero en vernos llegar a mi y a mis hermanas. Sin importarle que estemos completamente desnudos, nos da los buenos días.


—Buenos días. ¿Durmieron bien? —consulta mi padre.

—Sí. Aunque Carla fue la que mejor despertó, se tomó una buena leche caliente matutina —replica mi hermana Laura.


Veo que mi madre está cocinando sin ropa, yo sin previo aviso me acerco por detrás y empiezo a manosear su trasero y sus senos, sin importarme que esté toda la familia viendo lo que hago.


—Oh. Hola hijo. Veo que amaneciste animado —manifiesta mi madre.

—Así es —le respondo para empezar a besarla.


Nuestro beso se alarga durante un rato, hasta que me detengo para sentarme y esperar la comida. Me coloco en la punta de la mesa como ya venía haciendo desde hace un par de días. Mis dos hermanas se sientan cada una a mi lado. 

Después de esperar un rato, mi progenitora termina de cocinar y nos sirve la comida; preparó unos huevos fritos con pan tostado. Al empezar a comer, siento como algo toca mi pene; al ver, observo que es el pie de mi hermana mayor la cual empieza a frotar mi miembro con el, lentamente debajo de la mesa y aunque probablemente ya todos se dieron cuenta, nadie dice nada. Así es hasta que terminamos de comer, que sin venirme por la paja con los pies que me estaba haciendo mi hermana, me levanto con el pene totalmente erecto sin tratar de ocultarlo.

Voy al baño para empezar a arreglarme e irme a estudiar. Cuando estoy listo, alcanzo a ver como mi hermana Laura está saliendo, vestida literalmente como una puta: un vestido ajustado con gran escote que deja ver el principio de sus areolas y que apenas alcanza a cubrir poco más de la mitad de su trasero.

Salgo de la casa y camino en dirección a mi instituto. Al llegar, en la entrada me recibe Elena, la chica que hipnoticé ayer, esa chica de la que todos los chicos están enamorados y que yo gracias a la hipnosis hice que se enamorara de mí profundamente.


—Hola, Nicolás. ¿Cómo estás? —dice Elena muy tímida, con los cachetes rojos.

—Hola, Elena. Bien, bastante bien.

—Que bueno, que bueno. Oye, quería regalarte esto, mira. -Saca unos chocolates y me los da.

—¿Y esto por qué?

—Nada, nada. Solo quería dártelo.

—Ok, muchas gracias.

—¿Qué clase te toca ahora?

—Matemáticas, ¿y a ti?

—Lo mismo. Podemos ir juntos, si quieres.

—De acuerdo, vamos.


Así empieza mi día escolar, con la chica de la que todos están enamorados caminando conmigo (que hasta hace poco era un don nadie), dirigiéndonos hacia la clase de matemáticas. Al llegar, fuerza que nos sentemos juntos y en toda la clase trata de sacarme temas de conversación. Me doy cuenta gracias a nuestras pláticas, que esta chica además de ser bonita, es relativamente brillante; además de que su familia tiene bastante dinero.

Pasamos así a la siguiente clase, donde igualmente busca estar pegada a mí. En esta clase me tocó estar con mi profesora Jasmine, así que aprovecho para salirme de la clase. Me levanto y me voy sin avisar. Fuera del aula me dirijo hacia la oficina de la directora, para divertirme un poco con ella.

Entro a su oficina y la encuentro trabajando en su computadora, me acerco y se percata de mi presencia.


—Hola, amo. Bienvenido.


Yo, sin decirle una sola palabra, saco mi verga y comienzo a orinar todo su cuerpo sin ninguna contemplación. Ella, lejos de enojarse, abre la boca en busca de tragar la mayor cantidad posible de este líquido dorado. Cuando paro, está con la boca llena y todo su traje empapado; traga lo que estaba en su boca y así hablarme.


—Que rico, amo. Muchas gracias por esta ducha, la necesitaba.


No le importó que mojara su vestimenta, que ahora estará todo el día con mi aroma impregnado en sus prendas y aliento. Me lo agradece como si le hubiera hecho un favor, esto logra excitarme de manera desmedida, así que mi pene flácido después de orinar logra ponerse duro como una roca.

Todavía sin dirigirle la palabra, agarro la cabeza de esta milf y meto todo el fierro que tengo entre las piernas en su boca, para bruscamente dirigir el ritmo de esta felación. Me detengo con la duda de el porqué solo conformarme con una mamada cuando podría tener sexo con ella perfectamente sin que me diga nada, después de todo, es mi esclava.

Le desprendo la ropa agresivamente y sin su consentimiento le meto todo mi pene hasta el fondo de su vagina, entra extremadamente fácil por la humedad que ya tenía, señal de su excitación. Ella, sin miedo de que la oigan, libera un fuerte gemido que se ve intensificado cuando empiezo a moverme adelante y atrás de forma ruda.

Pasan unos minutos en los que no detiene sus gemidos, hasta que siento como su vagina aprieta mientras vigoriza un último gemido en señal de que se está viniendo, lo cual me hace venir a mí también, acabando así dentro, en el fondo de su vagina. 

Coincidiendo con la finalización de nuestro acto, suena la campana significando que es hora de receso. Cuando salgo de la oficina de la directora, me encuentro con Elena que iba a tocar la puerta.


—Oh, así que aquí estabas. Te estuve buscando —afirma Elena.

—Bueno, aquí me tienes. 

—¿Qué hacías en la oficina de la directora?

—Ya sabes, es que la profesora necesitaba un favor. No le des mucha importancia.

—¿Y por qué saliste de clase como si nada?

—Es que quería ir al baño.

—¿Sin avisarle a la profesora? 

—Es que tengo buena relación con ella.

—Mmmm, entiendo.

—En todo caso, ¿por qué todo este interrogatorio? 

—Nada, nada. Me pareció extraño. Bueno, no importa. ¿Vamos a comer?

—¿A la cafetería? No tengo dinero, generalmente no traigo.

—Yo invito, vamos.

—Bueno, si tú lo dices.


Vamos los dos a comer en la cafetería, tenemos charlas sin mucha trascendencia. Pareciera que ella va poco a poco agarrando confianza conmigo, pero aún así se le nota mucho como cambia su actitud de como habla conmigo al cómo o hace con los demás, conmigo se le ve mucho más tímida en su forma de hablar, su postura, su tono de voz.

El resto del día transcurre sin que suceda nada interesante, estaba deseoso de que sonara la campana para poder irme a casa y seguir jugando con mi madre y hermanas. Cuando por fin sucede, me despido de Elena que la vino a recoger su padre en un auto alemán bastante caro y yo me voy caminando hacia mi casa.

Al llegar a mi hogar me encuentro con mis dos hermanas viendo una película, estando ellas desnudas sentadas en el sofá, mi progenitora cocinando con la misma cantidad de ropa que mis congénitas y mi padre no lo veo, así que supongo no ha llegado del trabajo. Saludo a todas y decido desvestirme yo también para luego sentarme en el medio del sillón con mis dos hermanas una a cada lado, poniéndoles una mano encima del hombro marcando que son mías.

Con estas dos hermosuras estando como Dios las trajo al mundo se me hizo imposible no tener una erección, lo cual ellas ven y sin tener que pedírselo, empiezan a hacerme una paja entre las dos. Pasamos así un rato hasta que mi madre hace presencia y nos dice que vayamos a comer. Durante la cena no ocurre nada interesante, por lo que todos nos levantamos y nos vamos cuando terminamos.

Cuando mi madre está lavando los platos, me poso detrás de ella y sin consultarle, la penetro analmente. Tengo que forzar la entrada debido a que la dureza de ese orificio es más complicada, pero cuando lo consigo, tengo una sensación que nunca había tenido. Nunca nada me había apretado tan fuerte. Mi madre libera un ligero grito de dolor mientras que yo me detengo unos segundos para gozar de esta sensación.


—¿Habías metido algo por aquí antes, madre?

—No, nunca. Es la primera vez.

—Te he robado la virginidad anal, madre.


Hago girar su cabeza y la beso lascivamente mientras comienzo a hacer movimientos pélvicos, pudiendo sentir desde la punta hasta la base todo el placer de darle la primera vez a mi madre analmente. Así duramos un rato, hasta que llega mi hermana Laura para presenciar el momento culmine, donde me corro en el fondo del culo de nuestra progenitora. Laura, ni corta ni perezosa, apenas saco mi pene, va a lamer el semen que sale para no desperdiciarlo.

Concluida esta obra, decido ir a ver a mi otra hermana, que supuse estaría en la habitación principal. Fue acertado mi pensamiento, ya que ahí estaba. Al entrar quedo sorprendido, se estaba masturbando mientras veía porno y mi asombro fue aún mayor al observar que era del género BDSM. Este suceso hace que mi falo vuelva a subir, sin importarle que se haya corrido hace poco tiempo. 

Voy con mi hermana y la detengo para empezar a masturbarla yo. Intensamente le meto los dedos y la ahorco durante un gran lapso y cuando siento que se va a venir, paro en seco.


—¡Oye, ¿por qué paraste?! —asevera ella.


Yo, sin contestarle, solo detengo sus quejas con un fuerte beso para después ponerme encima de ella y empezar a penetrarla.


—¡¿Te gusta esto, puta?! Sentir el pene de tu hermano en el fondo de tu vagina debe ser lo máximo para ti —exclamo mientras la ahorco.

—Oh, sí, sí. ¡Sigue, vamos!

—¡Eres una zorra que se excita al ser maltratada por un familiar! ¡Por su propio hermano menor! —asevero para posteriormente pegarle una cachetada.


Esa última frase hace que consumamos nuestra lujuria, ella empieza a retorcerse del placer mientras la ahorco, con la cara morada y roja; roja por las cachetadas que le pagué y morada por la falta de oxígeno; mientras que yo, excitado por haberle hecho todo eso, empiezo a venirme en el fondo de su vagina.

Caemos exhaustos sobre la cama, para, sin decir ni una palabra de lo ocurrido, quedarnos completamente dormidos del cansancio.







Sé que es un poco tarde para publicar un relato, pero apenas ahora pude terminar de escribirlo. Agradecería que apreciaran mi esfuerzo dejando sus 10 puntos, recordar que es lo que me motiva realmente a seguir. Muchas gracias a los que hayan llegado hasta acá.

2 comentarios - Hipnotizando a mi familia, hermana masoquista

Cuckofmommy
Esta saga de relatos sin duda va mejorando con cada nuevo relato, sigue con ese buen trabajo🔥
CaesarPn +1
Muchas gracias por siempre estar presente y por tus bonitas palabras!