El muy caradura está mirándome

El muy caradura está mirándome desde su mesa, casi intimidándome con sus ojos, que se pierden en el sugerente escote de mi vestido negro.
No es que no me guste, sino todo lo contrario, me encanta eso…

Mi esposo no lo ha notado; sentado frente a mí, degusta su copa de vino y me sonríe, sin notar que mi mirada se pierde en los ojos de ese tipo a sus espaldas…

El hombre insiste con la mirada. Me desnuda con sus ojos. Y eso me gusta. Mis pezones ya están endurecidos y empiezo a sentir una creciente humedad entre mis labios verticales.

Su esposa va a darse cuenta. Está sentada dándome la espalda; pero la mirada de ese hombre es demasiado insistente.

Entonces él hace un gesto imperceptible con su cabeza. Deslizo mis ojos hacia abajo y puedo ver que se está tocando la entrepierna, mientras ahora conversa con su mujer.

No puedo creerlo; pero de todas maneras me gusta que ese hombre se encuentre excitado por mi culpa.
Me imagino su verga creciendo dentro de sus pantalones.
El tipo, además de arriesgado, es bastante apuesto y elegante.
No estaría mal echarse un polvo a las apuradas con él…

Entonces parece adivinar mis pensamientos. Otro movimiento rápido de su cabeza y ya me estoy levantando de la mesa; diciéndole a mi marido que necesito ir al toilette…

Entro al baño de damas y, antes de poder cerrar la puerta, entra él. Me mira y yo extiendo mi mano, como si estuviera obedeciendo una orden suya. Acaricio ese bulto por encima de sus pantalones y él sonríe en silencio.
Se sienta en el inodoro y me atrae hacia él, aferrándome por mis caderas. Me levanta el vestido, que se pega a mi cuerpo.

Se sorprende al ver que no llevo ropa interior. Su asombro se convierte en placer, mientras inspecciona mi pubis depilado y mi labia humedecida.

Saca a relucir su verga, que es bastante gruesa y endurecida. Apunta hacia arriba.
Siempre en silencio, el tipo aferra mis caderas y jala mi cuerpo hacia abajo. Cuando la cabeza de esa cosa monstruosa roza mis labios vaginales, entonces me empuja otra vez hacia arriba.
El turro me hace desear y repite esa operación varias veces. Me obliga a deslizarme hacia abajo, sobre su verga erecta, pero no me deja que eso invada mi concha…

Suspiro y jadeo, preguntándome cuando él se equivocará y me dejará empalarme sobre su pija. Pero el muy turro juega conmigo y me hace excitar de esa manera perversa, sin permitirme disfrutar de su verga dura…

Apoyo en sus manos para no caer y siento que mis rodillas flaquean. Mis piernas parecen no poder sostenerme y entonces jadeo y aúllo como una perra en celo, sintiendo que un intenso orgasmo recorre todo mi cuerpo.

El tipo vuelve a sonreír en silencio y suelta mis caderas, deslizando el ruedo de mi vestido negro hacia abajo por mis muslos.
Se acomoda la ropa y sale de la pequeña cabina, dejándome caliente pero todavía temblando por el orgasmo que me robó.
Vuelvo a nuestra mesa.
Mi marido ni siquiera me pregunta por qué he tardado tanto…
El hombre sigue conversando con su esposa, como si nada hubiera pasado. Pero me mira desafiante, casi divertido con haber disfrutado de su travesura.
Finalmente ellos se ponen de pie para retirarse y entonces reconozco a la esposa: es una antigua jefa de mi oficina.
Me reconoce y se acerca a saludar. Le presento a mi esposo y ella me presenta al suyo; a ese hombre que me robó un orgasmo…

El tipo sonríe otra vez, me tiende su mano y sigue mirándome…

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