La vida secreta de mi hija. (I).

I. La hija perfecta

La vida secreta de mi hija. (I).

Juan Carlos nunca podría olvidar la tarde que descubrió que su hija era una cyber puta.

Era una noche cualquiera en que se decidió a hacer pruebas de seguridad a su red doméstica.
Había registro de varios meses atrás —Casi un año— que mostraban el acceso a algunos sitios web cuyo dominio era .onion, algo poco común considerando que en su casa sólo vivían él —que si bien se dedicaba a la seguridad informática, nunca había accedido a ese tipo de sitios en su casa—, su esposa y su hija. ¿Qué podrían hacer una enfermera y una estudiante accediendo a ese tipo de sitios?
Su esposa no solía usar el computador ni sabía mucho al respecto, y su hija...
Su hija era un ángel. Desde pequeña siempre fue una buena hija. Nunca hizo un berrinche, siempre obedecía en todo. Tenía calificaciones perfectas. Nunca salió a fiestas, ni si quiera había adquirido aquél mal vicio de los jóvenes de hoy en día con las redes sociales y los videojuegos.
Lo más lógico —pensó Juan Carlos— es que alguna de ellas pescó un malware en su PC. Es muy común que la gente se infecte con algún software malicioso que convierta a su PC en una especie de zombie esperando a recibir órdenes para algún ataque de DDoS o para minar criptomonedas.
Visto eso, Juan Carlos encontró la IP del dispositivo que había estado accediendo a esos sitios y descubrió que era la laptop de su hija. No quiso alarmarla puesto que ella es muy inocente, a pesar de ser tan inteligente, podría ser una preocupación muy grande para ella. Mejor evitarlo.
Así que decidió ir a revisar su computadora portátil manualmente mientras ella estaba en la escuela.

Su puerta estaba abierta, sería raro que no la estuviera. Sara era demasiado transparente, demasiado pura, nunca guardó ningún secreto.
Lo normal en cualquier familia sería pensar en que una chica en sus 18 —casi 19— años querría tener su privacidad. Esto nunca fue así con Sara, siendo tan abierta y tan obediente, realmente sería preocupante saber que hay algo que no quisiera compartir.
Su laptop tampoco tenía contraseña ¿Por qué la tendría?
Una chica como ella, tan abierta incluso con sus sentimientos, no podría ocultar nada.

O eso es lo que creía Juan Carlos.

Incluso eso lo creía ella y fue por eso que cuando instaló aquél extraño navegador que su padre encontró esa misma tarde en el escritorio de su portátil decidió no ocultar el ícono de ninguna forma.
También pensó en lo extraño que sería para ella poner llave a su habitación la mañana en que fué a la escuela y dejó abierta su puerta. Sus padres nunca revisarían nada de ahí sin avisarle ¿Cierto? Sabían que ella siempre les dejaría entrar. No ocultaba nada. Esa era la "verdad" que ellos debían creer.

Pero, fue justamente ese pensamiento el que permitió a Juan Carlos descubrir que la computadora portátil de su ángel, como a veces se refería a su hija, no estaba infectada.

Y fueron esos pensamientos "mi hija no podría ocultar nos nada", "es sumamente inocente", "nos cuenta todo", los que no pudieron evitar que Juan Carlos abriera ese conocido navegador con una cebolla en su ícono.
Tampoco evitaron que el ceño de Juan Carlos se frunciera cuando ese navegador le permitió acceder al sitio que aparecía más frecuentemente en el registro que había obtenido más temprano.
Sara no podría saber esa tarde mientras tomaba un Uber hacia cierto restaurant de lujo que su padre estaría leyendo las distintas conversaciones subidas de tono que mantenía con completos desconocidos.
Tampoco podría saber que, mientras ella bebía un buen vino tinto con su novio mientras comían un filete mignon, su padre encontraría el enlace que llevaba a aquél sitio en el que comenzó su doble vida apenas un tiempo atrás.

Juan Carlos no lo podía creer. Su hermosa hija. Su angelito.
En su página principal del sitio web de camshows sólo se podía ver un clip de un minuto donde se apreciaba el cuerpo esbelto de Sara completamente desnudo, sus caderas no demasiado pronunciadas, sus pequeños senos sólo acompañados de dos piercings que atravesaban sus delicados pezones. Su cabello castaño ondulado caía a su espalda. Usaba una máscara pero era evidente que se trataba de su angelito. Ella sostenía un cartel que servía a modo de verificación de su cuenta.

Juan Carlos no lo podía entender, nunca en su vida se hubiera imaginado que su perfecta hija podría estar realizando tal tipo de actividad. Era simplemente incomprensible para él. Peor aún ¿Por qué lo hacía en una página que seguramente no tendría regulaciones? ¿Por qué no se abrió un onlyfans como cualquier otra chica de su edad con ganas de dinero fácil? ¿Qué tipo de contenido estaría realizando para tener que crearse una cuenta en ese tipo de sitio?
Muchas preguntas inundaban la mente de Juan Carlos pero la más importante para él en ese momento fue clara:
¿Por qué carajos tenía una erección tan prominente?

Esa tarde, Juan Carlos se hizo la paja más extraña de su vida. La más impetuosa y furiosa, pero también la que más remordimientos le generaba.
Mientras veía las fotos que había encontrado husmeando en el ordenador de Sara.

Una foto de ella en cuatro con lencería que nunca le habían comprado ellos.

Una tanga estilo hilo dental se hundía entre sus labios vaginales en una foto nueva mientras que en otra un dildo con forma de crucifijo se perdía en su ano.

También observó una miniatura de un vídeo en el que ella mostraba una sonrisa lasciva (pues la máscara no le cubría más que la mitad superior de la cara) mientras acariciaba a un perro en algún lugar que él no alcanzó a identificar. No se atrevió a abrir el vídeo al imaginarse lo que podría contener.

Finalmente se vino mientras veía un video de su hija en un evidentemente alterado estado de consciencia clavándose con mucho vigor un dildo en su depilado y apretado coño que se veía bastante irritado por el movimiento brusco, a pesar de lo mojado que estaba. En ese vídeo aún no tenía piercings en los pezones y se le podía ver masturbándose durante demasiado tiempo de forma insesante a pesar de ya haberse corrido varias veces.

Esa noche Juan Carlos tuvo muchas cosas para pensar. La intriga sobre qué tipo de contenido realizaba en vivo su hija no le dejaba en paz y algo que tampoco le dejaba en paz era la lujuria. A pesar de haberse masturbado ya varias veces no podía dejar de ponerse erecto pensando en lo que había descubierto en la laptop de su hija.

Cuando Sara llegó de su escuela encontró sus cosas en su lugar. No sospechó que alguien hubiese entrado a su cuarto, su computadora estaba donde siempre.
Comenzó a desvestirse y a preparar su cuarto con la escenografía de siempre para su show.
Sólo sería un par de horas, era el horario en que su padre tomaba la siesta, bastante antes de que su madre llegase de trabajar.

Tras terminar su show tomaría un baño, se pondría ropa de niña linda y volvería a fingir ser la inocente niña de sus padres. Luego prepararía algo de comer y le serviría a su padre. Él diría que estaba ocupado, que comiera ella y ya él comería después. Sara no se imaginaba que su padre no quería verla a los ojos.

Comió sola.
Regreso a su cuarto y se puso a estudiar. No se puede mantener una imágen inocente sin hacer algún esfuerzo.

Finalmente, y afortunadamente para Juan Carlos, llegó María. Juan pensó que podría quitarse la calentura con ella, después de todo, ella había sido su ideal de belleza siempre. Una mujer esbelta pero con grandes glúteos y senos de buen tamaño. Pronunciada cadera, cabello castaño claro, ojos verdes, piel blanca como la nieve...
Se habían hecho novios en la preparatoria y se habían casado cuando él terminó la universidad. Ella tuvo que posponer sus estudios por un tiempo puesto que se embarazó en su segundo año de carrera, misma cantidad de años que Juan Carlos le llevaba de ventaja en edad.
El amor de su vida.
Juan Carlos le propuso pasar esa noche juntos como cuando eran novios, pero María le rechazó.
Estaba muy cansada, estuvo de guardia casi todo el día en el hospital donde trabajaba y al día siguiente debería volver a llegar temprano.
Juan Carlos no pudo hacer más que quedarse con las ganas. Eso y volver a masturbarse pensando en su ángel, para luego arrepentirse y pasar una noche de desvelo pensando en qué debía hacer y en cómo debería de encarar a su hija, Sara. Y pensar también en cómo podría evitar sentirse incómodo al verla a de nuevo a los ojos.

2 comentarios - La vida secreta de mi hija. (I).

crack59 +1
Muy buenas 2 parte
MadSea +1
Ya está publicada!
Pedropablo99
Tu hiciste la foto
O solo la descargaste